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Estado nacional e

identidad nacional en
América Latina
&ODXGLD.X]PD=DEDOHWD
Trabajadora social
Montevideo, Uruguay

Resumen
En este artículo se plantea la relación entre la identidad nacional y el Estado na-
cional en América Latina a partir de la discusión sobre el concepto de identidad
y sobre los procesos de consolidación de la nacionalidad, a la par de temas como
nacionalismo, desarrollo y modernización, con énfasis en el caso de Uruguay.

Palabras clave: Estado, identidad, cultura nacional, modernidad

1XHVWUDLGHQWLGDGP~OWLSOHUHDOL]DVXYLWDOLGDGFUHDGRUDDSDUWLUGHOD
FRQWUDGLFFLyQ GH ODV SDUWHV TXH OD LQWHJUDQSHUR KHPRV VLGR DPDHV-
WUDGRV SDUD QR YHUQRV (O UDFLVPR PXWLODGRU LPSLGH TXH OD FRQGLFLyQ
KXPDQD UHVSODQGH]FD SOHQDPHQWH FRQ WRGRV VXV FRORUHV/DV FXOWXUDV
GHRULJHQQRHXURSHRQRVRQFXOWXUDVVLQRLJQRUDQFLDVDORVXPRSDUD
FRPSUREDUODLPSRWHQFLDGHODVUD]DVLQIHULRUHVSDUDDWUDHUWXULVWDV\
SDUDGDUODQRWDWtSLFDHQODVÀHVWDVGHÀQGHFXUVR\IHFKDVSDWULDVµ
(GXDUGR*DOHDQR 

U
na de las interrogantes previas país que sea. Esta necesidad de los latinoa-
que motivaron la elaboración de mericanos por preguntarnos acerca de nues-
este trabajo tiene que ver con la tra identidad no es nueva, tal como lo anali-
“identidad”: ¿existe una identidad nacio- za Fernández Retamar.. Quizás lo nuevo es
nal, una identidad uruguaya?, ¿qué es “lo la necesidad que tenemos hoy los “latinoa-
auténtico”, lo tradicional, “lo nuestro”? mericanos” de rescatar, revalorizar nuestras
¿es una identidad compartida, construida “identidades”. Además de esa necesidad por
por todos?. Desde el sentimiento – ¿“na- una identidad, está hoy más que nunca la de
cional”? - más que desde explicaciones EXVFDUHQFRQWUDUFRQVWUXLUQXHYRVVLJQLÀ-
UDFLRQDOHVVHFUHHTXHHOODUHÁHMDFRPRXQ cados entorno a nuestros estados “en crisis”,
espejo al conjunto de la sociedad, sea del cuestionados en su sentido y “legitimidad”,

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tras las transformaciones acaecidas con la res, casi siempre referidos a la apropiación
“globalización”: una creciente “homoge- de un territorio por un pueblo o a la in-
neización cultural”, la revolución tecnoló- dependencia lograda enfrentando a los ex-
gica que conlleva a una “sociedad de la in- traños. Se van sumando las hazañas en las
formación”, por supuesto bajo el imperio TXHORVKDELWDQWHVGHÀHQGHQHVHWHUULWRULR
del mercado. RUGHQDQVXVFRQÁLFWRVLQWHUQRV\ÀMDQORV
modos legítimos de vivir en él para dife-
Por otra parte, preguntarse acerca de sí renciarse de los otros. Los libros escola-
mismo, acerca de la propia “identidad”1, res y los museos, los rituales cívicos y los
es ante todo una necesidad humana. Se discursos políticos fueron durante mucho
dice que el ser humano es el único ser que tiempo los dispositivos con que se formu-
requiere de ideas para vivir, e ideas acerca ló la identidad de cada nación y se consa-
de sí mismo. La historia de las ideas de gró su retórica narrativa.
los seres humanos es una reinterpretación
acerca de lo que somos. Y por tanto la Por otra parte, la identidad no sólo puede
“identidad es una interpretación que ha- entenderse como singularidad, sino como
cemos de nosotros mismos en un relato, “autenticidad”; pero una autenticidad to-
que de alguna manera implica una idea de mada no como búsqueda de lo que hay de-
ser humano”. Pero además, porque so- trás de la máscara de lo que somos, sino
mos humanos participamos de una vida “como construcción de algo que somos a
social y, porque somos construidos por partir de un proyecto”. La identidad es una
ella podemos abrirnos a un sinfín de sig- construcción que se relata, pero que impli-
QLÀFDFLRQHVTXHFRQVWUXLPRV\TXHDOD ca tanto la lectura y relectura del pasado,
vez nos construyen. Si la identidad es el como la apertura hacia un proyecto2. Par-
resultado de una interpretación, es como tiendo de esta idea de “identidad” interesa
tal el producto de una mirada cultural, ahondar en esa lectura del pasado, en la
de una serie de predisposiciones sociales narración del mismo y en la interpretación
e individuales, de un contexto ideológico del relato determinado por la cultura y la
\ FRQFHSWXDO 3RU WDQWR WRGD GHÀQLFLyQ ideología. No para quedarnos en el pasado
acerca de sí mismo, “está llena de otros”. sino para aprender de él y como apertura
No es algo que preexiste a uno y que ten- y apuesta hacia un nuevo proyecto social
gamos que descubrir, sino algo que cons- y colectivo.
truimos, que creamos, inventamos a partir
de ciertas pertenencias. Desde la relectura del pasado surge la com-
prensión respecto a cómo se fue constru-
Según García Canclini (1989), “la identi- yendo la “identidad nacional” en América
dad es una construcción que se relata...” y /DWLQD SHUR HVSHFtÀFDPHQWH GHO 8UXJXD\
UHVSHFWRDODQDFLyQDÀUPD por lo que a lo largo del trabajo se profun-
se establecen acontecimientos fundado- dizará en este país. En este sentido, importa
presentar cómo se fue narrando la historia
1 Andrea Díaz Genis. (2004). La identidad narrativa.
En: /DFRQVWUXFFLyQGHODLGHQWLGDGHQ$PpULFD/D-
tina. Montevideo: Ed. Nordan Comunidad. 2 Andrea Díaz Genis.

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nacional bajo el
paradigma liberal
en tanto ideología
de la “moderni-
zación” del siglo
XIX. Así como
también investigar
si en ese relato, la
“identidad nacio-
nal” representó a
toda la sociedad
o solamente a los
sectores dominan-
tes. En este caso, ¿bajo qué
“dispositivos” se formuló la identi-
dad de “la nación” incorporando a todos
del
los sectores? Personalmente se considera
siglo
QHFHVDULRUHÁH[LRQDUVREUHHOORSXHVSHU-
XIX y princi-
mitiría abrir caminos para una nueva cons-
pios del XX.
trucción de la identidad nacional, que sea
inclusiva y que permita la construcción de
En este proceso hacia su consoli-
un nuevo modelo de Estado: solidario, jus-
dación, el Estado a partir de sus “apara-
to, con participación real, con ciudadanía
tos ideológicos”3: el cultural, el sistema
plena, democrático. Tras esta aspiración
escolar y los medios de comunicación e
se aborda al Estado nacional, su origen,
información, difunde discursos “legitima-
su autoconstrucción, en tanto fue el prin-
dores” que representan a las “élites públi-
cipal narrador de la “identidad nacional”
cas” y a la oligarquía de ese momento his-
en nuestros países. El Estado nacional sur-
tórico. Sin duda la educación pública, pero
ge en medio de un turbulento proceso: la
sobretodo la escuela fue clave en todo este
segunda etapa (según M. Berman) de la
proceso. Ella adquiere una función “ho-
llamada “Modernidad”, la cual se inicia
mogeneizadora” que en algunos países se
con la Revolución Francesa y se extiende
hasta principios del siglo XX (cuando se 3 Para L. Althusser, el Estado posee “aparatos ideoló-
inicia la tercera etapa modernizadora). gicos” que no se confunden con el apartado “represi-
YR GH HVWDGRµ 6HJ~Q HO DXWRU ´UHSUHVLYRµ VLJQLÀFD
que el apartado de Estado en cuestión “funciona me-
El abordaje del tema se realiza desde la di- diante la violencia”, por lo menos en situaciones lími-
mensión cultural considerada fundamental te. Los “aparatos ideológicos de Estado” consisten en
cambio en las siguientes realidades: AIE religiosos (el
en este proceso de conformación de los es- sistema de las distintas Iglesias); AIE escolar (el sis-
tados nacionales por estar fuertemente re- tema de las distintas “escuelas”. publicas y privadas);
lacionada con la dimensión política. Para AIE familiar; AIE jurídico; AIE político (el sistema
político del cual forman parte los distintos partidos);
ello, se presentan y analizan aquellos ele- AIE sindical; AIE de información (prensa, radio, TV,
PHQWRV TXH OH GLHURQ YLGD GHVGH ÀQDOHV etc.); AIE cultural (literatura, artes, deportes, etc.).

