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INDICE

CAPÍTULO 8: NUTRICIÓN DE BANANO

CONCEPTOS GENERALES SOBRE NUTRICIÓN EN EL TRÓPICO

NUTRICIÓN EN LA PLANTA DE BANANO

CONTENIDOS NUTRICIONALES EN LOS DIFERENTES ÓRGANOS DE LAS


PLANTAS DE BANANO Y EN DIFERENTES FASES DE DESARROLLO
FENOLÓGICO

NUTRIMENTOS INMOVILIZADOS POR LA PLANTA

NUTRIMENTOS EXTRAÍDOS POR LA COSECHA

NECESIDADES NUTRICIONALES DE LA PLANTA DE BANANO


Funciones de los elementos esenciales
Carbono
Hidrógeno
Oxígeno
Nitrógeno
Deficiencia
Fuentes
Fósforo
Deficiencias
Fuentes
Potasio
Deficiencias
Fuentes
Calcio
Deficiencias
Fuentes
Magnesio
Deficiencias
Fuentes
Azufre
Deficiencias
Fuentes
Cloro
Sodio

Elementos menores
Zinc
Deficiencias
Toxicidad
Fuentes
2

Boro
Deficiencias
Toxicidad
Fuentes
Cobre
Deficiencias
Toxicidad
Fuentes
Hierro
Deficiencias
Toxicidad
Fuentes
Manganeso
Deficiencias
Toxicidad
Fuentes
Molibdeno
Deficiencias
Toxicidad
Aluminio
Toxicidad

AGENTES QUELANTES DE LOS MICRONUTRIENTES CATIONICOS


(Fe, Mn y Cu).

INTERACCIONES ENTRE NUTRIMENTOS


Interacciones de K, Ca, Mg, P y N
La interacción de Hierro (Fe) y Manganeso (Mn)
Interacción Cu- Zn- Fe

RELACIONES DE EQUILIBRIO ENTRE LOS ELEMENTOS NUTRICIONALES EN


SUELOS

NIVELES CRÍTICOS DE LOS ELEMENTOS NUTRICIONALES Y RELACIONES


DE EQUILIBRIO EN CONTENIDOS NUTRICIONALES FOLIARES

NECESIDADES DE FERTILIZACION, APROVECHAMIENTO Y BALANCE


Necesidades totales de las plantas
Extracción por la Cosecha
Aporte de Residuos de las Cosechas
Aporte de Nutrimentos del Suelo
Aporte por Fertilización Química
Disponibilidad Total de Nutrimentos y Balance
Pérdidas e Inmovilización de los Nutrimentos en el Suelo
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FERTILIZACIÓN
Fertilización Nitrogenada
Fertilización Potásica
Fertilización Fosfórica
Fertilización Magnésica
Fertilización Cálcica
Encalado
Fertilización con Azufre
Fertilización con elementos menores
Eficiencia de la fertilización
Nitrógeno
Fósforo
Potasio
Formas de aplicación
Fertilización manual
Fertilización mecánica
Fertilización líquida
Aérea
Fertirriego
Generalidades
Sistemas de riego aptos para fertirriego
Instalación de un sistema de riego
Fertilizantes para fertirriego y sus características
Dosis y frecuencia de aplicación
Fertilización Foliar
Fertilización al pseudotallo
Fraccionamiento de la fertilización
Tipos de fertilizantes
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FERTILIZACIÓN

FERTILIZACIÓN QUÍMICA

FERTILIZACIÓN ORGÁNICA
La materia orgánica
Origen de la materia orgánica
Descomposición de la materia orgánica
Humus
Importancia del humus
Clasificación de las sustancias húmicas
Acidos húmicos
Acidos fúlvicos
Huminas
Efectos de los abonos orgánicos sobre el suelo
Físicos
Químicos
Biológicos
Desventajas o limitaciones de los abonos orgánicos
Tipos de abonos orgánicos
Compost
Bokashi
Vermicompost
Gallinaza
Abonos verdes
Metodología para elaborar algunos abonos orgánicos
Compost
Bokashi
Vermicompost
Manejo de los abonos

LIITERATURA CITADA
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CAPITULO 8

NUTRICIÓN DEL BANANO

CONCEPTOS GENERALES SOBRE NUTRICIÓN EN EL TRÓPICO HÚMEDO

El banano es una planta clásica del Trópico Húmedo con características


fisiológicas propias que la hacen diferente a otros cultivos intensivos.

Los suelos de estas regiones son de muy rápida evolución, y requieren de


un manejo específico y propio a fin de adaptarse a las necesidades de una planta,
que como el banano es de alta eficiencia en la producción de cosechas, por lo que
resulta muy sensible a carencias o excesos de nutrimentos.

Como se anotó en el (Capítulo 2), la planta de banano es originaria de


galerías boscosas, donde se desarrolla en condiciones de semipenumbra, su
metabolismo es lento su ciclo biológico largo y la producción baja. La necesidad
de incrementar su producción obligó al hombre a exponer la planta a pleno sol, la
intensa luminosidad, hace que la planta acelere el metabolismo y se estresse;
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como consecuencia la producción hormonal se desincroniza y el requerimiento de


nutrimentos se acentúa y se hace muy crítico.

El uso continuo y hasta excesivo de fertilizantes químicos en el cultivo del


banano, han hecho olvidarse a los especialistas en nutrición, de algunos
nutrimentos básicos y determinantes como el oxígeno; dice Primavesi (1994), que
ante una carencia generalizada de nutrimentos, lo más probable es que falte
oxígeno, sin embargo; se adicionan cantidades crecientes de nutrimentos del tipo
N, P, K, Ca, Mg, S, entre otros, como única solución y se olvida que la mayoría de
estos elementos no son más que biocatalizadores que facilitan la formación de
enzimas activas del proceso metabólico.

Para entender el proceso de nutrición de la planta de banano, es necesario


concebirla como una muy eficiente fábrica de carbohidratos y tener presente
conceptos básicos de la fisiología de las plantas.

Las plantas son autótrofas, ya que elaboran todas las moléculas que
necesitan para su normal desarrollo; pero para que ese proceso se lleve a cabo se
necesita el aporte de los diferentes componentes químicos que forman la planta,
por parte del suelo, la atmósfera y los correctivos y enmiendas químicas.

La composición química de una planta según Latsaw y Miller (1924), está


dividida en tres grupos de elementos constituyentes por orden de importancia
cuantitativa (Cuadro 8.1).

CUADRO 8.1.

COMPOSICIÓN QUÍMICA DE UNA PLANTA.

ELEMENTO %1 FORMA DE ASIMILACION


1- OXIGENO 44 .4 O2 - H2O
2- CARBONO 43.6 CO2
3- HIDROGENO 6.2 96.9 H2O
4- NITROGENO 1.5 NO3 -, NH4+
5- SILICIO 1.2

6- POTASIO 0.92 K+
7- CALCIO 0.23 Ca 2+
8- FOSFORO 0.20 1.7 H2PO4-, HPO42-
9- MAGNESIO 0.18 Mg 2+
10- AZUFRE 0.17 SO4 2-

11- CLORO 0.14 CI -


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12- HIERRO 0.08 Fe 3+, Fe 2+


13- MANGANESO 0.04 0.3 Mn 2+
14- COBRE 0.0009 Cu +, Cu 2+
15- BORO 0.0016 H3BO3
16- ZINC 0.003 Zn 2+
17- ALUMINIO 0.89
18- SIN 0.21
DETERMINAR

Fuente:
1/ Latsaw y Miller, (1924)
2/ Brown et al, (1987)
- Forma más asimilable

El 96.9% de la planta, esta constituida por tres elementos orgánicos:


carbono, hidrógeno y oxígeno (C-H-O), de los cuales el oxígeno y el carbono
representan un 88 % de la planta; el oxígeno y el hidrógeno, un 50.6%, pero
combinados como agua representan de 80 a 85%. El carbono combinado con el
resto de elementos, como carbohidratos, proteínas, etc., representa de un 10 a
15%.

El carbono proviene del CO2 del aire, que con una concentración promedio
de 0.035% en la atmósfera, es suficiente para cubrir las necesidades de la planta;
el hidrógeno proviene del agua absorbida por la planta del suelo y el oxígeno
proviene única y exclusivamente de la atmósfera, que con una concentración de
20% entra en el suelo por los espacios porosos en un movimiento diferencial de
presión de gases y es absorbido por las raíces, con excepción de algunas plantas
con capacidad de absorber por las hojas, tal es el caso del arroz, pero bajo
ninguna circunstancia en el banano.

La planta de banano es una HIDROFITA que requiere grandes cantidades


de agua para su normal desarrollo, pero esos volúmenes de agua no deben
restringir la asimilación de los otros elementos indispensables para el normal
desarrollo de la planta, sobre todo el oxígeno.

El nitrógeno, con 1,5% es parte integrante fundamental de las moléculas de


aminoácidos, vitaminas y proteínas, fase final del proceso metabólico.

El nitrógeno es el elemento nutricional que más falta en el mundo, entra en


el suelo por adición en forma mineral, por descomposición de sustancias
orgánicas nitrogenadas y es arrastrado por las lluvias de la atmósfera, la cual está
constituida de 78% de nitrógeno del cual, el 98% del total está en la litosfera, y el
2% restante está distribuido en la atmósfera, hidrosfera y biosfera; y sólo un
0,00014% se encuentra en los suelos. El nitrógeno total de los suelos
superficiales fluctúa entre un 0,2 a 0,4% (Bertsch, 1995).
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El segundo grupo de elementos nutricionales son elementos mayores y


medios, que en conjunto representan un 1,7% de la composición total de la planta;
estos elementos junto con los llamados micros (0,3%), son catalizadores
enzimáticos de los procesos metabólicos de la planta; algunos de ellos son
transportadores indispensables de las sustancias metabolizadas y unos pocos
forman parte de componentes indispensables en el proceso de fotosíntesis
(Cuadro 8.2).

Puede decirse que la planta es una fábrica de sustancias orgánicas, que en


su proceso transforma y libera energía; para que se lleve a cabo dicho proceso se
necesitan los siguientes componentes:

1. Una fuente de energía (luz solar)


2. Agua que capta del suelo
3. Elementos:

C - que capta del aire como CO2 en el proceso de


transpiración, como CO2 disuelto en agua del suelo.
H - que capta del agua.
O - que capta del suelo producto del aire.

Estos elementos forman el trinomio C-H 2-O base de todos los


carbohidratos.

CUADRO 8.2.

Algunas características generales de los nutrimentos del suelo.


Forma Expresión en
Forma de Movilidad en Mecanismo de Funciones en la
Elemento metabólica los
absorción la planta movilización planta
activa fertilizantes
N NH4+ NH4+ + flujo masas (96,8%) N Componentes de las
NO3- NH3 Intercepción (1,2%) Moléculas
Orgánicas, proteínas
Urea NH2OH- Difusión (0%)
y enzimas
Amidas
Aminoácidos
P H2PO4- H2PO4- + flujo masas (63%) P2O5 Molécula
HPO4-2 HPO4-2 difusión (90,9%) Transportadora de
Procesos
PO4-3 intercepción (2,8%)
metabólicos
K K+ K+ + flujo masas (20%) K2O Participa
activamente
difusión (77,7%) en procesos
metabólicos-
intercepción (2,3%) activador de enzimas
-transporte de
azúcares sustituído
parte por Na
Ca Ca++ Ca++ - difusión (0%) Ca Forma parte de la
intercepción (28,6%) Estructura de las
Células
flujo masas (71,4%)
Mg Mg++ Mg++ + flujo masas MgO Parte de la molécula
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intercepción de clorofila
S SO4-2 S-H/S-S ± flujo masas (95%) S
intercepción (5,%)
Mn Mn++ Mn ++ ± flujo masas Mn Activador
Quelatos intercepción enzimático
Metabolismo de N
Zn Zn++ Zn ++ ± flujo masas Zn Activador
Quelatos intercepción enzimático
muy importante
Cu Cu++ Cu ++ - flujo masas Cu Componente
CuOH+ Enzimático
de varias proteínas
Cu Cl+
Quelatos
Fe Fe++ Fe ++ - flujo masas Fe2O3 Activador
Fe+++ enzimático en
la síntesis de
Quelatos
clorofila
B H3BO3 - flujo masas B2O3 Interviene en el
H2BO3- transporte
de azúcares.
HBO3-2
Diferenciación y
BO3-3 Desarrollo celular.
Metabolismo de N y
B(OH)4- P en la fotosíntesis

B4O7-2

Mo MoO4-2 + flujo masas MoO4 Interviene en el


-
Metabolismo de N y
HmoO 4
P
Cl Cl- + flujo masas Cl Estimula la fase
lumínica de la
fotosíntesis
Fuente: Bertcsh, (1995); Modificado por Soto, (1999).

N - fijado biológicamente por los microorganismos del suelo y


producto de la atmósfera.

Nutrientes minerales: P, S, Ca y Mg, indispensables en el


proceso metabólico.

4. Biocatalizadores para facilitar la formación de enzimas como activadores


del proceso metabólico: K, Mn, Fe, Zn, Cu, B, Mo, CI, Ca, U, Ni, Se, etc.

En la Figura 8.1 se observa en forma muy simple el proceso antes anotado,


se le conoce como metabolismo, tiene dos fases que deben estar en balance de
acuerdo a las necesidades de la planta para cada momento: anabolismo y
catabolismo.

Se conoce como anabolismo, el proceso mediante el cual la planta


transforma el CO2 que absorbe de la atmósfera, lo combina con el H 2O que
absorbe del suelo, y mediante la luz del sol que activa los cloroplastos de la hoja,
forma moléculas de carbohidratos que permitirán a la planta desarrollarse y
producir cosechas de acuerdo a sus posibilidades. En este proceso se libera O 2 y
H2O a la atmósfera, que mejora la respiración y salud de los animales.
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En este proceso, la planta adquiere energía a través de la luz del sol


mediante el proceso de fotosíntesis, que es el único mecanismo de entrada de
energía a la biosfera. En la fotosíntesis se llevan a cabo procesos de oxidación y
la reducción del CO2 que permiten formar compuestos orgánicos.

El intercambio de volúmenes de CO 2 Y O2, son iguales, como se observa en


el siguiente proceso:

n CO2+ 2n H2O+luz cloroplastos n (CH2O+nO2+nH2O).


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Energía

z Humedad relativa
Lu (potencial hídrico atmosférico)
H 2O
CO2
R E (calor)
H esp O2
(C i r
H ac CO 2
)+ ió n
2O
Catabolismo
O tos Anabolismo
2 s la s
CO es i op
ín t lor O CO 2 (0.035%)
2 +H
o tos lu z c N H 2
2 O F
O+ O 2
+ N2
+E H8 N H 2O (difusión)
+ N O+
C O 2 CH 2 O 2 (20%)

O)
Metabolismo Transpiración
CO 2 (59ox/ CO 2)

2
H
O2

H (C
 (H CH O) s 
ale

H 2O
H2 O mi ner
Materia
NH3 O2 costra H 2O
2
N2 orgánica
O2
N-P-K
O2 
O 2 (10%) (oxidación) Agua de saturación
N-P-K mayores
Ca -agua capilar (capacidad de campo)
Activa (gradiente potencial hidráulico)
Mg medios H 2O -agua de marchitez permanente
Pasiva (ósmosis)
S
Zn-Mn-Fe-Cu-B-Mo-Cl (micros) CO 2 (1-3%) (reducción)
Absorción Microorganismos
Flujo de masa (gradiente potencial hidráulico) O2
Difusión (gradiente concentración nutrimentos) CO 2
Intercepción (intercepción radical (2%))

FIGURA 8.1. PROCESO DE ASIMILACIÓN DE NUTRIMENTOS Y METABOLISMO DE LA


PLANTA DE BANANO.

La planta a su vez para cumplir con sus procesos biológicos naturales


requiere realizar el proceso conocido como catabolismo, es un proceso contrario
al anterior donde la planta usa las sustancias elaboradas, las desdobla en
presencia de O2 para convertirse en CO2 H2O y calor de la siguiente manera:

n (CH2O)+O2  CO2+H2O+E.
El CO2, el H2O y la energía en forma de calor se pierden en la atmósfera, en
este proceso el intercambio de O2 por CO2 es en volúmenes equivalentes y se
conoce como cociente respiratorio.

Este es un proceso de defensa de la planta para protegerse de condiciones


ecológicas adversas, en el cual se gasta parte de la energía acumulada en la
planta por medio de la fotosíntesis.

Entre la fotosíntesis y la respiración debe de haber un balance positivo,


de tal forma que las sustancias elaboradas y la energía acumulada por la
fotosíntesis sean mayores que las gastadas por la respiración, para un normal
desarrollo de la planta en crecimiento y producción, por tanto el equilibrio
fotosintético es la base de la producción vegetal.

Diversos factores pueden modificar ese balance:


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1. El oxígeno de los suelos es absorbido por la planta para la formación de


carbohidratos, ante la ausencia de O 2 la planta revierte el proceso y obtiene
energía de las sustancias fotosintéticas; por lo tanto el uso eficiente de las
sustancias fotosintetizadas depende de la presencia óptima de O 2 en el suelo.
Suelos anaeróbicos aceleran la respiración produciéndose una respiración
fermentativa que produce muy poca energía con alto costo de productos
sintetizados.

En esas condiciones, los procesos metabólicos se vuelven lentos y rara


vez llega a la fase final en proteínas y carbohidratos complejos. La raíz no se
expande para interceptar nutrientes y la planta sufre de falta de agua y
nutrimentos, aprovechando poco la fertilización.

2. La cantidad de O2 en un suelo tropical productivo debe ser alrededor del 10%


(Primavesi, 1982).

3. El H2O es indispensable en el proceso de fotosíntesis; sin ésta los procesos no


se efectúan y la formación de carbohidratos es incompleta.

4. La alta temperatura de los climas tropicales acelera la respiración, provocando


el cierre temprano de las estomas, y una reducción sensible de la fotosíntesis,
no obstante se mantiene la respiración con un gasto importante de productos
sintetizados que no se pueden reponer.

Los climas tropicales resultan beneficiosos a las plantas, bajo las siguientes
condiciones:

4.1 Suelo protegido de sobre calentamiento por exposición solar que


acelera la respiración.

4.2 Existencia de agua suficiente a libre disposición de la planta.

4.3 Suficiente cantidad de aire (O 2) en el suelo, sin costras superficiales o


tablas de agua altas, que dificultan la penetración de aire atmosférico,
manteniendo el equilibrio indispensable entre la oxidación y la reducción.

Condiciones de anaerobismo, pueden dificultar la absorción de los


nutrientes por las raíces; o bien hacer que por reducción se conviertan en
sustancias tóxicas o se pierdan por evaporación, tal es el caso del nitrógeno
en la desnitrificación, donde las pérdidas hacia la atmósfera pueden llegar
hasta un 70% del nitrógeno total del suelo, asimismo, las concentraciones
de CO2 pueden llegar hasta un 3%, siendo tóxico para las plantas.

4.4 Suficientes nutrimentos y bien balanceados a disposición de la planta.


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4.5 Area foliar eficiente y suficiente, para facilitar el proceso fotosintético.

NUTRICION EN LA PLANTA DE BANANO

El banano es una planta de muy rápido crecimiento, que requiere para su


normal desarrollo y producción una buena cantidad de nutrimentos disponibles en
el suelo. Estos pueden ser aportados en parte por el mismo suelo o por residuos
de cosechas; es indispensable, sin embargo, agregar fertilizantes en cantidades y
proporciones por lo menos iguales o equivalentes a los nutrimentos extraídos por
la cosecha para obtener producciones económicamente rentables.

Las necesidades nutricionales de las plantas de banano están relacionadas,


en primer término, con el aprovechamiento que se desea obtener de la cosecha en
un momento dado, de acuerdo a las características de los mercados. En segundo
término, la nutrición depende del tipo de clon bajo cultivo y de la potencialidad
productiva del mismo. Es bien conocida la exigencia de potasio en los clones del
subgrupo “Cavendish”, mientras que para el clon “Gros Michel“ el nutrimento
base es el nitrógeno. Con respecto a la potencialidad de producción, los clones
enanos del subgrupo “Cavendish “ tienen mayor potencialidad de producción que
los semi-enanos (“Valery”) y los gigantes (“Lacatán”), y por lo tanto la aplicación de
nutrimentos debe estar relacionada con dicha potencialidad, a fin de obtener los
máximos rendimientos.

En tercer término, debe considerarse la densidad de población de las


unidades de producción, altas poblaciones requieren contenidos grandes de
nutrimentos. Por otro lado, debe tomarse en cuenta el estado fitosanitario de la
plantación, altas infestaciones de nemátodos y de insectos en el suelo, así como
infecciones grandes de hongos o bacterias, modifican la capacidad de la planta
para absorber nutrimentos. En esas circunstancias, sería necesario tenerlos
disponibles en forma permanente en el suelo, aunque en menor cantidad que en
una planta con toda la capacidad para absorberlos.

En cuarto término, resulta importante el balance de nutrimentos en el suelo,


éste al ser deficiente en uno o varios elementos requiere de adiciones de acuerdo
a sus necesidades; es por ello que el autor recomienda planes de fertilización para
cada serie de suelos y en algunos casos para cada tipo.

En la nutrición de la planta de banano se debe considerar el efecto residual


de los elementos aplicados con anterioridad; el P, K, Ca, Mg, S y los elementos
menores, que se concentran en el suelo cuando se aplican en cantidades
elevadas y constantes; altas concentraciones de algún nutrimento, pueden
restringir la absorción normal de otro u otros elementos, y en algunos casos puede
llegar a provocar hasta fitotoxicidad con pérdidas importantes en el desarrollo de la
planta y en las cosechas.
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La época de aplicación de fertilizante y la dosis se fijan de acuerdo a las


condiciones climatológicas y el desarrollo de la planta. Por ejemplo, el uso de
nitrógeno es muy conveniente previo a una época seca, y en condiciones
adversas la dosis debe reducirse. Si la situación es favorable, el uso de altas
concentraciones de nutrimentos es recomendable.

Debido a la importancia que tiene la nutrición en el cultivo del banano se ha


hecho una exhaustiva investigación bibliográfica, que junto con la experiencia del
autor y sus colaboradores en ese campo, permite obtener un conocimiento
bastante amplio sobre el tema, con el fin de permitir su aplicación a
investigadores y técnicos en nutrición del banano.

Contenidos Nutricionales en los Diferentes Órganos de las Plantas de Banano y en


Diferentes Fases de Desarrollo Fenológico.

Los diferentes órganos de las plantas de banano contienen niveles


nutricionales variables. Los clones del subgrupo “Cavendish“ tales como “Gran
Enano” y “Valery” tienen necesidades nutricionales parecidas para un rendimiento
similar. Marchal y Mallessard (1979), ofrecen promedios de los niveles
nutricionales contenidos en los diferentes órganos de la planta de banano de los
clones anteriormente citados (Cuadros 8.3 y 8.4).

En los cuadros en referencia se deduce que del peso total de un racimo


fresco de 41,22 Kg del clon “Gran Enano” y 41,93 kg. de “Valery “; el contenido de
nitrógeno (N) es de 65,29 g para el primer clon y 67,2 g para el segundo; de este
total, el mayor contenido está en la pulpa y el menor en el raquis. Con respecto al
fósforo (P), el racimo de “Gran Enano” tiene 7,83 g y el de “Valery “ 9,10 g, el
contenido mayor está en la pulpa. El potasio (K) es el elemento que se encuentra
en mayor concentración en el racimo, los valores llegan a ser de 206,2 g para el
primer clon y 237,5 g para el segundo, observándose las cantidades más altas en
la pulpa.

El calcio (Ca) muestra un comportamiento poco usual, ya que su contenido


de 4,96 g para el clon “Gran Enano “ es bajo en comparación con el contenido de
8,91 g en el “Valery”; el contenido mayor en ambos casos se encuentra en la
cáscara. El magnesio (Mg) tiene un comportamiento semejante para ambos clones
y se concentra en la pulpa. El azufre (S), con 7,83g para “Gran Enano” y 10,61
para “Valery” es normal y se concentra en la pulpa.

Con respecto al total de la planta madre; tomando como referencia un peso


total fresco de 140,56 kg para “Gran Enano“ y 123,26 Kg para el “Valery”, se
observa que los contenidos de materia seca son equivalentes y con base en ellos
se concluye que con excepción del nitrógeno, las cantidades de los demás
nutrimentos son mayores en el clon “Valery” que en el “Gran Enano", lo que
podría hacer pensar en una mayor exigencia en cuanto a nutrición del primero con
respecto al segundo.
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CUADRO 8.3.

CONTENIDOS PROMEDIOS DE NUTRIMENTOS, DE MATERIA FRESCA Y SECA DE UNA


PLANTA DE BANANO DEL CLON “GRAN ENANO”.

Parte de la Materia Materia


planta fresca Seca N P K Ca Mg S
kg % g % G % G % g % g % G % g
Pulpa 23,04 25,8 5.594 0,76 45,3 0,09 5,53 1,70 101,2 0,01 0,71 0,13 7,92 0,1 6,37
Cáscara 15,31 9,1 1.387 1,25 17,3 0,14 1,97 6,04 83,8 0,28 3,81 0,15 2,09 0,1 1,11
Raquis 2,87 5,5 158 1,65 2,6 0,21 0,33 13,4 21,2 0,28 0,44 0,18 0,28 0,2 0,35
4
Total racimo 41,22 18,2 7,459 0,87 65,2 0,10 7,83 2,75 206,2 0,07 4,96 0,14 10.29 0,10 7,83
Raquis 14,80 4,4 657 1,28 8,4 0,13 0,87 10,3 67,7 0,38 2,49 0,31 0,02 0,1 0,90
interno (tallo
verdadero)
Hoja entera* 16,54 17,0 2.81 1,73 48,6 0,13 3,55 2,92 82,0 1,42 39,81 0,29 8,13 0,2 4,08
Total planta 140,56 11,2 15.799 167,2 16,81 601,3 92,32 35,02 15,82
madre**
Total hijo*** 12,96 7,7 966 15,6 1,48 45,5 3,88 2,66 1,13
Total planta 153,52 10,9 16,965 178 18,29 646,8 96,20 37,68 16,95
madre más
hijo

* Incluye peciolo, nervio y limbo.


** Incluye: los ya citados arriba más vainas y cormo.
*** Incluye: hoja entera, vainas, hoja inmadura y cormo.
Fuente: Marchal y Mallesard, (1979).

CUADRO 8.4.
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Contenidos Promedios de Nutrimentos y de Materia Fresca y Seca de una Planta de


Banano del Clon “Gran Enano”.

Parte de Materia Materia N P K Ca Mg S


la planta fresca Seca
Kg % G % g % G % g % g % G % g
Pulpa 20,83 27,4 5.711 0,78 45,5 0,11 6,00 1,75 99,9 0,04 2,17 0,14 7,94 0,2 8,40
Cáscara 17,30 10,1 1.752 1,11 19,5 0,14 2,49 6,18 108,3 0,34 5,90 0,16 2,77 0,1 1,63
Raquis 3,80 5,8 221 1,45 3,2 0,28 0,61 13,3 29,3 0,38 0,84 0,18 0,39 0,3 0,58
Total 41,93 18,3 7.684 0,88 67,2 0,12 9,10 3,09 237,5 0,12 8,91 0,14 11.10 0,14 10,61
racimo
Raquis 13,48 5,1 686 1,05 7,2 0,14 0,96 10,13 69,5 0,35 2,39 0,25 1,74 0,1 0,95
interno
Hoja 13,27 19,0 2.523 1,52 38,4 0,12 2,98 3,35 8,44 1,17 29,40 0,29 7,20 0,1 3,41
entera*
Total 123,26 13,0 15.999 142,4 18,04 627,9 96,73 36,61 18,38
planta
madre**
Total 21,78 7,9 1.726 21,7 2,87 90,0 8,78 4,64 2,01
hijo***
Total 145,04 12,2 17,725 164 20,91 717,9 105,51 41,25 20,39
planta
madre
más hijo

* Incluye peciolo, nervio y limbo.


** Incluye: los ya citados arriba más vainas y cormo.
*** Incluye: hoja entera, vainas, hoja inmadura y cormo.
Fuente: Marchal y Mallesard, (1979).

En estudios efectuados bajo dirección del autor, por Tavares y Falquez


(1997), como trabajo de graduación en la Escuela de Agricultura de la Región
Tropical Húmeda (EARTH), Costa Rica, sobre contenidos de biomasa, peso seco,
peso húmedo y contenido de nutrimentos para los diferentes órganos de la planta
de banano, en las diferentes fases de desarrollo del ciclo vegetativo, del clon
“Gran Enano”, Cuadro 8.5 se encontró:
17

CUADRO 8.5.

Contenido de Biomasa y Materia Seca de N, P, K, Ca, Mg, S, Fe, Cu, Zn, Mn, y B por
planta presentes en cada Órgano y en la Planta Total en cada Fase del Desarrollo
Fenológico.
N P K Ca Mg S Fe Cu Zn Mn B
ORGANO * FASE BIOMASA MATERIA g (totales) mg (totales)
(Kg) SECA (Kg)
INICIAL 0,17 0,02 0,21 0,02 0,83 0,05 0,04 0,01 24,73 0,18 0,32 1,90 0,21
F-10 0,20 0,02 0,25 0,02 0,75 0,05 0,05 0,02 69,33 0,28 0,25 2,90 0,19
RAICES F-M 0,32 0,02 0,37 0,03 0,90 0,09 0,07 0,03 46,18 0,31 0,50 3,96 0,24
** FLORACION 0,94 0,08 1,13 0,08 3,73 0,35 0,28 0,06 264,04 1,45 1,39 11,22 1,20
COSECHA 0,29 0,08 0,37 0,02 0,86 0,11 0,12 0,02 77,31 0,6 0,51 3,73 0,38

INICIAL 1,43 0,17 2,96 0,36 9,17 0,25 0,39 0,21 74,20 1,87 4,26 12,71 1,59
F-10 3,62 0,27 4,01 0,46 16,04 0,58 0,81 0,34 59,47 2,22 4,83 18,83 2,55
CORMO F-M 5,4 0,41 4,96 0,44 14,60 0,85 1,27 0,35 122,80 3,17 8,52 19,56 2,27
FLORACION 12,90 1,29 15,99 1,14 46,04 4,91 6,67 0,62 453,94 6,73 16,30 170,71 12,16
** COSECHA 17,87 2,66 28,05 1,49 69,34 5,38 11,02 1,13 245,74 9,49 16,38 74,08 11,75

INICIAL 0,73 0,03 0,50 0,06 1,86 0,11 0,07 0,03 9,26 0,21 0,42 5,19 0,33
F-10 3,34 0,12 2,44 0,23 10,58 0,85 0,51 0,12 9,81 0,91 0,51 17,46 1,54
PSEUDOTALLO F-M 4,36 0,16 3,22 0,27 12,09 1,33 0,66 0,16 13,05 1,50 1,57 26,26 2,06
FLORACION 52,83 2,66 20,30 2,34 97,37 20,30 15,52 1,06 764,33 12,23 23,92 307,75 25,51
** COSECHA 66,80 3,52 35,74 2,89 122,67 31,23 23,55 1,69 444,85 22,58 56,40 214,32 31,72

INICIAL 0,01 0,01 0,01 0,00 0,02 0,00 0,00 0,00 0,63 0,01 0,01 0,17 0,01
F-10 0,06 0,01 0,21 0,02 0,30 0,04 0,03 0,03 1,92 0,12 0,34 4,06 0,08
HOJAS F-M 0,29 0,04 1,00 0,07 1,31 0,15 0,13 0,09 3,97 0,36 0,60 5,84 0,33
FLORACION 14,70 2,77 67,70 4,61 80,41 24,75 11,15 4,55 456,16 20,53 57,16 917,31 24,42
COSECHA 8,40 1,85 39,39 2,40 41,05 30,23 8,19 3,06 196,00 10,70 33,22 867,07 18,83

FRUTOS ** COSECHA 32,30 6,27 53,67 6,39 127,65 3,39 7,27 2,76 191,85 22,57 52,66 70,22 47,65

PLANTA INICIAL 2,34 0,22 3,68 0,43 11,88 0,40 0,51 0,26 108,82 2,27 5,02 19,97 2,14
TOTAL F-10 10,23 0,41 6,90 0,73 27,67 1,53 1,40 0,51 140,53 3,54 5,93 43,25 4,37
F-M 10,37 0,63 9,55 0,81 28,90 2,43 2,12 0,62 186,01 5,33 11,20 55,63 4,90
FLORACION 81,37 6,89 105,12 8,16 227,55 50,32 33,63 6,29 1938,47 40,94 98,76 1406,99 63,29
** (MAXIMAS) COSECHA 125,16 13,93 186,29 15,46 403,80 70,58 53,27 10,19 2130,32 76,60 183,99 1477,21 110,94

* Los datos por fase son acumulativos y no pueden ser sumados como un total.
** Para el total acumulado de cosecha, se usan los datos máximos en floración
o cosecha, ya que la pérdida de raíces y hojas, hacen que los contenidos en
cosecha puedan ser inferiores a los obtenidos en la fase previa de floración, pero
las necesidades totales de la planta son máximas.

Que el órgano que genera menor cantidad de biomasa por planta, son las
raíces en el momento de floración, con un total de 0,94 kg; resultados equivalentes
para el peso seco y peso húmedo.

El órgano de mayor biomasa, peso seco y peso húmedo, es el pseudotallo,


con 66,80, 3,52 y 63,27 kg respectivamente; el fruto, le sigue en importancia
cuantitativa con 32,30 Kg, seguido por el cormo con 17,87 Kg , y de último las
hojas con 8,40 kg.

La relación de biomasa, peso seco, peso húmedo, para una planta sana y
bien nutrida, muestra que en un peso total de biomasa para una planta en el
momento de la cosecha, el 0,75% son raíces, 14,15% cormo, el 52,88%
pseudotallo, 6,65% hojas y 25,57% del fruto.
18

Materia Seca (gramos)


13500
12000
10500
9000
7500
6000
4500
3000
1500
0 0 104 195 320 404
Y F10 FM F C
Fases del Desarrollo Fenológico (días)

Se analizan los contenidos de materia seca por fases de desarrollo


fenológico, (Figura 8.2), se observan un bajo contenidos de las Fase I hasta FM y
un crecimiento exponencial hasta cosecha.

Si se determina el contenido de nutrimentos por órgano vegetativo, con


base en el peso seco para una planta, se encuentra que el contenido total de
nutrimentos de las raíces es el más bajo de la planta, ello es proporcional al
contenido de biomasa.

Si se analiza el contenido de nutrimentos por fases de desarrollo, de


acuerdo a la curva de crecimiento se observa que los mayores contenidos se
encuentran en la fase de floración, donde el K es el más importante entre los
elementos mayores y medios con 3,73 g, mientras que el Fe es el más alto de los
elementos menores, con 264,04 mg por planta.

Se observa asimismo, que el contenido de nutrimentos aumenta con la


edad de la planta, llega al máximo en la fase de floración y disminuye muy
sustancialmente al momento de la cosecha, por motivo de pérdida de raíces.

Del contenido de elementos mayores y medios del cormo, el potasio es el


más alto con 69,34 g por planta, seguido del N con 28,05 g en el momento de la
cosecha; con respecto a los elementos menores, el comportamiento es similar al
de las raíces, con muy altos contenidos de Fe.

El contenido de nutrimentos aumenta con la edad, el cormo a diferencia de


las raíces y las hojas incrementa el contenido de nutrimentos hasta la cosecha, lo
que se muestra como una gran reserva de nutrimentos para ser utilizados por los
retoños o hijos en las primeras fases de desarrollo. El Fe y el Mn son divergentes
19

es este aspecto y su máxima concentración se encuentra en el momento de la


floración.

El pseudotallo tiene un comportamiento muy similar al cormo como


depositario de nutrimentos con la edad, tanto en elementos mayores como
menores. La concentración de nutrimentos en el pseudotallo al momento de la
cosecha, muestra a este órgano como una gran reserva nutritiva para los nuevos
brotes, por lo que pseudotallos vigorosos con gran reserva nutrirán hijos
vigorosos, que darán origen a plantas muy productivas. Es por ello, que durante la
cosecha debe dejarse la mayor parte del pseudotallo como reserva de nutrimentos
para el “retorno”. En las hojas, tanto los elementos mayores como los menores
aumentan hasta la floración, momento en que existe mayor cantidad de hojas.

En ese órgano el contenido de nutrimentos disminuye a la cosecha, con


excepción del Ca. En el fruto, el mayor contenido es el K con 127,65 g, seguido
del N (53,67g). En los elementos menores, el contenido mayor es el Fe con 191,85
mg seguido como es lógico del Mn con 70,22 mg.

CURVA DE ABSORCIÓN DE NUTRIENTES

Si se analiza las necesidades de nutrimentos de la planta total en sus fases


de desarrollo fenológico, de acuerdo a la curva de crecimiento (Figura 8.2) se
encuentra: (Cuadro 8.5) que las necesidades nutricionales como curvas de
absorción desde la fase inicial hasta la FM son muy bajas en comparación con las
fases adultas, y ello es consecuencia del bajo contenido de biomasa que se
desarrolla en esas fases (10,37 kilos). A partir de la FM, el desarrollo de biomasa
es exponencial, incrementándose ocho veces hasta la floración y doce veces
hasta la cosecha. Ese crecimiento acelerado requiere de altos contenidos de
nutrimentos sin excepción, acelerándose sus necesidades en las etapas previas a
la cosecha, donde la relación de contenidos por fase, muestra con gran
transparencia las necesidades de la planta de banano para cada fase.
20

Figura 8.3. Curva de Absorción de Nutrimentos para las plantas de banano.

En los Cuadros 8.6 y 8.7 y Figura 8.4 se dan los contenidos de


nutrimentos para 1900 plantas (1 hectárea), en un ciclo vegetativo de 404 días,
para el clon “Gran Enano”, tanto para las fases de desarrollo fenológico, como
órganos de la planta.

CUADRO 8. 6.

Necesidades nutricionales (N, K, P, Ca, Mg, S, Fe, Cu, Zn, Mn y B en Kg) en cada uno
de los órganos de la planta de banano para 1900 plantas en un ciclo de 404 días.

Organos N P K Ca Mg S Fe Cu Zn Mn B
Raíces 2,15 0,15 7,09 0,66 0,53 0,11 0,5 0,003 0.026 0.02 0.01
Cormo 53,2 2,83 131,8 10,22 20,94 2,15 0,86 0,018 0.031 0.32 0.02
Pseudotallo 67,9 5,49 233,1 59,34 44,74 3,21 1,45 0,043 0.107 0.58 0.05
Hojas 128,63 8,76 152,8 57,44 21,18 8,67 0,87 0,038 0.109 1.76 0.05
Fruto 101,97 12,14 242,5 6,44 13,81 5,24 0,36 0,043 0.100 0.13 0.09
Total 353,85 29,37 767,2 134,1 101,2 19,35 4,04 0.145 0.360 2.80 0.21
21

420
405
390
375
360
345
330
315
300
285
270
Nutrientes (Kg) 255
240
225
210
195
180
165
150
135
120
105
90
75
60
45
30
15
0
Raíces Cormo Pseudotallo Hojas Fruto

Órganos de la planta

N P K Ca Mg S Fe Cu Zn Mn B

Figura 8.4 Contenido de Nutrimentos (N, P, K, Ca, Mg, S, Fe, Cu, Mn, y B) en cada
Órgano de la Planta de Banano al momento de la cosecha.

Del Cuadro 8.6, Figura 8.4, es posible concluir, que al momento de la cosecha, el
cormo, el pseudotallo y las hojas son grandes depositarios de nutrimentos que no
se trasladan al fruto, y que el pseudotallo y el cormo son reservas indispensables
que guarda la planta madre para la nutrición del hijo de sucesión (retorno).

CUADRO 8. 7.

Necesidades nutricionales (N, K, P, Ca, Mg, S, Fe, Cu, Zn, Mn y B en Kg) en cada
una de las fases de desarrollo de la planta de banano para 1900 plantas en un
ciclo de 404 días.

Fases N P K Ca Mg S Fe Cu Zn Mn B
INICIAL 6,99 0,82 22,57 0,76 0,97 0,49 0,21 0,004 0.010 0.038 0.01
F-10 13,11 1,38 52,58 2,91 2,66 0,97 0,27 0,007 0.011 0.082 0.08
F-M 18,14 1,54 54,91 4,62 4,03 1,18 0,35 0,01 0.021 0.106 0.09
FLORACIÓN 199,72 15,5 432,4 95,61 63,9 11,95 3,68 0,078 0.188 2.673 0.12
COSECHA 353,85 29,37 767,2 134,1 101,2 19,35 4,04 0,145 0.350 2.801 0.21

Estudios sobre este mismo tema realizados por López y Arias (1998), para
Chiquita Brands, con el clon “Williams”, sembrado con plantas de cultivo de
tejidos, en altas densidades de siembra y en doble hilera (“HIDRAC”), y con el
propósito de fertilizar las plantas de acuerdo a la edad de las mismas, encontraron
lo siguiente: (Cuadro8.8):
22

Es posible concluir, que durante las primeras 16 semanas del ciclo de vida
de las plantas los elementos no son requeridos en altas cantidades, aunque
se necesita de su presencia para un adecuado crecimiento de la planta,
información semejante a la encontrada por Tavares y Falquez, (1997). Por
lo que para este período se deben utilizar en los programas de fertilización
fórmulas completas en pequeñas dosis, pero que suplan la mayoría de
nutrientes que requiere la planta.

CUADRO 8.8.

Cantidad de Nutrimentos (g/planta) Absorbidos por Plantas de Banano de


Diferentes Edades y Sembradas en Sistema “HIDRAC”.

SEMANA N P K Mg Ca S Fe Mn Cu Zn B
2 0.8 0.1 0.8 0.1 0.5 0.050 0.007 0.009 0.0002 0.0006 0.0002
4 1.3 0.1 2.3 0.2 0.6 0.130 0.017 0.035 0.0003 0.001 0.0004
7 2.2 0.2 4.7 0.2 1.0 0.160 0.023 0.027 0.0007 0.003 0.001
10 6.7 0.5 18.9 0.8 3.0 0.460 1.177 0.028 0.0036 0.01 0.003
14 6.8 0.7 23.5 1.2 3.5 0.670 0.457 0.044 0.0049 0.016 0.004
16 14.6 1.5 46.0 2.0 7.3 1.270 0.375 0.106 0.0073 0.042 0.009
23 20.6 2.5 80.1 3.1 12.0 1.810 0.411 0.162 0.0097 0.069 0.015
25 30.6 4.1 144.4 5.7 22.7 2.800 0.775 0.265 0.0187 0.081 0.027
27 43.6 4.5 131.3 6.6 30.5 3.500 0.605 0.254 0.0197 0.116 0.035
29 39.4 5.2 184.2 9.8 28.3 3.350 0.789 0.218 0.0178 0.133 0.037
32 45.6 5.1 183.1 8.9 36.8 3.520 0.696 0.492 0.0296 0.178 0.038
0
1 Para el período de rápido crecimiento de la planta (después de la semana 16)
que coincide con la Fase FM en cultivos establecidos, se debe aumentar el
uso de fertilizantes al suelo, altos sobre todo en N y K, este aspecto se
visualiza muy bien en las curvas de absorción (Figura 8.3).

NUTRIMENTOS INMOVILIZADOS POR LA PLANTA

Los nutrimentos inmovilizados por la planta, son todos los elementos


contenidos por la planta total en sus diferentes órganos y como un máximo.

La cantidad de elementos inmovilizados en las plantas de banano


(planta madre más hijo) para producir una tonelada de racimos se muestra en el
Cuadro 8.9, donde se observa que “Valery “ inmoviliza más elementos
nutricionales que “Gran Enano”, aunque las exigencias de N en este último son
mayores. Se concluye que en los clones estudiados existen altos contenidos de
potasio (K), indicando que este elemento es requerido en mayor proporción que
los demás nutrimentos.
23

CUADRO 8.9.

Nutrimentos Inmovilizados (kg) en las Plantas de Banano Para Producir 1000 kg de


Racimos.

Elemento Robusta (Valery) Gran Enano


-----------------Kg---------------
N 3.90 4.30
P 0.51 0.43
K 17.10 15.80
Ca 2.50 2.30
Mg 0.97 0.93
S 0.48 0.42
Fuente: Marchal y Mallessard, (1979).

Twyford y Walmsley (1974b) asumen que los brotes de banano en un


estado de desarrollo llamado; “espada” o “cola de burro“ pueden inmovilizar
elementos nutricionales tomados ya sea del suelo, de los fertilizantes u otra parte
del tallo en proporción de; 30 gramos de N, 5 g de P, no menos de 100 g de K, 14
g de Ca y 10 g de Mg. De acuerdo con ellos, tal cantidad de elementos indica la
necesidad de una rigurosa y temprana deshija. Lo que es contrario a la tesis
sostenida por el autor de este libro, ya que debido a las altas pérdidas es
necesario inmovilizar la mayor cantidad de nutrimentos, para obtener una
disponibilidad más lenta, resultado de la mineralización de esos órganos cuando
se corten con la deshija.

En el Cuadro 8.10 se da el total de nutrimentos inmovilizados por planta


adulta de banano, para 1900 plantas equivalentes a 1 hectárea para sus diferentes
órganos, y en diferentes fases de desarrollo.

El elemento más absorbido e inmovilizado es el K, con 767,22 kg /ha y el


órgano que más lo inmoviliza es el fruto con 242,53 kg, le sigue en orden de
importancia por cantidad el N con 353,85 kg, siendo las hojas el mayor fijador con
128,63 kg a la floración. El calcio con 134,10 kg, es el tercer elemento de
importancia, y los órganos más fijadores son el pseudotallo y las hojas durante el
período de floración; el Mg con 101,21 kg es muy importante, y el pseudotallo es el
gran fijador a la floración.

El total fijado de P y el S es de 29,37 kg y 19,35 kg respectivamente. De


los elementos menores el más fijado es el Fe, seguido por el Mn, con 4,04 Kg y
2,81 kg. El Zn, B, Cu, fijan cantidades relativamente menores con 0,37 Kg, 0,22 Kg
y 0,14 Kg respectivamente.

De lo anterior es posible deducir, que para un buen desarrollo y producción


de una planta de banano, es necesario que el suelo, la atmósfera y el hombre,
suplan esas necesidades a cabalidad.
24

CUADRO 8.10.

Nutrimentos Inmovilizados para 1900 Plantas de Banano (kg) durante un Ciclo


Vegetativo (404 días) en una Plantación Establecida.

FASES N P K Ca Mg S Fe Cu Zn Mn B

INICIAL 6,99 0,82 22,57 0,76 0,97 0,49 0,2 0 0,010 0,04 0
F 10 13,11 1,38 52,58 2,91 2,66 0,97 0,3 0,01 0,01 0,08 0,1
FM 18,14 1,54 54,91 4,62 4,03 1,18 0,4 0,010 0,02 0,11 0,1
FLORACION 199,72 15,50 432,35 95,61 63,90 12 3,7 0,08 0,19 2,67 0,1
* COSECHA 353.85 29,37 767,22 134,10 101,21 19,35 4,04 0,145 0,373 2,801 0,22

ORGANOS *
RAICES 2,15 0,15 7,09 0,66 0,53 0,11 0,50 0,003 0,026 0,02 0,01
CORMO 53,20 2,83 131,75 10,22 20,94 2,15 0,86 0,018 0,031 0,32 0,02
PSEUDOTALLO 67,90 5,49 233,07 59,34 44,74 3,21 1,45 0,043 0,107 0,58 0,05
HOJAS 128,6 8,76 152,8 57,44 21,18 8,64 0,9 0,038 0,109 1,76 0,05
FRUTO ** 102 12,1 242,5 6,44 13,81 5,24 0,4 0,043 0.100 0,13 0,09
TOTAL 353,9 29,4 767,2 134,10 101,2 19,35 4,04 0,15 0,37 2,81 0,2
* Para el cálculo se usa la necesidad máxima de cada fase
** Equivalente a extracción de la cosecha.

Nutrimentos Extraídos por la Cosecha

Del total de nutrimentos inmovilizados por la planta, una parte muy


importante regresa al suelo por medio de los residuos de cosecha, y pérdida de
partes de órganos como hojas y raíces, a su vez la atmósfera aporta N y el suelo
otros elementos. Los nutrimentos extraídos por la planta que deben reponerse son
los del fruto o cosecha removida.

Montagut y Prével (1965), indican que en una plantación con un rendimiento


de 30 ton/ha de fruta, es necesario suministrar para compensar las extracciones:
60 kg de nitrógeno (N), 12,5 kg de pentóxico de fósforo (P 2O5) y 100 kg de óxido
de potasio (K2O).

Twyford y Walmsley (1974a), llegan a resultados parecidos y dicen que para


una extradición de 1853 racimos de “Valery” por ha/año es necesario agregar por
fertilización, 56,3 kg de nitrógeno (N); 24,3 kg de pentóxico de fósforo (P 2O5);
220,5 kg de óxido de potasio (K2O); y 8,8 kg de óxido de magnesio (MgO)
(Cuadro 8.11).

En 1962, Prével, informó que por cada tonelada de fruta extraída, un


plantador bananero debía agregar como mínimo a su plantación, 2 kg de N, 0,5 kg
de P2O5 y 6 kg de K2O. Agrega que para una buena producción de 40 ton/ha/año,
hará falta adicionar, 80 kg de N (400 kg/ha de sulfato de amonio, es decir, 160
g/planta); y 240 kg de potasio (400 kg de K2O al 60 % ó 160 g/ planta).
25

De los resultados de Tavares y Falquez (1997) (Cuadro 8.10), se puede


concluir, que para una producción total bruta de 60 toneladas/ha para un ciclo
vegetativo del clon “Gran Enano”, la extracción de N es de 101,97 kg; 12,14 kg de
P; 242,53 kg de K; 6,44 kg de Ca; 13,81 kg de Mg y 5,24 kg de S. La extracción de
elementos menores es proporcional, y el elemento que más se extrae es el Fe,
seguido de Mn, Zn, B y Cu.

CUADRO 8.11.

Nutrimentos Extraídos en el Racimo de Bananos del Clon “Robusta”, (Granada).

