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ANNE ANASTASI
Department of Psycholog'y Fordham University.......-.-.·-················-·· ···· ··-·
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SUSANA URSINA . t.~.) 3 ~~ 1 ~ 8.: 8 -·~ -~ -~-~


¡e - Department of Psychology, University of North Florida
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TRADUCCIÓN: \
¡; María Elena Ortíz Salinas
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Licenciada en Psicología
Universidad Nacional Autónoma de --
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REVISIÓN TÉCNICA:
María Enedina Villegas Hernández
t. . Licenciada en Psicología
. Universidad Nacional Autónoma de Mé ·
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l! U. C. S F. 8 81. iÓTt.CA
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1YÍÉXICO •NUEVA YORK• BOGOTÁ •LONDRES· MADRID
MUN!CH •NUEVA DELHI •PARÍS • RÍO DE JANEIRO • SYDNEY
SINGAPUR ·TOKIO · TORONTO •ZURICH
11

Inventarios outodescriptivos de lo personalidad 349

tema, el ltctor puede recurrir a libros especializados-(por ejemplo, Angleitner y Wig·


gins, 1986; Burcher, 1995; Lanyon y Goodstein, 1997; y J. S. Wiggins, 1973/1988).
En el desarrollo de los inventarios de personalidad se han seguido diversas aproxi·
maciones para formular, reunir, seleccionar y agrupar los reactivos. Enrre los procedi-
mientos de mayor uso se encuentran los que se basan en la relevancia del contenido, la

Inventarios autodescriptivos clave del criterio empírico, d análisis factorial y la teoría sobre la personal idad. En lns
siguientes secciones analizaremos e ilustraremos cada uno de esos plancenmicnros,
aunque es importante anticipar qye no se trata de técnicas alternativas o mutunmt•n1t·
úcluyentes, pues todas pueden combinarse, teóricamente, en el desarrollo dr un soln

de personalidad inventario de personalidad y, de hecho, en la mayor parte de los instrumentos ;ictunll'~


se utilizan dos o más de ~stos procedimientos.
Aunque algunos tests de personalidad se emplean corno instrumentos colectivos de
proyección, casi todos encuentran su principal aplicación en la clínica y la consejería,
por esta razón los cuatro capítulos siguientes deberán considerarse en conjunción con
los punt~ de vista de los contextos especializados que veremos en el capítulo 17. En su
estado actual de desarrollo, hay que considerar la mayor parte de los tests de personali·
dad como auxiliares en la evaluación individual o como instrumentos de. investigación.

PROCEDIMIENTOS RELACIONADOS CON EL CONTENIDO


El prototipo de los inventarios autodescriptivos de personalidad fue la Hoja de Datos

e~
Personales de Woodworth (~Oo<lworth Personal Data Sheet), instrumento desarrollado
unque en ocasiones se emplea el término "personalidad" en un sentido más para usarse durante la Primera Guerra Mundial (véase la referencia en el capítulo 2)
, amplio, en la terminología psicométrica los "tests de personalidad" son instru· que en esencia constituyó una tentativa por estandarizar una entrevista psiquiátrica y
• m~ntos que se utilizan para medir las características emocionales, motivaciona· adaptar el procedimien~o para la evaluación masiva. Para ello, Woodworth recopiló
les, interpersonales y de actitudes, rasgos codos estos que se consideran distintos de la bibliografía psiquiátrica y. de conversaciones con especialistas de esta disciplinn
1
de las habilidades. En los próximos cuatro capítulos, examinaremos los más impar· la información concerniente a los s(ntomas comunes de· neuróticos y prencuróticns.
1antes tests de personalidad clasificados según el método empleado para obtener los Las preguntas del inventario se formularon en función de esos síntomas y tr:11nhan In'
datos de los individuos. En este capítulo revisaremos los inventarios autodescriptivos desviaciones-de la conducta como miedos anormales o fobias, obsesiones y compul.. 1n
de personalidad y en el siguiente las técnicas usadas para medir intereses y actitudes. nes, pesadillas y otros trastornos del sueño, fatiga ·excesiva y otros sfnromns psk<•o;o111;1
l os instrumentos descritos en estos dos capítulos son sobre todo cuestionarios auto· ticos, sentimientos de irrealidad y perrurbaciones motoras como tics y 1cmhl11u·, '•I
descriptivos, instrumentos de lápiz y papel que si bien son·particularmente adecuados -bien es cierto que en la elección final de los reactivos Woodworth utilizó cicnn\ hr11.1
para la aplicación colectiva, muchos pueden utilizarse también en la evaluación indi· mientas estadísticas (que veremos.en la próxima sección), también es cvidrntt' q11r r11
vidual. En el capitulo 15 analizaremos el uso de las técnicas proyectivas para evaluar la elaboración y uso de este inventario puso el acento en la relevancia Jcl contt•111d11 dr
las características de personalidad y en el 16 revisaremos diversas aproximaciones al ·sus reactivos, como lo indican las fuentes de las que se obtuvieron as! corno el 1t·rn1111
tema, algunas de las cuales se encuentran aún en etapa experimental cimiento común de ciertas clases de comportamiento como maladaptados. El knndo dr
El número de tests de personalidad alcanza varios cientos, de los que son- especial~ Woodworth a la elaboración de los i!lventarios modernos se aprecia en el hecho ele q1w
mente numerosos los inventarios de personalidad y las técnicas proyectivas. En este li- al preparar un nuevo banco·de reactivos las instrucciones de quienes los escriben 5e h.1
bro nos interesamos ante todo en los acercamientos que han sido explorados en la san en el análisis de contenido del área conductual que pretende evaluarse.
evaluación de la personalidad; por ello, y aunque se ha escrito varios libros dedicados · Un ejemplo· actual de la aproximación relacionada con el contenido al desarrollo
en exclusiva ·al tema, en un intento ilustrativo haremos una breve descripción de algu• del inventario autodescripÚvo es la Lista de Verificación de 90 Síntomas, Revisada
nas de las pruebas más conocidas de cada categoría. Para una revisión más detallada del (Sympiom Checldist-90-Revised, SCL-90-R, Derogatis, 1994 ), un instrumento diseña·
· do para identificar problemas psicológicos Y.síntomas de psicopatología, que consta
1
El leccoc puede encontrar <n L. R. Aiken (1993), Bur~er (1993) v Mad,li (1989) m~> :mccccJemes sobre las de la breve descripción de 90 síntomas (por ejemplo, mal apetito, debilidad o vérti·
:iproximacitlncs acroolcs ah reoría e invcstig:ición de la pcm>tl:il1J.i< I. gos). En una escala de cinco puntos se pide a los individuos que indiquen ·el grado al
14R
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Inventarios outodescriptivos de lo personalidad 349

tema, el ltctor puede recurrir a libros especializados-(por ejemplo, Angleitner y Wig·


gins, 1986; Burcher, 1995; Lanyon y Goodstein, 1997; y J. S. Wiggins, 1973/1988).
En el desarrollo de los inventarios de personalidad se han seguido diversas aproxi·
maciones para formular, reunir, seleccionar y agrupar los reactivos. Enrre los procedi-
mientos de mayor uso se encuentran los que se basan en la relevancia del contenido, la

Inventarios autodescriptivos clave del criterio empírico, d análisis factorial y la teoría sobre la personal idad. En lns
siguientes secciones analizaremos e ilustraremos cada uno de esos plancenmicnros,
aunque es importante anticipar qye no se trata de técnicas alternativas o mutunmt•n1t·
úcluyentes, pues todas pueden combinarse, teóricamente, en el desarrollo dr un soln

de personalidad inventario de personalidad y, de hecho, en la mayor parte de los instrumentos ;ictunll'~


se utilizan dos o más de ~stos procedimientos.
Aunque algunos tests de personalidad se emplean corno instrumentos colectivos de
proyección, casi todos encuentran su principal aplicación en la clínica y la consejería,
por esta razón los cuatro capítulos siguientes deberán considerarse en conjunción con
los punt~ de vista de los contextos especializados que veremos en el capítulo 17. En su
estado actual de desarrollo, hay que considerar la mayor parte de los tests de personali·
dad como auxiliares en la evaluación individual o como instrumentos de. investigación.

PROCEDIMIENTOS RELACIONADOS CON EL CONTENIDO


El prototipo de los inventarios autodescriptivos de personalidad fue la Hoja de Datos

e~
Personales de Woodworth (~Oo<lworth Personal Data Sheet), instrumento desarrollado
unque en ocasiones se emplea el término "personalidad" en un sentido más para usarse durante la Primera Guerra Mundial (véase la referencia en el capítulo 2)
, amplio, en la terminología psicométrica los "tests de personalidad" son instru· que en esencia constituyó una tentativa por estandarizar una entrevista psiquiátrica y
• m~ntos que se utilizan para medir las características emocionales, motivaciona· adaptar el procedimien~o para la evaluación masiva. Para ello, Woodworth recopiló
les, interpersonales y de actitudes, rasgos codos estos que se consideran distintos de la bibliografía psiquiátrica y. de conversaciones con especialistas de esta disciplinn
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de las habilidades. En los próximos cuatro capítulos, examinaremos los más impar· la información concerniente a los s(ntomas comunes de· neuróticos y prencuróticns.
1antes tests de personalidad clasificados según el método empleado para obtener los Las preguntas del inventario se formularon en función de esos síntomas y tr:11nhan In'
datos de los individuos. En este capítulo revisaremos los inventarios autodescriptivos desviaciones-de la conducta como miedos anormales o fobias, obsesiones y compul.. 1n
de personalidad y en el siguiente las técnicas usadas para medir intereses y actitudes. nes, pesadillas y otros trastornos del sueño, fatiga ·excesiva y otros sfnromns psk<•o;o111;1
l os instrumentos descritos en estos dos capítulos son sobre todo cuestionarios auto· ticos, sentimientos de irrealidad y perrurbaciones motoras como tics y 1cmhl11u·, '•I
descriptivos, instrumentos de lápiz y papel que si bien son·particularmente adecuados -bien es cierto que en la elección final de los reactivos Woodworth utilizó cicnn\ hr11.1
para la aplicación colectiva, muchos pueden utilizarse también en la evaluación indi· mientas estadísticas (que veremos.en la próxima sección), también es cvidrntt' q11r r11
vidual. En el capitulo 15 analizaremos el uso de las técnicas proyectivas para evaluar la elaboración y uso de este inventario puso el acento en la relevancia Jcl contt•111d11 dr
las características de personalidad y en el 16 revisaremos diversas aproximaciones al ·sus reactivos, como lo indican las fuentes de las que se obtuvieron as! corno el 1t·rn1111
tema, algunas de las cuales se encuentran aún en etapa experimental cimiento común de ciertas clases de comportamiento como maladaptados. El knndo dr
El número de tests de personalidad alcanza varios cientos, de los que son- especial~ Woodworth a la elaboración de los i!lventarios modernos se aprecia en el hecho ele q1w
mente numerosos los inventarios de personalidad y las técnicas proyectivas. En este li- al preparar un nuevo banco·de reactivos las instrucciones de quienes los escriben 5e h.1
bro nos interesamos ante todo en los acercamientos que han sido explorados en la san en el análisis de contenido del área conductual que pretende evaluarse.
evaluación de la personalidad; por ello, y aunque se ha escrito varios libros dedicados · Un ejemplo· actual de la aproximación relacionada con el contenido al desarrollo
en exclusiva ·al tema, en un intento ilustrativo haremos una breve descripción de algu• del inventario autodescripÚvo es la Lista de Verificación de 90 Síntomas, Revisada
nas de las pruebas más conocidas de cada categoría. Para una revisión más detallada del (Sympiom Checldist-90-Revised, SCL-90-R, Derogatis, 1994 ), un instrumento diseña·
· do para identificar problemas psicológicos Y.síntomas de psicopatología, que consta
1
El leccoc puede encontrar <n L. R. Aiken (1993), Bur~er (1993) v Mad,li (1989) m~> :mccccJemes sobre las de la breve descripción de 90 síntomas (por ejemplo, mal apetito, debilidad o vérti·
:iproximacitlncs acroolcs ah reoría e invcstig:ición de la pcm>tl:il1J.i< I. gos). En una escala de cinco puntos se pide a los individuos que indiquen ·el grado al
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350 Evaluación de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 351

que se han visto afligidos por cada uno de los problemas en los últimos siete días. La característica conductual que ocurre con tal frecuencia en una muestra esencialmente
SCL-90-R proporciona normas separadas para adultos·y adolescentes de ambos sexos normal no puede ser indicador de anormalidad. En la selección de reactivos se utilizó
no pacientes así como para pacientes psiquiátricos internados y de consul~a externa. también el método de grupos contrastados, por lo que sólo se conservaron los sínto·
Sin embargo, algunas de las normas no son lo suficientemente representativas; por mas que en un grupo diagnosticado como psiconeurótico se informaban al menos dos
ejemplo, el grupo normativo de pacientes psiquiátricos internos estuvo conformado veces más que en un grupo normal.
predominantemente por individuos de posición socioeconómica baja, y e( grupo de . No o~tante, a pesar del uso de dichas comprobaciones empíricas, las aproximaciones
adolescentes, sobre todo por personas de clase media y casi todas blancas. relacionadas con el contenido confían esencialmente en una interpretación literal o ve-
LOs reactivos de la.SCL-90-R no sólo se asemejan a los de los instrumentos anterio- rídica de los reactivos del cuestionario. Se considera que la respuesta a cada pregur\ta es
res del tipo de· lista de verificación en. el hecho de que se seleccionaron sobre la base un indicador de la actual existencia o inexistencia del problema, creencia o conducta
de la relevancia del contenido y la utilidad clínica, sino también en que algunos.de descrita por la pregunta. Por otro lado, en la clave empírica de criterio las respuestas se (
ellos pueden rastrearse hasta la Hoja de Datos Personales de Woodworth mediante las consideran·diagnósticas o sintomáticas del criterio conductual con el que se encontra·
escalas intermedias como la Lista de Verificación de Síntomas de Hopkins (Hopkins
Symptom Checklist) y el Índice Médico de Cornell (ComeU Medica! lndex, Derogatis
,ron US<lj:iadas. ·
. En una des~rípción inicial de esa aproximación, Meehl ( 1945} escribla:

