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THEGUARDIAN (/THEGUARDIAN/)
La autora de 'El Mani esto Cyborg' que en sus estudios losó cos indagó sobre el concepto de
realidad, habla de las guerras de la ciencia y del activismo climático
Feminista y bióloga, fue acusada, junto a sus colegas, de abrir la puerta con su relativismo a la
actual era de "postverdad" en la que vivimos
En cuanto al negacionismo del cambio climático a rma: "Tienes que unirte a tus aliados para
bloquear la cínica, bien nanciada y exterminadora maquinaria que prolifera en todo el mundo"
/
Donna Haraway, autora del mani esto cyborg WIKIPEDIA
De camino a Santa Cruz para conocer a Donna Haraway, no puedo evitar pensar que
he nacido demasiado tarde. Llego a su casa y todo remite a los años de libertad y
creatividad que el bienestar material de la posguerra hizo posible en el norte de
California, desde la escultura de un burro metálico en el zaguán hasta el gran gallo
negro pavoneándose en el gallinero de la parte de atrás, o los perros que corren
ladrando a la puerta cuando escuchan el timbre.
Aquella contracultura creó un lenguaje y una forma de ver el mundo que hoy
muchas empresas tecnológicas dicen continuar. Las mismas que a la vez hacen
imposibles los alquileres para las personas que impulsaron y vivieron esa
contracultura.
Su texto más famoso sigue siendo 'El Manifiesto Cyborg', publicado en 1985.
Comenzó como un encargo para la revista Socialist Review sobre la estrategia
feminista tras la elección de Ronald Reagan y se convirtió en una profética reflexión
sobre el significado de ser hombre, mujer, o cualquier tipo de persona, después de la
cibernética y la digitalización. El texto la convirtió en una académica de culto. "Para
los veinteañeros bohemios, su nombre tiene un caché comparable al de las
actuaciones de música electrónica o las últimas fenetilaminas", escribió Hari Kunzru
sobre Haraway en un perfil publicado años después por la revista Wired
(https://www.wired.com/1997/02/ffharaway/) .
No era la primera vez que se decía algo así en la historia del pragmatismo
estadounidense, pero esas ideas se volvieron políticamente explosivas durante las
llamadas guerras de la ciencia de los años noventa, cuando "realistas científicos" y
"posmodernistas" se enfrentaron en debates públicos con ecos que llegan a nuestros
días en la actual polémica sobre parcialidad y objetividad del mundo académico.
Los últimos trabajos de Haraway se centran en las relaciones entre los seres
humanos y los animales, y en la crisis climática. Siempre va un paso por delante, es
el tipo de feminista de izquierda que cree en el pensamiento colectivo. Cita todo el
rato y reconoce el trabajo de otras personas, también el de los estudiantes
universitarios. 'Storytelling for Earthly Survival (https://earthlysurvival.org/) ' el reciente
documental sobre su vida y obra rodado por el cineasta italiano Fabrizio Terranova,
captura perfectamente ese compromiso de Haraway, así como su extraordinaria
creatividad y agilidad mental.
Una y otra vez nos dicen que la nuestra es la época de la "posverdad", algunos
críticos culpan a filósofas como usted por sentar las bases del "relativismo" en
el que florece la "posverdad" ¿Cuál es su respuesta a esas críticas?
Nunca dijimos que la verdad fuera algo que solo depende de la perspectiva. [El
filósofo] Bruno [Latour] y yo participamos una vez en una conferencia en Brasil, y
eso me hace pensar en la cantidad de combustible de avión que gastamos
difundiendo nuestras ideas con viajes, si quieren criticarnos, mejor que lo hagan por
eso y no por liderar el camino a la posverdad… Pero bueno, estábamos en esa
conferencia, donde además de nosotros había un grupo de biólogos que hacían
/
trabajo de campo con primates, y Stephen Glickman, un biólogo muy bueno, que nos
apartó un momento para decirnos esto en privado: "Esto no es para avergonzarlos
pero díganme una cosa, ¿ustedes creen en la realidad?"