Nutrimento Raquis Racimo* 1852** Fertilizante


(g) (g) (g) Racimos
(Calculados como óxidos) P, K, Ca y Mg
(kg/ha) calculados como
óxidos (kg/ha)
N 2,9 30,4 56,3 56,3
P2O5 0,5 5,7 10,6 24,3
K2O 19,3 98,8 183 220,5
CaO 0,8 3,4 6,3 8,8
MgO 1,0 6,7 12,4 20,7
* Nutrimento en las frutas y raquis externo
** Producción por 1 ha por año
Fuente: Twyford y Walmsley, (1974b).

Necesidades Nutricionales de la Planta de Banano

Con la información antes expresada, es posible fijar con bastante certeza


las necesidades nutricionales de la planta de banano mediante la elaboración de
una curva de absorción, sin tomar en consideración si los aportes del suelo, la
atmósfera o el hombre son insuficientes, desbalanceados o inoportunos de
acuerdo a las necesidades de la planta en cada fase de desarrollo.

Debe de tomarse en cuenta al oxígeno (O 2), ya que es de gran importancia


como nutrimento primario, para el cual la planta de banano parece ser muy
habida; posiblemente a ello se deba, que alrededor del 85 % de las raíces del
banano sean superficiales (Cuadro 8.1). Primavesi (1982) considera que un suelo
tropical productivo, debe de tener alrededor de un 10% de O 2, por lo que es de
suponer, que las necesidades de la planta de banano son aun mayores.

Otro componente del suelo de gran importancia para la planta es la materia


orgánica (M.O), cuyas respuestas a la aplicación son muy evidentes en Islas
Canarias, Camerún, Costa de Marfil, entre otros lugares, donde se aplican hasta
60 toneladas por ha –1.
Si se usa la información generada por Tavares y Falquez (1997), en el
Cuadro 8.10 se encuentra que para una hectárea con 1900 plantas, la cantidad
necesaria de N es de 353,85 kg, del cual el fruto extrae 101,97 kg y el remanente
de 251,88 kg es aportado por residuos de la planta al suelo. En el caso del K, la
necesidad es de 767,22 kg, del cual el fruto extrae 242,53 kg y el remanente de
26

524,69 kg regresa al suelo. El P necesitado es de 29,37 kg y el extraído de 12,14


kg. En el resto de los elementos, tanto mayores como menores, se da una
situación semejante.

Entonces se puede decir, que si las plantas están sanas y vigorosas, con
suelos bien nutridos y balanceados, oxigenados y con buen contenido de materia
orgánica, sólo sería necesario aplicar como fertilizantes químicos los elementos
extraídos por la cosecha, esto es: N:101,97 kg/ha, P: 12,14 kg, K; 242,53 kg, Ca:
6,44 kg, Mg: 13,81 kg, S: 5,24 kg, Fe: 0,36 kg, Cu: 0,04 kg, Zn: 0,10 kg, Mn: 0,13
kg y B: 0,09 kg.

Sin embargo, la situación no parece ser fácil, ya que el poco conocimiento


sobre la fisiología de la planta, un sistema radical ineficiente, pérdida de área
foliar, suelos poco oxigenados y desequilibrados nutricionalmente, condiciones
climáticas adversas y mal manejo de las operaciones de cultivo; hacen necesario
aplicar cantidades muy altas y crecientes de nutrimentos, para satisfacer las
necesidades básicas de la planta bajo condiciones poco sostenibles.

Es por ello que la pérdida de nutrimentos aplicados al suelo debe de


analizarse con mayor profundidad.

Funciones de los Elementos Esenciales

Los elementos esenciales en ocasiones se han clasificado funcionalmente


en dos grupos: Los que participan en la estructura de un compuesto importante y
los que tienen una función activadora de enzimas. No existe una distinción clara
entre estas funciones, ya que varios elementos forman parte estructural de
enzimas esenciales y ayudan a catalizar la reacción química en la que participa la
enzima. Carbono, oxígeno e hidrógeno son los ejemplos más claros de elementos
que realizan ambas funciones, además, el nitrógeno y el azufre, que también se
encuentran en las enzimas, son igualmente importantes. Otro ejemplo de un
elemento con función estructural y de activador enzimático es el magnesio, es
parte estructural de la molécula de clorofila y también activa muchas enzimas. La
mayoría de los micronutrimentos son esenciales, en especial porque son
activadores de enzimas (Robb y Peirpont, 1983).

Todos los elementos en su forma soluble, ya sean libres o unidos de


manera estructural a compuestos esenciales, realizan otra función al contribuir a
los potenciales osmóticos, y por consiguiente ayudan a desarrollar la presión de
turgencia que se necesita para mantener la forma y la velocidad de crecimiento,
así como para mantener determinados movimientos dependientes de la presión
(por ejemplo la apertura de los estomas, y los movimientos de “sueño” de las
hojas). En este aspecto dominan los iones potasio libres y abundantes, aunque en
general todos los iones contribuyen a alguna forma a los potenciales osmóticos y
por tanto a la presión de turgencia. El potasio y quizá el cloruro – ambos iones
monovalentes –, también son elementos necesarios, ya que se combinan de
manera temporal con ciertas enzimas, y a la vez las activan. No se conocen
27

funciones estructurales permanentes que puedan hacer estos elementos


esenciales, ya que realizan funciones estructurales transitorias.

En los párrafos posteriores se hace una descripción de la función de cada


uno de los elementos nutricionales, sus efectos y deficiencias.

Carbono (C)

El carbono junto con el oxígeno y el hidrógeno, constituyen los elementos


básicos de la estructura de las plantas.

El carbono es absorbido directamente por la planta de la atmósfera como


CO2, mediante el proceso de fotosíntesis, donde lo combina con agua y energía
solar para formar la estructura C-H2-O, que en cantidades variables forman los
diversos grupos de carbohidratos, que permitirán a la planta desarrollarse y
producir cosechas (Figura 8.1).

Este proceso metabólico y por ende la absorción de CO 2, puede verse


afectado por diferentes factores negativos; tales como bajas temperaturas, baja
luminosidad, o la presencia óptima de O2 en suelos anaeróbicos, donde los
procesos metabólicos se vuelven lentos, sin llegar a la fase final de proteínas y
carbohidratos complejos, la raíz no intercepta nutrientes y la planta sufre falta de
agua y nutrimentos, aprovechando poco la fertilización.

Parte del C entra al suelo de la atmósfera, que tiene una concentración de


0,0352%, disuelto en el agua de lluvia y transformado en ácido carbónico, que
disuelve parte de los carbonatos de Ca y Mg para formar iones bicarbonato.

El carbono se pierde a la atmósfera en forma de CO 2, por medio del


proceso de respiración de las plantas, microorganismos, animales y por la
descomposición de la materia orgánica, el contenido de CO 2 en los suelos puede
llegar hasta el 1% y en casos extremos hasta un 3% (Black, 1968).

Hidrógeno (H)

Este elemento forma parte indispensable del trinomio C-H 2-O, sin el cual las
plantas no podrían desarrollarse. El H es muy abundante en las regiones
tropicales y las plantas lo absorben del agua del suelo, ya sea por ósmosis
(pasiva) o por gradiente del potencial hidráulico (activa) (Figura 8.1)

Oxígeno (O)

El oxígeno es un elemento indispensable en los procesos metabólicos de


las plantas. Las plantas absorben el oxígeno por la raíz, llega al suelo desde la
atmósfera (donde puede llegar a tener hasta un 20 % de concentración) por
intercambio gaseoso a través de los espacios porosos. Son pocas las excepciones
de plantas que captan oxígeno por las hojas y lo transfieren a la raíz.
28

El equilibrio fotosíntesis–respiración es la base de toda la producción


vegetal, cuando la raíz no encuentra oxígeno suficiente en el suelo, la planta sufre
una respiración anaeróbica o fermentativa, como recurso para sobrevivir, produce
poca energía, la respiración se acelera para movilizar más energía que debería
ser aprovechada en el crecimiento de planta y producción de cosechas. Es por
esta razón, que la mayoría de las plantas necesitan suelos bien aireados, por tanto
la cantidad de oxígeno en un suelo tropical productivo, debe ser como mínimo de
un 10 %.

Las plantas de banano que crecen en las regiones tropicales húmedas,


parecen ser muy sensibles al consumo de oxígeno, es por ello, que una parte
muy importante del sistema radical se mantiene muy superficial. (Capítulo 2;
Cuadro 2).

La falta de oxígeno ocurre cuando se dan ciertas circunstancias, tales como:

1. El suelo es compacto o denso, con macro poros reducidos que permiten una
circulación deficiente de aire; tal es el caso del banano, como monocultivo, con
fuerte compactación de los suelos por intenso tránsito humano (Figura 8.5).
29

SUELO
COMPACTADO

Respiración acelerada,
consumo mayor de los
productos fotosintéticos
FALTA O2

Falta de agua a
la plata
Cosecha pequeña Absorción deficiente,
de calidad inferior unidades portadoras
no son oxidadas

Raíz crece menos,


explora menor
espacio
Metabolismo disminuye, hay poca
energía

Planta mal nutrida


fotosintétiza menos
Raíz se debilita,
absorbe menos

Figura 8.5. Efecto de la Compactación del Suelo sobre las Condiciones de


Crecimiento de una Planta.
Fuente: Primavesi, (1982).

2. El suelo se calienta mucho, por insolación directa, resultado del uso


indiscriminado de herbicidas.

3. Encostramiento superficial de los suelos al manejarse descubierto,


espacialmente en el área de mayor desarrollo radical.

4. Tablas de agua altas que saturan los espacios de poro por periodos mayores
de 72 horas.

5. Precipitaciones persistentes y continuas, que saturan los espacios de poro por


periodos de 72 horas.

La falta de oxígeno en el suelo disminuye el desarrollo vegetal, debido al


metabolismo poco eficiente y a la respiración fermentativa (Edwards, W, M y W.M.
Larson, 1969; citados por Primavesi, 1982).
30

La misma autora dice una frase que resume la importancia del oxígeno en
la nutrición de la planta “cuando una planta sufre carencia de todo, lo que sufre es
ausencia de oxígeno“.

Nitrógeno (N)

Los suelos suelen ser más deficientes en nitrógeno que en cualquier otro
elemento, si bien la deficiencia de fósforo también es muy común. De los
suelos, las plantas absorben el nitrógeno de dos formas: nitrato (NO 3-) y
amonio (NH4+).
Como el nitrógeno está presente en muchos compuestos esenciales, no es
sorprendente que el crecimiento sea lento si no se añade dicho elemento. Las
plantas que contienen una cantidad tal de nitrógeno que limita su crecimiento
muestran síntomas de deficiencia que consisten en una clorosis generalizada,
especialmente en las hojas más antiguas. En casos severos, estas hojas se
tornan por completo amarillas y luego se queman a medida que mueren. Con
frecuencia caen de la planta durante estas dos etapas. Las hojas más jóvenes
permanecen verdes por más tiempo, ya que reciben formas solubles de nitrógeno
provenientes de las hojas más antiguas.

Las plantas que crecen con un exceso de nitrógeno casi siempre tienen
hojas color verde oscuro y presenta abundancia de follaje, por lo común con un
sistema radical de tamaño pequeño y, por consiguiente, con una elevada
proporción parte aérea- raíz (la proporción inversa es frecuente cuando hay
deficiencia de nitrógeno). Las plantas de papa que crecen con sobreabundancia
de nitrógeno muestran un crecimiento excesivo de la parte aérea, con tubérculos
pequeños bajo el suelo. Se desconocen las razones de este crecimiento
relativamente alto de la parte aérea, pero sin duda la translocación de azúcares
hacia las raíces o tubérculos se ve afectada de alguna forma, quizá a causa de un
desequilibrio hormonal. La floración y la formación de semillas en varios cultivos
agrícolas se ven retardadas por exceso de nitrógeno.

El nitrógeno como elemento, sólo es superado en la nutrición de las plantas


por el carbono, el hidrógeno y el oxígeno; éste forma parte de los numerosos
compuestos nitrogenados en la planta, tales como aminoácidos, proteínas, y
vitaminas que son de gran importancia en el crecimiento de las plantas.

El nitrógeno es aportado al suelo: por la atmósfera cuyo contenido de N


llega a un 78%; por la materia orgánica en descomposición y por los fertilizantes
químicos; y mediante procesos de fijación, amonificación y nitrificación son
transformados en NO3- y NH4+, formas de absorción por la planta.

La materia orgánica promueve la fijación de N, ya sea por medios


biológicos, fotoquímicos o por simple absorción del aire. La fijación biológica
puede ser por simbiosis entre bacterias y plantas leguminosas, o asimbiótica, por
organismos de vida libre. La fijación simbiótica puede ser hasta de 20 kg/ha/año y
31

la asimbiótica un mínimo de 40 kg/ha/año (Bertch, 1995). Primavesi (1982), dice


que la fijación de N2 por el suelo puede ser desde 60 a 200 kg/ha/año y que
pueden fijar hasta 70 kg ha/año por el N arrastrado por la lluvia y descargas
eléctricas.

El nitrógeno, aunque penetra en la planta a través de los estomas por el


aire, no puede ser fijado por las células, como sí sucede con el CO 2; por falta de
un enzima específico.

El nitrógeno se pierde del suelo, por lixiviación como NO 3-, por


volatilización como N2 y N2O o por el proceso de desnitrificación (NH 3) como gas
amoniaco. Juega un rol muy importante en la formación de la molécula de clorofila,
determinante en el proceso de fotosíntesis; este elemento, también participa en la
absorción iónica, la respiración, multiplicación y diferenciación celular (Malavolta
et al, 1989; citados por Borges et al, 1997).

Werner y Fox (1977), dicen que este elemento es indispensable en los


primeros meses de crecimiento de la planta, cuando el meristemo está en
desarrollo. Prèvel (1962,1964), dice que la planta nueva tiene las mayores
necesidades.

Lahav y Turner, citados por Borges et al ( 1997), dicen que existe una
correlación positiva (r=0,79) entre la producción de materia seca y el N absorbido.

Del Cuadro 8.10 y la Figura 8.3 se concluyen, que el N es absorbido en


pequeñas cantidades durante la fase inicial a FM; para incrementarse muy
fuertemente en la fase entre FM y Floración, cuando existe el máximo incremento
de biomasa. Las necesidades de N se reducen sustancialmente en alrededor de
un 50% en la fase de floración – cosecha.

Consecuencia de lo anterior, la mayor disponibilidad de N debe


proporcionársele a la planta a partir de FM y hasta floración, en un período
aproximado de 142 días los mayores depositarios N son las hojas y el fruto, y en
menor cantidad las raíces (Figura 8.4).

Las hojas tienen el mayor contenido de N en la fase vegetativa de floración.


El pseudotallo y cormo son órganos almacenadores de este elemento, pero en la
fase de producción o fructificación, los frutos contienen más que el pseudotallo y el
cormo (Twyford y Walmsley, 1974).

Fernández y García (1972), en un estudio sobre el efecto de la nutrición


nitrogenada en la circunferencia del pseudotallo, encontraron que la correlación es
más elevada en la relación circunferencia-número de manos que en la relación
circunferencia-peso de racimos. También mencionan que la razón de tal diferencia
parece deberse a que el peso de los racimos depende de varios aspectos del
cultivo, mientras que el número de manos es solamente dependiente de las fases
que anteceden a la diferenciación, y que éstas son las mismas que controlan la
32

circunferencia del pseudotallo. Por otro lado, encontraron que la mayoría de los
valores de N de la hoja estaban por arriba del 3 %. Los mismos autores afirman
que una vez rebasado el nivel crítico de N en las hojas, todo aumento de la
concentración tiende a disminuir la circunferencia del pseudotallo.
Deficiencia de Nitrógeno

Se ha investigado la carencia de N en la planta de banano y existe


concenso en que los síntomas por deficiencias se muestran más rápidamente que
con cualquier otro elemento mayor, lo que ha sido descrito por Murray (1959 y
1960); Charpantier y Prével (1965); Lacoeuilhe y Prével (1971a); la falta de N se
nota por:

Disminución de crecimiento de la planta, con reducción del número de hojas


y tamaño de las mismas. Las hojas son progresivamente pequeñas y de
color más pálido. Si la carencia se acentúa, las hojas más viejas pierden
color y se tornan de un tono amarillento, debido la trasloción del N a las
hojas más nuevas.

La pérdida de color de las hojas se inicia desde el margen que


eventualmente se necrosa.

Los peciolos de las hojas son cortos, delgados y compactos; Simmons


(1973), ha observado obstrucción foliar por deficiencias de N. Las raíces,
aunque no se reducen en número y longitud, son más delgadas, y existe
una marcada reducción en el ahijamiento.

En condiciones de deficiencia de N, las hojas adquieren un color verde


pálido en las venas centrales y las vainas muestran un matiz rosa rojizo. La
distancia de las hojas en el pseudotallo es reducida, dando a la planta una
apariencia de roseta; el crecimiento de la raíz es pobre. Al contrario, el exceso de
nitrógeno produce plantas muy desarrolladas, con hojas de color verde oscuro y
sin coloración rosa en las aletas de los peciolos, la fruta no llena
satisfactoriamente, los dedos son más delgados y el peso del racimo es menor
(Turner, 1985).

García Gilabert y Benítez (1986), señalan que la deficiencia de N produce


reducción del tamaño de la hoja, clorosis, peciolos cortos y delgados con
achaparramiento de la planta, estrangulamiento y escasa producción de hijuelos.

Prével y Charpantier (1964), observaron retraso del crecimiento y desarrollo


en condiciones de deficiencia de N. Los peciolos aparecen distribuidos
irregularmente a lo largo del estípite y las emisiones sucesivas están en un mismo
plano. Las hojas se desarrollan a menudo antes de su completa emergencia. El
pseudotallo es endeble, los peciolos delgados y comprimidos, aunque largos por lo
general, sobre todo comparados con las dimensiones del limbo. El ritmo de
emisión de las hojas es lento. La planta de banano en conjunto muestra una
decoloración amarillo verdosa pálido, los limbos son delgados. La hoja en curso
33

de desenrollamiento es la más pálida, luego se acentúa la decoloración sobre todo


en la parte marginal de las hojas viejas, se necrosa poco a poco y se seca. Los
peciolos se ponen de color amarillo verdoso rosado y de aspecto algo translúcido,
además, presentan un gaspeado marrón y una coloración púrpura acentuada en
los bordes. Las vainas foliares son amarillo-rosa, con predominio de las zonas
rosadas, las vainas superficiales se resecan mientras que las situadas más al
interior (hojas senescentes) tienen tendencias a podrirse. El rizoma no aumenta
prácticamente de tamaño durante toda la vida de la planta, sólo emite uno o dos
hijos filiformes y amarillos (Ver Foto 8.1).

FOTOGRAFÍA 8.1. SÍNTOMAS CARACTERÍSTICOS DE DEFICIENCIA DE NITRÓGENO.


Lopez y Espinoza, (1995).

Jagirdar et al (1963) y Jagirdar y Choudhry (1971), citados por Ramzan


Shaikh et al (1985), encontraron que mayores dosis de N incrementan el grado
del racimo, número de dedos por racimo, circunferencia y altura de la planta y
produce una rápida madurez del racimo.

Hernández et al (1985), informa de disminuciones en la concentración de N


y Ca en períodos de menor precipitación, y altas temperaturas en plantaciones del
clon “Gran Enano” en el Atlántico de Costa Rica.

Fuentes de Nitrógeno

Existen dos fuentes de fertilizantes inorgánicos, los que contienen amonio,


como la urea, el nitrato de amonio, sulfato de amonio, fosfato diamónico y fosfato
monoamónico; y las que contienen nitrato tales como: nitrato de potasio y nitrato
de calcio (Cuadro 8.12).

Los fertilizantes amoniacales tienen la desventaja de acidificar el suelo


debido al proceso de nitrificación. Primavesi (1992), asegura que el NH 4 es tóxico
para las plantas, aumenta las enfermedades fungiles y se pierde por
34

volatilización. Asimismo, López (1971), citado por López y Espinoza (1995),


encontró que las aplicaciones de urea en altas dosis, reducen el pH del suelo. Por
otra parte, la urea durante el proceso de hidrólisis libera NH 2 que se volatiliza en
parte y otra parte se transforma en NO3 fácilmente lixiviable.

Godefroy y Guillemot (1975), citados por los mismos autores, al comparar


los efectos de la urea y el sulfato de amonio sobre las características químicas y la
productividad de un suelo bananero, encontraron que el sulfato de amonio
acidifica más el suelo que la urea y a su vez provoca una mayor lixiviación del Ca
y Mg.

Por otro lado, según López (1991), el nitrato de amonio acidifica poco los
suelos, debido a su bajo contenido amoniacal. El uso de nitrato de potasio, no
provocó cambios en la acidez del suelo.

Godefroy y Guillermot (1975), concluyen en la necesidad de no localizar las


aplicaciones de sulfato de amonio en el rizoma del banano, y de corregir la
acidificación en la zona de aplicación de estos abonos por medio de enmiendas
calcio-magnésicas. Israeli et al (1985), observaron en sus experimentos de
fertilización en banano, que el crecimiento y el rendimiento fue mayor en los
tratamientos con urea y nitrato de amonio que en aquellos con nitrato de potasio,
debido posiblemente a la nutrición con nitrógeno amoniacal balanceada y continua
en los primeros tratamientos. En los tratamientos de nitrato de potasio, las
mayores cantidades de nitrato y las menores de amonio estuvieron disponibles a
las plantas en períodos tempranos de crecimiento.

Se debe hacer un uso eficiente de los fertilizantes nitrogenados, reduciendo


al máximo las fuentes amoniacales por las causas mencionadas anteriormente.

El N se puede aplicar con éxito en forma foliar. Cain (1956), citado por
López y Espinoza (1995), dice que la urea se puede aplicar en forma foliar, en
concentraciones hasta del 5%. Guerrero y Gadban (1992), citado por los mismos
autores, dicen que el nitrato de potasio ha sido usado con éxito en Santa Marta,
Colombia en concentraciones del 2%.
35

CUADRO 8.12.

Principales Fertilizantes de Uso en Banano y su Concentración de Elementos.

Fertilizantes N P2O5 K2O S CaO MgO Zn B Cu Fe Mn


%
Urea (CO (NH2)2) 46 - - - - - - - - - -
Urea recubierta con azufre 38 - - 14 - - - - - - -
Sulfato de amonio (NH4)SO4) 20.5 - - 24 - - - - - - -
Nitrato de amonio (NH4NO3) 32-33.5 - - - - - - - - - -
Nitrato de calcio (Ca(NO3)2) 15 - - - 27 3 - - - - -
Nitrato de potasio (KNO3) 13 - 45.5 - - - - - - - -
Fosfato diamónico (DAP)((NH4)2PO4) 16 46 - - - - - - - - -
Fosfato monoamonico (MAP)(NH4H2)PO4 11 52 - - - - - - - - -
Super fosfato simples - 20 - 12 26 - - - - - -
Super fosfato triple - 46 - - 15 - - - - - -
Termosfosfato - 19 - - 28 16 - - - - -
Escoria de Thomas - 19 - - 25 - - - - - -
Harina de usos - 30 - - 36 - - - - - -
Roca fosfática - 22-23 - - 46 - - - - - -
Acido fosfórico - 85 - - - - - - - - -
Cloruro de potasio (K CI) - - 60 - - - - - - - -
Sulfato de potasio (K2 SO4) - - 50 18 - - - - - - -

Sulfato de potasio e magnesio (K2SO42MgSO4) - - 22 22 - 18 - - - - -


Cenizas de madera - - 5 - - 2 - - - - -
Carbotano de calcio (Ca CO3) - - - - 45 - - - - - -
Dolomita (Ca CO3 Mg CO3) - - - - 28 18 - - - - -
Yeso (Ca SO4) - - - 18.6 34 - - - - - -
Oxido de magnesio (Mg O) - - - - - 86 - - - - -
Sulfato de magnesio (Mg SO4) - - - 22 - 16 - - - - -
Urea -S (Urea +Sulfato de Amonio) - - - - - - - - - - -
Flor de azufre - - - 90-100 - - - - - - -
Sulfato de zinc (Zn SO4) - - - - - - 28 - - - -
Borax (N4B4O7 10H2O) - - - - - - - 11.3 - - -
Acido bórico ( H3)BO3) - - - - - - - 17 - - -
Sulfato de cobre (CuSO4) - - - - - - - - 22.5 - -
Sulfato de Hierro (Fe SO4 7H2O) - - - - - - - - - 19-23 -
Quelatos de hierro - - - - - - - - - 5-14 -
Sulfato de magnesio (Mn SO4) - - - - - - - - - - 26-28
Quelatos de magnesio (K NO3) - - - - - - - - - 12 -

Factores de conversión Pesos moleculares


P/P2O5 -2.2914 P2O5 -0.4364 N 14
K/K2O -1.2046 K2O/K -0.8302 P 31
Ca/CaCO3 -1.3992 CaCO3/Ca -0.7147 K 39
Mg/MgO -1.6581 MgO /Mg -0.6031 Ca 40
Mg 21
S 32
36

La dinámica del N en el suelo se puede ver en la Figura 8.6.


Fijación simbiótica

Fijación no simbiótica
N
N2 ORGANICO
LIBRE Integrado
ELEMENTAL descargas organizado
Inmovilizado en humus
en la eléctricas en restos
por micro- acomplejado
atmósfera lluvia organismos en organo
animales y
vegetales
minerales
volatilización inmovilización

desnitrificación amonificación

NH4+ soluble NH3 mineralización


Fijación industrial
en solución del suelo
deposición
N absorción
APLICADO solubilización N
en fertiliizantes NH2- NITRIFICACION Absorbido
nitrogenados por las plantas

NH3- soluble intercambio


en solución del suelo  catiónico

fijación +
NH 4 cambiables lixiviación
solubilización NO3- en complejo coloidal

N nativo NH4+ Fijado 


minerales intercambio
entre capas
catiónico NH 4+ NO 3- Lavados
primarios
a capas inferiores

Figura 8.6. Dinámica del N en el suelo.


Modificado por Bertsch y Henríquez, (1988).

Fósforo (P)

Después del nitrógeno, el fósforo es el elemento que con mayor frecuencia


resulta limitante en los suelos. Se absorbe sobre todo como el anión monovalente
fosfato (H2PO4-) y con menor rapidez como anión divalente (HPO 42-). El pH del
suelo controla la abundancia relativa de estas dos formas: el H 2PO4- favorecido a
un pH menor de 7, y el HPO42- lo es encima de este valor. Gran parte del fosfato se
convierte en formas orgánicas cuando entra en la raíz, o después de que es
transportado por el xilema hasta el tallo o las hojas. En contraste con lo que ocurre
con el nitrógeno y el azufre, el fósforo nunca es reducido en las plantas, donde
permanece como fosfato, ya sea libre o unido a formas orgánicas tales como
ésteres. Las plantas con deficiencia de fósforo presentan enanismo, y a
diferencia de las que carecen de nitrógeno, éstas con frecuencia tienen color
verde oscuro. Algunas veces acumulan pigmentos del grupo de las antocianinas.
Las hojas más antiguas adquieren un color café oscuro a medida que mueren.

La madurez de las hojas, con frecuencia está retardada en comparación


con lo que ocurre en plantas que contienen fosfato en abundancia. En muchas
especies el fósforo y el nitrógeno interactúan de manera estrecha al afectar la
madurez; el exceso de nitrógeno la retarda y la abundancia de fósforo la acelera.
Si se proporciona fósforo en exceso, el crecimiento de la raíz generalmente se
incrementa en relación con el crecimiento de la parte aérea, al contrario de los
efectos del exceso de nitrógeno, que provoca bajas proporciones parte aérea-
raíz.
37

El fosfato se redistribuye con facilidad en la mayor parte de las plantas de


un órgano a otro y se pierde en las hojas antiguas, acumulándose en hojas
jóvenes, en flores y semillas en desarrollo. Como resultado de esto, los síntomas
de deficiencia se presentan primero en las hojas maduras.

El fósforo es parte esencial de muchos glucofosfatos que participan en la


fotosíntesis, la respiración y otros procesos metabólicos y también forma parte de
nucleótidos (como RNA y DNA) y de fosfolípidos presentes en las membranas.
Asimismo es esencial en el metabolismo energético, debido a su presencia en las
moléculas de ATP, ADP, AMP y pirofosfato (PPi).

El comportamiento del fósforo con respecto a la absorción, es semejante a


la del nitrógeno, absorbiéndolo en cantidades notables durante el período de
desarrollo, y reduciéndose en la floración. Lo anterior parece indicar que la planta
acumula todo lo necesario y luego lo utiliza en la formación del racimo, tal
extracción la hace de los órganos vegetativos (Montagut y Prével, 1965).

Por otro lado, Twyford y Walmsley (1974) encontraron; que después de la


floración las plantas prosiguieron la absorción de P en una proporción
considerable, por lo tanto, aducen que ningún órgano contribuyó con cantidades
netas de este elemento para el desarrollo de la fruta, por lo que se deduce que
para este propósito, el nutriente viene directamente del suelo, ya que el
pseudotallo incrementó su contenido en casi la mitad. En todos los estados de
crecimiento las hojas y el pseudotallo son los principales órganos almacenadores
de P.

Tavares y Falquez (1997), encontraron el mayor depósito de P en las hojas


durante la floración, seguido por el pseudotallo y el cormo a la cosecha; asimismo,
los máximos contenidos se dan entre la fase de floración y cosecha, y la utilización
es muy baja entre la fase inicial y FM (Cuadro 8.10, Figuras 8.3).

Deficiencias de Fósforo

La deficiencia de fósforo en banano, ha sido estudiada por Murray (1959 y


1969); Charpentier y Prével (1965); Lacoeuihe y Prével (1971); Simmonds (1973)
y otros numerosos autores, que aunque hacen referencias, no describen los
síntomas principales de la carencia. La deficiencia de fósforo, no es fácil de
determinar en el campo, y la descripción que a continuación se presenta es para
plantas cultivadas en soluciones nutritivas.

Murray (1959), describe los síntomas de la siguiente manera:

Reducción del crecimiento de la planta como consecuencia de la disminución


en el número de hojas producidas. Los primeros síntomas visibles de la
carencia aparecen en la quinta o sexta hoja anterior a la última formada
(candela), en forma de una clorosis marginal que se desarrolla desde el borde
hacia la base de la hoja. Esta se extiende hacia dentro, dejando algunas veces
38

islas de tejido sano. En estas áreas cloróticas aparecen manchas cafés


púrpuras que ocupan espacio gradualmente. La necrosis de los tejidos
afectados aumenta rápidamente, la hoja se seca y el peciolo se quiebra en el
pseudotallo (Ver Foto 8.2).

FOTOGRAFÍA 8.2. SÍNTOMAS DE


DEFICIENCIA DE FÓSFORO.
Lopez y Espinoza, (1995).

García Gilabert y Benítez (1986), afirman que los suelos que tienen
disponibles de 10 a 20 ppm de fósforo requieren o responden a aplicaciones
fosfatadas. La deficiencia de fósforo provoca achaparramiento, hace lento el ritmo
de producción de hojas, las cuales se presentan muy verdes y con clorosis
marginal, luego necrosis y muerte prematura. Si la deficiencia es muy intensa hay
retardo en la emisión floral.

En condiciones de hidroponía, Prèvel y Charpentier (1964), observaron la


deficiencia de fósforo, la cual se caracterizó por hojas de color verde oscuro,
tirando a azul o con matiz bronceado, necrosis marginal en las hojas más viejas
que se extienden en pico hacia la nervadura central. La extensión, bastante
rápida, de la necrosis provoca en la hoja una senescencia prematura, la hoja se
rasga y el peciolo se rompe. Las hojas y el pseudotallo son más cortos, el ritmo de
emisión foliar fue más lento y arrepollado. La longevidad de las hojas fue algo
inferior a causa de la necrosis.

En el subtrópico, Turner (1985), observó pobre crecimiento radical en


plantas de banano deficientes en P, además, las hojas más viejas manifestaron
clorosis marginal, en la que se desarrolló una coloración marrón púrpura que
eventualmente se unió para producir una clorosis tipo sierra. Las hojas se
enrollaron, los peciolos se quebraron y las hojas más jóvenes desarrollaron un
color verde oscuro en estas condiciones.
39

La absorción de P es influida por el suministro de Mg. En bananos de la


variedad “Willians”, Turner (1985), encontró bajas concentraciones de P en la
materia seca de las hojas en condiciones de bajo suministro de Mg.

Osborne y Hewitt (1963), citados por Ramzan Shaikh et al (1985), no


encontraron respuesta a aplicaciones de superfosfato en plantaciones de banano.
Estos últimos investigadores encontraron plantas de banano “Basrai” de mayor
tamaño con máximo rendimiento cuando se aplicó 786-393-786 kg/ha de N-P-K.

El autor ha encontrado excelentes resultados en la emisión de raíces, en


bananos cultivados en la zona atlántica de Costa Rica, a razón de 5 litros de ácido
fosfórico por hectárea, disuelto en 200 litros de agua y aplicado al suelo alrededor
del hijo retorno.

Fuentes de Fósforo:

Existen diferentes fuentes de fósforo en la fertilización de los bananos, pero


el mayor problema de la mayoría de las fuentes es su baja solubilidad y
disponibilidad para las plantas.

Superfosfato triple: es una fuente con 46% de P 205, moderadamente disponible


para las plantas.

Fosfato diamónico ((NH4)2 P04) y fosfato monoamónico (NH4H2PO4): con 46% y


52% respectivamente. Estas fuentes son solubles en agua y disponibles para las
plantas que se fijen en el suelo.

Roca fosfórica: con una concentración de 22 a 33% de P 205, tiene también un 33%
de Ca, es un material poco soluble y se recomienda para suelos ácidos. Según
Sánchez (1981), citado por López y Espinoza (1995), este material ha demostrado
ser eficaz y económico, comparado con fuentes más solubles.

Acido fosfórico: con una concentración de 70 a 85% de elemento puro, es una


excelente fuente del elemento y de bajo costo. Se aplica disuelto en agua al suelo,
en la base de la planta.
40

La dinámica del P en el suelo se puede ver en la Figura 8.7.

P- Orgánico
estructurado en
restos, humus, organo - Deposición
minerales e inmovilizado de restos
por organismos
Inmovilización
mineralización
P-Ca
P-Al solubilización
P
P-Fe
Aplicado
fertilizantes P
fosforados P Nativo y absorción P
Soluble
presipitado en solución Absorbido
fijación del suelo excreción por la planta
P- soluble en H2 PO4-  HPO4-
reductante

P- ocluído

absorción
Precipitación

P- Fijado liberación
(absorbido muy fuerte)
en el complejo coloidal
Solubilización

Figura 8.7. Dinámica del P en el suelo.


Modificado por Bertsch y Henríquez, (1988).

Potasio (K)

Después de la deficiencia de nitrógeno y de fósforo, la deficiencia más


común en los suelos es la de potasio. Debido a la importancia de estos tres
elementos, en el empaque de los fertilizantes comerciales se indican los
porcentajes de nitrógeno, fósforo y potasio que contienen (aunque los dos últimos
en realidad se expresan como porcentajes equivalentes de P 2O5 y K2 O).

Como en los casos del nitrógeno y fósforo, el ion K + se redistribuye con


facilidad de los órganos maduros a los juveniles, por lo que los síntomas de
deficiencia aparecen primero en las hojas antiguas. En las dicotiledóneas, estas
hojas al principio se ponen un poco cloróticas, en especial en las cercanías de las
lesiones necrónicas (manchones oscuros de tejido muerto o agonizante) que
pronto aparecen. En muchas monocotiledóneas, como en los cultivos de cereales,
las células de las puntas y los márgenes de las hojas mueren primero, y la
necrosis se esparce de manera basipétala a lo largo de los márgenes y hacia las
partes inferiores de las hojas más jóvenes (la base). La deficiencia de potasio en
el maíz y otros cereales da por resultado tallos débiles, y susceptibilidad de las
raíces al ataque de organismos descomponedores. Estos dos factores hacen que
las plantas pierdan su verticalidad con mayor facilidad por la acción del viento o la
lluvia.

El potasio es un activador de muchas enzimas que son esenciales en la


fotosíntesis y la respiración, además de que activa enzimas necesarias para
formar almidón y proteínas (Bhandal y Malik, 1988). Este elemento también es tan
41

abundante que contribuye de manera importante al potencial osmótico de las


células y, por consiguiente, a su presión de turgencia.

El potasio interviene en el metabolismo de traslocación del almidón y en el


equilibrio hídrico de la planta y del fruto. (García Gilabert y Benítez, 1985).

Evans y Sorger (1966), citados por Evans y Wildes (1971), indicaron que el
papel más importante del K es el de activador enzimático en el metabolismo
celular, y proponen que el K y cationes univalentes similares, inducen a
conformaciones específicas de proteínas enzimáticas que son necesarias para la
actividad catalítica de la planta.

Aunque está claramente establecido que el K se requiere para el


crecimiento de los tejidos, muchos aspectos bioquímicos del metabolismo celular
son poco conocidos, pero las razones por las que el K es un elemento esencial en
el mantenimiento de la presión osmótica de las células es muy fácil de apreciar. El
incremento de volumen celular, mitosis y expansión, requiere un aumento en el
contenido de potasio de la planta para que la turgencia celular se mantenga (Scott
y Clarckson, 1971).

Además de regular la ósmosis en ciertas células de las plantas, se ha


encontrado otra interacción importante entre la luz y la concentración del K de las
células en la abertura y cierre de las estomas (Scott y Clarckson, 1971).

El potasio es el catión más abundante y el de mayor movilidad en las


plantas y su traslocación interna es dirigida fuertemente a los puntos donde ocurre
crecimiento activo. Es esencial en las funciones osmóticas y metabólicas de la
planta, algunas de las cuales son altamente específicas para el potasio.
Influencias estrechas del potasio en el crecimiento, parecen ejercer un tipo de
control “retroalimentador” sobre la proporción de absorción de K por las raíces
(Scott y Clarckson, 1971). Su concentración oscila de 1,7 a 2,7 % de la materia
seca en las hojas normales (Evans y Wildes, 1971).

En los estados de desarrollo infantil de la planta, el pseudotallo parece ser


siempre el mayor depositario de K, seguido por las hojas y el cormo. En la
floración, los órganos que tienen más concentración de K son el pseudotallo,
hojas, cormo y el raquis interno. Por otro lado, en la etapa de precosecha los
frutos son los que tienen mayor cantidad de K, sin embargo, en algunas plantas
muy productivas el pseudotallo tiene más potasio que las frutas (Twyford y
Walmsley, 1974).

Después de la floración se observa que los contenidos de K decaen, lo que


indica que los órganos lo suplen para su uso en el desarrollo del fruto, aunque
ocurren absorciones sustanciales de K del suelo en la post-floración. Diversos
investigadores: Twyford y Walmsley, (1974); Prével, (1966) y Kilmer et al, (1968),
consideran el cormo como una bomba nutricional que acumula elementos
42

mayores, y que constituye un regulador en la selección de la absorción de


nutrimentos.

La planta de banano absorbe poco potasio durante los dos primeros meses
de la plantación, luego sus necesidades aumentan rápidamente en fuertes
proporciones 4 a 5 meses después y las cantidades absorbidas se elevan 20
veces. En forma general, la absorción parece detenerse o disminuir mucho
después de la floración, y el racimo se llena en su mayor parte a expensas del K
acumulado en los órganos vegetativos (Montagut y Prével, 1965).

Kilmer et al (1968), consideran que los tejidos de la planta de banano


contienen sustancialmente más K que los de otras plantas, y que la absorción de
este elemento sigue de cerca el ritmo de la producción de materia seca, y alcanza
un máximo durante el período de la iniciación floral (estado de 15 hojas). Después
de la floración la tasa de absorción decrece y se produce una redistribución desde
las hojas, pecíolos y vainas hasta el raquis.

El alto contenido de K comparado con la baja cantidad de materia seca en


una planta normal de banano; muestra una proporción muy alta de movilidad del
nutrimiento dentro de la planta, esta combinada con el gran volumen de
almacenamiento de este nutrimento, explica el margen de “hambre escondida” de
la planta, lo que la hace ser muy ávida al potasio (Kilmer et al, 1968).

Se ha demostrado experimentalmente que el potasio puede entrar al floema


desde segmentos intactos de raíces, y ser trasladado directamente a los
meristermos radicales, mientras que el Ca aparece solamente en los meristemos
vía xilema.

Segmentos cerca del ápice de la raíz muestran la mayor porción del K


translocado al centro de ella, mientras que el K absorbido directamente en el
meristema es retenido (Steward y Koonty, 1968; citados por Scotty y Clarckson,
1971).

Con la edad de la planta, el Mg y aún el Ca, asumen gran importancia entre


los cationes. La hoja tiene tendencia de acumular cationes continuamente, pero el
enriquecimiento de Ca y Mg en comparación con el de K, es debido al hecho de
que las hojas viejas suministran más y más nutrimentos orgánicos a otras partes
de la planta, particularmente a órganos de almacenamiento. Estas migraciones de
sustancias orgánicas son acompañadas principalmente por potasio. Si los órganos
de almacenamiento no pueden acumular potasio, éste puede ser excretado, como
ocurre por ejemplo en cereales al final del desarrollo vegetativo. Todas estas
indicaciones de la gran movilidad del K en la planta hace pensar que el K puede
servir en este propósito varias veces, es decir, para varios ciclos en el transporte
de sustancias (Coic y Lesaint, 1971).

La acumulación de cationes, particularmente Ca y Mg en la hoja depende


enteramente de la cantidad de nitrato, el cual es metabolizado ahí. Cuando la
43

planta procesa una alta proporción de nitrato absorbido en la hoja, la diferencia en


la cantidad metabolizada entre las hojas jóvenes y viejas es más importante, y
resulta considerable en la composición catiónica Ca + Mg (Coic et al, 1969, 1970;
citados por Coic y Lesaint, 1971). K

El reemplazo del K por el Ca y Mg es evidente en muchas plantas, entonces


se produce un incremento de cationes cuando hay deficiencias de K; al parecer
esto sucede cuando dicho elemento es abundante, y sirve para varios ciclos
migratorios (raíces y hojas) en el transporte de aniones minerales de las raíces
hacia los órganos de las plantas (Coic y Lesaint, 1971).

Una deficiencia de agua para la planta, no tiene igual efecto en la absorción


de todos los cationes. La absorción del K y Mg es menor que la de Ca y N, pero el
efecto de la falta de agua sobre los balances varía con la edad. Experimentos han
demostrado que cuando la cantidad de agua es deficiente, las partes jóvenes de
algunas plantas son relativamente más ricas en K y más bajas en Ca (Coic y
Lesaint, 1971). Kilmer et al (1968), mencionan que el nivel de K en la hoja es más
alto en condiciones de escasa humedad que con abundante agua en el suelo.

Díaz et al (1976), informan que hay una correlación positiva entre el K y el


Fe en el limbo y nervios de la hoja, al K se le dan funciones de vehículo en la
absorción de hierro por la planta.

Tavares y Falquez (1997), encontraron que los máximos contenidos de K


se dan en el fruto, seguido por el pseudotallo y las hojas que son grandes
depositarios. Los contenidos en el cormo al momento de la cosecha son
importantes, no siendo así en las raíces, que el momento de máxima
concentración de K es en la cosecha, con una utilización baja desde la fase inicial
hasta FM. Por tal motivo, la mayor aplicación debe darse en la fase entre FM y
cosecha, ya que el fruto necesita gran cantidad de este elemento (Cuadro 8.10,
Figura 8.3).

Deficiencias de Potasio

Las deficiencias de potasio han sido estudiadas por gran cantidad de


autores, entre los cuales, Murray (1959 y 1960); Charpentier y Prével (1965),
Kilmer et al (1968); Lacoeuilhe y Prével (1971); Simmonds (1973); Walmsley
(1974) y Lahav (1974); United Brands (1975).

La carencia de potasio es relativamente fácil de detectar en el campo.


Varios autores concluyen que los principales síntomas son los siguientes:

Reducción drástica del crecimiento de la planta, con disminución del


número de hojas por planta y mayor intervalo de emisión. Lahav (1974),
dice que la carencia de K afecta la filotaxia y las hojas se desarrollan unas
sobre otras con peciolos cortos, provocando una aparente obstrucción foliar
(arrepollamiento).
44

Los síntomas foliares son: pérdida del color verde normal con
amarillamiento en el margen de las hojas que se mueve hacia adentro con
necrosis de los tejidos (Ver Foto 8.3).

FOTOGRAFÍA 8.3. SÍNTOMAS DE DEFICIENCIA DE POTASIO.


Lopez y Espinoza, (1995).

Lahav (1975), dice que los síntomas aparecen en las hojas más viejas, con
manchas pequeñas y líneas pardo azuladas en los peciolos. Con carencia
severa de K, las hojas afectadas cogen un color característico amarillo-
naranja, que puede clasificar según Anon (1963), citado por Lahav (1972),
en la Tabla de color de Munsell como 2,5 y 8/10. Estas áreas se necrosan y
mueren a lo largo de las venas secundarias hasta la vena central. Toda la
hoja se necrosa y muere, con enrollamiento del ápice hacia abajo. El tejido
muere en un período de 1 a 2 días.

Según Prével, citado por Twyford y Walmsley (1974), la deficiencia de K


limita el crecimiento de la planta y la absorción del N.

Carencias marcadas de K disminuyen el tamaño del racimo y afectan la


longitud y diámetro de los dedos, que crecen deformes. Las manos
disminuyen en numero en el racimo y son deformes (Lahav, 1975). En
trabajos efectuados por Hernández (1984), se reporta que la carencia de K
produce dedos curvos y de menor peso específico que los bien nutridos.

Lahav (1974), reporta pobre crecimiento de hijos con deficiencia de K como


consecuencia de problemas en el desarrollo foliar.

La deficiencia de potasio se caracteriza al inicio por un amarillamiento


rapidísimo de las hojas más viejas seguida por una necrosis. El canal de la
nervadura presenta manchas jaspeadas de color pardo violáceo. Una clorosis
uniforme se extiende por todo el limbo de la hoja y rápidamente llega al
marchitamiento completo; el limbo se rasga siguiendo las nervaduras secundarias
45

y se retrae hacia abajo. La nervadura principalmente se enrolla también hacia


abajo rompiéndose por los dos tercios de su longitud. La hoja marchita toma un
aspecto abarquillado. En algunos casos la hoja muestra primeramente una
coloración verde en el limbo, luego un tono amarillo dorado, y después el
anaranjado típico de la carencia potásica y finalmente marchitamiento con la hoja
hacia abajo, conociéndosele como amarillamiento prematuro. En estas
condiciones la emisión de los racimos se retrasa de 6 a 10 semanas, estos son
cortos y de aspecto muy raquítico. El rizoma presenta baja capacidad para emitir
retoños, el sistema radicular es abundante, y se encuentra en buenas
dimensiones (Prével y Charpentier, 1964).

Por otra parte, un exceso de potasio con respecto a la disponibilidad de


nitrógeno en el suelo produce la llamada “pulpa amarilla “ del fruto. Es conveniente
que la relación de N/K sea óptima en el suelo y que el K se encuentren entre 1,35
y 1,60 del N.

Turner y Barkus (1983), observaron que el suministro de K y Mg influenció


la producción de materia seca, y la absorción total de la mayoría de los elementos
por la planta con excepción del Mg y Cu. Los incrementos en el suministro de K
redujeron la proporción de los nutrimentos, retenidos en la raíz (excepto K) y
aumentaron la proporción localizada en la fruta.

En un experimento con aplicaciones de niveles crecientes de K, Vadivel y


Shanmugavelu (1978), observaron que las altas aplicaciones de potasio
provocaron una disminución en los contenidos de Ca y Mg foliar. Las tendencias
del K a disminuir coincidieron más bien con aumento en el Ca, en vez que se diera
en el Mg foliar; demostrando que es más fuerte el antagonismo entre el K y el Ca.
Sin embargo, Lavah (1974), citado por Vadivel y Shanmugavelu, 1968 y
Hernández et al (1987a) en Costa Rica, encontraron más fuerte antagonismo
iónico entre el K y el Mg.

Las aplicaciones de K al suelo para abastecer las necesidades del banano


deben ser fraccionadas, debido a que si se aplican grandes cantidades de este
nutrimento, la absorción de Mg puede ser reducida. En suelos bajos en Mg se
recomiendan las aplicaciones de dolomita (2 t/h cada 2 años) o un fertilizante
magnésico (40 kg Mg/ha/año) (Turner, 1985).

En un experimento de niveles crecientes de potasio aplicado al suelo,


Hernández et al (1976), encontraron que el K del suelo afectó solamente los
contenidos foliares de K, Mg y P, los cuales alcanzaron las mayores
concentraciones; siendo el nivel óptimo aplicado de 782 Kg de K 2O/ha/año.

Hernández et al (1987a) y López y Arias (1985), encontraron que el nivel


de K en suelos de la Zona Atlántica de Costa Rica fue de 3,61 meq/100 gr. de
suelo. Santiago et al (1985), encontraron los más altos rendimientos de banano
con la aplicación de 720 kg/ha/año en Puerto Rico. Hernández y Fox (1985),
determinaron que niveles menores de 2.26 meq/100 g de K en el suelo e inferiores
46

a 3,2% de K en la hoja afectaron negativamente el rendimiento en plantaciones de


banano “Giant Cavendish” en Hawaii.

Se ha comprobado que las más altas concentraciones de potasio en las


hojas corresponden siempre a las plantas más productivas, independientemente
del nivel máximo de potasio encontrado en cada caso particular (García et al,
1977).

García et al (1977), señalaron el sinergismo del K; con los oligoelementos


Mn y Zn, de la misma forma el sinergismo del K y el P. Debido posiblemente a que
ambos son antagónicos con el N. Un incremento de K en la fertilización causa una
disminución en el nivel de N, similar a su influencia sobre el Ca y el Mg. La
relación K/N en la planta de banano es de gran importancia ya que afecta la
calidad de la fruta. La relación más favorable es de 1,7, una relación más alta
causada por exceso de K conduce a la caída de los dedos.