y Lazarus, 1994). Los reactivos se organizan en nueve dimensiones de psicopatolo- ... la forma más fructífera de considerar al inventario de tipo verbal de personalidad no
gía: somatización, depresión, ansiedad, hostilidad, psicoticismo, sensibilidad inter- es como una "autoclasificación" o autodescripción cuyo valor cequiere suponer que la
personal, ansiedad fóbica, ideación paranoide y síntomas obsesivo-corr;pulsivos. Los precisión en las observaciones que el examinado hace des( mismo son exactas. Más bien,
análisis factoriales de las escalas indican que están correlacionadas y que, por conse- las respuestas a loo reactivos de la pcueba se consideran como un segmento intrínseca-
cuencia, no son de mucha utilidad para el diagnóstico diferencial; no obstante, los (n. mente interesante de la conducta verbal, cuyo conocimiento puede ser más importante!
dices globales derivados de la lista de verificación han demostrado ser indicadores que cualquier conocimiento del material "fáctico" sobre el que el reactivo pretende in·
vestigar de manera superficial. De modo que, si un hipocondriaco dice que sufre "muchas¡
I
confiables de la presencia y la gravedad de la psicopatología (Payne, 1985). La SCL-
90-R y otros instrumentos relacionados, como el Inventario Breve de Síntomas (Brief jaquecas", el hecho que resulta de interés es que él lo dice. [p. 9] ¡
Symptom Invenwry), se utilizan mejor como parte de una batería, en la evaluación del ·. 1
Un inventario aurodescriptivo consta de una serie de estlmulos verbales estandariza-
cambio producido en el curso de una terapia y e~ la investigcición sobre el efecto de .
dos, cuyas respuestas se califican -en los casos en los que utilizan procedimientos de
diversos tratamientos.
clave de criterio- en función de sus correlatos conductuales establecidos empírica·
la principal ventaja de la aproximación relacionada ton el contenido para el de-
mente, lo que implica que se les trata como a cualquier otra respuesta a una prueba
sarrollo de los inventarios de pe,rsonalidad estriba en la simplicidad 'Y lo directo del
psicológica. El hecho de que las respuestas correspondan a la perceP<;ión que el,sujeto
método. No obstante que esas características hacen posible contar con instrumentos
tiene de la realidad no altera dicha situación, sencillamente brinda una hipótesis para
relativamente breves y, económicos, su transparencia permite que los examinados ha-
explicar la validez establecida de manera empírica de algunos reactivos.
gan esfuerzos conscientes por manipular los resultados en mayor medida que otros mé·
todos; además, en general 6tos instrumentos no poseen las características destinadas
a prevenir o detectar los sesgos de respuesta que revisaremos más adelante (Bomstein, Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota
Rossner, Hill y Stepanian, 1994), por lo que no· resulta aconsejable confiar ex~lusiva­ El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota (MMPI) constituye el
mente en sus resultados como· la base para la toma de 'decisiones. ejemplo más destacado de l~ clave de criterio emplriao en la elaboración de tests de
personalidad.lal,¡¡_[ios recientes. el MMPI ha sido revisado y refonnulado en dos ver-
CLAVE EMPÍRICA DE CRITERIO siones, el MMPI-2 (Butcher, Dahlstrom, Graham, Tellegen y Kaemmer, 1989Lv..tl_
MMPI para Adolescentes (MMPI-A, But¡:her et al., 1992). De cualquier modo, no es
Aproximación básica. El uso de una clave empírica de criterio se refiere al desarro- posible analizarlas sin referirse al MMPI origiñal y a la función que cumplió en la his-
llo de una clave de puntuación en términos de algún criterio externo. El procedimien· toria de la evaluación de la personalidad. Aunque una descripción detallada del ins-
to requiere la selección de los reactivos que han ·de conservarse y la asignación de los trumento rebasa el alcance de este texto, debe advertirse que, durante cnsi medio
pesos de la puntuación para cada respuesta. En la elaboración de la Hoja de Datos Per- si~lo, el MMPlfucltw..de.¡;¡w¡malidacJ de ffiªYPI~~.LDLWnvc,1tíÍiido. 2
sonales de Woodworth, algunas de las comprobaciones estad!sticas ~plicadas en la se-
lección final de los reactivos señalaron el camino para la clave de criterio. As!, en este
inventario no se conservó ningún reactivo si el 25 por ciento o má1 de los miembros 2 Para una descripción ~concisa del MMPl original, véall$C las tdlcloo<1 •111t1lu1t1 ,¡.. '"~ 1u10 (¡iur <Jcu1
de la muestra normal lo respond!a ·en la dirección desfavorable por considerar que una plo, Anastasi, 1988b); una revisión más extensa puede cnconuanc en k• v11l11111 "" ""'"'' ,¡.. llahli110111,
Wclsn y[)anlstrom (1972, 1975).
350 Evaluación de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 351

que se han visto afligidos por cada uno de los problemas en los últimos siete días. La característica conductual que ocurre con tal frecuencia en una muestra esencialmente
SCL-90-R proporciona normas separadas para adultos·y adolescentes de ambos sexos normal no puede ser indicador de anormalidad. En la selección de reactivos se utilizó
no pacientes así como para pacientes psiquiátricos internados y de consul~a externa. también el método de grupos contrastados, por lo que sólo se conservaron los sínto·
Sin embargo, algunas de las normas no son lo suficientemente representativas; por mas que en un grupo diagnosticado como psiconeurótico se informaban al menos dos
ejemplo, el grupo normativo de pacientes psiquiátricos internos estuvo conformado veces más que en un grupo normal.
predominantemente por individuos de posición socioeconómica baja, y e( grupo de . No o~tante, a pesar del uso de dichas comprobaciones empíricas, las aproximaciones
adolescentes, sobre todo por personas de clase media y casi todas blancas. relacionadas con el contenido confían esencialmente en una interpretación literal o ve-
LOs reactivos de la.SCL-90-R no sólo se asemejan a los de los instrumentos anterio- rídica de los reactivos del cuestionario. Se considera que la respuesta a cada pregur\ta es
res del tipo de· lista de verificación en. el hecho de que se seleccionaron sobre la base un indicador de la actual existencia o inexistencia del problema, creencia o conducta
de la relevancia del contenido y la utilidad clínica, sino también en que algunos.de descrita por la pregunta. Por otro lado, en la clave empírica de criterio las respuestas se (
ellos pueden rastrearse hasta la Hoja de Datos Personales de Woodworth mediante las consideran·diagnósticas o sintomáticas del criterio conductual con el que se encontra·
escalas intermedias como la Lista de Verificación de Síntomas de Hopkins (Hopkins
Symptom Checklist) y el Índice Médico de Cornell (ComeU Medica! lndex, Derogatis
,ron US<lj:iadas. ·
. En una des~rípción inicial de esa aproximación, Meehl ( 1945} escribla:

y Lazarus, 1994). Los reactivos se organizan en nueve dimensiones de psicopatolo- ... la forma más fructífera de considerar al inventario de tipo verbal de personalidad no
gía: somatización, depresión, ansiedad, hostilidad, psicoticismo, sensibilidad inter- es como una "autoclasificación" o autodescripción cuyo valor cequiere suponer que la
personal, ansiedad fóbica, ideación paranoide y síntomas obsesivo-corr;pulsivos. Los precisión en las observaciones que el examinado hace des( mismo son exactas. Más bien,
análisis factoriales de las escalas indican que están correlacionadas y que, por conse- las respuestas a loo reactivos de la pcueba se consideran como un segmento intrínseca-
cuencia, no son de mucha utilidad para el diagnóstico diferencial; no obstante, los (n. mente interesante de la conducta verbal, cuyo conocimiento puede ser más importante!
dices globales derivados de la lista de verificación han demostrado ser indicadores que cualquier conocimiento del material "fáctico" sobre el que el reactivo pretende in·
vestigar de manera superficial. De modo que, si un hipocondriaco dice que sufre "muchas¡
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confiables de la presencia y la gravedad de la psicopatología (Payne, 1985). La SCL-
90-R y otros instrumentos relacionados, como el Inventario Breve de Síntomas (Brief jaquecas", el hecho que resulta de interés es que él lo dice. [p. 9] ¡
Symptom Invenwry), se utilizan mejor como parte de una batería, en la evaluación del ·. 1
Un inventario aurodescriptivo consta de una serie de estlmulos verbales estandariza-
cambio producido en el curso de una terapia y e~ la investigcición sobre el efecto de .
dos, cuyas respuestas se califican -en los casos en los que utilizan procedimientos de
diversos tratamientos.
clave de criterio- en función de sus correlatos conductuales establecidos empírica·
la principal ventaja de la aproximación relacionada ton el contenido para el de-
mente, lo que implica que se les trata como a cualquier otra respuesta a una prueba
sarrollo de los inventarios de pe,rsonalidad estriba en la simplicidad 'Y lo directo del
psicológica. El hecho de que las respuestas correspondan a la perceP<;ión que el,sujeto
método. No obstante que esas características hacen posible contar con instrumentos
tiene de la realidad no altera dicha situación, sencillamente brinda una hipótesis para
relativamente breves y, económicos, su transparencia permite que los examinados ha-
explicar la validez establecida de manera empírica de algunos reactivos.
gan esfuerzos conscientes por manipular los resultados en mayor medida que otros mé·
todos; además, en general 6tos instrumentos no poseen las características destinadas
a prevenir o detectar los sesgos de respuesta que revisaremos más adelante (Bomstein, Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota
Rossner, Hill y Stepanian, 1994), por lo que no· resulta aconsejable confiar ex~lusiva­ El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota (MMPI) constituye el
mente en sus resultados como· la base para la toma de 'decisiones. ejemplo más destacado de l~ clave de criterio emplriao en la elaboración de tests de
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CLAVE EMPÍRICA DE CRITERIO siones, el MMPI-2 (Butcher, Dahlstrom, Graham, Tellegen y Kaemmer, 1989Lv..tl_
MMPI para Adolescentes (MMPI-A, But¡:her et al., 1992). De cualquier modo, no es
Aproximación básica. El uso de una clave empírica de criterio se refiere al desarro- posible analizarlas sin referirse al MMPI origiñal y a la función que cumplió en la his-
llo de una clave de puntuación en términos de algún criterio externo. El procedimien· toria de la evaluación de la personalidad. Aunque una descripción detallada del ins-
to requiere la selección de los reactivos que han ·de conservarse y la asignación de los trumento rebasa el alcance de este texto, debe advertirse que, durante cnsi medio
pesos de la puntuación para cada respuesta. En la elaboración de la Hoja de Datos Per- si~lo, el MMPlfucltw..de.¡;¡w¡malidacJ de ffiªYPI~~.LDLWnvc,1tíÍiido. 2
sonales de Woodworth, algunas de las comprobaciones estad!sticas ~plicadas en la se-
lección final de los reactivos señalaron el camino para la clave de criterio. As!, en este
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Wclsn y[)anlstrom (1972, 1975).
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352 Eva/uadón de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 353

