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Nicolás Casullo

gar que se vaciaba de las mismas, traga-


das por la mutación económico-producti-
va-financiera del capitalismo, por la muer-

Balancedeldebate te de las izquierdas tradicionales y por la


massmediatización consumada de las so-
ciedades. En aquella encrucijada de media-
dos de los 80’, lo posmoderno más que

Modernidad- señalar una efectiva y nueva condición del


mundo en la relación subjetividad-cultura
objetiva, planteaba, queriéndolo o no, una
necesidad de volver a preguntar en qué

Posmodernidad consistía lo moderno, esa demasiado anti-


gua “nueva edad” que siempre simula ex-
tenuarse para esperarnos adelante.

El propio Lyotard ensayó extremar ese ca-


rácter de eterna relectura ilustrada “de lo
NicolásCasullo mismo”, arguyendo que en realidad lo
posmoderno había precedido a lo moder-
La decapitadora década del 90 que esta- plicativos que la desprendiesen, efectiva no, en cuanto a que la relación lenguaje-
mos habitando pareciera también haber y no retoricamente, del tapiz de razones mundo que reinauguraron los siglos XVII
dejado atrás la resonancia del concepto modernas descompuestas. y XVIII contuvo originariamente también
que estaba llamado a retratarla: la la conciencia racionalizadora del
posmodernidad. Viejos parecen a esta al- Hoy, en cambio, pareciera que se vive, en descentramiento, de la fragilidad
tura el énfasis de Habermas, discutiendo las temáticas y enfoques, un regreso al ho- interpeladora, de la intemperie de aquella
en los primeros 80’ con los arquitectos de gar especulativo de la modernidad, cami- escena sujeto-objeto refundando lo real.
la Bienal veneciana sobre el reaccionaris- no que el propio debate posmoderno im- Esto es, un cuantioso y decisivo resto o
mo político de ciertas visiones pulsa con cierta voluntad reparadora de silencio explicativo, sublime o informe, irra-
posmodernas que según el filósofo ger- buscar cobijo en los legados de una histo- cional dirían muchos, saboteando cual-
mano respondían por una parte a la ria intensa de ideas. Si hace doce años, el quier régimen de verdad para escaparse
norteamericanización de un tiempo cultu- que esto escribe señalaba en la introduc- como arena entre los dedos de la historia
ral de Occidente desde las voces del con- ción a una antología sobre posmodernidad, secularizada.
servadurismo antimoderno reaganeano. que en realidad la discusión remitía unica
Por otra parte, a una Alemania Federal con y exclusivamente al drama moderno, y que Sin duda fue en Estados Unidos donde la
cierta psicosis antiizquierdistas, muro me- las muertes de los sujetos era una nueva argumentación académica sobre el dilema
diante, y todavía alarmada de sus restos estratagema de su discutible representa- posmoderno alcanzó mayor despliegue,
sesenteros. ción de la conciencia para enunciar otra textos y capacidad de instaurar una trama
vez un tiempo de cosas más bien indeci- interpretativa sobre las nuevas condicio-
En todo caso aquella encrucijada marcaba bles que decibles, tal vaticinio fue simple nes intelectuales y sobre inéditos sínto-
el tiempo de las crisis de clásicas referen- producto de leer algunos autores, no mas de época cultural. Y fue Frederich
cias políticas, económicas, estatales, que promocionado por el mercado cultural, que Jameson el que con mayor rigurosidad de
le imprimían al debate, todavía, la conti- por debajo de su letra así lo estaban enun- aportes intentó describir eso que denomi-
nuidad visible de las cosas en su propias ciando. nó síntomas estructurales más profundos
rupturas iniciales. Lo posmoderno apare- de un postiempo capitalista, aunque to-
cía como una ideología más, a discutir des- Muy pronto se precipitó sobre la cuestión mando conciencia que lo posmoderno no
de barricadas políticas expresas y estable- de la posmodernidad y su sustentación teó- dejaba de ser “una baraja defectuosa”, un
cidas. Efectivamente, la rica, la “vieja” historia moderna del siglo quiebre arbitrario en la comprensión de la
norteamericanización del mundo, si así XX, para señalar que Nietzsche, Freud, historia, a la que iluminaba a costa de no
podemos llamar a la declinación a ojos vis- Heidegger, poetas modernistas, la cultura hacer nunca pie en tanto pensamiento sis-
tas de un pensamiento europeo que no vienesa del 900, Frankfurt y hasta el pro- tematizado. Los últimos treinta años fue-
pudo dar cuenta ni siquiera de una guerra pio 68 hacía cien años venían planteando ron, para Jameson, una inigualable combi-
suya (pero made in usa en sus argumen- una modernidad sin fundamento sustan- nación de cambios acelerados sin antece-
tos) como la yugoslava, indicarían que esa ciales, postmetafísica, sin sujeto sosteni- dentes, junto con una standarización y
“posmodernidad” brutal vaticinada por ble, ilusoria en sus representaciones, frag- uniformización también inédita de la cultu-
Habermas se cumplió en lo que hace a un mentada, coloidal, post a su propios orí- ra-mundo.
nuevo entramado de gestión tecnopolítica genes discursivos.
sobre la sociedad, el hombre, los hechos y Desde esta tensión entre lo que muta y
la memoria histórica. Sin embargo la pro- No obstante, ese desfasaje estentoreo en- desagrega -se diferencia- y un mercado
blemática posmoderna se catapultó más tre lenguaje y realidad adquiría desde lo globalizante ultratecnificado que
allá de aquel entredicho, como ambiciosa posmoderno una oportuna relevancia, dig- homogeiniza todo desde su primer latido,
teorización de una “posthistoria”, sin al- na de ser considerada en tanto obligaba a Jameson politizó de manera interesante la
canzar nunca a situar sus propios senti- ahondar un tiempo intelectual de arqueo- cuestión posmoderna, pero a riesgo de des-
dos teóricos plenos ni los horizontes ex- logía de las ideas, ahí en ese inmenso lu- plegarla e inutilizarla en cada una de sus

