Está en la página 1de 7

"Él nos salvó.

"

(Se encuentra un barco de pesca flotando en medio de la nada. Hay una


mujer sentada dentro cantando una canción. Una alarma suena al unísono
con el girar de las hélices de un helicóptero. Se escucha un gran salpicón
de agua.)

Marta: ¿Quien está ahí? (Silencio) ¿Alvarito? (Cae del barco) Hijo! Pero
que haces! Ayuda! Te dije que llegaras temprano. Tu taita no está para
nada contento te diré.

Gloria: Señora no aletee tanto! O nos iremos al fondo las dos.

Marta: Y usted de donde salió. (La suben al bote) Suéltame! Eres tú! Una
cualquiera. Se aprovechan de él como hormigas impacientes queriendo
consumir su dulce miel!

Gloria: No se de qué está hablando. Cálmese ó nos daremos vuelta las


dos!

Marta:(Ríe) El Alvarito es cosa seria. Hay de ti si le llevas la


contraria. Si es cosa de que lo mire no más para darse cuenta de que
hicimos un buen trabajo con su taita.

Gloria: No ando en busca de ningún Alvaro. Le dije que se quedara quieta.


¿Se encuentra bien?

Marta: ¿Quien te crees? Me miras con esa cara de perico mojada. Piensas
que puedes venir y ayudarme ante este gran dolor que llevo en mi corazón?
No lo creo. Déjenme tranquila de una vez por todas. Es por tú culpa y
la de muchas más que ya no lo tengo a mi lado.

Gloria: No se de que esta hablando. No conozco a su Alvaro. No me


interesaría tan poco.

Marta: Y que haces aquí entonces?

Gloria: Evité que se ahogara señora. En que estaba pensando?

Marta: ¿Mi bote? ¿Dónde está?

Gloria: Se fue. Era salvarla a usted o que el barco se fuera con la


corriente. Y bueno, aquí está.

Marta: Espérate ahí jovencita. (La observa) Se-ño-ra?. Señorita! No si


era de esperarse, a ustedes les dan la mano y se agarran las pechugas!

Gloria: Disculpe. No quería llamarla así. Señorita…?

Marta: Disculpe! Soy tan atarantada. La Martita. Me puede decir Martuca,


como me dicen las viejas en la verdulería de la Teruca.
Gloria: No se preocupe. Un gusto, Gloria.

Marta: No me haga caso. No me escuche quiere. Mejor haga como que pasó
por aquí, piense como que me vino a ver y vaya tranquila. Mientras no
la vean… si nada desde ya, llegaría antes del amanecer al puerto (Canta)

Gloria: No pensará usted que nadaré desde aquí a la orilla. Moriría antes
de que me descubran. Congelada y Sola. No me moveré si es lo que espera.
Llegaremos juntas, quizás así sea más fácil para las tres.

Marta: Pero si estás gordísima! Cuando te mejoras? Hay que alegría!


Siempre rogué que mi Alvarito me diera un nieto. Hombre obvio, no vaya
a ser cosa que su propia hija vaya a fijar sus ojos en él. Arpías que
son. Y el papá? Te apuesto que te dejó, no?. Obvio que no era mi Alvarito
por que se habría echo cargo en primera instancia. Yo como mujer echa y
derecha no se lo permitiría mucho menos su taita, que en paz descanse.

Gloria: A él es a quien vengo a buscar.

Marta: A mi hijo!?

Gloria: No Marta. Al padre de mi hijo es a quien vengo a buscar.

Marta: Pero que reencuentro! Ni se lo imagina entonces. Que gran


sorpresa. Yo debería estar allá pronto. Ya he fallado lo suficiente como
para hacerlo otra vez. Mi hijito. Tan leso que me salió. Siempre
corriendo de allá para acá. Le sirvo choquita? Y no. El me gritaba te
amo mamá y partía miercale. “El deber me llama”.

(Sonido de alarma. Helicóptero. Algo cae al mar. Gloria se pone a llorar)

Marta: (Asustada) Que fue eso! Pero niña! Oiga! Escúcheme!

Gloria: Me muero! Me voy a morir!

Marta: No te estas muriendo! Tranquila. No te estas muriendo. Respira.


1…2…. Eso respire. 3…4…5…6. Ves. No ha pasado nada. Tranquila. Respira
profundo. Eso es.

Gloria: Sentí cómo el puñal atravesaba mi pecho. Un calor desbordante


se esparcía por mi abdomen. No quiero señora Marta. No quiero morir.
No quiero! No quiero! No puedo con esto Marta. No puedo cargar con tanto.

Marta: Morir? Pero niña que cosas hablas. La vida es muy bella como para…

Gloria: Basta! No quiero escucharla más. No me interesa tener que


soportar esta vida, no de esta manera. Prefiero morir en éste instante.
(Sollozando)

Marta: Pero que pasa mi niña linda. No tengas miedo ante estas cosas,
tu no sabes cuanto me cuesta dormir o despertarme en la mañana. Ando
toda ojerosa, no tanto como tú. (Ríe incómoda) Y eso que a mi me cuesta
soñar cosas bonitas, imagínese. Tienes que estar tranquila, ya queda
poco.

