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El mito de la caverna de Platón es una de las grandes alegorías de la filosofía


idealista que tanto ha marcado la manera de pensar de las culturas de Occidente.

Entenderla significa conocer los estilos de pensamiento que durante siglos han
sido los dominantes en Europa y América, así como los fundamentos de
las teorías de Platón. Veamos en qué consiste.

Platón y su mito de la caverna


Este mito es una alegoría de la teoría de las ideas propuesta por Platón, y aparece
en los escritos que forman parte del libro La República. Se trata, básicamente,
de la descripción de una situación ficticia que ayudaba a entender el modo en
el que platón concebía la relación entre lo físico y el mundo de las ideas, y
cómo nos movemos a través de ellos.

Platón empieza hablando sobre unos hombres que permanecen encadenados a las
profundidades de una caverna desde su nacimiento, sin haber podido salir de ella
nunca y, de hecho, sin la capacidad de poder mirar hacia atrás para entender cuál
es el origen de esas cadenas.

Así pues, permanecen siempre mirando a una de las paredes de la caverna, con
las cadenas aferrándolos desde atrás. Detrás de ellos, a una cierta distancia y
colocada algo por encima de sus cabezas, hay una hoguera que ilumina un poco
la zona, y entre ella y los encadenados hay un muro, que Platón equipara a las
artimañas que realizan los tramposos y los embaucadores para que no se noten
sus trucos.

Entre el muro y la hoguera hay otros hombres que llevan con ellos objetos que
sobresalen por encima del muro, de manera que su sombra es proyectada sobre
la pared que están contemplando los hombres encadenados. De este modo, ven
la silueta de árboles, animales, montañas a lo lejos, personas que vienen y van,
etc.

Luces y sombras: la idea de vivir en una realidad


ficcionada
Platón sostiene que, por estrambótica que pueda resultar la escena, esos hombres
encadenados que describe se parecen a nosotros, los seres humanos, ya que ni
ellos ni nosotros vemos más que esas sombras falaces, que simulan una realidad
engañosa y superficial. Esta ficción proyectada por la luz de la hoguera los
distrae de la realidad: la caverna en la que permanecen encadenados.

Sin embargo, si uno de los hombres se liberase de las cadenas y pudiese mirar
hacia atrás, la realidad le confundiría y le molestaría: la luz del fuego haría
que apartase la mirada, y las figuras borrosas que pudiese ver le parecerían
menos reales que las sombras que ha visto toda la vida. Del mismo modo, si
alguien obligase a esta persona a caminar en dirección a la hoguera y más allá de
ella hasta salir de la caverna, la luz del sol aún le molestaría más, y querría volver
a la zona oscura.

Para poder captar la realidad en todos sus detalles tendría que acostumbrarse a
ello, dedicar tiempo y esfuerzo a ver las cosas tal y como son sin ceder a la
confusión y la molestia. Sin embargo, si en algún momento regresase a la
caverna y se reuniese de nuevo con los hombres encadenados, permanecería
ciego por la falta de luz solar. Del mismo modo, todo lo que pudiese decir sobre
el mundo real sería recibido con burlas y menosprecio.

El mito de la caverna en la actualidad


Como hemos visto, el mito de la caverna reúne una serie de ideas muy comunes
para la filosofía idealista: la existencia de una verdad que existe
independientemente de las opiniones de los seres humanos, la presencia de los
engaños constantes que nos hacen permanecer lejos de esa verdad, y el cambio
cualitativo que supone acceder a esa verdad: una vez se la conoce, no hay marcha
atrás.

Estos ingredientes se pueden aplicar también al día a día, concretamente a la


manera en la que los medios de comunicación y las opiniones hegemónicas
moldean nuestros puntos de vista y nuestra manera de pensar sin que nos demos
cuenta de ello. Veamos de qué manera las fases del mito de la caverna de Platón
pueden corresponderse con nuestras vidas actuales: (DIAPOSITIVA 2)

1. Los engaños y la mentira


Los engaños, que pueden surgir de una voluntad de mantener a los demás
con poca información o de la falta de progreso científico y filosófico, encarnaría
el fenómeno de las sombras que desfilan por la pared de la caverna. En la
perspectiva de Platón, este engaño no es exactamente el fruto de la intención de
alguien, sino la consecuencia de que la realidad material sea tan solo un reflejo
de la verdadera realidad: la del mundo de las ideas.

Uno de los aspectos que explican por qué la mentira impacta tanto en la vida del
ser humano es que, para este filósofo griego, está compuesta por aquello que
parece evidente desde un punto de vista superficial. Si no tenemos motivos para
cuestionar algo, no lo hacemos, y su falsedad prevalece.

