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La solidaridad de América latina

El 12 de octubre de 1982 Gabriel García Márquez recibió el premio nobel de


literatura, entregado por la academia. Este lleva consigo un discurso titulado la
soledad de américa latina, trata de las dificultades y la falta de oportunidades que
ha tenido nuestro continente para salir adelante, a esto súmele la inoperancia del
sistema de gobierno nuestro, y la forma como desde hace año nos ven los europeos.
Inicia enumerando a escritores o cronistas como Antonio Pigafetta y Alvar Núñez
cabeza de vaca, que en sus guiones plasmaron a la américa latina desde un
contexto fantasioso, imaginario y mitológico, podríamos decir que esto fue gracias
a la riqueza que posee nuestras tierras, rodeada de flora, fauna y metales preciosos,
encontraron su musa de inspiración, obviando nuestra realidad he historia, hemos
sido víctimas de dictaduras políticas y armadas, en este lapso de tiempo ha habido
5 guerras y 17 golpes de estado y los millones de exiliados y desaparecidos por la
represión europea de la época. En su elocución dice “me atrevo a pensar que esta
es nuestra realidad descomunal y no solo su expresión literaria, la que este año ha
merecido la atención de la academia sueca de las letras, una realidad que no es de
papel si no que vive con nosotros, determinado cada instante de nuestras
incontables muertes cotidianas, y que sustentan un manantial de creación
insaciable, pleno de desdicha y belleza” resalta que es un colombiano más, errante
y nostálgico, que como el, otros colegas del arte han tenido que pedirle muy poco
a la imaginación, porque el desafío mayor para ellos ha sido la insuficiencia de
recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. “Este es, amigos, el nudo
de nuestra soledad” pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que
somos de su esencia, no es difícil de entender que los talentos racionales de este
lado del mundo extasiados en la contemplación de sus propias culturas se hayan
quedado sin un método valido de interpretarnos.
En conclusión, medirnos con la misma vara que ellos se miden es imposible,
culturas, historias de vidas distintas, no se puede interpretar una realidad con una
estructura ajena, tal vez la europa venerable sería más comprensiva si tratara de
vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesito 300 años para
construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo…No pretendo
encarnar las ilusiones de Tonio kroger cuyos sueños de unión entre un norte casto
y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar, Pero creo
en los europeos de espíritu clasificador, los que luchan también aquí por una patria
grande, humana y justa, podría ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de
vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos,
mientras no se concrete con actos de respaldo legitimo a los pueblos que asuman
la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo

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