Como inscrumento, el MMPl fue, en muchos senridos, víccima de su propio éxito. "validez" originales. Los 197 reactivos restantes (107 de los cuales son nuevos) son ne-
Concebido en la década de los creinca por Starke R.. Harhawny, psicólogo clínico, y por cesarios para la calificación total de las 104 escalas y subescalas nuevas, revisadas; com-
Wml~.Mi;Kiul~~. neuropsiquiacra, durante los años cuarenta se publicó en una se- plementarias, de contenido y validez conservada que forman el inventario complero. El
rit: de artículos como auxiliar en ei proceso del diagnóscico Psiquiátrico. 3 Posterior- contenido de los reactivQs_y~ría ~.opsiderablemente y.cubre .áreas.como.Ja.salud.gene:.
menre, su efecrividad para dem:mLpsicopamlagÍlls..y. diferenciar entre las categorías · ~l, afec;:tíva, neurológi~a_y_los.síntomas.motores¡ l~ ac;titudes sexuaJ~_,_LJ!21íticas y so
nosológicas gruesas condujo a su ucilización con distintos propósitos que superaban su c1ales; aspectos educanvos, ocupacionales, familiares y maritales; así como n111ch:P;
objetivo original. J:~ra l~g~~a_qª~.e los s~s!!nta, tl.MJ~Wl~s.~~~-fü:~E.n_~~te _c;9l9sQt;i.9.11 ~estacirnli:Efon i;:QílQ..GldiUle-:=-cññaucra~ür"ifüci".ci-iiS'i<:.o:fica.::COmó Jos csr;11Jc,..
l~ cabeza de los tests de ~rsonalidad.YJLL!!Lli;;iQª-_el1 . la !:9.ns:lería con sujetos nor~ .obsesivo y comm¡!~iy_oJ_!º~9eli~iQ~,1ª~u.ciD11r;.ione~las idens de refcr.c.OOJ!J~q fnh111, y
Tes, en ambientes laboral~~'- méqL~9.fü .1J1ilJ¡::ires_ y:JpJ.~n~~§..?.~.Ls;QJ11~.. pac1ent:es...¡lli: W..ti:n..drnf:i~uádicas_y mas_Qc:¡!:!lg_a_s.. Dahlstrom (1993a) preparó un manu:1l rn111pl1•
.~1ui;ítriS9§: Para la década de los ochenta, la bibliografía sobre el MMPI incluía varias mentario que proporciona toda la información necesaria para comparnr los rc~nl vci<.
miles de referencias que documentaban, entre muchas ceras cosas, el uso de sus 13 es- del MMPI-2 con los originales. A continuación, se muestran algunos ilustrativos rcrn
calas básiqs en una gran variedad de poblaciones, el desarrollo de centenares de esca- tivos seguidos por el número que les corresponde en la forma actual de la prueba:'1
las especiales basadas en sus reactivos y una vasca colección de correlatos empíricos
Mi sueño es irregular y agitado. (39)
de las escalas elevadas y modelos de perol. Sin embargo, para ese momento, los proble-
mas conceptuales documentados y psicométricos del inventario parecían aún más gra- Creo que hay una conspiración en mi contra. (138)
vo.50s al considerar los avances en los campos de la psicopatología, la teoría de la Me preocupo por el sexo. (166)
¡ll!rsonalidad y la elaboración de pruebas; para entonces ya se había demostrado tam- Cuando me aburro me gusta crear cierta excitación. {169)
hién que las normas, anticuadas e insuficientes, resultaban inapropiadas para los exami- En el fondo a la mayoría de la gerite le disgusta cener que ayudar a otras personas. (286)
nados actuales, lo que implicaba que la base utilizada para determinar' la anormalidad
descansaba sobre fundamentos inciertos (Colligan, Osbome, Swenson y Offord, 1983, El MMJ?.l::f..P!Q2f>rciona: calificaciones pa~ 10 "escalas clínicas" básicas, que son
1989). En efecto, la muestra original de estandarización se había convertido en algo si- las mismas del MMPJ original:.. ·
milar a un grupo de referencia no nonnacivo en términos del cual se definió la escala
de calificación. Los datos mucho más extensos obtenidos más adelante, con referencia l. Hs: Hipocondriasis 6. Pa: Paranoia
a las claves del periil. proporcionaron la base para la interpretación normativa. 2. D: Depresión 7 Pt: Psicastenia
Así, la comisión encargada de la reesmndmlla~ióIUltl.MMeb:..~nfuntQ_~Ja..difí- 3. Hi: Histeria 8. Es: Esquizofrenia
cil carea de modernizar el instrumento a la vez m.J.Lltataba de salvar la riq!!eza.intet: 4. Dp: Desviación psicopática 9. Ma: Manfa
pretativa del material relev~nte para la eva~ción de .!!!_personalidad, y en especial de
la psicopacolo¡¡ía, contenido en la estrnctura básica del MMPI. En un intento por 5. Mf: Masculinidad-femíneidad 10. Is: Introversión social
mantener la continuidad, la comisión decidió. conservar la mayor parte de los reacti-
Ocho de esas escalas se desarrollaron empíricamente en la década de los c11n1c·n1 .1
vos (todos los de las escalas clínicas y de validez originales 'y muchos de los reactivos
por clave de criterio para los reactivos que diferenciaban pequeñas muestras clfní(W•
de las escalas complementarias), lo que supone que se mantuvieron paralelamente sus
(cada una formada por alrededor de 50 personas que representaban el tr:icllclcin11l
debilidades inherentes. Los mayores cambios fueron una renormalización completa
diagnóstico psiquiátrico) y un grupo de control normal compuesto por 724 visitn1lll'\
del inventario, el desarrollo de calificaciones T uniformes para las ocho escalas clíni-
y familiares de los pacientes internos en los hospitales de la Universidad de Minncso
cas originafes y para todas las escalas de contenido, la revisión v eliminación de los
ta (Hathaway y McKinley, 1940, 1943). La escala_de masculinidad-femineidad, quc-
..reactiv~ obsQ.~ros o cuestionables, así como la inclusión de reactivos nuevos, la crea-
origina\mente pretendía distinguir entre hombres homosexuales y heterosexuales, se
ción de nuevas escalas de validez (complementarias y de contenido) y la separación
desarrolló a partir de las. diferencias en la frecuencia con que soldados varones y em-
sklinYmcario en do~~.!ilii.!l~s adecuada~~~ difere~!:Jl~P..02.~~ edad. - pleadas de una aerolínea apoyaban los reactivos. Las calificaciones en esta escala indi-
can el grado a: que los intereses y las actitudes del individuo coinciden con el
El lnyentílrio M11ltifrísico de Personalidad de Minnesota-2. Los reactivos del MM-
estereotipo de su grupo sexual. La escala de introversión social, agregada después, se
Pl-2 consisten en 567 afirmaciones a las ~.~~~.~.~~s!Q.Pa..mrn. mp.uesta de "cier:- derivó de las respuestas de 'dos grupos contrastados de universitarios seleccionados so-
10'.'..JLfalw". Salvo por algunos cambios en la redacción y un reordenamiento de los bre la base de sus calificaciones extremas en una prueba de introversión-extraversión.
reactivos, los primeros 370 son prácticamente idénticos a los del MMPI, ya que sus
respuestas se necesitaban para calificar las 10 esca bs "clínicas" y las tres escalas de
iTomado del Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota-2. Copyright© por The Regenrsof che Uni·
J Dahlmom y Dahlstrom (1980) rcprodu<en los arrlculru 01i~i1111l1·1. versity of Minnesota. Todos los derechos reservados. Reproducido con autorización
"

352 Eva/uadón de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 353

Como inscrumento, el MMPl fue, en muchos senridos, víccima de su propio éxito. "validez" originales. Los 197 reactivos restantes (107 de los cuales son nuevos) son ne-
Concebido en la década de los creinca por Starke R.. Harhawny, psicólogo clínico, y por cesarios para la calificación total de las 104 escalas y subescalas nuevas, revisadas; com-
Wml~.Mi;Kiul~~. neuropsiquiacra, durante los años cuarenta se publicó en una se- plementarias, de contenido y validez conservada que forman el inventario complero. El
rit: de artículos como auxiliar en ei proceso del diagnóscico Psiquiátrico. 3 Posterior- contenido de los reactivQs_y~ría ~.opsiderablemente y.cubre .áreas.como.Ja.salud.gene:.
menre, su efecrividad para dem:mLpsicopamlagÍlls..y. diferenciar entre las categorías · ~l, afec;:tíva, neurológi~a_y_los.síntomas.motores¡ l~ ac;titudes sexuaJ~_,_LJ!21íticas y so
nosológicas gruesas condujo a su ucilización con distintos propósitos que superaban su c1ales; aspectos educanvos, ocupacionales, familiares y maritales; así como n111ch:P;
objetivo original. J:~ra l~g~~a_qª~.e los s~s!!nta, tl.MJ~Wl~s.~~~-fü:~E.n_~~te _c;9l9sQt;i.9.11 ~estacirnli:Efon i;:QílQ..GldiUle-:=-cññaucra~ür"ifüci".ci-iiS'i<:.o:fica.::COmó Jos csr;11Jc,..
l~ cabeza de los tests de ~rsonalidad.YJLL!!Lli;;iQª-_el1 . la !:9.ns:lería con sujetos nor~ .obsesivo y comm¡!~iy_oJ_!º~9eli~iQ~,1ª~u.ciD11r;.ione~las idens de refcr.c.OOJ!J~q fnh111, y
Tes, en ambientes laboral~~'- méqL~9.fü .1J1ilJ¡::ires_ y:JpJ.~n~~§..?.~.Ls;QJ11~.. pac1ent:es...¡lli: W..ti:n..drnf:i~uádicas_y mas_Qc:¡!:!lg_a_s.. Dahlstrom (1993a) preparó un manu:1l rn111pl1•
.~1ui;ítriS9§: Para la década de los ochenta, la bibliografía sobre el MMPI incluía varias mentario que proporciona toda la información necesaria para comparnr los rc~nl vci<.
miles de referencias que documentaban, entre muchas ceras cosas, el uso de sus 13 es- del MMPI-2 con los originales. A continuación, se muestran algunos ilustrativos rcrn
calas básiqs en una gran variedad de poblaciones, el desarrollo de centenares de esca- tivos seguidos por el número que les corresponde en la forma actual de la prueba:'1
las especiales basadas en sus reactivos y una vasca colección de correlatos empíricos
Mi sueño es irregular y agitado. (39)
de las escalas elevadas y modelos de perol. Sin embargo, para ese momento, los proble-
mas conceptuales documentados y psicométricos del inventario parecían aún más gra- Creo que hay una conspiración en mi contra. (138)
vo.50s al considerar los avances en los campos de la psicopatología, la teoría de la Me preocupo por el sexo. (166)
¡ll!rsonalidad y la elaboración de pruebas; para entonces ya se había demostrado tam- Cuando me aburro me gusta crear cierta excitación. {169)
hién que las normas, anticuadas e insuficientes, resultaban inapropiadas para los exami- En el fondo a la mayoría de la gerite le disgusta cener que ayudar a otras personas. (286)
nados actuales, lo que implicaba que la base utilizada para determinar' la anormalidad
descansaba sobre fundamentos inciertos (Colligan, Osbome, Swenson y Offord, 1983, El MMJ?.l::f..P!Q2f>rciona: calificaciones pa~ 10 "escalas clínicas" básicas, que son
1989). En efecto, la muestra original de estandarización se había convertido en algo si- las mismas del MMPJ original:.. ·
milar a un grupo de referencia no nonnacivo en términos del cual se definió la escala
de calificación. Los datos mucho más extensos obtenidos más adelante, con referencia l. Hs: Hipocondriasis 6. Pa: Paranoia
a las claves del periil. proporcionaron la base para la interpretación normativa. 2. D: Depresión 7 Pt: Psicastenia
Así, la comisión encargada de la reesmndmlla~ióIUltl.MMeb:..~nfuntQ_~Ja..difí- 3. Hi: Histeria 8. Es: Esquizofrenia
cil carea de modernizar el instrumento a la vez m.J.Lltataba de salvar la riq!!eza.intet: 4. Dp: Desviación psicopática 9. Ma: Manfa
pretativa del material relev~nte para la eva~ción de .!!!_personalidad, y en especial de
la psicopacolo¡¡ía, contenido en la estrnctura básica del MMPI. En un intento por 5. Mf: Masculinidad-femíneidad 10. Is: Introversión social
mantener la continuidad, la comisión decidió. conservar la mayor parte de los reacti-
Ocho de esas escalas se desarrollaron empíricamente en la década de los c11n1c·n1 .1
vos (todos los de las escalas clínicas y de validez originales 'y muchos de los reactivos
por clave de criterio para los reactivos que diferenciaban pequeñas muestras clfní(W•
de las escalas complementarias), lo que supone que se mantuvieron paralelamente sus
(cada una formada por alrededor de 50 personas que representaban el tr:icllclcin11l
debilidades inherentes. Los mayores cambios fueron una renormalización completa
diagnóstico psiquiátrico) y un grupo de control normal compuesto por 724 visitn1lll'\
del inventario, el desarrollo de calificaciones T uniformes para las ocho escalas clíni-
y familiares de los pacientes internos en los hospitales de la Universidad de Minncso
cas originafes y para todas las escalas de contenido, la revisión v eliminación de los
ta (Hathaway y McKinley, 1940, 1943). La escala_de masculinidad-femineidad, quc-
..reactiv~ obsQ.~ros o cuestionables, así como la inclusión de reactivos nuevos, la crea-
origina\mente pretendía distinguir entre hombres homosexuales y heterosexuales, se
ción de nuevas escalas de validez (complementarias y de contenido) y la separación
desarrolló a partir de las. diferencias en la frecuencia con que soldados varones y em-
sklinYmcario en do~~.!ilii.!l~s adecuada~~~ difere~!:Jl~P..02.~~ edad. - pleadas de una aerolínea apoyaban los reactivos. Las calificaciones en esta escala indi-
can el grado a: que los intereses y las actitudes del individuo coinciden con el
El lnyentílrio M11ltifrísico de Personalidad de Minnesota-2. Los reactivos del MM-
estereotipo de su grupo sexual. La escala de introversión social, agregada después, se
Pl-2 consisten en 567 afirmaciones a las ~.~~~.~.~~s!Q.Pa..mrn. mp.uesta de "cier:- derivó de las respuestas de 'dos grupos contrastados de universitarios seleccionados so-
10'.'..JLfalw". Salvo por algunos cambios en la redacción y un reordenamiento de los bre la base de sus calificaciones extremas en una prueba de introversión-extraversión.
reactivos, los primeros 370 son prácticamente idénticos a los del MMPI, ya que sus
respuestas se necesitaban para calificar las 10 esca bs "clínicas" y las tres escalas de
iTomado del Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota-2. Copyright© por The Regenrsof che Uni·
J Dahlmom y Dahlstrom (1980) rcprodu<en los arrlculru 01i~i1111l1·1. versity of Minnesota. Todos los derechos reservados. Reproducido con autorización
354 Evaluación de la personalidad Inventarios outodescriptivos de la personalidad 355