El exceso de K con respecto al Mg constituye un desequilibrio iónico que


produce trastornos en el llenado y calidad de la fruta; en estas condiciones la
planta presenta un buen desarrollo vegetativo, las hojas más antiguas se
mantienen verdes aunque sus vainas se separan del pseudotallo. Los peciolos y
las hojas jóvenes presentan un color verde muy particular, en lugar del color pardo
ocre característico de los peciolos y de las vainas de los bananos sin
desequilibrio. En plantaciones normales (sin desequilibrio K/Mg) la razón K/Mg es
de 0,2 a 0,5, mientras que en suelos con desequilibrios varía de 0,6 a 2,0. En
suelos con desequilibrios K/Mg, el Mg cambiable se sitúa entre el 15% y 23% de
las bases cambiables, muy inferior al 40% en las plantaciones normales. Este
desequilibrio del exceso de K con respecto al Mg en el suelo es común en
plantaciones bananeras de Canarias y, es debido a la riqueza natural en K de los
suelos, a la abundante fertilización potásica y a la baja aplicación de fertilizantes
magnéticos (García et al, 1978).

Fuentes de Potasio

Las principales fuentes de potasio son:

Cloruro de potasio (KCl): con 60% de K2O; su alto contenido de cloro no es


problema para el cultivo de banano. ( López, 1991; citado por López y
Espinoza, 1995).

Sulfato de potasio (K2SO4): con un 50% de K2O. Es una buena fuente de K, ya que
también suple azufre. Flores(1991), citado por los mismos autores, obtuvo
buenos resultados mezclando KCl con K2SO4.

Sulfato doble de potasio y magnesio (K2SO4. 2 MgSO4): con un 22% de K2O, se


puede utilizar en suelos deficientes en Mg.
47

Nitrato de potasio (KNO3): con un 44% de K 2O, su uso es restringido por su alto
costo, pero es excelente en aplicaciones foliares al 2% según Guerrero Y Gasban
(1992), citados por López y Espinoza (1995). (Cuadro 8.12). La aplicación de
este compuesto en el pseudotallo de plantas recién cosechadas a razón de 30
gramos por aplicación, en 2 aplicaciones 4 semanas una después de la otra, han
dado muy buenos resultados en la nutrición del retorno.

La dinámica del K en el suelo puede verse en la Figura 8.8.

K-Ca-Mg K-Ca-Mg
Nativo Orgánico
en estructura del en estructura
material parental de la materia
orgánica

meteorización mineralización

K-Ca-Mg K-Ca-Mg
APLICADO Soluble absorción K-Ca-Mg
con fertiliizantes solubilización en la solución Absorbido
y enmiendas por las plantas
del suelo

Intercambio iónico

K K-Ca-Mg
lixiviación
Fijado solubilización cambiable
entre capas absorbidos al
fijación complejo coloidal

K-Ca-Mg
Lavado
a capas inferiores
y ríos

Figura 8.8. Dinámica del K, Ca y Mg en el suelo.


Modificado por Bertsch y Henríquez (1988).

Calcio (Ca)

El calcio se absorbe como ión Ca 2+ divalente. La mayoría de los suelos


contienen el suficiente Ca2 + para permitir un crecimiento vegetal adecuado,
aunque los suelos ácidos con lluvias abundantes a menudo se ven fertilizados con
limo (una mezcla de CaO y CaCO 3) que eleva el pH. En contraste con el Mg 2 +, al
parecer el Ca2 + no puede ser cargado en las células translocadoras del floema;
como resultado, los síntomas de deficiencia siempre son más pronunciados en los
tejidos jóvenes (Kirby y Pilbeam, 1984). Las zonas meristemáticas de raíces, tallos
y hojas, en donde hay divisiones celulares, son las más suceptibles, quizá debido
a que se requiere de calcio para formar una nueva lámina media en la placa
48

celular que surge entre las células hijas. Los tejidos torcidos y deformados resultan
de la deficiencia de calcio, y por ello las zonas meristemáticas mueren en etapas
tempranas. El calcio es esencial para las funciones normales de la membrana en
todas las células, probablemente como un enlazador de fosfolípidos, entre sí
mismo o hacia proteínas de membrana.

El calcio está recibiendo renovada atención debido a que en la actualidad


se reconoce que todos los organismos mantienen concentraciones
inesperadamente bajas de Ca2 + libre en el citosol, por lo general menores de 1
ppm (lo cuál se revisa en Hanson, 1984; Hepler y Wayne, 1985; Trewavas, 1986;
Leonard y Hepler, 1990). Esto es cierto aún cuando el calcio es tan abundante
como el fósforo, azufre y magnesio en muchas plantas, sobre todo leguminosas.
La mayor parte del calcio en las plantas se encuentra en las vacuolas centrales y
unido en las paredes celulares a polisacáridos llamados pectatos (Kinzel, 1989).

Las concentraciones más altas de Ca se encuentran en el peciolo, hojas y


pseudotallo, en todos los estados de desarrollo, excepto en los estados de retoño
donde el meristema generalmente es el órgano con mayor contenido de este
nutrimento. Su concentración en general aumenta con la edad, en especial al final
del ciclo vegetativo, y va a tejidos de actividad reducida, donde reemplaza otros
cationes, especialmente al K (Montagut y Martín Prével, 1965; Twyford y
Walmsley, 1974).

En el fruto, el calcio entra a formar parte del mismo durante su desarrollo,


pero no después del estado de precosecha. Lo anterior indica que todo el Ca que
entra a las partes frutales debe ser suministrado directamente por el suelo, al igual
que el P (Twyford y Walmsley, 1974).

La absorción de Ca parece ser muy variable y se encuentra bajo la


dependencia estrecha de las disponibilidades del elemento en el suelo
(Montagut y Prével, 1965). Un procedimiento pasivo conduce a un aumento en el
contenido del elemento en órganos vegetativos conforme los mismos envejecen.
El contenido fisiológico de este nutrimento en la planta está estrechamente
relacionado; por un lado con la edad y su estado, y por otro lado, con las
disponibilidades existentes en el suelo, tomándose en cuenta el juego de los
antagonismos recíprocos entre Ca, K y Mg. Las necesidades en Ca de un suelo
bananero no tienen relación con el consumo efectivo de este elemento por la
planta. Sus múltiples estados repercuten en la nutrición del banano, y debido a los
antagonismos antes citados la planta no es capaz de absorber más que una baja
proporción del Ca aportado (Montagut y Prével, 1965).

Tavares y Falquez (1997), encontraron que la mayor acumulación de calcio


se da en el pseudotallo y la hoja en las fases de floración y cosecha. Los
contenidos en el cormo, fruto y raíces son bajos. Los contenidos entre la fase
inicial y FM son muy bajos, con incrementos muy grandes en la etapa entre
floración y cosecha (Cuadro 8.10) (Figuras 8.3).
49

Deficiencias de Calcio

Los síntomas de carencia de Ca tardan más en aparecer que las


deficiencias de otros elementos; se manifiestan como una pérdida gradual del
color en una banda angosta a lo largo del margen de la hoja, sobre la cuarta o
quinta hoja más vieja. Dentro de esta banda clorótica aparecen manchas con
puntos parduscos oscuros, pequeñas y uniformemente distribuidas. Las áreas
cloróticas se necrosan en forma marginal hasta que se vuelven amarillas. Las
plantas deficientes en Ca tienen raíces cortas, muy ramificadas y son más
susceptibles a nemátodos y ataques fungosos (Murray, 1956 y 1960; Freiberg y
Steward, citados por Simmnds 1973; Charpentier y Prével, 1956).

La carencia de calcio se manifiesta por un raquitismo vegetativo y por


síntomas foliares. Se presenta una reducción en la longitud de las hojas,
acompañada de una disminución del ritmo de emisión foliar. El calcio es un
elemento inmóvil dentro de la planta, por lo cual los síntomas de deficiencia
aparecen en las hojas más jóvenes, siendo la hoja recién desarrollada la primera
afectada. Consisten primero en un aumento del espesor de las nervaduras
secundarias o laterales, más acentuado junto a la nervadura central cerca de los
bordes de la lámina hacia delante, en esos espesores aparecen escoriaciones
superficiales que toman un color pardo rojizo. Después del desenrollamiento de la
hoja se manifiesta una clorosis marginal intervenal, sobre todo en el ápice de la
hoja. Las manchas cloróticas suelen ser por lo general discontinuas, y cuando
llegan a reunirse conservan siempre el aspecto de profundos dientes de sierra
dirigidos hacia la nervadura central, en lugar de formar franjas contínuas al borde
del limbo. Las manchas amarillo dorado se vuelven color púrpura y luego pardo
púrpura, evolucionando hacia un estado necrótico que poco a poco ocupa toda su
extensión; sin embargo, sus dimensiones no aumentan a medida que la hoja va
envejeciendo. Más adelante las zonas descoloridas de la hoja llegan a necrosarse
y la carencia se interrumpe, produciéndose un resecamiento progresivo en las
partes afectadas, luego se rasgan y se enrollan los bordes del limbo. Todas las
hojas emitidas siguen la misma evolución (Prével y Charpentier, 1964; Turner,
1985) (Ver Foto 8.4).
50

FOTOGRAFÍA 8.4. SÍNTOMAS DE DEFICIENCIA DE CALCIO.


LÓpez y Espinoza, (1995).

La cantidad de calcio absorbida por la planta está relacionada con la


concentración de Ca en el suelo. Y la presencia de otros nutrimentos tales como
el K y el Mg, la absorción de Ca puede ser expresado en la relación
Ca/K+Ca+Mg, ésta es mayor cuando la relación es 0,7:1, pero el intervalo 0,8:1
podría ser satisfactorio, y una relación de 1:1 significa que Ca no es absorbido.

Fuentes de Calcio:

Existen muy diversas fuentes de Ca, la mayoría de ellas poco solubles y


disponible para las plantas.

Carbonato de calcio (CaCO3): con una concentración de 32% de Ca, es una fuente
excelente como corrector de acidez del suelo para suplir Ca. El grado de
molienda es muy importante en su efecto.

Dolomita: es un carbonato doble de Ca y Mg (CaCO 3. Mg CO3), con 28% CaO y


18% de MgO por lo que cumple una doble función. Dicen López y Espinoza
(1995), que la dolomita tiene un poder neutralizante de suelos mayor de
CaCO3.

Superfosfato triple y Roca fosfórica: estos materiales con 15% y 46%


respectivamente de CaO, son fuentes muy importantes de Ca, pero se usan
principalmente para adicionar P.

Nitrato de calcio (CaNO3)2: con 27% de CaO, es una fuente muy soluble que
funciona muy bien para corregir deficiencias de Ca (Cuadro 8.12).
51

Magnesio ( Mg)

El magnesio se absorbe como ion divalente Mg 2+. En su ausencia, la


clorosis intervenal es el primer síntoma, ya que por razones aún desconocidas, las
células del mesófilo próximas a los haces vasculares retienen la clorofila por
períodos mayores que las células del parénquima que se hallan entre ellos.

Este elemento casi nunca es un factor limitante en el suelo para el


crecimiento vegetal. Además de su presencia en la clorofila, el magnesio es
esencial porque se combina con el ATP (permitiendo así que participe en muchas
reacciones), y porque activa muchas enzimas necesarias en la fotosíntesis, y
respiración.

El magnesio es importante porque interviene en la calidad y propiedades de


conservación de la fruta, y participa, además, en las relaciones de interacción con
los otros elementos: N/K y K/Ca+Mg (García Gilabert y Benítez, 1985). Los
meristemas tienden a ser los órganos más ricos en Mg en la fase vegetativa, tanto
que en la precosecha el Mg se acumula en el pseudotallo, raquis interno, peciolos
y cormo, apareciendo los frutos como los órganos más pobres en este elemento;
sin embargo, tiende a incrementarse especialmente después de la floración
(Twyford y Walmsley, 1974). Lo anterior fue también observado por Montagut y
Martin Prével, (1965). La absorción del Mg se da durante todo el ciclo vegetativo
de la planta, pero al final el promedio decrece notablemente, similar al del Ca.

Tavares y Falquez (1997), encontraron que el Mg se concentra


especialmente en el pseudotallo entre el período de floración y cosecha, seguido
por las hojas en el momento de floración.

Las raíces son pobres depositarias, lo mismo que el fruto, pero el cormo
deposita cantidades importantes en el período de floración a cosecha. Las
necesidades de Mg en las primeras fases de desarrollo de la planta son muy
bajas, pero se incrementa fuertemente en las fases de FM, floración y cosecha
(Cuadro 8.10, Figura 8.3).

Deficiencias de Magnesio

Las deficiencias de Mg han sido estudiadas por varios autores, entre los
cuales se destacan Murray (1959 y 1960); Charpentier y Martin Prével (1965) y
Simmonds (1973). Ellos concuerdan en que las plantas con carencia de Mg
muestran disminución en el crecimiento, y las hojas más viejas palidecen en color
y desarrollan halos amarillos de forma alargada, viéndose poco afectados los
márgenes. Charpentier y Martin Prével (1965), concuerdan con Murray (1959), al
describir manchas purpúreas en los peciolos, manchas necróticas en las hojas,
obstrucción foliar, y separación y ruptura de las vainas. Freiberg y Steward, citados
por Simmonds (1973), describen clorosis intervenal en las hojas viejas que se
traslada a las más nuevas.
52

En New South Wales el síntoma más común es que los márgenes de las
hojas más viejas permanecen verdes, mientras el área entre el margen y la vena
central llega a ser amarillo. La hoja no muere rápidamente y los síntomas pueden
estar presentes en las mismas hojas por muchas semanas (Turner y Bull, 1970),
en estas condiciones, la producción disminuye, el amarillamiento de las hojas
aumenta y la situación llega a empeorar con aplicaciones de N, P y K. (Turner y
Bull, 1970). Además, se produce un mal llenado de la fruta y la producción es
significativamente reducida (Chalker y Turner, 1969).

La absorción de Mg por la planta es ampliamente influida por su


concentración alrededor de las raíces, más bien que por el crecimiento de la
planta. La cantidad total de Mg absorbido puede ser reducido por altas
concentraciones de manganeso y potasio; normalmente el Mn está presente en la
solución de suelos ácidos y el K es suministrado en grandes cantidades como
fertilizante, sin embargo, un balance correcto permitirá que el K y el Mg sean
absorbidos y que se obtenga el máximo rendimiento.

El magnesio es incorporado en los programas de fertilización de N-P-K,


también puede ser aplicado alternativamente en aplicaciones anuales o bienales
de dolomita (500 kg/ha/año) o carbonato de magnesio (170 kg/ha/año) (Turner,
1985). Para corregir la deficiencia magnésica se pueden hacer aplicaciones
foliares de nitrato de magnesio en forma mensual para que haya respuesta
(Chalker y Turner, 1969) (Ver Foto 8.5).

FOTOGRAFÍA 8.5. SÍNTOMAS DE DEFICIENCIA DE MAGNESIO.


Lopez y Espinoza, (1995).

Fuentes de Magnesio:

Dicen López y Espinoza (1995), que las principales fuentes de Mg son:


53

Sulfato de potasio y magnesio (K SO4 2 Mg SO4): con un 18% de Mg, un 22% de


K2O y un 22% de S, por lo que es una fuente de acción múltiple. Es un material
soluble y permite corregir deficiencias de Mg con rapidez.

Dolimita (CaCO3 Mg CO3): con un 18% MgO, es de acción doble al suplir Ca.

Óxido de magnesio (MgO): con un contenido muy alto de 86% de MgO. Es de


lenta solubilidad y debe aplicarse en suelos ácidos para mejor solubilidad.

Sulfato de magnesio (MgSO4): con 17 % de MgO, material muy soluble que


puede utilizarse para respuestas rápidas al Mg.

Prével y Charpentier (1964), citados por López y Espinoza (1995), han


usado sulfato de magnesio al 3% en aplicaciones foliares (Cuadro 8.12).

Azufre (S)

El azufre se absorbe del suelo como aniones sulfato divalentes (SO 42-). Al
parecer es metabolizado por las raíces sólo hasta el grado en que se requiere, y el
exceso de sulfato se transporta sin cambio hacia las partes aéreas en el xilema.
Debido a que hay suficiente sulfato en la mayoría de los suelos, las plantas con
deficiencia de azufre son poco comunes. Los síntomas de deficiencia consisten en
una clorosis general en toda la hoja, incluyendo los haces vasculares (venas). En
algunas especies el azufre no se redistribuye con facilidad a partir de tejidos
maduros, por lo que la deficiencia casi siempre se nota primero en las hojas más
recientes. Sin embargo, en otras especies la mayor parte de las hojas se vuelven
cloróticas casi al mismo tiempo, o incluso las hojas más antiguas primero. Muchas
plantas cultivadas contienen como un quinzavo de azufre respecto a la cantidad
de nitrógeno (en peso), esto parece ser una clave útil para evaluar requerimientos
nutricionales (Duke y Reisenauer, 1986).

La mayor parte del azufre en las plantas se encuentra en las proteínas,


especialmente en los aminoácidos, cisteína y metionina, los cuales son
constituyentes de las proteínas. Otros compuestos esenciales que contienen
azufre son las vitaminas tiamina y biotina, así como la coenzima A, un compuesto
esencial para la respiración y para la síntesis y degradación de ácidos grasos.

El azufre también puede absorberse por las hojas a través de las estomas
como dióxido de azufre gaseoso (SO 2), un contaminante liberado en el medio,
producto de la combustión de carbón, madera y petróleo. El SO 2 se
transforma en bisulfito (HSO3-) cuando reacciona con agua en el interior de las
células y en esta forma inhibe la fotosíntesis y provoca la destrucción de
clorofila.

El azufre en las plantas se encuentra generalmente en concentraciones


similares a las del fósforo y biológicamente es un elemento esencial en la nutrición
de las plantas (Prével, 1970).
54

En estado vegetativo, los tejidos activos de rápido desarrollo como las hojas
no emergidas y meristema presentan altas cantidades, siendo el pseudotallo y las
hojas los órganos más ricos en azufre. En la fase productiva, la concentración
mayor del nutrimento se presenta en los órganos de crecimiento y diferenciación,
es decir, la inflorescencia y el raquis. En la cosecha, el pseudotallo continúa
siendo el órgano con mayores contenidos de azufre en la planta. Los frutos al igual
que las hojas, contienen poco azufre (Twyford y Walmsley, 1974; Marchal et al,
1972).

El azufre es absorbido por la planta desde el estado de retoño hasta la


floración, después de ésta, el porcentaje se reduce notablemente y la cantidad
extraída entre floración y cosecha es insuficiente para suplir la necesidad en las
partes frutales, como consecuencia el azufre necesario es tomado de las hojas y
del pseudotallo (Twyford y Walmsley, 1974).

Las hojas inmovilizan la mayor parte del azufre absorbido por la planta. Los
órganos de conducción hacia el limbo, tales como vainas, peciolos y venas son
pobres en azufre, mientras el raquis (órgano de conducción hacia los frutos) es tan
rico como los limbos.

Experiencias hidropónicas han mostrado que después de la diferenciación


floral la planta puede reutilizar el azufre anteriormente absorbido, ya que este
elemento es de gran movilidad dentro de la planta. Las fuertes concentraciones de
azufre en el raquis indican que existe una corriente de nutrimiento hacia los frutos,
provenientes directamente del suelo o de las hojas. Sin embargo, el contenido de
azufre en la cáscara del fruto es pobre y el de la pulpa lo es aún más (Marchal et
al, 1972).

Melin (1970), encontró que el azufre tiene una acción benéfica sobre la
vegetación de las plantas de banano, proporcionando un crecimiento más rápido,
una mayor precocidad y un intervalo floración-cosecha más corto. El aumento de
los rendimientos se debe probablemente a una mejor utilización de los fertilizantes
nitrogenados, por efecto del azufre. El autor señala que una acidificación del suelo
por un aporte de azufre atenúa el efecto del calcio en el desarrollo de la “pulpa
amarilla”. Tavares y Falquez (1997), encontraron que el azufre se concentra en las
hojas en el momento entre floración y cosecha, seguido por el fruto. Los
contenidos en el pseudotallo, cormo y raíces son bajos y descendentes en su
orden. El mayor contenido de azufre se da en la fase de floración, por lo que su
aplicación debe hacerse entre la fase de FM y floración (Cuadro 8.10,
Figura 8.3).

Deficiencias de Azufre

El efecto de la carencia de azufre no ha sido bien estudiado en banano,


Simmonds (1973), dice que los síntomas aparecen en las hojas más jóvenes, al
principio como una clorosis general, que disminuye cuando la hoja envejece. Al
55

agudizarse la carencia, las hojas jóvenes permanecen cloróticas y se van


reduciendo progresivamente hasta que sólo queda el nervio central. Las
deficiencias de azufre no han podido ser detectadas en el campo.

Las deficiencias de azufre pueden presentarse debido a los bajos


contenidos del elemento en las aguas de lluvia y a los bajos niveles de azufre
orgánico de los suelos, los cuales pueden fijar el sulfato (SO 4) bajo forma no
asimilable (Fox et al, 1965; Bromfield, 1974; Kang y Osiname, 1974). Hasan et al,
citados por Fox et al (1979), informan que el limbo es la parte más adecuada para
el diagnóstico del nivel de azufre, y que el óptimo es semejante tanto para banano
como para plátano (0,27 %), aunque las necesidades internas para obtener el
máximo de crecimiento son mayores en plátano.

Prével y Charpantier (1964), observaron en condiciones de deficiencia de


azufre en hidroponía, retraso en la coloración de las hojas de reciente emisión. Al
mismo tiempo, las nervaduras secundarias y el borde de la lámina presentaron un
mayor espesor. Más tarde se acentúa la falta de coloración de las hojas, su
porción marginal se queda blanco amarillenta, siendo enteramente blanca la hoja
no desarrollada, y los bordes de las viejas se necrosan. El ritmo de emisión foliar y
el alargamiento de las hojas disminuye, las hojas nuevas son más estrechas y
presentan deformación y reducción del limbo. Al final, las plantas emiten hojas
reducidas a la vena central con algunos fragmentos ondulados del limbo. El
sistema radicular es normal y el racimo es muy pequeño o deforme ( Lahav y
Turner, 1989).

La mayoría del azufre es suministrado al banano por medio de sulfato de


amonio o superfosfato, se recomiendan aplicaciones regulares de 50 kg de
Azufre/ha/año para evitar deficiencias (Lahav y Turner, 1989) (Ver Foto 8.6).

FOTOGRAFÍA 8.6. SÍNTOMAS CARACTERÍSTICOS DE CARENCIA DE AZUFRE.


Lopez y Espinoza, (1995).
56

Fuentes de Azufre

Las principales fuentes de azufre según López y Espinoza (1995), son las
siguientes:

Sulfato de amonio ((NH4)2 SO4): con un contenido de 24% de azufre. Se usa en


plantaciones nuevas para suplir N (20,5%) y S. Disminuye el pH del suelo y es
muy soluble.

Sulfato de potasio (K2 SO4): tiene un 18% de S y un 50% de K 2O y es una fuente


muy buena de S y K, pero un poco más costoso que el KCl. No altera el pH del
suelo y es muy soluble.

Sulfato doble de potasio y magnesio (K2 SO4 . 2Mg SO4): tiene un 22% de azufre,
22% de K2O y 18% de MgO. Es una excelente fuente triple, no cambia el pH y es
muy soluble.

Sulfato de magnesio (Mg SO4): con el 22% de S, también es una buena fuente de
MgO con 17%.

Urea – S (urea-sulfato de amonio): con 5% de S, tiene aporte limitado de S


aunque muy alto de N.

Superfosfato simple: con 12% de S, es un material que se usa con éxito, pero es
poco soluble.

Urea recubierta con azufre: tiene un 14% de S y 38 % de N. Se usa para reducir


pérdidas de N en áreas muy lluviosas.

Sulfato de calcio (yeso): con un contenido de 18,6 % de S, también aporta 34% de


CaO, no cambia el pH.

Flor de azufre o elemental: con 90 a 100% de S, es una fuente muy importante de


S. Para ser absorbido debe oxidarse a SO 42-, este proceso es bacteriológico y se
favorece con altas temperaturas, adecuada humedad y aereación del suelo
(Cuadro 8.12).
57

La dinámica del S en el suelo puede verse en la Figura 8.9.

S
LIBRE S
S
ELEMENTAL Precipitado ORGANICO
en la Fe2S
atmósfera Inmovilizado Humus Organizado en
(contaminación) por micro- organo- restos animales
volatización organismos minerales y vegetales
precipitación
Deposición inmovilización
con lluvia
mineralización
S Soluble
Deposición de restos
H2 S Soluble

S Aplicado Micro- O S
en fertilizantes 2 REDOX absorción Absorbido
organismos
de N y P en las plantas
enmiendas
SO 4- Soluble

translocación
absorción liberación
solubilización precipitación
SO 4- Absorbido
solubilización en complejo
coloidal
S Nativo
Insoluble en
material parental o
precipitado
Translocación SO 4- Absorbido
profundamente

lixiviación
SO 4+ Lavados
a capas inferiores

Figura 8.9. Dinámica del S en el suelo.


Modificado por Bertsch y Henríquez (1988).

Cloro (Cl)

El cloro se absorbe del suelo en forma de ion cloruro (Cl -), y en su mayor
parte permanece en esta forma, aunque se han encontrado más de 130
compuestos orgánicos en el reino vegetal que contienen cloro en cantidades muy
pequeñas (Engvild, 1986). Uno de los más interesantes es el ácido 4-
cloroindolacético, el cual parece ser una hormona natural tipo auxina. Casi todos
las especies absorben de 10 a 100 veces más cloro del que necesitan, por lo que
esto representa un ejemplo común de consumo extra. Una de las funciones del
cloro consiste en estimular la ruptura (oxidación) de la molécula de H 2O durante la
fotosíntesis, aunque también es esencial en las raíces, para la división celular en
las hojas y como un soluto osmóticamente activo de importancia (Terry, 1977;
Flowers, 1988).
58

Los síntomas de deficiencia de cloro en hojas consisten en crecimiento


reducido, marchitamiento y desarrollo de manchones cloróticos y necróticos. Las
hojas con frecuencia llegan a adquirir un color bronceado. Las raíces se reducen
en longitud pero adquieren mayor grosor, o forma de garrote hacia las puntas. El
cloro muy rara vez (o nunca) está ausente en la naturaleza, debido a su elevada
solubilidad y disponibilidad en los suelos, ya que también es transportado en el
polvo, o en pequeñas gotitas por el viento o la lluvia a las hojas en donde ocurre la
absorción.

La planta de banano no parece ser muy sensible al Cl y algunos


investigadores israelitas han mostrado que pueden soportar de 300 a 350 mg
de Cl por litro, en la solución del suelo.
Sodio (Na)

Pfeffer, a finales del siglo XIX, fue el primero en sugerir que el sodio podría
ser necesario como micronutriente para plantas; no fue sino hasta que en 1950
Wood sugirió que el sodio o el cloro (o ambos) podrían ser esenciales para las
plantas en pequeñas cantidades. Según Brownel P.F (1992), el sodio es necesario
para el funcionamiento de la parte C-4 en que se transporta CO 2 a las células para
ser reducido a carbohidratos.

Johnston.M y Grof.C, han tenido evidencia de que la deficiencia de Na


disminuye la cantidad de clorofila a/b, asi como una disminución en la actividad del
fotosistema II.

Es poco probable que la falta de Na llegue a ser un factor limitante del


crecimiento vegetal en condiciones naturales; sin embargo, debido a la
importancia que tiene en la fotosíntesis de las plantas C-4, debe de seguir
estudiándose la acción.

La planta de banano no parece ser muy sensible a concentraciones altas de


Na en las sales, pudiendo resistir hasta 1500 ppm de sales por litro en la
solución del suelo, sin mostrar síntomas de toxicidad. García et al (1977),
señala que las plantas de banano tienen una alta resistencia a la salinidad en
las aguas de riego en Israel.
59

Fernández, citado por García et al (1977), reporta condiciones hasta de 6 y 7


mhos sin que afecten el desarrollo de las plantas de banano en Islas
Canarias. Según Lahav, citado por los mismos autores, la resistencia a la
salinidad es consecuencia de altas concentraciones de K soluble.

Las toxicidades por sodio se muestran en las hojas como quemaduras, que
comienzan con un halo marginal y terminan como una larga franja de color
marrón-ceniza, entorno a la periferia de toda la hoja; en la mayoría de los
casos, esa franja no es mayor de 3 a 5 centímetros.

Este tipo de toxicidad se presenta en cultivos de banano en suelos


semiáridos o áridos, tal es el caso de los estados de Bahía y Río Grande del
norte, Brasil; o en áreas costeras, sin protección vegetal periférica, donde el
viento arrastra tierra adentro las partículas de agua marina, concentrando el sodio,
sobre todo en las épocas de baja precipitación; tal es el caso de Islas Canarias y
las provincias de Guayas y el Oro, Ecuador (Ver Foto 8.7).

Poner Foto

Elementos Menores: (Zn, B, Cu, Fe y Mn)

Los elementos menores controlan el metabolismo al intervenir


principalmente como catalizadores de las reacciones bioquímicas de la planta de
banano. En banano existen numerosos trabajos que tratan de los efectos de sus
deficiencias, pero muy pocos ofrecen indicaciones de sus contenidos foliares
(Marchal y Prével, 1971).

La adecuada nutrición de plantas con micronutrientes depende de varios


factores, además de la facultad del suelo para suplir estos elementos. Algunos
factores de crecimiento tan importantes como la velocidad de absorción de
nutrientes, su distribución a los sitios funcionales, así como la movilidad de estos
dentro de la planta, dependen de los oligoelementos.

Existen algunas interacciones que ocurren entre los micronutrientes, y con


los macronutrientes, ellas pueden ocurrir tanto en el suelo como dentro de la
planta; debido a que estas reacciones modifican el estado nutricional de las
plantas, deben ser muy bien entendidas y consideradas al momento de proveer un
adecuado contenido de elementos menores.

Se ha encontrado así mismo, un efecto depresivo de algunos elementos


menores sobre enfermedades específicas, tal es el caso del Zn y B aplicado en
forma foliar para el control de Sigatoka negra (Mycosphaerella fijiensis).
60

La dinámica de los elementos menores en el suelo puede verse en la


Figura 8.10.

Figura 8.10. Dinámica de los Elementos Menores Catiónicos en el Suelo.


Modificado por Bertsch y Henríquez, (1988).

Zinc (Zn)

El zinc se absorbe como Zn 2+ divalente, quizá a menudo a partir de quelatos


de zinc. Las anormalidades causadas por la deficiencia de zinc incluyen la “hoja
pequeña”, como resultado de la disminución en el crecimiento de las hojas jóvenes
e internudos del tallo. Los márgenes foliares con frecuencia presentan distorsiones
y pliegues. A menudo ocurre clorosis intervenal, lo que sugiere que el zinc
participa en la formación de la clorofila o impide su destrucción. El retardo en el
crecimiento del tallo que sobreviene en ausencia de este elemento puede deberse
en parte a que al parecer se le requiere para la producción de una hormona del
crecimiento que se conoce como ácido indolacético (auxina). Muchas enzimas
contienen zinc fuertemente unido, esencial para su adecuado funcionamiento;
considerando todos los organismos, se conocen más de 80 de tales enzimas
(Vallée, 1976).

El zinc es un micronutriente necesario para el metabolismo de las proteínas,


cuya función es la de activador enzimático. Parece implicado de alguna manera
61

en la producción de clorofila (Thompson y Troeh, 1988). Además, es componente


de una variedad de deshidrogenosas, proteinasas y peptinasas (Price et al, 1972).

Walmsley y Twyford (1976), encontraron que las más altas concentraciones


de zinc aparecen en los tejidos jóvenes, especialmente meristemos y hojas
emergidas en la fase vegetativa. En la fase de producción, el raquis interno parece
ser el tejido más rico, seguido por la inflorescencia.

Marchal y Prével (1971), también indicaron que los órganos de crecimiento


activo tales, como meristemos y hojas no emergidas eran los más ricos en zinc,
por lo tanto los más sensitivos a su deficiencia, ya que el Zn es influyente en la
síntesis de precursores de auxina (actúa como activador de enzimas).

Twyford y Walmsley (1974), señalaron que en todos los estados de


desarrollo, los mayores contenidos de Zn se encontraron en las hojas, pseudotallo
y cormo, aunque en la maduración los frutos alcanzaron cantidades
considerables. Dicen asimismo, que el Zn y Cu son los principales micronutrientes
tomados por la planta de banano en la fase de fructificación (Twyford y Walmsley,
1968).

Tavares y Falquez (1997), encontraron las mayores concentraciones de Zn


en los frutos, las hojas y pseudotallo en el momento de floración, baja en el cormo
y muy baja en la raíz.

En la planta total, las mayores concentraciones se dan entre la fase FM y la


de floración, seguido por la fase floración–cosecha, mientras que las necesidades
en las fases 1 a FM son muy bajas (Cuadro 8.10, Figura 8.3).
Deficiencias de Zinc

La deficiencia de zinc en banano ha sido estudiada por diferentes autores,


ya que causa graves deformaciones en el crecimiento de la planta y del racimo
(Moity, 1954; Jordine, 1962; Charpentier y Prével, 1963; citados por Prével, 1971).

Simmonds (1973), dice que la deficiencia de zinc en su fase inicial es


semejante a la del nitrógeno, pero se diferencia de éste en los estados de
desarrollo posteriores, en los cuales las hojas son estrechas, aguzadas, con
clorosis variable y algun moteado necrótico. Las hojas jóvenes se arrepollan y
estrangulan. Los frutos son pequeños, malformados, con dedos cortos, retorcidos
y cloróticos.

Los síntomas de la deficiencia de Zn se manifiestan principalmente por el


desarrollo retardado y clorosis. Los síntomas característicos aparecen en las hojas
jóvenes, las cuales son significativamente más pequeñas y de forma más
lanceolada. La hoja emergente tiene una alta cantidad de pigmentaciones de
antocianina en el lado interior que a menudo desaparece cuando la hoja se
extiende, ésta tiene coloración verde con alternaciones cloróticas paralelas a las
venas (Lahav y Turner, 1989; Turner, 1985; Jordine, 1962). Por otro lado, muchas
62

plantas deficientes en zinc pueden crecer normalmente, llegando a manifestar los


síntomas de dicha deficiencia durante la parición (Moity, 1954).

En plantas severamente afectadas, el desarrollo del fruto es lento y el


racimo permanece horizontal por un período prolongado. Los dedos son más
curvos, cortos y delgados, usualmente de un verde más pálido, y el extremo distal
de éstos tiene forma de chupón (Turner, 1985).

Malavolta, citado por López y Espinoza (1995), dice que en suelos con alto
contenido de P es frecuente observar, una reducción en la concentración de Zn en
los tejidos, hasta el punto de presentarse síntomas visuales por deficiencias. No
por la formación de carbonatos, ya que estos son solubles, sino por la inhibición
de la absorción del Zn en la superficie de la raíz, como consecuencia del alto
contenido de P y la precipitación del Zn en los vasos conductores de savia.
Asimismo, según Olsen (1972), se presentan reducciones en la disponibilidad de
zinc en el suelo, debido al antagonismo existente entre estos dos elementos.
También mencionan, que el Zn puede ser fuertemente retenido por las arcillas
llegando a ser no disponible (Ver Foto 8.8).

La deficiencia de zinc también está asociada con una reacción alcalina del
suelo, provocada por aplicaciones de carbonato de calcio y bajos niveles de
materia orgánica (Jones, 1972). Esta deficiencia puede ser corregida con ZnSO 4,
el cual se aplica en dosis de 2 a 20 Kg de Zn/ha.

Shulka y Morris (1967), citados por Thompsom y Troeh (1988),


comprobaron una mayor eficacia del ZnSO 4 con respecto a otras formas como el
óxido de zinc o los quelatos del mismo elemento. Boehle y Lindsay (1969), citados
por Thompson y Troeh (1988), recomiendan aplicaciones foliares con 0,25-1,0%
de zinc en condiciones de emergencia. Turner (1985), recomienda aspersiones
foliares de ZnSO4 al 0,5%, o aplicaciones al suelo de 12 kg Zn/ha.

FOTOGRAFÍA 8.8. SÍNTOMAS DE DEFICIENCIA DE ZINC.


Lopez y Espinoza, (1995).
63

Toxicidad de Zinc:

Los suelos derivados de rocas altas en Zn pueden contener


concentraciones tóxicas de este microelemento, también el uso inadecuado de
agroquímicos foliares con alto contenido de Zn es causa de fitoxicidad.

Este elemento está envuelto en la translocación del Fe, por lo tanto puede
causar clorosis típica de deficiencia de este elemento (Bertch, 1995).

Fuentes de Zinc:

Sulfato de Zinc (ZnSO4): con un 28% de Zn, es una buena fuente. Se recomienda
aplicaciones foliares con concentraciones del 0.5%.

Quelatos de zinc: son complejos órgano-minerales, fácilmente tomados por las


plantas y actúan de forma rápida cuando se aplican a las hojas (Cuadro 8.12).

Boro (B)

El boro es absorbido de los suelos casi por completo como ácido bórico sin
disociar (H3BO3), representado con mayor exactitud como (B[OH] 3). Se transporta
con lentitud hacia fuera de los órganos floemáticos después de su llegada a través
del xilema (Raven, 1980). Sin embargo, en algunas especies sale del floema de
manera mucho más eficaz (Welch, 1986; Shep, 1988). Las deficiencias de este
elemento no son comunes, aunque existen diversos trastornos relacionados con la
desintegración de los tejidos internos, debido a un aporte inadecuado de boro. Las
plantas con deficiencia de boro muestran una amplia variedad de síntomas,
dependiendo de la especie y edad de la planta, pero el primer síntoma es la falta
de elongación normal en las puntas de las raíces, acompañada de inhibición de la
síntesis de DNA Y RNA. También se inhibe la división celular en el ápice del tallo y
en las hojas jóvenes. El boro tiene un cometido aún no determinado pero esencial
en la elongación de los tubos polínicos. Muchos hallazgos indican que sólo los dos
grupos taxonómicos importantes requieren este elemento, plantas vasculares y
diatomeas, en estas últimas forma parte de la pared celular, rica en silicio (Lovatt,
1985).

Las funciones bioquímicas del boro en las plantas vasculares siguen siendo
poco claras a pesar de que se han estudiado mucho, debido a que no se sabe en
que medida el B(OH) 3 se modifica en las células, ya que puede cumplir muchas
funciones en ese sitio. Quizá mucho de este ácido débil se une para formar
complejos de borato cis-diol con grupos hidroxilo cercanos, provenientes de la
manosa y con algunos otros azúcares de los polisacáridos de la pared celular
(aunque no con glucosa, fructosa, galactosa y sacarosa, las cuales no tienen
arreglos cis-diol de grupos hidroxilo). Las funciones bioquímicas y fisiológicas que
64

se han propuesto para el boro se revisan en Dugger (1983); Pilbeam y Kirkby


(1983) y Lovatt (1985). Aún no se le ha identificado con seguridad ninguna función
específica, pero hay evidencia que señala una participación especial del boro en la
síntesis de ácidos nucleicos, tan esencial para la división celular en los
meristemos apicales.

Según Devlin, citado por López y Espinoza (1995), este elemento participa
en el transporte de azúcares, y es esencial en la formación de las paredes
celulares. Asimismo, el boro está relacionado con la utilización del calcio de la
planta, actúa en el metabolismo de los carbohidratos y facilita el movimiento de los
azúcares (Marín y Christensen, 1979).

El Instituto de la potasa, citado por López y Espinoza (1995), dice que las
flores y los frutos son afectados por la carencia de este elemento.

La absorción de boro por la planta de banano se realiza en una forma


constante desde el estado de retoño hasta la cosecha. La cantidad tomada antes
de la floración es usada totalmente en la producción de frutos. Hasta la floración,
los mayores depósitos de boro son las hojas, pseudotallo y cormo. A la cosecha,
las hojas y el pseudotallo tienen aún más altas concentraciones del nutrimento, y
los frutos tienen contenido casi igual al del pseudotallo (Twyford y Walmsley, 1976
y 1978). Por tanto, la carencia de este elemento afecta gravemente las flores y los
frutos (Instituto de la Potasa; citado por López y Espinoza, 1995).

El boro aparece en una concentración muy rica en aquellos tejidos


asociados a una actividad de desarrollo intenso, es decir, hojas no emergidas y
meristernos en la fase vegetativa y en la fase productiva, la infloresencia y el
raquis; mientras que en los frutos la concentración de boro es baja (Walmsley y
Twyford, 1976).

Tavares y Falquez (1997), encontraron que los mayores contenidos de boro


se dan en el fruto, seguido por el pseudotallo y la hoja en el momento de la
floración. El contenido de B en el cormo es bajo y muy bajo en las raíces, al igual
que el zinc.

Las necesidades de B desde la fase inicial hasta FM son muy bajas, pero
se incrementan muy frecuentemente entre la fase de floración y cosecha
(Cuadro 8.10, Figura 8.3).

Deficiencias de Boro

Pocos trabajos informan la carencia de boro, Norton (1965), describe a la


planta deficiente de boro con clorosis leve en líneas perpendiculares en la hoja; si
la deficiencia es severa se produce clorosis intervenal y formación imcompleta de
65

la hoja, la formación de hijos se inhibe y sobreviene la muerte prematura de la


planta. Los síntomas de deficiencia aparecen con mayor frecuencia en suelos
alcalinos o ligeramente ácidos especialmente en condiciones de sequía. Sin
embargo, se ha observado que la disponibilidad del boro disminuye cuando el pH
supera la neutralidad, por lo cual los sobreencalados pueden causar deficiencias
bóricas, llegándose a reducir la absorción de calcio debido a la deficiencia del
micronutrimiento (Thompson y Troeh, 1988).

López y Solís (1991), dicen que una fuerte deficiencia en boro puede
producir deformación de los racimos, asegurando que si la deficiencia es extrema
la planta puede morir al no haber hijos nuevos. Dicen López y Espinoza (1995),
que las deficiencias de B se pueden confundir con mucha frecuencia con los
síntomas provocados por virus, y si es severa puede confundirse con deficiencia
de Ca. Por otro lado, Norton, citado por los mismos autores, dice que la falta de B
provoca un pobre desarrollo del sistema radical, con muy poca presencia de pelos
absorbentes, que al final termina necrosándose severamente (Ver Foto 8.9).

FOTOGRAFÍA 8.9. SÍNTOMAS DE CARENCIA DE


BORO.
Lopez y Espinoza, (1995).

Toxicidad por Boro:

La toxicidad de este elemento está asociada con regiones áridas o


semiáridas, donde los niveles B son frecuentemente altos en el suelo o con
aplicaciones foliares excesivas. Los síntomas se presentan como una clorosis
marginal en las puntas, seguidas por una necrosis total de la hoja y su
subsecuente muerte, presentándose el daño primeramente en las hojas viejas y
luego avanza hacia las más jóvenes (Bertsch, 1995).

Fuentes de Boro:

Borax (N4B4O710H2O): con un contenido de B del 11,3%, es una fuente barata y


soluble.

Ácido bórico (H3 BO3): con 17% de B, puede aplicarse en forma foliar en
concentraciones del 0.3%.
66

Dice Primavesi (1992), que la deficiencia de B es la que reduce más


drásticamente el volumen radicular (Cuadro 8.12).

Cobre (Cu)

Las plantas rara vez tienen deficiencia de cobre, en parte porque lo


requieren en cantidades muy pequeñas, según Russell (1998), las
concentraciones normales se encuentran entre 2,5 y 60 µg -1; a pesar de esto
muchos suelos de Australia son muy deficientes en cobre (y en otros
micronutrimentos como zinc y molibdeno), por tal motivo son fertilizados
exageradamente con cobre y otros oligoelementos (Donald y Prescott, 1975).

El cobre se absorbe como ion cúprico, Cu 2+ divalente en suelos aireados, o


como ion cuproso monovalente en suelos húmedos con poco oxígeno. El Cu 2+ es
quelado por varios compuestos del suelo (por lo general no identificados), es
probable que éstos proporcionen la mayor parte del cobre a las superficies
radicales. Está presente en diversas enzimas o proteínas implicadas en los
procesos de oxidación y reducción, en los cuales participa como catalizador en
ciertas carboxilaciones; dos ejemplos notables son la citocromo oxidasa, una
enzima respiratoria que se halla en las mitocondrias, y la plastocianina, una
proteína de los cloroplastos.

Se considera que la mayoría del cobre en el suelo existe en formas


quimioabsorbidas u ocluidas en hidróxidos de hierro, aluminio y magnesio o
formando complejos con la materia orgánica; esto es corroborado por los estudios
de McLaren y Crawford (1973), mencionados por Russell (1988), en suelos
británicos.

El cobre al igual que el hierro, influye en la planta por el cambio de valencia


Cu++/Cu. Interviene en oxidaciones terminales cuando se combina con proteínas,
por ejemplo, en la oxidación del polifenol, la cual provoca el oscurecimiento de los
cortes de la planta cuando se expone al aire. También interviene en la fotosíntesis
y facilita las transferencias de electrones a los receptores quinónicos (Lassoudière,
1973). Por lo tanto, es un microelemento esencial para el desarrollo de las plantas,
ya que juega un papel muy importante en el proceso de fotosíntesis, en las
enzimas oxidadas y en la fijación simbiótica de nitrógeno ( Russell, 1988).

Las necesidades de Cu de la planta del banano son tan pequeñas, que sólo
se conoce el caso de la deficiencia, en el campo de las turberas de Niecky en
Costa de Marfil, descrito por Moity (1961). Por tal motivo, la nutrición cúprica en
banano ha sido muy poco estudiada (Díaz et al, 1976).

El cobre está muy concentrado en los tejidos de hojas no emergidas en la


fase vegetativa, así como en la inflorescencia y en el raquis interno en la fase
productiva. Por lo tanto, el Cu se presenta con mayor concentración en los
tejidos de crecimiento activo, y su distribución en los diferentes órganos de la
planta es muy parecida a la seguida por el boro (Walmsley y Twyford, 1976).
67

Los órganos que tienen contenidos más altos en Cu son las hojas, el
pseudotallo y el cormo. Los frutos a la cosecha tienen cantidades de cobre
similares a las del cormo (Twyford y Walmsley, 1974).

El cobre es extraído por la planta en pequeñas cantidades comparado con


los otros micronutrimentos, aumentándose su contenido gradualmentete desde el
retoño hasta la cosecha. La cantidad tomada después de la floración no es
suficiente para satisfacer las necesidades fisiológicas del desarrollo de la fruta, por
lo que se deduce que una pequeña cantidad se redistribuye desde otros órganos,
principalmente las hojas (Walmsley y Twyford, 1976).

Tavares y Falquez (1997), encontraron los mayores contenidos de Cu en los


frutos y en el pseudotallo en el momento de la cosecha, y en las hojas al momento
de la floración, mientras que los contenidos en el cormo fueron medios y muy
bajos en las raíces. Las necesidades de Cu son muy bajas desde la fase inicial a
FM, pero se incrementan fuertemente en la etapa de FM-floración-cosecha
(Cuadro 8.10, Figura 8.3).

Deficiencia de Cobre:

Los excesos o deficiencias de Cu han sido estudiados por Moity (1961), en


Costa de Marfil y por Lassoudiére (1973), según los autores, los síntomas de
carencia se manifiestan por un marchitamiento general de la planta con
acortamiento de las inserciones peciolares, las láminas foliares caen en forma de
campana con doblamiento de los peciolos. El raquis se adelgaza y los racimos
aparecen con frecuencia sin dedos. Las plantas en estado avanzado de carencia
muestran manchas cloróticas en el pseudotallo, peciolos y hojas, semejante a la
clorosis por N. La planta se torna muy sensible a ataques de virus y hongos.

En ausencia de cobre, las hojas jóvenes con frecuencia adquieren un color


verde oscuro, están arrugadas o deformes y muchas veces exhiben manchones
necróticos. Los huertos de cítricos en ocasiones tienen ésta deficiencia, y las hojas
jóvenes agonizantes en éstos inspiraron el nombre de la enfermedad de la “muerte
de espaldas” (“die back”).

Se presentan deficiencias en suelos originados a partir de material parental


con baja concentración de cobre, suelos arenosos muy lixiviados o en suelos baja
disponibilidad por ser originados a partir de turbas, material parental calcáreo o
con alto contenido de arcillas (Mengel y Kirkby, 1982).

Cordero y Ramírez (1979), dicen que la materia orgánica juega un papel


muy importante en la disponibilidad de Cu, y que al combinarse lo elimina de la
solución de suelo, evitando problemas de toxicidad.
68

El Instituto de la Potasa y el fósforo, citado por López y Espinoza (1995),


dice que en suelos arenosos y bajos en materia orgánica pueden desarrollarse
deficiencias de Cu por lixiviación.

Toxicidad por Cobre:

Los excesos de Cu en condiciones naturales se dan en suelos áridos,


arenosos o en suelos en los que ha habido un excesivo uso de plaguicidas que
contengan este elemento. La toxicidad de Cu se manifiesta como una deficiencia
de Fe, ya que su presencia en exceso inhibe el transporte de este elemento a las
partes jóvenes, produciéndose también daños radicales (Bertsch, 1995).

López y Espinoza (1995), dicen que un exceso de Cu puede provocar


principalmente deformaciones en la raíz; y agregan que López y Solís (1991),
encontraron que las deformaciones de las raíces como resultado de los altos
niveles de Cu en el suelo, no afectaron la productividad del cultivo. Los niveles de
Cu en las raíces, fueron muy altos (162 ppm). No se ha informado de niveles altos
de Cu a escala foliar, ni que estos puedan provocar síntomas de toxicidad.

Cordero y Ramírez (1979), reportan altas cantidades de Cu; en los suelos


utilizados en el cultivo del banano en el Pacífico Sur, de Costa Rica entre los años
1930 y 1950, en los cuales se aplicaba caldo Bordelés para controlar la sigatoka
amarilla (Mycosphaerella musicola), en concentraciones de 2,5 Kg de CuSO 4 por
hectárea, con una frecuencia aproximada de 4 semanas. Según Robinson (1983),
este elemento está entre los metales pesados que se han acumulado en el suelo
hasta alcanzar niveles tóxicos, causando serios problemas en los cultivos.