2. La liberación
El acto de liberarse de las cadenas serían los actos de rebeldía que solemos
llamar revoluciones, o cambios de paradigma. Por supuesto, no es fácil
rebelarse, ya que el resto de la dinámica social va en sentido contrario.

En este caso no se trataría de una revolución social, sino de una individual y


personal. Por otro lado, la liberación supone ver cómo muchas de las creencias
más interiorizadas se tambaleen, lo cual produce incertidumbre y ansiedad. Para
hacer que este estado desaparezca, es necesario seguir avanzando en el sentido de
ir descubriendo nuevos conocimientos. No es posible quedarse sin hacer nada,
según Platón.

3. La ascensión
La ascensión a la verdad sería un proceso costoso e incómodo que implica
desprenderse de creencias muy arraigadas en nosotros. Por ello, es un gran
cambio psicológico.

Platón tenía en cuenta que el pasado de las personas condiciona el modo en el


que experimentan el presente, y por eso asumía que un cambio radical en la
manera de entender las cosas tenía que acarrear necesariamente malestar e
incomodidad. De hecho, eso es una de las cosas que quedan claras en su forma de
ilustrar ese momento mediante la idea de alguien que trata de salir de una cueva
en vez de permanecer sentado y que, al llegar al exterior, recibe la luz cegadora
de la realidad.
4. El retorno
El retorno sería la última fase del mito, que consistiría en la difusión de las
nuevas ideas, que por chocantes pueden generar confusión, menosprecio u odio
por poner en cuestión dogmas básicos que vertebran la sociedad.

Sin embargo, como para Platón la idea de la verdad estaba asociada al concepto
de lo bueno y el bien, la persona que haya tenido acceso a la realidad auténtica
tiene la obligación moral de hacer que el resto de personas se desprendan de la
ignorancia, y por lo tanto ha de difundir su conocimiento.

Esta última idea hace que el mito de la caverna de Platón no sea exactamente una
historia de liberación individual. Es una concepción del acceso al conocimiento
que parte de una perspectiva individualista, eso sí: es el individuo el que, por
sus propios medios, accede a lo verdadero mediante una lucha personal contra las
ilusiones y los engaños, algo frecuente en los enfoques idealistas al
fundamentarse en premisas del solipsismo. Sin embargo, una vez el individuo ha
alcanzado esa fase, debe llevar el conocimiento al resto.

Eso sí, la idea de compartir la verdad con los demás no era exactamente un acto
de democratización, tal y como la podríamos entender hoy día; era, simplemente,
un mandato moral que emanaba de la teoría de las ideas de Platón, y que no tenía
por qué traducirse en una mejora de las condiciones materiales de vida de la
sociedad.

Hace muchos años, tantos como dos mil cuatrocientos, en plena madurez
creativa Platón nos reveló en La República el hermoso y siempre actual mito
de la caverna. Decía el filosofo griego que el reino de las apariencias se
representa en una gruta en la que estamos sentados de espaldas a un
fuego llameante, mientras que entre el fuego y nosotros pasan figuras
reales. Pero nosotros solo vemos los movimientos de sus sombras
proyectadas sobre las paredes de la caverna, y esas sombras constituyen
nuestra realidad… Apariencia y realidad, ser o no ser, querer o no querer; al
final, siempre la misma cantinela desde que el mundo es tal. Y, como por
nuestra propia naturaleza somos engañadores e incoherentes, algunos
piensan que para salvar la dicotomía verdad/mentira y seguir viviendo tan
ricamente en el engaño (las apariencias), los seres humanos nos
inventamos hace algún tiempo el moderno lenguaje diplomático que, entre
otras tareas, dulcifica el discurso y, si fuera menester, disfraza los hechos y
permite decir una cosa y hacer otra, eso si, con educación, aunque para
hacer bien la tarea se necesite práctica y, según las circunstancias, cierta
manipulación con maneras de encantador de serpientes.

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Sin tanta delicadeza, en ocasiones abruptamente, se desarrollan hoy la


política y las relaciones
personales/familiares/institucionales/económicas/empresariales gracias a un
discurso que, poco a poco, ha facilitado el transito a la época de la
posverdad y consagrado la posibilidad de mentir apelando a determinados
sentimientos (nunca a razones, datos, dialogo y argumentos) para
establecer como cierto lo que todo el mundo sabe falso, y lo es. Hemos
aprendido a construir “nuestra” propia realidad, la que nos pueda interesar.