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convierte en un canal de “integración” y el caso del pensamiento desarrollado por


de “movilidad o ascenso social” para las el ensayista uruguayo José E. Rodó.
clases populares, como en el caso del Uru-
guay a mediados del siglo XX (La obra del Más avanzada la segunda etapa de la Mo-
dramaturgo Florencio Sánchez 0·KLMR HO dernidad tras el fenómeno de “urbaniza-
GRFWRUORUHÁHMDFODUDPHQWH  ción” y el surgimiento de “las masas”, el
Estado nacional se legitima gracias a la
Lo cierto es que ya en el siglo XIX, por LQÁXHQFLDGHORVPHGLRVGHFRPXQLFDFLyQ
medio de campañas de alfabetización “masiva” como la radio y el cine. La mú-
SRU HMHPSOR EDMR OD LQÁXHQFLD GH 6DU- sica, por su parte, como expresión de la
miento en la Argentina), la educación es “cultura popular urbana” (el tango, el bo-
un gran instrumento para lograr la “armo- OHUR HVWHVWLJRGHODVWHQVLRQHVFRQÁLFWRV
nía” y construcción de la “nacionalidad” transformaciones y ruptura por parte de
bajo modelos foráneos. Posteriormente, quienes no se ajustaban al discurso de “lo
se dan reformas educativas que van a nacional”, a los cánones establecidos por
SHUÀODUXQVLVWHPDHGXFDWLYRDFRUGHFRQ la sociedad normalizada. En esta etapa, el
el modelo de desarrollo (“sustitución de Estado debe elaborar un discurso “nacio-
importaciones”). De hecho, a través de nal popular” dirigido a las “masas”; surge
la educación, los conceptos de “nación” el “populismo nacionalista” como caracte-
e “identidad nacional” adquieren sentido rística de los gobiernos (ej.: Brasil, Argen-
a partir de las narraciones de los historia- tina, y en cierta medida el gobierno batllis-
dores y se van asimilando los “símbolos ta de principios de siglo en Uruguay tuvo
patrios” (la bandera, el escudo nacional, rasgos “populistas”). Esta nueva forma de
los himnos nacionales, etc.). Expresio- legitimación del Estado tiene que ver con
nes artísticas como la pintura (murales, la creciente emigración campo–ciudad y
óleos, etc.), la escultura (monumentos la emigración europea. Las ciudades lati-
nacionales) son medios para crear un noamericanas se convierten en verdaderos
imaginario museo “nacional”, que en al- textos de la vida social, cultural y política
gunos países se originan en el siglo XIX, “moderna”. La “urbanización” en Améri-
pero que sin duda es en los comienzos ca Latina fue un proceso que supuso se-
del siglo XX cuando adquieren una ma- JUHJDFLyQ JHRJUiÀFD \ UHVLGHQFLDO FRPR
yor difusión y alcance. consecuencia del modelo de desarrollo
de la “modernización” bajo el paradigma
Un primer medio de comunicación en la positivista que impulsó el Estado nacio-
época moderna fue la literatura, pero es nal a lo largo del siglo XX. Se produce un
interesante descubrir cómo en una época “crecimiento desequilibrado de la pobla-
llena de contradicciones y paradojas como ción en las ciudades”, ausencia de planea-
es la “modernidad”, surgen los llamados miento estatal, con repercusiones nefastas
“ensayistas” que elaboran un discurso de para el bienestar y las necesidades básicas
resistencia o de crítica - como “profetas de de los sectores populares, que carecían de
un nuevo mundo” (según C. Monsiváis) - los servicios básicos, y con consecuencias
al “rumbo del progreso” imperante. Tal es negativas en el medio ambiente. Mientras

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que en el otro extremo, se inauguran ba- históricamente a determinados sectores


rrios privados, verdaderos “guetos” de los sociales. Es decir, un modelo de Estado
sectores medio–alto y alto”. que pueda ser instrumento de una demo-
cratización económica, política y cultural.
Así, pues, en la construcción del Estado En este nuevo proyecto, la cultura cumple
moderno existieron sectores subalternos y un papel fundamental.
dominados que conformaron “lo informe”
(lo bárbaro), aquello que había que civili- El surgimiento del Estado moderno en
zar, “nacionalizar”. Por ello, importa ex- América Latina: En procura de una
plorar cuál fue la relación entre la “cultura “Nación”
nacional” y quienes vivieron la contra-
dicción, la no pertenencia, la tensión por “... la comprensión del Estado existe no
llegar al modelo, con la imperiosa nece- VyORSDUDHOTXHORGHÀHQGHVLQRWDP-
sidad de integrarse, de formar parte de “la bién para el que lo ataca, para transfor-
nación”. Dichos sectores, ¿se expresaron marlo....” (A. Gramsci).
y emanciparon por medio de una “cultura
popular”? ¿Qué es “lo popular”? ¿Cómo Para poder hablar del Estado moderno, es
fue la relación entre “cultura popular” y preciso presentar esa época llamada Mo-
“cultura nacional”? ¿Fue de antagonismo dernidad, la cual se origina en Europa, se
y de confrontación? expande al mundo entero y llega a nuestra
América Latina, donde tuvo sus particula-
Finalmente, cabe señalar que esta revisión ridades y peculiaridades. Siguiendo pues a
del pasado pretende comprender los oríge- 0DUVKDOO%HUPDQSRGHPRVGHÀQLUODFRPR
nes de una institución política, económica “la experiencia del tiempo y el espacio, de
y social tan central como lo ha sido el Es- uno mismo y de los demás, de las posibili-
tado para nuestros países, en un momen- dades y los peligros de la vida”. Entonces,
to histórico de grandes incertidumbres y “ser moderno” es hallarnos en un “entor-
desafíos. Pero además, el tema del Estado no que promete aventuras, crecimiento,
se vincula necesariamente con el “desarro- transformación de nosotros mismos y del
llo” de una sociedad. No es posible pensar mundo y que, al mismo tiempo amenaza
en un modelo de desarrollo que permita la destruir todo lo que tenemos, sabemos y
superación de la inequidad, pobreza y ex- somos”. Es una “unidad paradójica”, que
clusión social presentes en nuestra región atraviesa todas las fronteras de la geogra-
sin referirnos al papel del Estado y, por fía, la etnia, la clase y la nacionalidad, la
ende, a quienes lo conformamos y nos re- religión y la ideología. Nos une a la huma-
lacionamos con él como “sociedad civil”. nidad, pero también nos desintegra. Es lu-
En este sentido, desde el presente trabajo cha y contradicción, ambigüedad y angus-
se intenta aportar a la discusión en torno tia. Es formar parte de un universo en que
a alternativas de un nuevo proyecto de “todo lo sólido se desvanece en el aire” (K.
Estado, que represente a esos sectores po- Marx). Esta vida “moderna” es alimentada
pulares postergados, sin mantener contra- por muchas fuentes: los grandes descubri-
dictoriamente el “statu quo” que favoreció PLHQWRVFLHQWtÀFRVODLQGXVWULDOL]DFLyQGH