Avila y Regalado (1993), estudiando el problema de altos contenidos de


cobre de los suelos en cuestión, con el fin de buscar soluciones, encontraron que
en suelos a los cuales agregaron contenidos muy altos de cobre como de 2416
ppm, las plantas murieron en un 12% por toxicidad, y cuando el contenido de Cu
fue de 1527 ppm, se encontraron efectos depresivos sobre el Fe, Zn, Ca, Mg y K.

Los mismos autores determinaron que en suelos altos en Cu, la adición de


materia orgánica, quelatos y ácido fosfórico y la combinación quelatos + ácido
fosfórico, disminuyeron la concentración de Cu soluble en el suelo, mejorando la
asimilación de los otros nutrientes.

El cobre también es tóxico para los microorganismos, su efecto


microbiológico se conoce desde que se inició su uso como fungicida con el caldo
Bordelés. Así, la presencia de altas concentraciones de Cu 2+ en el suelo también
puede disminuir la tasa de degradación de la materia orgánica, incluyendo los
desechos orgánicos altos en Cu2+ utilizados para fertilizar suelos (Bolt y
Bruggenwert, 1978).

El uso del cobre alrededor del mundo es muy amplio, Bowen (1966),
menciona que para esa fecha en el ámbito mundial se usaban 70 millones de kg
69

de cobre por año en actividades agrícolas como plantaciones de uvas y otros


cultivos. Además, afirma que en ese momento el consumo tendía a aumentar.

Según Russell (1988), si se produce una acumulación de cobre en el suelo


hasta alcanzar niveles fitotóxicos, existen pocas posibilidades de manejo; una de
ellas es subir el pH para bajar la disponibilidad; otra es utilizar un cultivo tolerante
a la alta concentración de Cu 2 + como la palma aceitera (Elaeis Guinensis y E.
Oleifera).

Se ha encontrado que cuando hay aplicación fuerte de fertilizantes


nitrogenados (Reuther y Labanausicas, 1966), fosfatados ( Bingham, 1963; citado
por Borges et al, 1997) se presentan deficiencias de cobre; por lo tanto, ésta
podría ser otra opción de manejo de toxicidad, aunque bastante cara.

Los niveles de Cu2 + en suelos contaminados alcanzan varios cientos de


µg g –1, éstas concentraciones son más altas en los niveles superficiales debido a
su baja tasa de lixiviación (Mengel y Kirkby, 1982; Bolt y Bruggenwert, 1978). En
suelos orgánicos, cinco años después de haber aplicado una dosis de 250 Kg
Cu +2 ha –1 se presenta una remoción de sólo 0,2%, a una profundidad de 5 cm
(Lundbla et al, 1949).

Su absorción también está muy relacionada con los niveles de cobre


disponible en el suelo, lo cual concuerda con el hecho de que el Cu +2 se encuentra
comúnmente en mayor concentración en las raíces que en otros tejidos (Mengel y
Kirkby, 1982). Su transporte parece ser realizado por los aminoácidos en solución
debido a la afinidad que presenta con el nitrógeno (Tiffin, 1972). Según estos
mismos autores, uno de los efectos presentados con mayor rapidez a causa de
niveles tóxicos de Cu+2 en el suelo, es la inhibición del desarrollo radical.

En general el comportamiento del cobre en el suelo es muy influenciado por


el pH. El Cu2+ generalmente reacciona con el OH- a un pH de 7 o mayor,
produciendo Cu (OH)+ y puede sufrir reacciones de absorción (Ellis y Knesek;
citados por Russell, 1988).

Dawdy y Volk (1983), en su artículo “Movement of Heavy Metals in Soils”,


indican que en el suelo el cobre puede presentarse en sitios de intercambio;
incorporado dentro o sobre la superficie de precipitantes inorgánicos, cristalinos o
no, o bien, incorporado en compuestos orgánicos, o en la solución del suelo; sin
embargo, la mayoría se encuentra absorbido en compuestos orgánicos o
inorgánicos. Debido a que su movimiento en el suelo es muy limitado, debe estar
en la fase móvil o asociada con partículas, ya que el flujo masal es probablemente
el medio más importante de transporte.

Hodgson et al (1966), observaron que más del 98% del cobre del suelo se
encuentra complejado con la materia orgánica. Fácilmente forma complejos muy
estables que son compuestos predominantes en la solución. En turbas con pH 3,5
entre 60 y 90% del Cu 2+ extraído en agua se encontró complejado orgánicamente, y
70

al elevar el pH a 6,0 el grado de complejación se incrementó hasta 98% (Russell,


1988). Schnitzetr (1969), indica que de ocho iones divalentes, el Cu 2+ es el que
forma complejos más estables al combinarse con el ácido fúlvico envolviendo
grupos carboxilos y fenólicos. De este modo, la disponibilidad natural de Cu 2+ en el
suelo puede ser controlada por medio de la formación de complejos con la materia
orgánica o con otros constituyentes iónicos del suelo.

Algunos trabajos, como los realizados por Mercer y Richmond (1970),


muestran que la disponibilidad de Cu 2+ en suelos orgánicos depende no sólo de la
concentración de Cu2+ en la solución, sino también de la forma en que éste se
presenta. Estos autores indican que los complejos de Cu 2+ con un peso molecular
menor de 1000 unidades de masa atómica (uma) son mucho más disponibles para
las plantas, que aquellos con un peso mayor de 5000 uma. Por lo tanto, el uso de
la materia orgánica no siempre es una alternativa viable para rehabilitar suelos
contaminados con cobre.

Debido a su escasa movilidad el cobre casi no se lixivia. Sin embargo,


Dowdy et al (1980), mencionados por Dowdy et al (1983), detectaron Cu2+ en el
agua de escorrentía de suelos tratados con residuos orgánicos contaminados con
Cu2+. Cuando esto ocurre debe tomarse en cuenta que si la concentración de
cobre en el agua de beber excede 1 µg/g, se producen efectos negativos en los
humanos (Baker, 1974). Por este motivo, puede ser peligroso pensar en lixiviar el
cobre acumulado en el suelo, ya que a largo plazo puede llegar al nivel freático y
contaminar aguas subterráneas utilizadas para el consumo humano.

Fuentes de Cobre

Sulfato de cobre (CuSO4): con una concentración de 22,5% de Cu, es una


excelente fuente para aplicaciones foliares al 0,5% (Cuadro 8.12).

Hierro (Fe)

Las plantas deficientes en hierro se caracterizan por desarrollar una clorosis


intervenal pronunciada, similar a la causada por la deficiencia de magnesio, pero
se presenta primero en las hojas más jóvenes. La clorosis intervenal en ocasiones
es seguida por clorosis de las venas, por lo que la hoja entera adquiere color
amarillo. En casos severos, las hojas más jóvenes se ponen blancas con lesiones
necróticas. No se conoce bien la causa de porque la deficiencia de hierro da como
resultado una inhibición rápida de la formación de clorofila, pero parece ser que
dos o tres enzimas que catalizan ciertas reacciones de la síntesis de clorofila
requieren Fe2+.

El hierro que se acumula en las hojas más antiguas es relativamente


inmóvil en el floema, como lo es en el suelo, quizá debido a que se precipita de
manera interna en las células de las hojas como un óxido insoluble o en la forma
de compuestos tipo fosfato férrico orgánicos o inorgánicos. Existe poca evidencia
directa de que se formen tales precipitados, tal vez se formen otros compuestos
71

insolubles desconocidos pero similares. Una forma estable y abundante de hierro


de las hojas se almacena en los cloroplastos en forma de un complejo hierro-
proteína denominado fitoferritina (Seckback, 1982). La entrada de hierro a la
corriente de transporte del floema es probablemente minimizada por la formación
de dichos compuestos insolubles, si bien la fitoferritina parece representar un
almacén de hierro.

El hierro es esencial debido a que forma parte de ciertas enzimas y


numerosas proteínas que acarrean electrones durante la fotosíntesis y la
respiración. Experimenta oxidación y reducción alternas, entre los estados Fe 2+ y
Fe3+, cuando actúa como portador de electrones en las proteínas. La importancia
de hierro, zinc, cobre y manganeso en los procesos de transporte de electrones en
las plantas ha sido revisada por Sandman y Borger (1983).

Dice Deulin, citado por López y Espinoza (1995), que el Fe es absorbido por
la planta como Fe3+, sin embargo, la forma ferrosa (Fe 2+) es la forma metabólica
activa.

El hierro junto con el manganeso, son los principales micronutrimentos


tomados por la planta de banano en la fase vegetativa (Twyford y Walmsley,
1968). La absorción de Fe es rápida hasta la fase adulta de la planta, su
concentración disminuye posteriormente hasta la floración. Luego hay un
incremento del Fe pero en una proporción menor que en la fase anterior a la
diferenciación floral y ocurren pérdidas de hierro del pseudotallo y las hojas, lo que
indica una redistribución de éste hacia el fruto (Twyford y Walmsley, 1974). Sin
embargo, los contenidos de hierro son bajos en la fase inicial hasta la FM, pero
son altos en las fases entre FM-floración-cosecha. En general la planta disminuye
sus necesidades de hierro con la edad de la plantación (Cuadro 8.10, Figura 8.3).

Por otro lado, Tavares y Falquez (1997), encontraron que el máximo


contenido de Fe se da en el pseudotallo en el momento de la floración, seguido
por el cormo, y las hojas. El contenido en la raíz a la floración es bastante alto en
comparación con el fruto y es congruente con los resultados encontrados por el
autor.

En la planta de banano, las raíces inmovilizan la mayor parte del Fe a lo


largo del ciclo vegetativo con una reserva muy variable. Entre la diferenciación
floral y la floración, las raíces se empobrecen más de este elemento que el resto
de la planta. A la cosecha, las inmovilizaciones son muy variables y están en
función del suelo por un lado y del clima por otro (Marchal y Prével, 1971).

Deficiencia de Hierro:

Las primeras referencias de carencia de Fe en banano fueron señaladas en


1938 en los trabajos de Wardlaw en Haití y en 1953 en Hawai por Cooil y Shoji.
72

Ziv (1954) y Cowelli (1960), informan de deficiencias de Fe en el Valle de


Jordán, presentándose como una decoloración floral. Éstas aparecen
normalmente en suelos neutros o ligeramente alcalinos, con alto contenido de
carbonato de calcio (CaCO3). Igualmente, en suelos del oeste de Estados Unidos,
el pH elevado y la presencia de bicarbonatos contribuyen a la deficiencia de
hierro, en tanto que en suelos ácidos el aluminio soluble es más abundante y
restringe la absorción de hierro.

Asimismo, Díaz et al (1976), achacan la deficiencia de Fe en suelos de


Tenerife al efecto el ión bicarbonato presente en elevadas concentraciones en el
agua de riego, el cual impide una buena traslocación del hierro por la planta.
También varios investigadores (Marchal y Prével, 1971) han observado
deficiencias de hierro en aquellos suelos deficientes en fósforo.

La deficiencia de hierro está asociada con suelos calcáreos. El síntoma más


común se percibe en las hojas jóvenes, provocando la clorosis total, tornándose
en algunas ocasiones blanco amarillentas (Ziv, 1962; citado por Lahav y Turner,
1989). Esta deficiencia puede ser corregida con asperciones foliares de FeSO 4 a
0,5% o quelatos de hierro (Fe-EDTA). La forma quelatada puede ser aplicada
directamente al suelo, por aspersión a las hojas o a través del agua de irrigación
(1mg/L).

Sarasola y Rocca (1975), dicen que en suelos bien drenados la cantidad de


Fe intercambiable en solución es baja, no siendo así en suelos mal drenados (Ver
Foto 8.10).

FOTOGRAFÍA 8.10. SÍNTOMAS DE DEFICIENCIA POR HIERRO.


Lopez y Espinoza, (1995).

Toxicidad por Hierro

Dice Bertsch (1995), que la toxicidad por hierro depende principalmente del
material que originó el suelo, sin embargo en general las plantas tienen mucha
tolerancia a cantidades altas, por lo que no es muy común en condiciones
naturales. Sin embargo, en áreas de suelos ácidos y poco fértiles, es posible
73

observar también síntomas de toxicidad por Fe, debido a un alto contenido en el


suelo.

López y Espinoza (1995), dicen que en suelos con alto contenido de Fe


disponible es posible observar síntomas de toxicidad que se caracteriza por una
necrosis marginal en las hojas viejas. Estos síntomas se presentan sobre todo en
suelos pesados y en épocas lluviosas, debido a que el Fe 3+ en condiciones de
escasez de oxígeno, se reduce a Fe 2+ (ferroso) que es la forma soluble y
fácilmente disponible para las plantas. También en áreas bajo riego, el exceso de
humedad puede provocar este fenómeno. El autor observó los síntomas de la
toxicidad descrita, en las plantaciones bananeras en suelos de turba en Costa de
Marfil (Ver Foto 8.11).

FOTOGRAFÍA 8.11. SÍNTOMAS CARACTERÍSTICOS DE TOXICIDAD POR HIERRO.


Lopez y Espinoza, (1995).

En estudios efectuados por el autor, en suelos bananeros de la Zona


Atlántica de Costa Rica, con altas concentraciones de hierro (100-400 mg/kg),
niveles que se ubican por encima de los óptimos establecidos por el cultivo de
banano (10 a 50 mg/kg), se encontró que la raíz funcional de la planta era
bastante baja, con altos niveles de pudrición. Al analizar químicamente esas raíces
se determinó una alta concentración de Fe, siendo en raíces en alto estado de
podredumbre alrededor de 2000 mg/kg, 1337 mg/kg en raíces en estado medio y
546 (mg/kg) en raíces aparentemente sanas.

El mismo estudio mostró una tendencia bien definida entre pudrición de


raíces -contenido de Fe- altas poblaciones de nemátodos. A resultados similares
llegó Acevedo (1997). Vargas (1998), encontró un efecto semejante en el cultivo
de café, en un fenómeno conocido como “Corchosis”. Con el fin de determinar con
exactitud la concentración de Fe en los diferentes tejidos de la raíz, se hizo un
estudio en el cual se determinó que en una raíz podrida, la concentración de Fe en
la rizodermis fue de 6244 mg/kg, 158 mg/kg en el parenquina cortical y 77 mg/kg
en el xilema (Figura 8.11).
74

Pa

Fe 3+ + O2 Pe
Fe 2+ + O2

Fe = 6244 ppm

Ri

Fe = 77 ppm 50 
Fe = 158 ppm
Pc En Fl Tr Xi
En Endodermis
Fl Floema
Pa Pelos absorventes
Pc Parénquima cortical
Pe Periciclo
Ri Rizodermis
Tr Tráquea de formación
Xi Xilema

Figura 8.11. Posible Efecto del Fe2+ por Reducción de Fe 3+


en la pudrición de raíces del banano.

La ausencia de altas concentraciones de Fe dentro de la raíz, muestra que


este elemento no es absorbido por las células, y que sólo es inmovilizado por la
rizodermis, posiblemente en forma de quelatos de tipo de los sideróforos y
fitosideróforos, u otras formas de Fe 3+, que cuando se reducen por un nivel freático
alto en el suelo, por lluvias continuas que saturan los espacios porosos,
compactaciones por manejo, encostramiento superficiales, o cualquier otro medio
que dificulte la oxigenación, se convierte en Fe 2+ (ferroso), de acción fitotóxica en
la rizodermis. Esta acción provoca en la raíz la segragación de exudados
nutritivos, especialmente glucosa como defensa, que atrae a los microorganismos
del suelo, entre ellos nemátodos, lo que acelera el proceso de descomposición de
los tejidos de la raíz (Primavesi, 1982; Salisbury y Ross, 1994).

La destrucción del sistema radical, provoca un desbalance hormonal, que


hace que la planta paralice su crecimiento, las hojas salen en forma de manojo o
roceta, y el fruto es pequeño con dedos cortos y curvos; este efecto puede
agudizarse por deficiencia de Mn en presencia de altos contenidos de Fe soluble y
disponible.

Avila y Regalado (1993), indican que existe antagonismo en la fitotoxicidad


del Fe con respecto al Cu, y que adiciones de ácido fosfórico y materia orgánica
inmovilizan ambos elementos y reducen la toxicidad.

Elad y Baker (1985), encontraron un efecto depresivo de los sideróforos


en la germinación de Fusarium oxisporum; Por otro lado, AHL et al (1986),
determinaron que los sideróforos inhibían la germinación de Thielaviopsis
basicola.
75

Debido a la importancia que puede tener este tema en los micronutrientes


catiónicos, el autor decidió introducir un nuevo título de los agentes quelantes de
los nutrientes catiónicos.

Para investigaciones futuras, debe de considerarse el Mn y las interacciones


Fe–Mn. Sobre el mismo efecto, se debe prestar también atención al Al, de acción
semejante, a la descrita en líneas anteriores para el Fe.

Fuentes de Hierro

Sulfato de Hierro (FeSO4. 7H2O): con una concentración de 19 a 23% de Fe, es


material de uso común para corregir deficiencias; aplicado al suelo con una dosis
de 10 a 15 kg por hectárea, o en solución de 2 a 3% para aplicación foliar.

Quelatos de hierro: con concentraciones de 5 a 14% de Fe, son muy eficientes en


aplicaciones foliares al 0,5 a 0,8% (Cuadro 8.12).

Manganeso (Mn)

El manganeso existe en tres estados de oxidación (Mn 2+, Mn3+ y Mn4+) en


forma de óxidos insolubles en el suelo, y también se encuentra como quelatos. Se
absorbe sobre todo como catión manganoso (divalente Mn 2+), después de que ha
sido liberado de algún quelato, o de una reducción en óxidos de valencia superior
en la superficie de la raíz (Uren, 1981). Las deficiencias de manganeso no son
comunes, aunque varias enfermedades, como el “moteado gris” de la avena, las
“manchas de lodo” en el chícharo y el “moteado amarillo” de la remolacha de
azúcar, se presentan cuando hay cantidades inadecuadas de este elemento. Los
síntomas iniciales con frecuencia consisten en clorosis intervenal en las hojas más
jóvenes o antiguas, dependiendo de la especie, seguida por lesiones necróticas.
La microscopía electrónica de cloroplastos obtenidos de hojas de espinaca,
demuestra que la ausencia de manganeso provoca una desorganización de las
membranas tilacoidales, pero que tienen escaso efecto sobre la estructura de
núcleos y mitocondrias. Esto junto con mucha investigación bioquímica, indica
que el elemento tiene una función estructural en el sistema de membrana del
cloroplasto, y que una de sus participaciones importantes es, como en el caso del
cloro, en la disociación fotosintética de la molécula de H 2O. El ión Mn2+ también
activa numerosas enzimas.

Walmsley y Twyford (1976), hallaron en el cultivo de banano que el


manganeso es absorbido en cantidades mayores que los otros micronutrientes.
Así mismo, mencionan que las hojas contienen las cantidades totales más altas en
todos los estados de desarrollo, seguido por el pseudotallo en un nivel más bajo.
El papel que desempeña en Mn en la nutrición del banano y las relaciones con los
demás nutrimentos en la planta y en el suelo han sido poco estudiados (Díaz et al,
1976).
76

Twyford y Walmsley (1968) y Marchal y Prével (1971), estudiaron la


absorción y distribución de manganeso en la planta de banano, y encontraron que
en cualquier estado de desarrollo, los contenidos de los limbos son siempre
superiores a los de cualquier parte de la planta. Por lo cual se toma este órgano
para diagnosticar el nivel de nutrición de este elemento en la planta.

Asimismo, Tavares y Falquez (1997), encontraron que el contenido más alto


de Mn se da en las hojas en el momento de la floración y la cosecha. El
pseudotallo es el segundo depositario en importancia, seguido por el cormo al
momento de floración. Las raíces tienen un contenido bajo de Mn; y en el fruto el
contenido es apenas regular.

La absorción del Mn es constante en la planta desde el estado de retoño a


la floración; después de ésta la proporción absorbida se incrementa tanto que en
la cosecha, la cantidad en la planta es casi el doble que en el período de floración
(Walmsley y Twyford, 1976). Igualmente, Tavares y Falquez (1997), hallaron que la
fase de floración es la que muestra la mayor concentración de este elemento y
que se mantiene hasta la cosecha. Las concentraciones de la fase inicial hasta FM
son bajas (Cuadro 8.10, Figura 8.3).

Deulim, citado por López y Espinoza (1995), dice que el manganeso es


factor esencial en los procesos de respiración y metabolismo del N, como
activador de enzimas. Ahora bien, el Instituto de la Potasa y el Fósforo, citado por
lo mismos autores, concluyó que este nutrimento juega un papel directo en la
fotosíntesis, y ayuda en la síntesis de la clorofila.

Deficiencia de Manganeso

La planta de banano es poco sensible a la carencia o excesos de Mn.


Simmonds (1973), reporta clorosis intervenal en las hojas más jóvenes que
degeneran en un moteado necrótico, que puede aparecer en la fruta como
moteado negro fino. Marchal y Prével (1971), atribuyen a la deficiencia de Mn la
“pulpa amarilla” de los bananos de Camerún, estos mismos síntomas son los
presentados en las plantaciones de Filipinas.
Stover (1992), dice que se puede presentar deficiencia de Mn artificialmente
por el uso excesivo de cal.

Jordine (1962), señala que la deficiencia de Mn se manifiesta por una


clorosis “diente curvo” y la presencia del hongo Deightoniella torulosa en las áreas
cloróticas. La clorosis se inicia en los márgenes de las hojas más jóvenes, y
algunas veces deja un borde verde delgado en los márgenes de las mismas. La
clorosis avanza a lo largo de las venas principales hacia la nervadura central; las
áreas intervenales permanecen verdes, de allí la apariencia de diente curvo
(Charpantier y Prével, 1965). Altos contenidos en Fe soluble en los suelos, puede
ocasionar carencias de manganeso en las plantas de banano y con ello causar
deformaciones en el crecimiento en las plantas y frutos. La corrección de las
77

deficiencias puede lograrse por medio de aspersiones foliares o al suelo de


sulfato de manganeso (Jordine, 1962) (Ver Foto 8.12).

FOTOGRAFÍA 8.12. SÍNTOMAS DE DEFICIENCIA DE MANGANESO.


Lopez y Espinoza, (1995).

Toxicidad por Manganeso

Bertsch (1995), dice que la toxicidad por Mn está asociada a problemas de


acidez. Uno de los principales síntomas es la disminución en el crecimiento de las
hojas y raíces; así como clorosis en las hojas jóvenes, con necrosamiento y
arrugamiento posterior.

Lahav y Turner (1992), citados por López y Espinoza (1995), mencionaron


que en algunos casos puede presentarse toxicidad de Mn, aunque Bayona (1986),
observó concentraciones foliares hasta de 600 mg/kg sin efectos negativos en la
planta.

El Mn es muy soluble a valores de pH menores a 5,5, también su


solubilidad aumenta con la reducción del suelo, ya que los iones Mn 4+ pasan a
Mn2+, en caso de que estuviera presente en grandes cantidades debido a que el
material parental del suelo es rico en dicho elemento, se puede presentar
fitotoxicidad de Mn conjuntamente con la toxicidad de Al.

Contrariamente al Al, el Mn es un nutrimento de las plantas, por lo tanto la


finalidad de una enmienda no debe eliminar el Mn, sino mantenerlo dentro de un
ámbito entre toxicidad y deficiencia. Una concentración en la solución del suelo de
1 a 4 mg/kg presenta dificultad para muchos cultivos. Para efectos de toxicidad o
deficiencia de este elemento, debe de tomarse muy en cuenta la interacción Fe -
Mn - Al.
78

Fuentes de Manganeso

Sulfato de manganeso (Mn SO4): con una concentración de 26 a 28% de Mn, es el


fertilizante más frecuente usado tanto al suelo como foliar. Lahav y Turner,
sugieren aplicaciones al suelo de 7 a 11 kg por hectárea.

Quelato de manganeso: este fertilizante con un 12% al Mn es usado para


asperciones foliares.

Molibdeno (Mo)

El Molibdeno existe en los suelos en gran medida como sales de molibdato


2-
(MoO ) y como MoS2. En la primera forma, el molibdeno existe en el estado redox
4
(valencia) de Mo6+, pero en las sales de sulfito se presenta como Mo 4+. Tal vez
debido a que las plantas requieren sólo cantidades ínfimas, casi no se sabe nada
acerca de las formas en que se absorbe y la manera en que se transforma en las
células vegetales. La mayoría de las plantas requieren menos molibdeno que
cualquier otro elemento, por lo que las deficiencias de este elemento son raras.
Las necesidades de Mo en el cultivo de banano son muy bajas, Lahav y Turner
(1992), dicen que el Mo alcanza niveles de 0,10 a 0,23 mg/kg. A pesar de esto,
los síntomas de deficiencias están geográficamente extendidas, en especial en
Australia.

La función mejor documentada del molibdeno en vegetales es como parte


de la enzima nitrato reductasa, que reduce iones nitrato a iones nitrito, pero
también puede participar en la degradación de purinas, tales como adenina y
guanina, debido a su esencialidad como parte de la enzima xantina
deshidragenasa (Mengel y Muller, 1976; Pérez et al, 1988). Una tercera función
probable para el molibdeno es como parte estructural esencial de una oxidasa que
convierte el aldehído del ácido abscísico en la hormona ABA (Simmonds et al,
1989).

Dice Deulim, citado por López y Espinoza (1995), que el Mo se encuentra


en el suelo en forma no intercambiable y en solución, sin embargo la cantidad de
Mo directo en la solución de suelo es sumamente baja.

Deficiencias de Molibdeno

Algunos ejemplos de enfermedades provocadas por aporte insuficiente de


molibdeno son el “azote” en la coliflor y el brócoli, que se presenta en ciertas
regiones del este de Estados Unidos. Muchas veces los síntomas consisten en
clorosis intervenal que se presenta primero en las hojas más antiguas o de mitad
del tallo, y que luego progresa hacia las hojas más recientes. A veces, como en la
enfermedad del “azote”, las plantas no se tornan cloróticas sino que desarrollan
hojas muy retorcidas que finalmente mueren. En suelos ácidos, la adición de limo
79

incrementa la disponibilidad de molibdeno y elimina o reduce la severidad de su


deficiencia (Mengel y Muller, 1976; Pérez et al, 1988).

Lahav y Turner, citados por López y Espinoza (1995), dicen que no se ha


informado de síntomas de deficiencia de este nutrimento en banano en el campo,
ni aun en invernadero en pruebas diseñadas para provocar los síntomas de la
deficiencia.

Por otro lado, Bertsch (1995), dice que los síntomas más visibles pueden
empezar como un moteado clorótico intervenal de las hojas inferiores, seguido por
una necrosis marginal y encurvamiento de las hojas, las que pueden llegar a
secarse por completo. La floración se inhibe, y si llegan a formarse, se
desprenden.

Toxicidad por Molibdeno

Los excesos de este elemento bajo condiciones naturales, son sumamente


raros, pueden producirse amarillamientos o coloraciones púrpura intensas.

Aluminio (Al)

El aluminio no es un nutriente de las plantas, a pesar de que aparece en


alrededor del 1% del contenido total. Por el contrario se ha caracterizado en la
agricultura por su efecto depresivo en el crecimiento de las plantas por toxicidad,
cuando la concentración en la solución de suelos es superior a 1 mg/kg.

El efecto primario de la toxicidad de Al consiste en un daño directo sobre el


sistema radical, restringe su desarrollo, las raíces se vuelven más gruesas y
presentan puntos muertos, con consecuencias severas sobre el crecimiento de las
plantas.

El Al tiende a acumularse en las raíces impidiendo la absorción y el traslado


del Ca y P a la parte aérea, por lo que puede acentuar las deficiencias de esos
nutrimentos. Sin embargo, la materia orgánica tiene influencia en el contenido de
Al en la solución de suelo, ya que forma complejos orgánicos muy fuertes que lo
inmovilizan. También un contenido alto de sales desplaza el Al intercambiable de
las posiciones de intercambio, por efecto de acción de masas (Bertsch, 1995).

Cabe recalcar, que la interacción Al – Mn debe de tomarse muy en


consideración cuando existan problemas de esta naturaleza.

AGENTES QUELANTES DE LOS MICRONUTRIENTES CATIONICOS (Fe, Mn y Cu).

Los compuestos de quelatos metálicos son muy importantes en la nutrición


de las plantas, porque incrementan la solubilidad y la concentración buffer de los
80

iones metálicos en la solución del suelo, que influyen en los procesos biológicos
vitales.

Los quelantes biológicos, productos del metabolismo de las plantas y de


otras formas orgánicas, se conocen como sideróforos y fitosideróforos, que son
compuestos complejos y estables de los cationes metálicos. Debido a la
importancia que han señalado diversos autores recientemente sobre estos
compuestos, en el campo de la nutrición, toxicología y fitopatología, el autor
decidió introducir este subtítulo, no obstante el grado de complejidad y el poco
conocimiento sobre el tema, sin embargo, podrá servir como base para
investigaciones futuras.

Los micronutrimentos catiónicos como el hierro y en menor grado el zinc,


manganeso y cobre, son relativamente insolubles en soluciones nutritivas si se
suministran como sales inorgánicas comunes, y también lo son en la mayoría de
los suelos. Esta insolubilidad es muy marcada si el pH es mayor de 5; en estas
condiciones, los micronutrimentos catiónicos reaccionan con iones hidroxilo hasta
que se forma un precipitado de óxido metálico hidratado insoluble. En la reacción
siguiente se muestra un ejemplo en que la forma férrica del hierro precipita en un

óxido de color café-rojizo (oxidado): 2Fe3+ + 6OH-  2Fe(OH)3  Fe2O3.3H2O

A causa de ésta y otras reacciones que contribuyen a su insolubilidad, estos


micronutrimentos deben ser mantenidos en solución por otros agentes. Un tipo
importante de agentes es el denominado ligando (o agente quelante). La
reacción entre un ión metálico divalente o trivalente y un ligando da por resultado
un quelato (del griego, que significa “semejante a un garfio”). Un quelato es el
producto soluble que se forma cuando ciertos átomos de un ligando orgánico
ceden electrones al catión. Los grupos carboxilo de carga negativa, así como los
átomos de nitrógeno, poseen electrones que pueden compartirse de esta forma.
En suelos calcáreos (suelos ricos en Ca 2+ y por lo general con pH de 7 o mayor),
probablemente más del 90% del cobre y el manganeso, y el 50% o más del zinc
se encuentran ligados a compuestos orgánicos producidos por microbios, pero
aún no se sabe cuáles son los ligandos.

La deficiencia de hierro, caracterizada por la falta de clorofila (clorosis), es


un problema muy difundido a escala mundial en suelos calcáreos, y se le
encuentra tanto en monocotiledóneas (sobre todo pastos) como en dicotiledóneas.
Con frecuencia este problema se resuelve o reduce agregando hierro al suelo o a
las hojas en forma de un quelato comercial denominado Fe-EDDHA – ácido FE-
etilendiamino di(o-bdroxifenil) acético.

Otro quelato del hierro es el Fe-EDTA, ácido Feetilendiaminotetraacético


(con el nombre comercial de Versenato), pero éste también atrapa fuertemente
iones Ca+, por lo que no es eficaz en suelos calcáreos.
81

Como la deficiencia de hierro es muy común, se ha puesto atención


especial a los ligandos que mantienen disuelto este metal en los suelos, y a las
causas de que en ocasiones no lo hagan. En primer lugar, hay que entender que
el Fe3+ es mucho menos soluble que el Fe2+, por lo que cuando un suelo está bien
aireado, el Fe2+ no atrapado se oxida a Fe 3+, que a su vez precipita. De las dos
formas de hierro sin atrapar, el Fe2+ es absorbido con mucha mayor facilidad por
las raíces, por lo que la oxidación tiende a eliminar la forma disponible de Fe 2+
(Lindsay, 1979). Al parecer son dos los principales tipos de ligandos que forman
quelatos con el hierro, e impiden que éste se precipite en su totalidad; los ligandos
sintetizados por microorganismos y los que se sintetizan en las raíces. Estos
últimos se excretan en el suelo circundante (la rizósfera), en cierto grado, la
síntesis de ligandos por las raíces representa un sistema (o estrategia) de defensa
contra la deficiencia de hierro, como se describe a continuación.

Parece que existen dos estrategias generales para la adquisición de hierro


por las angiospermas (revisadas por Marschner et al, 1986; Romheld, 1987;
Chaney, 1988; Brown y Jolley, 1988; Bienfait, 1988; Longnecker, 1988), aún no se
estudian en las gimnospermas. La estrategia I, presente en dicotiledóneas y
algunas monocotiledóneas, implica la liberación de ligandos tipo fenol, como ácido
caférico. Estos ligandos actúan sobre todo en iones Fe 3+, al ser atrapados se
movilizan hacia la superficie de la raíz, donde se reducen a Fe 2+ cuando aún están
quelados. Al mismo tiempo, las raíces de vegetales con estrategia I, y con un
aporte reducido de hierro forman con mayor rapidez agentes reductores (como
NADPH) que realizan dicho proceso de reducción, haciendo que se pierda el Fe 2+
del ligando y entonces puede ser absorbido de inmediato. Asimismo, las plantas
con la estrategia I, y alguna deficiencia nutritiva liberan con mayor rapidez iones H +
que favorecen la solubilidad de ambas formas de hierro, en especial Fe 3+. Esta
estrategia a menudo está ausente en suelos calcáreos, debido a que el pH del
suelo es muy elevado y se encuentra bien amortiguado con iones bicarbonato
(HCO3-); contribuyendo además, con la aparición de la enfermedad fisiológica
conocida como clorosis inducida por cal (Korcak, 1987; Mengel y Geurtzen,
1988).

Las plantas con la estrategia II, hasta donde se sabe, sólo están
representadas por pastos, incluyendo ciertos granos. Responden a la deficiencia
de hierro formando y liberando ligandos poderosos que atrapan iones Fe 3+ de
manera específica y muy eficaz. Estos ligandos se conocen como sideróforos
(de la palabra griega que significa “portadores de hierro”) o más específicamente,
fitosideróforos (Sugiura y Nomoto, 1984; Neilands y Leon, 1986).

Dos de los sideróforos más estudiados son el ácido avénico y ácido


mugineico, ambos son ácidos iminocarboxílicos que se unen a iones Fe 3 por
medio de átomos de nitrógeno y oxígeno. Estos y otros sideróforos se absorben
cuando el hierro aún está en su interior, por lo que las raíces deben absorber los
fitosideróforos, y luego reducir el hierro que éstos contienen a Fe 2+. Es probable
que el Fe2+ se libere y sea utilizado por la planta de inmediato, en tanto que el
82

sideróforo puede ser degradado químicamente o liberado de la raíz para


transportar más hierro.

Una vez absorbidos, los metales divalentes se mantienen solubles de


manera parcial por quelación con ciertos ligandos celulares. Los aniones de ácidos
orgánicos, en especial el ácido cítrico, parecen ser más importantes como
ligandos para el transporte de hierro, zinc y manganeso a través del xilema,
mientras que los aminoácidos parecen ser más importantes para el transporte de
cobre (White et al, 1981; Mullins et al, 1986). A fin de cuentas, a las proteínas se
une gran cantidad de hierro, zinc, manganeso, níquel y cobre, de esta forma
aceleran los procesos de transporte de electrones en la fotosíntesis y la
respiración, a la vez que incrementan la actividad catalítica de las enzimas. Los
cationes monovalentes como K+ y Na+ no forman quelatos estables, pero están
débilmente asociados por atracciones iónicas, tanto con aniones de ácidos
orgánicos como de inorgánicos, inclusive con proteínas.

INTERACCIONES ENTRE NUTRIMENTOS

Se conoce como antagonismo, al fenómeno bioquímico mediante el cual el


incremento de un ion causa la reducción en concentración de otros iones;
sinergismo es el proceso inverso.

Las interacciones y sus efectos varían con los diferentes cultivos, estos
fenómenos no son aun bien conocidos en el cultivo del banano por lo que deben
estudiarse a fondo; en el Cuadro 8.13 (falta) se dan algunos antagonismos según
diversos autores.

Olsen (1972), dividió las interacciones de los nutrientes en tres tipos:

A. Aquellos nutrientes a los cuales un incremento en su adición, puede


causar un aumento o una reducción en los requerimientos del cultivo,
repuesta a la adición de otro nutriente.

B. Otros resultantes de los efectos antagónicos o sinergéticos de un


elemento o factor, que causa influencia en la absorción de otro
elemento.

C. Aquellos, en donde la absorción o utilización de uno más elementos, son


afectados diferentemente como resultado de la reacción dentro de la
planta, en el suelo u otros cambios en el sistema de crecimiento.
83

variables de Mn y Fe. Por último en muchos de los experimentos realizados por


Sommers y Shive (1962), Dekock e Inkson (1964) y Zaharieva et al (1988),
observaron que interacciones del tipo C en magnesio y hierro; normalmente se
encuentran en sistemas en los cuales otros factores están relacionados, como por
ejemplo: los efectos causados por el pH del suelo, la temperatura, la competencia
de algunos iones, los intervalos de crecimiento de la raíz y quelatos exudados de
la raíz. El tener un buen conocimiento de la naturaleza de las reacciones, es un
punto crítico en el diagnóstico y la debida corrección de desórdenes nutricionales,
de esta manera se podrán desarrollar modelos correctos para la descripción del
sistema planta-suelo, lo cual se verá reflejado en la obtención de mejores
cosechas (Sommers y Shive, 1942).

Interacciones de K, Ca, Mg, P y N

Lahav y Turner (1990), citando a Prével y Montagut (1990), dicen que la


caída de los dedos en racimos maduros de banano ha sido asociada con un
desbalance de N, que se acumula como NH 4 cuando los contenidos de K son
bajos. Agregan que el agotamiento depende mucho del órgano en el cual se miden
las concentraciones, por ejemplo el incremento de K tiene efecto depresivo en la
concentración de Mg en las hojas y el pseudotallo, pero poco en la fruta y las
raíces.

Los antagonismos y sinergismo del K, Ca, y Mg han sido estudiados por


buen número de autores en el cultivo de banano. Éste puede ser consecuencia de
que K y Mg actúan independientemente, debido a que:

El incremento de K promueve la translocación de Mg hacia el fruto


donde se almacena.

La adición de K en cantidades similares a las de Mg, promueve el


crecimiento y decrece la concentración total de Mg.

Estudios de varios autores han resultado contradictorios, debido a que se


han usado datos de un órgano, como si fuese la totalidad de la planta.

Lahav (1974), encontró que el K suministrado tiene más influencia sobre los
niveles de Ca y Mg que sobre los otros nutrimentos. Un incremento en la
concentración de K en el suelo o en la solución nutritiva es seguido por una caída
en los niveles de Ca y Mg en los tejidos de la planta.

Los desequilibrios en la relación K/Ca/Mg afectan principalmente la


absorción de calcio. Esta se presenta como un fenómeno pasivo que a su vez
conduce a un aumento de este nutriente cuando la planta envejece
(Montagut y Prével, 1965).
84

Se informa que la oposición natural entre K/Ca/Mg difiere según las


especies de plantas (Brown, 1963; Childers, 1966; citados por Lahav, 1974).
Lahav (1974), encontró que el antagonismo iónico entre el K y el Mg en la planta
de banano es más fuerte que el de K y Ca; sin embargo, Murray (1960); Vadivel y
Shanmugavelu (1978), informan que el K tuvo mayor influencia sobre el Ca que
sobre el Mg. Asimismo, Hernández y Lugo (1967), encontraron en “Gros Michel “
una mayor contraposición entre el Ca y K que entre el Mg y el K.

Díaz et al ( 1976), encontraron correlación positiva entre el K y el Mn, y


mencionan que tal tendencia puede ser indirectamente producida por el
antagonismo K/Mg, aunque también podría deberse a que la acidez del suelo
favorece la absorción de K y Mn por la planta. Por otro lado, Marchal y Prével
(1971), comprobaron que altos contenidos de Mn van acompañados de un déficit
de Mg en la planta.

Hewitt (1955) y Murray (1960), informan que el antagonismo K/Ca y K/Mg


se presentan claramente en los limbos y no en las nervaduras en plantas que
crecen en suelos con desequilibrios en estos elementos. También observaron que
existe sinergismo con los elementos menores tales como el Mn y Zn. Sus
experimentos informan que existe una relación íntima entre las concentraciones de
K y la circunferencia del pseudotallo, peso del racimo y número de manos del
mismo. A igual conclusión llegó Ho (1969), quien además halló que no existe
relación entre el contenido de K y el número de hojas, lo que muestra que el
número de hojas no es afectado por la variación del contenido de K en las hojas,
es decir, que no afecta la diferenciación foliar.

A pesar que algunos han determinado antagonismos K/P (Hewitt, 1955;


Murray, 1960), García et al (1977), encontraron una correlación positiva entre K y
P; asimismo, Lahav (1974), descubrió un efecto sinergístico del K sobre el P, y
aduce ser indirecto puesto que el K es antagónico en el N, y el antagonismo N/P
es bien conocido (Chailders; citado por Lahav, 1974), incluso el P puede ser
afectado por el antagonismo K/N (Lahav, 1974).

La nutrición fosfórica está gobernada por la nutrición de magnesio, y por la


proporción de crecimiento, y de esta forma indirectamente por la nutrición
nitrogenada (Prével, 1967; citado por Twyford y Walmsley, 1974). Apoyando lo
dicho por algunos autores, afirman que el Mg sirve de transportador del P en las
plantas (Montagut y Prével, 1965).

Por otro lado, un incremento en la fertilización potásica, causa una


disminución en el nivel de N, similar a su influencia sobre el Ca y Mg (Lahav,
1974). Tal disminución fue también observada por Dumas y Prével (1958); Twyford
y Coulter (1964), citados por Lahav (1974); Ho (1969) y Rodríguez (1980).

El antagonismo S/P (efecto depresivo del P) está confirmado, así como el


incremento de los cationes en la hoja deficiente en S.
85

Las interacciones Ca/Mg presentan un coeficiente de correlación positivo, al


aumentar el contenido de Ca en el suelo, también aumenta su contenido en Mg, y
en consecuencia las concentraciones de estos elementos en las hojas
(Fernández, 1973).

El pH del suelo puede influir sobre la concentración de Zn en el limbo de la


hoja, ya que la asimilación de este elemento por la planta se ve favorecido al
aumentar la acidez del suelo. La relación Mg del suelo y Zn en la hoja, indica el
efecto depresivo que ejerce el Mg en la absorción de Zn por la planta, a mayor
contenido de Mg en el suelo, menor es el contenido de Zn en el limbo (Díaz et al,
1976; Moity, 1954).

La interacción de Hierro (Fe) y Manganeso (Mn)

La determinación del hierro que se encuentra disponible en los suelos es


una situación que resulta difícil, por la existencia de muchos procesos que influyen
sobre esta propiedad, y principalmente porque la utilización del hierro del suelo por
las plantas es controlada mediante factores genéticos (Brown y Jones, 1976).

En estudios realizados por Somers y Shive (1942), sobre la relación entre


elementos como el Fe y Mn, se determinó que los efectos de toxicidad causados
por el Fe tienen una estrecha relación con la deficiencia de Mn que pueda existir
en el suelo, y de igual forma los síntomas de toxicidad de Mn, son provocados por
la deficiencia de Fe que hay en el suelo. Por tanto, es claro que existe una
estrecha relación entre los niveles de Fe y Mn presentes en el suelo. Si en los
suelos los niveles de manganeso son altos pueden provocar la oxidación de Fe +2 a
Fe+3, lo cual disminuye su disponibilidad para la planta (Asghar y Kanehiro, 1981).

Los niveles de hierro y manganeso que son proporcionados a la planta, y su


debida acumulación en la misma en relación con sus requerimientos nutritivos,
son determinadas por la naturaleza, y por la integridad de participación del
elemento en diferentes interacciones. La absorción de un ion o molécula por parte
de la raíz de una planta, envuelve el movimiento de la partícula a la superficie de
la misma, seguida por el movimiento a través de la pared de la célula (espacio
libre), a la parte exterior de la célula (plasmolema) y por último es transportado al
sistema viviente (citoplasma). En lo que respecta a la mayoría de los nutrimentos,
el último paso se lleva a cabo en contra de gradientes de difusión, y para que
tenga lugar es necesaria la entrada de energía metabólica. En lo que se refiere a
la acumulación y utilización del Fe y Mn por parte de la planta, Millikan (1961);
Edwards y Asher (1982); Clarckson (1988); Moraghan y Mascagni (1991),
mencionan que tiende a presentar variaciones dependiendo de la especie de que
se trate, resultando sensible a variaciones causadas por factores ambientales. La
velocidad de acumulación de un nutriente se ve determinada por la velocidad de
llegada del mismo a la superficie de la raíz, la absorción de iones, la quelatación,
86

reducción y otras reacciones dentro del espacio libre, la superficie del plasmalema
y por último, por la quinesis del transporte de iones a través del citoplasma.
Según Marschner (1986), en algunas plantas en las cuales se dan asociaciones
con micorrizas, la adquisición de nutrientes por parte de las raíces es fortalecida
por la absorción y transporte dentro del micelio del hongo, en donde el ion se
transfiere en forma directa al citoplasma. Por otro lado, Marshner (1991) y Bell et
al (1991), mencionan que los niveles altos de algunos iones causan la destrucción
de la plasmalema, las cuales facilitan la entrada directa de la solución del suelo a
los vasos del xilema y al sistema de transporte de nutrimentos dentro de la planta.
El papel del espacio libre y la asociación de las fases sólidas en el abastecimiento
de nutrimentos en la planta no están bien entendidos.

En estudios efectuados por Clarckson y Sanderson (1978); Haynes (1980) y


Kochian (1991), se determinó que las paredes de las células de la raíz y el
mucílago asociado, poseen propiedades de intercambio catiónico y que contienen
precipitados de Fe y Mn, más otros elementos. Estos depósitos o placas de la raíz
fueron observados primeramente en plantas en crecimiento por Doi (1952);
Armstrong y Boatman (1967); Horiguchi (1987), las cuales se encontraban en
suelos con poca aireación, por lo que se le ha atribuido al poder oxidativo que
poseen las raíces del arroz, y al proceso similar que ha sido desarrollado a partir
de toxicidades de los excesivos niveles de Fe y Mn en otros cultivos. Bronfield
(1988), hace mención de que el mecanismo de formación de la placa de la raíz no
es conocido aún, ni mucho menos la química de la oxidación extracelular y la
precipitación de Mn por microorganismos.

Por el contrario, Ryan y Hariq (1983); Bienfait et al (1985), propusieron que


la formación de las placas de la raíz, tienen lugar por la liberación y precipitación
del Fe de los compuestos quelatados, absorbidos por los sitios cargados de la
superficie de la raíz. Aseguran que la precipitación de los óxidos de manganeso en
los espacios libres, tiene lugar a medida que ocurre un aumento en el pH y con la
concentración de Mn +2 de la solución asociada y restringida a las cercanías
inmediatas de la raíz. Se asume, que su mecanismo difiere del usual sistema
debido a la precipitación, lo cual no tiene lugar a pH menores de 8,6.

Interacción Cu- Zn- Fe

La toxicidad por cobre puede manifestarse en una severa disminución del


crecimiento de las plantas. Concentraciones mayores a 100 mg/kg en la solución
de suelo, reducen entre 40 y 60 % el peso y la altura de las plantas de café
(Coffea arabica L.) en almácigo y con niveles de 300 mg/kg se produce su
muerte (Chavarría et al, 1993).

La fitotoxicidad del cobre se atribuye a su efecto antagónico con otros


cationes como Fe2+ y el Zn2+. El antagonismo con el hierro es causado por la
sustitución del Fe2+ que se encuentra en los quelatos por el Cu 2+ en solución
formando quelatos de Cu2+. Esto puede influir tanto en el movimiento de quelatos
87

en solución hacia la raíz como dentro de la planta, donde el Cu 2+ afecta centros de


actividad fisiológica del hierro.

De los metales pesados que afectan la utilización de hierro por las plantas,
el cobre es el que produce los síntomas más fuertes de interferencia (Dekock,
1956). La susceptibilidad de las plantas a la contaminación por cobre es variable
dependiendo de la especie, el estado de desarrollo y la disponibilidad de otros
nutrimentos como nitrógeno, fósforo y potasio. En general, las legumbres parecen
ser de los cultivos más susceptibles a la toxicidad por Cu 2+.

La absorción del Cu2+ por las plantas parece ser un proceso


metabólicamente controlado. Hay evidencias de que una alta concentración de
Cu2+ inhibe fuertemente la absorción de Zn 2+ y que a su vez, cuando hay exceso
de Zn2+ la absorción de Cu2+ también disminuye (Schmid et al, 1965; Bowen,
1969).

RELACIONES DE EQUILIBRIO ENTRE LOS ELEMENTOS NUTRICIONALES EN


SUELOS

La presencia, carencia, la relación o equilibrio entre los nutrimentos, es muy


importante en la nutrición del cultivo de banano. Las interacciones entre los
nutrimentos pueden afectar positiva o negativamente el crecimiento de las plantas;
es por ello que no sólo es necesario que los nutrimentos estén presentes y
disponibles en la solución de suelo, sino que lo estén en la cantidad y relación
necesaria a los requerimientos de la planta.

La ley de mínimo de Liebig (1840), determina que el crecimiento de las


plantas es proporcional al nutrimento que está en su nivel más bajo; en otras
palabras el crecimiento de una planta y su rendimiento no puede ser mayor que el
determinado por el nutrimento disponible en menor cantidad.

Backman (1905), reformuló el concepto anterior y dijo “Cuando un proceso


es condicionado en su rapidez por un número determinado de factores separados,
la tasa del proceso está limitada por el factor que actúe más lento”.

