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identidad nacional en
América Latina
&ODXGLD.X]PD=DEDOHWD
Trabajadora social
Montevideo, Uruguay
Resumen
En este artículo se plantea la relación entre la identidad nacional y el Estado na-
cional en América Latina a partir de la discusión sobre el concepto de identidad
y sobre los procesos de consolidación de la nacionalidad, a la par de temas como
nacionalismo, desarrollo y modernización, con énfasis en el caso de Uruguay.
1XHVWUDLGHQWLGDGP~OWLSOHUHDOL]DVXYLWDOLGDGFUHDGRUDDSDUWLUGHOD
FRQWUDGLFFLyQ GH ODV SDUWHV TXH OD LQWHJUDQSHUR KHPRV VLGR DPDHV-
WUDGRV SDUD QR YHUQRV (O UDFLVPR PXWLODGRU LPSLGH TXH OD FRQGLFLyQ
KXPDQD UHVSODQGH]FD SOHQDPHQWH FRQ WRGRV VXV FRORUHV/DV FXOWXUDV
GHRULJHQQRHXURSHRQRVRQFXOWXUDVVLQRLJQRUDQFLDVDORVXPRSDUD
FRPSUREDUODLPSRWHQFLDGHODVUD]DVLQIHULRUHVSDUDDWUDHUWXULVWDV\
SDUDGDUODQRWDWtSLFDHQODVÀHVWDVGHÀQGHFXUVR\IHFKDVSDWULDVµ
(GXDUGR*DOHDQR
U
na de las interrogantes previas país que sea. Esta necesidad de los latinoa-
que motivaron la elaboración de mericanos por preguntarnos acerca de nues-
este trabajo tiene que ver con la tra identidad no es nueva, tal como lo anali-
“identidad”: ¿existe una identidad nacio- za Fernández Retamar.. Quizás lo nuevo es
nal, una identidad uruguaya?, ¿qué es “lo la necesidad que tenemos hoy los “latinoa-
auténtico”, lo tradicional, “lo nuestro”? mericanos” de rescatar, revalorizar nuestras
¿es una identidad compartida, construida “identidades”. Además de esa necesidad por
por todos?. Desde el sentimiento – ¿“na- una identidad, está hoy más que nunca la de
cional”? - más que desde explicaciones EXVFDUHQFRQWUDUFRQVWUXLUQXHYRVVLJQLÀ-
UDFLRQDOHVVHFUHHTXHHOODUHÁHMDFRPRXQ cados entorno a nuestros estados “en crisis”,
espejo al conjunto de la sociedad, sea del cuestionados en su sentido y “legitimidad”,
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tras las transformaciones acaecidas con la res, casi siempre referidos a la apropiación
“globalización”: una creciente “homoge- de un territorio por un pueblo o a la in-
neización cultural”, la revolución tecnoló- dependencia lograda enfrentando a los ex-
gica que conlleva a una “sociedad de la in- traños. Se van sumando las hazañas en las
formación”, por supuesto bajo el imperio TXHORVKDELWDQWHVGHÀHQGHQHVHWHUULWRULR
del mercado. RUGHQDQVXVFRQÁLFWRVLQWHUQRV\ÀMDQORV
modos legítimos de vivir en él para dife-
Por otra parte, preguntarse acerca de sí renciarse de los otros. Los libros escola-
mismo, acerca de la propia “identidad”1, res y los museos, los rituales cívicos y los
es ante todo una necesidad humana. Se discursos políticos fueron durante mucho
dice que el ser humano es el único ser que tiempo los dispositivos con que se formu-
requiere de ideas para vivir, e ideas acerca ló la identidad de cada nación y se consa-
de sí mismo. La historia de las ideas de gró su retórica narrativa.