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la producción que crea nuevos entornos a todas estas personas e instituciones, un


humanos y destruye los antiguos, acelera mercado capitalista mundial en expansión
el ritmo de la vida, genera nuevas formas \ ÁXFWXDQWH (VWH SURFHVR GH H[SDQVLyQ
de poder colectivo y de lucha de clases; capitalista recibe el nombre en el siglo XX
ORVFDPELRVGHPRJUiÀFRVHOFUHFLPLHQWR de “modernización”. Berman divide la
urbano, rápido y caótico, los sistemas de “modernidad” en tres fases: la primera se
comunicación de masas, los estados cada extiende desde comienzos del siglo XVI
vez más poderosos, estructurados que KDVWDÀQDOHVGHO;9,,,HQODFXDOODVSHU-
buscan ampliar su poder, los movimientos sonas aún no han tomado conciencia de lo
sociales masivos que desafían a sus diri- que están viviendo, ni a qué comunidad o
gentes y buscan tener cierto control sobre público pertenecen. La segunda, comien-
sus vidas; y conduciendo y manteniendo za con la Revolución Francesa en 1790; la
LQÁXHQFLD GH HVWD ROD UHYROXFLRQDULD LP-
pregnará la concepción de Estado que más
tarde surgirá en América Latina. La terce-
ra fase se produce en el siglo XX, cuando
el proceso de “modernización” se expande
a todo el mundo y la cultura del modernis-
mo adquiere gran relevancia. Es, pues, en-
tre estas dos etapas donde nos ubicaremos
para analizar el proceso de “invención”,
construcción y posterior consolidación del
Estado moderno en América Latina – dado
que además en algunos países como Uru-
guay la consolidación del Estado se fue
SURGXFLHQGR\DKDFLDÀQDOHVGHOVLJOR;,;
-. Lo cierto es que la idea de Estado es tras-
plantada desde afuera, del modelo político
y económico liberal europeo y también del
estadounidense. Así, se irán conformando
en nuestro continente - a partir de media-
dos del siglo XIX hasta las primeras dé-
cadas del XX - los “estados nacionales”.
Ahora bien, ¿cómo se va gestando este Es-
tado, cuáles fueron sus características en
América Latina? ¿Qué surgió primero: el
“Estado” o la “Nación”? Y, ¿cuáles fueron
los elementos necesarios para conformar-
lo? Estas son las principales preguntas que
intentaremos ir respondiendo en esta parte
del trabajo.

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En primer lugar, es necesario decir que país, a que se ajustaran a la nueva insti-
el Estado como “ordenamiento jurídico tución. Y cuando los indígenas o campe-
FX\DÀQDOLGDGHVHMHUFHUHOSRGHUVREHUDQR sinos (o “gauchos”) no se subordinaron,
sobre un territorio y que le están subordi- el Estado descargó sobre ellos todo su
nados de manera necesaria los individuos peso al punto de aniquilar a los pueblos
que le pertenecen” (N. Bobbio), en Amé- que se les resistieran. Es el caso del Uru-
rica Latina necesitó “autoconstruirse”, au- guay, por ejemplo, donde el gobierno ex-
toimaginarse, autolegitimarse. Es decir, se terminó casi la totalidad de indígenas. Es
da un “destiempo” entre Estado y Nación así como en América Latina el Estado es
– los estados se hacen naciones y algunas creador de su identidad bajo un modelo
naciones tardarán en consolidarse como ajeno. Se desarrolla en un contexto de in-
estados -. De modo que se crea primero serción dependiente en un orden mundial
el Estado y luego se va inventando una y en una división internacional del tra-
“identidad nacional” que se va aprendien- bajo estructurados bajo la hegemonía de
do, asimilando como “nacionalidad” – tal Europa Occidental y de Estados Unidos,
fue el caso del Uruguay -. La nacionali- de una sociedad jerarquizada y rígida, de
dad no es una característica innata, sino un orden político elitista y oligárquico, a
el resultado de un proceso de aprendizaje lo cual se le agregan las condiciones im-
social y de formación de hábitos. Es decir, puestas por la herencia colonial, las múlti-
gracias al “nacionalismo” (deseo de for- ples destrucciones y desorganizaciones, la
mar o sostener un Estado nacional) surge anarquía y el caudillismo, la inexistencia
“la nación”. Así se despliega la ambición, o debilidad de la sociedad civil, sin acto-
la compulsión y la necesidad por crear una res ni procesos de democratización social
nación de ciudadanos regidos por leyes y política. Todo ello hace que el Estado y
iguales, unidos por valores comunes, es las élites públicas (intelectuales, políticos,
decir una ´FRPXQLGDG LPDJLQDGDµ. Pero militares y eclesiásticos) sean “producto-
HVWHSURFHVRQRIXHSDFtÀFRQLDUPRQLR- res” de una nación; actores primordiales
so, ni supuso consensos políticos como en la estructuración y funcionamiento de
los conocemos en la actualidad; sino que la economía, la sociedad y el sistema polí-
el Estado arrasó con las otras expresiones tico. Estos sectores (clase socioeconómica
y presencias en la región: las “etnias”, los dominante) se imponen a esa sociedad in-
grupos, etc. Es decir, las clases dirigen- forme, sin representación ni participación.
tes bajo el modelo europeo de “nación”, Y como se dijo anteriormente, el Estado
obligaron a las etnias, las comunidades y nacional y la Modernización son dos mo-
grupos tradicionales que coexistían en el delos importados que anticipan la realidad
existente. Así, el prototipo de democracia
4 Según Benedict Anderson, “un tejido de símbolos, que las élites públicas importan y aplican,
emblemas, imágenes, discursos, principios, memo-
rias, valores y sentimientos patrióticos que enuncia-
se anticipa a la participación real y efecti-
ban que los pobladores del país, con todas sus dis- va. Es decir, las clases populares se incor-
paridades, estaban unidos por ideales semejantes, poran al sistema político y al proceso de
compartían un territorio, tenían un pasado común y
YHQHUDEDQHPEOHPDV\VtPERORVTXHORVLGHQWLÀFDEDQ
formación de los estados nacionales de un
como mexicanos”... o como “uruguayos”, etc. “modo desviado”: más como fruto de una

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crisis general del sistema que los enfrenta TXH´VROWDUODIDQWDVtDOLEHUDUODÀFFLyQGH


al Estado, que por el desarrollo autónomo todas sus viejas amarras para descubrir la
de sus organizaciones (Barbero, 1987). realidad” (Barbero, 1987).

En segundo lugar, para crear esa “nación”, El Estado necesita, además, un “lengua-
el Estado necesita – como lo analiza C. MHµ OR FXDO VLJQLÀFy KRPRJHQHL]DU D OD
Monsiváis - establecer límites, fronteras, población por medio del idioma español
“un territorio” y así surgen los mapas. En y también el portugués, desconociendo así
América Latina, el territorio había sido di- las lenguas indígenas existentes. Necesita
vidido, fragmentado administrativamente de “tradiciones” y “creencias”, por ello se
por la Corona Española y la Portuguesa busca recuperar el pasado, como por ejem-
VHJ~QVXVLQWHUHVHV\EHQHÀFLRVFRPHUFLD- plo en México donde se rescata “lo indí-
les, políticos y religiosos. Cuando surgen JHQDµ(Q8UXJXD\VHUHWRPDODÀJXUDGHO
las luchas por la Independencia, la mayo- “gaucho” y todo lo relacionado con la vida
ría de las excolonias mantienen esas divi- en el campo como “lo tradicional”. Se in-
siones administrativas, donde los puertos mortalizan símbolos, como en México la
son el centro de las actividades económi- Virgen de Guadalupe ícono de la religio-
cas (por ejemplo en el Sur: Buenos Aires, sidad católica, mezclados con elementos
Montevideo, etc.). Sin embargo, junto con de la naturaleza (el águila parada sobre un
la emancipación surgían ideales de inte- nopal) para representar a “la nación mexi-
gración como el “federalismo” para las cana”. En Uruguay, los “símbolos patrios”
“provincias del Río de la Plata” por parte (la bandera nacional, el escudo nacional,
de J. G. Artigas. Este proyecto, sin embar- la bandera de Artigas, el himno nacional),
go, fue truncado por intereses económicos recogen elementos del paisaje (el buey, el
de las nuevas potencias que comenzaron a caballo, el cerro de Montevideo, el ceibo,
desplazar a España de su hegemonía mun- el sol, el celeste del cielo, etc.) que serán
dial. Es el caso de Gran Bretaña respecto difundidos y asimilados en las escuelas
al Estado uruguayo, ya que tenía grandes públicas desde inicios del siglo XX. Se
intereses comerciales en el puerto de Bue- precisan “derrotas y conquistas”, recor-
nos Aires y no le convenía la lucha en- dadas mediante un calendario de fechas
tre Uruguay y Brasil. Así nace el Estado patrias que conforman un “canon” de hé-
Oriental del Uruguay (“oriental”, es decir roes del proceso de emancipación. En esta
al oriente del Río Uruguay). Bolívar, por tarea están embarcados los “fundadores
su parte, proponía un tipo de nación dis- del nacionalismo histórico”, de la memo-
tinto del europeo y un Estado que fuera ria nacional, a través de la historia narra-
fuerte, solamente para defender a los dé- da, - según analiza E. Florescano respecto
biles contra las clases ricas y soñaba con a México -. Lo cierto es que en todos los
una América unida. Martí tiene otra com- países latinoamericanos los historiadores
prensión del Estado diferente de la euro- nacionales serán factores fundamentales
pea. Y Mariátegui insiste en que la tarea para construir un pasado común. Hoy se
de estos países no es alcanzar a Europa, puede interpretar esa función de la historia
proclamando que en América Latina había nacional no como transmisora de hechos y

