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Robert Hooke 14 de marzo de 1703 fue un científico inglés considerado uno de los
científicos experimentales más importantes de la historia de la ciencia, polemista incansable
con un genio creativo de primer orden. Sus intereses abarcaron campos tan dispares como
la biología, la medicina, la horología (cronometría), la física planetaria, la mecánica de
sólidos deformables, la microscopía, la náutica y la arquitectura.
En su juventud, Robert Hooke estuvo fascinado por la observación, las obras mecánicas y
el dibujo, intereses que mantendría de diversas maneras a lo largo de su vida. Desmontó un
reloj de latón y construyó una réplica de madera que, según se cuenta, funcionaba "bien".
Aprendió a dibujar, utilizando carboncillos, tizas y pasta de óxido de hierro preparados por
él mismo.
Cuando murió su padre en 1648, Robert heredó una suma de cuarenta libras que le permitió
costearse su educación; con su mala salud crónica pero con una evidente facilidad para la
mecánica, su padre tenía en mente que podría convertirse en relojero o en ilustrador,
aunque también estuvo interesado en la pintura. Hooke era un estudiante muy apto, y
aunque viajó a Londres para ser aprendiz y estudió brevemente con Samuel Cowper y Peter
Lely, pronto pudo ingresar en la Westminster School en Londres, bajo la tutela de Richard
Busby. Hooke rápidamente dominó el latín y el griego, estudió el hebreo y conocía a fondo
los Elementos de Euclides, embarcándose en el estudio permanente de la mecánica.
Parece ser que Hooke formó parte de un grupo de estudiantes que Busby educó en paralelo
al curso principal de la escuela. Fuentes contemporáneas afirman que "se le veía poco" por
la escuela, y esto parece también ser cierto de los demás estudiantes en una posición
similar. Busby, un monárquico ferviente y abierto hizo que la escuela observase un día de
ayuno en el aniversario de la decapitación del rey.
OXFORD
Hooke caracteriza sus días en Oxford como la base de su pasión por la ciencia, y los amigos
que allí hizo fueron de primordial importancia para su carrera, particularmente Christopher
Wren. Wadham estaba entonces bajo la dirección de John Wilkins, que tuvo un profundo
impacto en Hooke y quienes lo rodeaban. Wilkins, al igual que Busby, también era un
monárquico convencido, agudamente consciente de la confusión y la incertidumbre de los
tiempos. Tenía un sentido de urgencia en la conservación de los trabajos científicos que
consideraba amenazados por el protectorado. Las "reuniones filosóficas" celebradas en el
estudio de Wilkins fueron científica e intelectualmente de importancia, aunque no han
sobrevivido registros de su contenido si se exceptúan los experimentos de Boyle realizados
en 1658 y publicado en 1660. Este grupo pasó a formar el núcleo de la Royal Society.
Hooke desarrolló una bomba de aire para los experimentos de Boyle basada en la bomba de
Ralph Greatorex, que era considerado, en palabras de Hooke, "Demasiado bruto para
realizar cualquier gran tarea."13
Se sabe que Hooke tenía una intuición especial y era un hábil matemático, virtudes no
aplicables a Boyle. Gunther sugiere que Hooke probablemente hizo las observaciones y
también pudo haber desarrollado las matemáticas de la Ley de Boyle-Mariotte. No
obstante, está claro que Hooke era un valioso asistente de Boyle y los dos se profesaban un
gran respeto mutuamente.
Una copia de la obra pionera de Willis titulada De anima brutorum, un regalo del autor, fue
elegido por Hooke de la biblioteca de Wilkins a su muerte como un recuerdo de John
Tillotson. Este libro está ahora en la Wellcome Library. El libro y su inscripción de la
mano de Hooke son un testamento que refleja la influencia duradera de Wilkins y su círculo
en el joven Hooke.
Ilustración incluida en The posthumous works of Robert Hooke... (Acta eruditorum, 1707)
En 1674, Hooke publicó un tratado en el que afirmaba que el movimiento orbital de la Luna
era el resultado de combinar la tendencia de su movimiento a seguir en línea recta, con una
única fuerza atractiva ejercida por la Tierra. Escribió a Newton para pedirle su opinión
sobre estas ideas, refiriéndose también a la ley del cuadrado inverso (que Newton ya
conocía). Esta carta pudo ser el catalizador de algunos de los conceptos rigurosamente
definidos, cuya formulación se desencadenó a raíz de que Edmund Halley visitara a
Newton en agosto de 1684, y que se plasmaron en la redacción de los Principia. Cuando se
publicó el segundo volumen de los tres de los que constaría la obra, Hooke afirmó
públicamente que las cartas que había escrito en 1679 ya contenían las ideas posteriormente
desarrolladas por Newton, quien se indignó ante estas reivindicaciones, amenazando con no
publicar el tercer tomo. Finalmente, publicaría la obra completa, no sin antes eliminar
cualquier referencia a Hooke.
También mantuvo una durísima polémica con Newton, que duraría decenios, referida a la
teoría de la luz, que Hooke afirmaba haber descrito en su Micrographia
Hooke fue, sin duda, un erudito y un inventor, pues entre sus múltiples creaciones también
figuran el diafragma iris, que regula la apertura de las cámaras fotográficas, y el volante
con resorte espiral de los relojes. Además, formuló la ley de la elasticidad, o ley de Hooke,
ecuación con la que hasta nuestros días se calcula la elasticidad de los muelles, y que se
extiende al estudio de la elasticidad de los sólidos deformables.
Durante su estancia en Londres, después del gran incendio que casi destruyó la ciudad en
1666, realizó la topografía de, aproximadamente, la mitad de las parcelas del concejo,
siendo designado inspector de construcciones de la ciudad. Trabajó en estrecha
colaboración con su amigo Christopher Wren, colega científico y primer arquitecto de la
corona, para reconstruir la capital.