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Evaluación.

Entendemos por evaluación a la recopilación de datos y estadísticas sobre la calidad


de una institución. Se resaltan los puntos positivos y los negativos. Hay diversos tipos:
de docencia, de investigación, individual, de gestión, institucional, etc. La evaluación
interna (o auto-evaluación) suele culminar en un informe escrito. La evaluación externa
se realiza por un comité (o equipo) de pares, expertos externos. Dentro de la evaluación
se establecen dos grandes campos, la evaluación institucional y la evaluación de
programas, que están bien definidos, interrelacionados, complementados y más bien
se pudiera decir que uno abarca al otro. No es posible evaluar una institución sin evaluar
sus programas y no es pertinente evaluar un programa, si no se tiene en cuenta la
institución donde se desarrolla este, pero que es la evaluación institucional.

Evaluación Institucional.
En el ámbito cubano, es aquel proceso de evaluación externa que se lleva a cabo en
una institución de Educación Superior con el objetivo de comprobar la calidad de la
gestión y de los resultados del trabajo institucional en todos sus procesos, en
correspondencia con la misión o función social que le ha encargado el Estado y el
Gobierno. Para comprobar el cumplimiento por el centro de su misión, o función
social, la evaluación dirige su atención, a verificar la calidad de la gestión y de los
procesos que se realizan y su contribución al cumplimiento de los objetivos del
sistema. El proceso de evaluación institucional consta de varias etapas:

Evaluación interna

Se ejecuta por los propios integrantes de la institución o del programa evaluado y


ofrece por escrito datos permanentes
sobre el funcionamiento del centro o del programa favoreciendo la evaluación
formativa. Contempla tres modalidades: autoevaluación, coevaluación y
heteroevaluación.

Evaluación inicial
Consiste en la recogida de datos sobre la situación de partida de un centro o un
programa, cuyo análisis e interpretación proporciona el diagnóstico que servirá para
efectuar, si es necesario, el replanteamiento del funcionamiento general del centro o
del programa, de los objetivos que se desea conseguir en un plazo determinado o de
otros aspectos.
Antes de iniciar el proceso de enseñanza-aprendizaje, debemos realizar una primera
evaluación también llamada evaluación diagnóstica, para verificar el nivel de
preparación de los alumnos para enfrentarse a los objetivos que se espera que logren.

Llevar a cabo una correcta evaluación de nuestros alumnos exige el conocimiento a


detalle del niño(a), verdadero protagonista, con el propósito de adecuar la actividad del
docente (métodos, técnicas, motivación), su diseño pedagógico (objetivos, actividades,
sistema de enseñanza), e incluso el nivel de exigencia, adaptar o adecuar el diseño, el
proyecto educativo a cada persona como consecuencia de su individualidad.

Por lo que respecta a la evaluación de los alumnos no solo se observan sus


conocimientos previos (conocimientos, interpretaciones, comprensiones, aplicaciones,
actitudes, destrezas, hábitos, etc.) sino también su estado físico, emocional,
inteligencia, maduración, capacidades, intereses, limitaciones.

Para enseñar bien no sólo hay que conocer las metodologías didácticas y el programa
escolar, sino que ante todo hay que conocer al alumno. Y para ello nos podemos servir
de algunas pautas a seguir, como las siguientes:

1) La observación. La observación sistematizada, acompañada del consecuente


registro, se torna el instrumento más coherente con esta propuesta y más adecuado a
los fines que se persiguen. Es necesario para ello definir qué quiero saber, para saber
qué tengo que mirar. A partir de esto se elaborará el protocolo de observación (Planilla,
Ficha, Cuadricula, que permite recoger los datos de manera sistematizada y
organizada).

2) El registro de los conocimientos previos. Hemos de registrar lo que el niño sabe y


no lo que no sabe. Esta premisa es fundamental, si sostenemos que el diagnóstico
describe las maneras de actuar del alumno, así como qué conocimientos posee y activa
para construir nuevos saberes.