Al conseryar intactas las escalas básicas del MMPI (salvo por la eliminación de que los examinados contestan el inventario. Éstas son la escala F posterior (F ), la es-
nueve reactivos, el reordénamiento del resto y algunos cambios en la redacción), los .cala de inconsistencia de respuestas variables (INVAR) y la escala de incon%istencia
autores del MMPl-2 buscaban preservar la riqueza de la información cl!nica asociada de respuestas verdaderas (INVER). Mientras que la escala Fp es básicamente una ex·
con la interpretación de las claves de los perfiles basados en los modelos de las puntua· tensión de la escala F original para los reactivos que aparecen en la segunda mitad del
dones obtenidas (Graham, 1993; Greene, 1991); conservaron las nociones obsoletas inventario, las escalas INVAR e INVERson nuevas y constan de pares de reactivos
de psicopatolog!a, las consecuencias de la ingenua e inadecuada aplicación del méto· con similares significados opuestos que pretenden detectar las respuestas inconsisten-
do empírico de grupos contra.Stados y otros problemas como la multidimensionalidad tes o contradictorias.
Yel traslape de las escalas básicas (Helmes y Reddon, 1993 ). La forma básica del perfil para el MMPl-2 (figura 13.l) abarca las 13 escalas clíni·
El MMPl original se distingue por el uso de tres escala¡¡ llamadas de validez (conser· cas y de validez conservadas de la versión original. También, cuenta con perfiles sepa·
vadas en el MMPI-2),5 que más que interesarse en los aspectos técnicos de la validez rados para las 1S escalas de contenido, las 27 del componente de contenido, las 21
pretenden supervisar el descuido, la'comprensión inadecuada, la simulación y la exis· complementarias Y. las 28 subescalas Harris-Lingoes.6 Algunas de las escalas y subesca-
tencia de ciertas actitudes y predisposiciones de respuesta. Las calificaciones de vali- las son nuevas y otras se conservaron del original, pero todas se califican utilizando la
dez comprenden: muestra normativa del MMPl-2 compuesta por 2 600 adultos de 16 a 84 años. Ésta se
extrajo de siete estados en un intento por reflejar a la población norteamericana en
Puntuación de mentiras (L). Se bas~ en un grupo de reactivos que hacen q~e el ~xá­ términos de variables demográficas significativas como el género, la edad y la etnici·
minado aparezca bajo una luz favorable pero que es poco probable que se respon· dad, por lo que resulta mucho más representativa de la población actual de los Esta·
dan honestamente en la dirección favorable (por ejemplo: no me gusta nadie dos Unidos que el grupo normativo original de Minnesota (Dahlsuom y Tellegen.
que conozco). . · 1993 ). Pese a ello, s1; ha cuestionado la representatividad de la muestra debido prin·
Puntuación de infrecuencia (F). Determinada por U[l conjunto de 60 (de un original cipalmente a los elevados niveles ocupacioflales y de escolaridad, y por la poca repre·
de 64) reactivos en la dirección calificada por no más def 10 por ciento del grupo sentació~ de hispanos y asiaticoamericanos en comparación con las cifras del censo
de estandarización del MMPI. Aunque representan conduetas indeseables,· esos de 1980 (Duckworth, 1991). · ·
reactivos nó corresponden aningún patrón particular de anormalidad, por lo que El resultado principal del establecimiento de nuevas normas para el MMPl fue una
es poco probable que haya alguien que muestre todos o casi todos los síntomas. disminución en la eleváción de las puntuaciones de los perfiles cl!nicos. Este cambio,
Una alta puntuación en F puede indicar errores de calificación, descuido al res·
ponder, llna gran excentricidad, procesos psicóticos o simulación deliberada.
Puntuación de c01Tecci6n (K). A partir de otra combinación de re~ctivos especial~
que ya se anticipaba, obedece quizá a diferencias gefleracionales asf como a factores
especiales que son.exclusivos de la muesua original de Minnesota y a la forma en que
se utilizó en la elaboración del MMPI (D. S. Nichols, 1992). En cualquier caso, el cor·
'
(

mente elegidos, esta puntuación ofrece una medida de las actitudes de evalua· · te de la calificación T necesaria para considerar que una elevación de la escala es de f
ción que se consideran más sutiles. Una alta punti,iación en K puede indicar que interés clínico ya no es de 70 sino de 65, o aproximadamente 1.5 DE por encima de la
se está a la defensiva o un intento deliberado de "simular que s.e está mar'. media. Otra innovación introducida en el MMPl-2 es el uso de calificaciones T uni· t
formes, en contraste con las normalizadas o derivadas linealmente en ocho de las 10 (
Las puntuaciones de las dos primeras escalas (L y F) suelen utilizarse para hacer una · escalas clínicas y en todas las de contenido. Esto implica igualar las calificaciones en
evaluación global del registro de la prueba 1 que se considera invalid~do si cualquiera · todas esas escalas a una distribución p.romedio compuesta. Las calificaciones T uni· (
d~ ellas exeede del valor especificado. Por otro lado, la puntuación de la escala K.fun· . .formes permiten hacer comparaciones entre escalas en términos de equivalentes per·
(
c1ona como variable de supresión, se utiliza para calcular un factor de corrección que centilares sin distorsionar de manera notable la forma de las distribucioneS q,i:jas
se agrega a las puntuaciones de·algunas escalas clinicas a fin de obtener totales ajtista· puntuaciones crudas, las cuales son positivamente asimétricas, aunque en diferenies (
d?s. La eficacia de este uso de la puntuación K es cuestionable, por lo que las puntua· grados (Tellegen y ~en-Porath, 1992). ; ·-..: ¡'
c1ones de las escalas afectadas pueden informarse con y sin la corrección. Aunque una Los cambios desé:ritOS'Se justificaron sobre bases psicométricas¡ sin embargo, se ge• (
p~ntuación K inusualmente alta podría hacer que un registro resulte sospechoso e in· neró una controversia sobre la posibilidad de generalizar para el MMPl-2 el conoCi·
dicar la necesidad de un escrutinio adicional, las elevaciones moderadas reflejan la miento clínico y los descubrimientos en la bibliograf[a sobre la interpretació~ del
f~rtaleza del ego y un aj ~te positivo, esto es importante si se considera la historia y. las perfil del MMPl, y esto porque los cambios mencionados produjeron diferencias entre
circunstancias de la vida del individuo al evaluar estas elevaciones. . los patrones de los perfiles y las claves obtenidas del MMPI y del MMPI-2 (Chojnacki
. ~ntre las 21 escalas complementarias del MMPl-2, se encuentran los tres nuevos y Walsh, 1992; Morrison, Edwards y Weissman, 1994; Tellegen, Ben-Porath, 1993).
md1c¡¡dores de "validez" que pueden ayudar a evaluar el cuidado.y la veracidad con Los datos sugieren que para los perfiles bien definidos con una clara separación entre

l También hay una puntuación de "No lo sé ( 1)" que ;cprcscnta el número de reactivos en el que se hicieron dos
6
casblo se omitieron. Si C3te,conteo excede a los JO reactivos, el registro de la prueba se considera sospechoso y
marba Como son de 1996, el editor del MMPl-2 todavra no pone en ciiculación lou 10 subescalas de sutil-obvio Je
pro ememe no v~lido. Wiener·Harmon.
354 Evaluación de la personalidad Inventarios outodescriptivos de la personalidad 355

Al conseryar intactas las escalas básicas del MMPI (salvo por la eliminación de que los examinados contestan el inventario. Éstas son la escala F posterior (F ), la es-
nueve reactivos, el reordénamiento del resto y algunos cambios en la redacción), los .cala de inconsistencia de respuestas variables (INVAR) y la escala de incon%istencia
autores del MMPl-2 buscaban preservar la riqueza de la información cl!nica asociada de respuestas verdaderas (INVER). Mientras que la escala Fp es básicamente una ex·
con la interpretación de las claves de los perfiles basados en los modelos de las puntua· tensión de la escala F original para los reactivos que aparecen en la segunda mitad del
dones obtenidas (Graham, 1993; Greene, 1991); conservaron las nociones obsoletas inventario, las escalas INVAR e INVERson nuevas y constan de pares de reactivos
de psicopatolog!a, las consecuencias de la ingenua e inadecuada aplicación del méto· con similares significados opuestos que pretenden detectar las respuestas inconsisten-
do empírico de grupos contra.Stados y otros problemas como la multidimensionalidad tes o contradictorias.
Yel traslape de las escalas básicas (Helmes y Reddon, 1993 ). La forma básica del perfil para el MMPl-2 (figura 13.l) abarca las 13 escalas clíni·
El MMPl original se distingue por el uso de tres escala¡¡ llamadas de validez (conser· cas y de validez conservadas de la versión original. También, cuenta con perfiles sepa·
vadas en el MMPI-2),5 que más que interesarse en los aspectos técnicos de la validez rados para las 1S escalas de contenido, las 27 del componente de contenido, las 21
pretenden supervisar el descuido, la'comprensión inadecuada, la simulación y la exis· complementarias Y. las 28 subescalas Harris-Lingoes.6 Algunas de las escalas y subesca-
tencia de ciertas actitudes y predisposiciones de respuesta. Las calificaciones de vali- las son nuevas y otras se conservaron del original, pero todas se califican utilizando la
dez comprenden: muestra normativa del MMPl-2 compuesta por 2 600 adultos de 16 a 84 años. Ésta se
extrajo de siete estados en un intento por reflejar a la población norteamericana en
Puntuación de mentiras (L). Se bas~ en un grupo de reactivos que hacen q~e el ~xá­ términos de variables demográficas significativas como el género, la edad y la etnici·
minado aparezca bajo una luz favorable pero que es poco probable que se respon· dad, por lo que resulta mucho más representativa de la población actual de los Esta·
dan honestamente en la dirección favorable (por ejemplo: no me gusta nadie dos Unidos que el grupo normativo original de Minnesota (Dahlsuom y Tellegen.
que conozco). . · 1993 ). Pese a ello, s1; ha cuestionado la representatividad de la muestra debido prin·
Puntuación de infrecuencia (F). Determinada por U[l conjunto de 60 (de un original cipalmente a los elevados niveles ocupacioflales y de escolaridad, y por la poca repre·
de 64) reactivos en la dirección calificada por no más def 10 por ciento del grupo sentació~ de hispanos y asiaticoamericanos en comparación con las cifras del censo
de estandarización del MMPI. Aunque representan conduetas indeseables,· esos de 1980 (Duckworth, 1991). · ·
reactivos nó corresponden aningún patrón particular de anormalidad, por lo que El resultado principal del establecimiento de nuevas normas para el MMPl fue una
es poco probable que haya alguien que muestre todos o casi todos los síntomas. disminución en la eleváción de las puntuaciones de los perfiles cl!nicos. Este cambio,
Una alta puntuación en F puede indicar errores de calificación, descuido al res·
ponder, llna gran excentricidad, procesos psicóticos o simulación deliberada.
Puntuación de c01Tecci6n (K). A partir de otra combinación de re~ctivos especial~
que ya se anticipaba, obedece quizá a diferencias gefleracionales asf como a factores
especiales que son.exclusivos de la muesua original de Minnesota y a la forma en que
se utilizó en la elaboración del MMPI (D. S. Nichols, 1992). En cualquier caso, el cor·
'
(

mente elegidos, esta puntuación ofrece una medida de las actitudes de evalua· · te de la calificación T necesaria para considerar que una elevación de la escala es de f
ción que se consideran más sutiles. Una alta punti,iación en K puede indicar que interés clínico ya no es de 70 sino de 65, o aproximadamente 1.5 DE por encima de la
se está a la defensiva o un intento deliberado de "simular que s.e está mar'. media. Otra innovación introducida en el MMPl-2 es el uso de calificaciones T uni· t
formes, en contraste con las normalizadas o derivadas linealmente en ocho de las 10 (
Las puntuaciones de las dos primeras escalas (L y F) suelen utilizarse para hacer una · escalas clínicas y en todas las de contenido. Esto implica igualar las calificaciones en
evaluación global del registro de la prueba 1 que se considera invalid~do si cualquiera · todas esas escalas a una distribución p.romedio compuesta. Las calificaciones T uni· (
d~ ellas exeede del valor especificado. Por otro lado, la puntuación de la escala K.fun· . .formes permiten hacer comparaciones entre escalas en términos de equivalentes per·
(
c1ona como variable de supresión, se utiliza para calcular un factor de corrección que centilares sin distorsionar de manera notable la forma de las distribucioneS q,i:jas
se agrega a las puntuaciones de·algunas escalas clinicas a fin de obtener totales ajtista· puntuaciones crudas, las cuales son positivamente asimétricas, aunque en diferenies (
d?s. La eficacia de este uso de la puntuación K es cuestionable, por lo que las puntua· grados (Tellegen y ~en-Porath, 1992). ; ·-..: ¡'
c1ones de las escalas afectadas pueden informarse con y sin la corrección. Aunque una Los cambios desé:ritOS'Se justificaron sobre bases psicométricas¡ sin embargo, se ge• (
p~ntuación K inusualmente alta podría hacer que un registro resulte sospechoso e in· neró una controversia sobre la posibilidad de generalizar para el MMPl-2 el conoCi·
dicar la necesidad de un escrutinio adicional, las elevaciones moderadas reflejan la miento clínico y los descubrimientos en la bibliograf[a sobre la interpretació~ del
f~rtaleza del ego y un aj ~te positivo, esto es importante si se considera la historia y. las perfil del MMPl, y esto porque los cambios mencionados produjeron diferencias entre
circunstancias de la vida del individuo al evaluar estas elevaciones. . los patrones de los perfiles y las claves obtenidas del MMPI y del MMPI-2 (Chojnacki
. ~ntre las 21 escalas complementarias del MMPl-2, se encuentran los tres nuevos y Walsh, 1992; Morrison, Edwards y Weissman, 1994; Tellegen, Ben-Porath, 1993).
md1c¡¡dores de "validez" que pueden ayudar a evaluar el cuidado.y la veracidad con Los datos sugieren que para los perfiles bien definidos con una clara separación entre

l También hay una puntuación de "No lo sé ( 1)" que ;cprcscnta el número de reactivos en el que se hicieron dos
6
casblo se omitieron. Si C3te,conteo excede a los JO reactivos, el registro de la prueba se considera sospechoso y
marba Como son de 1996, el editor del MMPl-2 todavra no pone en ciiculación lou 10 subescalas de sutil-obvio Je
pro ememe no v~lido. Wiener·Harmon.
356 Evaluadón de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 357

las calificaciones de la ·escala parece haber tanta consisrencia entre los ripos de códi-
gos del MMPl y del MMPl-2 como la que se encuentra al reperir la aplicación de cual-
quiera de esas versiones (Archer, 1992b; Graham, 1993 ). En cual·qui"er caso, el
manual dd MMPI;2 conciene información que permite al usuario comparar las calili-
caciones generadas de las dos versiones, basándose en las respuestas a cualquiera de
ellas, y si bien esca aproximación no está exenta de problemas (véase, por ejemplo,
Ben-Porath y Tellegen, 1995), algunos consideran que es un método empíricanw111 1·
defendible que permite a los usuarios superar el periodo de transición enm· l.1~ d11'
versiones (véase, por ejemplo, Humphrey y Dahlstrom, 1995).