Muchos dirigentes, da igual su clase y condición, se han dejado atrapar por


el poder y las vanidades del cargo, del que deberían ser transparentes
servidores. El poder por el poder es su mantra cotidiano, y han olvidado que
ocupan sus puestos para gestionar la enorme fuerza transformadora que,
en su propia esencia, encierran la empresa y las instituciones. Hacen
dejación de su responsabilidad y mienten, entre otras razones, porque están
acostumbrados a mentir de forma reiterada y sistemática, y a transformar
sus palabras no en hechos sino en retórica. Aunque ahora lo llamemos de
otra forma, negar la verdad o mentir siempre será una falta de respeto.

La democracia, sin los innecesarios apellidos con la que hoy la


adornamos debiera ser un feliz maridaje entre justicia y libertad,
entre participación activa permanente y representatividad; con
gobiernos e instituciones decentes
Koyré dejo escrito que el hombre ha mentido siempre, “se ha engañado a si
mismo y a los otros. Ha mentido por placer, por el placer de ejercer la
sorprendente facultad de decir ´lo que no es´ y crear, gracias a sus
palabras, un mundo del que es su único responsable y autor". Así ocurre
con los llamados “hechos alternativos”, teoría del todavía presidente Trump,
peligroso paradigma de este despropósito y, como tantos otros, usuario fiel
de tecnologías y redes que le sirven de parapeto y amplifican sus mentiras.
Afirmar lo que no es se ha convertido en un deporte de moda en USA, pero
que se juega en una liga mundial, también en la vieja Europa y España; en
los congresos de los partidos políticos, en los testimonios de los dirigentes
ante los parlamentos o ante los jueces; se miente a los ciudadanos, a los
accionistas de las empresas que quiebran y a los depositantes de bancos
que se hunden cuando el día anterior eran solventes.

La democracia, sin los innecesarios apellidos con la que hoy la adornamos


(auténtica, moderna, verdadera...), debiera ser un feliz maridaje entre
justicia y libertad, entre participación activa permanente y representatividad;
con gobiernos e instituciones decentes, con dirigentes (políticos,
institucionales o empresariales, tanto monta) que sean transparentes en su
actuar y acepten rendir cuentas como una obligación y no como señal de
descrédito; que se comprometan solidariamente con la sociedad, procuren
la resolución de los problemas que inquietan a los ciudadanos y fomenten el
aprecio, la defensa y el cuidado de las cosas que son de todos, aunque
estén en nuestras manos. De ninguna manera ha de permitirse que nadie
se beneficie en exclusiva de los bienes comunes y trastoque la jerarquía del
bien público y el bien particular.

Los límites éticos que admite y, desde otra perspectiva, demanda el común
de los ciudadanos se imponen aceleradamente. La gente, la
sagrada Opinion Pública, harta de imposturas, quiere que empresas e
instituciones, de cualquier ámbito, cumplan de verdad la función social para
las que fueron creadas, y que las organizaciones no solo sirvan para
enriquecer a dirigentes poco escrupulosos y con ambición desmedida que,
además, proyectan casi siempre una imagen de triunfadores prepotentes
con difícil encaje en este mundo más solidario que no solo se atisba sino
que nos vigila desde el horizonte, allá donde reside la utopía.

Se denomina teocentrismo a la doctrina que sitúa a Dios como director


absoluto de todos los acontecimientos del universo. De acuerdo al
teocentrismo, aquello que sucede en el mundo, incluyendo las acciones de
los seres humanos, depende de Dios.
Los teocentristas explican la realidad a partir de la voluntad divina: todo
está supeditado a Dios. La ciencia, en este marco, queda en un segundo
plano debido a que cualquier fenómeno, por mínimo o insignificante que
resulte, es regido en última instancia por la divinidad.
Durante muchos siglos, el teocentrismo fue la doctrina predominante. Desde
el comienzo de la era cristiana hasta el inicio del Renacimiento, las
distintas corrientes filosóficas solían ubicar a Dios en el centro de la escena.
El panorama empezó a cambiar a partir del Renacimiento, cuando se
colocó al ser humano como protagonista central del universo.
Precisamente por la primacia del teocentrismo en la época medieval se
entendía que las clases más humildes fueran, como algunos historiadores
han determinado, no sólo pesimistas sino también subyugadas y sin ánimo
de lucha. Eso se debía a la idea de que todo estaba supeditado a la voluntad
de Dios, que el rey era rey porque así aquel lo había determinado y que no se
podía hacer nada por cambiar las cosas.