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Balance del debate Modernidad-Posmodernidad
enunciaciones. Quiero decir, desde su mi- de antemano se adueña del código madre ca moderna “las muertes del arte” en rela-
rada posmarxista defensiva, encontró en para clasificar el presente intelectual des- ción con el resto de las praxis de la vida y de
cada dato nuevo, y disruptor, la consuma- de sus exclusivos ítems. La crítica a la mo- la propia historia, y arriesgando por lo tanto
ción de lo viejo: un juego teórico de luci- dernidad como re-lectura de sus silencios, a que pierda todo calibre la discusión sobre
dez, polemizante, interviniente, pero que a patologías, discursividades triunfadoras y la historia y la inteligibilidad del presente.
la vez se agotaba a si mismo en la reyerta. vencidas, es básicamente una corriente Que nos situemos en la atmósfera de una
Frente a un posmodernismo académico que se reconoce parte de una modernidad post-historia de muchas cosmovisiones del
yanqui que se acomodó en lo sustancial a histórica de crítica, de cuestionamientos, mundo y de instrumentos de abordajes del
una descriptiva celebratoria de la actuali- de posicionamientos sospechantes de las mismo, no implica que el conjunto de las re-
dad del mundo, que inundó de lógicas legitimadas, que no puede hoy ser ferencias a distintos niveles –económicos,
neoterminología lúdica la barbarie bautizada como parte de una post-histo- políticos, productivos, tecnológicos– sean
civilizatoria con su “aldea global”, historia ria, y por lo tanto, como una astucia envol- reducidas, o reasorbidas ciegamente, a la
del “ciberespacio”, nuevos potenciales vente de los endebles presupuestos constatación de un tiempo histórico que “ya
comunicativos y (al calor de ese fondo) posmodernos. Finalmente, la vieja dama as- rompió” con las lógicas clásicas del modo
con el festejo de las “neoidentidades”, el tuta sigue siendo la modernidad, con su de producción material e “inmaterial” del ca-
planteo de Jameson, por el contrario, siem- legendaria crítica de la crítica a una razón pitalismo, y por lo tanto se autoproyectó
pre contuvo la permanencia de la lógica de depredadora, y a la vez siempre culturalmente hacia una historia más allá de
los poderes del sistema, ahora sin resis- reingresante a su propio drama de origen. las hormas modernas.
tencias sociales ni ideológicas a su altura,
combinatoria afligida que confeccionaban Nadie puede negar los signos de una cul- Al mismo tiempo, la constitución de una nue-
la nueva escena de época. tura contemporánea que ha perdido gran va subjetividad que habría traspasado (en
parte de los sustentos y formas de expe- su relación concreta e imaginaria con lo so-
Pero esta conciencia tampoco resolvía el riencia con que hasta hace un cuarto de cial) la trama de una experiencia histórica dada
problema del status de lo posmoderno siglo se anudaba la relación política-cono- para re-actualizarse en términos de post a lo
como categoría constituyente del conoci- cimiento, y las variables que estructuraban moderno, tampoco es verificable en cuanto
miento sobre la complejidad de lo actual. los sitios y belicosidades en el campo in- al fondo de las problemáticas que hoy per-
Si lo nuevo es en el fondo la invención de telectual. Desde esta perspectiva puede sisten como reiteración de las obsesiones
lo mismo (y puede que esto sea siempre), decirse que la temática del posmodernismo modernas: injusticia, irracionalidad, miseria,
la lectura teórico cultural que funda la com- aportó una toma de conciencia imprescin-
falta de equidad, violencia, neofascismos ex-
prensión de esa actualidad re-novada, en dible en cuanto a qué nuevos referentes
presos o solapados, hablan de una experien-
realidad le suma ismos a una modernidad sociales de todo tipo -pero sobre todo los