El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesorn para AJolesccntc:-. FI


MMPl-A es la nueva forma del inventario diseñada específicamenre para adolcsccn
res, aum1ue incorpora casi todos los rasgos· del MMPI y del MMPl-2 (incluyendo las
13 escalas básicas). Para adaprar la prueba a los más jóvenes se redujo la longitud del
i~ventario a 478 reactivos, se incluyeron nuevos reactivos y escalas que cubren áreas
específicamenre relevanres (como la escuela y los problemas familiares) y, sobre todo,
se proveyeron normas apropiadas para esa edad. El MMPI-A utilizó una muestra nor-
mativa de 1 620 adolescentes contemporáneos de 14 a 18 años. Al mismo riempo, se
obtuvo una muesrra clínica de 713 adolescentes con el mismo rango de edad para
¡. ~I MI'!:\ comparaciones y estudios de validez.
Además de las escalas clínicas y de validez que comparte con el MMPI-2, el MM•
2· .;:¡ itl ~I PI-A tiene sus propias escalas de validez (Fl y F2), así como algunas escalas y subesca-
l· ~I -:¡ ~I las complementarias y de contenido exclusivas y otras que son comunes a ambos
!'' .. ! . 1 • • ! '1 '1 1 !"' ,• .-1 insrrumentos. Aunque numerosas invesrigaciones, incluidas las normas y tablas de
conversión publicadas por Dahlstrom et al. (1972) y Marks, Seeman y Haller (1974),
': ' '' 1'' ' '1 ' '''1'
w l ~ "
1
' '' ' ' 'l' '''l ''''I ''' '
r\ ~ 1:::: :t
•• ;:;1 apoyan el uso del MMPI en adolescentes, esra investigación no necesariamente se
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l· :'.:I r-1 ~"¡ aplica al MMPI-A, que más que una rev.isión es un insrrumento nuevo, por lo q11e s11
1 .. 1' ' ' • 1 •' 1
• 1• · 1
'I • • + • 1 • • "- 1' • • • 1• ·•11• •11111 •• ;:!il urilidad deberá ser det~rminada por las investigaciones y los materiales interpretnti vos
• e 1: ~ ,
t #. : .:
que se i11iciaron con·su publicación (Archer, 1992a; Butcher y Will iams, 1992; Wi
l''" •' ' ' 'l ' "' : ' ' ' 'l"' ' l ' '• ' I
s 1 e : i; 1
'' I'' ' ' l '' ' ' I'
~ 1 • •
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lliams, Butcher, Ben-Porath y Graham, 1992).
?- "' ' 1' ' • ' 1 ! 1. 1 '! . ' 1' ' 1 1 ~' 1 . '~ • ' ' ' ! . '!." !· :ll .., .:;¡
1'

1 ~
Comentarios finales sob.re los Inventarios Multifásicos de Personalidad d1·
~ t Minnesota. A pesar de su origen como protoripo de un empirismo aplicado ln¡¡r
"• 1 ' •
:¡ •
1 • t •
.t
1 1 ; , , , , ·'
~I i :¡ nuamente y de los rumores constantes sobre su inminente desaparición, el MMPI 1r
::a 1 1 • . • 1 1 . 1 1 . • 1. 1
~ J las ha arreglad9 para sobrevivir. De hecho, aunque su propósito original era ayud11r rn
~ • ' 1 • • el proceso de clasificación psiquiárrica y aunque los procedimientos seguidos en si1 dt·
l.
11 ''' !1'''1 ''"1''''1''''1 ''"1''''1' 1''1''''1''''1''' 11''''1''''!''''1''''1' 1' 111 1''1 1'''1
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sarrollo lo hacían inapropiado para la evaluación de la personalidad en individum
normales, se ha utilizado lo mismo con personas normales que con pacientes psiqui:\1 ri
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~lf;;; :::~ ---···¡ l ~ cos. El insrrumento y sus versiones revisadas han añadido una serie de procedimicnrns
....... ~ y esrrategias inrerprerativas al marco original, empíricamente derivado de !a esrmcn1ra,
~ de los inventarios. Dichos rasgos, que aunque ya se han mencionado merecen una ma-
yor' consideración, incluyen.muchas de las escalas desarrolladas al agrupar los reacrivos
sobre la base de su contenido (Butcher, Graham, Williams y Ben-Porath, 1990) así
como el uso del análisis factorial en el desarrollo de algunas de sus escalas complemen-
tarias (Welsh, 1956). .
356 Evaluadón de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 357

las calificaciones de la ·escala parece haber tanta consisrencia entre los ripos de códi-
gos del MMPl y del MMPl-2 como la que se encuentra al reperir la aplicación de cual-
quiera de esas versiones (Archer, 1992b; Graham, 1993 ). En cual·qui"er caso, el
manual dd MMPI;2 conciene información que permite al usuario comparar las calili-
caciones generadas de las dos versiones, basándose en las respuestas a cualquiera de
ellas, y si bien esca aproximación no está exenta de problemas (véase, por ejemplo,
Ben-Porath y Tellegen, 1995), algunos consideran que es un método empíricanw111 1·
defendible que permite a los usuarios superar el periodo de transición enm· l.1~ d11'
versiones (véase, por ejemplo, Humphrey y Dahlstrom, 1995).

El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesorn para AJolesccntc:-. FI


MMPl-A es la nueva forma del inventario diseñada específicamenre para adolcsccn
res, aum1ue incorpora casi todos los rasgos· del MMPI y del MMPl-2 (incluyendo las
13 escalas básicas). Para adaprar la prueba a los más jóvenes se redujo la longitud del
i~ventario a 478 reactivos, se incluyeron nuevos reactivos y escalas que cubren áreas
específicamenre relevanres (como la escuela y los problemas familiares) y, sobre todo,
se proveyeron normas apropiadas para esa edad. El MMPI-A utilizó una muestra nor-
mativa de 1 620 adolescentes contemporáneos de 14 a 18 años. Al mismo riempo, se
obtuvo una muesrra clínica de 713 adolescentes con el mismo rango de edad para
¡. ~I MI'!:\ comparaciones y estudios de validez.
Además de las escalas clínicas y de validez que comparte con el MMPI-2, el MM•
2· .;:¡ itl ~I PI-A tiene sus propias escalas de validez (Fl y F2), así como algunas escalas y subesca-
l· ~I -:¡ ~I las complementarias y de contenido exclusivas y otras que son comunes a ambos
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conversión publicadas por Dahlstrom et al. (1972) y Marks, Seeman y Haller (1974),
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que se i11iciaron con·su publicación (Archer, 1992a; Butcher y Will iams, 1992; Wi
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Comentarios finales sob.re los Inventarios Multifásicos de Personalidad d1·
~ t Minnesota. A pesar de su origen como protoripo de un empirismo aplicado ln¡¡r
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~ J las ha arreglad9 para sobrevivir. De hecho, aunque su propósito original era ayud11r rn
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sarrollo lo hacían inapropiado para la evaluación de la personalidad en individum
normales, se ha utilizado lo mismo con personas normales que con pacientes psiqui:\1 ri
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....... ~ y esrrategias inrerprerativas al marco original, empíricamente derivado de !a esrmcn1ra,
~ de los inventarios. Dichos rasgos, que aunque ya se han mencionado merecen una ma-
yor' consideración, incluyen.muchas de las escalas desarrolladas al agrupar los reacrivos
sobre la base de su contenido (Butcher, Graham, Williams y Ben-Porath, 1990) así
como el uso del análisis factorial en el desarrollo de algunas de sus escalas complemen-
tarias (Welsh, 1956). .
358 Evaluadón de la personalidad
Inventarios autodescriptivos de la personalidad 359

Continúan evolucionando nuevas formas de aproximarse a la compleja rarea de in·


versidad y amplitud de publicaciones de libros y artículos sobre el MMPl-2 y el MM-
terpretación del MMPI. Una de las más-recientes es el uso de compendios emuc·
Pl-A (Butcher, 1990; Butcher, Graham y Ben-Porath, 1995; Keller y Butcher, 1991;
turales para dar cierta coherencia y facilitar el uso de la multiplicidad de escalas
Pope, Butcher y Seelen, 1993 ).
correlacionadas producidas por los inventarios de Minnesota. El método, que se basa
en el análisis de las escalas, subescalas y reactivos, pretende reducir el número de di- .
mensiones necesarias para interpretar los resultados de los inve.ntarios por corte trans· Inventario Psicológico de California
versal de clasificaciones arbitrarias (como las escalas "suplementaria", "de contenido" y
Desde su publicación, el MMPl ha servido como base para la preparación de otros in-
de "Harris y Lingoes"). Las dimensiones más destacadas se utilizan para organizar las
. ventarios.de gran difusión. Un ejemplo notable es el Inventario Psicológico de Cali-
categorías en un formato "resumido estructural" similar al desarrollado por Exner para
fornia (California Psychological lnt1enWT)', CP!), que, si bien derivó casi la mitad de sus
el Rorschach (véase el capítulo 15). Esta aproximación a la interpretación del MMPI reactivos del MMPI, se desarrqlló para usarse con poblaciones adultas normales. La
se encuentra en una etapa incipiente de desarrollo y requiere de mayor investigación tercera edición del CPI consta de 434 reactivos que deben contestarse con "cierto" o
y validación; no obstante, ya se aplica de una manera que parece prometedora tanto "falso" y produce puntuaciones en 20 escalas (Gough y Bradley, 1996). Tres de ellas,
para el MMP1~2, en el que las dimensiones estructurales se derivaron sobre todo a par· que son escalas de "validez" diseñadas para evaluar las actitudes del examinado, se
tir del análisis del contenido, como para el MMPI-A, cuyas dimensiones se derivaron conocen como: escala de Bienestar (Be), que se basa en las respuestas 'de personas
mediante el análisis factorial (Archer y Krishnamurrhy, 1994; Archer, Krishnamurthy normales a las que se pide "simular para causar una mala impresión"¡ escala de Buena (
yJacobson, 1994; Nichols y Greene, 1995). impresión (Bi), basada en las respuestas de personas normales a las que se pide "simu-
Otros dos de~arrollos que siguen los pasos del MMPl-2 yel MMPl-A, al igual que la lar para causar una buena impresión", y escala de Comunalidad (Cm), que se basa en
mayor parte de las pruebas,. son la automatización de procedimientos pa~ la aplica- el conteo de la frecuencia de las respuestas más populares. Las 17 escalas restantes pro-
ción, calificación e interpretación de los inventarios y las traducciones de los instru- porcionan calificaciones en dimensiones de personalidad como Dominancia, Sociabi·
mentos a otros idiomas. Al igual que con el MMPI, se dispone para los nuevo$ {
lidad, Autoaceptación, Responsabilidad, Socialización, Autocontrol, Logro mediante
inventarios de procedimientos convencionales de aplicación y calificación computa- la conformidad, Logro mediante la independencia, Empatía e Independencia. Las dos
rizada, al igual que varias formas automatizadas de interpretación. Además, se ha ela- últimas escalas se agregaron en la revisión de 1987.
borado y aplicado con resultados prometedores una versión adaptada y, computarizada En lJ de esas 17 escalas, los reactivos se seleccionaroµ sobre la base de las respues·
del MMPI-2 (Roper, Ben-Porath y Butcher, 1991, 1995).
Aunque pasó casi una década para que el MMPI original fuera traducido por prime-
· tas de grupos contrastados, y la obtención qe criterios como las calificaciones escola-
res, la pertenencia a una clase social, la pai;ticipación en actividades extracurriculares
'
(