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acontecimientos, sino desde el valor sim- discurso sobre el pasado y en su “folklo-


bólico y el contenido ideológico de su dis- UHµ3RUHMHPSORHQYDULDVSLQWXUDVGHÀ-
FXUVR (OOR QR VLJQLÀFD TXH WDOHV KHFKRV QHV GHO VLJOR ;,; DSDUHFHQ OD ÀJXUD GHO
no ocurrieran (más bien quizás se omitió “gaucho”, sus costumbres, su vestimenta,
contar algunos), sino que fueron narrados el caballo, el campo, el baile (“el pericón”,
con una determinada intención, bajo una que se convierte en la “danza nacional”,
determinada “ideología”. Es decir, como SHUSHWXDGDHQORVDFWRVGHÀQGHFXUVRHQ
“representación de la relación imagina- ODVHVFXHODV $XQTXHODÀJXUDGH$UWLJDV
ria de los individuos con sus condiciones y su “ideario” serán un elemento aglutina-
reales de existencia” (Althusser). En todo dor de varios grupos y sectores (urbano y
caso, tanto en el pasado como en el pre- rural) que se sentirán “orientales” (térmi-
sente no existen ciencia ni disciplina sin QRFRQTXH$UWLJDVVHUHÀHUHDVXSXHEOR 
“ideología”. ante todo. “Ser oriental” equivale a “ser
cordobés” o “ser entrerriano”, tiene remi-
La “historia nacional” enseña a sentirse niscencia de “pago”, más que de ciudad
parte de la “nación”, a sentir como “uru- R GH ´QDFLyQµ /D ÀJXUD GH$UWLJDV VHUi
guayos”, “mexicanos”, “argentinos”, etc. invocada tanto desde el discurso del Es-
La “historiografía” se transforma en una tado y los historiadores nacionales como
apología del hombre providencial y en una “prócer nacional” como desde los sectores
exaltación de la paz, la prosperidad y el populares (bajo el ideal artiguista que se
progreso material. En México, el “mesti- resume en su frase inmortalizada “que los
zo, producto de dos razas (la indígena y más infelices sean los más privilegiados”
OD HXURSHD  IXH HO JUDQ XQLÀFDGRU GH ODV de reminiscencia cristiana). E incluso has-
contradicciones étnicas, ideológicas y de ta por la Iglesia Católica desde el sector
clase”. En Uruguay, tras el exterminio PiV ´SURJUHVLVWDµ EDMR OD LQÁXHQFLD GH
de sus indígenas y a pesar de una fuerte los jesuitas se nos transmite a un Artigas
presencia de negros descendientes de los conviviendo con indígenas, negros, vi-
primeros esclavos de la época colonial, el viendo ideales cristianos de justicia social,
“criollo” (hijo de españoles nacidos en la de igualdad, de libertad). Lo cierto es que a
colonia americana, vinculado a la ciudad) lo largo de la historia, se le ha interpretado
va ganando terreno en el imaginario co- desde diferentes ángulos dependiendo de
lectivo de “lo nacional”. Y luego, con el la ideología de quien lo invoca: el “Artigas
aluvión de inmigrantes europeos se llega a Caudillo”, el “Artigas Militar”, el “Artigas
constituir, gracias al gran “dispositivo” de Católico”, el “Artigas Revolucionario”, el
la educación pública, el prototipo del ser ´3UyFHU GH OD 3DWULDµ 3HUR VX ULFD ÀJXUD
nacional y del “uruguayo”: HOEODQFRGHV- con rasgos de bohemio y errante (cerca-
FHQGLHQWHGHHXURSHRTambién la historia no a los gauchos y a los indígenas, a los
\ODWUDGLFLyQUHÀHUHQDO´JDXFKRµ PH]FOD QHJURV²HO´QHJUR$QVLQDµHVVXÀHOFRP-
GH UD]DV PXODWRV PHVWL]RV  FRPR ÀJXUD pañero hasta la muerte - a los marginados
campestre emblemática de una etapa sin de la época) de idealista y de estratega, un
Estado pero que, sin embargo, le otorga personaje urbano (nacido en Montevideo)
“identidad”, al punto de integrarlo en su y rural (sueña con una reforma agraria,

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cercano a los problemas del campo), lo ha téntico”, lo típico de cada “nación”, “lo
convertido en símbolo de la “orientalidad” folklórico”. Así por ejemplo, tomar mate,
por encima de cualquier institución y fue costumbre del gaucho, pasa a formar parte
apropiado e inmortalizado en el imagina- de la costumbre urbana montevideana, del
rio colectivo hasta nuestros días. folklore y, a la vez, de la “cultura popular”
y de la “identidad” del Uruguay actual. Y
En general, en América Latina el papel una “religión”: la mayoría de los estados
del Estado en la construcción de la histo- HQ $PpULFD /DWLQD DGRSWy FRPR RÀFLDO
ria ha desplazado a la Iglesia Católica: la ODUHOLJLyQFDWyOLFDGDGDODLQÁXHQFLDGHO
mirada sobre la historia ya no se rige por pasado colonial, aunque en algunos casos
los valores cristianos, ni la salvación de se produjo una separación entre Estado e
la humanidad, sino que la recolección del Iglesia Católica, a partir la secularización
pasado está dirigida hacia la formación del (como en el Uruguay). En casi todos los
Estado nacional. Los antiguos protagonis- países, se producen “sincretismos” como
tas del discurso histó-
rico: el conquistador,
las órdenes religiosas,
la Iglesia y el Estado
español, son sustitui-
dos por los patriotas
que combatieron por la
independencia, por los
políticos que se esfor-
zaron por darle forma
al Estado Nacional, por
los héroes que ofrenda-
ron su vida por la repú-
blica, por las revolu-
ciones que propulsaron
los grandes cambios
políticos y sociales,
por “los orientales”,
los “mexicanos”, etc.