los seres humanos es una reinterpretación
acerca de lo que somos. Y por tanto la Por otra parte, la identidad no sólo puede
“identidad es una interpretación que ha- entenderse como singularidad, sino como
cemos de nosotros mismos en un relato, “autenticidad”; pero una autenticidad to-
que de alguna manera implica una idea de mada no como búsqueda de lo que hay de-
ser humano”. Pero además, porque so- trás de la máscara de lo que somos, sino
mos humanos participamos de una vida “como construcción de algo que somos a
social y, porque somos construidos por partir de un proyecto”. La identidad es una
ella podemos abrirnos a un sinfín de sig- construcción que se relata, pero que impli-
QLÀFDFLRQHVTXHFRQVWUXLPRV\TXHDOD ca tanto la lectura y relectura del pasado,
vez nos construyen. Si la identidad es el como la apertura hacia un proyecto2. Par-
resultado de una interpretación, es como tiendo de esta idea de “identidad” interesa
tal el producto de una mirada cultural, ahondar en esa lectura del pasado, en la
de una serie de predisposiciones sociales narración del mismo y en la interpretación
e individuales, de un contexto ideológico del relato determinado por la cultura y la
\ FRQFHSWXDO 3RU WDQWR WRGD GHÀQLFLyQ ideología. No para quedarnos en el pasado
acerca de sí mismo, “está llena de otros”. sino para aprender de él y como apertura
No es algo que preexiste a uno y que ten- y apuesta hacia un nuevo proyecto social
gamos que descubrir, sino algo que cons- y colectivo.
truimos, que creamos, inventamos a partir
de ciertas pertenencias. Desde la relectura del pasado surge la com-
prensión respecto a cómo se fue constru-
Según García Canclini (1989), “la identi- yendo la “identidad nacional” en América
dad es una construcción que se relata...” y /DWLQD SHUR HVSHFtÀFDPHQWH GHO 8UXJXD\
UHVSHFWRDODQDFLyQDÀUPD por lo que a lo largo del trabajo se profun-
se establecen acontecimientos fundado- dizará en este país. En este sentido, importa
presentar cómo se fue narrando la historia
1 Andrea Díaz Genis. (2004). La identidad narrativa.
En: /DFRQVWUXFFLyQGHODLGHQWLGDGHQ$PpULFD/D-
tina. Montevideo: Ed. Nordan Comunidad. 2 Andrea Díaz Genis.
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Estado nacional e identidad nacional en América Latina
nacional bajo el
paradigma liberal
en tanto ideología
de la “moderni-
zación” del siglo
XIX. Así como
también investigar
si en ese relato, la
“identidad nacio-
nal” representó a
toda la sociedad
o solamente a los
sectores dominan-
tes. En este caso, ¿bajo qué
“dispositivos” se formuló la identi-
dad de “la nación” incorporando a todos
del
los sectores? Personalmente se considera
siglo
QHFHVDULRUHÁH[LRQDUVREUHHOORSXHVSHU-
XIX y princi-
mitiría abrir caminos para una nueva cons-
pios del XX.
trucción de la identidad nacional, que sea
inclusiva y que permita la construcción de
En este proceso hacia su consoli-
un nuevo modelo de Estado: solidario, jus-
dación, el Estado a partir de sus “apara-
to, con participación real, con ciudadanía
tos ideológicos”3: el cultural, el sistema
plena, democrático. Tras esta aspiración
escolar y los medios de comunicación e
se aborda al Estado nacional, su origen,
información, difunde discursos “legitima-
su autoconstrucción, en tanto fue el prin-
dores” que representan a las “élites públi-
cipal narrador de la “identidad nacional”
cas” y a la oligarquía de ese momento his-
en nuestros países. El Estado nacional sur-
tórico. Sin duda la educación pública, pero
ge en medio de un turbulento proceso: la
sobretodo la escuela fue clave en todo este
segunda etapa (según M. Berman) de la
proceso. Ella adquiere una función “ho-
llamada “Modernidad”, la cual se inicia
mogeneizadora” que en algunos países se
con la Revolución Francesa y se extiende
hasta principios del siglo XX (cuando se 3 Para L. Althusser, el Estado posee “aparatos ideoló-
inicia la tercera etapa modernizadora). gicos” que no se confunden con el apartado “represi-
YR GH HVWDGRµ 6HJ~Q HO DXWRU ´UHSUHVLYRµ VLJQLÀFD
que el apartado de Estado en cuestión “funciona me-
El abordaje del tema se realiza desde la di- diante la violencia”, por lo menos en situaciones lími-
mensión cultural considerada fundamental te. Los “aparatos ideológicos de Estado” consisten en
cambio en las siguientes realidades: AIE religiosos (el
en este proceso de conformación de los es- sistema de las distintas Iglesias); AIE escolar (el sis-
tados nacionales por estar fuertemente re- tema de las distintas “escuelas”. publicas y privadas);
lacionada con la dimensión política. Para AIE familiar; AIE jurídico; AIE político (el sistema
político del cual forman parte los distintos partidos);
ello, se presentan y analizan aquellos ele- AIE sindical; AIE de información (prensa, radio, TV,
PHQWRV TXH OH GLHURQ YLGD GHVGH ÀQDOHV etc.); AIE cultural (literatura, artes, deportes, etc.).