La deficiencia de K limita el crecimiento de las plantas y por lo tanto la


absorción de N (Prével, 1965; citado por Twyford y Walmsley, 1974). La relación
K/N aumenta progresivamente durante el crecimiento. Se puede decir que el
contenido de K2O de una planta de banano es el triple de la cantidad de N al inicio
del desarrollo, y que se cuadruplica en el momento de la floración. En otras
palabras, la relación cambia de 3:1 a 4:1 (Montagut y Prével, 1965); a resultados
parecidos llegó el autor para la fase inicial, siendo diferente en la floración, donde
la relación fue de 2:1(Cuadro 8.5). Se tienen numerosos ejemplos en la planta de
banano que refuerzan estos conceptos.
88

Según Dumas (1960); Melin y Aubert (1973), citados por García et al


(1978), los valores de esta relación en plantas normales varían de 0,93 a 1,07,
mientras que en plantas con desequilibrio esta relación alcanza valores de 1,35 y
1,47.
Los altos rendimientos a la cosecha se asocian principalmente con altas
absorciones de K con respecto a los otros nutrimentos, sin embargo la ausencia o
desequilibrio de estos impiden el buen efecto del potasio. Así cuando los
rendimientos de cosecha son bajos, se considera que se debe a un mal
aprovechamiento del K causado por desbalance en la relación K/Ca/Mg (Twyford y
Walmsley, 1974).
89

La tierra cultivable contiene a menudo de 100 a 300 kg de S/ha, de los


cuales, el 90 % está bajo formas orgánicas no asimilables (Prével, 1970). El
azufre es importante en el aprovechamiento del nitrógeno de los fertilizantes
nitrogenados, debido a que mejora la utilización de este último por las
plantas. En suelos poco ácidos y ricos en bases cambiables, el aporte de
azufre elemental en fuertes dosis mejora el equilibrio de los cationes en la
planta y reduce el exceso de calcio, así mismo, aumenta la absorción del Mn
y disminuye la incidencia de la “pulpa amarilla” en el fruto (Prével, 1970;
Marchal et al, 1972).

El cultivo de banano es muy sensible al balance de los cationes Ca- Mg-K.


Una idea de la disponibilidad de estos nutrimentos para la planta se logra
observando las relaciones entre ellos. De esta forma el intervalo de valores
de 2-10 de la relación Ca+Mg/K (las concentraciones de Ca, Mg y K son
expuestos en meq/100 g) indica condiciones de deficiencia de Mg y el
intervalo de valores de 10-58 para esta misma relación corresponden a
plantas normales. Las plantas deficientes en K presentan un intervalo de 25
a 136 (Turner y Bull, 1970).

En la Zona Este del Atlántico de Costa Rica existen valores bajos en la


relación 100K/ (Ca+Mg+K) (1,24 en promedio) y altos para las relaciones
Ca/K,Mg/K y (Ca+Mg)/K (94,9; 23,4 y 48,8 en promedio, respectivamente);
esto ha producido un fuerte desbalance del K como consecuencia de los
altos niveles de Ca y Mg en el suelo. En la Zona Oeste, el valor de la
relación 100/K(Ca+Mg+K) (6,6 en promedio) es alto y el de las relaciones
Ca/K, Mg/K y (Ca+Mg)K son bajas (17,9; 4,8 y 10,4 en promedio
respectivamente); como consecuencia hay un fuerte desbalance de Ca y Mg
debido a los altos contenidos de K. En la Zona Sur de Costa Rica se
presenta un fuerte desbalance de Mg debido a los bajos valores de la
relación Mg/K(6,3 en promedio), similares a los de la Zona Oeste del
Atlántico (López y Solís, 1991). López (1983), afirma que valores de la
relación Mg/K entre 8,0 y 15,0 se consideran normales en suelos bananeros
de la Zona Atlántica de Costa Rica; en tanto que Turner et al (1988),
consideran un valor óptimo para esta relación el de 3,6, cercano al valor de
3,3 hallado en suelos bien balanceados por Stover y Simmonds (1987),
citado por Turner et al (1988). Al respecto, García y Benítez (1985), afirman
que la relación Mg/K no debe ser mayor de 4 para que no se presenten
deficiencias de Mg.

García et al (1978); Fernández y García (1970), señalan que en plantaciones


normales de Tenerife, la relación K/Mg varió de 0,2 y 0,5; y en suelos con
desequilibrio dicha relación osciló entre 0,6 a 2,0. Además, García et al
(1978), proponen que estas anomalías llegan a desaparecer aportando
fertilizantes magnésicos y eliminando la fertilización potásica en estos suelos.
90

La relación K/Ca es importante en la transición del estado de diferenciación


a la emisión floral, y en el paso de la hoja I a la hoja III, debido a que la sustitución
de K por Ca se produce cada vez más intensamente conforme la planta envejece;
tal sustitución se acentúa después de la floración y en las hojas más viejas
(Fernández, 1979).

Fernández (1973), observó que los mayores rendimientos se obtenían en


las zonas donde se encuentran las concentraciones más altas de K y las más
bajas de Ca en la fase de emisión de la inflorescencia. La influencia del suministro
de K sobre los retoños de banano es considerable, asimismo la influencia
indirecta, por sus efectos sobre permeabilidad e interacción con otros iones.

La relación K/N en la planta de banano es de gran importancia, ya que


afecta la calidad de la fruta (Prével y Montagut, 1966; Prével, 1969). La relación
más favorable es 1,7, una relación más alta, causada por excesos de K, conduce
a la caída de dedos (Lahav, 1974). Fox et al (1979), encontraron que la relación
N/S es idéntica tanto para banano como para plátano con valores próximos a 10,6.

Según Prével (1969), la relación N expresa mejor el


K+Ca+Mg
estado nutricional de la planta en condiciones previas a la emergencia del racimo
que la relación K/N. Un alza en el nivel de K es seguida por un aumento
significativo en la suma total del porcentaje de los tres elementos combinados, por
lo tanto la relación, especialmente en el pinzote y peciolo, disminuye (Lahav,
1974).

Lahav (1974), encontró que la mayor relación entre el potasio y los


elementos base se encuentran en el raquis. Además halló que el nitrógeno, fósforo
y potasio son trasladados de las hojas viejas a las jóvenes. El movimiento del
fósforo al racimo y a otras partes de la planta ha sido constatado al observar que
los contenidos de P en el peciolo eran más bajos que los del racimo.

López (1983), da las siguientes relaciones de equilibrio para suelos en


Costa Rica:

Relación Valor

Ca/Mg 3.5 - 4.0


Ca/K 17.0 -25.0
Mg/K 8.0 -15.0
(Ca+Mg)/k 20.0 -30.0
100 k /(Ca+Mg+K) 3.0 - 5.0

Primavesi (1982), hace un diagrama del equilibrio de los nutrientes


dependiendo de las proporciones específicas (Figura 8.12).
91

Fe
Mo
Co

pH 6.0-7.2
S

Va

Cl
Mg
pH 5.5 - 6.5

Cu N
K Ca
pH 4.5 - 6.0
pH 4.8 - 6.5
Zn
Mn Na
B
pH 5.0

Figura 8.12. Equilibrio de los Nutrientes Dependiendo de sus Proporciones Específicas.


Fuente: Primavesi, (1982).

Niveles Críticos de los Elementos Nutricionales y Relaciones de Equilibrio en


Contenidos Nutricionales Foliares

Se consideran como niveles críticos de los elementos nutricionales para la


planta de banano, aquellos que son encontrados en la hoja y constituyen las
mínimas concentraciones antes de presentarse la carencia fisiológica.

Dicen López y Espinoza (1995), que para determinar las deficiencias en la


planta existen dos mecanismos: el primero identifica las carencias por observación
de síntomas visibles característicos de cada elemento; y el segundo lo hace por
medio del análisis químico foliar.

Los síntomas de deficiencia se dan en la descripción de cada elemento, en


paginas anteriores de este capítulo y se acompañan de fotografías.

Los mismos autores, citando al Instituto de la Potasa y el fósforo (1993),


dicen que la planta puede sufrir carencia de un elemento, sin mostrar síntomas
visibles lo que es conocido como “hambre oculta o escondida”, este es el caso
cuando es necesario el análisis químico foliar. Cabe recalcar que se debe tener
claro el concepto de nivel crítico y las relaciones de equilibrio de los nutrimentos
en la planta, especialmente en la hoja, órgano que se toma como índice de
medición.

López y Espinoza (1993), recomiendan para los análisis foliares, el método


de muestreo conocido como método internacional de referencia (MIR), según
Prével (1974), haciendo un muestreo en plantas recién paridas (Figura 8.13);
92

cada muestra con 10 a 20 sub muestras, para conseguir representatividad del


área.
Es criterio del autor, que la hoja a escoger debe ser la que tenga el mayor
metabolismo, consecuencia de una alta tasa fotosintética, para ello, debe
escogerse la hoja 5, de acuerdo a la (Figura 3.8) del Capítulo nº3, en vez de la
hoja 3 escogida por la mayoría de los autores.

A
A/2

B/2 1
B

1. Selecciones lámina de la hoja 3


2. Sección nervadura central hoja 3
3. Sección del pecíolo de hoja 7

Figura 8.13. Método Internacional de Referencia de Muestreo Foliar en Plantas de Banano.


Fuente: López y Espinoza, (1995).

Ho (1969), menciona que el nivel crítico del K en la hoja es de 4,75 % de la


materia seca y que para obtener mayores rendimientos, el nivel debe mantenerse
por arriba de ese porcentaje. Por otro lado, Jambulingan et al (1975), señalan que
para la producción óptima de bananos, la concentración de K en la hoja debe ser
de 4,30 %. Por el contrario, Messing (1974), considera que el porcentaje óptimo de
K en la hoja es de 3,2 %.

Algo diferente muestra Rodríguez (1980), en estudios nutricionales de


bananos en América Central, en los cuales encontró que no había respuesta a la
aplicación de K cuando las plantas tenían más de 2,75 % de K en el limbo, lo que
indica que el punto crítico está entre 2,54 y 2,75 %; resultados similares fueron
encontrados por Hewit (1955). Murray (1960), también halló en un estudio
nutricional realizado en Palmar, Costa Rica, que las plantas con muy buena
apariencia tenían los siguientes contenidos nutricionales en el limbo de la tercera
hoja: N:2,58; P:0,17; K:3,35; Ca:0,60 y Mg:0,25 % respectivamente; mientras que
Fe:94; Mn:243; Cu:11 y Zn:26 ppm respectivamente. Menciona que la relación K
del suelo y la apariencia de las plantas no es tan buena, como la relación entre el
K de la hoja y la apariencia de las mismas.
López (1983), considera como niveles críticos para bananos de la Zona
Atlántica de Costa Rica: N:3,50; P:0,20; K:3,85; Ca:1,00 y Mg:0,35 %, Fe:150
ppm; Cu:12 ppm; Zn:20 ppm y Mn:850 ppm.
93

Segars (1984), considera como niveles críticos para Filipinas: N:2,60;


P:0,18; K:3,00; Ca: 0,50; Mg: 0,36 y S:0,20 % respectivamente.

Ramírez et al (1978), encontraron en Aragua, Venezuela, que los niveles


foliares en la tercera hoja, para el N oscilan entre 2,86 y 3,41 %, el P varió de 0,18
a 0,28 %; el K osciló entre 3,26 a 6,82 %, este último valor para el K, considerado
por los autores como “aparentemente anormal”, aunque Minessy (1965), citado
por Ramírez et al (1978), encontró en Egipto valores potásicos de 4,44 y 5,48 %
en experimentos con aplicaciones de K2O.

Prével (1962), señala que reportó la composición del limbo del banano en la
fase de floración y dio los siguientes resultados: N:2,82; P:0,15; K:3,43; Ca: 0,71 y
Mg: 0,18 % respectivamente. En la cosecha, la composición de las hojas es la
siguiente: N: 2,56; P:0,14; K:3,03; Ca:0,92 y Mg: 0,12 % respectivamente.

Hewit y Osborne (1962), estiman que un nivel de 4,0 % de K 2O en la


materia seca de la hoja puede ser considerado como adecuado para la nutrición
potásica del banano “Lacatán”, y un porcentaje de 2,5 % puede ser considerado
como de deficiencia aguda. Informan así mismo que el N y P, para el mismo clon
son del orden de 2,6 y 0,40 a 0,45 %, respectivamente.

Hewitt (1955), considera niveles adecuados en la tercera hoja los


siguientes: N:2,60; P:0,20; K:2,70; Ca:0,54 y Mg:0,20 %, respectivamente. Murray
(1960), da niveles adecuados en las hojas similares a los de Hewitt (1955): N: 2,6;
P:0,20; K:2,70; Ca:1,0 y Mg: 0,36 %.

Dumas y Prével (1958), con el clon “Dwarf Cavendish”, encontraron que el


contenido mineral óptimo en la hoja al momento de la cosecha era: K:3,35 a 3,70;
N:2,35 a 2,55; P:0,25 a 0,33; Ca:1,76 a 2,06 y Mg: 0,30 a 0,40 % respectivamente.
Hacen énfasis en la importancia de una relación K/N satisfactoria que va desde
1,35 a 1,60 al comienzo del crecimiento y de 1,50 a 1,70 en la época de la
cosecha.

Dumas (1960), observó que los requerimientos de K varían según el clon,


encontró que para el “Dwarf Cavendish” el contenido foliar es cerca de 3,6 %, para
el “Valery” es de 4,0 % y para el clon “Gros Michel” de 4,3 a 5,8 %.

Diversos autores dan los niveles desde crítico hasta tóxico para diferentes
cultivares en varios países (Cuadro 8.14).
94

CUADRO 8.14.

Contenidos de Nutrientes en Hojas de Banano del Grupo Cavendish.

NIVEL
Elemento Deficiente Bajo Optimo Alto Crítico Deficiente Bajo Optimo Toxicidad Adecuado
N (%) < 2,6 2,6-3 3-4 >4 2,6 1,6-2,1 2,0-2,5 2,7-3,6 -- 2,5-3,0
P (%) < 0,13 0,13- 0,19-0,25 > 0,25 0,2 0,15- 0,18-0,27 -- 0,10-0,20
0,19 0,17
K (%) < 2,4 2,4-3 3-4 >4 3,0 1,3-2,7 -- 3,5-5,4 -- 3,0-4,0
Ca (%) < 0,4 0,4- 0,74-1,25 > 1,25 0,5 0,15 -- 0,25-1,20 -- 0,8-1,25
0,74
Mg (%) < 0,2 0,2- 0,3-0,46 > 0,46 0,3 0,07-0,19 0,20- 0,27-0,60 -- 0,25-1,0
0,3 0,25
S (%) -- -- 0,2-0,27 -- 0,23 -- -- -- --
Cl (%) -- -- 0,8-0,9 -- 0,6 -- -- -- --
Mn (ppm) < 10 -- 1.000- 4.000- 25 30-100 -- 200- 4.000 150-1.000
2.000 6.000 2.000
Cu (ppm) -- 3-7 7-20 -- 9 -- ¿< 5 ? 6-30 -- 5-20
Zn (ppm) < 15 15- 20-35 > 35 18 6-17 -- 20-50 -- 25-50
20
Fe (ppm) -- -- 70-200 -- 80 -- -- 80-360 -- 50-200
B (ppm) < 10 10- 20-50 > 300 11 -- ¿< 10-25 80-100 16-60
20 10 ?
Mo (ppm) -- -- 1,5-3,2 -- 1,5-3,2 -- -- -- --
Al (ppm) -- -- 50-240 -- -- -- -- -- --
Cultivar Williams. Nueva Gales del Sur Hoja Marchal (no publicado, citado por Prével, Smith
(Tuner, 1985) 3ª hoja de hijos de mediano Completa. 1984). Cvs. Poyo, Gran Enano y (1991), en
tamaño aún muestreables desde el suelo. Cvs Pequeña Americani en estado de emergencia del Sudaméric
Enana.
Lacatán y
racimo. Hoja III y muestreo de mitad a para los
Poyo. Hoja interna del limbo en el centro de la hoja. cvs.
3ª. Estado: Williams y
desarrollo Pequeña
completo del Enana
hijo (Lavah y
Turner,
1983).

Lacoeuihe y Prével (1971a y 1971b), encontraron que contenidos de N del 2


% en la tercera hoja tienen efectos nefastos para el desarrollo normal de la planta,
a los 5 meses de edad debe tener un contenido mínimo de 3 %. Para el P sitúan el
nivel de deficiencia en 0,08 %. Los autores observaron síntomas de deficiencia de
K para un contenido de 2,4 %. La deficiencia de Ca se hizo evidente cuando el
contenido fue inferior de 0,25 % en hoja l, y en la hoja lll cuando fue menor a 0,70
%, ambas observaciones con síntomas característicos y con una relación K/Ca =
7, que parecía entonces elevada a consecuencia de la acumulación del K. La
deficiencia de Mg se presentó cuando los contenidos fueron inferiores de 0,22 %.
Estos investigadores apuntan que el antagonismo K/Ca es influido por una fuerte
oposición del K sobre el Mg que se anula solamente cuando el K sufre una acción
suficientemente fuerte del Ca.

García et al (1978), analizaron plantas sanas y enfermas para constatar


desequilibrios entre los cationes. Tal examen indicó que el K del limbo de plantas
95

sanas, expresado como porcentaje de la suma de cationes es de 19,8 a 26,9. En


plantas deficientes los valores medios de K representan 37,9 a 47,9 % con
respecto a la suma de cationes. El Mg en las plantas sanas osciló entre 33,5 y 35
% de la suma de cationes y en plantas desequilibradas varía de 16,2 a 22,3 %.
Como consecuencia, la relación K/Mg es superior en plantaciones
desequilibradas, en las cuales la relación media es de 2,05 a 2,97, mientras que
en las plantaciones normales tal razón sólo varía de 0,56 a 0,77. Se dedujo que el
desequilibrio K/Mg induce a la planta a presentar síntomas de deficiencia de Mg
junto con exceso de K, y que la relación K/N, que gobierna la presencia del
“amarillento prematuro”, informado por Dumas (1960); Melin y Aubert (1973), es de
0,93 a 1,07 en plantas normales, mientras que en plantas con desequilibrios
catiónicos la relación llega a valores de 1,35 a 1,47.

Cabe recalcar que García et al (1978), consideran que un desequilibrio


catiónico o nutritivo muy fuerte puede ser mejor reflejado en el limbo que en los
nervios, al contrario de lo que creen otros autores.

Jambulingam et al (1975), encontraron en banano “Robusta” valores


máximos de K de 4,53 %. Tal concentración correspondió a dosis de 360 g de
K2O por planta. Estos investigadores señalan que tales valores de K en la hoja son
superiores a los encontrados por Osborne y Hewitt (1962), 3,32 %; Twyford
(1967), 3,15 %; Martin Prével (1964), 4,2 a 4,5 %; e iguales a los encontrados por
Brzesowsky y Van Biesen (1962) en Camerún, 4,53 %. Ellos apuntan el efecto
del K en la circunferencia del pseudotallo, área foliar y una considerable reducción
en el período de prefloración y madurez; las plantas florecieron 10 días antes y la
madurez se sucedió con 15 días de antelación.

Twyford y Coulter (1964), citados por Ramaswamy et al (1977), lograron


incrementos considerables en el K de la hoja debido a su aplicación y sugirieron
un nivel adecuado de 3,8 a 4,0 %.

Murray (1960), considera como niveles adecuados en la planta de banano,


los siguientes porcentajes: 2,60; P:0,45; K:3,30; Ca:1,40 y Mg: 0,60 %,
respectivamente. Da para deficiencia severa los porcentajes siguientes: N: 1,5;
P:0,20; K:2,20; Ca:0,75 y Mg: 0,20 %, respectivamente.

Para clones del subgrupo “Plantain”, Caro Castas et al (1964), citados por
Kilmer et al (1968), consideran que los niveles adecuados y deficientes de K son
3,96 y 12,76 % respectivamente.

Marchal et al (1972), sugieren que un nivel de 0,23 % de azufre en las hojas


es deficiente, y que los contenidos foliares en azufre varían según el clon. Para el
clon “Dwarf Cavendish”, los contenidos foliares óptimos serían más bajos, tanto
para el azufre como para otros elementos minerales. Los clones “Valery” y “Gran
Enano” parecen obedecer a las mismas normas de composición foliar.
96

Messing (1970), citado por Marchal et al (1972), observó que después de


una corrección de deficiencia de azufre, con aportes de sulfato de Mg, los niveles
foliares de S en banano “Robusta” variaron de 0,23 a 0,25 %.

Marchal et al (1972), mencionan que la hoja lll podría presentar un


contenido en azufre muy satisfactorio superior a 0,30 %. Beaton (1966), citado por
Marchal et al (1972), afirma que los tejidos vegetales normalmente alimentados
con azufre, contienen más de 0,30 % del elemento. Concuerda con lo que
Walmsley y Twyford (1976), encontraron en plantas de “Gran Enano” bajo
condiciones normales de desarrollo de las plantas con niveles de azufre mayores
a 0,30 % igualmente.

Con respecto al hierro, Díaz et al (1976), determinaron valores extremos en


la hoja de 65 a 147 mg/kg, además, informan que una hoja normal (tercera hoja)
contiene 70 mg/kg de Fe y una hoja con clorosis aguda presenta 45 mg/kg de Fe.

El Mn presenta grandes variaciones en la planta, las cuales oscilan de 46 a


1125 mg/kg sin presentar síntomas de toxicidad (Díaz et al 1976). El alto grado de
tolerancia del banano para este elemento menor fue comprobado también por
Marchal y Prével (1971), en plantaciones del clon “Dwarf Cavendish” (Martinica),
donde los contenidos foliares de Mn a la cosecha llegaron a superar los 3000
mg/kg en plantas normales sin afectar el rendimiento.

Marchal y Prével (1971), dan como nivel de deficiencia de Mn un valor de


25 mg/kg. Walmsley y Twyford (1976), encontraron en la hoja usada para
diagnóstico (tercera hoja) una concentración de 650 mg/kg en el estado de
floración y la consideraron típica para una nutrición normal de Mn.
Los niveles de Zn en las hojas varían de 18 a 43 mg/kg para plantas en el
estado vegetativo y de 7 a 55 mg/kg en el estado de cosecha (Marchal y Prével,
1971); con una concentración media de 20 mg/kg (Díaz et al, 1976).

Las necesidades de cobre son muy pocas en las plantas de banano, y sólo
se conoce el caso de deficiencia de las turberas de Niecky en Costa de Marfil,
descrito por Moity (1961) y Lassoudière (1973), pero sin valores de contenido de
Cu en las hojas. Díaz et al (1976), encontraron que las concentraciones de cobre
en los limbos oscilaban entre 11 y 24 mg/kg con un valor medio de 16,7 mg/kg.
Las bajas concentraciones de este elemento en limbos y nervios ocasionan
problemas en los resultados de los análisis cúpricos; entonces Marchal y Prével
(1971), surgirieron que los órganos conductores son más ricos y por lo tanto más
sensibles.

Jaramillo y Garita (1981), informan que el contenido de boro es mayor en


las hojas con clorosis que en las hojas sanas, principalmente en los bordes donde
aparece con concentraciones mayores a los 200 mg/kg. En hojas sanas la
concentración de boro fue de 20 mg/kg aproximadamente.
97

Cabe mencionar que los niveles críticos varían considerablemente en cada


condición ecológica y, por tanto, deben obtenerse para cada zona bananera.

La United Fruit Co. menciona como niveles críticos tentativos los siguientes,
N: 2,4; P: 0,15; K: 3,0-3,5; Ca: 0,44; Mg: 0,22; S: 0,18 %, respectivamente. Con
relación a los micronutrimentos, Zn: 16; B: 11; Mo: 1,5; Fe: 60; Cu: 5 y Mn: 60
mg/kg, respectivamente.

En el Cuadro 8.15 se ilustran los criterios de distintos autores, sobre niveles


normales y críticos de los diferentes nutrimentos.

CUADRO 8.15.

Niveles Normales y Críticos de los Nutrientes Foliares


de una Planta de Banano en Crecimiento. (Resumido de varios autores)*.

Nutrimento Normal Deficiente


N (%) 2,60-3,504 2,54-2,751
P (%) 0,182-0,296 0,086
K (%) 2,70-4,5313 2,504
S (%) >0,308 0,2015
Ca (%) 0,713-1,005 <0,256
Mg (%) 0,183-0,365 0,226
Fe (mg/kg) 70,09 45,009
Mn(mg/kg) 650,012 25,0010
Cu (mg/kg) 11-249 12,0014
Bo (mg/kg) 20,011 -
Zn (mg/kg) 18-439 20,0014
K/Mg 0,56-0,777 2,05-2,977
K/N 1,712 -

*Fuente
1 Rodríguez –Gómez, (1981).
2 Ramírez et al, (1978).
3 Prével, (1962).
4 Osborne y Hewitt, (1962).
5 Murray, (1960).
6 Lacoeuilhe y Prével, (1971 a,b).
7 García et al, (1978).
8 Marchal et al, (1972).
9 Díaz et al, (1976).
10 Marchall y Prével, (1971).
11 Jaramillo y Garita, (1981).
12 Lahav, (1974).
13 Jambulingan et al, (1975).
14 López, (1983).
15 Segars, (1984).
98

100 0

90 10

80 20 ZONA DE
EQUILIBRIO

70  30



60 ** 40
**
%K 50 ** 50 % Ca

40 60

30 70

20 80

10 90
0 100
100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0
% Mg

Zona Este
* Zona Oeste

Figura 8.14. Triángulo de las Relaciones K-Mg-Ca en el Tejido Foliar de Plantas de


Banano, donde se Localiza la Zona y Valores de Equilibrio de las Relaciones K-Ca-
Mg de dos Fincas Bananeras de Costa Rica.
Fuente: López y Espinoza, (1995).

López y Espinoza (1995), en un estudio sobre las relaciones de equilibrio de


los contenidos de K, Ca y Mg foliar en fincas bananeras ubicadas en las Zonas
Este y Oeste de la Región Atlántica de Costa Rica, encontraron que cuando se
aplican los ámbitos foliares en porcentajes relativos de cada nutrimento, y se
relacionan con los porcentajes relativos considerados como adecuados, se
demarca una zona de equilibrio (Cuadro 8.16),(Figura 8.14); del planteo se
concluye que los cultivos de la Zona Este, guardan un buen equilibrio en la
relación K-Ca-Mg, y por tanto la planta tiene un excelente estado nutricional. En la
Zona Oeste, los contenidos de Ca y Mg son menores con respecto al K, y hacen
que los puntos se desplacen de la zona de equilibrio, por lo que debe de prestarse
atención al Ca y Mg.

Con base en lo presentado en el Cuadro 8.15, resulta indispensable contar


con análisis químicos de suelos y foliares confiables que, interpretados
adecuadamente permitan evaluar la fertilidad de los suelos, y que constituyan una
base cierta para la recomendación de fertilización. Se recomienda el muestreo con
base en la tipificación de los suelos y fertilizar de acuerdo con los resultados,
tomando en cuenta los niveles normales y críticos informados por varios autores
para cada elemento.
99

CUADRO 8.16.

Cálculo de las Relaciones de Equilibrio de los Contenidos de Ca- Mg-K de dos


Fincas Ubicadas en Diferentes Zonas Bananeras de Costa Rica.

Ubicación de la K Ca Mg K Ca Mg Sumatoria K Ca Mg
Finca
% Miliequivalentes* % relativo
3.1 0.64 0.3 79.3 31.9 24.7 135.9 58.3 23.5 18.2
3.0 0.61 0.28 76.7 30.4 23.0 130.2 58.9 23.4 17.7
3.0 0.65 0.33 76.7 32.4 27.1 136.2 56.3 23.8 19.9
3.1 0.62 0.32 79.3 30.9 26.3 136.5 58.1 22.6 19.3
3.2 0.60 0.32 81.8 29.9 26.3 138.1 59.3 21.7 19.1
Zona Este 3.0 0.67 0.32 76.7 33.4 26.3 136.5 56.2 24.5 19.3
3.5 0.53 0.30 89.5 26.4 24.7 140.6 63.6 18.8 17.5
3.2 0.81 0.37 81.8 40.4 30.4 152.7 53.6 26.5 19.9
2.7 0.61 0.29 69.0 30.4 23.8 123.3 56.0 24.7 19.3
3.1 0.73 0.34 79.3 36.4 28.0 143.7 55.2 25.4 19.5
3.8 0.47 0.26 97.2 23.4 21.4 142.0 68.4 16.5 15.0
4.0 0.52 0.31 102.3 26.0 25.5 153.7 66.5 16.9 16.6
3.8 0.42 0.26 97.2 21.0 21.4 139.5 69.7 15.0 15.3
4.1 0.45 0.31 104.9 22.5 25.5 152.8 68.6 14.7 16.7
3.8 0.42 0.31 97.2 21.0 25.5 143.6 67.7 14.6 17.7
4.7 0.57 0.28 120.2 28.4 23.0 171.7 70.0 16.6 13.4
Zona Oeste 4.0 0.42 0.28 102.3 21.0 23.0 146.3 69.9 14.3 15.7
4.3 0.49 0.29 110.0 24.4 23.8 158.3 69.5 15.4 15.1

4.3 0.41 0.26 110.0 20.4 21.4 151.8 72.4 13.5 14.1
4.1 0.47 0.30 104.9 23.4 24.7 153.0 68.6 15.3 16.1
 meq K = % K / 0.039; meq Ca = % Ca /0.020; meq Mg = % Mg /0.012
Fuente: López y Espinoza, (1995).

Ledezma (1981), considera los resultados del análisis foliar en K como


base para una recomendación de fertilización; por ejemplo sugiere la aplicación de
810 kg/ha/año de K2O, cuando los resultados en la hoja muestran 3,00 % o
menos; 540 kg para contenidos en la hoja de 3,00 a 3,25%, y 270 kg para
contenidos mayores de 3,26%. Este criterio de acuerdo con el autor de este libro,
no parece guardar relación alguna, con las necesidades de la planta.

No cabe la menor duda que el potasio es el elemento que mejor refleja la


apariencia y estado de desarrollo de la planta. En los estudios llevados a cabo por
Rodríguez (1980), con respecto a la composición química de la hoja, se observa
que el aspecto mejora cuando aumenta el contenido de K, disminuye el contenido
de N, el contenido P aparece estático, el Ca, Mg, Fe y Zn disminuyen mientras el
Mn aumenta y el Cu no muestra deficiencias (Cuadro 8.17).

CUADRO 8.17.
100

Relaciones entre la apariencia de plantas de banano (crecimiento) y la composición


química de la lámina (m.s.)* Palmar, Costa Rica.

N P K Ca Mg Fe Mn Cu Zn
% Ppm
Muy pobre 3,05 0,16 1,61 0,71 0,31 109 180 12 42
Pobre 2,89 0,15 2,05 0,72 0,30 205 246 10 34
Mediano 2,69 0,15 2,59 0,66 0,30 134 242 16 30
Bueno 2,66 0,16 3,05 0,61 0,25 110 236 28 34
Muy bueno 2,58 0,17 3,35 0,60 0,25 94 243 11 26
*m.s. Materia seca. Muestras tomadas en diciembre 1974.
Fuente: Rodríguez - Gómez (1980).
A resultados semejantes llegó Arias (1984), para el N con respecto al K,
mientras que la concentración de P en la hoja también disminuyó al aumentar el
contenido de K.

Bayona (1983), dice que el análisis foliar es una buena guía para la
fertilización de bananos; los niveles de N en la hoja fueron variantes, pero los de K
dieron una correlación altamente significativa.

Es muy normal que al evaluar los resultados de los análisis químicos de


suelos y foliares, no se encuentre una relación clara entre el contenido de
elementos en la planta y el estado de la plantación. Es por ello que López y
Espinoza (1993), dicen que no se deben usar de manera rígida los ámbitos de
interpretación de los análisis químicos.

NECESIDADES DE FERTILIZACION, APROVECHAMIENTO Y BALANCE

Las necesidades de fertilización para una hectárea de banano, se


determinan por las necesidades totales de las plantas, que son suplidas por los
aportes que dan: los residuos de las cosechas (ciclaje), aporte del suelo, aporte
de la atmósfera, aportes de materia orgánica, enmiendas y la fertilización, menos
las pérdidas por: extracción de la cosecha y pérdidas del suelo por diferentes
causas, queda un saldo que es un balance que muestra el grado de
aprovechamiento de las plantas (Figura 8.15). En los títulos siguientes, se
analizará en todas sus partes el concepto de balance.
101

(salida) MERCADO Aire


Energía
solar
Volatilización Retornos Agua de
(N) Fruta siguiente elluvia
irrigación
) cultivo (N)
))
Abonos,
Residuo
Erosión orgánicos
s
y
O2 H 2O
enmiendas
Materia
N
y
orgánica
Nutrientes Microorganismos
disponibles (ciclado )
Lixiviación Agua
Fijación

Liberación
Lixiviación
Suelo
Suel Nutrientes
o inmovilizados

Figura 8.15. Representación Esquemática del Ciclo de Nutrientes en Banano.


NOTA: Algunos nutrientes pueden pasar de una generación a otra sin retornar al suelo, mientras que lo restante regresa a la
fuente de nutrientes disponibles en el suelo a través de la descomposición microbiológica.

Necesidades Totales de Nutrimentos de las Plantas

Las necesidades totales de nutrimentos extraídos para una hectárea de


banano, se conocen también como nutrimentos inmovilizados por la cosecha.
Diversos autores dan números sobre la cantidad de nutrimentos inmovilizados por
las plantas de banano para una hectárea.

En el Cuadro 8.18 se dan las cantidades de nutrimentos extraídos e


inmovilizados por hectárea.
102

CUADRO 8.18.

Nutrimentos extraídos e inmivilizados por las plantas (kg/ha/año).

País Clon /ha Ton/ha N P K Ca Mg S

Islas Canarias 1 Dwarf Cav 1.600 51 355 37 1300 230 120 -


1
Nueva Guinea Dwarf Cav 2.500 42 225 24 861 87 16* -
Caribe 1 Gran Enano 1600a 40-50 250 25 800 150 60 14
Camerum 1 Valery 2.500
Gran Enano 1.785
Costa Rica 2 Gran Enano 1.900 60 354 28 764 134 101 19
1
Brasil Valery 2.500 77 265 32 1050 160 63 -
Martinica 1 Valery 2.500 66 450 30 1250 145 48* -
Antillas Inglesas Valery 2.500 50 450 135 1750 300 235 144
Colombia 3 Plátano 2.200 28 142 17 1515 233 41 -
Varios países 4 Cavendish 2.000 50 189 29 778 101 49 23

1 Martin –Prevel, (1980)


2 Tavares, Soto et al, (1997)
3 Instituto ColombianoAgrpecuario, (1990)
4 Lahau y Turner, (1990)

La cantidad de N inmovilizado por la planta total varía desde 450 hasta 142
kg por hectárea por año, ello de acuerdo con el clon, y el tonelaje de producción
esperado. El P inmovilizado varía de 37 a 17 kg por los mismos motivos que el N.
La inmovilización de K varía mucho con el país, clon y tonelaje; los volúmenes
reportados en Antillas Inglesas son de 1750 kg por hectárea por año y en Islas
Canarias de 1300 kg, siendo valores muy altos, comparados con 767 Kg para
Costa Rica, 778 Kg en varios países y 800 Kg para el Caribe.

Con respecto al Ca, las inmovilizaciones son muy altas en las Antillas
Inglesas con 300 kg/ha/año, seguido de Islas Canarias con 230 kg; el plátano en
Colombia con 233 kg, que al parecer inmoviliza mucho Ca con relación a su
productividad. Un promedio de 130 a 150 kg/ha/año de Ca parece ser un volumen
normal para la mayoría de los países bananeros.

El Mg sigue un comportamiento semejante al Ca, con volúmenes elevados


en Antillas Inglesas y alrededor de 100 kg/ha/año para Costa Rica.

No se cuenta con suficiente información sobre la inmovilización del S, pero


parece ser baja de 14 a 19 kg/ha/año, con volumen alto en las Antillas Inglesas.

Los datos aportados en el cuadro en referencia no son necesariamente


exactos, ya que una plantación bananera es una población de individuos en sus
diferentes fases de crecimiento, por lo que las necesidades totales es la suma de
las necesidades de cada individuo según su fase de desarrollo, tal y como se
observa en el Cuadro 8.21 y Figura 8.17.
103

Extracción por la Cosecha

Del total de nutrimentos necesarios para las plantas (inmovilizados), la


cosecha extrae cantidades significativas que salen de la plantación, y deben ser
repuestas para mantener un balance adecuado. En el Cuadro 8.19 se muestran
datos que diversos autores proporcionan sobre la cantidad de elementos extraídos
para diferentes clones con diversas productividades.

CUADRO 8.19.

CANTIDADES MEDIDAS (KG/HA) DE NUTRIMENTOS EXTRAÍDOS POR LA COSECHA.

Clon Densidad Productividad N P K Ca Mg


plantas/ha ton/ha/ciclo
1
Gran Enano 2.500 42 71 8 202 5 8
Valery1 2.500 42 71 9 214 8 9
2
Gran Enano 2.500 39 58 7 160 4 13
2
Valery 2.500 50 95 14 250 10 12
3
Gros Michel 1.246 22 44 6 130 5 6
4
Valery (Naniaco) 2.500 77 146 17 631 21 20
5
Prata 1.110 9,3 11 3 29 2 3
Cavendisch 6 - 0 56 5 183 6 13
Gran Enano 7 1.900 60 102 12 242 6 14
8
Plátano 2.200 28 33 3 155 12 6
Fuente:
1 Prével.
2 Montagut y Prével. 6 Twyford y Walmsley, (1974).
3 Prével et al, (1972). 7 Tavares y Falquez, Soto et al, (1997).
4 Gallo et al, (1972). 8 Instituto Colombiano Agropecuario, (1990).
5 Gómez, (1980).

La extracción de N varía desde 11 kg para el clon Prata en Brasil, con


producciones de 9.3 ton/ha/año, hasta 146 kg para el clon Nanicao (Valery), en
ese mismo país, para una productividad de 77 ton/ha/año. Sin embargo, la
cantidad entre 50 y 100 kg parece ser la más corriente.

Con respecto al P, las extracciones de la cosecha son muy bajas, entre 5 y


17 kg/ha/año.

Las extracciones de K en la cosecha son altas, siendo alrededor de 200


kg/ha/año, y parecen muy altas y anormales en el clon Nanicao en Brasil. Con
631kg para una productividad de 77 toneladas de fruta. Las extracciones de Prata
son muy bajas (29 kg), consecuencia de la escasa productividad de 9.3 toneladas.

Las cantidades de Ca y Mg extraídas por la cosecha son muy bajas, y


parecidas para ambos elementos, fluctúan entre 3 y 20 kg/ha/año.
104

Del Cuadro 8.10 se concluye que las extracciones calculadas por Tavares y
Falquez (1997), para una producción anual de 60 toneladas, es de 101,97 kg de
N, 12,14 kg de P, 242,53 Kg de K, 3,44 kg de Ca, 13,81 kg de Mg y 5,24 kg de S.

Aporte de Residuos de las Cosechas

Los aportes al suelo de nutrimentos de los residuos de la cosecha, por


medio del proceso de ciclaje son muy importantes en el cultivo de banano, ya que
de un total de biomasa producido de 237,80 toneladas por hectárea por ciclo;
(Cuadro 8.5). La cosecha sólo extrae 61,37 toneladas (25,81%), quedando un
remanente en el campo de 176,43 toneladas, que aportan altos contenidos de
elementos, que al ser descompuestos por la acción de los microorganismos se
mineralizan en forma de nutrientes disponibles para las plantas.

Del contenido total de elementos de la planta, se reintegran al suelo la


diferencia entre ese total, menos la extracción por la cosecha, por lo que los
residuos aportan los siguientes nutrimentos por hectárea por ciclo: N: 587,27, P:
45,02,K:1240,37,Ca:261,76, Mg: 188,40, este reintegro representa un 85.20% de
las necesidades totales de N; 78.76% del P; 83.64% del K; 97.60% Ca y 93.17%
del Mg.

Aporte de Nutrimentos del Suelo

Si se usan los resultados de los análisis químicos del suelo, donde se llevó
a cabo el estudio por Tavares y Falquez (1997), se encuentra que la disponibilidad
de elementos asimilables en kg en el suelo a una profundidad de 30 cm es de: P:
7,40, K: 1098,20, Ca: 3511,20, Mg: 825,20, Fe: 901,00, Cu: 34,80, Zn: 0,40 y Mn:
79,40. Del análisis de resultados se puede concluir, que el suelo aporta en exceso
todos los elementos requeridos por la planta para obtener cosechas
económicamente rentables. No se considera aporte del suelo en N, pero la
atmósfera puede aportar según diversos autores entre 40 y 60 kg/ha/año, fijados
por microorganismos y plantas, que en su ciclaje los hacen disponibles; no
obstante lo anterior bajo condiciones normales de cultivo, las plantaciones
muestran “Hambre” y deficiencias nutricionales, por lo cual es necesario fertilizar.

Aporte por Fertilización Química

Los aportes en nutrimentos de los residuos de las cosechas anteriores y los


suelos, parecen ser suficientes para cubrir las necesidades de la planta de
banano. Pero es un hecho probado a través de múltiples ensayos llevados a
cabo por muchos autores, en diversos países y con diferentes clones, que para
mantener una cosecha económicamente rentable, es necesario abonar con
fertilizantes químicos las plantaciones bananeras, si se pretende obtener una
cosecha arriba de 40 toneladas de frutas por año.
105

Las cantidades usadas en diferentes países y para diversos clones se dan


en el Cuadro 8.23, donde se observa que las cantidades de N varían desde 100
kg/ha/año en Australia, hasta un máximo de 600 Kg/ha/año en la India y 560
Kg/ha/año en Islas Canarias; una cantidad de 350 kg parece ser aceptable. Con
respecto al P, los aportes varían entre 26 kg/ha/año en Honduras, hasta 300
como máximo en Canarias.

El K es el elemento más aplicado, con mínimos de 190 kg/ha/año en Costa


de Marfil y máximos de 1300 en Australia y 1200 en Israel, con una medida
aceptable de 400 a 600 Kg/ha/año en el resto del mundo.

Las cantidades de elementos antes anotadas, han sido el resultado de


ensayos de fertilización, encontrándose respuesta por parte de la planta a dichas
aplicaciones, demostrando por lo tanto que son una necesidad para la planta.

Si se analizan las cantidades de N, P y K aportadas por la fertilización en


promedio, encontramos que son muy similares a las necesidades de la
planta:

Necesidades de la planta (kg) Aporte de la fertilización

N 354 100 a 600


P 29 26 a 300
K 767 190 a 1300

Lo que muestra que los aportes de los residuos de la cosecha, la atmósfera


y el suelo no parecen ser de importancia, lo que es una contradicción, y más
puede ser un cultivo hidropónico, lo que obliga a estudiar con detalle la
problemática que se presenta al observar el balance respectivo.

Disponibilidad Total de Nutrimentos y Balance

Usando como base la curva de absorción de nutrimento para cada fase de


desarrollo fenológico (Cuadro 8.7, Figura 8.16), fue posible construir el Cuadro
8.20.
106

CUADRO 8.20.

Contenido de N-P-K por fase por planta y necesidades por hectárea.


Fase Contenido/ Intervalo / Necesidad/ha
planta (g) fase (g) (kg) (*)
N P K N P K N P K

Y 3,68 0,43 11,88


F10 6,90 0,73 27,67 6,91 0,73 27,67 12,78 1,35 51,19
FM 9,55 0,81 28,90 2,64 0,08 1,23 4,88 0,15 2,27
F 105,12 8,16 227,55 95,57 7,35 198,65 176,80 13,60 367,50
C 186,29 15,46 400,80 81,17 7,30 173,25 150,16 13,50 320,49
Total 186,29 15,46 400,80 344,62 28,60 741,45

El cuadro anterior muestra el contenido de nutrimentos por planta en


gramos para cada fase de desarrollo asi como los contenidos de los invervalos
entre fases; con los datos obtenidos en gramos por planta se calculó las
necesidades totales para 1850 plantas, equivalentes a 1 hectárea; se encontró
que las necesidades de N, P y K fueron para la interfase Y- F10 de 12.78 Kg, 1,35
Kg y 51,19 Kg respectivamente, para la interfase F10-FM de 4,88 Kg de N, 0,15
Kg de P y 2,27 Kg de K; para la interfase FM-F, de 176, 80 Kg. de N, 13,60 Kg de
P y de 367,50 Kg. de K; y para la interfase F-C, 150,16 Kg de N, 13,50 Kg de P y
320,49 Kg de K. Las necesidades totales por hectárea, fueron de 344,62 de N,
28,60 Kg de P y 741,45 Kg de K.

Una plantación establecida es la secuencia de plantas en diferentes


estados de desarrollo, en unidades de producción que interactúan entre sí. Si se
pone esa secuencia, con base en un “retorno” o hijo de sucesión, que se inicia a
los 168 días del inicio de su planta madre, (Figura 8.16) se puede crear una
secuencia de plantas que simulen el desarrollo real de una población, que en este
caso es la plantación (Figura 8.17).

y F10 Fm F C
Estado de Desarrollo

Fase Fase Infantil Fase Juvenil Fase Reproductiva


Días Acumulados 0 50 100 150 200 300 350 400 450 500 550 575 600

Duración Fase (Prom) 104 91 125 84 404


(Min-Max) (73-137) (74-116) (110-156) (70-98) (318-507)

# Hojas Emitidas (Prom) 12 20 30


30±3
(Min-Max) (10-14) (18-24) (27-33)

Altura Planta (Prom) 135,50 237,12 300,00


(Min-Max) (112-143) (201-295) (250-375)
Biomasa (Kg) 10,23 10,37 81,37 125,16

y´ F10´ Fm´ F´ C´
RETORNO

168 días 197 días


365 días RETORNO

FIGURA 8.16. REPRESENTACIÓN ESQUEMÁTICA DE LA CURVA CRECIMIENTO DE


UNA PLANTA DE BANANO Y SU RETORNO.
107

Años 1 2
Semanas 0
0 10 22 34 46 58 70 82 94 104
Días 50 100 150 200 250 300 350 400 450 500 550 600 650 700 750
Fases
Y F10 Fm F C

Planta 33 % 67 % 100 %
Madre Y² F10² Fm² F² C²
Retorno 1 67 % 33% 50 % 50 % 33 % 67% 100 %
Y³ F10³ Fm³ F³ C³
Retorno 2 67 % 33% 50 % 50 % 33 % 67% 100 %
Y4 F10 4
Fm4

Retorno 3 67 % 33% 50 % 50 % 33%


5
Y
Retorno 4 67 %
Ciclos A¹ B¹ A² B² A³ B3

Y-F10
F10-Fm
Fm-F
F-C

FIGURA 8.17. SECUENCIA DE PLANTAS QUE SIMULAN EL DESARROLLO REAL DE


UNA POBLACIÓN.

Si a partir de la semana 34 (238 días) del inicio de la plantación, cuando la


madre es adulta y hay un retorno de buen tamaño, se hacen cortes cada 12
semanas en secciones, dividiendo porcentualmente las fases de desarrollo se
encuentran que la sección A1 muestra una planta madre adulta. En la etapa final
de la primera Fase Reproductiva y un “retorno” o hijo de sucesión entre la última
etapa de la Fase Infantil, (33%) y la primera etapa de la Fase Juvenil, (50%).

En la sección B1 12 semanas después de la sección A 1, se encuentra una


madre parida en cualquiera de sus etapas (100%), con un retorno en la última
etapa de la Fase Juvenil, (50%) y la primera etapa de la Fase Reproductiva; (33%)
este retorno, ya tiene un hijo de sucesión o retorno 2, en la etapa inicial de la Fase
Infantil (67%).

Si esa secuencia se mantiene cada 12 semanas, se encuentra que A 1 es


igual A2 y a A3 y así sucesivamente; mientras que B 1 es igual que B2 y que B3 y así
sucesivamente.

Si se calculan las necesidades nutricionales, para cada sección o ciclo de


12 semanas, para las diferentes fases en interacción en sus respectivos
porcentajes, es posible construir el Cuadro 8.21, donde se muestra que las
necesidades para esos ciclos A, son de: 125,12 Kg de N; 9,62 Kg de P y 264,24
Kg de K; para los ciclos B es de: 219,50 Kg de N, 18,96 Kg de P, y 477,21 Kg de
K. En cuatro ciclos o 48 semanas, las necesidades de N son de 689, 24 Kg; de P
57,16 Kg, y de K 1482,90 Kg.

CUADRO 8.21.
108

Necesidades de Nutrimentos por ciclo de 48 semanas (kg/ha)

Ciclo Fase % Fases Intermedias N P K

A2 C1-F2 ( 67% FM2- F2)+(33%Y3-F103)+(50%(F103-FM3) 125.12 9.62 264.24


B2 F2-C2 ( 100% F2- C2)+(50%F103-FM3)+(33%FM3-F3)+(67%Y4-F104) 219.50 18.96 477.21
A3 C2-F3 ( 67% FM3 -F3)+(33%Y4-F104)+(50%F104-FM4) 125.12 9.62 264.24
B3 F3-C3 ( 100% FM3-C3)+(50%F104-FM4)+(33%FM4-F4)+(67%Y4-F104) 219.50 18.96 477.21
Totales 689.24 57.16 1482.90

Estas necesidades duplican las necesidades nutricionales encontradas por


Tavares y Falquez,1997) en el (Cuadro 8.7) para 1900 plantas.

La relación K/N para los ciclos A es de 2,11 y para los ciclos B de 2,17 por
lo que se mantiene la relación nutricional no obstante la diferencia en cantidades.

De los resultados anteriores, es probable concluir:

Es posible representar gráficamente una plantación establecida de banano,


si se conoce la duración de cada una de las fases de desarrollo fenológico,
y la fecha de inicio del retorno.

Si se conoce la curva de asimilación de nutrimentos por fase, es posible


conocer con exactitud las necesidades nutricionales para el ciclo biológico
de una planta y de 1850 plantas, equivalente a 1 hectárea.

Si los ciclos biológicos se ordenan de acuerdo a la aparición del “retorno”,


es posible distinguir claramente las fases o ciclos de desarrollo en la
plantación, después de la semana 34 del inicio de la plantación; las
unidades en ciclos A, presentan una planta adulta no parida con un hijo
(retorno) en estado medio de desarrollo; las unidades en el ciclo B,
presentan una planta con fruto, un hijo retorno grande y un nieto (retorno 2)
muy pequeño.

Las necesidades nutricionales para una población duplican en 48 semanas,


las necesidades de 1850 plantas como unidades sencillas.