De la misma manera, esa circunstancia también vendría a explicar el hecho


de que en ese momento se dieran forma a iniciativas que, de un modo u otro,
ofrecían a los individuos el poder estrechar su relación con Dios, expiar sus
pecados e incluso poder asegurarse que después de la muerte tendrían una
vida en absoluta paz con el Ser Creador. Nos estamos refiriendo en concreto
a lo que fueron las peregrinaciones al Camino de Santiago, que aún hoy
siguen vigentes, y también la creación de distintas órdenes religiosas que se
consideraban que estaban apegadas a valores como la castidad, la obediencia
o el trabajo.
A partir del siglo XV, la mayoría de las corrientes del pensamiento dejaron
de reconocer a Dios como la única causa de todo lo que sucede en
el universo, sino que pasó a ser considerado, sólo en algunos casos, como
uno más de varios factores.
El teocentrismo, de este modo, dejó pasó al antropocentrismo, que toma
a las personas como centro de los acontecimientos. El antropocentrismo
piensa la realidad a partir de los intereses y las condiciones de los seres
humanos, a diferencia del teocentrismo que lo hace a partir de la presencia
de Dios.

DEFINICIÓN DE EGOCENTRISMO
La psicología afirma que el ego es la instancia psíquica que permite que un
sujeto sea consciente de su propia identidad y se reconozca como yo. El ego
media entre los deseos del ello y los mandatos morales del superyó para que
el individuo logre satisfacer sus necesidades dentro de los parámetros
sociales.

Se conoce como egoísmo al amor excesivo que una persona tiene sobre sí
misma, el cual la lleva a atender solamente su propio interés, sin interesarse
por el bienestar ajeno. El egoísmo es, por lo tanto, lo opuesto al altruismo.
El egocentrismo, un término que hace referencia a centrarse en el ego (es
decir, el yo), es la exagerada exaltación de la propia personalidad. El
egocéntrico hace de su personalidad el centro de la atención.
Los psicólogos resaltan que el egocentrismo consiste en creer que las
opiniones y los intereses propios son más importantes que los
pensamientos de los demás. Lo que el egocéntrico pretende es, según su
óptica, lo único que tiene valor.
El psicólogo experimental suizo Jean Piaget (1896–1980) afirmó que
todos los niños son egocéntricos ya que sus habilidades mentales no les
permiten comprender que el resto de las personas pueden tener criterios y
creencias diferentes a las propias. Otros especialistas, sin embargo,
minimizan sus estudios.
Diversos pensadores han expresado sus ideas acerca del egocentrismo y sus
consecuencias, y resulta muy interesante observar que se trata de un
comportamiento extremo, el cual priva a una persona de la
felicidadtanto como lo hace su contracara, la entrega absoluta a los demás,
la negligencia de las propias necesidades. En una de sus citas célebres, el
filósofo suizo Henri Frédéric Amiel expresó que “una manera laboriosa de
no ser nada, es serlo todo… de no querer nada, es quererlo todo“; esto
resume de forma muy explícita el vacío que acarrea el egocentrismo.
Cuando una persona centra toda la
existencia en sí misma, la repercusión más evidente es la desconexión con el
resto de los seres vivos, la falta de compromiso e interés hacia los demás; sin
embargo, se pasa por alto que el egocentrismo es también una forma
de aislamiento. Al enfocarse exclusivamente en las propias necesidades, se
elimina la presencia de las potenciales amistades. Muchas veces se define a
los individuos egocéntricos como seres que sólo pueden amarse a sí mismos;
esto puede significar también que se consideren demasiado buenos para ser
apreciados por los demás, dado que no pueden comprender
su superioridad.
A simple vista, todo parece indicar que una persona egocéntrica es una
especie de monstruo insaciable de halagos, que no muestra ningún tipo de
interés genuino por el mundo que la rodea; pero estudiando el
comportamiento opuesto surgen similitudes muy curiosas, que ponen en
duda la veracidad de dichos delirios de grandeza. Casi todos los seres
humanos dedican su vida a procrear, criar y mantener a sus hijos, intentando
propiciarles las oportunidades que (aseguran) ellos no recibieron en su
juventud.
De la extrema devoción al cuidado de otro ser vivo nace un inevitable
descuido de las propias necesidades, lo cual deriva en una serie
de frustraciones, existan o no a nivel consciente. ¿Por qué razón entrega
una persona su vida entera a otra? Si la respuesta reside en
creerse insignificante o no tan importante como para anteponer la propia
existencia a la del prójimo, entonces esta actitud se emparenta con el
egocentrismo de una forma tan curiosa como alarmante: en ambos casos se
engrandece a una persona, se habla de inferioridad y de superioridad, y los
dos resultan en una vida solitaria.
En resumen, es probable que el camino a la felicidad se encuentre en un
punto cercano al centro de estos dos extremos, que, dependiendo de
la perspectivadesde la cual se observen, parecen ser el mismo.