ra vez, el trabajo sobre las adaptaciones transcultu!ales del MMPl-2 empezó incluso y las valoraciones._ Estas últimas se obtuvieron mediante nominaciones de los pares, ( 1
1
antes de que éstas se publicaran. Durante los tres primeros años'de su existencia, había que constituyen una técnica eficaz de evaluación de muchos rasgüS·interpersonales
15 proyectos de traducción del MMPI-2 completos o en proceso. Se prepararon seis (véase el capítulo 16). Los reactivos de las cuatro escalas restantes originalmente se ( 1
traducciones o adaptaciones al español, incluidas dos versiones para uso con hispanos agruparon d~ manera subjetiva y luego se comprobó su consistencia interna. La vali- (
en los Estados Unidos, y también se dispone de un manual sobre ti-aducciones y adap- dación cruzada de todas las escalas con muestras de tamaño considerable ha producido
taciones internacionales del MMPI-2 (Butcher, 1996). Un descubrimiento digno de diferencias grupales significativas, si bien el traslape de los grupos de crite¡-io cont{l\S·
mención de quienes han recopllado los datos para el uso de dichas traducciones y tados es considerable y las correlac\ones con el criterio a menudo son bajas.
adaptaciones es que las muestras transculturales normales tienen una calificación más Como en el MMPl-2, todas las calificaciones del CPI se informan en términos de
cercana a las normas de estandarización del MMPl-2 comparadas con ·las normas de una escala de calificación estándar con una media c!e 50 y una DE igual a 10; en la ac- (
las muestras anteriores del MMPI- ·' tualidad, la escala se basa en una muestra no normativa' de 3 000 mujeres y 3 000
Al tratar de mejorar el ejemplo clásico del inventario de personalidad sin alterarlo hombres cuyos datos se extrajeron de los archivos del CPl·para representar la pobla-
de manera fundamental, la Comisión de Reestandarización del _MMPI se !mp1:1so pos ción general de los Estados Unidos en- términos de edad, qivel socioeconómico y área
metas difíciles y, en gran medida, contradictorias. El tiempo dirá si las decisiones que geográfica. Se proporcionan normas por separado para mujeres, para hombres.y-para
ha tomado han d!! extender la supremacía .de los inventarios de Minnesota al próximo ambos géneros combinados, y se ofrecen medias y DE de las calificaciones de cada es·
siglo o si serán superados por una nueva generación de instrumentos similares, como el cala para muchos grupos especiales.
Inventario Básico de Personalidad de Jackson (Basic Personalicy Inventory, que estudia· El CPI, publicado originalmente en 1956, se pensó como un "sistema abierto" del
mos en otra sección de este cap(tulo) o el lnventario·de Evaluación' de la Persónali- que podían eliminarse o agregarse elementos según se necesitara (Gough, 1987, p. 1).
dad (Personaliry Asse.ssmem ln11entory, PAi) desarrollado porLeslie Morey (1991) que As(, en ias sucesivas revisiones, el inventario acortó' su longitud original (de 480 reacti-
utiliza una elaborada estrategia secuencial que combina métodos lógicos y empíricos vos a 462 en la revisión de 1987 y más recientemente a 434) para eliminar los reactivos
que podrían ser objetables para algunos de los.examinados o legalmente cuestionables
para garantizar la firmeza psicométrica de sus escalas. Mientras tanto, continúa la di-
de acuerdo con la Ley de Estadounidenses con Discapacidades de 1990 (P. L., 101-336),
1
358 Evaluadón de la personalidad
Inventarios autodescriptivos de la personalidad 359

Continúan evolucionando nuevas formas de aproximarse a la compleja rarea de in·


versidad y amplitud de publicaciones de libros y artículos sobre el MMPl-2 y el MM-
terpretación del MMPI. Una de las más-recientes es el uso de compendios emuc·
Pl-A (Butcher, 1990; Butcher, Graham y Ben-Porath, 1995; Keller y Butcher, 1991;
turales para dar cierta coherencia y facilitar el uso de la multiplicidad de escalas
Pope, Butcher y Seelen, 1993 ).
correlacionadas producidas por los inventarios de Minnesota. El método, que se basa
en el análisis de las escalas, subescalas y reactivos, pretende reducir el número de di- .
mensiones necesarias para interpretar los resultados de los inve.ntarios por corte trans· Inventario Psicológico de California
versal de clasificaciones arbitrarias (como las escalas "suplementaria", "de contenido" y
Desde su publicación, el MMPl ha servido como base para la preparación de otros in-
de "Harris y Lingoes"). Las dimensiones más destacadas se utilizan para organizar las
. ventarios.de gran difusión. Un ejemplo notable es el Inventario Psicológico de Cali-
categorías en un formato "resumido estructural" similar al desarrollado por Exner para
fornia (California Psychological lnt1enWT)', CP!), que, si bien derivó casi la mitad de sus
el Rorschach (véase el capítulo 15). Esta aproximación a la interpretación del MMPI reactivos del MMPI, se desarrqlló para usarse con poblaciones adultas normales. La
se encuentra en una etapa incipiente de desarrollo y requiere de mayor investigación tercera edición del CPI consta de 434 reactivos que deben contestarse con "cierto" o
y validación; no obstante, ya se aplica de una manera que parece prometedora tanto "falso" y produce puntuaciones en 20 escalas (Gough y Bradley, 1996). Tres de ellas,
para el MMP1~2, en el que las dimensiones estructurales se derivaron sobre todo a par· que son escalas de "validez" diseñadas para evaluar las actitudes del examinado, se
tir del análisis del contenido, como para el MMPI-A, cuyas dimensiones se derivaron conocen como: escala de Bienestar (Be), que se basa en las respuestas 'de personas
mediante el análisis factorial (Archer y Krishnamurrhy, 1994; Archer, Krishnamurthy normales a las que se pide "simular para causar una mala impresión"¡ escala de Buena (
yJacobson, 1994; Nichols y Greene, 1995). impresión (Bi), basada en las respuestas de personas normales a las que se pide "simu-
Otros dos de~arrollos que siguen los pasos del MMPl-2 yel MMPl-A, al igual que la lar para causar una buena impresión", y escala de Comunalidad (Cm), que se basa en
mayor parte de las pruebas,. son la automatización de procedimientos pa~ la aplica- el conteo de la frecuencia de las respuestas más populares. Las 17 escalas restantes pro-
ción, calificación e interpretación de los inventarios y las traducciones de los instru- porcionan calificaciones en dimensiones de personalidad como Dominancia, Sociabi·
mentos a otros idiomas. Al igual que con el MMPI, se dispone para los nuevo$ {
lidad, Autoaceptación, Responsabilidad, Socialización, Autocontrol, Logro mediante
inventarios de procedimientos convencionales de aplicación y calificación computa- la conformidad, Logro mediante la independencia, Empatía e Independencia. Las dos
rizada, al igual que varias formas automatizadas de interpretación. Además, se ha ela- últimas escalas se agregaron en la revisión de 1987.
borado y aplicado con resultados prometedores una versión adaptada y, computarizada En lJ de esas 17 escalas, los reactivos se seleccionaroµ sobre la base de las respues·
del MMPI-2 (Roper, Ben-Porath y Butcher, 1991, 1995).
Aunque pasó casi una década para que el MMPI original fuera traducido por prime-
· tas de grupos contrastados, y la obtención qe criterios como las calificaciones escola-
res, la pertenencia a una clase social, la pai;ticipación en actividades extracurriculares
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antes de que éstas se publicaran. Durante los tres primeros años'de su existencia, había que constituyen una técnica eficaz de evaluación de muchos rasgüS·interpersonales
15 proyectos de traducción del MMPI-2 completos o en proceso. Se prepararon seis (véase el capítulo 16). Los reactivos de las cuatro escalas restantes originalmente se ( 1
traducciones o adaptaciones al español, incluidas dos versiones para uso con hispanos agruparon d~ manera subjetiva y luego se comprobó su consistencia interna. La vali- (
en los Estados Unidos, y también se dispone de un manual sobre ti-aducciones y adap- dación cruzada de todas las escalas con muestras de tamaño considerable ha producido
taciones internacionales del MMPI-2 (Butcher, 1996). Un descubrimiento digno de diferencias grupales significativas, si bien el traslape de los grupos de crite¡-io cont{l\S·
mención de quienes han recopllado los datos para el uso de dichas traducciones y tados es considerable y las correlac\ones con el criterio a menudo son bajas.
adaptaciones es que las muestras transculturales normales tienen una calificación más Como en el MMPl-2, todas las calificaciones del CPI se informan en términos de
cercana a las normas de estandarización del MMPl-2 comparadas con ·las normas de una escala de calificación estándar con una media c!e 50 y una DE igual a 10; en la ac- (
las muestras anteriores del MMPI- ·' tualidad, la escala se basa en una muestra no normativa' de 3 000 mujeres y 3 000
Al tratar de mejorar el ejemplo clásico del inventario de personalidad sin alterarlo hombres cuyos datos se extrajeron de los archivos del CPl·para representar la pobla-
de manera fundamental, la Comisión de Reestandarización del _MMPI se !mp1:1so pos ción general de los Estados Unidos en- términos de edad, qivel socioeconómico y área
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mos en otra sección de este cap(tulo) o el lnventario·de Evaluación' de la Persónali- que podían eliminarse o agregarse elementos según se necesitara (Gough, 1987, p. 1).
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utiliza una elaborada estrategia secuencial que combina métodos lógicos y empíricos vos a 462 en la revisión de 1987 y más recientemente a 434) para eliminar los reactivos
que podrían ser objetables para algunos de los.examinados o legalmente cuestionables
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360 Evaluadón de la personalidad Inventarios outodescriptivos de la personalidad 361

especialmente en la sdección y colocación de pi:rsonal. t\l utihzar el ex tenso archivo ma sistemática de obtener dicha información y de interpretarla en términos de los da-
de daros de más de 13 OÓO sujetos en todos los reactivos dd CPI, Gough y BraJley se tos normativos y diagnósticos.
h:m esforzado por conservar la confiabilidad y valide? de las escalas b;ísicas, rnante· El PIC original comprendía un rotal de 600 reactivos agrupados en tres "escalas de
niendo consr::mre su longinid mediante la sustitución de los reactivos eliminados con validez", una de detección general y 12 escalas clínicas. Las de validez incluyen la es·
otros funcionalmente equivalentes en términos del grado de correlación con los crite· cala de Mentiras, que consca 'de reactivos que hacen que el niño aparezca de una ma·
rios de pertenencia a la escala. nera irrealmente favorable; lá escala de Frecuencia, que comprende reactivos r:ira Vl'?
La investigación con el CPI ha proporcionado información de gran utilidad para apoyados, y la escala Defensiva, diseñada para evaluar la tendencia de los p:idrrs 11 po
analizar los perfiles basados en elevaciones de la escala individual y las configuraciones nerse a la defensiva respecto a la conducta del niño. La escala de Jccección, lln11111d11
o los patrones de puntuaciones en dos o más escalas, de una manera afín a la tradición de Ajuste, se utiliza para identificar a los niños que requieren de evaluación psicol6111
de interpretación de los códigos del MMPI (McAllister, 1996). Los estudios transculru· ca. Las 12 escalas clínicas se diseñaron para evaluar el desarrollo cognoscitivo y l'I
rales indican que el CPI es útil para explornr las diferencias de personalidad entre gru· aprovechamiento académico del niño, varias formas bien establecidas Je problemas
pos étnicos (véase Dana, 1993¡ Davis, Hoffman y Nelson, 1990). Además de las escalas emocionales e interpersonales (por ejemplo, depresión, ansiedad; aislamiento e hiper·
básicas se han elaborado otras, como la de Potencial Ejecutivo y una de Orientación al actividad), así como el clima psicológico de la familia.
Tr:abajo (Gough, 1984, 1985), y guía~ de aplicación que hacen especial referencia al uso En la versión actual del Formato Revisado del PIC (PIC-R), los reactivos se reorde-
del CP! en la se!ección de personal y el.desarrollo profesional (Meyer y Davis, 1992). naron y se redujeron a 420; el cuadernillo de aplicación los agrupa en tres partes progre·
!
Desde su revisión en 1987, el CPI también incluye un modelo tipológico tridimen- sivamente más largas. La Parte I (reactivos 1- 131) produce puntuaciones en la escala
sional para la clasificación de individuos con altas y bajas puntuaciones en las tres esca- de Mentiras y para cuatro nuevas escalas basadas en factores más amplios. La Parte II
las estructurales o vectores identificados por los análisis factoriales y de reactivos. Las (reactivos 132-280) agrega a la Pane I versiones abreviadas de otras escalas regulares y
escalas estructurales miden las dimensiones de orden superior de lntern~lidad conrra una lista parcial de reactivos críticos. La Parte III (reactivos 281-420) ~ñade el resto de
Excernalidad, Aceptación contra Rechazo de las Normas y Aucorrealización. Las cali· los reactivos requeridos para el complemento de las 16 calificaciones de la escala origi·
Ílcaciones en las dos primeras escalas se utilizan para categorizar a.los examinados en na!, cuatro calificaciones de factor amplio y el conjunto completo de reactivos críticos. ·
cumo tipos de personalidad (Alfa, Beta, Gamma y Delta), mientras que. las califica· Siete de las 16 escalas PIC originales se desarrollaron mediante la comparación
cienes de la tercera escala vector pretenden medir el nivel de integración o realiza· empírica de las frecuencias de respuesta en grupos de criterio y control. Gracias a un
ción del potencial positivo asociado con el tipo que corresponda al individuo. El procedimiento itera.tivo se fueron agregando los reactivos hasta que la escala alcanzó
modelo tipológico es atraccivo para los usuarios organizacionales del invenrario, pero una validez. óptima. En las nueve escalas testantene siguieron procedimientos de va·
ha sido criticado por la vaga descripción de los procedimientos empleados para deri· lidación de conte~ido ·en los que los reactivos se seleccionaban·iOicialmente sobre la
vario (Engelhard, 1992). Además, comparte las debilidades conceptuales y psicomé- base de fas elecciones de los jueces o las valoraciones de la relevancia de la escala¡ sin
tricas inherentes a la clasificación de la gente ¡or tipos basada en la dicoromización .embargo, incluso en esos casos la evaluación de la consistencia interna de las resp11e~­
arbitraria de dos o más dimensiones continuas. tas a los reactivos en las escalas y el análisis factorial de los reactivos contribuyeron :1
la validación de constructo de las escalas.
Una monografía preparada por Lachar y Gdowski (! 979) ofrece una buena ct1111ut.1cl
Inventarios de personalidad para niñ os de datos interpretativos para el PIC original que se basan en un estudio amplio y 51Sll'
Aunque no utili:an los reactivos o datos del MMPI, el Inventario de Per~onalidad pa· mático de validación. El manual complementario preparado para la versión Jd Fcmn,1
ra Niños. (Personaliry Im1emory for Children, PIC) se elaboró con la misma mecodolo- · to Revisado· hace lo mismo para las escalas de factores y proporciona lm d.11m
gía general que el MMPI y el CPI (\Yirt y Lachar, 1981; Wirt, Lachar, Klinedinst y psicométricos sobre las escalas abreviadas (Lachar, 1982). Además, Lachar y sns n.~<x 1a
Seat, 1991). Destinado para niños y adolescentes de tres a 16 años, el PIC se desarro· dos realizaron análisis de agrupamientos para clasificar muestras heterogéneas ele niflm
lló en la Universidad de Minnesota luego de unos 20 años de estudios conducidos por sobre la base de sus perfiles PIC y esnidiaron las características de valor diagnóstico si~:
un grupo de investigadores que habían recibido una concienzuda formación en la lógi· nilicativo asociadas con diferentes perfiles PlC. Tomando ·como base esta línea de in
ca y el uso clínico del MMPI. Una diferencia importante entre el PIC y el MMPI ata· vescigación, se han implantado reglas secuenciales para la clasificación de perfiles l'n
ñe a la forma en que se obtiene la información: a los reactivos de cierto o falso no da tipos y procedimientos para calcular índices de similitud de perfiles (Gdowski, Lachar y
respuesta el niño, sino un adulto que lo conoce bien, por lo general la madre. El pro· Kline, 1985¡ Kline,. Lachar y Gdowski, 1992). Esta aproximación actuaria! a la. inter-
cedimientc es congmente con la práctica común en b~ clínicas infantiles de enrrevis· pretación, que también se ha urilizado con él MMPl y el CPI, es una extensión y elabo·
tar a los padres como la fuente principal de infnrmarión sohrc los problemas que ración de la tradición de el.ave empírica de criterio para la fase de desarrollo de una
presenta el niño y la historia del caso. En efecto, cstt• in v<'1\llll'in p1oporciona una far- prueba a su fase iri.terprerativa (véase, por ejemplo, Kline, Lachar y Boersma,. 1993).
Es Importante aclarar que el PIC-R no·es un inventa,rio autodescriptivo, .sino de
1
V~ase el análisis del Indicador tipo Myers-Brie~s en d rnphuJ,, 11• conducta observada, por lo que resulta compatible con la orientación conductual de la
11