Las necesidades de nutrimentos para cada ciclo son diferentes, como


diferentes son las fases de desarrollo.

Las relaciones K/N para los ciclos A 1 son semejantes a las de los B, por lo
que se puede usar la misma fórmula en cantidades diferentes.

De las necesidades nutricionales totales, un 36% (2 ciclos de 12 semanas)


corresponden a los ciclos A y 64% (2 ciclos de 12 semanas) a los ciclos B;
109

por tanto, de la cantidad total a aplicar de fertilizante para 48 semanas, un


36% debe ser para plantas sin parir y un 64% para plantas paridas,
mediante el uso de medidas diferentes de la misma fórmula.

La relación puede modificarse, si cambia la curva de crecimiento por


condiciones ecológicas o manejo, y si el retorno se atrasa o adelanta.

El cálculo de las necesidades de fertilización debe hacerse a través de un balance


de pérdidas y ganancias; a partir del anterior razonamiento, tal como se muestra
en el Cuadro 8.22, y no como se ha hecho hasta el momento, con plantaciones
sencillas de 1850 plantas.

CUADRO 8.22.

BALANCE NUTRICIONAL DE LAS NECESIDADES TOTALES DE N, P, K, APORTES


DE EXTRACCIONES DE LA PLANTA DE BANANO.
(Cálculo para 48 semanas).
Ganancia de Nutrimentos Pérdida de Nutrimentos Total
Coeficiente
Lixiviación,
Aporte de
Necesidad Aporte Aporte Total Extracción Escorrentía, Balance
Aporte Ciclado Asimilación
Nutrimento Total Fertilización Atmósfera Disponible Cosecha Evaporación, (Disponibilidad)
Suelo 2) Coseha del
1) 3) 4) 6) 7) Fijación 9)
5) Fertilizante
8)
10)
kg kg kg kg %

N 689.24 350.00 50.00 587.27 987.27 101.97 248.03 350.00 637.27 29.13
P 57.16 39.60 50.00 45.02 134.62 12.14 37.86 50.00 84.62 24.28
K 1482.90 532.00 650.00 1240.37 2422.27 242.53 407.47 650.00 1772.27 37.31
Ca 268.20 2270.00 261.76 2531.76 6.44 248 11) 254.00 2277.32
Mg 202.21 2007.00 188.40 2195.50 13.81 62.12 76.00 2119.57
1) Necesidades totales de una población, Cuadro 8.21.
2) Aporte de un suelo, zona este, Costa Rica (López y espinoza, 1995).
3) Recomendación promedio para Costa Rica.
4) Aporte promedio de la atmósfera.
5) Contenido total de la población menos extracción d ela cosecha.
6) Suma de aportes.
7) Extracción de 60 toneladas de fruta, Cuadro 8.6 (Tavares y Falquez, 1997).
8) Pérdidas calculadas con una eficiencia de: N: 70,87%, P: 75,72%, K: 62,69% (Aporte fertilización-extracción cosecha).
9) Balance disponibilidad = ganancias menos pérdidas.
10) Coeficiente de asimilación = extracción cosecha/aporte fertilización x 10.

Si se hace un balance entre la ganancia en nutrimentos por los aportes de


suelo, el fertilizante, la atmósfera y los residuos de la cosecha; se obtiene una
disponibilidad total, a la cual al restarle la extracción de la cosecha y las pérdidas
por escorrentía, lixiviación, evaporación y fijación, obteniendo un balance en el
suelo que puede ser positivo o negativo para la próxima cosecha, si es negativo, el
nutrimento debe de agregarse en la cantidad que fije el balance.

En el Cuadro 8.22, se observa que la disponibilidad del N, P y K es suficiente


ene xceso para cubrir las necesidades totales de la planta como una población.

Si se analiza el balance, se observa que el saldo total en el suelo es


suficiente para cubrir la próxima cosecha. Sin embargo, ello no es cierto, por lo
110

que se hace es necesario aplicar 350 kg de N, 50 kg de P, y 650 kg de K, por lo


que el coeficiente de asimilación de un 29,13 % de N, 24,28 % de P y 37,31 % de
K, no parece ser correcto y en todos los casos inferior.

Pérdidas e Inmovilización de los Nutrimentos en el Suelo

De acuerdo con el análisis anterior, si se parte de un balance positivo de


todos los elementos, el suelo debería enriquecerse hasta el punto de no requerir
aportes como fertilización. Tal parece ser el caso del K en algunos suelos de
Centroamérica, donde de disponibilidades de 0,4 meq en suelos no cultivados de
banano, pasan a 3,35 hasta 7,0 meq en el transcurso de 10 años de fertilización
potásica; no obstante lo anterior, y aunque parezca paradójico, estos suelos
responden significativamente a la fertilización con K a dosis hasta de 700
kg/ha/año. Arias,(1984) encontró en Costa Rica, que aplicando 723 kg de K 2O tuvo
respuesta significativa en la cosecha en suelos con 3,35 meq (4.720 kg/ha) de K.
Esta situación hace necesario replantear algunos conceptos del diagnóstico de la
fertilización con K, ya que, o los análisis químicos de disponibilidad de los suelos
no son correctos para este elemento, o la planta tiene una selectividad muy baja
para la absorción.

De lo anterior, es posible concluir que si bien es cierto que existe un


enriquecimiento de los suelos con este elemento, las pérdidas por escorrentía y
sobre todo, por lixiviación en los suelos de las regiones tropicales húmedas son
muy altas; pero como se podrá justificar aportes anuales hasta de 1.300 kg en
Islas Canarias, en condiciones semiáridas, con riego controlado, un problema
difícil de explicar para el autor, no obstante lo anterior, los suelos se empobrecen y
si no se fertilizan adecuadamente se desequilibran y llegan a niveles críticos de
fertilidad; este fenómeno sólo puede darse por dos circunstancias, porque los
elementos se inmovilizan en el suelo, bajando su disponibilidad, o porque se
pierden por diversas causas.

Las pérdidas pueden darse por evaporación, tal es el caso del N, que en
suelos faltos de humedad, con fuentes como la urea, las pérdidas pueden llegar
hasta un 20%. Tal y como lo comprobó el autor en suelos del Valle de la Estrella
en Costa Rica, con aplicaciones de urea, donde se captaron las pérdidas de NH 4
en recipientes cerrados puestos sobre el suelo, con toallas de papel adheridas y
mojadas con H2SO4.
Otros elementos se pueden perder por erosión, en suelos inundados y
descubiertos, con lluvias fuertes después de la fertilización. Sin embargo, las
mayores pérdidas se dan por lixiviación en suelos de alta conductividad, pobres en
arcillas y materia orgánica, y bajo regímenes de alta precipitación, siendo el caso
del trópico húmedo. Varios autores han estudiado las pérdidas de elementos en
plantaciones de banano con resultados diversos.

Godefroy et al (1975), estimaron las pérdidas promedio anual por hectárea


de elementos fertilizantes, en plantaciones de banano en Costa de Marfi, llegando
111

ser de 210 kg de N, 415 kg de K 2O y 175 kg de MgO; ello refleja un bajo


coeficiente de aprovechamiento de los fertilizantes, debido a la lixiviación de los
nutrimentos, lo que representa entre el 60 y el 85 % de la fertilización. Los autores
en referencia dicen, que bajo el mejor coeficiente de utilización, se pierde un 55 %
de N y el 25 % de K. Asimismo, dicen que las causas de la lixiviación son los
elevados grados de escorrentía, baja capacidad de intercambio catiónico de los
suelos (8 a 9 meq/100 g). Sistema radical de la planta poco denso, muy superficial
y fuertemente parasitado por nemátodos, fertilización mineral elevada que
representa tres veces las extracciones de N, P y K, veinte veces las de Mg y
cuarenta veces las de Ca, deficiente uso de los fertilizantes, fuentes químicas de
alta solubilidad y baja capacidad de retención en el suelo.

Flores (1994), citado por los mismos autores, encontró una alta correlación
entre la precipitación y la pérdida de nutrimentos en suelos dedicados al cultivo de
banano, en la Zona Atlántica de Costa Rica. El catión que más se lixivió fue el Ca:
248 kg, seguido del Mg: 62,12 kg.

Bertsch (1995), estima las pérdidas para N, entre 30 y 50%; para P; entre
50 y 70% y para K, entre 20 y 40% (ver eficiencia de la fertilización)

Del (Curadro 8.22) es posible concluir que las pérdidas por diferentes
causas llegan a un 70.87% de N, 75.82% de P y un 62.69% de K, ello como
consecuencia de la necesidad de aplicar 350 kg. de N, 50 kg de P, y 650 kg de K
por hectárea por año, para mantener la productividad.

El tipo de arcilla es muy importante en la fijación del P, caolinitas y óxidos e


hidróxidos de Fe y Al, que predominan en suelos meteorizados de los trópicos
fijan grandes cantidades de P; lo mismo sucede con alófanas e imogolita de los
suelos volcánicos, comunes en regiones donde se cultiva banano.

Con respecto al K, el aprovechamiento llega a un 37,31%, con aportes por


fertilización de 650 kg. Si esos aportes llegan a 1.300 kg, como sucede en Islas
Canarias; el aprovechamiento sería de apenas un 18,66 %, y el balance positivo
llegaría a 2422 kilogramos por hectárea por año, 1,6 veces las necesidades totales
de la planta en este elemento.

Con respecto al Ca y Mg, el aprovechamiento es bajo, y muestra balances


positivos muy altos, capaces de suplir muchas veces las necesidades de Ca y de
Mg. Estos elementos, al igual que el K son retenidos electrostáticamente por los
coloides del suelo, donde el Ca es el más fuertemente retenido, y por tanto es el
catión dominante en el complejo coloidal de acuerdo al balance; en consecuencia
no debería ser necesario aplicar Ca en estos suelos, a no ser que las pérdidas por
lixiviación sean tan altas, que el enorme balance positivo se convierta en negativo,
o que las retenciones o inmovilización sean mayores que las esperadas. Este
balance positivo tan alto puede resultar perjudicial a la asimilación del K y del
mismo Ca o Mg por desequilibrio.
112

El S es necesitado por la planta en cantidades relativamente pequeñas, por


tanto la mineralización de los residuos de la cosecha y la adición de este elemento
en forma de fertilizante son suficientes para suplir lass necesidades del cultivo.

Dicen López y Espinoza (1995), que los suelos de origen volcánico


(andisoles) tienen capacidad de fijar cantidades considerables de S, la que
aumenta al disminuir el pH del suelo. Los autores antes anotados, citando a
Bornemisza (1990), dicen que la fijación de S en esos suelos puede ser 10 veces
más fuerte que la retención de los aniones NO 3 y Cl. Aunque también el azufre se
puede perder por lixiviación en forma de SO 42-, acompañando a los cationes K +,
Ca2+, y Mg 2+.
Con respecto a los elementos menores, los aportes del suelo son
superiores a las necesidades de la planta, por lo que el balance es positivo, con
excepción de Zn. A resultados semejantes llegaron López y Espinoza (1995).

Del análisis del Cuadro 8.22, es posible concluir que si bien el balance de
disponibilidad es suficiente para cubrir las necesidades de la plantación durante 48
semanas sin agregar fertilizante, ello no es cierto, y pasadas 12 semanas es
posible encontrar deficiencias de los elementos mayores, por lo que se hace
necesario fertilizar.

FERTILIZACIÓN

La planta de banano por su gran desarrollo y formación de biomasa (237,80


tons/ha/ciclo), requiere a partir de la fase FM, de gran cantidad de nutrimentos
para suplir de forma balanceada sus necesidades. Además es muy productiva y
por lo tanto muy exigente.

Estos nutrimentos deben ser suplidos como entradas, a través de:


(Figura 8.15)

Nutrientes disponibles en la solución del suelo.

Ciclaje de los órganos remanentes de la planta de banano.

Abonos orgánicos incorporados.

La atmósfera.

Agua de lluvia o riego.

Fertilizantes y enmiendas

Para el cálculo de las necesidades de nutrimentos de la planta, no sólo


deben de considerarse las entradas, sino que también el movimiento de los
nutrientes dentro del sistema de la unidad de producción.
113

La planta de banano crece como una unidad biológica, de forma que en


cierto momento podría darse el hecho que exista una planta madre para
cosecharse, con un hijo bien desarrollado (retorno 1), el cual puede tener también
un pequeño hijo en desarrollo (retorno 2). Las necesidades nutricionales de ésta
unidad son la suma de la necesidad de cada planta de la unidad, y los nutrimentos
a aportar son los correspondientes a la sumatoria de las tres, tal y cómo se mostró
en el (Cuadro 8.21).

Walmsley y Twyford (1968), estimaron que la transferencia de nutrimentos


del pseudotallo al retorno, era del 40% de las necesidades de N, P, K, Ca, Mn y
Cu, en un período de 10 semanas.

El autor encontró (Cuadro 8.5) que el pseudotallo y el cormo, después de la


cosecha eran capaces de aportar: N: 63,79 kg, P: 4,38 kg, K: 192,01, Ca: 36,61
kg, Mg: 34,57 y los elementos menores en cantidades sustanciales. Estos
nutrimentos retenidos e inmovilizados al ser transferidos al retorno, son suficientes
para cubrir casi en su totalidad las cantidades extraídas por la cosecha.

Esta situación tan importante, hace que al extraerse el racimo se deba


dejar el pseudotallo del mayor tamaño posible, para que en forma paulatina en
conjunto con el cormo, transfieran los nutrientes asimilados al retorno. Por ningún
concepto se debe seguir la recomendación de algunos autores, de quitar el
pseudotallo con la cosecha para incorporarlo como materia orgánica, ya que bajo
condiciones tropicales húmedas la liberación de nutrientes puede no ser la más
adecuada, mientras que con la traslocación las pérdidas serán menores y el
consumo de energía para absorción menor.

Del Cuadro 8.5 se concluye, que del total de 237,80 toneladas de biomasa
generada por una hectárea de banano, con 1900 plantas en un ciclo de 404 días,
176,43 toneladas quedan como remanente en el campo pero en realidad sólo
27,93 toneladas de hojas llegan al suelo, junto con la porción más joven del
pseudotallo, que aporta 18,11 toneladas. Por lo tanto la mayoría de remanentes
orgánicos quedan inmovilizados y disponibles para la planta de sucesión.

De lo anterior, es posible concluir, que madres nutridas generarán


suficiente biomasa remanente para suplir las necesidades primarias del retorno; y
lo contrario es necesariamente cierto. También de madres vigorosas y productivas
se obtendrán hijos vigorosos y bien nutridos, si se maneja bien su nutrición
cerrarán el ciclo de: nutrición-vigor-producción.

Diversos autores citados por Primavesi (1982), dicen que la fertilización


mineral, por más completa que sea, nunca consigue mantener la productividad del
suelo, sin que exista un retorno sistemático y dirigido de la materia orgánica.

Aseguran Nehrin y Wiesemüller (1968), que los suelos fertilizados por


mucho tiempo con fertilizantes químicos, presentan menos humus y materia
114

orgánica que los suelos sin fertilización mineral, a pesar de que el crecimiento
vegetal haya sido aumentado por las adiciones.

En consecuencia de lo mencionado anteriormente, se puede dividir la


fertilización en fertilización química y fertilización orgánica.

Fertilización Química

Para la fertilización química del cultivo de banano, debe de hacerse un


diagnóstico de la fertilidad del suelo y la nutrición mineral de la planta, por lo cual
se usan los análisis de suelos, que sirven para evaluar el estado de fertilidad y
diseñar las estrategias para el manejo eficiente de los fertilizantes y enmiendas.
El Instituto de la Potasa (1993), citado por López y Espinoza (1995), recomiendan
analizar el suelo una vez al año.

Bertsch (1986), citada por los mismos autores dan los siguientes valores
para la interpretación de suelos para banano:

CUADRO 8.29.

Guía para la Interpretación de Análisis de Suelo en el Cultivo de Banano.

Valor
Nutrientes Deficiente Nivel Crítico Óptimo
Ca [cmol (+)/L] 0,3 2,2 4,0-36
Mg [cmol (+)/L] 0,12 0,8 2,0-18
K [cmol (+)/L] 0,03 0,2 0,4-3
P (mg/L) 2 12 20-80
Mn (mg/L) 0,7 5 10-100
Zn (mg/L) 0,4 3 6-36
Cu (mg/L) 0,1 1 3-20
Fe (mg/L) 1 10 20-80
Fuente: Bertsch, (1986). Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE).
Ca y Mg extraídos con KCI 1 N, relación 1:10
K, P, Mn, Zn, Cu y Fe extraídos con NaHCO3 (Olsen Modificado), relación 1:10.
[cmol (+)/L] ó kg. = meq/100 ml ó g.
(mg/L) = µg/ml ó g%.

Fertilización Nitrogenada

La fertilización nitrogenada es indispensable para el cultivo económico de


los bananos, ya que el N y K constituyen la base de la nutrición de la planta.
Numerosos ensayos se han efectuado en el mundo bananero sobre este aspecto,
United Fruit Co. ha investigado mucho en Costa Rica, Honduras y Panamá; y sus
ensayos muestran una correlación lineal entre la producción y la cantidad de
nitrógeno aplicado, y es más evidente aún entre la producción y el nivel de
115

nitrógeno en la hoja (Figura 8.18); esta última correlación puede invertirse con la
aplicación de altas cantidades de potasio (Arias, 1984).

4000 4000

3500 - 3500 -
3000 - 3000 -
2500 - 2500 -
Producción

Cajas/ha/año
2000 - 2000 -

43
.
N.S

0.7
r=
r=

1500 - 1500 -
1000 1000
- -

500 - 500 -



-

-

160 180 200 390 483 575 0 2.43 2.55 2.65
kg/ha de N % de la hoja

FIGURA 8.18. CORRELACIÓN LINEAL ENTRE PRODUCCIÓN EN CAJAS DE 18.14


KG Y CANTIDAD DE N. CORRELACIÓN LINEAL ENTRE PRODUCCIÓN
EN CAJAS DE 18.14 KG Y NIVEL DE N EN LA HOJA.
Fuente: Augura, (1983).

United Fruit Co. recomienda para Changuinola, Panamá, 336 kg de N por


ha/año y para Honduras 225 kg. Arias (1984), para sus ensayos con K parte de
una base de 450 kg de N por ha/año. Rodríguez (1980), investigando con el clon
“Gran Enano “ en Changuinola, Panamá, aplicó 390 kg de N (en forma de urea)
por ha/año, en ensayos para mostrar el efecto de P y K; el mismo autor usó 280 kg
de N en Palmar, Costa Rica, para un ensayo semejante.

Ramaswamy et al (1977), en ensayos sobre K en bananos del clon


“Dwarf Cavendish” encontraron que 314 kg de N por ha/año incrementaba la
cosecha en forma significativa. Twyford y Walmsley, citados por Prével (1980),
dicen que en las Antillas Francesas los agricultores fertilizan con 250 kg de N por
ha/año.

Bhangoo et al (1962), recomiendan para el clon “Robusta” en Honduras 350


kg de N por ha/año. Osborne y Hewitt (1963), en ensayos sobre fertilización de
“Lacatán” en Jamaica, encontraron altos rendimientos en la cosecha con la
aplicación de N, en forma de sulfato de amonio aplicado tres veces por año en vez
de cuatro veces.
116

CUADRO 8.23.

Dosis de N-P-K Usadas en Plantaciones Bananeras en Diferentes Países


(kg/ha/año).

País Clon N P K
Australia (NSW) Williams 180 40-100 300-600
Australia (N. Territory) Williams 100 100 630
Australia (Qld.) Mons Mari 280-370 70-200 400-1.300
Islas Canarias Dwarf Cavendish 400-560 100-300 400-700
Islas del Caribe Valery, Poyo 160-300 35-50 500
Honduras Valery 350 26 672
Panamá Valery 336 97 672
India Robusta 300 150 600
India (Assam) Dwarf Cavendish 600 140 280
Israel (Coastal Plain) Williams 400 90 1200
Israel (Jordan Valley) Williams 400 40 -1
Costa de Marfil (Azaguiene) Enano 110 - 190
Costa de Marfil (Nieky) Enano 180 - 310
Jamaica Valery 225 65 470
Taiwan Fairyman 400 50 750
Costa Rica Valery – Gran Enano

Zona Este 350-400 0-25 500-580


Zona Oeste 350-400 25-50 415-580
Zona Sur 350-400 0-25 415-500

Brasil Bahía 300 43 332


Sao Paulo 350 50 350
Fuente: Lahav & Turner, (1983); Modificado por Soto M, (1999).

Manica et al (1978), investigando en Brasil con tres niveles de N: 0,300 y


600 g por planta de sulfato de amonio, encontraron la mejor respuesta con 300 g.

Godefroy et al (1975), investigando las pérdidas de N por lixiviación en los


suelos, recomiendan la aplicación de 490 kg/ha/año, en 6 a 12 aplicaciones por
año, usando el 60 % como urea y 40 % como sulfato de amonio, con el fin de
aumentar el coeficiente de utilización.

Twyford y Walmsley (1974), recomiendan para la obtención de altas


cosechas en bananos del clon ”Robusta” en Barlovento, la aplicación de 140 g de
N por planta en forma de sulfato de amonio durante la primera cosecha (cosecha
de plantía), y para los años siguientes sugiere aplicar la extracción de la cosecha
más las pérdidas por lixiviación. Montagut y Prével (1965), para las Antillas, con el
clon “Gran enano” sugieren 400 kg/ha/año de sulfato de amonio para la obtención
de buenos rendimientos. Bayona (1983), correlacionando los efectos de N, P y K
encontró que para la Lima, Honduras los mejores resultados en cosecha se
obtienen con 400 kg/ha/año de urea, que permiten pasar de un contenido en la
117

hoja de N desde 2,40 a 2,65 %, nivel considerado como bueno. El mismo autor
encontró en Palmar, Costa Rica, que el N dio incrementos significativos en la
cosecha; también recomienda la aplicación entre 275 y 350 kg N/ha/año para
mantener cosechas altas.

López (1983), aconseja aplicar 450 kg de N por ha/año en 6 aplicaciones


para la Zona Atlántica de Costa Rica. Algo similar es proporcionado por Standard
Fruit Co. y Del Monte, las cuales usan para Costa Rica 432 kg/ha/año en 6
aplicaciones anuales.

El Departamento de Investigaciones de la Finca Marsman State Plantation


Inc. , (Filipinas), considera que para la fertilización del clon ”Gran Enano” no existe
diferencia significativa en la cosecha por la aplicación de 216 y 1.080 kg de
N/ha/año.

El autor ha usado durante muchos años con buen éxito 336 kg/ha/año de N,
en 13 aplicaciones por año. United Fruit Co. recomienda, 106 g por planta de urea,
cada dos meses hasta los ocho meses después de la siembra.

En resumen, puede decirse que no obstante la gran diferencia de


condiciones ecológicas en el mundo bananero, las recomendaciones para la
fertilización nitrogenada varían entre 250 y 450 kg/ha/año, y la dosis de alrededor
de 350 kg es la de uso más generalizado.

La fuente química más usada es la urea, y aunque aparentemente es la que


mejores resultados ha producido, ésta se puede perder entre un 35 a 40 % por
volatización del amoníaco (NH3) si se aplica en tiempo seco (United Brands,
1975). Godefroy y Guillemot (1975), en un estudio comparativo entre urea y sulfato
de amonio, encontraron un alto grado de acidificación del suelo con el sulfato, con
pérdidas importantes de Ca y Mg, y disminución de la cosecha con respecto a la
urea. A igual conclusión llegó Lassoudière citado por otros autores en Costa de
Marfil. En suelos ricos en cationes cambiables y pobre en azufre, Godefroy (1960),
Mclin y Lassois (1972), encontraron una acción superior del sulfato. En Filipinas se
ha encontrado buen resultado con la aplicación de cloruro de amonio, que a su
vez obvió las pérdidas por volatización de la urea. El autor de este libro, en
ensayos llevados a cabo en la Zona Atlántica de Costa Rica. Encontró, que
aunque las pérdidas de la urea por volatización fueron mayores que en otras
fuentes, ésta produjo mejores resultados en el desarrollo de las plantas y
cosechas, que el nitrato de amonio, sulfato de amonio y nitrato de calcio aplicados
en las mismas condiciones.

Fertilización Potásica

El potasio constituye la base de la nutrición de los bananos del subgrupo


“Cavendish”, a diferencia del “Gros Michel” en el cual el K no parece ser
significativo en la cosecha. Como consecuencia de esa circunstancia, los primeros
118

ensayos llevados a cabo por Standard Fruit Co y United Fruit eran bajos en K, y
hasta llegó a decirse que la fertilización con el macro nutrimento no era necesaria.
No fue sino hasta la década 1960, en que se tuvo una clara consciencia de la
fertilización potásica para la obtención de altas cosechas. Así Bhangoo et al
(1962), en ensayos sobre fertilización potásica en Honduras para el “Robusta”,
probaron con 180 kg de K 2O/ha/año y encontraron altos rendimientos, aumento
de peso del racimo, del promedio en el número de manos y buena salida
comercial del fruto. A iguales resultados llegaron Manica et al (1978) para la
fertilización potásica de los bananos en Brasil con la misma dosis.

Twyford y Walmsley (1974), recomiendan la aplicación de K en proporción


de N/K 1:3,9; a resultados semejantes llegó el Departamento de Investigaciones
Marsman State Plantation Inc. (Filipinas) en el año 1982, cuando utilizó para el
clon “Gran enano” una relación N/K de 1:2,7 a 1:4,4, que se considera normal, al
analizarse relaciones para otras partes del mundo que llegan de 1:2,9 a 1:3,7. No
obstante lo anterior, debe de tomarse muy en cuenta la capacidad que tiene el
suelo de acumular K, y las relaciones anteriores deben variar para
concentraciones altas en el suelo. Segars (1984), considera que cuando hay 1,5
meq/100 g de suelo, no se debe agregar más de 200 kg de K 2O/ha/año; a igual
conclusión llegó el Departamento de Investigaciones de Marsman State Plantation
en suelos hasta con 5,05 meq, donde en ensayos para los clones “Valery” y “Gran
Enano”, con 100, 300, 500, 700 y 900 kg de K 2O para el primero y 200, 400, 600,
800 y 1000 kg de K2O para el segundo clon. Los resultados mostraron que no
había incremento en el rendimiento, peso de los racimos, número de manos y
calibración, sobre los 100 y 200 kg de óxido de potasio respectivamente.

En un ensayo de “cosecha programada”, llevado a cabo por el


Departamento citado con niveles de 216, 432, 648, 864 y 1080 kg de K 2O/ha/año,
en suelos con alto contenido de K (1,92 a 4,19 meq); los resultados no mostraron
diferencia significativa entre tratamientos. Lo que muestra una vez más que el
contenido de K en el suelo es determinante en la fertilización con este elemento, y
que una vez saturado el suelo, las adiciones posteriores necesarias para mantener
altas cosechas son cada vez menores, y es importante suministrar únicamente la
extracción (220 kg/ha/año) y las pérdidas por lixiviación (150 kg/ha por año).

No obstante lo anterior, los resultados obtenidos por algunos investigadores


discrepan de dicho razonamiento; Arias (1984), en un ensayo llevado a cabo en
Costa Rica, con niveles de 0, 150, 300, 450, 600, 750, 900 y 1.050 Kg de
K2O/ha/año, en suelos con un contenido de 3,35 meq. Obtuvo la máxima
producción de 2.594 cajas de 18,14 kg/ha/año con una aplicación de 723 kg de
K2O y el máximo beneficio económico con 633 kg (Figura 8.19).
119

Máximo producción
2594
2587
Máximo económico
2500

Producción 2400

2300
Producción

2200

2100

150 300 450 633 723 150 1050


Kg/ha de K2O

FIGURA 8.19. RELACIÓN ENTRE LA CANTIDAD DE POTASIO ADICIONADO Y EL


NÚMERO DE CAJAS /HA/AÑO.
Fuente: Arias, (1984).

A resultados semejantes llegaron Jambuligan et al (1975), en un estudio


sobre el efecto de K en el banano “Robusta”, donde la aplicación de 665 kg/ha/año
aumentó el peso de los racimos con respecto al testigo sin K en un 36 %. El
número de dedos en un 15 %, la altura de pseudotallo en un 31 %, el peso de los
dedos en un 20 %, el peso de la pulpa en un 25 % y de la cáscara en un 27 %
(Cuadro 8.24 A y 8.24 B). A la misma conclusión llegó Rodríguez (1980), con
respecto a la calidad de los frutos, para bananos del clon “Gran Enano” en
Changuinola, Panamá (Figuras 8.20 A y 8.20 B).
120

4000 4000

3500 - 3500 -

3000 - 3000 -

2500 - 2500 -
Producción

Cajas/ha/año
2000 - 2000 -

43
.
N.S

0.7
r=
1500 - r= 1500 -

1000 1000
- -

500 - 500 -



-

-

160 180 200 390 483 575 0 2.43 2.55 2.65
kg/ha de N % de la hoja

Figura 8.20 A. Correlación lineal Figura 8.20 B. Correlación lineal


entre producción en cajas de entre producción en cajas de
18.14 kg y niveles de K aplicados 18.14 kg y niveles de K en hojas.
Fuente: Augura, (1983).

Ho (1969), recomienda para Taiwan entre 300 y 600 kg de K 2O por ha/año.

Osborne y Hewit (1963), encontraron respuestas espectaculares en la


cosecha, al aplicar K como cloruro de potasio (KCI) en el clon “Lacatán “en
Jamaica; ellos observaron un aumento en la cosecha en un 59 % y excelente
desarrollo de la planta. El tratamiento sin potasio dio dedos deformados, cortos y
torcidos, con disminución de la calidad.

La mayoría de los autores aseguran que entre mayor es la cantidad de K


aplicada, mayor es la cosecha; sobre este aspecto, Bayona (1983), encontró una
correlación lineal entre la producción y la cantidad de potasio aplicado y entre la
producción y los niveles en la hoja (Cuadro 8.24), (Figuras 8.20 A y 8.20 B).
121

CUADRO 8.24. A

Efectos del Potasio sobre los Racimos y Características de los Frutos (Once Meses
Después de la Plantación).

Tratamiento K2O en la Peso del Número No. Longitud circunferencia Longitud / Peso de Volúmen Densidad Peso Peso Pulpa/
(g K 2O/planta: hoja racimo de de del fruto del fruto circunferencia los frutos de los pulpa cáscara cáscara
aplicación al (%) (kg) manos frutos (cm) (cm) (media) individuales frutos por fruto por fruto
suelo) (g) (cm3) (g) (g)
0 3,64 11 8 106 15,97 10,25 1,58 94,00 113,67 0,83 63,27 30,62 2,07
180 3,98 14 8 112 18,87 11,25 170 106,52 128,52 0,83 71,20 35,32 2,02
270 4,30 15 8 116 20,23 11,85 1,70 114,10 136,90 0,83 76,87 37,47 2,06
360 4,53 15 9 122 20,95 12,30 1,70 118,32 141,25 0,85 79,35 39,00 2,04
Significativo Si NS Si Si Si Si Si Si NS Si Si NS
S.E.(Error sta.) 0,41 0,18 0,57 0,14 0,06 0,005 0,65 0,44 0,032 0,42 0,44 0,029
CD (P< 0.05) 1,42 1,97 0,48 0,21 0,017 2,25 1,52 - 1,47 1,52 -

CUADRO 8.24. B

(Cont.). Efectos del Potasio Sobre la Calidad del Fruto (100 Días Después de la
Floración).

Tratamiento K2O en la Sólidos Acides Sólidos Azúcares reductor Azúcares no reductor Almidón
(g K 2O/planta: aplicación solubles (ácido solubles (%) (%) (%)
suelo) hoja totales cítrico) totales/
ácido cáscara pulpa cáscara pulpa cáscara pulpa
0 3,64 19,73 0,28 70 4,80 13,73 0,92 4,11 5,13 3,87
180 3,98 19,95 0,26 76 4,93 14,70 0,95 4,43 4,91 3,51
270 4,30 20,17 0,26 79 5,28 16,05 1,03 5,20 4,70 2,90
360 4,53 20,29 0,25 80 5,34 16,61 1,07 6,00 4,32 2,72

El mismo autor considera como el mejor tratamiento 900 kg/ha/año para


Changuinola, Panamá y para la Lima, Honduras; y 810 kg para Golfito, Costa
Rica. No obstante, el mejor peso por racimo se obtuvo con 488 kg de K 2O
aplicados 6 veces al año como cloruro de potasio.

Ramaswamy et al (1977), para el clon “Dwarf Cavendish” recomiendan 850


kg/ha/año de K2O como dosis más económica, ellos detectaron incrementos en el
peso de los racimos, número de manos y número de dedos con esta dosis; a
resultados semejantes llegaron Godefroy et al (1975), que sugieren para la Costa
de Marfil, 860 kg de K2O/ha/año, considerando una pérdida del 25 % por
lixiviación.

Walmsley (1974), recomiendan 800 kg de K 2O en la fertilización de bananos


del clon “Robusta “. Lahav (1973), en estudios sobre penetración del K en el suelo
en Israel, encontró que para que el potasio penetre en el suelo a 20 cm de
profundidad se requiere una aplicación de 1.200 kg de K 2O por ha/año. Por otro
lado, Standard Fruit Co. y Del Monte Corp. usan para Costa Rica 756 kg de
K2O/ha/año en 6 aplicaciones por año. Ahora bien, el autor ha usado durante
muchos años 512 kg/ha/año en aplicaciones con éxito.
122

Fetilización Fosfórica

El fósforo es un nutrimento es muy importante para el normal desarrollo de


la planta de banano, sin embargo, la extracción de la cosecha apenas llega a
12.14 kg de P por hectárea por año, y contenidos muy bajos de P disponible en el
suelo son suficientes para satisfacer las necesidades básicas de la planta.
Ledezma (1981), dice que el desarrollo de las plantas de banano es satisfactorio
con un contenido de P2O5 disponible en el suelo entre 0,1 y 0,2 ppm.

Numerosos autores han investigado con aplicaciones de fósforo y no han


señalado aumentos en la cosecha o mejoras en la calidad del fruto. Rodríguez
(1980), no encontró diferencia significativa en la cosecha en Changuinola, Panamá
con la aplicación de 0, 112 y 225 kg de P 2O5/ha/año y de 0, 28, 56 y 112 kg de
superfosfato triple en Palmar, Costa Rica. Osborne y Hewitt (1963), en Jamaica
tampoco encontraron respuesta de fósforo en el clon “Lacatán “ a pesar de que los
suelos eran pobres en este elemento.

Sin embargo, Standard Fruit Co. ha informado de respuestas significativas


al fósforo luego de cinco años de aplicación en las Filipinas. *

Montagut y Prével (1965), sugieren la aplicación de 60 kg de P 2O5/ha/año o


100 kg de superfosfato triple. Por otro lado, López (1983), recomienda para la
Zona Atlántica de Costa Rica, el uso de 40 kg de P 2O5 una vez al año para
mantener los niveles de P disponible en el suelo. Según Godefroy et al (1975), la
pérdida en el suelo por lixiviación es de 51 kg/ha/año. Standard Fruit Company y
Del Monte Company usan para costa Rica 72 kg de P 2O5.

El autor ha experimentado con muy buenos resultados en la producción de


raíces funcionales, con 5 litros de ácido fosfórico al 85% disuelto en 200 litros de
agua, aplicados en el área radical, 2 veces por año.

Fertilización Magnésica

El magnesio es un elemento importante en la nutrición del banano, y


pueden provocarse deficiencias importantes si se presentan desbalances, ya sea
por carencia en el suelo o por exceso en la fertilización potásica, que puede hacer
necesario la aplicación de magnesio como fertilizante según varios autores
(Dumas et al, 1964 y 1967; Marchall et al, 1970; Fernández, 1973; Lahav, 1975; y
García et al, 1967 y 1969, citados por Prével, 1980).

López (1983), considera que para la Zona Atlántica de Costa Rica, 2000
kg/ha año de Dolomita son suficientes para satifascer las necesidades de Ca y Mg
de la planta de banano.

*
Comunicación personal Dr. Charles Segars D. Agrícola Ganadera Cariari S.A.
123

Montagut y Prével (1965), recomiendan para Antillas la aplicación de 1000


kg de MgO/ha/año, y Twyford y Walmsley (1974), sugieren la aplicación de 866 kg
de Kieserita para suministrar las necesidades de Mg.

Godefroy et al (1975), estiman que la pérdida anual por hectárea de MgO


es de 175 kg, cantidad muy baja considerando el alto contenido de los suelos, y la
extracción por cosechas es de 20,7 kg/ha/año.

El desbalance Ca/Mg constituyen un factor muy importante en la producción


de banano, donde se hace necesario en algunos casos contrarrestar los efectos
del Mg mediante la aplicación de sulfato de calcio hidratado (CaSO 4· H2O).
También se utiliza magnesio en áreas situadas a menos de 30 km de donde existe
deficiencia de Ca. Ejemplo de ello, es el sistema de la plantación “Hijo” ubicado en
Filipinas.*

En la Zona Atlántica de Costa Rica, es posible observar síntomas claros de


deficiencia de Mg, después de más de 4 años de aplicación de potasio, por lo que
se hace necesario la aplicación de un correctivo.

Standard Fruit Co. y Del Monte Corp. usan en Costa Rica 72 y 96


kg/ha/año.

Fertilización Cálcica

El calcio es un elemento importante en la nutrición del banano, los


contenidos de este nutrimento en la mayoría de los suelos resultan ser suficientes
para proveer a la planta de sus necesidades básicas, con excepción de ciertas
áreas en Filipinas*. Godefroy et al (1975), estiman las pérdidas por lixiviación en
380 kg/ha/año en CaO, y la extracción por cosechas apenas llega a 8.8 kg/ha/año.
Estos autores recomiendan aplicaciones anuales de CaCO 3 para suplir tales
pérdidas. Twyford y Walmsley (1974), recomiendan para las Antillas Francesas el
uso de 500 kg de CaCO3/ha/año.

La aplicación de Ca en forma de carbonato como correctivo de pH, debe de


ser muy cuidadosa, ya que excesos pueden empobrecer los suelos al fijarse el Ca
y liberarse los otros nutrimentos, provocando grandes pérdidas por lixiviación.

Encalado

Los suelos de las zonas tropicales dedicados al cultivo del banano en Costa
Rica tienen propiedades que van de ácidas a ligeramente ácidas y altos
contenidos de Al intercambiable, debido a la utilización de fertilizantes
nitrogenados de reacción ácida; sin embargo no son considerados con problemas
graves de acidez (Jiménez y Segura, 1999). Además que los contenidos de Ca y
Mg tienden a ser bajos; y si se manejan de forma inadecuada o intensiva el
124

problema de acidificación se acentúa por la reducción del nivel de bases, limitando


el rendimiento de los cultivos (Molina, 1998).

La acidez del suelo puede ser contrarrestada por medio del encalado, ésta
es una enmienda con aplicaciones masivas de sales básicas, siendo la más
utilizada el Ca, en forma de carbonato de calcio o dolomita (carbonato de calcio y
magnesio) (Berstch, 1995).

Según Primavesi (1984), el calcio tiene básicamente 4 funciones en el


suelo:

1. Corregir el pH, o sea, ocupar los lugares vacíos del complejo de cambio,
entrando en el lugar de los iones de hidrógeno u oxidrilos.
2. Neutralizar el aluminio y el manganeso tóxicos.
3. Flocular el suelo contribuyendo a una mejor agregación.
4. Ser nutriente vegetal.

Por otro lado Bertsch (1995), dice que el único objetivo que se persigue con
la aplicación de CaCO3 es la neutralización de la acidez intercambiable (del Al y
del H intercambiable), por medio de la transformación del ácido carbónico en CO 2
(que se volatiliza) y agua. Agrega que esto no sucede al aplicar CaSO 4, ya que en
este caso el ácido sigue presente y el pH no se modifica, quedando de esta
manera un medio muy favorable para volver a solubilizar el Al.

Jiménez y Segura (1999), en un estudio del efecto de dos fuentes de calcio,


sobre la fertilidad de tres suelos bananeros del Caribe de Costa Rica, aplicaron
una fórmula balanceada de fertilizante (N-P-K-Mg-S) semanalmente después de
un mes y medio de realizada la enmienda con CaCO 3 y CaSO4. Encontraron que
hubo una disminución en el pH del suelo de origen sedimentario, pero con
aumentos significativos en los niveles de CaCO 3; en los otros dos suelos de origen
volcánico se presentaron valores irregulares de pH. El CaSO 4 no provocó que el
pH aumentara en ninguno de los tres tipos de suelo, es más disminuyó, ratificando
lo mencionado por Berstch (1995), en párrafos anteriores.

Los mismos autores aducen esta reacción de acidificación debido a la


aplicación de fertilizantes que contiene nitrógeno en forma amoniacal; estas
formas están sujetas a la nitrificación, produciendo acidez a menos que exista
algún material de encalado que pueda neutralizar al ácido que se forma. Además,
debido a la capacidad tampón de los suelos de origen volcánico no se presentó
una respuesta positiva al encalado.

Según Bertsch (1995), el mejor método para determinar la necesidad de cal


de un suelo del trópico es basar las recomendaciones en la cantidad de Al o
acidez intercambiable presente en la capa arable, ya que los valores por arriba de
0.5 cmol (+)/ L de Al representan problemas de acidez en el suelo.
125

Se han encontrado algunas fórmulas para determinar las necesidades de


cal de un suelo, entre las cuales se puede mencionar las utilizadas por Cochrane,
Salinas y Sánchez (1980), citados por Molina (1998):
Tons CaCO3/ha= 1.8 (Al – RAS) (CICE)
100

Al = % saturación de acidez existente en el suelo.


RAS = % saturación de acidez deseado.
CICE = Capacidad de intercambio catiónico efectiva.

La siguiente fórmula tiene el mismo principio de la anterior, con la única


diferencia que está expresada en términos de saturación de bases en lugar de
acidez, y con la ventaja que incluye el factor f, referente a la calidad del material
de encalado (Van Raij, 1991; citado por Molina 1998):

Ton CaCO3/ha = (V1 – V2) (CICE) x f


100

V1 = % saturación de bases deseado.


V2 = % de saturación de bases que presenta el suelo.
CICE = Capacidad de intercambio catiónico efectiva.
f = 100/PRNT
PRNT = Poder Relativo de Neutralización Total.
= Equivalente Químico x Eficiencia Granulométrica / 100

Para facilitar el trabajo se elaboró una fórmula modificada que combina los
criterios prácticos de las dos anteriores, se incluye el porcentaje de saturación de
acidez y el factor f como se notará a continuación:

Ton CaCO3/ha = 1.5 (Al – RAS) (CICE) x f


100

Estas fórmulas suelen ser muy efectivas, sin embargo, normalmente en


Costa Rica la recomendación para encalado oscila entre 0.5 y 2.0 ton/ha. Esta
cantidad está directamente relacionada con el tipo de suelo, del cultivo, de la
variedad, ya que la tolerancia a la acidez del suelo por parte de los cultivos es muy
variable (Molina, 1998). La recomendación en New South Wales es de aplicar 2 a
3t/ha de caliza o dolomita cada dos años. En algunas ocasiones el calcio es
suministrado por el yeso (sulfato de calcio) (Turner, 1985).

Se puede generalizar que ningún cultivo es capaz de tolerar un porcentaje


de saturación de aluminio mayor a 60 %, y que casi ninguno presenta problemas a
niveles inferiores del 10 %. Por lo tanto, se le debe ofrecer a un cultivo para su
mejor desarrollo un suelo con menos del 20 % (Berstch, 1995).

Los materiales más comúnmente utilizados para encalar son: carbonatos,


óxidos, hidróxidos y silicatos de Ca y/o Mg, teniendo una capacidad de
126

neutralización variable debido a su naturaleza química. Estos pueden ser


aplicados en la superficie del suelo y dejar que el agua los incorpore en caso de
plantaciones ya establecidas, o bien pueden ser incorporados en el momento de la
aplicación. El momento de la aplicación es muy importante, debido a que puede
provocarse una competencia con los fertilizantes, por lo cual debe de esperarse
por lo menos un mes para que la cal pueda reaccionar antes de ser aplicado el
fertilizante. La aplicación de Ca como enmienda en suelos frágiles debe hacerse
con sumo cuidado, ya que puede sustituir los otros nutrimentos por acción de
masas y hacer que se pierdan por lixiviación, aunque en el momento de liberación,
las plantas pueden aprovechar una parte (Molina, 1998).

Además, agrega que para una mayor eficiencia en el encalado es


recomendable realizar la aplicación cuando esté terminando o comenzando la
época lluviosa, para que el agua colabore con la reacción del material encalante
en el suelo. Sin embargo, se dice que no existen inconvenientes en la época de
aplicación mientras haya humedad en el suelo y no coincida con un ciclo de
fertilización (Molina, 1998).

Dice Primavesi (1982), que “el encalado hace ricos a los padres y pobres a
los hijos”. Agrega asimismo que el encalado no es una técnica sino un juego de
azar.

Fertilización con Azufre

Prével (1970), recomienda el uso de 3 a 4 % de azufre en las fórmulas de


fertilizantes a fin de mejorar la asimilación de Mg y K en suelos altos en Ca.
También aconseja la aplicación de azufre con el fin de ayudar a la nitrificación de
la urea, ya que tales formas se pierden menos por lixiviación, y por lo tanto el N es
más aprovechado por la planta.

Fertilización con Elementos Menores

El uso de este tipo de nutrimentos no ha llegado a ser una práctica


corriente, sino hasta que se presenta una carencia es cuando se recomienda
aplicar el elemento faltante.

No obstante lo anterior, el zinc es un elemento que ha resultado crítico en


Filipinas, donde se recomienda aplicar desde 32 a 40 kg de Zn/ha/año, en forma
de sulfato de zinc hepta hidratado (ZnSO 4·7H2O); sulfato de zinc hidratado
(ZnSO4·7H2O) u óxido de zinc (ZnO). En Honduras la United Brands (1975),
recomienda el uso de 40 a 50 kg de ZnSO 4 cuando el contenido en el suelo es
menor de 18 ppm.

Las aplicaciones de Zn y B foliar en la solución de fungicidas para el control


de sigatoka, han dado buenos resultados para el normal desarrollo fisiológico del
fruto y la planta.
127

Eficiencia de la Fertilización

Dice Bertsch (1995), que para un cálculo acertado de las cantidades de


fertilizante a aplicar, se requiere conocer con la mayor exactitud posible el
porcentaje de eficiencia de cada fertilizante; añade que los factores que
determinan esa eficiencia son: lixiviación, volatilización y denitrificación para el N,
precipitación, fijación e inmovilización.

NITROGENO

Se lixivia:

Principalmente cuando se aplica como NO3, aunque el NH4 también se lava


cuando se aplica en dosis fuertes, sin fraccionar.

En suelos de texturas gruesas, de baja superficie de retención


(baja CICE y CIA).

En suelos con muy buen drenaje, y con la tabla de agua muy profunda.

En zonas de alta, frecuente y continua precipitación.

En terrenos sin cobertura vegetal.

Se volatiliza:

Cuando se aplican fertilizantes amoniacales o urea en forma superficial.

En suelos de pH alto, alcalinos o neutros.

En suelos con baja CICE.

En suelos secos.

En regiones cálidas o en momentos de alta evaporación.

Si se aplica en mezcla con otros fertilizantes de reacción básica.

Se desnitrifica:

Cuando está presente como NO3, en suelos con mala aireación (condiciones
reducidas anaeróbicas), en los suelos total o parcialmente inundados y en los
volcánicos.
128

En presencia de microorganismos anaeróbicos.

Durante el proceso de nitrificación, si el medio se presenta anaeróbico.

Se fija:

Como NH4, cuando se aplican fuertes dosis de amoniacales.

En suelos ricos en arcillas 2:1.

En regímenes ústicos que favorecen la expansión y contracción de arcillas.

Se inmoviliza:

Si se aplican residuos orgánicos desbalanceados con relación C/N altas.

Cuando se favorece la actividad microbiana (encalado, por ejemplo). En


suelos muy pobres en N disponible.

Para estimar la EFICIENCIA de la FERTILIZACIÓN con NITRÓGENO puede


fluctuarse entre valores que van de 50 a 70%, utilizando los valores más altos
cuando los factores que la limitan son los mínimos, y 50% cuando se estiman
pérdidas máximas.

FÓSFORO

Se fija y precipita:

Cuando se aplica al voleo.

Cuando se aplica muy fraccionado.

En suelos volcánicos, porque reacciona con la alófana.

En suelos ácidos, porque reacciona con el Fe y el Al.

En suelos de pH alto, porque reacciona con el Ca.

Cuando se aplica en mezcla con enmiendas calcáreas.

Se inmoviliza:

Cuando se aplican residuos orgánicos desbalanceados.

En el momento que se favorece la actividad microbiana.

En suelos muy pobres en P disponible.


129

El rango práctico para estimar la EFICIENCIA de la FERTILIZACIÓN con


FÓSFORO fluctúa entre 30 y 50%, para condiciones menos y más limitantes.

POTASIO

Se lixivia:

Cuando se aplican dosis altas.

En suelos de texturas gruesas.

En suelos ácidos y de baja CICE.

En suelos con buen drenaje y tabla de agua.

En suelos profundos con frecuente y continua precipitación (trópico húmedo).

Cuando se utilizan altas dosis de fertilizante nitrogenados amoniacales que


compiten con el K por las posiciones de fijación.

Se fija:

En suelos ricos en arcillas 2:1.

En regímenes ústicos donde se favorecen ciclos alternos de humedecimientos


y secado.

La EFICIENCIA de la FERTILIZACIÓN CON POTASIO puede estimarse con


valores que fluctúan, entre 60 y 80%.

Formas de Aplicación

Las formas de aplicación de fertilizante químico son muy variadas y han


evolucionado a través del tiempo de acuerdo a las circunstancias. Los métodos
más conocidos son: manual, mecánico, aéreo al pseudotallo y en solución
(fertirriego).

Fertilización Manual

Por sistemas manuales se entienden aquellas formas de aplicación en que


se usa el esfuerzo humano. Este método, a pesar de ser el de mayor costo
económico, resulta más eficiente para la aplicación del fertilizante a la planta, ya
que el material puede ponerse en el lugar deseado, de acuerdo a la conveniencia.
Es indudable que como consecuencia de los altos costos de los fertilizantes, la
130

aplicación manual resulta más apropiada, al obtenerse un mayor coeficiente de


utilización.