cia dada, de un “ya visto”, donde subjetivi-
que hace más un siglo que vive de sus de una culturalización de la sociedad sin
representaciones ilusorias y de sus antecedentes- quebró infinidad de lectu- dades débiles o fuertes, deshechas o rehe-
deconstrucciones situadas en el fecundo ras clásicas de sus sujetos, actores y pers- chas, economizadas o culturalizadas, respon-
“abismo de sentido”. Por otro lado, y como pectivas. den más a un juego abierto y lógico de la
tautología que pierde todo significado, lo teoría, que al haber dejado atrás la oscura y
posmoderno se ve obligado a incluir en su Es en la dimensión de las representacio- reiterativa fragua de la historia del hombre
abstracto seno, toda alternativa que lo nes (que re-encarnan en figuras, sujetos y moderno. En este sentido los más importan-
cuestione, que busque deslindarse o le cosas) donde la hermenéutica posmoderna tes autores, teóricos o analistas de nuestro
plantee una mirada recelosa o procuró descifrar un nuevo modo social presente desconsideran claramente etique-
desautorizante. Así es como el propio de simulacros, cosméticas gigantes, diso- tar sus análisis desde una posmodernidad
Jameson termina por incluir a la propia luciones y virtualidades, y a la propia his- que endurece la reflexión más que abrirla o
autoreflexión de lo moderno, a las toria como una ficcionalidad expuesta, liberarla a un pensar crítico profundo. Esto
cosmovisiones que argumentan que es la resignificante de nuestra experiencia “con no significa que decisivos regímenes com-
modernidad - y no la liviandad posmoderna la realidad” que produce un mundo incrus- prensivos, disciplinarios, campos de saberes
- el mayor dilema a reconsiderar, como un tado en el puro mercado capitalista. Este históricos, culturales, filosóficos,
gesto crítico que también sería posmoderno. acompañamiento de “las nuevas escenas”, psicoanalíticos, sociológicos, políticos, no
Con lo que transforma el problema en una donde el posmodernismo pasa a ser su se vean hace tiempo conmocionados por
simple cuestión de quien apoda paternalmen- activo relator-descriptor a partir de su des- nuevas referencias en la construcción y
te a la criatura reflexiva, en una cuestión de lizamiento desde una sensibilidad estética representación del sujeto, en las relacio-
competencia terminológica o “derecho de de postvanguardia hacia la teoría social, nes y representaciones de éste con el mun-
autor”. no remite sin embargo, necesariamente, a do y sus míticas sonoras o calladas. Pero
la visión de un corte esencial con los
la idea de un corte que escinda moderni-
Si bien es cierto que el actual desemboque parámetros de una modernidad en crisis
dad y posmodernidad como simple dispo-
interpretativo (donde la temática de valores, sustentos y fondos
sitivo académico, deviene a la postre en
posmoderna se diluye en una comprensión autoexplicativos. Precisamente, el origen
más decisiva: el autocersioramiento de lo artístico de la reflexión posmoderna, rela- olvido de lo que importa: deviene una des-
moderno) se encuentra infectada de un cionado con una vieja cuestión -la muerte memoria sobre lo siempre regresante, que
esteticismo filosofante de época “post”, del arte- también desliza esta matriz no con- a la postre, y hoy más que nunca, se perci-
de civilización que estetiza todo espacio fesada hacia sus tesis extraestéticas, como be como la condición humana irrefutable:
de enunciación, dicha intención crítica de la falacia proyectable y camuflada de muerte eso que los griego solían llamar trágico, y
modernidad no puede ser “totalizada” des- de la modernidad y sus discursividades. Con- que paradojalmente fue lo único que Occi-
de una omnicomprensión posmodernista que fundiendo los sentidos que tuvo en la cróni- dente no soportó y arrinconó en el arte.

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