Los valores desde la perspectiva de la responsabilidad social


Claudia Elena Moreno Núñez

 Otros
 22.11.2010
 10 minutos de lectura

ética y valores organizacionalesresponsabilidad social empresarialvalores


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“Hay camino que parece recto a los ojos del hombre, pero su final es camino de
muerte.” (Proverbios 14:12)

1.1 Resumen

En este ensayo se presentan algunos argumentos donde los valores juegan un


papel muy importante cuando los individuos toman decisiones en diversas
situaciones y es responsabilidad nuestra en que repercuta de manera positiva o
negativa a la sociedad.

Antes de iniciar, debemos conocer los siguientes conceptos.

Valores: “Los valores son una cualidad que confiere a las cosas, hechos o
personas, una estimación ya sea positiva o negativa. Para el idealismo objetivo, el
valor se encuentra fuera de las personas; para el idealismo subjetivo, en cambio,
el valor se encuentra en la conciencia (es decir en la subjetividad de los sujetos
cuando hacen uso del valor). Para la corriente filosófica del materialismo, la
naturaleza del valor reside en la capacidad del ser humano para valorar el mundo
de forma objetiva”. Diccionario de (2008)

Responsabilidad social: “Es la obligación/compromiso que los miembros de una


determinada comunidad, sociedad, ya sea individualmente cada uno, o bien como
parte de un grupo social, tendrán entre sí, así como también para con la sociedad
o comunidad en su conjunto”. Definición ABC (2010).

Lo anterior nos permite conocer los conceptos de los cuales hablaremos en


nuestra investigación, ya que todos los seres humanos adquirimos distintos
valores a lo largo de nuestra vida y los cuales nos permiten establecer
relaciones con los demás miembros de una sociedad.

1.2 Introducción

Este precedente nos acerca a comprender la responsabilidad que tenemos como


miembros de una sociedad de entablar relaciones de acuerdo con la escala de
valores como son: respeto, solidaridad, justicia, honradez, fidelidad, honestidad,
lealtad, etc. ya que nuestros actos repercuten de manera directa o indirecta,
positiva o negativa hacia las demás personas que nos rodean (familiares, amigos,
vecinos, compañeros de trabajo, escuela, deporte, religión, etc.); ya que los
valores son inherentes a las personas, los cuales nos hacen seres únicos y
valiosos, nos permiten discernir lo bueno de lo malo.

Este análisis radica en la importancia de concientizar a las personas que todo


acto tiene repercusiones favorables o desfavorables en el entorno
social donde nos involucramos; desde los principios de la creación del hombre
estos actos se han manifestado por lo cual realizaré un análisis a través de
pasajes bíblicos donde nos muestran claramente como repercuten en la sociedad
cuando un individuo toma decisiones poniendo en práctica sus valores o
antivalores y la importancia de establecer relaciones de respeto con nuestros
semejantes.

1.3 La práctica de los valores repercuten en la sociedad de manera positiva

Todas las sociedades o pueblos tienen sus códigos morales, tienen la necesidad
de contar con una fuerza suprema que los guie. Como algo connatural a su
naturaleza adora a un poder superior ya sea el sol, la luna, una montaña, un río,
un animal. Su código moral tal vez este registrado en alguno de los muchos
escritos sagrados que tienen las diferentes culturas. Esta necesidad de contar con
códigos morales se observa en personas de todas partes, ya que es innata del
hombre.

El famoso científico Fred Hoyle escribió sobre “el código moral vigente en todas
las sociedades humanas”, y añadió: “Sería fácil elaborar una bien tramada
argumentación para demostrar que el sentido moral persiste en el hombre, a pesar
de todas las tentaciones [y persecuciones] que se le presentan constantemente en
sentido contrario”.

En el libro sagrado de las escrituras más conocido como “La Biblia”, reconoce la
existencia de este sentido moral inherente en el hombre. En Romanos 2:14, 15
dice: “Porque siempre que los de las naciones que no tienen ley hacen por
naturaleza las cosas de la ley, estos, aunque no tienen ley, son una ley para sí
mismos. Son los mismísimos que demuestran que la sustancia de la ley está
escrita en sus corazones, mientras su conciencia da testimonio con ellos y, entre
sus propios pensamientos, están siendo acusados o hasta excusados”.