Existen dos formas de aplicación manual, una cuando el fertilizante se


aplica frente al hijo sucesión de la unidad de producción, en un semicírculo que se
inicia desde la base del hijo hasta 90 centímetros hacia el exterior distribuido
equitativamente, para conseguir uniformidad. Se recomienda usar un pequeño
recipiente de plástico del tamaño de la dosis, perforado en todas sus partes, para
que el fertilizante salga dosificado uniformemente, con este sistema se pretende
aplicar el fertilizante en la zona más densa de raíces (Ver Capítulo 2), y con ello
obtener un máximo coeficiente de aprovechamiento. La otra forma de aplicación
manual es al voleo, donde el fertilizante se aplica sobre todo el terreno, sin
importar la distribución de las raíces. Este sistema tiene un bajo coeficiente de
aprovechamiento del fertilizante por las plantas, ya que parte importante del
producto se ubica en áreas de baja concentración de raíces, y como consecuencia
de baja absorción y utilización del fertilizante.

Estudios llevados a cabo por Flores y López (1992), sobre diversos


sistemas de colocación del fertilizante, en las plantas de banano del clon “Valery” a
una dosis de N: 450 kg, P 2O5: 150 kg, K2O: 750 kg y MgO: 80 kg, (Cuadro 8.25).
Se encontró, que los mejores tratamientos fueron: el de un hoyo frente al hijo de
sucesión y el de bolsa plástica multiperforada en un hoyo frente al hijo de
sucesión, en ambos tratamientos se obtuvo una cosecha de 63 toneladas de fruta
por hectárea; el resto de los tratamientos fueron muy semejantes, con
producciones alrededor de 55 toneladas de fruta por hectárea por año.

CUADRO 8.25.

Diferentes Sistemas de Colocación de Fertilizantes.

Nº de Modo de Colocación del Fertilizante Fraccionamiento


Tratamiento de Fertilizantes en
días
1 En un hoyo frente al hijo de sucesión 90
2 En dos hoyos alrededor del hijo de sucesión 90
3 En tres hoyos alrededor del hijo de sucesión 90
4 En bolsa plástica multiperforada en un solo
Hoyo frente al hijo de sucesión 90
5 En semicírculo alrededor del hijo de sucesión 45
6 Dentro del pseudotallo ya cortado 45
7 Apuñalado en dirección del hijo de sucesión 45
8 Alrededor del hijo de sucesión sin rodaje 45

Fertilización Mecánica

Los procedimientos mecánicos permiten el uso de maquinaria específica,


sólo pueden aplicarse en terrenos limpios y nivelados, cuya siembra se haya
131

establecido en doble surco. Se usan pequeños tractores de llanta con aplicadores


adaptados a dos chorros, a fin de transitar por las entrecalles con fertilización
simultánea de dos surcos. Este sistema facilita la distribución en dos franjas
delante de los hijos, el ancho y la cantidad pueden graduarse de acuerdo a la
alimentación del equipo usado. Este proceso aunque permite un mejor
aprovechamiento del fertilizante que el método al voleo, es menos eficiente que el
sistema en semicírculos, ya que una parte importante del suelo fertilizado no tiene
la concentración de raíces deseada.

Fertilización Aérea

El sistema aéreo de fertilización sólida parece ser muy prometedor para el


futuro, no obstante, a la fecha no se ha generalizado, por el alto costo del equipo y
la necesidad de construir instalaciones apropiadas. Las primeras aplicaciones han
tropezado con múltiples inconvenientes, hasta el punto de hacer desistir a algunas
grandes empresas de su uso, por lo menos por ahora. Esas experiencias han
demostrado la inconveniencia de aplicar muriato de potasio por este medio;
asimismo, se hace evidente que el gránulo de urea comercial es muy grande y se
concentra en el boquete foliar, provocando altas fitotoxidades. Los resultados
encontrados por Del Monte en Guatemala, muestran que la aplicación aérea es
eficiente y rinde buenos resultados, si se aplica la dosis de nitrógeno en 12 partes
anuales, con refuerzos en adiciones manuales cuando se crea conveniente. La
urea para ser aplicada debe molerse previamente a su aplicación, a fin de reducir
el tamaño del gránulo. En general el método aéreo aún no ha sido evaluado
suficientemente, pero parece prometedor.

Fertilización Líquida

Recientemente se ha introducido en el cultivo del banano la fertilización


líquida. Algunos fabricantes tienen a disposición del productor diversas fórmulas
concentradas, que se aplican al suelo disueltas en agua. Los resultados
comparativos con los fertilizantes sólidos, no son aun bien conocidos (ver fórmulas
líquidas).

Fertirriego

Generalidades

La otra forma de aplicación es en solución de agua aplicada a través de los


sistemas de riego; Domínguez (1993), citado por Bertsch y Rojas (sf), dice que el
fertirriego es el aprovechamiento de los sistemas de irrigación, en el cual el agua
es utilizada como vehículo para regar una solución nutritiva de manera continua en
el cultivo deseado.
132

Este sistema es muy conocido en la mayoría de los cultivos en el mundo,


pero la aplicación de fertirriego en banano ha estado restringida. Presenta
múltiples ventajas, entre las cuales se pueden mencionar las siguientes, citadas
por Bertsch y Rojas (sf):

Ofrece los fertilizantes en una forma soluble que facilita su absorción y


aprovechamiento por parte de las plantas.

Se reducen las pérdidas por volatilización y lixiviación al hacerse las


aplicaciones en el momento oportuno y en el lugar preciso.

Se reduce la contaminación de aguas subterráneas por excesos de nitratos.

En la aplicación se gasta menos energía y mano de obra.

Facilita la corrección rápida de síntomas de deficiencia

Permite la aplicación en conjunto de otros productos químicos.

Sin embargo, debe de operarse adecuadamente, ya que podrían aparecer


ciertos problemas tales como: incremento en la salinidad del agua y del suelo
regado, corrosión de los equipos de riego, entre otros; por lo tanto es requerido
tener productos, equipos y personal especializado.

Por otro lado, además de la aplicación de fertilizantes por medio de los


sistemas de inyección se pueden manejar otros productos químicos, tales como:
herbicidas, insecticidas, nematicidas, alguicidas, cloro y ácidos (Silva, 1997).

Sistemas de Riego Aptos para Fertirriego

Existen tres sistemas de riego aptos para la fertirrigación, de los cuales se


hará una descripción a continuación.

Riego en superficie, por gravedad o inundación:

En este tipo de sistema no hay uniformidad en la distribución y es difícil


controlar la pérdida de agua con profundidad, por lo tanto no es aconsejable para
la fertirrigación. Además, no existe ninguna garantía de poder alcanzar las
dosificaciones necesarias en toda el área, ni de evitar las pérdidas de nutrimentos
por lavado (Bertsch y Rojas, sf).

Riego por aspersión (Alto caudal, baja frecuencia):


133

Por medio de este método es posible conseguir una distribución


satisfactoria y una profundización regulada, principalmente para aplicaciones
nitrogenadas de cobertera. Es muy utilizado en helechos y Mango, en los primeros
el producto es aplicado al follaje y en mango el fertilizante es aplicado al suelo.

Riego por goteo (Localizado de alta frecuencia):

Este es un sistema donde el agua se aplica de forma dirigida y localizada


en la zona de aprovechamiento radical de los cultivos; implica un humedecimiento
parcial del área total de riego, el resto del suelo no se humedece, lo que provoca
una modificación en el patrón de crecimiento de la planta, haciéndose más activa
en los volúmenes de suelo humedecido (Silva, 1997).

Cabe recalcar que este sistema es el más apropiado para fertirriego, ya que
permite mantener una zona delimitada de suelo húmeda y llena de nutrimentos a
disposición de las raíces, alcanzando de esta manera su mayor eficiencia.
Además, es un sistema muy preciso que permite suministrar a los cultivos
proporciones muy ajustadas a las necesidades reales (Bertsch y Rojas, sf).

Instalación de un Sistema de Riego para fertirriego

A un sistema de riego se le pueden inyectar las soluciones de fertilizantes


concentradas mediante la selección de un equipo apropiado, tales equipos pueden
ser: bombas de inyección, válvulas, controles de tiempo, computadoras, fuentes
de potencia, tanques de presurizados, venturis, medidores de caudal y válvulas de
aspersión (Silva, 1997).

Es conveniente tomar en consideración las características del sistema de


irrigación utilizado y el tipo de fertilizante que va a ser aplicado, ya que la mayoría
son altamente corrosivos para los equipos. La meta debe estar enfocada hacia la
instalación de un sistema de inyección lo más sencillo que sea posible.

En la fertirrigación hay dos tipos de sistemas de inyección:

A. Los que usan la misma energía hidráulica del sistema de riego: No


requiere de una fuente externa adicional, por tal motivo pueden ser
instalados en cualquier sitio del sistema donde haya suficiente energía
hidráulica para poder cumplir la operación. Este sistema de riego puede
dividirse de la siguiente manera:

Mediante la succión de la bomba


Mediante presión diferencial (Venturi)
Bombas de inyección de propulsión

B. Los que utilizan una fuente de energía externa procedente de un motor


eléctrico o de combustión:
134

Bombas inyectoras

El método más eficiente y preciso es el de las bombas inyectoras, la


energía mecánica puede proceder de un motor eléctrico, de combustión o de un
motor-bomba de propulsión hidráulico. En cuanto a precisión la mejor alternativa
son las bombas de desplazamiento positivo, las cuales incluyen bombas de pistón
sencillo o múltiple, de diagrama, de engranaje y de rodillo. Además, éstas pueden
ser ajustadas para recibir señales desde el medidor de flujo en cuanto a arranque
y parada, ayudando a que el volumen del fertilizante aplicado sea más preciso.

Fertilizantes para Fertirriego y sus Características

Los fertilizantes utilizados en fertirriego de acuerdo a su uso para riego a


presión se pueden clasificar en tres categorías:

Fertilizantes sólidos, fácilmente solubles: Estos son materiales sólidos que


se disuelven con facilidad en agua obteniendo una solución madre o concentrada,
que más tarde se puede incorporar al riego por medio de los dosificadores.
Necesitan mano de obra y un control estricto de las dosificaciones. Por lo general
las soluciones se realizan en tanques de abonamiento y requieren de agitación
constante.

Fertilizantes sólidos, difícilmente solubles: Estos no son apropiados para la


utilización en fertirrigación (Calvo, 1996; citado por Bertsch y Rojas, sf).

Fertilizantes líquidos: Estos son fabricados en forma líquida y se encuentran


parcial o totalmente en solución, por lo tanto no requieren de tratamientos previos
de disolución (Molina, 1997; citado por Bertsch y Rojas, sf).

Los fertilizantes líquidos son más fáciles de manejar, ya que evitan los
problemas de disolución, taponeos de las boquillas, tienen un precio menor que
sus equivalentes en fertilizante granulado, debido que demandan menos energía
para su producción; además que poseen características físicas y químicas bien
definidas, lo cual ayuda a que el control de calidad sea más sencillo (Agüero,
1994; citado por Bertsch y Rojas, sf).

Por otro lado, los fertilizantes que serán utilizados en el fertirriego deben
poseer ciertas características, tales como:

Solubilidad rápida y completa.

Alta compatibilidad.

Baja capacidad de corrosión.


135

Baja volatilidad.

Baja toxicidad.

Alta pureza.

Bajo precio.

La solubilidad es una de las características exigidas de los fertilizantes


utilizados en la fertirrigación; ésta depende de la interacción de las sustancias de
un compuesto (Silva, 1997); asimismo la combinación de materiales puede
provocar disminución de la solubilidad del material mezclado (Burt et al, 1995).

La solubilidad está altamente ligada con la temperatura en la mezcla, por lo


general al aumentar la temperatura la solubilidad de los sólidos aumenta y la de
los gases disminuye. De igual manera, los cambios dependen de cada sustancia,
así el KNO3 aumenta su solubilidad al incrementarse la temperatura, mientras que
en el KH2PO4 el efecto es menor (Silva, 1997). Además, cada producto tiene una
capacidad de solubilidad en agua, la cual puede variar cuando se modifica la
temperatura o se añaden otros productos a la mezcla (Bertsch y Rojas, sf).

Otras de las características que se debe tener en consideración en la


elección de un fertilizante para ser utilizado en fertirrigación es la compatibilidad.
Burt et al, (1995), dicen que los problemas de compatibilidad se pueden notar
hasta cuando se combinan sólo fertilizantes líquidos, por lo tanto ésta es una de
las características que se debe de tomar muy en cuenta a la hora de hacer las
mezclas de fertilizantes, siguiendo las recomendaciones que se mencionan a
continuación:

a) Tener completa seguridad al hacer las mezclas de las soluciones.


b) Los efectos de las soluciones de fertilizantes líquidos sobre algún otro cuando
se añaden en el mismo tanque.
c) Las reacciones de los fertilizantes líquidos dentro del sistema de irrigación.
d) El tipo de sistema de irrigación y sus debilidades.

La compatibilidad entre los fertilizantes es muy importante, ya que de no ser


compatibles se pueden presentar las siguientes situaciones:

Pérdidas: las que pueden ocurrir con frecuencia son las pérdidas de amonio,
esto sucede cuando se dan aumentos de temperatura o pH, por lo tanto las
sales de amonio no deben mezclarse con sustancias que produzcan pH
básicos.

Precipitados: Generalmente al mezclar soluciones de sulfato de amonio o Mg


con nitrato de calcio se producen reacciones de precipitación, por lo tanto es
136

necesario prever las reacciones que se pueden presentar al mezclar ciertos


compuestos y analizar su solubilidad. Por ejemplo, si son mezclados los
fosfatos de K y amonio con soluciones que tengan Ca o Mg se forman fosfatos
de Ca y Mg que son mucho más insolubles.

Disminución de solubilidad: En este caso no se da la formación de


precipitados, pero se baja, en algunos casos, considerablemente la
solubilidad. Si se mezcla KCL con (NH 4)2 SO4 se ioniza toda la mezcla, y se
da la formación de K2 SO4, bastante menos soluble.

Inestabilidad de complejos: Para la elaboración de soluciones para fertirriego


se trata que no se formen precipitados, principalmente en el caso de fosfatos y
sulfatos, dada la baja solubilidad de las sales que forman con Ca y los
micronutrientes. Los quelatos de Fe, Zn, Cu y Mn utilizados como fuente de
micronutrientes son menos estables a pH bajos, por lo tanto se consideran
incompatibles con soluciones fuertemente ácidas como el HNO 3 (Silva, 1997).

Cabe recalcar que la incompatibilidad de las soluciones concentradas es


mayor que en las soluciones diluidas, ya que todo compuesto, aún los llamados
insolubles, es capaz de disolverse aunque sea en pequeña cantidad (Silva, 1997).
Para evitar que se den este tipo de reacciones y que los elementos esenciales
permanezcan en solución es necesario el uso de agentes quelantes; estos son
componentes orgánicos que se envuelven alrededor del ion metálico y lo
neutralizan por electricidad. Los quelatos metálicos poseen carga neutral, y tienen
la capacidad de moverse en el suelo sin verse afectados por la capacidad de
intercambio catiónico, moviéndose en el suelo cerca de las raíces de las plantas
con el agua de irrigación. Algunas plantas son capaces de separar el
micronutriente del agente quelante, aborsobiendo el metal directamente, mientras
que otras absorben el metal quelatado con su respectivo agente quelante (Burt et
al, 1995).

Los ácidos carboxílicos tienen una excelente capacidad quelante, por


ejemplo el ion citrato previene la precipitación de Ca como carbotano o sulfato,
aumentando su índice de complejación conforme aumenta el pH de la solución
(Zapata, 1997; citado por Bertsch y Rojas, sf).

En las Figuras 8.21 y 8.22 se presentan las compatibilidades de los


fertilizantes más comúnmente utilizados en la agricultura, y sus recomendaciones
deben de tomarse fielmente.
137

AMONIO ANHIDRO 1
AMONIO AQUA: 20-0-0 2
SOL UREA : 23-0-0 3 ? Ø FITOTOXICO BAJO CIERTAS CONDICIONES
SOL NITRATO DE AMONIO: AN20, 20-0-0 4 ?
SOL UREA -NITRATO DE AMONIO DN 32, 32-0-0 5 ? ? GENERACION DE CALOR
SOL UREA -AMONIO; 33-0-0 6
SOL DI -AN: 18-0-0 7 ? ? ? COMPATIBLE
SOL SULFATO DE AMONIO: 8 ? ?
SOL FOSFATO DE AMONIO: 8-24-0 9 ? COMPATIBLE CON CIERTAS LIMITACIONES
SOL POLYFOSFATO DE AMONIO: 10-34-0 10 ?
SOL POLYSULFITO DE AMONIO; APS 20-0-40(S) 11 ? ? ? INCOMPATIBLE
SOL AQUA SULFURO 12 ? ?
SOL TIOSULFATO DE AMONIO; AMTHIO 12-0-0-26 (S) 13 ?
N- PHURIC 28/27; 28-0-0-9 (S) (UREA SULFURICA) 14 ? ? ? ? ?
N- PHURIC 15/49; 15-0-0-16 (S) (UREA SULFURICA) 15 ? ? ? ? ?
N- PHURIC 10/55; 10-0-0-18 (S) (UREA SULFURICA) 16 ? ? ? ? ?
SOL NITRATO DE AMONIO Y CALCIO: 17-0-0-8(Ca) 17 ?
HIERRO NITROSYL: 11-0-0-7 (Fe) 18 ? ? ? ? ?
ENQUIK 19 ? ? ? ? ?
ENSONE 20 Ø Ø Ø Ø Ø Ø Ø Ø ? ? ? ? ?
UNOCAL PLUS 21 Ø Ø Ø Ø
PROPEL 22 ? ? ? ?
SURPHTAC II 23 ? ? ? ? ? ?
ACIDO NITRICO 24 ? ? ? ? ? ? ?
ACIDO FOSFORICO (BLANCO) 25 ? ? ? ? ? ?
ACIDO FOSFORICO (VERDE) 26 ? ? ? ? ? ?
ACIDO SULFURICO 27 ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? ?
AGUA 28 ? ?
UREA: 46-0-0 29 ? ?
NITRATO DE AMONIO: 34-0-0 30 Ø ?
FOSFATO MONO AMONICO: MAP 12-61-0 31
FOSFATO DIAMONICO: DAP 21-53-0 32
NITRATO DE CALCIO: 15.5-0-0-19 (Ca) 33
CLORURO DE POTASIO:0-0-60 34
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34
SOL TIOSULFATO DE AMONIO; AMTHIO 12-0-0-26 (S)

N- PHURIC 15/49; 15-0-0-16 (S) (UREA SULFURICA)


N- PHURIC 10/55; 10-0-0-18 (S) (UREA SULFURICA)
N- PHURIC 28/27; 28-0-0-9 (S) (UREA SULFURICA)

SOL NITRATO DE AMONIO Y CALCIO: 17-0-0-8(Ca)


SOL POLYSULFITO DE AMONIO; APS 20-0-40(S)
SOL UREA -NITRATO DE AMONIO DN 32, 32-0-0

FOSFATO MONO AMONICO: MAP 12-61-0


SOL POLYFOSFATO DE AMONIO: 10-34-0
SOL NITRATO DE AMONIO: AN20, 20-0-0

NITRATO DE CALCIO: 15.5-0-0-19 (Ca)


FOSFATO DIAMONICO: DAP 21-53-0
SOL FOSFATO DE AMONIO: 8-24-0

HIERRO NITROSYL: 11-0-0-7 (Fe)

ACIDO FOSFORICO (BLANCO)

CLORURO DE POTASIO:0-0-60
ACIDO FOSFORICO (VERDE)

NITRATO DE AMONIO: 34-0-0


SOL UREA -AMONIO; 33-0-0

SOL SULFATO DE AMONIO:


AMONIO AQUA: 20-0-0

SOL AQUA SULFURO

ACIDO SULFURICO
AMONIO ANHIDRO

SOL DI -AN: 18-0-0


SOL UREA : 23-0-0

ACIDO NITRICO
UNOCAL PLUS

UREA: 46-0-0
SURPHTAC II
ENSONE

PROPEL
ENQUIK

AGUA

FIGURA 8.21. CARTA DE COMPATIBILIDAD PARA FERTILIZANTES MINERALES


COMUNES EN AGRICULTURA.
Fuente: Burt et al (1995), Cortesia de UNOCAL.
138

UREA : 46-0-0 1 INCOMPATIBLE


NITRATO DE AMONIO: 20-0-0 2
SULFATO DE AMONIO: 21-0-0 3 SOLUBILIDAD REDUCIDA
NITRATO DE CALCIO: 15,5-0-0-19(Ca) 4
NITRATO DE POTASIO: 13-0-44 5 COMPATIBLE
CLORURO DE POTASIO: 0-0-60 6
SULFATO DE POTASIO: 0-0-50 7
FOSFATO DE AMONIO: 8-24-0 8
SULFATO DE Fe,Zn, Cu,Mn. 9
QUELATOS DE Fe,Zn,Mn. 10
SUPERFOSFATO TRIPLE: 0-46-15 (CaO) 11
SULFATO DE MAGNESIO: 0-0-0-22 (S)-16 (MgO) 12
ACIDO FOSFORICO: 0-85-0 13
ACIDO SULFURICO 14
ACIDO NITRICO: 15-5-0-0 15
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15

SULFATO DE MAGNESIO: 0-0-0-22 (S)-16 (MgO)


SUPERFOSFATO TRIPLE: 0-46-15 (CaO)
NITRATO DE CALCIO: 15,5-0-0-19(Ca)

CLORURO DE POTASIO: 0-0-60


NITRATO DE POTASIO: 13-0-44

SULFATO DE POTASIO: 0-0-50

FOSFATO DE AMONIO: 8-24-0


SULFATO DE AMONIO: 21-0-0
NITRATO DE AMONIO: 20-0-0

ACIDO FOSFORICO: 0-85-0


SULFATO DE Fe,Zn, Cu,Mn.

ACIDO NITRICO: 15-5-0-0


QUELATOS DE Fe,Zn,Mn.

ACIDO SULFURICO
UREA : 46-0-0

FIGURA 8.22. COMPATIBILIDAD QUÍMICA ENTRE FERTILIZANTES EN SOLUCIÓN


CONCENTRADA.
NOTA: Combinaciones compatibles pueden llegar a ser incompatibles bajo tempetaturas y presiones extremas. Cada
combinación debe ser primero evaluada.
Fuente: Ortega, (1997).

Dósis y Frecuencia de Aplicación

La dósis y frecuencia de aplicación va a depender de los requerimientos


nutricionales del cultivo, de los nutrimentos presentes en el suelo y la planta según
los análisis de suelo y foliares. Entre mayor sea la frecuencia de aplicación menor
será la concentración utilizada en el fertirriego (Berstch y Rojas, sf).

Se recomienda iniciar el riego con sólo agua por 30 minutos antes de la


aplicación de los fertilizantes, para mojar el suelo y el follaje de las plantas; y lo
mismo después de finalizada la labor, prolongar el riego con sólo agua por 30 a 60
minutos, para evitar toxicidad en las plantas y deterioro del equipo por oxidación.
Los sistemas de riego por goteo abren grandes perspectivas en este campo,
cuando se usa este tipo de sistemas de riego se aconseja la aplicación diaria con
subdivisión de las dosis.
139

United Fruit (1975), recomienda la adición de urea y de muriato de potasio;


en 10 aplicaciones anuales con el riego y una aplicación manual a principio de
año, ambos productos pueden utilizarse conjuntamente o por separado.

El autor ha utilizado con éxito, en viveros de plantas de cultivo de tejidos


con 9.000 plantas, con 1 gotero por planta, 48 pulsaciones por minuto, fertilizando
10 minutos dos veces al día la siguiente solución, disuelta en 500 litros de agua,
(Cuadro 8.26).

CUADRO 8.26.

FÓRMULA DE FERTILIZACIÓN PARA 1900 PLANTAS DE CULTIVO DE TEJIDOS.

Fertilizante Porcentaje Cantidad


Cloruro de Potasio 59 20
Sulfato de Amonio 21 33
Nitrato de Amonio 33 15
Ácido Fosfórico 85 5.5
Multimicro 13 5.5
Sulfato de Magnesio 82 2.3

Para dosis diferentes o plantaciones adultas, con más de 1 gotero por


planta, se deben de hacer los cálculos respectivos (Ver Fertirriego en el Capítulo
6).

A continuación se enumeran algunos consejos a tomar en consideración


para hacer las mezclas de fertilizantes en fertirriego según Molina (1997), citado
por Berstch y Rojas:

Llenar el tanque de mezclado con un 50-70 % del agua que se va a utilizar.

Agregar los fertilizantes líquidos antes que los sólidos.

Agregar los productos sólidos lentamente.

No mezclar amoníaco anhidro o agua amoniacal con algún ácido porque se


produce una reacción peligrosa.

Si se utiliza un ácido, agregar el ácido al agua y no lo contrario.

No mezclar dos fertilizantes líquidos de alta concentración.

No es recomendable mezclar productos que contengan sulfatos con otros que


contengan Ca.
140

No mezclar fertilizantes fosforados con productos que contengan Ca sin


realizar previamente una prueba de compatibilidad.

Realizar un análisis del agua para verificar el contenido de sales como Ca, Mg,
carbonatos, entre otros.

Fertilización Foliar

La fertilización foliar es una excelente alternativa como suplemento


nutricional para plantas que por diversos motivos hayan perdido parte de su
sistema radical. Es importante tener claro, que la fertilización foliar sólo puede ser
un suplemento de la nutrición química, por tanto, los elementos se deben aplicar
en concentraciones bajas y en pocas cantidades. Para que este tipo de
aplicaciones sean efectivas hay que tomar en cuenta las siguientes
consideraciones según Bertsch, (1995):

Suplir nutrientes que estén deficientes en el suelo y que se requieran en


cantidades pequeñas, especialmente micronutrimentos;

Superar la falta de habilidad de la planta para absorber nutrientes del suelo,


debida a la presencia de condiciones de estrés, como pueden ser daños
radicales causados por implementos, enfermedades, insectos, nemátodos o
sequía;

Complementar la nutrición de cultivos que tienen gran área foliar expuestas y


producciones muy fuertes;

Economizar productos caros que pueden perderse o fijarse en el suelo y


garantizar su aprovechamiento por la planta;

Superar síntomas evidentes de deficiencias de algún nutrimento.

El fenómeno de absorción foliar, a través de las hojas se lleva a cabo en un


tiempo relativamente corto, y es diferente para cada cultivo.

Bertsch (1995), dice que los tiempos de absorción son los siguientes:
141

CUADRO 8.27.

Intervalos de Absorción Foliar para los Diferentes Nutrimentos.

Nutrimentos Intervalos para que se absorba el 50 % del producto


N (Urea) 0.5-2 horas
P 5-10 días
K 10-24 horas
Ca 1-2 días
Mg 2-5 horas
S 8 días
Mn 1-2 días
Zn 1-2 días
Mo 10-20 días
Fe 10-20 días

Las fuentes químicas de aplicación son muy variadas, por lo general se


usan sales como los sulfatos, con bajo índice salino, para evitar toxicidades. El N
se puede aplicar en forma de ureas bajas en biuret, en concentraciones no
mayores de 1% en la solución. El K se puede aplicar en forma de muriato de
potasio al 0,4%.

La aplicación de quelatos parece ser una buena opción, ya que se absorben


y son trascolados mejor que las sales minerales. También la utilización de ácidos
húmicos reforzados con quelatos puede ser una buena alternativa para plantas
bajo estrés por pérdida parcial del sistema radical.

La fertilización foliar como suplemento o enmienda en banano, es una


excelente opción, ya que la aplicación aérea hasta de 36 ciclos por año de
fungicidas para el control de Sigatoka, permite agregar suplementos nutricionales
a las plantas a bajo costo.

Guzmán (1995), estudió el comportamiento de diferentes fertilizantes


foliares según la estabilidad de la solución, pH y fitotoxicidad de diversas mezclas
de fungicidas usadas en el control de Sigatoka negra; los resultados se detallan a
continuación.

Se evaluó el efecto de la adición de fertilizantes foliares sobre la estabilidad,


pH y fitotoxicidad de tres mezclas de fungicidas comúnmente utilizadas en el
combate de la Sigatoka negra (Mycosphaerella fijiensis) del banano. Los
fungicidas propiconazole, tridemorph y mancozeb fueron mezclados con los
fertilizantes filiares nitrato de potasio (KNO3), Foliveex Polisacáridos®, Quelatozin®,
Foliveex zinc 10%®, Menorel 900®, Urea®, y Humiforte N-6®, en emulsiones de 5 y
7 L ha -1 de aceite agrícola, a un volumen total de 22,7 L ha -1. Se observó que el
comportamiento físico de las mezclas varía según el fertilizante foliar utilizado, ya
que la adición de algunos de los fertilizantes foliares afectó la estabilidad física de
142

las mezclas, mientras que otros no produjeron efectos detrimentales sobre ellas.
Se detectaron cambios importantes en pH, debido a la adición de algunos de los
fertilizantes foliares. El nitrato de potasio, la urea y el Humiforme N-6 no causaron
efectos detrimentales sobre el pH de la mezcla. No se observaron incrementos en
la fitotoxicidad de las mezclas fungicidas al adicionar los fertilizantes foliares. Las
variaciones en pH provocadas por algunos de los fertilizantes foliares podrían
afectar los fungicidas, por lo que se sugiere estudiar más detalladamente su efecto
sobre la actividad de los fungicidas antes mencionados, así como la respuesta
del cultivo a la fertilización foliar.

Cabe mencionar que aplicaciones de Zn y B, en solución con fungicidas


para el control de Sigatoka, son de uso normal en Costa Rica.

Fertilización al Pseudotallo

Existen dos sistemas de aplicación de fertilizantes al pseudotallo,


aprovechando la traslocación de nutrimentos entre los diferentes componentes de
la unidad de producción (Capítulo 2). Usando ese concepto fisiológico, algunas
marcas comerciales, han fabricado productos nutricionales que pueden ser
inyectados en los pseudotallos de hijos y plantas sin parir. Resultados muy
prometedores parecen darse con productos como Super Ferti-Kin entre otros.
Ensayos en este campo han sido iniciados por el autor.

La aplicación de nutrimentos sólidos o líquidos a pseudotallos recién


cosechados, es una forma de aplicación bien conocida. Trabajos efectuados por
Vargas y Flores (1997), muestran buenos resultados con la aplicación de
fertilizantes químicos en el pseudotallo recién cosechado, aprovechando la
transferencia de nutrimentos de la madre al hijo. Este sistema de aplicación evita
las pérdidas por lixiviación en el suelo.

El autor ha iniciado ensayos con aplicaciones de nitrato de potasio a razón


de 30 gramos, en aplicaciones a pseudotallos recién cosechados y 4 semanas
después; asimismo a pseudotallos usados para resiembras, con prometedores
resultados.

Fraccionamiento de la Fertilización

En plantaciones establecidas, a inicios de los años 70; en suelos con alto


contenido de materia orgánica en Centroamérica, se llegó a determinar que la
dosis total para el año podía subdividirse en 3 ó 4 aplicaciones por año, con
buenos resultados. Pasado el tiempo y conforme la materia orgánica fue
desapareciendo, se hizo necesario fraccionar más las dosis, de tal forma que se
pasó a 6 aplicaciones al año; y después de 13 aplicaciones, cada 4 semanas.
143

Resultado de la baja asimilación de la planta observada en los últimos años,


algunos técnicos especialistas en nutrición recomiendan aplicaciones cada 2
semanas, dividiendo la dosis total en 26 partes. Es indudable que una fertilización
fraccionada con adición de materia orgánica, podría reducir la dosis química hasta
en un 25%, con una buena eficiencia de asimilación.

El autor redujo en la Finca Agrícola Ganadera La Benigna, en la Zona Oeste


de la Costa Atlántica de Costa Rica, la dosis de abono químico en un 30%, al
disminuir de 13 a 10 ciclos, con la aplicación de abono orgánico en la cantidad; de
15 toneladas por hectárea por año en dos aplicaciones cada 6 meses.

Investigaciones en ejecución, en conjunto con estudiantes de la Escuela de


Agricultura de la Región Tropical Húmeda (EARTH), tratan de demostrar, que una
fertilización balanceada con aplicación de materia orgánica en forma regular;
pueden reducir la cantidad de fertilizante químico a aplicar hasta en un 50%, con
buena eficiencia de asimilación y sin reducir la producción, y de esta manera
hacerla más sostenible.

Los mejores resultados de fraccionamiento se dan con la aplicación diaria


del fertilizante por fertirriego en Islas Canarias.

Tipos de Fertilizante

Durante muchos años, la United Fruit usó solamente nitrógeno en forma de


urea para la fertilización de las plantaciones de “Gros Michel”. Con la introducción
al comercio de clones altamente productivos del sub grupo “Cavendish”, se
encontró la necesidad de adicionar K en cantidades importantes; es por ello que
algunas empresas alternaron las aplicaciones de N en forma de urea con K en
forma de KCl. Esta forma de aplicación es inapropiada, como se observa en la
curva de absorción descrita en páginas anteriores, porque la unidad de producción
requiere de todos los elementos en forma balanceada y de acuerdo a su estado de
desarrollo; es por ello que se recomienda aplicar los elementos en fórmulas
químicas, físicas o líquidas. López y Espinoza (1995), hacen la siguiente
descripción de fórmulas físicas y químicas:

Fórmulas Físicas

Son una mezcla mecánica de cristales o gránulos de las diferentes fuentes


de nutrimentos. Cada cristal o gránulo contiene un sólo compuesto químico,
algunas fórmulas físicas son 23-0-30, con pesos iguales de urea del 46% y
muriato de potasio del 60%; otras fórmulas podrían ser 13,1-4,8-20,0-9,0-11 (S),
que tienen fuentes varias en forma de sulfatos que adicionan un 11 % de azufre y
un 9% de Mg.

La fórmula física puede ser preparada por el agricultor, a partir de las


fuentes de los elementos, en cantidades pequeñas y a bajo costo. La
homogenización de la mezcla, puede hacerse en máquinas mezcladoras de
144

cemento con buenos resultados. Estas mezclas son muy inestables, porque la
mayoría de los componentes son hidroscópicos, haciendo que las partículas se
aglutinen, lo que hace difícil su manejo. El almacenamiento debe ser por corto
tiempo, y el producto podría ser irritante a la piel del aplicador.

Veamos un ejemplo de cómo preparar una mezcla física para suplir en kg


por hectárea por año, lo siguiente:

N: 540, P2O5: 143, K2O: 378, MgO: 36, S: 250 y CaO: 156.

CUADRO 8.28.

Procedimiento para la Preparación de Una Mezcla Física para Suplir las


Necesidades de 1 Hectárea por Año.

FUENTE CONTENIDO EN % CANTIDAD EN KG


TOTAL N P2O5 K2O MgO S CaO
Nitrato de potasio N:13; K2O:45.5 832 108 0 378 0 0 0
Sulfato de amonio N:20.5; S:24.0 832 170 0 0 0 200 0
Nitrato de amonio N:33.5 600 202 0 0 0 0 0
Sulfato de S:22.0; MgO: 16.0 224 0 0 0 36 50 0
magnesio
Nitrato de calcio N:15.0; CaO:27.0 398 60 0 0 0 0 107
Superfosfato triple P2O5:46.0; CaO:15.0 326 0 150 0 0 0 49
Totales 3212 540 150 378 36 250 156
La fórmula para 100 kg es: 16.8-4.4-11.8-3.2-7.8-4.9
Número de sacos de 50 kg: 65

Fórmulas Químicas

Son preparaciones químicas granuladas, donde cada gránulo tiene las


relaciones porcentuales exactas de cada elemento. Son costosas, pero de muy
fácil aplicación, por cuanto el material inerte que se agrega, absorbe la humedad
de las materias hidroscópicas, dejando secos y sueltos los gránulos. Estos
productos son de fácil aplicación y no son irritantes para la piel del aplicador. Su
costo es mayor que la mezcla física, porque el proceso de manufactura es caro,
algunas fórmulas pueden ser 15.3-25-6, 13-3-31, 20-20-20, 15-15-15, entre otras.

Fórmulas Líquidas

Es fácil conseguir fórmulas concentradas líquidas en el comercio. El


almacenamiento se hace en tanques y se dosifica según la concentración de los
elementos. Se aplican disueltas en agua sobre el suelo, ya sea por riego o
aplicadores manuales; un ejemplo de ello es el ácido fosfórico, que con 85% de P,
es una excelente opción para aplicar este elemento.

Existe una gran diversidad de fórmulas líquidas, de acuerdo a las


necesidades, entre las cuales tenemos las siguientes:
145

35-0-0 3-0-9-0-10 (SO4)


26-0-0-4.75 (SO4) 8-0-8-0-8.8
31-0-0 7.6-0-0-11 (MgO)
0-0-14.5 12.5-0-0-6-4 (CaO)
11-0-11 9-0-0-0-18 (CaO)
26-0-5.2 25-0-0-0-9 (SO4)
19.25-0-5.5 22-0-0-0-2 (B2O3),etc.

Los productos concentrados líquidos son más económicos que los sólidos
y su manejo es simple.

Fertilizantes de Liberación Lenta

Debido a las grandes pérdidas de elementos por lixiviación en los suelos del
trópico húmedo; se fabrican compuestos químicos recubiertos con materiales de
lenta descomposición, tales como azufre, plásticos, entre otros, que hacen la
liberación de los elementos lenta. Entre ellos se encuentran la urea recubierta con
azufre, que según Jaramillo y Basan (1976), citados por López y Espinoza (1995),
encontraron que cuando se aplicaba urea recubierta en comparación con urea
natural, había un incremento en la cosecha de un 18% en suelos de la Zona
Atlántica de Costa Rica. Además, López (1993), encontró que la aplicación de
urea recubierta en suelos livianos, permite reducir la dosis al 75% para obtener
resultados similares.

Diversas fórmulas de elementos de lenta solubilidad se encuentran en el


comercio, tal es el caso del osmote 14-14-14, 18-6-12-12, 19-6-12, 13-13-13,18-6-
12, 17-7-20; así como el Sierra 17-6-10 más menores; Sierrablen 16-6-10+Fe;
Agriform en pastillas 20-10-5, 16-8-12 con duraciones en el suelo desde 3 a 14
meses según la fórmula y el uso.

Estos fertilizantes son de muy fácil aplicación, pero sus precios son aún
muy altos, por lo tanto debe de investigarse mucho más con estos productos,
sobre todo en las condiciones climáticas del trópico húmedo.

Fertilización Orgánica

En la historia de la agricultura, el hombre ha aplicado toda clase de materia


orgánica a los suelos cultivados para mantener su fertilidad. Hasta 1850 era
creencia general que las plantas se nutrían sólo de sustancias orgánicas, no fue
hasta que Liebig demostró que se nutren además de agua, carbono, nitrógeno y
sustancias químicas, principalmente P y K, que se provocó una revolución en la
industria de fertilizantes hasta el día de hoy. El desarrollo desmedido de esta
industria ha marginado poco a poco la utilización de abonos orgánicos (materia
orgánica) como fuente nutritiva para las plantas; sin embargo, la materia orgánica
146

sigue siendo una fuente de energía y renovación para los suelos (Tisdale y
Nelson, 1982; citados por Saavedra, 1996).

La materia orgánica en el suelo es de suma importancia, ya que es la base


de la actividad biológica del suelo, regula la actividad metabólica de las plantas y
pone a disposición de las raíces los nutrimentos necesarios para un buen
desarrollo de las plantas, lo que posibilita la obtención de buenas cosechas.

En la fertilización comercial de la mayoría de las fincas bananeras, se


aplican 350 kg de N, 125 kg de P y 700 kg de K, con pérdidas medias mayores de
un 70%, consecuencia de la lixiviación, escorrentía, fijaciones, evapotranspiración,
entre otras cosas. Por lo tanto, en la actualidad dado al alto costo de los
fertilizantes químicos se están buscando nuevas alternativas para solucionar este
problema; como la utilización de los residuos de producción y otros materiales en
la elaboración de abonos orgánicos, ya que la aplicación de estos permite reducir
los requerimientos de fertilizantes químicos, mejorar las propiedades físicas del
suelo y realizar una agricultura más sostenible (Prager y Angel, 1989).

En Costa Rica, del 10 al 20% de la producción total de banano se pierde


como rechazo, si a esto se agrega el raquis de los racimos se obtiene una gran
cantidad de biomasa vegetal, que podría ser utilizada en la fabricación de compost
para aplicar en el mismo cultivo y con ello reducir el consumo de fertilizantes
químicos. Como alternativa se pueden usar abonos orgánicos tales como:
compost, bokashi, turbas, compuestos orgánicos (ácido húmico, fúlvico, etc.), que
son compuestos de lenta solubilidad y de bajos residuos tóxicos.

López y Espinoza (1995), afirman que el uso de abonos orgánicos como


complemento de la fertilización química en el cultivo del banano, es una práctica
corriente en algunas zonas bananeras del mundo, la materia orgánica mejora la
estructura del suelo, aumenta la capacidad de retención de nutrimentos y funciona
como estimulante del sistema radicular.

Actualmente en Costa Rica, algunas compañías transnacionales están


realizando trabajos de incorporación de materia orgánica (como gallinaza y
compost) en plantaciones donde las producciones están por debajo de 1800
cajas/ha/año, con el fin de mejorar las características del suelo y por ende la
producción de banano. Sin embargo, debido a la falta de información acerca del
tema, se desconocen las cantidades apropiadas a aplicar de esos abonos
orgánicos y los efectos que estos pueden aportar a la plantación y a las
características fenológicas de la planta. Por tal desconocimiento, en algunas
zonas bananeras del país (Valle de la Estrella y Río Frío) se están realizando
incorporaciones de 10 y hasta 40 ton/ha. Cabe mencionar, que aplicaciones de 60
toneladas de materia orgánica por hectárea son de uso frecuente en las Islas
Canarias, Costa de Marfil y Camerún, donde los suelos son muy pobres.
147

Lahav y Turner (1992), mencionan el uso de hasta 500 ton de materia


orgánica/ha/año en el cultivo de banano; además encontraron que aplicaciones de
80 ton/ha/año promovían el crecimiento, aceleraban la floración y acortaban el
tiempo entre floración y cosecha. Solamente con incorporar los residuos, se
encontró que incrementaban los rendimientos en un 33%, aunque fue de gran
beneficio aplicar fertilizantes químicos junto con la materia orgánica.

Los abonos orgánicos se elaboran a partir de residuos vegetales y excretas


animales (Domínguez, 1989), dentro de los cuales destacan los siguientes:
estiércoles, residuos de cosechas, abonos verdes, residuos de agroindustrias,
compost, humus de lombriz y abonos líquidos (Suquilanda, 1995); éstos pueden
ser una alternativa para mejorar los problemas de nutrición de las plantas, y una
forma de aprovechar de mejor manera los residuos de producción (González et al,
1994).

Los abonos orgánicos aportan materia orgánica al suelo, la cual mejora su


fertilidad, proporcionando todos los elementos nutritivos necesarios para la planta,
además restaura las propiedades físicas (estructura) y biológicas. En los trópicos
húmedos los procesos de degradación de materia orgánica y de lavado de los
suelos son mucho más activos que en las zonas templadas, por lo que el
contenido orgánico se reduce rápidamente y necesita ser repuesto
frecuentemente. Por otra parte, en los abonos orgánicos los nutrimentos se
encuentran de forma insoluble, principalmente el nitrógeno y fósforo,
protegiéndolos de esta manera del lavado en los suelos, ya que se van liberando
lentamente (Cooke, 1983; FAO, 1990).

La Materia Orgánica

La materia orgánica puede definirse como la fracción del suelo, que incluye
residuos vegetales y animales en diferentes estados de descomposición,
sustancias producidas por los habitantes del suelo, también tejidos y células de
estos organismos. Se conoce como fracción orgánica porque un volumen de suelo
unitario, multiplicado por cien, contiene una fracción orgánica, una fracción mineral
y un volumen porcentual del suelo que es ocupado por fases gaseosas y líquidas,
dentro del sistema (Kass, 1996).

Donahue et al (1981), afirman que la materia orgánica es una porción


activa e importante del suelo. La mayoría de los suelos cultivados contienen
solamente de 1 a 5% de materia orgánica, sobretodo en los primeros 25 cm; esa
pequeña cantidad puede modificar las propiedades físicas del suelo y afectar
fuertemente sus propiedades químicas y biológicas. Asimismo, la materia orgánica
es responsable de la estructura en el suelo, aumenta la porosidad, mejora las
relaciones agua-aire y reduce la erosión ocasionada por el agua y el viento.

La composición de la materia orgánica está dada por ligninas,


carbohidratos, proteínas, péptidos y aminoácidos libres, grasas, ceras, resinas, así
como vitaminas, hormonas, ácidos orgánicos, quelatos, entre otros. Los
148

componentes anteriores tienen diferentes grados de descomposición, y ésta


depende principalmente de las proporciones en que se encuentren los diferentes
componente (Arias, 1998).

Los principales elementos que constituyen la materia orgánica son el


carbono (C), oxígeno (O), hidrógeno (H), y nitrógeno (N); y proviene de la síntesis
de los organismos vivos que combinan los distintos elementos en su
funcionamiento metabólico y catabólico (Rodríguez, 1989).

Origen de la Materia Orgánica

Según Porta et al (1994), los componentes orgánicos del suelo proceden


de:

La acumulación de restos y residuos de plantas y animales.

Biomasa senescente incorporada de forma natural al suelo en cualquier


ecosistema.

Materiales orgánicos de origen biológico aportados por el hombre en los


agroecosistemas; tales como estiércol, restos de comida, entre otros.

Productos xenobióticos que son aquellos de carácter orgánico resultantes de


síntesis industrial; los que se incorporan al suelo más frecuentemente son los
pesticidas, además pueden considerarse los plásticos y otros.

La descomposición de los tejidos orgánicos por acción mecánica de la fauna y


microorganismos.

La degradación o descomposición de moléculas orgánicas complejas a


compuestos orgánicos más sencillos que, si tiene lugar con intervención de los
microorganismos, se denomina biodegradación.

La reorganización de algunos productos de la degradación, con síntesis


microbiana de nuevos componentes orgánicos.

Descomposición de la Materia Orgánica

La velocidad de descomposición es un reflejo de las condiciones a las que


se ve expuesto el material, por lo que los compuestos pueden sufrir una
degradación completa; (mineralizar) o seguir otro ciclo de evolución,
transformándose en sustancias orgánicas bajo la acción de los microorganismos
(inmovilización), es decir, un mecanismo por el cual los microorganismos reducen
la cantidad de nutrimentos aprovechables por la planta en el suelo (Alexander,
1980). Por lo tanto, la velocidad de descomposición de los materiales influye en
149

los procesos de mineralización de los elementos esenciales contenidos en la


biomasa, y en la formación de humus del suelo (Flores y Vargas, 1991).

La materia orgánica intacta no tiene efecto sobre la estructura del suelo,


pero cuando se descompone forma sustancias agregantes y estabilizadas como
el humus, que es producto de tal descomposición (Primavesi, 1982).

Los constituyentes orgánicos de las plantas se dividen en seis grupos:


celulosa, el constituyente químico más abundante, cuya cantidad varía del 15% al
60% de peso seco; hemicelulosa que forman del 10 al 30% del peso; lignina, que
constituye del 5 al 30% de la planta; la fracción soluble en agua, que incluye
azúcares simples, aminoácidos y ácidos alifáticos, que contribuye del 5 al 30% en
peso del tejido; constituyentes solubles en alcohol y éter, fracción que contiene
grasas, aceites, ceras, resinas y un número determinado de pigmentos, y por
último las proteínas que tienen en su estructura la mayor parte del nitrógeno o
azufre vegetal (Alexander, 1980).

Conforme la planta envejece el contenido de constituyentes solubles en


agua, proteínas y minerales desciende, y el porcentaje de celulosa, hemicelulosa y
lignina se eleva, éstas sustancias son las que constituyen los sustratos que se
emplean durante la descomposición y mineralización del carbono.

Con la descomposición de la materia orgánica, los microorganismos se


abastecen de energía para su crecimiento y suministran el carbono necesario para
la formación de nuevos materiales celulares. El dióxido de carbono, metano,
ácidos orgánicos y alcohol, son productos de desecho que se liberan durante el
desarrollo microbiano para adquirir energía. El proceso por el cual el sustrato se
convierte en carbono protoplásmico se conoce como asimilación; bajo condiciones
aeróbicas, del 20 al 40% del carbono es asimilado y el resto se libera en forma de
CO2 o se acumula como producto de desecho (Alexander, 1980).

La flora edáfica, los hongos, los actinomicetos, las bacterias y las algas
constituyen los microorganismos del suelo que aportan un porcentaje importante
de material orgánico una vez muertos, pero su principal función es degradar la
materia orgánica, mediante procesos de humidificación y mineralización. La
mineralización es una descomposición rápida de los residuos orgánicos, que los
convierte en compuestos minerales que poseen una formación química más
simple, tales como: dióxido de carbono (CO 2) que es un gas, agua (H 2O),
amoníaco (NH3), fosfatos (PO43-), sulfatos (SO42-), compuestos potásicos y otros;
es decir, es una transformación de la forma orgánica a la inorgánica, consecuencia
de la actividad de los micororganismos (Porta et al, 1994). La humidificación se da
a través de la actividad de los microorganismos, que al tomar los residuos
orgánicos los transforman en estructuras complejas conocidas con el nombre de
humus.