360 Evaluadón de la personalidad Inventarios outodescriptivos de la personalidad 361

especialmente en la sdección y colocación de pi:rsonal. t\l utihzar el ex tenso archivo ma sistemática de obtener dicha información y de interpretarla en términos de los da-
de daros de más de 13 OÓO sujetos en todos los reactivos dd CPI, Gough y BraJley se tos normativos y diagnósticos.
h:m esforzado por conservar la confiabilidad y valide? de las escalas b;ísicas, rnante· El PIC original comprendía un rotal de 600 reactivos agrupados en tres "escalas de
niendo consr::mre su longinid mediante la sustitución de los reactivos eliminados con validez", una de detección general y 12 escalas clínicas. Las de validez incluyen la es·
otros funcionalmente equivalentes en términos del grado de correlación con los crite· cala de Mentiras, que consca 'de reactivos que hacen que el niño aparezca de una ma·
rios de pertenencia a la escala. nera irrealmente favorable; lá escala de Frecuencia, que comprende reactivos r:ira Vl'?
La investigación con el CPI ha proporcionado información de gran utilidad para apoyados, y la escala Defensiva, diseñada para evaluar la tendencia de los p:idrrs 11 po
analizar los perfiles basados en elevaciones de la escala individual y las configuraciones nerse a la defensiva respecto a la conducta del niño. La escala de Jccección, lln11111d11
o los patrones de puntuaciones en dos o más escalas, de una manera afín a la tradición de Ajuste, se utiliza para identificar a los niños que requieren de evaluación psicol6111
de interpretación de los códigos del MMPI (McAllister, 1996). Los estudios transculru· ca. Las 12 escalas clínicas se diseñaron para evaluar el desarrollo cognoscitivo y l'I
rales indican que el CPI es útil para explornr las diferencias de personalidad entre gru· aprovechamiento académico del niño, varias formas bien establecidas Je problemas
pos étnicos (véase Dana, 1993¡ Davis, Hoffman y Nelson, 1990). Además de las escalas emocionales e interpersonales (por ejemplo, depresión, ansiedad; aislamiento e hiper·
básicas se han elaborado otras, como la de Potencial Ejecutivo y una de Orientación al actividad), así como el clima psicológico de la familia.
Tr:abajo (Gough, 1984, 1985), y guía~ de aplicación que hacen especial referencia al uso En la versión actual del Formato Revisado del PIC (PIC-R), los reactivos se reorde-
del CP! en la se!ección de personal y el.desarrollo profesional (Meyer y Davis, 1992). naron y se redujeron a 420; el cuadernillo de aplicación los agrupa en tres partes progre·
!
Desde su revisión en 1987, el CPI también incluye un modelo tipológico tridimen- sivamente más largas. La Parte I (reactivos 1- 131) produce puntuaciones en la escala
sional para la clasificación de individuos con altas y bajas puntuaciones en las tres esca- de Mentiras y para cuatro nuevas escalas basadas en factores más amplios. La Parte II
las estructurales o vectores identificados por los análisis factoriales y de reactivos. Las (reactivos 132-280) agrega a la Pane I versiones abreviadas de otras escalas regulares y
escalas estructurales miden las dimensiones de orden superior de lntern~lidad conrra una lista parcial de reactivos críticos. La Parte III (reactivos 281-420) ~ñade el resto de
Excernalidad, Aceptación contra Rechazo de las Normas y Aucorrealización. Las cali· los reactivos requeridos para el complemento de las 16 calificaciones de la escala origi·
Ílcaciones en las dos primeras escalas se utilizan para categorizar a.los examinados en na!, cuatro calificaciones de factor amplio y el conjunto completo de reactivos críticos. ·
cumo tipos de personalidad (Alfa, Beta, Gamma y Delta), mientras que. las califica· Siete de las 16 escalas PIC originales se desarrollaron mediante la comparación
cienes de la tercera escala vector pretenden medir el nivel de integración o realiza· empírica de las frecuencias de respuesta en grupos de criterio y control. Gracias a un
ción del potencial positivo asociado con el tipo que corresponda al individuo. El procedimiento itera.tivo se fueron agregando los reactivos hasta que la escala alcanzó
modelo tipológico es atraccivo para los usuarios organizacionales del invenrario, pero una validez. óptima. En las nueve escalas testantene siguieron procedimientos de va·
ha sido criticado por la vaga descripción de los procedimientos empleados para deri· lidación de conte~ido ·en los que los reactivos se seleccionaban·iOicialmente sobre la
vario (Engelhard, 1992). Además, comparte las debilidades conceptuales y psicomé- base de fas elecciones de los jueces o las valoraciones de la relevancia de la escala¡ sin
tricas inherentes a la clasificación de la gente ¡or tipos basada en la dicoromización .embargo, incluso en esos casos la evaluación de la consistencia interna de las resp11e~­
arbitraria de dos o más dimensiones continuas. tas a los reactivos en las escalas y el análisis factorial de los reactivos contribuyeron :1
la validación de constructo de las escalas.
Una monografía preparada por Lachar y Gdowski (! 979) ofrece una buena ct1111ut.1cl
Inventarios de personalidad para niñ os de datos interpretativos para el PIC original que se basan en un estudio amplio y 51Sll'
Aunque no utili:an los reactivos o datos del MMPI, el Inventario de Per~onalidad pa· mático de validación. El manual complementario preparado para la versión Jd Fcmn,1
ra Niños. (Personaliry Im1emory for Children, PIC) se elaboró con la misma mecodolo- · to Revisado· hace lo mismo para las escalas de factores y proporciona lm d.11m
gía general que el MMPI y el CPI (\Yirt y Lachar, 1981; Wirt, Lachar, Klinedinst y psicométricos sobre las escalas abreviadas (Lachar, 1982). Además, Lachar y sns n.~<x 1a
Seat, 1991). Destinado para niños y adolescentes de tres a 16 años, el PIC se desarro· dos realizaron análisis de agrupamientos para clasificar muestras heterogéneas ele niflm
lló en la Universidad de Minnesota luego de unos 20 años de estudios conducidos por sobre la base de sus perfiles PIC y esnidiaron las características de valor diagnóstico si~:
un grupo de investigadores que habían recibido una concienzuda formación en la lógi· nilicativo asociadas con diferentes perfiles PlC. Tomando ·como base esta línea de in
ca y el uso clínico del MMPI. Una diferencia importante entre el PIC y el MMPI ata· vescigación, se han implantado reglas secuenciales para la clasificación de perfiles l'n
ñe a la forma en que se obtiene la información: a los reactivos de cierto o falso no da tipos y procedimientos para calcular índices de similitud de perfiles (Gdowski, Lachar y
respuesta el niño, sino un adulto que lo conoce bien, por lo general la madre. El pro· Kline, 1985¡ Kline,. Lachar y Gdowski, 1992). Esta aproximación actuaria! a la. inter-
cedimientc es congmente con la práctica común en b~ clínicas infantiles de enrrevis· pretación, que también se ha urilizado con él MMPl y el CPI, es una extensión y elabo·
tar a los padres como la fuente principal de infnrmarión sohrc los problemas que ración de la tradición de el.ave empírica de criterio para la fase de desarrollo de una
presenta el niño y la historia del caso. En efecto, cstt• in v<'1\llll'in p1oporciona una far- prueba a su fase iri.terprerativa (véase, por ejemplo, Kline, Lachar y Boersma,. 1993).
Es Importante aclarar que el PIC-R no·es un inventa,rio autodescriptivo, .sino de
1
V~ase el análisis del Indicador tipo Myers-Brie~s en d rnphuJ,, 11• conducta observada, por lo que resulta compatible con la orientación conductual de la
362 Evaluación de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 363