Meinong asegura que: “Una cosa tiene valor cuando nos provoca agrado y en la
medida en que esta nos puede llegar a agradar”. Así mismo afirma que “El valor
es, en verdad, un estado subjetivo, de orden sentimental, un objeto tiene valor en
tanto posee la capacidad de suministrar una base efectiva a un sentimiento de
valor”. (Meinong, 1894:25; citado en Frondizi, 2004:54).

Desde esta perspectiva todas las personas adquirimos desde la infancia los
valores morales los cuales son aprendidos en el ceno familiar, posteriormente
son consolidados o debilitados en la escuela, la religión o en el espacio donde se
desarrolla el infante, es por ello que debemos cimentar bien los valores morales
desde nuestra casa, pero al hacer esto debemos ser congruentes con nosotros
mismos ya que se tiene que pregonar con el ejemplo.

Una columnista de varios periódicos llamada Georgie Anne Geyer dice que “Es
imposible que una comunidad o una nación sean morales si no se tiene fe en Dios,
porque, entonces, todo se reduce rápidamente al ‘yo’, y el ‘yo’ por sí solo no tiene
sentido. […] Cuando el ‘yo’ se convierte en la regla para medir todas las cosas,
pasando por alto a Dios, la Iglesia, la familia y las normas aceptadas del
comportamiento humano civil y cívico, tenemos problemas”.
Este es un ejemplo extraído del libro Génesis capítulos del 39 al 42 de las
sagradas escrituras es la historia bíblica basada en la vida de José hijo de Jacob.
José tenía solo 17 años cuando fue llevado a Egipto. Allí fue vendido a un hombre
llamado Potifar. Potifar trabaja para el rey de Egipto, a quien llaman Faraón.

José trabajaba duro para su amo, Potifar. Por eso, cuando José se hace mayor,
Potifar le encarga toda su casa incluyendo sus bienes. Cuando José crece es un
hombre muy hermoso, y la esposa de Potifar quiere que él se acueste con ella.
Pero José sabe que eso sería malo, y lo rechaza. La esposa de Potifar se enoja
mucho. Por eso, cuando su esposo viene, le miente y dice: ‘¡Ese malo José trató
de acostarse conmigo!’ Potifar le cree a su esposa, y se enoja mucho con José.
Hace que lo metan en prisión.

El encargado de la prisión pronto ve que José es un buen hombre. Por eso lo pone
a cargo de todos los otros prisioneros. Más tarde Faraón se enoja con su copero y
su panadero, y los mete en prisión. Una noche, cada uno de éstos tiene un sueño
especial, pero no saben lo que significa. Al día siguiente José dice: ‘Cuéntenme
sus sueños.’ Y entonces José, con la ayuda de Dios, explica el significado de sus
sueños.

Al copero, José dice: ‘En tres días saldrás de la prisión, y serás el copero de
Faraón de nuevo.’ Por eso José añade: ‘Cuando salgas, habla de mí a Faraón, y
ayúdame a salir de aquí.’ Pero al panadero, José dice: ‘En solo tres días Faraón te
cortará la cabeza.’
En tres días sucede tal como dijo José. Faraón le corta la cabeza al panadero.
Pero al copero lo sacan de prisión y él empieza a servir al rey de nuevo. ¡Pero se
olvida de José!No le habla de él a Faraón, y José tiene que quedarse en prisión.

Pasan dos años, y José todavía está en prisión. El copero no se ha acordado de


él. Entonces una noche Faraón tiene dos sueños muy especiales, y se pregunta
qué significan. La mañana siguiente Faraón llama a sus sabios y les dice lo que ha
soñado. Pero ellos no pueden decirle el significado de sus sueños.

Ahora el copero al fin se acuerda de José. Le dice a Faraón: ‘Cuando yo estaba en


prisión había allí un hombre que podía decir el significado de los sueños.’ Faraón
hace sacar de la prisión a José enseguida.

Faraón le cuenta a José sus sueños: ‘Vi siete vacas gordas, hermosas. Entonces
vi siete vacas muy flacas y huesudas. Y las flacas se comieron a las vacas gordas.

‘En mi segundo sueño vi siete espigas de grano lleno y maduro que crecían en un
solo tallo. Entonces vi siete espigas de grano delgadas y secas. Y las espigas de
grano delgadas empezaron a tragarse a las siete espigas buenas.’

