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El hecho de que una película como “Las horas” aparezca el año

2002 no es coincidencia. Luego que el año 2001 Estados Unidos


viviera uno de los acontecimientos mediáticos más importantes
de la historia (el atentado a las Torres Gemelas), el arte
tenía que cumplir su parte en la obra; cuestionarse la
sociedad en la que nacimos y que hemos construido. Pues como
dice Virginia Woolf en la película, el libro, y en su propia
vida, “La muerte solo sirve para que los demás aprendamos a
valorar la vida, es contraste”. El comienzo de un nuevo
milenio permite la búsqueda de nuevas lecturas dentro de la
idiosincrasia en la que estamos inmersos, así el acto de
Michael Cunningham de sentar su base narrativa sobre la obra y
vida de Virginia Woolf, permite no solo hablar de la sociedad
construida, sino que abordarla desde su matriz literal: las
mujeres. Es interesante mencionar en este punto que, más allá
de Virginia Woolf y su Mrs. Dalloway, toda la cadena de
personas que participan en la realización artística de lo que
es “Las Horas” (libro, guión y película), son hombres, y sin
embargo, asumen desde su posición, la tarea de mostrarnos una
obra conjunto que busca no solo entregar una visión femenina
de la sociedad durante el último siglo, sino que, según me
dispongo demostrar en este ensayo, buscan mostrarnos cómo es
que la mujer carga con el peso de la construcción de su
sexualidad a lo largo de las épocas, y cómo es que el mundo
arma su idea de orden social en torno a esa construcción.
También busco analizar cómo es que estos temas se son
abordados de formas diferentes dependiendo del artista
(escritor, guionista y/o director).

Para empezar, es bueno mencionar las diferencias de


tratamiento narrativo respecto a cómo se abordan las
diferentes problemáticas pasionales de los personajes
planteados. Quisiera comenzar por la película dirigida por
Stephen Daldry el 2002, ya que es la última obra,
cronológicamente hablando, y es la única influenciada por las
otras dos (libro, guión).
La película mantiene una visión de realización muy firme; si
la comparamos con el Guión de David Hare, la película de
Daldry es atrevida, y plantea las pulsiones de ira, odio, amor
y resentimiento de forma clara, sin eufemismos, dando espacios
duros a momentos en que los que el guión e incluso el libro
son ambiguos y calmos; sin ir más lejos tenemos el ejemplo del
momento donde Virginia se escapa de la tutela de su esposo
para ir a una estación de trenes. El libro en este caso
muestra a un Leonard Woolf paternalista, preocupado, víctima
de la hégira de Virginia. El guión agudiza la situación, pero
nos sigue mostrando un Leonard afectado, que recrimina con
nostalgia. Sin embargo la película nos muestra un Leonard poco
permisivo, casi posesivo, injusto. Virginia parece sufrir la
búsqueda de Leonard y le duele que solo su opinión determine
lo que es su libertad, cosa que en las otras obras parece
atenuada, y quizá parece más emocional que tensa. Esto muestra
la agudeza de Daldry al querer mostrar un conflicto de
libertades y pasiones álgido, más allá de la calma
contemplativa del libro, y quizá incluso, más cercano a
Virginia Woolf.
Es interesante mencionar que tanto Hare (guionista) como
Daldry (director), provienen del mundo del teatro, lo que, en
este ejercicio comparativo nos hace notar posiblemente la
diferencia de tratamiento a una obra que puede otorgar un
dramaturgo (apegado a la emoción descrita), y un director de
teatro (convencido que la acción hace el drama.

Ya inmersos en la premisa del ensayo, donde me dispongo a


comentar como la construcción de la sexualidad femenina da
forma a lo que son las obras que componen “Las Horas”,
quisiera incluir en la ecuación a la obra “original” (sin
contar a Woolf y su Mrs. Dalloway) de David Cunningham, es
decir, el libro “Las horas”. Es interesante como es que
Cunningham arma la red de sus personajes en el aspecto
afectivo. Woolf en el libro es una víctima de las
circunstancias; Laura Brown es una esposa perfecta que emigra
de su rol, dejando a un niño como la víctima emocional de su
escape y a un esposo que la merece mucho. Y Clarissa Vaughan
es una lesbiana con una vida armada que está infeliz porque un
escritor Gay del que está enamorada considera que su vida es
banal. Bajo estas premisas, por lo demás sencillas y hasta
caricaturescas, se desenvuelve la vida de estas mujeres que,
son víctimas de sus responsabilidades, mientras los hombres
son víctimas de sus decisiones: niño víctima se transforma
escritor gay víctima, que victimiza a Clarissa al no darle el
amor que necesita, y todas son herederas de la mujer que
representa la Mrs. Dalloway descrita por Woolf, cuyo esposo es
víctima de sus trastornos. Hasta aquí, a mi como redactor de
este ensayo, me pareció que las obras se quedarían en la
recriminación victimizada del impacto sexual y maternal (las
tres son tratadas como malas madres) de las mujeres en la vida
del escritor del libro (el escritor gay tiene sida y es uno de
los más victimizados de la película). Pero, aunque el guión
busca una vuelta más contestataria de ese discurso base
planteado por Cunningham a través de cómo se plantean las
situaciones (una Virginia Woolf más empoderada, una Laura
Brown más cruel, y una Vanessa Vaughan más atormentada), es la
visión de dirección la que deja claro la reivindicación de la
pulsión sexual femenina, lo que se siente más cercano al
mensaje original de Virginia Woolf. Quisiera ejemplificar esto
con la escena donde Virginia y Julia Brown besan a una mujer;
Cunningham la muestra como algo circunstancial, casi
incoherente; el guionista lo retrata como incómodo, casual,
pero el director lo deja como un placer mutuo, como un espacio
pulsional de libertad en sus vidas.

Para cerrar, mencionar que gracias a la visión de dirección,


luego de revisar todas las obras que componen “Las horas”,
pude entender que el mensaje de fondo era claro, y Virginia
Woolf se siente más en esa lectura que en cualquier otra.
Puede que las mujeres dejen heridos luego de liberarse de las
ataduras que la historia ha puesto en ellas, pero eso no se
debe ni a ellas ni a los hombres y mujeres que las rodearon,
sino que se debe a una sociedad mal planteada.

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