Es también funda-
mental para el Estado
nacional contar con
“costumbres”; las cua-
les se fueron entrete-
jiendo con elementos
del pueblo, para luego
instituirse como lo “au-

138 REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 22, Enero Diciembre, 2012
Estado nacional e identidad nacional en América Latina

forma de sobrevivencia de religiones no mericanos asumen el prototipo de Estado


católicas; en Brasil, las iglesias católicas europeo y norteamericano: independiente,
están cargadas de imágenes de religio- centralizado, republicano, democrático,
nes africanas; en Río de Janeiro, Bahía y representativo, con división de poderes y
Montevideo, se celebra a la diosa del mar consagración de derechos y garantías in-
africana Lemanyá mezclada con reminis- dividuales. Se crean constituciones nacio-
cencias de la Virgen María. nales y regímenes presidenciales. Así, el
Estado se autolegitima y autorregula jurí-
Finalmente, el Estado necesita un orden dicamente, crea un orden político–militar,
jurídico, leyes. En el Occidente, la in- opera sobre los resortes y mecanismos de
ÁXHQFLDGH--5RXVVHDXHQODLQVWLWXFLR- la enseñanza, la información y la difusión.
nalización de los “derechos políticos” fue Es decir, los medios de comunicación tie-
fundamental para la noción de “ciudada- nen un papel “político” además de “ideo-
nía moderna”, aunque dejaba excluidos a lógico” en la “nacionalización de las ma-
vastos sectores de la población. La primera sas populares”. A partir de este proceso
Constitución que surge con la Revolución de su autoproducción, el Estado Nacional
Francesa expresa la hegemonía de los libe- como fuerza política dominante regula-
rales, pues consagra legalmente la distin- dora de las relaciones entre grupos nacio-
ción entre "ciudadano activo" y "ciudadano nales, entre país y metrópolis, será clave
pasivo". El primero tenía derecho a votar para el “crecimiento”, la “modernización”
y ser votado; en cambio, el segundo sólo y la inserción en el mercado internacional
a los “derechos civiles”. También es fun- a lo largo de las primeras décadas del si-
damental la noción de “democracia” que glo XX. Sobre este proceso de “consolida-
aparece con Rousseau, como la construc- ción” del Estado nacional se profundizará
ción colectiva del espacio público, como la en el siguiente apartado.
plena participación consciente de todos en
la gestación y en el control de la esfera po- Desde la escuela hasta los medios de co-
lítica, o sea, la denominada "soberanía po- municación: Consolidación del Estado
pular". Estos modelos fueron asimilados en nacional
América Latina y marcaron el proceso de
conformación de la “ciudadanía”, aunque “...devolver claramente a las masas lo
con importantes restricciones hacia gran- que recibió confusamente de éstas, cap-
des sectores (en algunos casos la mayoría), tar los reales intereses y necesidades de
por ejemplo los peones, los analfabetos, los las clases subalternas, sentir con ellas
sus pasiones para que se pueda efectuar
indígenas y las mujeres.
la crítica del sentido común y de la he-
rencia intelectual acumulada: este es el
(Q GHÀQLWLYD FRQ WRGRV HVWRV HOHPHQWRV papel del intelectual”. (A. Gramsci)
el Estado crea la nación como una enti-
dad territorial, social y política. La enti- A partir del siglo XX (o incluso antes,
GDG SROtWLFD XQLÀFy ODV GLIHUHQWHV SDUWHV como en el caso de Uruguay), los países
de la nación para alcanzar una “identidad latinoamericanos comienzan un proceso
nacional”. Casi todos los estados latinoa- de consolidación de la “nacionalidad”. Se

REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 22, Enero Diciembre, 2012 139
Claudia Kuzma Zabaleta

inicia una etapa que llevará a la reorgani- mentaciones, posibilitar la “comunica-


zación de sus economías, a una creciente ción” por medio de carreteras, ferrocarril,
industrialización con base en la “sustitu- telégrafo, teléfono y radio. Es necesario
ción de importaciones”, a conformar un acercar las regiones con el centro, con la
mercado interno y a un empleo de mano capital. Lo cierto es que si bien existieron
GH REUD FDOLÀFDGD GRQGH OD LQWHUYHQFLyQ otros proyectos por parte de pueblos que
del Estado es decisiva, así como a inver- buscaron compaginar la nueva naciona-
siones en obras de infraestructura para lidad, con la nación que existía antes, la
transporte y comunicaciones. “que viene de abajo” (las propuestas en
Perú de Raúl Haya de la Torre y José Car-
En América Latina, al igual que en Eu- los Mariátegui), la idea de modernización
ropa, la concepción darwinista de la evo- que nutrió a los nacionalismos en América
lución orienta la “modernización” y el Latina, fue un movimiento de “adaptación
“desarrollo nacional”. Bajo esta concep- económica y cultural” más que de profun-
ción, se produce una expansión urbana y dización de la independencia.
una marcada separación con la “sociedad
tradicional”. Dicha expansión se genera Como parte de esa adaptación encontra-
a partir de la conjunción del crecimiento mos, en primer lugar, ODFLXGDG –la capital
GHPRJUiÀFR\ODHPLJUDFLyQGHOFDPSRD -como un texto donde se narra y construye
la ciudad – en Argentina y Uruguay -. A una identidad nacional basada en el pro-
lo cual se le añadirá una enorme emigra- yecto de modernización (avenidas, par-
ción proveniente de Europa (sobre todo TXHVPRQXPHQWRVHGLÀFLRVS~EOLFRVDU-
Argentina, Uruguay y Brasil) y la confor- quitectura “moderna”, automóviles). Una
mación de una sociedad que empieza a “identidad” que va a ir sufriendo cambios,
ser de “masas”. Dicha sociedad entra en tensiones y readaptaciones a partir de la
FRQÁLFWR FRQ OD VRFLHGDG ´QRUPDOL]DGDµ irrupción de la “masa popular”.
en su segregación de clases y grupos so-
ciales. Aparece una “burguesía nacional” En Uruguay, por ejemplo, surge el culto
que controla el mundo de los negocios y el por la urbanización caracterizado por un
de la política, y promueve cambios hacia Montevideo de grandes avenidas, buleva-
el mundo europeo urbanizado. Por ello, res y cafés al mejor estilo parisino, un culto
se margina o instrumentaliza a los secto- por la industrialización (grandes fábricas
res que pudieran constituir un obstáculo o en la periferia de la ciudad), el orden y el
fueran contrarios a la “nación”. progreso: un progreso montevideanocén-
trico – al que los próceres se habían opues-
Según Barbero, surge un “nacionalismo to, aunque paradójicamente sus nombres y
nuevo”, basado en la idea de la “cultura ÀJXUDV TXHGDUiQ LQPRUWDOL]DGRV SUHFLVD-
nacional”. La “nación” incorpora al pueblo mente en las avenidas, plazas y parques de
transformando la multiplicidad de deseos la capital -. En las décadas del veinte y del
de las diversas culturas en un único deseo: treinta surgen los principales monumen-
“participar del sentimiento nacional”. Se tos que hoy caracterizan Montevideo: en
procura hacer “una” Nación, superar frag- 1923, el monumento a Artigas en la Plaza

140 REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 22, Enero Diciembre, 2012
Estado nacional e identidad nacional en América Latina

Independencia; en 1925, el Palacio Legis- o (O'tD van generando la “opinión públi-