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En primer lugar, es necesario decir que país, a que se ajustaran a la nueva insti-
el Estado como “ordenamiento jurídico tución. Y cuando los indígenas o campe-
FX\DÀQDOLGDGHVHMHUFHUHOSRGHUVREHUDQR sinos (o “gauchos”) no se subordinaron,
sobre un territorio y que le están subordi- el Estado descargó sobre ellos todo su
nados de manera necesaria los individuos peso al punto de aniquilar a los pueblos
que le pertenecen” (N. Bobbio), en Amé- que se les resistieran. Es el caso del Uru-
rica Latina necesitó “autoconstruirse”, au- guay, por ejemplo, donde el gobierno ex-
toimaginarse, autolegitimarse. Es decir, se terminó casi la totalidad de indígenas. Es
da un “destiempo” entre Estado y Nación así como en América Latina el Estado es
– los estados se hacen naciones y algunas creador de su identidad bajo un modelo
naciones tardarán en consolidarse como ajeno. Se desarrolla en un contexto de in-
estados -. De modo que se crea primero serción dependiente en un orden mundial
el Estado y luego se va inventando una y en una división internacional del tra-
“identidad nacional” que se va aprendien- bajo estructurados bajo la hegemonía de
do, asimilando como “nacionalidad” – tal Europa Occidental y de Estados Unidos,
fue el caso del Uruguay -. La nacionali- de una sociedad jerarquizada y rígida, de
dad no es una característica innata, sino un orden político elitista y oligárquico, a
el resultado de un proceso de aprendizaje lo cual se le agregan las condiciones im-
social y de formación de hábitos. Es decir, puestas por la herencia colonial, las múlti-
gracias al “nacionalismo” (deseo de for- ples destrucciones y desorganizaciones, la
mar o sostener un Estado nacional) surge anarquía y el caudillismo, la inexistencia
“la nación”. Así se despliega la ambición, o debilidad de la sociedad civil, sin acto-
la compulsión y la necesidad por crear una res ni procesos de democratización social
nación de ciudadanos regidos por leyes y política. Todo ello hace que el Estado y
iguales, unidos por valores comunes, es las élites públicas (intelectuales, políticos,
decir una ´FRPXQLGDG LPDJLQDGDµ. Pero militares y eclesiásticos) sean “producto-
HVWHSURFHVRQRIXHSDFtÀFRQLDUPRQLR- res” de una nación; actores primordiales
so, ni supuso consensos políticos como en la estructuración y funcionamiento de
los conocemos en la actualidad; sino que la economía, la sociedad y el sistema polí-
el Estado arrasó con las otras expresiones tico. Estos sectores (clase socioeconómica
y presencias en la región: las “etnias”, los dominante) se imponen a esa sociedad in-
grupos, etc. Es decir, las clases dirigen- forme, sin representación ni participación.
tes bajo el modelo europeo de “nación”, Y como se dijo anteriormente, el Estado
obligaron a las etnias, las comunidades y nacional y la Modernización son dos mo-
grupos tradicionales que coexistían en el delos importados que anticipan la realidad
existente. Así, el prototipo de democracia
4 Según Benedict Anderson, “un tejido de símbolos, que las élites públicas importan y aplican,
emblemas, imágenes, discursos, principios, memo-
rias, valores y sentimientos patrióticos que enuncia-
se anticipa a la participación real y efecti-
ban que los pobladores del país, con todas sus dis- va. Es decir, las clases populares se incor-
paridades, estaban unidos por ideales semejantes, poran al sistema político y al proceso de
compartían un territorio, tenían un pasado común y
YHQHUDEDQHPEOHPDV\VtPERORVTXHORVLGHQWLÀFDEDQ
formación de los estados nacionales de un
como mexicanos”... o como “uruguayos”, etc. “modo desviado”: más como fruto de una
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En segundo lugar, para crear esa “nación”, El Estado necesita, además, un “lengua-
el Estado necesita – como lo analiza C. MHµ OR FXDO VLJQLÀFy KRPRJHQHL]DU D OD
Monsiváis - establecer límites, fronteras, población por medio del idioma español
“un territorio” y así surgen los mapas. En y también el portugués, desconociendo así
América Latina, el territorio había sido di- las lenguas indígenas existentes. Necesita
vidido, fragmentado administrativamente de “tradiciones” y “creencias”, por ello se