Humus
150

Humus se define como un constituyente de la fase sólida del suelo, formado


por biomoléculas (compuestos de estructura molecular específica) y sustancias
húmicas (compuestos de estructura no específica). El término humus se utiliza en
un sentido amplio, para indicar las sustancias orgánicas que resultan de los
procesos de humidificación (descomposición, degradación y síntesis). En el
proceso de mineralización, las sustancias sufren un proceso de degradación o
descomposición de sus componentes elementales: carbohidratos, vitaminas,
proteínas y minerales” (Porta et al, 1994). De este proceso se obtienen diferentes
formas húmicas conocidas genéricamente como fracción orgánica del suelo, y
éstas pueden ser objeto de nuevos procesos de resíntesis o de repolimerización
(Kass, 1996). El humus tiene en su estructura una mezcla de ácidos húmicos,
fúlvicos y huminas, en proporciones diferentes de acuerdo a su origen, pH,
oxigenación, contenidos de Ca, Mg y P; así como de la actividad bacterial.

La descomposición de residuos vegetales y la síntesis de muchos


compuestos que realizan diversos organismos del suelo, dan como resultado un
enorme número de compuestos orgánicos en varios estados de descomposición,
“humus” es el término que se utiliza para referirse a la materia orgánica que ha
sufrido una descomposición considerable y que es resistente a posteriores
alteraciones (Foth, 1987).

Suquilanda (1995), dice que el humus proviene de complejos procesos de


la materia orgánica, y se define como una mezcla de compuestos muy compleja,
coloidal, de naturaleza ligno-proteica, cuya función es la de mejorar las
propiedades físico-químicas de los suelos.

El humus comprende la masa de residuos vegetales que están en


descomposición, junto con las sustancias celulares sintetizadas y ciertos
productos intermedios y finales, por lo tanto su composición cambia
continuamente, y es mejor referirse al humus como a un grupo individual de
sustancias, que son diferentes en condiciones de formación variable (Foth, 1987).

Importancia del Humus

En la formación de humus, las cantidades de restos orgánicos tienen gran


importancia y varían según el tipo de suelo. La transformación en sustancias
húmicas de los restos vegetales, son el resultado de la acción conjunta de
asociaciones de microorganismos, que poseen funciones bioquímicas
multifacéticas (Kanonova, 1982).

Según Tamhane y Motiramani (1986), el humus puede distinguirse de la


materia orgánica del suelo, en que la materia orgánica del suelo es cualquier
sustancia de origen orgánico inestable, mientras que el humus es bastante estable
y amorfo, sin vestigios de la estructura del material del cual se deriva. El humus en
realidad, no es sólo un producto de la descomposición, debido a que ésta implica
la transformación a compuestos más sencillos, sino que el humus es más
complicado que la materia orgánica original, porque además del simple proceso de
151

descomposición de ésta, la formación de humus presupone la síntesis de


sustancias orgánicas.

Entre las características y propiedades del humus se pueden citar que es


insoluble en agua, aunque parte del mismo puede formar suspensiones coloidales
en agua pura; posee un contenido de nitrógeno que varía entre 3 y 6%, aunque en
algunos casos la cifra puede variar, el contenido de carbono es menos variable y
en general se estima en un 58%. El humus es una reserva importante de fósforo y
azufre y la proporción de C: N: P: S en el humus es de alrededor de 100 a
120:10:1:1; además, el humus posee una elevada capacidad de intercambio de
cationes, absorbe grandes cantidades de agua y muestra propiedades de
expansión y contracción; posee así mismo, otras propiedades físicas y fisico-
químicas que lo hacen un constituyente muy valioso en el suelo (Foth, 1987).

Gros y Domínguez (1992), mencionan que el humus es verdaderamente el


fundamento de la actividad microbiológica del suelo, donde sirve de alimento a
una multitud de microorganismos y lombrices de tierra que hacen del suelo un
medio vivo. Todos estos microorganismos que viven a expensas del humus y
contribuyen a su transformación, son más numerosos y activos mientras mejor
provisto esté el suelo de humus.

Sustancias Húmicas

Las sustancias húmicas se originan en la superficie de los tejidos vegetales


en descomposición, cuando ésta empieza a ser invadida por organismos
saprófitos, paralelamente se producen cambios bioquímicos en los tejidos
senescentes, hay síntesis de enzimas, ruptura de la membrana celular,
autooxidación y polimerización de compuestos tipo fenólicos.

La complejidad de los compuestos que constituyen los materiales de


partida para la materia orgánica en el suelo; la acción microbiana, las reacciones
químicas y las distintas condiciones del medio (humedad, temperatura, aireación y
pH) explican la gran heterogeneidad de las sustancias húmicas resultantes, las
mismas proceden de la degradación química y biológica de residuos y restos de
plantas y animales, también de actividades de síntesis llevadas a cabo por los
microorganismos del suelo (Porta et al, 1994).

Los ácidos húmicos no solamente se encuentran en el suelo, sino también


en aguas naturales; depósitos marinos, drenajes, turbas pantanosas y en otros
depósitos, su importancia radica en que éstos están envueltos en la transportación
y concentración de sustancias minerales, son responsables del enriquecimiento de
varios metales, actúan como oxidantes o agentes reductores, dependiendo de las
condiciones ambientales, y afectan el proceso fotoquímico en aguas naturales
(Stevenson, 1994; citado por Saavedra, 1996).
152

Tyurin (1946), citado por Primavesi (1982), da el siguiente proceso de


humificación:

Materia Oxidación Acido Oxidación Acido


orgánica biológica fúlvico biológica + húmico
Ca, P, K, N

Oxidación Acido Oxidación CO2 H2O


Encalado
fúlvico biológica + NH3 minerales
química
Ca

En el grupo de los ácidos húmicos se encuentran las materias que se


extraen del suelo por disolventes (NaOH, KOH, NH 4OH, Na4P2O7, NaF, Na2HCO3,
oxalato sódico, urea y otros), que al acidificarse con ácidos minerales precipitan de
las soluciones obtenidas en forma de un gel oscuro (Stevenson 1994; citado por
Saavedra 1996). Una característica importante de los ácidos húmicos está en la
habilidad para formar complejos solubles e insolubles en agua con iones metálicos
e hidróxidos, los cuales interactúan con minerales y una gran variedad de
compuestos orgánicos, incluyendo alcanos, ácidos grasos, pesticidas, herbicidas,
carbohidratos, aminoácidos, pepsinas y proteínas (Bornemisza et al, 1975; citado
por Ramírez, 1995).

Clasificación de las Sustancias Húmicas

El humus puede ser clasificado desde diversos puntos de vista, por sus
características micro y macromorfológicas, y por la forma como se distribuye y
mezcla con el suelo bajo condiciones ecológicas. Los compuestos húmicos se
clasifican según su composición química y propiedades físicas en huminas, ácidos
húmicos (pardos o grises), fúlvicos e himatomelánicos (Nuñez, 1985). Debido a
que las técnicas de extracción no han permitido aislar una sustancia húmica pura,
de forma empírica se han establecido tres fracciones: ácidos húmicos, ácidos
fúlvicos y huminas (Porta et al, 1994). El mismo autor menciona que el concepto
de materia orgánica que se adopta como equivalente a componentes orgánicos
incluye: materia orgánica no humificada (biomasa vegetal y animal senescente y
biomasa microbiana), humus (sustancias no húmicas tales como materiales
orgánicos sencillos, azúcares y aminoácidos, y materiales orgánicos de elevado
peso molecular como polisacáridos y proteínas) y sustancias húmicas (humus en
el sentido estricto).

Scheffer (1956), citado por Primavesi (1982), dice que el pH es responsable


de las diversas fracciones del humus con efectos diferentes sobre el suelo, con pH
menores a 5,6 se forman especialmente ácidos fúlvicos, con pH entre 5,7 y 6,8
ácidos húmicos y arriba de 7,3 ácidos fúlvicos por degradación de ácidos húmicos.

Las sustancias no húmicas incluyen materiales orgánicos cuyas


características químicas son identificables, tales como glúcidos, proteínas,
péptidos, aminoácidos, grasas, ceras y ácidos orgánicos de bajo peso molecular
153

(Schnitzar y Khan 1978; citados por Porta et al, 1994); la mayoría de estos
compuestos son fácilmente biodegradables y tienen una corta vida en los suelos.

Las sustancias húmicas se caracterizan por no presentar características


físicas y químicas específicas, tales como una composición elemental definida o
un punto de fusión concreto. Son de color oscuro, de carga negativa con carácter
ácido, predominantemente aromáticas, hidrófilas, químicamente complejas y de
elevado peso molecular. Son compuestos relativamente oxidados.

Acidos Húmicos

Es el producto del proceso oxidativo continuado en presencia de calcio,


potasio, fósforo y micronutrientes, el material resultante está enriquecido por estos
elementos, más el nitrógeno fijado del aire y constituye humus-mull o ácido húmico
(Primavesi, 1982).

Al considerar la formación de complejos de metales por las sustancias


húmicas es adecuado discutir la naturaleza y propiedades de los ácidos húmicos;
estos constituyentes pueden ser descritos como una serie de polielectrolitos
altamente ácidos, de un color que va de amarillo a negro, con peso molecular
elevado, cuya capacidad para combinarse con metales se debe principalmente a
la densidad anormalmente elevada de grupos funcionales ácidos. Los ácidos
húmicos son polímeros de alto peso molecular e insolubles en agua, con núcleos
periféricos que le permite capturar iones del medio circulante. Dentro de estos
encontramos: los ácidos húmicos pardos, que son el resultado de la lignina, poco
estables, pobres en nitrógeno y fluctúa poco en presencia de calcio, los ácidos
húmicos grises, tienen un mayor contenido de nitrógeno, fluctúan rápidamente en
presencia de calcio y forman complejos órgano-minerales que son muy estables; y
los ácidos himatomelánicos corresponden a la fracción de los ácidos húmicos
solubles en alcohol, son de color marrón o pardo rojizo (Nuñez, 1985).

Prat (1963), dice que los ácidos húmicos tienen efecto sobre las células
vegetales, ya que modifican la permeabilidad de las membranas celulares, y
permiten la penetración de los nutrientes quelatándolos en forma asimilable por las
plantas.

Hernando (1968); Pal y Sengupta (1963), citados por Ramírez y Chavez


(1996), dicen que los ácidos húmicos tienen efectos fisiológicos sobre las plantas,
debido a los grupos funcionales que forman parte de los procesos metabólicos de
la respiración, fotosíntesis, síntesis proteica y absorción de nutrimentos. Los
ácidos húmicos tienen los siguientes efectos benéficos:

Poseen un alto valor secuestrante de cationes del suelo (Fe, Zn, Mn, Cu, Ca,
K), los desbloquean de sus formas insolubles y los ponen en forma disponible
para las plantas.
154

Actúan como fijadores de amoniaco y disminuyen el proceso de


desnitrificación, lo que produce mayor cantidad de nitrógeno disponible para
las plantas.

Desdoblan las formas insolubles de fósforo y permiten que este elemento sea
asimilado más rápidamente.

Transportan macro y microelementos del suelo a la raíz y al follaje, donde son


utilizados, favoreciéndose la nutrición de las plantas.

Incrementan la penetración de nutrimentos aplicados por vía foliar, ya que


aumentan la permeabilidad de las membranas celulares y quelatan los
nutrimentos en formas aceptadas por las plantas.

Forman complejos orgánicos con herbicidas, fungicidas, insecticidas y


reguladores de crecimiento y los potencializan, por lo que su eficiencia y rango
de acción se incrementa.

Ayudan a generar la estructura en los suelos defloculados, remueven el


exceso de sales e incrementan la capacidad de intercambio catiónico.

Estimulan la actividad microbiana del suelo, especialmente de los organismos


que descomponen materiales tales como la celulosa, almidón y proteína. El
número de microorganismos se incrementa hasta en 2000 veces por gramo de
suelo, con una concentración de 10 ppm de sustancias húmicas.

Los ácidos húmicos mezclados con los suelos incrementan su capacidad de


retención de humedad disponible para las plantas, hasta 20 veces su propio
peso.

Estimulan el sistema radical y regeneran las plantas, debido al equilibrio


nutricional y hormonal que se obtiene con su aplicación (Ramírez y Chavez,
1996).

Acidos Fúlvicos

Son el producto de la descomposición de la materia orgánica bajo


condiciones de humus muy ácido, poco favorable a las condiciones de microvida,
consecuencia de bajas temperaturas, áreas con altas precipitaciones, suelos mal
drenados con condiciones anaeróbicas, propias de turba. Poseen una estructura
simple y un tamaño pequeño, entran fácilmente en la red cristalina de las arcillas,
movilizando el hierro, el aluminio, el calcio y el magnesio con que se liga,
volviéndolos solubles. Las sales de ácidos fúlvicos son muy móviles y
completamente hidrosolubles, percolan con facilidad en el suelo, por ello lo lixivian
y empobrecen donde aparecen (Primavesi, 1982).
155

Los ácidos fúlvicos libres se forman de compuestos fenólicos y ácidos


orgánicos, están formados por compuestos urónicos y cadenas de polisacárido, a
estos se les llama ácidos fúlvicos asociados (Nuñez, 1985).

Huminas

Las huminas son componentes del humus del suelo que están formadas por
polímeros de alto peso molecular y uniones orgánicas de color oscuro. Son las
que confieren el color oscuro a los suelos, especialmente en los horizontes
superficiales; además son muy resistentes al ataque microbiano lo que les da gran
estabilidad, y por ende se acumulan en los suelos. Las huminas producen
sustancias orgánicas por condensación, pero también se pueden producir por
transformación de sustancias no húmicas del suelo como los ácidos orgánicos y
otros (Nuñez, 1985).

Como todas son parte del humus, el predominio de una u otra depende del
pH del suelo, condiciones anaeróbicas o aeróbicas, contenido de nitrógeno en los
residuos orgánicos y la actividad de microorganismos.

Efectos de los Abonos Orgánicos Sobre el Suelo

Núñez (1985), menciona que valores de 3 a 6% de materia orgánica en un


suelo influyen favorablemente sobre las propiedades físicas y químicas; además
de beneficiar a los cultivos establecidos en éste, estos efectos se pueden agrupar
en: físicos, químicos y biológicos.

Efectos Físicos

Los principales beneficios de los abonos orgánicos sobre el suelo son de


tipo físico, aunque no existe cuantificación de los fenómenos, puede decirse que
es un criterio mundialmente aceptado. El efecto floculante y cementante de la
materia orgánica, hace posible el mejoramiento de la estructura y la disminución
de la densidad aparente. Los efectos nutricionales se ven reflejados en la mayor
penetración radical y el mejor movimiento de aire, agua y nutrimentos como N, P
y S, por lo tanto también se da un mejoramiento en el drenaje del suelo
(Fassbender y Bornemisza, 1987; Bertsch, 1995; Cubero 1996).

Los abonos orgánicos favorecen la formación de agregados o peds y el


oscurecimiento del suelo, factor muy importante para el balance térmico
(Fassbender y Bornemisza, 1987; Kass, 1996; Arias, 1998).

La materia orgánica en la superficie del suelo, reduce el impacto de las


gotas de lluvia, permite que el agua se filtre suavemente en el suelo, y se reduce
el escurrimiento superficial y la erosión; como balance existe más agua disponible
para el desarrollo de las plantas (Tamhane y Motiramani, 1986). Kass (1996),
156

menciona que hay mayor retención de agua por medio de los coloides orgánicos,
los cuales son altamente hidrófilos.

Efectos Químicos

La materia orgánica juega un papel fundamental en los aspectos químicos


del suelo, la fracción orgánica interviene en la capacidad de intercambio catiónico
y aniónico de un suelo. Elementos como el azufre y el boro forman parte de la
materia orgánica, siendo prácticamente sus derivados, de aquí radica la
importancia de la materia orgánica en las características del suelo, y por esta
razón se utiliza con frecuencia como un índice de fertilidad del suelo (Palmer y
Troeh, 1980; López y Espinoza, 1995).

La materia orgánica aumenta el intercambio de nutrientes del suelo a la


planta, los almacena (en especial N, P, S) y libera lentamente, por medio de la
formación de complejos que retienen los macro y mironutrientes evitando así su
pérdida (Fassbender y Bornemisza, 1987; Cubero 1996).

Los coloides orgánicos de la materia orgánica con carga negativa, forman


complejos estables que disminuyen la toxicidad de hierro y aluminio (por fijación) y
deja libre al fósforo que será utilizado por las raíces (González et al, 1994). Así
mismo forma quelatos con algunos micronutrientes, lo cual ocasiona que se regule
su disponibilidad para las plantas (Kass, 1996); al incorporar materia orgánica el P
disponible y el pH se incrementan significativamente con el tiempo, estabilizando
la acidez del suelo (Fassbender y Bordemisza, 1987; Bertsch, 1995; Cubero
1996). En ciertos casos, la liberación de ácidos orgánicos por medio de la materia
orgánica en proceso de descomposición, ayuda a reducir la alcalinidad del suelo
(Tamhane y Motiramani, 1986). El P extraíble y disponible aumenta y la fijación
disminuye, conforme aumentan las cantidades de abonos adicionados (Berstch,
1995).

Dicen Fassbender y Bornemisza (1987); Cubero (1996) y Kass, (1996), que


los abonos orgánicos inactivan los plaguicidas, efecto muy importante en suelos
sembrados con monocultivo, como el caso del banano.

Efectos Biológicos

El efecto biológico es el menos cuantificado, pese a su gran importancia; es


conocido que estimula la capacidad amortiguadora de la rizósfera y modifica la
dinámica de los nutrimentos al retenerlos en formas orgánicas; asimismo,
participa en la supresión de patógenos al favorecer a los organismos benéficos
por balance (Fassbender y Bornemisza, 1987; Cubero, 1996).

La materia orgánica proporciona alimento a las lombrices, las hormigas y


los roedores, estos animales perforan el suelo y construyen canales, que sirven
para mejorar la aireación y desagüe, permitiendo a las plantas obtener oxígeno y
liberar dióxido de carbono a medida que crecen (Tamhane y Motiramani, 1986).
157

También la materia orgánica sirve de sustrato alimenticio para diversos


microorganismos y mesofauna del suelo, lo cual resulta en la liberación e
inmovilización de nutrimentos, formando polímeros orgánicos que afectan el
desarrollo de la estructura del suelo, (Kass, 1996). Los derivados de los
microorganismos y la síntesis microbiana, producen una mejor agregación de las
partículas del suelo y mayor estabilidad de la estructura (Cooke, 1983; Arias,
1998).

Desventajas o Limitaciones de los Abonos Orgánicos

La acción de los abonos orgáncios en los suelos depende de muchos


factores, principalmente del manejo, las condiciones ambientales y las
circunstancias que rodean la práctica, por tanto debe esperarse una respuesta
variable para cada situación, lo que obliga a conocer muy bien los factores que
afectan el proceso y el producto que se va a utilizar (Berstch, 1995; Cubero, 1996).

Los abonos orgánicos tienen acción a mediano y largo plazo. No se


recomienda plantar inmediatamente después de la aplicación, ya que pueden
tener efectos alelopáticos o tóxicos, y de manera temporal pueden presentarse
procesos de inmovilización de nutrimentos (Berstch, 1995; Cubero, 1996).

Dice Berstch (1995), que la concentración de nutrimentos es muy baja e


irregular, por lo que es difícil lograr una producción intensiva con el uso de abonos
orgáncios solamente, debido a los elevados volúmenes que se requiere manejar
para suplir las necesidades del cultivo, por tanto es necesario contar con una
fuente abundante de materia prima. Además se requiere mucha mano de obra
para aplicarlos, lo que aumenta los costos totales.

Tipos de Abonos Orgánicos

Dependiendo de su procedencia pueden clasificarse como naturales: a


aquellos abonos que son producto de residuos urbanos y agrícolas, excretas y
subproductos de origen animal que se aplican en su estado natural. Los abonos
fabricados como el compost y bokashi, son una mezcla de abonos naturales, que
en algunos casos son reforzados con productos químicos con el fin de mejorar su
calidad. Por la importancia que tienen para el cultivo del banano, se hará una
descripción del compost, vermicompost, bokashi, gallinaza y abonos verdes; así
como de la metodología para la elaboración.

Compost
158

El compostaje es un proceso biológico de degradación aeróbica, por medio


del cual desechos de plantas y otros desechos orgánicos se descomponen bajo
condiciones controladas (Rynk et al, 1992).

Según FAO (1991), el compostaje es el proceso de descomposición o


degradación de los materiales orgánicos por una población mixta de
microorganismos en un ambiente cálido, húmedo y aireado. Los desechos se
juntan en una pila, de manera que el calor generado en el proceso pueda ser
conservado, como resultado sube la temperatura de la pila, acelerando proceso
básico de degradación natural, que normalmente ocurre con lentitud en desechos
orgánicos que caen sobre la superficie del suelo. Al producto final del proceso de
compostaje se le llama “compost”.

La utilización de compost representa una de las posibles soluciones al


creciente problema de contaminación ambiental generado por desechos en la
producción bananera. A diario muchas toneladas de desecho de banano son
lanzadas a las fuentes de agua, donde consumen gran parte del oxígeno
disponible para poder descomponerse, alterando las poblaciones de especies
acuáticas de ríos y riachuelos, colaborando con el aumento progresivo de otras
especies que sí se adaptan al nuevo medio. En otros casos, al no existir corrientes
hídricas cercanas, algunas empresas botan los subproductos en lugares cercanos
a focos urbanos, causando malos olores, debido a la descomposición anaeróbica
(pudrición), lo que trae consigo una enorme cantidad de moscas y gusanos que
atentan contra la salud de quienes viven en los alrededores.

El proceso de compostaje controlado producirá un compost con mayor


contenido de nitrógeno del que inicialmente había en los materiales vegetales,
esto se debe a que algunos microorganismos que descomponen la materia,
también fijan nitrógeno del aire y lo incorporan al compost, así mismo, la
disminución del volumen compostado aumenta la concentración de este elemento.
Dentro de las muchas ventajas que atribuyen al uso de este abono se pueden
citar: utilizar materiales de desechos propios del sistema de producción, que
pueden ser mezclados con cualquier otro tipo de material orgánico, y mejorar las
características físicas, químicas y biológicas del suelo (Sasaki et al, 1994).

Factores que Influyen en el Compostaje

Temperatura

La actividad microbiana se aumenta al compostar, ya que debido a los


cambios de temperatura intervienen diferentes microorganismos. Con los
incrementos de temperatura inicia la función de los microorganismos mesofílicos
(microorganismos que viven y se desarrollan en temperaturas medias). Con los
aumentos de temperatura posteriores, intervienen los microorganismos
termofílicos (microorganismos que viven y se desarrollan en temperaturas altas,
mayores de 40° C). La descomposición de materiales orgánicos es mucho más
rápida en el rango termofílico y las temperaturas óptimas del compostaje están
159

entre 60 y 70°C (Cuadro 8.30) (FAO, 1983); temperaturas por encima de 71°C por
períodos prolongados son indeseables, ya que restringen el número de
microorganismos, además pueden solubilizar las proteínas hidro-solubles,
provocar alteraciones químicas y desprender amonio (IIRR-AVRDC, 1997).

El compostaje se da en tres fases: calentamiento, enfriamiento y


maduración; los microorganismos presentes en la fase de calentamiento se
denominan productores (bacterias y algunos hongos), cuando las pilas de compost
llegan al pico de calentamiento los organismos presentes son los actinomicetes,
durante la fase de maduración los microorganismos encargados son protozoarios,
nemátodos, hormigas, miriápodos e insectos y en el enfriamiento vuelven a
aparecer las bacterias y hongos (IIRR-AVRDC, 1997).

Humedad

El contenido de humedad óptimo para un rápido compostaje está entre 50 y


60% del peso (Cuadro 8.30). Bajo 40% de humedad la descomposición es lenta,
arriba de 60% puede no haber espacios de aire suficientes para la
descomposición de sustancias aeróbicas y las condiciones anaeróbicas
prevalecerán, conduciendo a la pudrición (FAO, 1983).

Aireación

Para que el proceso se desarrolle en condiciones aeróbicas, los


microorganismos deben disponer del oxígeno suficiente, lo cual se logra mediante
la aireación. La aireación se puede lograr mediante dimensiones reducidas de los
volúmenes de las pilas, pero se corre el riesgo de reducir la temperatura. Otra
forma es por medio de aireación forzada o también mediante el volteo (Gómez, sf).
El volteo es una práctica que consiste en darle vuelta a los materiales en
descomposición por lo menos dos veces durante el proceso, para asegurar que
los materiales compostados se oxigenen suficientemente para un proceso
aeróbico.

Tamaño de partículas

Según FAO (1991), se necesita de cierto tamaño de partículas en relación a


los otros factores (Cuadro 8.30), pues partículas muy pequeñas se empaquetan e
impiden el movimiento de dióxido de carbono hacia el interior y exterior de la pila;
partículas muy grandes reducen el área superficial para el ataque de
microorganismos, por lo que la reacción será muy lenta y puede llegar a
detenerse.

Relación C/N

Es importante tomar en cuenta al realizar una pila de compostaje la mezcla


de materiales a utilizar, se requiere, fuentes de carbono para los microorganismos,
fuentes de energía para su reproducción, y fuentes de nitrógeno para la formación
160

de proteínas. La relación C:N adecuada en la mezcla debe ser 25-35:1, si la


relación C:N es muy alta se producirá dióxido de carbono hasta alcanzar la
relación adecuada, por lo que el proceso será muy lento, lo contrario permitirá la
pérdida de nitrógeno en forma de amoniaco, es importante tomar en cuenta que
las fuentes de carbono sean fáciles de degradar. El compost final puede tener una
relación C:N de 10-15:1 (Gómez, sf).

Cuadro 8.30.

Condiciones Deseables en el Proceso de Compostaje.

Parámetros Valor

Relación C/N 25-35:1


Tamaño de partículas 5-10 mm
Humedad 50 a 60 %
Temperatura 60 a 70 °C
Control de Ph 6,5-7,0
Tamaño pila 1.5 m altura, 2.5 m ancho
Fuente: FAO, (1991).

pH

El pH óptimo para un rápido compostaje aeróbico está entre 6.0-7.5, el


rango de pH en el cual pueden ser compostados los desechos tiene un bajo efecto
en la tasa de compostaje (FAO, 1983).

Cuadro 8.31.

Composición Química del Compost de Residuos de banano.


Rango
Análisis Unidad minímos a máximos
Nitrógeno % 1.23 a 3.28
Fósforo % 0.20 a 0.45
Potasio % 1.03 a 1.62
Calcio % 0.33 a 1.93
Magnesio % 0.24 a 0.46
Azufre % 0.12 a 0.43
Hierro mg/kg 12001 a 17900
Cobre mg/kg 33 a 67
Zinc mg/kg 47 a 82
Manganeso mg/kg 236 a 349
Boro mg/kg 35 a 55
PH 6.55 a 8.78
Humedad % 25.4 a 66.0
Materia Orgánica % 17 a 39.1
C/N % 5.33 a 8.06
Fuente: Campos y Valverde, (1998).
Elaboración de Compost
161

El compost se elabora mediante la utilización de residuos de banano, raquis


y otros subproductos de la planta de empaque, se adiciona excremento de ganado
vacuno, gramíneas para incrementar la fibra, carbonato de calcio, roca fosfórica y
aserrín quemado. Mediante el Método “Indore” (aeróbico), los materiales se ponen
en capas en forma de camas redondeadas de; 1,50 metros de altura por 2 metros
de base y 30 metros de largo, con un peso aproximado de 54 toneladas por cama
(Figura 8.23) (Campos y Valverde, 1998).

La distribución por peso de materiales se aprecia en el Cuadro siguiente.

Cuadro 8.32.

Composición en peso de los materiales para la fabricación de compost de banano.

Producto Cantidad en kg
Banano, raquis y otros desechos 50000
Roca fosfórica 500
Tierra 500
Excremento de ganado vacuno 1000
Carbonato de calcio 500
Gramíneas 500
Aserrín quemado 1000

Para aumentar la oxigenación, se recomienda hacer el piso de las camas


con bambú perforado; asimismo, colocarlo en forma vertical cada 1.5 metros como
chimeneas de aireación. Las camas una vez terminadas se cubren con plástico
para evitar pérdidas de nutrimentos por lixiviación, y para mantener una
descomposición aeróbica, se recomienda voltear los materiales cada 30 días. El
compost debe estar maduro después de 3 a 4 meses, si las condiciones han sido
apropiadas. Se recomienda darle una etapa de secado, ya que altos contenidos de
humedad, pueden dificultar la aplicación en el campo.

Malos olores son evidencia de falta de oxigenación y de un proceso de


descomposición inadecuado. Los lixiviados pueden recogerse en pozos
construidos en el suelo, pueden ser utilizados para la fertilización líquida de las
plantas (Ver Foto).
162

Cama de:
Volumen:
37 m de largo
58 ton banano verde
1.20 m de ancho
17.4 ton banano maduro
1.40 m de alto
Cubierta de plástico
Tierra+cal+ceniza+roca fosfórica 5 cms
Excretas animales
10 cms

Banano picado 20 cms

Gramíneas y otros 10 cms

Raquis picado 20 cms

Tierra+cal+ceniza+roca fosfórica 5 cms


Excretas animales 10 cms

Banano picado 20 cms

Gramíneas y otros 10 cms

Raquis picado 20 cms

Bambú
Piso de Concreto
Aireación: Manguera o bambú cada 1.5 m.

Figura 8.23. Detalle de la Cama de Compost, Sistema Indore Aeróbico.


FOTO 8.14

Bokashi

Bokashi es una palabra japonesa que significa “fermento”, adecuándola al


español se puede decir que bokashi es un abono fermentado.

El bokashi se elabora al fermentar diversos tipos de productos orgánicos


con microorganismos seleccionados o con tierra de bosque. En el mercado existen
diversos productos que cumplen con la función de inocular microorganismos, el
más conocido en este medio es el “EM” o microorganismos efectivos. El “EM” es
un inoculante microbiano que tiene diversos usos en agricultura y en aplicaciones
ambientales. Contiene especies seleccionadas de levaduras, bacterias ácido
lácticas y, en menor cantidad, bacterias fotosintéticas y actinomicetos, los mismos
son compatibles entre sí y coexisten en un cultivo líquido (Kyusei, 1995; citado por
Campos y Valverde, 1998).

Como material inicial para la elaboración de Bokashi se pueden utilizar


productos tales como residuos de semilla de algodón, bagazo de caña, malezas
picadas, fibra de coco, residuos vegetales, desechos de procesamiento, desechos
de banano, naranja, piña y otros productos, harina de huesos, estiércoles de
cualquier tipo animal, basura de cocina, desecho de frijol, salvado de trigo, entre
otros (Shintani, 1997).
163

“El bokashi se basa en la transformación de las materias primas por los


microorganismos eficientes nativos del suelo seleccionados o no. La ventaja de
este abono es la rapidez de la descomposición de los materiales orgánicos, ya que
entre una a tres semanas está listo para aplicar al suelo” (Arias, 1998).

El bokashi es diferente del compost, ya que el primero tiene más


microorganismos eficientes, como bacterias fotosintéticas y ácido lácticas,
levaduras, actinomicetos y micorrizas. Cuando se aplican como inoculantes,
aumenta la diversidad microbiana, se favorecen los procesos de mineralización y
el tiempo de elaboración es menor que el del compost (APNAN, 1995).

Si se compara el contenido de materia orgánica del bokashi con el compost,


se puede constatar que el bokashi tiene mayor contenido que el compost, porque
el compost está en una etapa de descomposición más avanzada. El objetivo
principal del bokashi es activar y aumentar los microorganismos benéficos en el
suelo y proporcionar un balance favorable con otros microorganismos (Shintani y
Tabora, 1998). Aunque en la elaboración de bokashi se pueden utilizar cualquier
tipo de desechos orgánicos, es ideal la combinación de materiales con una
relación C:N alta en carbono y baja en nitrógeno. Por lo general se usan como
mínimo tres tipos diferentes de materiales para aumentar la diversidad microbiana
al variar las fuentes de alimento. Se puede adicionar astillas de madera
carbonizada o cáscara de arroz carbonizada para mejorar las condiciones físicas
del suelo, ya que estos materiales porosos aumentan la capacidad de retención de
nutrientes y sirven como puerta para los microorganismos eficientes (Shintani,
1997).

Cuadro 8.33.

Composición Química Promedio del Bokashi


de residuos de banano.

Rango
Análisis Unidad
Minímos a máximos
Nitrógeno % 1.24 a 1.39
Fósforo % 0.07 a 0.14
Potasio % 1.32 a 2.20
Calcio % 0.21 a 0.30
Magnesio % 0.11 a 0.20
Azufre % 0.07 a 0.09
Hierro Mg/kg 1221 a 2690
Cobre Mg/kg 6 a 14
Zinc Mg/kg 15 a 22
Manganeso Mg/kg 78 a 61
Boro Mg/kg 11 a 18
PH 6.11 a 9.71
Humedad % 68.2 a 80.7
Materia Orgánica % 68.7 a 88.0
C/N % 32.2 a 37.0
Fuente: Campos y Valverde, (1998).
164

Mendoza (1997), menciona como algunas de las ventajas más importantes


del bokashi las siguientes: convierte el residuo en fuente de energía (para los
microorganismos) y renovación del suelo, es una fuente económica y eficiente de
nutrimentos, mejora las condiciones físico-químicas del suelo, conserva y aporta
microorganismos esenciales en el proceso de descomposición, da la oportunidad
de decidir el lugar y momento de ser usado, permite el aprovechamiento de
residuos y reduce focos de contaminación, sin embargo, su mayor ventaja sobre el
compost es que se demora menos tiempo en su elaboración (Campos y Valverde,
1998).

Elaboración de Bokashi

En la elaboración de bokashi se utilizan residuos de la cosecha de banano


colocados en camas; de 3,0 m de ancho, 36 m de largo y 0,8 m de altura (al
centro), los bananos de rechazo y el raquis se trituran en una picadora en piezas
no muy finas, se agrupan mezclados con aserrín seco de madera y los otros
materiales.

Aunque existen diversos métodos para hacer bokashi, el autor a obtenido


muy buenos resultados triturando los desechos de banano mezclados,
poniéndolos sobre una capa de 5 cm de espesor de aserrín para recoger los
lixiviados, combinando 8 sacos de aserrín seco por cada tonelada de residuos, y
aplicando 5 litros de solución de “EM”. La cama se voltea a la semana y a las 2
semanas, para estar lista para llevar al campo a las 3 semanas. La cama se cubre
con plástico durante todo el proceso.

Algunos productores recomiendan la construcción de edificios techados


para el proceso, lo que no parece necesario, así mismo recomiendan volteo diario
de las camas, que a juicio del autor es innecesario.

La solución de “EM” se prepara el día anterior, se usa una parte de la


solución matriz, una parte de melaza y mil partes de agua natural sin cloro; debe
utilizarse un recipiente que no haya tenido agroquímicos; si esta solución se
guarda tapada en un lugar oscuro durante una semana, se convierte en solución
matriz. Si se desea reforzar la solución matriz, debe prepararse un té del mejor
bokashi e integrarse a la solución matriz.

Cuadro 8.34.

Composición en Peso de los Materiales para la Fabricación de Bokashi.

Producto Cantidad
Banano, raquis y residuos de cosecha 3 toneladas
Aserrín 40 sacos
Tierra 10 sacos
Estiércol 8 sacos
EM 16 litros (1 parte de EM por 1000 de agua)
165

* Se obtiene 3 toneladas de desechos triturados por un contenedor (960 cajas) de fruta exportada.
La tierra y el estiércol, aunque mejoran el Bokashi, no son absolutamente
necesarios.

Las camas se voltean a los 8 y 16 días, para ser aplicado al campo después
de dos semanas. (Ver Foto 8.15).

Vermicompost

El abono orgánico se puede obtener también mediante la utilización de


lombrices, teniendo mucha aceptación entre los agricultores, porque la lombriz no
sólo contribuye con el aprovechamiento de los desechos orgánicos,
convirtiéndolos rápidamente en humus, sino que además mejora la condición
física y la aireación en el suelo a través de la formación de galerias.

Según la Fundación de Hogares Juveniles Campesinos (1995a) y Pineda


(sf), el estiércol producido por las lombrices se conoce como humus de lombriz o
vermicompost; su principal componente es el humus; a este abono se le considera
como uno de los que poseen mayor calidad entre todos los existentes (orgánicos e
inorgánicos), debido a que no sólo aporta a la planta los nutrientes mayores y
menores, sino que también es un magnífico mejorador y corrector del suelo. El
humus de lombriz también aporta enzimas y fitohormonas, las cuales tienen un
efecto importante en el desarrollo de las plantas.

Cuadro 8.35.

Composición Química Promedio del Vermicompost


de residuos de banano.

Rango
Análisis Unidad
Minímos a máximos
Nitrógeno % 1.36 a 1.83
Fósforo % 0.29 a 0.41
Potasio % 0.55 a 1.38
Calcio % 0.56 a 0.66
Magnesio % 0.30 a 0.45
Azufre % 0.12 a 0.31
Hierro mg/kg 13801 a 28000
Cobre mg/kg 44 a 85
Zinc mg/kg 49 a 94
Manganeso mg/kg 259 a 567
Boro mg/kg 38 a 52
PH 5.41 a 9.02
Humedad % 19.2 a 42.3
Materia Orgánica % 14.6 a 25.3
C/N % 6.23 a 8.5
Fuente: Campos y Valverde, (1998).
166

En el vermicompost existe una gran variabilidad entre los contenidos


porcentuales de los elementos, el nitrógeno puede variar entre 1,5 a 3%, el fósforo
(P2O5 ) 0,3 a 1% y el potasio (K 2O) de 0,7 a 1,5%. De acuerdo con estos valores
una tonelada métrica de humus de lombriz puede aportar entre 10-30 kg de N, 3-
10 kg de P2O5 y 7-15 kg de K2O (Pineda, sf).

La materia biológica en proceso de descomposición, que se encuentra en la


superficie del suelo; (hojas, frutos, estiércoles, etc.) sirve de alimento para las
lombrices, las cuales luego de alimentarse profundizan en el perfil del suelo
abriendo túneles de aireación y removiendo el suelo, luego vuelven a subir a la
superficie del suelo a dejar su excremento el cual va a ser aprovechado por las
plantas para su alimentación. Con el uso del humus tanto en cultivos como en
potreros, el agricultor puede reducir los costos de fertilizantes químicos
(Asolombriz, sf).

Existe un gran número de materiales que pueden ser utilizados para


alimentar a las lombrices, con frecuencia se usa el estiércol animal, debido a que
posee altos contenidos de nitrógeno, fósforo y potasio, materia orgánica y una
gran cantidad de microorganismos benéficos. Además del estiércol se pueden
utilizar residuos de cosecha, hojas de árboles, subproductos vegetales o cualquier
otro tipo de desecho orgánico.

Alrededor de un 70 a 75% del sustrato que se utiliza como alimento para las
lombrices es convertido en abono orgánico (Fundación Hogares Juveniles
Campesinos, 1995b).

Elaboración de Vermicompost

El vermicompost puede ser elaborado utilizando compost o desechos de


banano y raquis fermentado como alimento para alimentar las lombrices; este
último se coloca en un lugar cercano a las lombrices y se deja durante ocho días
en cajones de madera, al aire libre; a los ocho días se les coloca el alimento a las
lombrices (Campos y Valverde, 1998).(Ver foto 8.16)

En el Cuadro 8.36, se hace una comparación química de los diversos


abonos orgánicos, fabricados con residuos de banano con excepción de la
gallinaza, se observan pocas variaciones en el contenido de N de todos los
abonos excepto en la gallinaza que es más rica en este elemento el contenido de
otros elementos, es muy variable y puede variar más entre mínimos y máximos de
cada abono, que entre los abonos entre si el contenido de una materia orgánica es
muy alto en el Bokashi y en la gallinaza, por ser abonos sin descomponer. El
contenido de Fe es alto en Compost y Vermicompost, sin explicación para el autor.
167

CUADRO 8.36

Comparación química de compost, bokashi, vermicompost y gallinaza, fabricados


con residuos de banano.

Análisis Unidad Compost Bokashi Vermicompost Gallinaza


*******Rangos mínimos a máximos*******
N % 1.23 a 3.28 1.24 a 1.39 1.36 a 1.83 1.58 a 2.83
P % 0.20 a 0.45 0.07 a 0.14 0.29 a 0.41 0.72 a 3.41
K % 1.03 a 1.62 1.32 a 2.20 0.55 a 1.38 0.87 a 3.62
Ca % 0.33 a 1.93 0.21 a 0.30 0.56 a 0.66 3.10 a 16.0
Mg % 0.24 a 0.46 0.11 a 0.20 0.30 a 0.45 0.20 a 0.94
S % 0.12 a 0.43 0.07 a 0.09 0.12 a 0.31 0.20 a 0.72
Fe Mg/kg 12001 a 27900 1221 a 2690 13801 a 28000 1841 a 3280
Cu Mg/kg 33 a 67 6 a 14 44 a 85 16 a 72
Zn Mg/kg 47 a 82 15 a 22 49 a 94 164 a 441
Mn Mg/kg 236 a 349 61 a 78 259 a 567 154 a 478
B Mg/kg 35 a 55 11 a 18 38 a 52 13 a 50
PH 6.55 a 8.78 6.11 a 9.71 5.41 a 9.02 7.13 a 9.13
Humedad % 25.4 a 66.0 68.2 a 80.7 19.2 a 42.3 32.2 a 43.8
Mat.eria Orgánica % 17 a 39.1 68.7 a 88.0 14.6 a 25.3 37.5 a 56.8
Relación C/N % 5.33 a 8.06 32.2 a 37.0 6.23 a 8.5 8.6 a 18.2
Fuente: Campos y Valverde (1998).

Gallinaza

La gallinaza es el excremento avícola mezclado en proporciones variables


con aserrín de madera, ésta es recolectada en las empresas avícolas o granjas,
para ser comercializada posteriormente. Se puede aplicar directamente al suelo o
utilizarse como materia prima para la elaboración de otros abonos orgánicos
(Arias, 1998).

Según Ramírez (1980), citado por Corrales et al, (1990), en los años
cincuenta y sesenta el uso de abonos orgánicos, como excretas de gallinas,
declinó por los bajos costos de los fertilizantes químicos. Sin embargo, en los
últimos años ha recobrado su importancia por el aumento de los precios de los
fertilizantes sintéticos y por los movimientos ecologistas, orgánicos y sostenibles.

La gallinaza tiene el 50% del nitrógeno total en forma de compuestos no


proteicos, el más importante es el ácido úrico, un compuesto de rápida tasa de
hidrólisis similar a la de la urea y de menor solubilidad.

De todos los estiércoles usados como abono orgánico en agricultura, la


gallinaza tiene la mayor aceptación, ya que es de fácil aplicación y ha dado
buenos resultados (Corrales et al, 1990). Existen diferentes calidades de gallinaza,
de acuerdo al tipo y edad de las aves, según criterios de explotación económica,
las excretas de pollos para engorde se conocen como pollinaza y el de las gallinas
168

ponedoras como gallinaza, sus contenidos químicos son diferentes. Diversos


autores han mostrado preocupación en la utilización de gallinaza en la agricultura,
debido a que el excesivo uso de antibióticos para mantener la salud de las aves
podría ser nocivo para los microorganismos del suelo. Otro factor a considerar en
el uso de gallinaza, es la alta población de huevos de moscas, que al encontrar la
humedad suficiente, eclosionan convirtiéndose en una plaga que atenta contra la
salud humana.

Cuadro 8.37.

Composición Química Promedio de Excretas Secas de Aves.

Análisis Unidad Rangos


Mínimos a máximos
Nitrógeno % 1.58 a 2.83
Fósforo % 0.72 a 3.41
Potasio % 0.87 a 3.62
Calcio % 3.10 a 16.0
Magnesio % 0.20 a 0.94
Azufre % 0.20 a 0.72
Hierro mg/kg 1841 a 3280
Cobre mg/kg 16 a 72
Zinc mg/kg 164 a 441
Manganeso mg/kg 154 a 478
Boro mg/kg 13 a 50
PH 7.13 a 9.13
Humedad % 32.2 a 43.8
Materia Orgánica % 37.5 a 56.8
C/N 8.6 a 18.2
Fuente: Campos y Valverde, (1998).

Abonos Verdes

Son plantas que se siembran con el objetivo de reincorporarlas al suelo


para devolverle los nutrimentos extraidos, además de suministrar una buena
cobertura cuando están en crecimiento, al ser devueltas al suelo agregan carbono
orgánico y nitrógeno, como es el caso de algunas leguminosas y crucíferas
(Rodríguez, 1989; FAO, 1990; Angel y Prager, 1989).

Cubero (1996), describe a los abonos verdes, como plantas de rápido


crecimiento que producen abundante follaje y cuyo destino es incorporarlas al
suelo. Son muy recomendadas para áreas recién habilitadas en donde no existan
otras fuentes de abono orgánico.

La siembra y posterior incorporación al suelo de los abonos verdes permite


adicionarle elementos químicos y biológicamente activos, los que son fácilmente
atacados por los microorganismos del suelo, y de esta forma se hacen asimilables
169

los nutrientes presentes en la materia orgánica, para que sean aprovechados por
las raíces de las plantas (Suquilanda, 1995).

Las plantas para abonos verdes no deben crecer mucho, ya que si aumenta
demasiado la relación C/N, imposibilita la acción de los microorganismos para la
utilización del nitrógeno del suelo (Rodríguez, 1989). Este tipo de abonos son una
fuente económica y conveniente de materia orgánica para reponer nutrimentos,
mejorar la estructura, reducir al mínimo la escorrentía y la erosión del suelo (FAO,
1990).

En el cultivo de banano se podrían utilizar los abonos verdes, ya sea en


barbecho natural cuando las tierras salen del ciclo de producción, con el fin de
mantener y restaurar la fertilidad, a través de la acumulación de materia orgánica y
mejorar la estructura; o bien por el barbecho mejorado, donde al igual que en el
anterior las tierras se dejan en descanso, pero en lugar de cobertura natural
(malezas), se utilizan como cobertura especies de leguminosas, crucíferas u otras
plantas de rápido crecimiento. La especie a utilizar deben adaptarse a las
condiciones ecológicas del medio, nativa preferiblemente, adaptada a suelos
pobres y capaces de competir con malezas indeseables, fáciles de sembrar, que
requieran labranza mínima del suelo, que tengna gran facilidad para propagarse y
de crecimiento rápido, para que cubran la superficie del suelo; además, deben ser
poco susceptible a enfermedades y plagas.

Los costos de la incorporación de la cobertura pueden ser una limitante; si


el terreno posee pendientes superiores al 15%, en ese caso es preferible utilizar
cobertura muerta.

Los abonos verdes a base de leguminosas, pueden incorporar hasta 150 kg


de nitrógeno por hectárea, del total de ese nitrógeno entre 30-40% está disponible
para el cultivo subsiguiente (Suquilanda, 1995).

Para el establecimiento o renovación de plantaciones bananeras se han


probado con éxito numerosas plantas, por lo general se recomienda eliminar todo
vestigio de plantas de banano, usando controles químicos como herbicidas, o
físicos por corte continuo; una vez superada esa fase, se procede a establecer
una gramínea no-hospedera de las pestes del banano, preferiblemente si es nativa
y espontánea, esta gramínea incorpora grandes cantidades de carbono que
mejorarán la biodiversidad del suelo y las condiciones físicas; una vez
comprobado que el suelo está limpio de enfermedades y plagas para el banano,
cosa que se consigue después de seis meses a un año, se procede a sembrar una
leguminosa de alto tonelaje de aporte, como la Mucuna spp., el frijol terciopelo ,
entre otras; éstas se incorporan al suelo y una vez descompuestas se procede a
la siembra del banano.

Algunos productores prefieren dejar el terreno en barbecho con plantas


nativas por alrededor de un año. Figueroa et al (1990), en un ensayo con cultivos
alternos, para el control de nemátodos en renovación de plantaciones bananeras,
170

encontraron que Tagetes erecta (Marigold) no es hospedera de Radopholus


similis, ni de ningún otro nemátodo parásito de Musas, ya que sus raíces exudan
una sustancia antihelmíntica; con la gramínea Brachiaria decumbens se encontró
que aunque no tiene un efecto represivo directo sobre los nemátodos, es efectiva
en un programa de rotación. La leguminosa Mucuna spp. es hospedera de
Helicotylenchus spp., por lo que debe entrar en la rotación una vez que el suelo
esté limpio. El uso de Manihot esculenta (yuca valenciana), incrementó las
poblaciones de nemátodos, entonces no debe usarse. Standard Fruit Company en
Costa Rica, en sus programas de renovación de plantaciones, conocido como
siglo XXI, elimina las plantas de banano y, después siembra sorgo (Sorghum
bicolor), haciéndole cortes sucesivos durante su desarrollo para incrementar el
carbono y con ello la biodiversidad, el balance biológico y las condiciones físicas
del suelo.

Manejo de Los Abonos Orgánicos

La cantidad del abono a ser aplicado en los cultivos depende de ciertos


factores, tales como: la fertilidad original del suelo, el clima, la composición
química del abono y la exigencia nutricional de las plantas que se desean cultivar.
Sin embargo, algunos productores vienen experimentando dosis de abonos, que
varían en tipo, composición y forma de aplicación en el cultivo, ya sea en un hoyo,
por encima o incorporado. Independiente de la forma que se escoja para abonar
los cultivos, después de ser aplicado debe cubrirse con tierra para que no se
pierda (tanto por evaporación como por escorrentía superficial) y así obtener
mejores resultados.

Es importante llevar registro de las procedencias de estos abonos, tipo


(vaca, cerdo, pollo, etc), fecha y lugar aplicado, forma (descompuesto o crudo) y
análisis de contaminación. Debe existir un lapso de 60 días entre la aplicación del
abono y la cosecha del cultivo, y en ciertas situaciones podría requerirse un lapso
mayor.

Normalmente los agricultores están fabricando los abonos orgánicos de


acuerdo a las necesidades inmediatas de sus cultivos, no siendo una práctica muy
común guardarlos por mucho tiempo. Regularmente, cuando guardan una
determinada cantidad de abono, es con la finalidad de dejarlo añejar o madurar
más tiempo para utilizarlo en los viveros, o como semilla de inoculación
microbiológica para fabricar nuevo abono. Sin embargo, es recomendable
protegerlo del sol, el viento y las lluvias bajo techo, o cubierta de plástico durante
el corto período que puede quedar almacenado para luego ser utilizado. Algunas
experiencias indican que no se deben esperar más de dos meses para su
aplicación en el campo (Restrepo, 1996).

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