A los dos nos sorprendió la pregunta. Lo primero, que la planteara como una
cuestión de fe, una pregunta confesional, la pregunta de un protestante. Pensar que
la realidad es una cuestión de creencias es una herencia secular de las guerras
religiosas. En los hechos, la realidad es una cuestión de habitar y del ser mundano.
Se trata de poner a prueba la capacidad de las cosas de sostenerse por sí mismas, ¿se
sostienen por sí mismas o no?
Los activistas que nos atacaron durante las guerras de la ciencia estaban empeñados
en pintarnos como 'construccionistas sociales' para los que toda verdad es una mera
construcción social. Creo que en parte fue culpa nuestra, que por varios motivos
incitamos esas interpretaciones erróneas. Podíamos haber tenido más cuidado al
escuchar y tomado parte del debate de una forma más pausada. Era demasiado fácil
que se nos malinterpretara como nos malinterpretaron los activistas de la ciencia.
Ahí es cuando la derecha se apropió de las guerras de la ciencia, algo que terminó
alimentando toda la argumentación de la noticias falsas.
Hasta el día de hoy solo conozco a uno o dos científicos a los que les gusta hablar así.
Y los científicos tienen buenas razones para ser muy cuidadosos con este tipo de
lenguaje. Formo parte del movimiento 'Defender la Ciencia' y, en la mayoría de las
ocasiones públicas, le bajo el tono a mis propios compromisos ontológicos y
epistemológicos. Si uso el lenguaje representativo y defiendo una objetividad no
demasiado sólida es porque creo que, en este momento, hay que hacerlo así.
¿Significa eso falta de honestidad? No lo creo. Tiene que ver con la idea del
"esencialismo estratégico" [desarrollado por la teórica poscolonial Gayatri
Chakravorty Spivak]. Hablar el mismo idioma que las personas con las que
/
compartes la mesa tiene una utilidad estratégica. Se construye un lenguaje que
permite trabajar juntos en algo. Estamos juntos en lo que podemos hacer que suceda
ahora y aquí. Mañana iremos más lejos.
En las luchas en torno al cambio climático, por ejemplo, tienes que unirte a tus
aliados para bloquear la cínica, bien financiada y exterminadora maquinaria que
prolifera en el mundo. Yo creo que eso es lo que estamos haciendo mis colegas y yo.
No es que nos hayamos callado o abandonado el aparato teórico que desarrollamos.
Pero uno puede relegar o resaltar lo más destacado en función de la coyuntura
histórica.
Las luchas por la soberanía sobre la tierra y el agua, como las del oleoducto Dakota
Access, las de la minería de carbón, como en la meseta de Black Mesa, y las del
extraccionismo, que se da en todas partes, ocupan el centro de mi atención. Estoy
concentrada en la crisis de extinción y exterminación de escala global, en los
desplazamientos humanos y en los no humanos, y en el desamparo. Ahí es donde
están mis energías. Mi feminismo va por otros lugares.
Poniendo el Green New Deal como ejemplo, ¿qué tipo de estrategia política
considera más importante para los jóvenes activistas del clima?
Nos enfrentamos a un mundo con estas tres cosas. Nos enfrentamos a la generación
sistémica del desamparo. Las flores no florecen en el momento adecuado, por eso los
insectos no pueden alimentar a sus crías ni viajar porque todo el calendario está al
revés, es una especie de abandono forzoso, como una migración forzada en el
tiempo y en el espacio.
Me parece que nuestra política actual requiere que nos animemos unos a otros para
hacer precisamente eso. Descubrir cómo, unos con otros, podemos abrir
posibilidades para lo que aún puede ser. Y eso no se logra de un modo negativo. No
lo vamos a hacer si nos limitamos a criticar. Necesitamos la crítica, por supuesto que
sí, pero no va a ser eso lo que abra la posibilidad de lo que aún puede ser. Así no se
va a abrir lo que todavía no es posible y a la vez profundamente necesario.
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