por la Corona Española y la Portuguesa busca recuperar el pasado, como por ejem-
VHJ~QVXVLQWHUHVHV\EHQHÀFLRVFRPHUFLD- plo en México donde se rescata “lo indí-
les, políticos y religiosos. Cuando surgen JHQDµ(Q8UXJXD\VHUHWRPDODÀJXUDGHO
las luchas por la Independencia, la mayo- “gaucho” y todo lo relacionado con la vida
ría de las excolonias mantienen esas divi- en el campo como “lo tradicional”. Se in-
siones administrativas, donde los puertos mortalizan símbolos, como en México la
son el centro de las actividades económi- Virgen de Guadalupe ícono de la religio-
cas (por ejemplo en el Sur: Buenos Aires, sidad católica, mezclados con elementos
Montevideo, etc.). Sin embargo, junto con de la naturaleza (el águila parada sobre un
la emancipación surgían ideales de inte- nopal) para representar a “la nación mexi-
gración como el “federalismo” para las cana”. En Uruguay, los “símbolos patrios”
“provincias del Río de la Plata” por parte (la bandera nacional, el escudo nacional,
de J. G. Artigas. Este proyecto, sin embar- la bandera de Artigas, el himno nacional),
go, fue truncado por intereses económicos recogen elementos del paisaje (el buey, el
de las nuevas potencias que comenzaron a caballo, el cerro de Montevideo, el ceibo,
desplazar a España de su hegemonía mun- el sol, el celeste del cielo, etc.) que serán
dial. Es el caso de Gran Bretaña respecto difundidos y asimilados en las escuelas
al Estado uruguayo, ya que tenía grandes públicas desde inicios del siglo XX. Se
intereses comerciales en el puerto de Bue- precisan “derrotas y conquistas”, recor-
nos Aires y no le convenía la lucha en- dadas mediante un calendario de fechas
tre Uruguay y Brasil. Así nace el Estado patrias que conforman un “canon” de hé-
Oriental del Uruguay (“oriental”, es decir roes del proceso de emancipación. En esta
al oriente del Río Uruguay). Bolívar, por tarea están embarcados los “fundadores
su parte, proponía un tipo de nación dis- del nacionalismo histórico”, de la memo-
tinto del europeo y un Estado que fuera ria nacional, a través de la historia narra-
fuerte, solamente para defender a los dé- da, - según analiza E. Florescano respecto
biles contra las clases ricas y soñaba con a México -. Lo cierto es que en todos los
una América unida. Martí tiene otra com- países latinoamericanos los historiadores
prensión del Estado diferente de la euro- nacionales serán factores fundamentales
pea. Y Mariátegui insiste en que la tarea para construir un pasado común. Hoy se
de estos países no es alcanzar a Europa, puede interpretar esa función de la historia
proclamando que en América Latina había nacional no como transmisora de hechos y
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cercano a los problemas del campo), lo ha téntico”, lo típico de cada “nación”, “lo
convertido en símbolo de la “orientalidad” folklórico”. Así por ejemplo, tomar mate,
por encima de cualquier institución y fue costumbre del gaucho, pasa a formar parte
apropiado e inmortalizado en el imagina- de la costumbre urbana montevideana, del
rio colectivo hasta nuestros días. folklore y, a la vez, de la “cultura popular”
y de la “identidad” del Uruguay actual. Y
En general, en América Latina el papel una “religión”: la mayoría de los estados
del Estado en la construcción de la histo- HQ $PpULFD /DWLQD DGRSWy FRPR RÀFLDO
ria ha desplazado a la Iglesia Católica: la ODUHOLJLyQFDWyOLFDGDGDODLQÁXHQFLDGHO
mirada sobre la historia ya no se rige por pasado colonial, aunque en algunos casos
los valores cristianos, ni la salvación de se produjo una separación entre Estado e
la humanidad, sino que la recolección del Iglesia Católica, a partir la secularización
pasado está dirigida hacia la formación del (como en el Uruguay). En casi todos los
Estado nacional. Los antiguos protagonis- países, se producen “sincretismos” como
tas del discurso histó-
rico: el conquistador,
las órdenes religiosas,
la Iglesia y el Estado
español, son sustitui-
dos por los patriotas
que combatieron por la
independencia, por los
políticos que se esfor-
zaron por darle forma
al Estado Nacional, por
los héroes que ofrenda-
ron su vida por la repú-
blica, por las revolu-
ciones que propulsaron
los grandes cambios
políticos y sociales,
por “los orientales”,
los “mexicanos”, etc.