3) Tener en cuenta los diferentes indicadores de la evolución de las adquisiciones del


conocimiento. Las diferentes etapas en la adquisición de niveles conceptuales y
competencias que se prestan a ser utilizados como indicadores de procesos cognitivos.

4) Completar el registro con entrevistas. La entrevista es también un instrumento que


en todo proceso de evaluación, ya que ayuda a comprender. Se realiza con el propósito
de recoger información complementaria acerca del alumno, por lo tanto puede estar
dirigida a los padres u otros maestros que hayan sido docentes de estos niños. Pueden
ser abiertas o semi-dirigidas y es necesario también registrar lo que de ellas se recoge.
Un requisito imprescindible en su realización es saber escuchar y asumir una actitud lo
más abierta posible a la hora de valorar los aspectos positivos que posee cada alumno.
Evaluación procesual

Se caracteriza por la valoración, a través de la recopilación continua y sistemática de


datos, del funcionamiento del centro o del programa a lo largo del período de tiempo
para el que se haya planteado la consecución de unos objetivos. Esto es de gran
importancia dentro de la concepción de evaluación formativa al permitir controlar si lo
planificado está resultando como se preveía o si, por el contrario, aparecen
desviaciones que pueden desvirtuar los resultados y que obligarían a reconducir, de
inmediato, la acción educativa que se esté llevando a cabo. Es imprescindible para la
toma de decisiones a tiempo y no esperar el final, cuando ya las soluciones no pueden
suponer una mejora del proceso.

La evaluación procesual en los alumnos es aquella que consiste en la valoración


continua del aprendizaje que recibe el estudiante y de la enseñanza del profesor,
mediante la obtención sistemática de datos, análisis de los mismos y toma de
decisiones oportuna mientras tiene lugar el propio proceso. El plazo de tiempo en el
que se realizará estará marcado por los objetivos que hayamos señalado para esta
evaluación. Puede referirse al tiempo que dura el desarrollo de una unidad didáctica
(una semana, quince días, 6/8 horas...), a un periodo trimestral de aprendizajes, anual,
bianual (un ciclo completo de dos años)...

Estará en función del tipo de aprendizajes que se evalúen (las actitudes es preciso
valorarlas en plazos amplios; lo contrario es imposible y, por lo tanto, absolutamente
superficial) y, además, hay que tener en cuenta que, desde esta perspectiva, se
superpondrán unas y otras evaluaciones procesuales: la de objetivos que implican
asunción de actitudes a lo largo de un curso, con la de objetivos que suponen la
adquisición de conceptos o del dominio de procedimientos, durante quince días o un
mes. Ambas son evaluaciones procesuales, cuyos resultados permanentes se van
anotando en los registros preparados para ello.

La evaluación procesual es la netamente formativa, pues al favorecer la toma continua


de datos, permite la adopción de decisiones “sobre la marcha”, que es lo que más
interesa al docente para no dilatar en el tiempo la resolución de las dificultades
presentadas por sus alumnos. Aparece un “error” que no usará para sancionar ni para
calificar negativamente, sino que será útil para detectar el problema de aprendizaje que
ha puesto de manifiesto; se resuelve mediante la adecuación de unas determinadas
actividades o las explicaciones oportunas y se continúa el proceso de aprendizaje. Con
este modo de actuar, será más fácil que la mayoría de los alumnos y alumnas lleguen
a alcanzar los objetivos básicos propuestos para todos. Si el profesorado no posee
estos datos hasta que ha transcurrido un mes, la oportunidad de subsanar las
dificultades presentadas, que así es relativamente sencillo brindar a los alumnos, se
hace prácticamente imposible. Cuando se ofrece, ya suele ser tarde: el alumno ha
perdido el interés o no puede combinar varios aprendizajes simultáneos para continuar
al mismo ritmo del grupo.

Del mismo modo, llevar a cabo rigurosamente la evaluación procesual es lo único que
permite mejorar el proceso de enseñanza, pues es durante el tiempo en que tiene lugar
cuando se pueden comprobar los fallos y los elementos que están funcionando
positivamente, para -si es posible- subsanarlos o reforzarlos, respectivamente, de
inmediato y, en un momento posterior, confirmar o reformular las líneas de
programación con las que se trabaja.