lativo; en 1928, el Monumento al Gaucho; ca”) y los triunfos del “fútbol” (del C. A.
en 1930, el Estadio Centenario; en 1938 Peñarol o del C. Nacional) le trasmitían
el Obelisco. Es así que desde la pintura, valores, tradiciones y se generaba así una
pasando por los monumentos de mármol creciente unidad y cohesión.
REURQFH\ORVHGLÀFLRV 3DODFLR/HJLVODWL-
vo y Estadio Centenario), hasta la escuela Tempranamente en Uruguay, se produce
pública con sus libros de texto, donde los además la secularización propia de la mo-
próceres caudillos se convierten, al igual dernidad. A ello contribuía la progresiva
que los “aborígenes uruguayos”, en los separación de la religión católica del Es-
precursores del proyecto de un “Estado tado, la aparición del positivismo en las
soberano”, se va participando de ese “sen- ciencias y el agnosticismo en la juventud
WLPLHQWRQDFLRQDOµDOTXHUHÀHUH%DUEHUR universitaria, pero también el nuevo mo-
GHOR GHPRJUiÀFR /D QDWDOLGDG FRPHQ]y
Para el inmigrante europeo5 recién llega- a decrecer ya en 1890, la edad promedio
do al Uruguay, para quien con esfuerzo se del matrimonio femenino ascendió de 20
había trasladado del interior a la capital a 25 años y comenzaron a aparecer las pri-
de cemento, para la inmensa mayoría de PHUDVIRUPDVGHFRQWURODUWLÀFLDOGHODQD-
la población que había sido alfabetizada talidad, denunciadas con vigor por el clero
(condición para poder ser “ciudadano”: católico. De este modo, el Uruguay llegó
saber leer y escribir), la acción del PHGLR al siglo XX como el país más temprana-
PDVLYR GH OD SUHQVD HVFULWD ´D YLQWpQµ mente “europeizado” de América Latina.
(los periódicos políticos 7ULEXQD3RSXODU Sin duda, la función de la escuela fue fun-
damental en todo el proceso.
5 El Uruguay de 1830 apenas contaba con 70.000 ha-
bitantes. El de1875 poseía ya 450.000 y el de 1900 Como Sarmiento en Argentina, quien pre-
un millón. El espectacular crecimiento - la población tende “civilizar” con campañas de alfa-
se multiplicó por 14 en 70 años - no tenía parangón
en ningún país americano. La alta tasa de natalidad betización y alcanzar el modelo social,
dominante hasta 1890 - 40/50 por mil habitantes - se económico y político de Estados Unidos,
había unido a una relativamente baja tasa de mortali-
dad - 20/30 por mil - para ambientar este hecho, pero
en Uruguay bajo distintos métodos de
HOIDFWRUFUXFLDOGHODUHYROXFLyQGHPRJUiÀFDIXHOD aprendizaje se intenta “homogeneizar”,
inmigración europea. “civilizar”, “normalizar” a una población
Franceses, italianos y españoles hasta 1850, italianos
y españoles luego, llegaron en 4 o 5 oleadas durante
ignorante y ruda. Ya en el siglo XIX, las
el siglo XIX. La inmigración fue temprana en rela- escuelas elementales enseñaban “lo im-
ción con la más tardía que arribó a la Argentina, y prescindible para la vida social: lectura,
sobre todo fue cuantiosa en relación con la muy pe-
queña población existente en 1830. De 1840 a 1890, escritura, operaciones matemáticas y pre-
Montevideo poseyó de un 60 a un 50 % de pobla- ceptos religiosos”. El aprendizaje estaba
ción extranjera, casi toda europea. El Censo de 1860
mostró un 35% de extranjeros en todo el país y el de
basado en la memoria y la amenaza (golpes
1908 redujo esa cifra al 17%. A largo de la primera y azotes). Con el “método lancasteriano”
mitad del siglo XX arribaron al Uruguay dos oleadas VXUJHXQDQRYHGDGSHGDJyJLFDPiVHÀFD]
más de inmigrantes europeos sobre todo de países del
este europeo: yugoeslavos, lituanos, polacos, judíos,
$ÀQHVGHOVLJOR;,;VHEXVFDRUJDQL]DUXQ
armenios, turcos, libaneses, rusos, croatas, etc. sistema escolar bajo reglamentos y leyes,

REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 22, Enero Diciembre, 2012 141
Claudia Kuzma Zabaleta

pero todavía resulta bastante difícil debi- apoyo alcanzado por la Reforma Escolar
do a la escasez de recursos por parte del entre los sectores populares. La escuela
Estado. La fundación de la Universidad pública sería “laica, gratuita y obligato-
Mayor, aun con sus limitaciones, marcó ria”. La metodología pedagógica no sólo
una presencia importante en la sociedad, descartó todo castigo físico, sino que ins-
fundamentalmente por la actitud de sus tituyó nuevas formas. Se funda la educa-
autoridades, que mostraron independencia ción media y de la mano de Pedro Figari
frente al Gobierno, reclamaron mejoras en OD(VFXHODGH$UWHV\2ÀFLRVTXHSURFXUy
los planes de estudio y en los recursos, en- constituirse en un centro educacional for-
frentaron los desbordes y arbitrariedades PDGRU GH XQD PDQR GH REUD FDOLÀFDGD \
GHDTXHO\GLIXQGLHURQXQDÀORVRItDOLEH- creativa, necesaria para un proceso de ex-
ral en lo político y en lo económico, en la pansión industrial que venía insinuándose
que jugó un importante papel la cátedra de FRQ ÀUPH]D (O REMHWLYR GH XQLYHUVDOL]DU
Economía Política creada en 1860. El pro- la enseñanza primaria se va alcanzando ya
ceso de la Reforma Escolar fue, sin duda, a mediados del siglo XX: un altísimo por-
un elemento fundamental en la estructura- centaje de los niños accedían al sistema
ción del sistema educativo uruguayo. Has- escolar. Unido a esto, un gran dinamismo
ta su concreción, el país no contaba con metodológico, creación de centros especia-
un verdadero sistema educativo. En esta lizados, congresos de maestros, destacaron
UHIRUPDFRQÁX\HURQSRUXQODGRODLQWH- el sistema escolar uruguayo en el concierto
OLJHQFLD\HOGLQDPLVPRGHXQDÀJXUDPX\ latinoamericano, en concordancia con una
joven, José Pedro Varela, de 31 años, quien sociedad en la que se vivía una expansión
se nutre del modelo francés de educación. económica y una “legitimidad” cada vez
Por el otro lado, se contó la fuerza y deter- mayor de las “clases medias”. Con el cre-
PLQDFLyQGHRWUDÀJXUDWDPELpQMRYHQHO cimiento demRJUiÀFR \ ODV ROHDGDV LQPL-
Coronel Latorre, gobernante de facto des- gratorias del siglo XX, el “ser uruguayo”
de 1875. Detrás de ellos, una clase social implica cada vez más la existencia de una
alta -con distintos motivos- reclamaba una comunidad en anonimato, comunidad for-
educación que posibilitase una moderniza- mada por el aluvión de europeos, el criollo
ción del país: tecnología agraria, tecnolo- y el negro que da lugar a un fenómeno de
gía industrial, obreros disciplinados y con “hibridación” de las clases populares. Este
conocimientos básicos: lectura, escritura, fenómeno se produjo en muchas ciudades
cálculo. Estaba también el grueso de la po- capitales urbanizadas de América Latina,
blación con gran proporción de inmigran- donde emerge una “masa”7 caracterizada
tes europeos6- que necesitaba de la escuela por lo heterogéneo y lo mestizo. La mi-
y que, sobre la base de una ideología de gración campo–ciudad y la europea van
justicia social e igualdad por parte del pre-
7 Según José Luis Romero, la “fusión entre los grupos
VLGHQWH-%DWOOH\2UGyxH]LQÁXLUtDHQHO inmigrantes y los sectores populares y de pequeña
clase media de la sociedad tradicional” constituyó la
6 En el caso de los inmigrantes, la escuela cumplió un masa de las ciudades latinoamericanas a partir de la
papel fundamental, pues la enseñanza de la historia primera guerra mundial. La masa “fue un conjunto
patria y del ritual de los festejos de los feriados, iba heterogéneo”, “anómico”, inestable, marginalmente
generando un sentido de pasado común. situado al lado de una sociedad normalizada.