Es también funda-
mental para el Estado
nacional contar con
“costumbres”; las cua-
les se fueron entrete-
jiendo con elementos
del pueblo, para luego
instituirse como lo “au-
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pero todavía resulta bastante difícil debi- apoyo alcanzado por la Reforma Escolar
do a la escasez de recursos por parte del entre los sectores populares. La escuela
Estado. La fundación de la Universidad pública sería “laica, gratuita y obligato-
Mayor, aun con sus limitaciones, marcó ria”. La metodología pedagógica no sólo
una presencia importante en la sociedad, descartó todo castigo físico, sino que ins-
fundamentalmente por la actitud de sus tituyó nuevas formas. Se funda la educa-
autoridades, que mostraron independencia ción media y de la mano de Pedro Figari
frente al Gobierno, reclamaron mejoras en OD(VFXHODGH$UWHV\2ÀFLRVTXHSURFXUy
los planes de estudio y en los recursos, en- constituirse en un centro educacional for-
frentaron los desbordes y arbitrariedades PDGRU GH XQD PDQR GH REUD FDOLÀFDGD \
GHDTXHO\GLIXQGLHURQXQDÀORVRItDOLEH- creativa, necesaria para un proceso de ex-
ral en lo político y en lo económico, en la pansión industrial que venía insinuándose
que jugó un importante papel la cátedra de FRQ ÀUPH]D (O REMHWLYR GH XQLYHUVDOL]DU
Economía Política creada en 1860. El pro- la enseñanza primaria se va alcanzando ya
ceso de la Reforma Escolar fue, sin duda, a mediados del siglo XX: un altísimo por-
un elemento fundamental en la estructura- centaje de los niños accedían al sistema
ción del sistema educativo uruguayo. Has- escolar. Unido a esto, un gran dinamismo
ta su concreción, el país no contaba con metodológico, creación de centros especia-
un verdadero sistema educativo. En esta lizados, congresos de maestros, destacaron
UHIRUPDFRQÁX\HURQSRUXQODGRODLQWH- el sistema escolar uruguayo en el concierto
OLJHQFLD\HOGLQDPLVPRGHXQDÀJXUDPX\ latinoamericano, en concordancia con una
joven, José Pedro Varela, de 31 años, quien sociedad en la que se vivía una expansión
se nutre del modelo francés de educación. económica y una “legitimidad” cada vez
Por el otro lado, se contó la fuerza y deter- mayor de las “clases medias”. Con el cre-
PLQDFLyQGHRWUDÀJXUDWDPELpQMRYHQHO cimiento demRJUiÀFR \ ODV ROHDGDV LQPL-
Coronel Latorre, gobernante de facto des- gratorias del siglo XX, el “ser uruguayo”
de 1875. Detrás de ellos, una clase social implica cada vez más la existencia de una
alta -con distintos motivos- reclamaba una comunidad en anonimato, comunidad for-
educación que posibilitase una moderniza- mada por el aluvión de europeos, el criollo
ción del país: tecnología agraria, tecnolo- y el negro que da lugar a un fenómeno de
gía industrial, obreros disciplinados y con “hibridación” de las clases populares. Este
conocimientos básicos: lectura, escritura, fenómeno se produjo en muchas ciudades
cálculo. Estaba también el grueso de la po- capitales urbanizadas de América Latina,
blación con gran proporción de inmigran- donde emerge una “masa”7 caracterizada
tes europeos6- que necesitaba de la escuela por lo heterogéneo y lo mestizo. La mi-
y que, sobre la base de una ideología de gración campo–ciudad y la europea van
justicia social e igualdad por parte del pre-
7 Según José Luis Romero, la “fusión entre los grupos
VLGHQWH-%DWOOH\2UGyxH]LQÁXLUtDHQHO inmigrantes y los sectores populares y de pequeña
clase media de la sociedad tradicional” constituyó la
6 En el caso de los inmigrantes, la escuela cumplió un masa de las ciudades latinoamericanas a partir de la
papel fundamental, pues la enseñanza de la historia primera guerra mundial. La masa “fue un conjunto
patria y del ritual de los festejos de los feriados, iba heterogéneo”, “anómico”, inestable, marginalmente
generando un sentido de pasado común. situado al lado de una sociedad normalizada.
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