José le dice a Faraón: ‘Los dos sueños significan lo mismo. Las siete vacas
gordas y las siete espigas de grano llenas significan siete años, y las siete vacas
flacas y las siete espigas de grano delgadas significan otros siete años. Habrá
siete años en que crecerá mucho alimento en Egipto. Entonces habrá siete años
en que crecerá muy poco alimento.’

Por eso, José le dice a Faraón: ‘Escoge a un hombre sabio y encárgale recoger
alimento durante los siete años buenos. Entonces la gente no se morirá de
hambre en los otros siete años malos en que habrá muy poco alimento.’

A Faraón le gusta la idea. Y escoge a José para que recoja el alimento, y lo


almacene. Después de Faraón, José llega a ser el hombre más importante de
Egipto.

En este pasaje bíblico nos muestra la grandeza de un hombre llamado José que
prefirió ir a prisión que serle desleal a su amo, es allí donde analizamos que él
tomó la decisión de no acostarse con la esposa de Potifar y respetar sus valores
morales y al realizar este acto valeroso, aunque sufre en prisión después logra con
la ayuda de Jehová ayudar a todo una nación para que no murieran de hambre en
los siete años de escases de alimentos.

1.4 La práctica de los valores repercuten en la sociedad de manera negativa

Así como los valores morales repercuten de manera positiva con respecto a la
sociedad, como lo explica el punto anterior, también encontramos que al no llevar
a la práctica, o no tener bien cimentados nuestros valores nos llevan a
consecuencias catastróficas en algunos casos no solo al individuo, sino
repercute en toda una sociedad; es allí donde radica la responsabilidad de la toma
de decisiones al realizar actos indebidos.

Adela Cortina aseveró que “Cualquier ser humano, para serlo plenamente, debería
ser libre y aspirar a la igualdad entre los hombres, ser solidario y respetar
activamente su propia persona y las demás personas, trabajar por la paz y por el
desarrollo de la humanidad, conservar el medio ambiente y entregarlo a las
generaciones futuras no peor de lo que lo hemos recibido, hacerse responsable de
aquellos que le han sido encomendados y estar dispuesto a resolver mediante el
diálogo los problemas que puedan surgir con aquellos que comparten con él el
mundo y la vida” (Cortina citada en Ardila & Orozco, 2005:06).

En el siguiente ejemplo que fue tomado de la historia bíblica basada en la vida de


Acán en libro de Josué capítulos 7 y 8 de las Sagradas escrituras. Jehová pidió a
Josué que fuera destruida la ciudad de Jericó, pero que toda la plata, el oro, los
utensilios de bronce y de hierro fueran consagrados a Jehová. Así que esta gente
ha desobedecido a Dios. Han robado lo que es de Dios. El hombre se llamaba
Acán, y los que están con él son parte de la familia de él.

Después que Acán roba estas cosas, Josué envía unos hombres a pelear contra
la ciudad de Hai. Pero salen derrotados. Algunos mueren, y los demás huyen.
Josué se pone muy triste. Cara al suelo, ora a Jehová y dice: ‘¿Por qué permites
que pase esto?’
Jehová contesta: ‘¡Levántate! Israel ha pecado. Han tomado cosas que habían de
destruirse o darse al tabernáculo de Dios. Han robado un traje bonito y no lo han
dicho. No los bendeciré hasta que destruyan el traje y al que ha tomado estas
cosas.’ Jehová dice que le va a mostrar a Josué quién es el hombre malo.

Así que Josué junta a todo el pueblo, y Jehová entresaca al hombre malo, Acán.
Acán dice: ‘He pecado. Vi un traje bonito, y la barra de oro y las piezas de plata.
Quise tanto estas cosas que me las llevé. Las pueden encontrar todas enterradas
dentro de mi tienda.’

Cuando se encuentran las cosas y se le traen a Josué, él le dice a Acán: ‘¿Por


qué nos has causado dificultad? ¡Ahora Jehová te la causará a ti!’ Entonces toda
la gente apedrea a Acán y su familia hasta que mueren.

Desde esta óptica nos demuestra que la decisión que toma Acán sin respetar sus
valores morales, afecta no solo su integridad, sino la de todo un pueblo ya que
Jehová por su irá de haber desobedecido su mandato, no ayuda al pueblo de
Israel para que ganen la batalla contra Hai y algunos israelitas mueren y otros
huyen.

En libro primero de “Los Deberes”, Cicerón: habla sobre los deberes que tiene el
hombre hacia la sociedad y hacia él mismo y propone que existe sólo una ley
verdadera. Esta ley es la recta razón, la cual de acuerdo con la naturaleza,
gobierna sobre todos los hombres, es eterna y no cambia. La misma impulsa a los
hombres al cumplir con sus deberes, prohibiéndoles hacer el mal.

“Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda”. (Salmo
119:105.)

1.5 Conclusión

Por lo planteado anteriormente puedo afirmar desde mi óptica que los valores
son características que perfeccionan al que lo posee, es algo valioso que
enriquece al ser humano, es por eso que lo busca por que representa algo que lo
va a hacer mejor persona. Cada individuo establece su escala de valores
dependiendo de las metas que se plantee a lo largo de su vida, será el puente que
lo acerque a conseguir su fin eso será valioso para él y rechazará todo lo que
pueda interponerse a su objetivo. Primeramente se fijan las metas para luego,
estructurar la escala de valores de acuerdo con el orden de importancia, para no
tener que sacrificar los valores superiores por otros inferiores.

Definitivamente los valores motivan y definen las decisiones de las personas;


así como repercuten de manera positiva o negativa en toda una sociedad, es por
ello la necesidad de concientizar la importancia de ejercer nuestro derecho de libre
albedrio al tomar decisiones que no afecten a los demás miembros de nuestra
sociedad.
“El respeto al derecho ajeno, es la paz” Benito Juárez.

Hans Jonas
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Hans Jonas

Información personal

Nacimiento 10 de mayo de 1903


Mönchengladbach, Alemania

Fallecimiento 5 de febrero de 1993 (89 años)


Nueva York, Estados Unidos

Nacionalidad Alemana

Educación

Educado en  Universidad de Marburgo

Información profesional

Ocupación Filósofo y profesor universitario

Empleador  Universidad de Princeton


 Universidad de Columbia
 Universidad de Múnich
 Universidad de Chicago

Miembro de Academia Estadounidense de las Artes y las


Ciencias

Distinciones  Gran Cruz de la Orden del Mérito de la República


Federal de Alemania
 Premio del Doctor Leopold Lucas (1984)
 Premio de la Paz del Comercio Librero
Alemán (1987)
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Hans Jonas (10 de mayo de 1903 - 5 de febrero de 1993) fue un filósofo alemán, que es
principalmente conocido por su influyente obra El principio de la responsabilidad(publicado
en alemán en 1979, y en inglés en 1984).
El trabajo de este pensador se centra en los problemas éticos y sociales creados por
la tecnología. Jonas insiste en que la supervivencia humana depende de nuestros esfuerzos
para cuidar nuestro planeta y su futuro. Formuló un nuevo y característico principio supremo
moral: "Actuar de forma que los efectos de tu acto sean compatibles con la permanencia de
una vida humana genuina".
Mientras que se ha atribuido a "El imperativo de la responsabilidad" el catalizar el movimiento
ambiental en Alemania, su obra "El fenómeno de la vida" (1966) forma el sostén de una
escuela de bioética en Estados Unidos. Leon Kass se ha referido al trabajo de Jonas como
una de sus principales inspiraciones. Profundamente influenciado por Heidegger, "El
fenómeno de la vida" intenta sintetizar la filosofía de la materia con la filosofía de la mente,
produciendo un rico entendimiento de la biología, que finalmente busca una naturaleza
humana material y moral.
La biología filosófica de Hans Jonas ha intentado ofrecer una concepción unitaria del hombre
reconciliada con la ciencia biológica contemporánea. Se fijó en el dualismo como un desgarro
cosmológico y existencial. Señala que en los comienzos del mundo moderno ese dualismo es
reformulado por Descartes con el lema del “yo pienso”. Husserl en el siglo XX se propone
culminar tal empresa, sin darse cuenta de que así ahondaba el dualismo que deja a la
Naturaleza abandonada a la categoría de lo inerte, pasivo, inorgánico y desvitalizado.
Profundizando con este nihilismo la categorización de esa Naturaleza como objeto de estudio
y entregada a la demiurgia tecnológica. Esta omisión husserliana determinó las
investigaciones de la madurez de Hans Jonas sobre naturaleza y tecnología. Cree que la
esencia del existencialismoes un cierto dualismo; un aislamiento entre mundo y ser humano.1
También escribió abundantemente sobre el gnosticismo, por lo que es igualmente conocido,
interpretando la religión como un punto de vista existencial filosófico. Jonas fue el primer autor
en escribir una historia detallada sobre el antiguo gnosticismo. También fue uno de los
primeros autores en relacionarlo con cuestiones éticas en las ciencias naturales.2 La filosofía
de Jonas se vio influenciada por la filosofía de Alfred North Whitehead.

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