142 REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 22, Enero Diciembre, 2012
Estado nacional e identidad nacional en América Latina

generando también una expansión de la gentino”, porque la nacionalidad se pone


ciudad hacia la periferia, que más aden- al alcance de la mano – lo nacional es por
trado el siglo XX produce un crecimiento momentos lo irresponsable, lo sentimen-
desequilibrado de la ciudad, segregación tal, lo holgazán -. También “moderniza”,
residencial e impactos negativos para el contrapone lo rural a lo urbano, caricaturi-
medio ambiente, pero sobre todo una pau- za con humor este proceso por momentos
perización de la población. FRQÁLFWLYRFRPRSRUHMHPSORHQODVSHOt-
culas mexicanas de Mario Moreno “Can-
En los años treintas, se produce una espe- WLQÁDVµRODVDUJHQWLQDVGH/XLV6DQGULQL
cie de “crisis de hegemonía” en algunos y Nini Marshall (“Catita”).
estados, debido a la inexistencia de una
clase que asuma la dirección de la socie- En América del Sur, se produce con gran
dad. Esto llevará a que los estados bus- auge el fenómeno de la radio, sobre todo
quen en las “masas populares” su “legiti- el radioteatro argentino que impactó en la
mación nacional”. Ello era imposible sin vida cotidiana y en el imaginario de las
asumir las reivindicaciones de las masas “masas” a partir de 1931. En oposición al
urbanas, cuya forma política será el “po- mundo de lo “literario”, surge la oralidad
pulismo nacionalista”. en la radio como fenómeno popular, tam-
bién por medio de los payadores, el circo
En los comienzos del siglo XX, el gran criollo y los cómicos ambulantes. La ra-
medio de comunicación había sido la dio es música popular, recitadores, parti-
prensa (el periódico), pero a partir de la GRVGHI~WEROORVGRPLQJRV5HÁHMRGHOD
tercera década y hasta nuestros días, ad- importancia de este medio masivo para el
quieren un gran protagonismo otros me- Estado es el hecho de que en la Argentina
dios masivos de comunicación: la radio “el peronismo” hará reconocimiento de la
y el cine. Sin duda, la expresión naciona- radio, equiparándola a otras formas lite-
lista por excelencia en América Latina es UDULDV (V VLJQLÀFDWLYR WDPELpQ HO KHFKR
el cine mexicano y también el argentino, de que Eva Perón se haya convertido en
ambos por su carácter popular y masivo. actriz, precisamente en una compañía de
Gracias a él, el “público” tiene la posibi- radioteatro.
lidad de experimentar nuevos hábitos y
de ver (dramatizados) códigos y costum- El cine argentino tuvo un gran esplendor
bres. El cine es como una escuela, donde en estas décadas al mostrar el modelo del
se aprende un nuevo mundo cultural: lo “ser argentino” por medio del “melodra-
“popular urbano”. A partir de esta “rese- ma” (las películas de Libertad Lamarque),
mantización del código hegemónico”, se UHÁHMDQGR HO ´VHU SRUWHxRµ OR ´SRSXODUµ
produce la “legitimación social” del Es- aquellos espacios irreverentes del “arra-
tado (Gramsci). Por medio del cine, las bal” de la ciudad, como las películas de
masas se hacen “visibles”, se apaciguan, Carlos Gardel.
´VHUHVLJQDQµDODYH]TXHVHHVFHQLÀFDOD
“identidad nacional”. En el cine, la gente La música, por su parte, también consti-
se reconoce como “mexicano”, “como ar- tuyó una expresión de la “cultura urbana”

REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 22, Enero Diciembre, 2012 143
Claudia Kuzma Zabaleta

\GH´ORSRSXODUµPDVLÀFDGDSRUHOFLQH miento de este fenómeno pondrá a las ma-


y la radio. Así el fenómeno del “tango” sas urbanas enfrentadas al Estado a partir
en el Río de la Plata (nace en Argentina del año 1930.
y Uruguay pero luego invade Francia) y
“el bolero”8 (nace en Cuba pero se pro- Tanto en Brasil como en Uruguay, la mú-
yecta hacia México) en Centroamérica sica y el baile constituyen dos expresiones
constituyen manifestaciones culturales de de las comunidades negras. Bailes, creen-
la ambigüedad propia del proceso de mo- cias, rituales y hasta el trabajo presentes
GHUQL]DFLyQ (V GHFLU UHÁHMDQ OD YLGD GH en la época y vida coloniales en Uruguay,
quienes sufren el cambio y la necesidad de pasan a “legitimarse” en el nivel nacional
la integración de la sociedad normalizada, (e incluso a conformar el llamado “folklo-
representan la crítica y la ruptura con los UHµ FRQHOGHVÀOHGH´/DV/ODPDGDVµSRU
cánones impuestos desde las “clases hege- Barrio Sur y Palermo desde mediados del
mónicas”. En el caso del tango, pasa a ser siglo XX hasta nuestros días. En ambos
asimilado e inmortalizado como parte del países, el carnaval es un fenómeno popu-
“folklore” y de la “identidad” uruguayos. lar masivo, donde se construye un imagi-
nario de identidad, se consolidan espacios
Ambos géneros musicales democratizan de expresión por fuera de normas o insti-
los sentimientos, hacen públicas la vida tuciones y se difunde la “cultura popular”.
amorosa y la sexualidad, donde - principal-
mente en el tango - predomina el machis- Con base en estos fenómenos, ¿podría
mo tanto en la percepción de la relación considerarse en cierta medida la “cultura
hombre–mujer, como de la sociedad, pero popular” como un espacio opuesto, anta-
sobre todo del cuerpo y los sentimientos gónico, reivindicativo frente a la “cultura
de la mujer. Lo cierto es que las letras de nacional”? Sin embargo, en ocasiones fue
WDQJRV\EROHURVUHÁHMDQXQDVRFLHGDGXQ el Estado el que promovió una “cultu-
siglo en transformación (el tango “Camba- ra popular”, para otorgarle elementos de
lache”), donde también los sentimientos y “identidad” a las grandes mayorías, a “las
el amor, aprenden a ser “modernos”. masas” (Monsiváis). Entonces, parecería
darse un proceso ambiguo y contradicto-
Un fenómeno particular es la “legitima- rio, una mezcla entre oposición y asimila-
ción urbana” de la música negra. Ella es ción (en tanto la “cultura nacional” asume,
“una forma de conquistar un lenguaje que retoma elementos de la “cultura popular”
concilie el país en la horizontalidad del te- y ésta busca legitimarse desde el modelo
rritorio y en la verticalidad de las clases” de lo “nacional”). Según este autor, “lo
(Barbero). Es la música donde el negro popular” es aquello que “no puede evitar
impone su cultura, como vía de expresión serlo, lo que se constituye por exclusión y
de una vida marcada y relegada nada más EDMRRSUHVLyQ\VHYDFRQÀJXUDQGRFRPR
que al trabajo físico. En Brasil, el creci- cultura gracias a la sedimentación de tra-
diciones, relaciones subordinadas con la
8 Iris Zavala. (1991). (OEROHUR+LVWRULDGHXQDPRU
autoridad, la Iglesia y la copia de las clases
Madrid: Ed. Alianza dominantes”. Lo popular se transforma en

144 REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 22, Enero Diciembre, 2012
Estado nacional e identidad nacional en América Latina

“cultura urbana”, que es el espacio genera- industrialización” a la “modernización”. A