Gloria: Discúlpeme. Necesitaba hacerlo.

Marta: Hacer qué?

Gloria: Llorar.

Marta: Ah, claro. La vida es lo suficientemente triste.

Gloria: Y por que no lo hace?

Marta: Que cosa? Llorar?

Gloria: Sí.

Marta: Por que no me quedan fuerzas. (Silencio) Sientes calor?

Gloria: Sí, mucho.

Marta: En tu abdómen?

Gloria: En mi cadera. En mi panza.

Marta: A mi me arde el cuello. Mi abdomen es un infierno.

Gloria: No se ni por que lo intento.

Marta: Supongo que tienes tu propio plan.

Gloria: No quiero sacar a nadie si es lo que cree.

Marta: Mi niña tu sabes que a quien buscas podría…

Gloria: Estar muerto? No lo creo. No es de esos. Ojalá lo fuera para


reírme en su cara y escupirle encima todo lo que me hizo.

Marta: Que palabras son esas mujer. El victimizarse no te ayudará a


encontrarlo.

Gloria: Victimizarme? Yo soy la víctima aquí. Ese imbécil, a quien vengo


a buscar me encontró en la calle. Yo no tenía ninguna intención de salir
esa noche, pero mi madre estaba enferma y tenía que ir a cuidarla. Supe
desde el momento en que pise la calle que algo andaba mal. Un auto estaba
esperándome afuera de mi casa. No alcancé a correr. Ni gritar. Ni pelear.
Su fuerza me superaba. Ese imbécil me subió al auto. Me gritaban “Puta”
“Te gusta el pico?” “Aquí vas a gozar como nunca antes en tu vida” Recibí
un golpe en la nuca. No supe que pasó después de eso. Me desperté en un
cuarto oscuro. No sentía el cuerpo. Sentía como todo se movía al rededor.
Un peso mi cadera.
En mi abdomen y cuello. Fue entonces ahí cuando vi su cara. Fue en ese
instante cuando me percaté de que estaba siendo violada por un mounstruo.
Tenia sangre por todos lados. Mi sangre! Yo gritaba, lloraba para que
me soltara; pero no era el único. Se turnaron entre ellos para violarme
mientras los otros dos me sujetaban manos y piernas.

Marta: Que espanto! Niña estas segura de lo que hablas?

Gloria: Que si estoy segura? (Se levanta la polera). Me cortaron los


pezones y se los dieron a los ratones.

Marta: Tápate! Tápate! Basta! Eres una cualquiera. Una cualquiera y una
mentirosa.

Gloria: Ellos! Esos imbéciles que están en esta isla son los que me
hicieron esto.

Marta: No es posible. Ellos no harían esto. Están aquí para salvar a la


nación de que se transforme es un país rojo! Tu estás delirando. No
quiero estar aquí contigo. Quieres aprovecharte de mi al igual que el
resto.

Gloria: Lo que digo es real. Esto pasa y no seré la única. Por que no
quieres verlo?

Marta: A mi hijo me lo quitaron. A mi hijo se lo llevaron y no me lo van


a devolver nunca. Tu no sabes lo que es para mi que te arrebaten a un
hijo de las manos.

Gloria: Y tu sabes lo que es tener un hijo no deseado? Tu sabes lo que


es tener un hijo producto de una violación? Tu sabes lo que es pasar por
que unos hombres te tomen, te quiten la ropa y hagan exactamente lo que
su pene dicte? No lo creo.

Marta: Mi hijo está allá. Lo buscaron meses atrás. Don Luis lo vio por
última vez cerca de la lechería y nunca más lo vi. Me lo arrebataron.
Él era tan bueno. Esta entrega era solo una excusa para verlo.

Gloria: Y como sabe que está aquí?

Marta: Mi hijo es de la armada. Trabaja en la SIN.

Gloria: Y como… entonces… usted… No entiendo, no era que se lo habían


arrebatado. Que podía estar muerto?

Marta: A mi hijo me lo quitó el golpe. A mi hijo me lo quitaron por su


inteligencia. Por su forma de ser con el resto. Era tan bueno… y me lo
arrebataron. Ese imbécil. De no haber echo un pésimo gobierno no estaría
pasando esto. (Sollozando) Los malditos dirigentes se ensañaron con
Alvaro. Le arrebataron su felicidad. Le golpearon. Lo apuñalaron. (Llora)
Le rajaron el cuero cabelludo e inconsciente me lo dejaron frente a mi
casa. Agonizando y con dibujo de carne escrito en la frente. Mi pobre
Alvarito. Ahora lo entiendo tanto…

Gloria: No puede ser.

Marta: Es inhumano todo lo que nos hicieron mi niña. Ninguno de nosotros


lo merecía. Me apiado de ti y de mi hijo. Todo es tan duro. No me gustaría
ver a tu bebe viniendo al mundo en esta catástrofe de nunca parar.