Evaluación final

No necesariamente es una evaluación sumativa. Cuantifica y analiza los resultados de


diversa naturaleza obtenidos al terminar un período de tiempo previsto por lo que
permite diagnosticar las causas del éxito o fracaso; formular propuestas de corrección
y mejora; analizar la adecuación, viabilidad, ejecución y provecho del proyecto o
programa y proponer las modificaciones oportunas; determinará si el programa debe
modificarse o cambiarse radicalmente o puede mantenerse con modificaciones leves;
relacionar y retroalimentar los procesos de programación y evaluación siguientes, es
decir, conectar la evaluación
final con la evaluación inicial del proceso siguiente, ya que es un proceso continuo
que se trasciende a sí mismo. Sus resultados pueden analizarse e interpretarse en
relación con dos referentes distintos: las metas u objetivos que se habían propuesto
alcanzar o con los logros o resultados.

Evaluación final.

Consiste en la recogida y valoración de datos al finalizar un periodo de tiempo previsto


para la realización de un proceso de enseñanza-aprendizaje; como constatación del
alcance de los objetivos esperados. Es la evaluación final la que determina la
consecución de los objetivos planteados al término de un ciclo, área curricular, unidad
didáctica o etapa educativa de un periodo instructivo.

La finalidad primordial de la evaluación final es conocer lo que saben los estudiantes a


fin de comprobar que es lo que han aprendido y como han quedado integrados los
conocimientos dentro de su estructura cognitiva. Por lo tanto tiene objetivos propios y
definidos en función de los objetivos del período de enseñanza-aprendizaje que se
está evaluando. Esta evaluación supone un momento de reflexión en torno a lo
alcanzado después de un plazo establecido y los resultados que aporta pueden ser el
punto de arranque de la evaluación inicial del siguiente ciclo, modulo o unidad
didáctica.
La evaluación final, tiene como objeto comprobar los resultados obtenidos, aunque es
necesario advertir que no por eso cumple solamente con la función sumativa. Por
ejemplo: si coincide con una situación en la que se tiene que decidir definitivamente
acerca de la aprobación de un ciclo u obtención de un título, será final y sumativa;
pero si se da al terminar el trabajo con una unidad didáctica, será simplemente final y
marcará el inicio del trabajo que se realizará en la unidad siguiente, en relación a esto,
la evaluación final puede adoptar dos funciones: formativa y sumativa, además sirve
así, en su función formativa para continuar adecuando la enseñanza al modo de
aprendizaje del estudiante y para retroalimentar la programación del docente, quien a
la vista de lo conseguido tomará las decisiones oportunas para mejorar el proceso de
enseñanza en la unidad siguiente.

El momento final de la evaluación permitirá conocer los siguientes datos:


a) Conocer y valorar el logro de los objetivos generales de un ciclo o módulo.
b) Comprobar el desarrollo de las capacidades de los estudiantes.
e) Posibilitar la promoción al curso siguiente, la graduación, etc.
d) Emitir un informe global de las actividades desarrolladas.

Para evaluar (ya sea la evaluación inicial, procesual y final) se tendrá en cuenta la
participación de los estudiantes en las diferentes dinámicas y actividades. A lo largo
del desarrollo de los tema se recomienda hacer pequeños exámenes, puntuables para
la nota final, con el fin de motivar a los estudiantes a estudiar todos los días.

Entre los posibles instrumentos a utilizar en todo momento están:

 La observación diaria en el aula sobre el desempeño del estudiante


 Preguntas durante la realización de un trabajo (obliga a reflexionar, explicar,
argumentar sus respuestas)
 Análisis del trabajo de los estudiantes.
 Las pruebas (escritas, prácticas, individuales, colectivas...)
 Las discusiones o debates.
 Las actividades coevaluadoras.
 La autoevaluación (ofrecen información sobre sí mismo a cada estudiante)

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