do por los modos operativos de la ciudad HOOD FRQYHUJHQ SURFHVRV GHPRJUiÀFRV \
capitalista y las respuestas a tal sujeción. sociales que generan una nueva sociedad:
la “sociedad de masas”. Ella no tiene una
Cuando al Estado ya no le interesa forjar representatividad clara en el Estado, vive
una “cultura popular”, al no encontrarle UXSWXUDV \ FRQÁLFWRV FRQ OD ´FXOWXUD QD-
sentido a las formas de relación y diver- cional”. Poco a poco va conformando “lo
sión de las mayorías, aparece la “indus- popular”, que se desentiende de la presen-
tria cultural” en manos de los empresa- cia del Estado y supone una acción ideal,
rios. Son ellos quienes manejan la radio, sin gobernantes ni tiempos históricos. El
el cine, las historietas, gran parte de la referente más claro, más simple, para esta
prensa. La “industria cultural” descubre “sociedad de masas”, pasa a ser el “me-
técnicas de asimilación ideológica que el dio masivo de comunicación”: la radio, el
Estado aprueba y que en ocasiones utiliza cine, la música.
para sus intereses.
$SXQWHVÀQDOHVSDUDODUHÁH[LyQ
(QGHÀQLWLYD la consolidación del Estado
nacional en América Latina tuvo que ver En esta última parte del trabajo se plan-
con la creación de una “cultura nacional” WHDUiQDOJXQDVUHÁH[LRQHVHLQTXLHWXGHVD
cuyo papel fundamental fue generar “co- partir de la exploración realizada en torno
hesión social”, “legitimidad” y cobijar del tema.
bajo su hegemonía aquellas manifesta-
ciones culturales que pudieran darle sen- En primer lugar, cabe destacar que el pro-
tido a su existencia. Como sinónimo de ceso de construcción del Estado nacional
“identidad nacional”, la cultura nacional en América Latina implicó la creación
fue utilizada por cada gobierno según su de una “identidad nacional” en la cual la
conveniencia y en la práctica condujo mu- “cultura” - en el sentido amplio de la pa-
chas veces a “nacionalismos” a ultranza. labra - tuvo un lugar preponderante. Bajo
Dicha cultura es como una suma de apor- el modelo europeo de la modernidad, di-
tes de las expresiones esenciales de una cha construcción supuso la mayoría de
colectividad, tanto en el sentido de libe- las veces la violencia, el exterminio, la
ración como en el de la opresión. Por ello, exclusión, la discriminación abierta o su-
pertenecen a la “cultura nacional” tanto til (desde lo “simbólico”) y la dominación
“la falta de tradiciones”, como la “idiosin- de determinados sectores de la población
crasia”, prácticas arraigadas y expresiones considerados “bárbaros” o contrarios al
tanto del adelanto como del atraso (Monsi- proyecto de “nación” (desde etnias, escla-
váis). Así, el Estado a inicios del siglo XX vos negros, inmigrantes, proletarios, jóve-
busca instituir la “cultura nacional” deter- nes, analfabetos, mujeres, minorías de todo
minada por las necesidades de las élites. tipo, las masas, los sectores populares). Di-
Pero progresivamente, bajo el paradigma chos sectores no tuvieron el espacio, ni la
positivista de desarrollo, emerge una “ciu- información ni el “capital cultural” - como
dad” que pretende arribar por la vía de “la diríamos actualmente - para ejercer sus

REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 22, Enero Diciembre, 2012 145
Claudia Kuzma Zabaleta

derechos como “ciudadanos”, para parti- cas universalistas, promovió un desarrollo


cipar de la vida política, económica y so- nacional basado en el modelo agroexpor-
cial de su “nación”. A principios del siglo tador y también en industrias nacionales
XX, los sectores proletarios comienzan a (sustitución de importaciones), fue factor
organizarse y posicionarse frente al Esta- fundamental para la universalización de
do. En el Uruguay - pero también en otros la educación primaria, todo lo cual permi-
países - empieza a gestarse un movimiento tió la conformación de una “clase media
VLQGLFDOLPSRUWDQWHLQÁXLGRSRUODVLGHDV hiperintegrada”. Sin embargo, en el Uru-
que traen los inmigrantes. Pero durante guay - como en otros países los indíge-
varias décadas no existió ningún tipo de nas - vastos sectores de la población han
organización, ni siquiera había posibilida- permanecido sistemáticamente excluidos
des de formarlas. La noción de “ciudada- de la vida política, social y cultural: la
nía moderna” - aún con todas sus contra- comunidad negra y las mujeres. La casi
dicciones - era una abstracción, una teoría, ausencia de mujeres y de negros en el Par-
en América Latina. Basta mencionar la li- ODPHQWR XUXJXD\R HV XQ FODUR UHÁHMR GH
mitación al sufragio para comprender que ello. En el caso de la comunidad negra, la
este fue un período poco “moderno” en “cultura popular” (el carnaval, el candom-
materia de “derechos”. Es decir, el Estado be) ha sido el espacio de mayor expresión
bajo el modelo liberal se convierte a par- y visibilidad ante la sociedad.
tir de su conformación en la “suma de las
funciones de dominio y hegemonía... un Más avanzado el siglo XX, con las crisis
complejo de actividades prácticas y teó- propias del sistema capitalista, muchos es-
ricas con las cuales la clase dirigente no tados junto con Uruguay vieron limitadas
VyORMXVWLÀFD\PDQWLHQHVXGRPLQLRVLQR sus posibilidades de “desarrollo nacional”
que también logra mantener el consenso para caer en procesos de dependencia y
activo de los gobernados” (Gramsci). Ello endeudamiento externo, cuyas consecuen-
implica el manejo de la “cultura” y la opi- cias se han profundizado cada vez más
nión pública, pues la estructura normal del hasta nuestros días. Todo este proceso de
poder político capitalista en los estados deterioro y crisis económica y social ha co-
“democrático-burgueses” está simultánea locado en el debate el tema del modelo de
e indivisiblemente dominada por la “cul- desarrollo necesario para nuestros países.
tura” y determinada por “la coerción”. Pero, además, el propio modelo de Estado
Esta fue la realidad del Estado moderno en un contexto de producción capitalista
aplicado en América Latina, que también global ha entrado en crisis. ¿Lo mismo
WXYRVXVOXFHVEDMRXQSHUÀOVRFLDOHLQWHU- podría decirse de las “identidades nacio-
ventor con las presidencias de Batlle y Or- nales”? Quizás algunos elementos del “fo-
dóñez, por ejemplo, en el Uruguay. Surgen ONORUHµ KDQ LGR SHUGLHQGR VLJQLÀFDGR HQ
los “derechos sociales” como conquista de algunos países latinoamericanos. Sin em-
los sectores populares y sus luchas reivin- bargo, muchas de estas tradiciones se han
dicativas que el Estado supo interpretar. mantenido vivas en las nuevas generacio-
Posteriormente, a mediados del siglo XX, nes, e incluso fuera de las fronteras que las
el Estado benefactor implementó políti- vieron nacer, con la industria cultural bajo

146 REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 22, Enero Diciembre, 2012
Estado nacional e identidad nacional en América Latina

el impulso de la globalización. Por otra chan por la preservación y la conquista


parte, sin duda asistimos a fenómenos de de su vida, de su humanidad. Esto exige
“hibridación cultural”, como ocurre con la el esfuerzo por descifrar el movimiento
emigración de latinoamericanos que van societario, situando la profesión en la di-
asimilando e integrando la cultura del país námica de las relaciones entre el Estado y
receptor, creando así nuevas culturas. la sociedad civil. Históricamente, el traba-
jo social – determinado por su origen en
En segundo lugar, como señala Gramsci, nuestros países, con el Estado su emplea-
el Estado es también la “sociedad civil”. dor - dirigió más la mirada hacia el Estado
Entonces, ¿qué papel podría jugar en la y menos a la sociedad, más a las políticas
actualidad la “sociedad civil” en la trans- sociales y menos a los sujetos con quienes
formación del Estado por medio de la cul- trabaja: el modo y las condiciones de vida,
tura? En el pasado, la cultura tuvo un papel la cultura, las condiciones de vida de los
de “legitimación” de las burguesías como individuos sociales. Por lo tanto, en este
dominación hacia los sectores populares. FRQWH[WR GHVDÀDQWH GHEH GHMDU GH VHU XQ
A modo de ejemplo, el lenguaje se convir- extraño para los sectores de las clases sub-
tió en el lenguaje de las clases dominantes alternas y contribuir a que las personas se
y ha tendido a destruir el discurso político transformen de víctimas a ciudadanos.
espontáneo de los dominados, a quienes
sólo les quedó “el silencio o el lenguaje Finalmente, a partir de la experiencia del
prestado” (Bourdieu). Sin embargo, desde proceso de descentralización de la Inten-
el lenguaje puede surgir otro discurso, que dencia Municipal de Montevideo, realiza-
suponga la inclusión, la participación efec- do por la izquierda bajo un “modo parti-
tiva de “los dominados”. En este sentido, cipativo” (donde la transferencia de poder
el papel de intelectuales “orgánicos” como hacia el ciudadano ha sido clave al gene-
los y las trabajadores/as sociales dentro de rar una “nueva cultura política”, donde el
un proyecto ético–político, adquiere gran ideario artiguista ha sido inspirador) po-
importancia en la medida que promueva el dría decirse que el Estado puede transfor-
“empoderamiento” de los individuos. marse en un instrumento de democratiza-
ción cultural, social y económica hacia un
Como señala Iamamoto9, el desafío para desarrollo con equidad e inclusión social.
la profesión de trabajo social consiste en
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