Gloria: Momio.

Marta: Que dices?

Gloria: Momio es lo que le escribieron a tu hijo en la frente. Ese es


el único recuerdo de ellos que tengo de aquel día. Y fue tu hijo!

Marta: Ay no. (Llora) No. No puede ser. No pudo haber sido él. Cómo lo
sabes?

Gloria: Tu hijo me violó.

Marta: Imposible. No fue el. El no podría.

Gloria: Tu hijo me cagó la vida.

Marta: Eres una estúpida. Él no pudo haber echo eso.

Gloria: Estás demente! Como puedes defender a un hombre que viola


mujeres, las tortura y luego las mata. Eres igual que él. Igual de
cínica. Ahora entiendo todo, esas mujeres que visitaban tu casa eran
víctimas de él, una lástima que quedaran vivas. No puedo creerlo. De
haber sabido me hubiera encantado ver como te ahogabas en el mar. Me
arrepiento tanto.

Marta: BASTA! (Golpeando a Gloria)

Gloria: Que te pasa?

Marta: Me cansé. Me cansé de que todo el mundo piense que soy la mala
aquí. Me cansé de que gente como tú me diga cómo debo amar a mi hijo.
Ése hombre del que hablas es mi hijo, y lo amo por sobre todas las cosas.
Ese fue el juramento que hice en cuanto supe que crecía en mi vientre.
Todo el mundo se cree con el poder de decirle a las personas como es
exactamente sentir. Como debo vivir el día a día. Me cansé de vivir con
la culpa de no poder decir lo que pienso por incorrecto que esté. Me
cansé de que el dolor me quite las energías de ser feliz. Ya nunca sabré
lo que significa ser feliz. Me cansé de hacer el amor con tal de darle
placer a un imbécil que nunca valoró lo que en verdad soy. Estoy cansada
de tener que cargar con el peso de tener un hijo sádico capaz de asesinar
a quien se le cruce. No puedo más. (Llora)

Gloria: Me das asco.


Marta: No me interesa.

Gloria: Este entonces es tu nieto. Quédatelo yo no lo quiero.

Marta: Yo tampoco lo quiero.

Gloria: Puede salir igual de enfermo que alvarito.

Marta: No puedes ser así.

Gloria: Este es mi peso. Esto es con lo que cargaré el resto de mis


días.

Marta: Cállate!

Gloria: Tu crees que llegar a la isla te devolverá a tu hijo?

Marta: Si.

Gloria: No lo sabes?

Marta: Que cosa?

Gloria: Que nunca lo lograrás?

Marta: Que sabes tu?

Gloria: Losé por que yo tampoco lograré vengarme de lo que me hicieron.


Ni siquiera mi hija podrá ver realmente quien fue su padre ni lo que nos
hizo. Por cierto, es mujer.

Marta: Mi hijo no tiene la culpa!

Gloria: Tu hijo está involucrado con la matanza de las 3399 mujeres


muertas en dictadura. 229 de ellas esperaban un bebe. 1 de ellas está
frente tuyo. Yo misma aborté en la celda que me tenían hace meses. Al
menos pude hacerlo con mis manos antes de que con sus golpes lo
provocaran. Tu también estás ahí. Conmigo. En algún lugar. Esperando a
que tu sagrado hijo te rescate.

Marta: No comprendo.

Gloria: Estás dentro de esas 3399 mujeres. Ni tu amor pudo salvarte de


las garras de tu hijo. Quizás el no te ahorcó, ni te golpeó o violó. No
lo sé. Pero él no es el único que está involucrado con está maldita
historia. Así que dime ¿cómo vivirás tus horas infinitas en este bote
sabiendo que fuiste una víctima más de la dictadura? Por amor, por malas
decisiones, por malas costumbres, por ser madre, por ser esposa, por ser
callada constantemente y por sobre todo, por ser mujer. (Marta llora)

Gloria: No llores. Al menos aquí de nada te servirá.


(Marta coge impulso, salta sobre Gloria. Ambas luchan, se golpean entre
sí. Gloria grita junto a Marta.)

Marta: Nunca más! Nunca más! (Deja de ahorcar a Gloria y la lanza al


mar) Nunca más! (Grita. Se escucha por última vez el helicóptero. Dejan
caer algo al agua.)

Marta: HAY ALGUIEN AHÍ!? Necesito ayuda! Aquí! Hey! Ayuda! No veo nada.
Tengo los ojos pegados por las lagañas. Me arde el cuello. Mi pecho
hierve. (Llorando) Tú! Engendro mortal. Terrorista! No caeré en tus
falacias! Creíste que te podrías deshacer de mí? Desgraciado. Infeliz.
Y pensar que debía entregarme a ti por sobre todas las cosas. Tú debías
protegerme. Y ahora no hay quien me ampare. No hay nadie que pueda
sacarme de tus mandíbulas.

Fin.

También podría gustarte