evaluación a la psicología clínica que explicaremos en el capítulo 17. Sin embargo, cada factor, es probable que un elemento Je subjetividad entre en la identificación
los informes de los padres tienen limitaciones, que en general reconocen y advierten los de los factores (véase el capítulo 11). De ahí que la identificación cruzada de factores de
autores del PIC,.quienes señalan que las respuestas pueden reflejar en parte su motiva· investigaciones separadas que utilizan mediciones distintas resulte difícil y haya sido
ción, sus actitudes y normas personales o culturales. Por esto, se espera encontrar, co· fuente de discrepancias en cuanto al número de rasgos y a los títulos que se les c.sig·
mo efectivamente sucede, ciertas inconsistencias en los informes de observadores · nan. Además, en el estudio de los rasgos de personalidad, el análisis factorial puede
distintos (ambos padres) y entre los informes de los padres y las autodescripciones de aplicarse de muchas formas distintas, de las cuales durante varias décadas han coexis·
los niños. Una forma de manejar este problema inevitable consiste en evaluar las pre· tido dos grandes tradiciones de investigación que, hasta cierto punto, se han unificado
disposiciones especiales de respuesta que pueden haber distorsionado los datos me· en los años recientes.
diante las "escalas de validez". La segunda opción consiste en obtener y comparar los La serie de estudios realizada por Guilford y sus colaboradores (véase, Guilford, 1959,
informes de más de un observador. La tercera. v(a consiste en: obtener ycomparar datos capitulo 16; Guilford y Zimmerman, 1956) ejemplifica una de esas tradiciones, cen·
de la autodescripción y del observador. · trada en el uso de los daros de cuestionarios de personalidad. En lugar de correlacionar
Para tal fin se ha desarrollado el Inventario de personalidad para Jóvenes (Persona- las puntuaciones totales de los inventarios, los investigadores calcularon las correla-
liry lnventory far Youth, PIY) como medida autodescriptiva paralela que se equipara al ciones entre los reactivos individuales de muchos inventarios "de personalidad. Como
PIC-R. Aunque el PIY puede utilizarse solo, idealmente proporciona la base para una subproducto de su investigación se desarrollaron tres inventarios de personalidad que
evaluación más completa, usando en conjunto los perfiles de padres e hijos {Lachar y al final se combinaron en el Estudio de Guilford y Zimme11J1an sobre el Temperamen·
Gruber, 1995a, 1995b). Los autores del PIY se sintieron de los primeros 280 reactivos to, un inventario que produce puntuaciones separadas para 1.0 rasgos (por ejemplo,
del PlC-R cortio punto de partida para la forma<;ión del banco de reactivos, de los que Restricción, Dominio, Estabilidad Emocional y Cordialidad), cada puntuación basada
la mayor parte se cambió de la tercera a la primera persona con.algunas modificaciones ·en 30 reactivos diferentes.
menores (por ejemplo, "Mi hijo a menudo trae amigos a casa" se convirtió en "A ine- Otra de las primeras aplicaciones de los métodos factoriales al desarrollo de invi:nta·
nudo llevo amigos a casa"): Hubo que hacer mayores ,::orrecciones a algunos para adap· rios de personalidad, en ocasiones denominada como la tradición "léxica", se encuen·
tarlos al "significado pretendido¡ otros tuvieron que descartarse por ser inapropiados traen el trabajo que i~!~.i.ó_ R B.Cattel.l cm \<1.Ms:~q~~~enta Oohn, Anglehner
para la autodescripeión para el nivel de edad objeti~~ (se estableció de los nueve a los y Ostendorf, 1988). ?ara tratar de obtener una d~~.\tx.;lQn caoar.ae la personalidad,
18 años) debído a les problemas que supone la autodescripción en. las edac!~ más cem· ~tellspmenzó por recopilartOdos kifriom'"J:irü.Ae_fcl$g9S de peooiiªHf!!.d_'ll!~.aFare·
pranas. Algunos reactivos SQn nuevos, de modo que \a versión final del l'IY consta de dan en el diccionario (como lo hicieron Allport y Odbert en 1936) o en la bibliografía
270 ítecru que comprenden nueve escalas clínicas que no se traslapan, 24. subeical:µ no psiqÚiátrlca"y psicológica. Esta lista de caSi 18 000 términos se redujo inicialmente al
traslapadas ycuatro "e5calas de validez". Los primeros 80.reactivos pueden us.arse como reunir los sinónimos evidentes, y la lista más pequeña se utilizó para obtene~ las esti·
forma abreviada para propó~itos de identificadón. El PIY se desarrolló y estandarizó maciones asoci~das de un grupo heterogéneo de adultos.J~~rrelaciones y l~jltlá:
utilizando una ~uestra de 2 33 7 estudiantes en grupos de educación. regular·y una . li~!~ factoriales de estas estimaciones y c!~.lq~--~~-tenidos__ c;n__c;µ~tl<?n~9os
muestra clínica de l 178 niños y adolescentes (Lachar y Gruber, 1993 ). f!llto~~§_c_r!etivóS~-permitieron la identificación de lo que Cattetl ~~ribió ~~<2.,"la
Aún queda mucho ~rabajo por hacer con el PlC-R y el PIY. Es necesario ~ctualizar _fu~~Ji: pi; .I~ ra.sgos primarios de personalidad",· una designacióñ.que parece implicar
las no~as del PIC (obtenidas a finales de los cincuenta y principios de los ~esenta) y más universalidad y estabilidad en los resultados de lo que parece justificado por la in·
extender.su base de investigación a los preescolares (Knoff, 1989). Hasta donde con· vestigación antecedente. Una car.¡._qer)gif;i d~ _la apr<.>ximación de Catte!L~Jlll~ no
cierne al PIY, todav.ía queda por establecer su utilidad clínica solo y en combinación -"Ul§id_~r~~J.j\Il~_lisi~ factorial como una técnica ¡Je redücdóñ·ae·dafüs, sino como un
con el PIC-R; sin embargo, ambos instrumentos comparten una base empírica impre· método para descubrir los rasgos causales subyacentes (aittell, 197~), ··• --~·· · ......- ..•.
sionante y la ventaja de proporcionar un conjunto integrado de instrumentos multidi-
mensionales específicamente diseñados para usarse con niños y adolescentes. El Cuestionario de Dieciséis Factores de Personalidad de Cattell (16PF).
Tomando como base su investigación factorial, QuuU-y-s1:1s-colaboradQies desarro·
. Haron una serie de inventarios de personalidad, de los cuales el ~.s;oo9cido es ~
EL ANÁLISIS FACTORIAL EN EL DES.ARRO LLO DE P.RUE BAS _C_Üestionariode DieciséisFac"tores dé Personalidad, actualmente~en su quincá.~dición
En ~n.~~e~ ~r. llegar a una ~~asj§~l!ción sistemáüi:l!.de los rasgos de personalida5l ~Caié.é[í,CaüeltfCái:foll;I993";Cónn yRieke, 1994; Russell y Karol, 1994). JJihlica·
...algunos 'PSicólC?gos recuri1éroiüf análisis factorial, una técnica (ya estúd~a­ do.originalmente en 19.49., el 16 PF se diseñó para edades que ~~~l'.I los..l~os y
ción con· la organiiaciÓnae las nabiliaadeS"C?Jgrrosdüvas) c¡ue és idi;!!I P.!!!!IJÚ~e ..produce 16 puntuaciones en rasgos corno Audacia Social, Domi!!!!!J..ciA• .\:'iglla!:icia,
reducir el número de categorías necesarias para explicar los fenómenos conductuales Estab.ilidad Einocional y Conciencia de las Reglas. Al paso.de lo5años, los 16 factores,
al buscar.patrones constantes en su ocurrenciá~· Se "feé"oraará que;"'dadó"qúirel proce· identificados por las mismas letras en las distintas ediciones del cuestionario, se han
so depende de un examen de las pruebas o· los reactivos que tienen la mayor carga en perfeccionado y renombrado, como sucedió al descartar la terminología esotérica que
362 Evaluación de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 363

evaluación a la psicología clínica que explicaremos en el capítulo 17. Sin embargo, cada factor, es probable que un elemento Je subjetividad entre en la identificación
los informes de los padres tienen limitaciones, que en general reconocen y advierten los de los factores (véase el capítulo 11). De ahí que la identificación cruzada de factores de
autores del PIC,.quienes señalan que las respuestas pueden reflejar en parte su motiva· investigaciones separadas que utilizan mediciones distintas resulte difícil y haya sido
ción, sus actitudes y normas personales o culturales. Por esto, se espera encontrar, co· fuente de discrepancias en cuanto al número de rasgos y a los títulos que se les c.sig·
mo efectivamente sucede, ciertas inconsistencias en los informes de observadores · nan. Además, en el estudio de los rasgos de personalidad, el análisis factorial puede
distintos (ambos padres) y entre los informes de los padres y las autodescripciones de aplicarse de muchas formas distintas, de las cuales durante varias décadas han coexis·
los niños. Una forma de manejar este problema inevitable consiste en evaluar las pre· tido dos grandes tradiciones de investigación que, hasta cierto punto, se han unificado
disposiciones especiales de respuesta que pueden haber distorsionado los datos me· en los años recientes.
diante las "escalas de validez". La segunda opción consiste en obtener y comparar los La serie de estudios realizada por Guilford y sus colaboradores (véase, Guilford, 1959,
informes de más de un observador. La tercera. v(a consiste en: obtener ycomparar datos capitulo 16; Guilford y Zimmerman, 1956) ejemplifica una de esas tradiciones, cen·
de la autodescripción y del observador. · trada en el uso de los daros de cuestionarios de personalidad. En lugar de correlacionar
Para tal fin se ha desarrollado el Inventario de personalidad para Jóvenes (Persona- las puntuaciones totales de los inventarios, los investigadores calcularon las correla-
liry lnventory far Youth, PIY) como medida autodescriptiva paralela que se equipara al ciones entre los reactivos individuales de muchos inventarios "de personalidad. Como
PIC-R. Aunque el PIY puede utilizarse solo, idealmente proporciona la base para una subproducto de su investigación se desarrollaron tres inventarios de personalidad que
evaluación más completa, usando en conjunto los perfiles de padres e hijos {Lachar y al final se combinaron en el Estudio de Guilford y Zimme11J1an sobre el Temperamen·
Gruber, 1995a, 1995b). Los autores del PIY se sintieron de los primeros 280 reactivos to, un inventario que produce puntuaciones separadas para 1.0 rasgos (por ejemplo,
del PlC-R cortio punto de partida para la forma<;ión del banco de reactivos, de los que Restricción, Dominio, Estabilidad Emocional y Cordialidad), cada puntuación basada
la mayor parte se cambió de la tercera a la primera persona con.algunas modificaciones ·en 30 reactivos diferentes.
menores (por ejemplo, "Mi hijo a menudo trae amigos a casa" se convirtió en "A ine- Otra de las primeras aplicaciones de los métodos factoriales al desarrollo de invi:nta·
nudo llevo amigos a casa"): Hubo que hacer mayores ,::orrecciones a algunos para adap· rios de personalidad, en ocasiones denominada como la tradición "léxica", se encuen·
tarlos al "significado pretendido¡ otros tuvieron que descartarse por ser inapropiados traen el trabajo que i~!~.i.ó_ R B.Cattel.l cm \<1.Ms:~q~~~enta Oohn, Anglehner
para la autodescripeión para el nivel de edad objeti~~ (se estableció de los nueve a los y Ostendorf, 1988). ?ara tratar de obtener una d~~.\tx.;lQn caoar.ae la personalidad,
18 años) debído a les problemas que supone la autodescripción en. las edac!~ más cem· ~tellspmenzó por recopilartOdos kifriom'"J:irü.Ae_fcl$g9S de peooiiªHf!!.d_'ll!~.aFare·
pranas. Algunos reactivos SQn nuevos, de modo que \a versión final del l'IY consta de dan en el diccionario (como lo hicieron Allport y Odbert en 1936) o en la bibliografía
270 ítecru que comprenden nueve escalas clínicas que no se traslapan, 24. subeical:µ no psiqÚiátrlca"y psicológica. Esta lista de caSi 18 000 términos se redujo inicialmente al
traslapadas ycuatro "e5calas de validez". Los primeros 80.reactivos pueden us.arse como reunir los sinónimos evidentes, y la lista más pequeña se utilizó para obtene~ las esti·
forma abreviada para propó~itos de identificadón. El PIY se desarrolló y estandarizó maciones asoci~das de un grupo heterogéneo de adultos.J~~rrelaciones y l~jltlá:
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Aún queda mucho ~rabajo por hacer con el PlC-R y el PIY. Es necesario ~ctualizar _fu~~Ji: pi; .I~ ra.sgos primarios de personalidad",· una designacióñ.que parece implicar
las no~as del PIC (obtenidas a finales de los cincuenta y principios de los ~esenta) y más universalidad y estabilidad en los resultados de lo que parece justificado por la in·
extender.su base de investigación a los preescolares (Knoff, 1989). Hasta donde con· vestigación antecedente. Una car.¡._qer)gif;i d~ _la apr<.>ximación de Catte!L~Jlll~ no
cierne al PIY, todav.ía queda por establecer su utilidad clínica solo y en combinación -"Ul§id_~r~~J.j\Il~_lisi~ factorial como una técnica ¡Je redücdóñ·ae·dafüs, sino como un
con el PIC-R; sin embargo, ambos instrumentos comparten una base empírica impre· método para descubrir los rasgos causales subyacentes (aittell, 197~), ··• --~·· · ......- ..•.
sionante y la ventaja de proporcionar un conjunto integrado de instrumentos multidi-
mensionales específicamente diseñados para usarse con niños y adolescentes. El Cuestionario de Dieciséis Factores de Personalidad de Cattell (16PF).
Tomando como base su investigación factorial, QuuU-y-s1:1s-colaboradQies desarro·
. Haron una serie de inventarios de personalidad, de los cuales el ~.s;oo9cido es ~
EL ANÁLISIS FACTORIAL EN EL DES.ARRO LLO DE P.RUE BAS _C_Üestionariode DieciséisFac"tores dé Personalidad, actualmente~en su quincá.~dición
En ~n.~~e~ ~r. llegar a una ~~asj§~l!ción sistemáüi:l!.de los rasgos de personalida5l ~Caié.é[í,CaüeltfCái:foll;I993";Cónn yRieke, 1994; Russell y Karol, 1994). JJihlica·
...algunos 'PSicólC?gos recuri1éroiüf análisis factorial, una técnica (ya estúd~a­ do.originalmente en 19.49., el 16 PF se diseñó para edades que ~~~l'.I los..l~os y
ción con· la organiiaciÓnae las nabiliaadeS"C?Jgrrosdüvas) c¡ue és idi;!!I P.!!!!IJÚ~e ..produce 16 puntuaciones en rasgos corno Audacia Social, Domi!!!!!J..ciA• .\:'iglla!:icia,
reducir el número de categorías necesarias para explicar los fenómenos conductuales Estab.ilidad Einocional y Conciencia de las Reglas. Al paso.de lo5años, los 16 factores,
al buscar.patrones constantes en su ocurrenciá~· Se "feé"oraará que;"'dadó"qúirel proce· identificados por las mismas letras en las distintas ediciones del cuestionario, se han
so depende de un examen de las pruebas o· los reactivos que tienen la mayor carga en perfeccionado y renombrado, como sucedió al descartar la terminología esotérica que
11

364 Evaluadón de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 365


1 . -
Cmdl empleó originalmente para designar los rasgos; por ejemplo, los cxrremos que El Mo~elo de los Cinco Factores .es similar aJa estructura..j~rá!f(uic..!'L9E~.i:_nida del
sdporrn la dimensión ahora conocida como Audacia Social inicialmente se conocí:.m análisis factorial ile los tests dehahj[idad que estudiamos en el capítulo 11. Aunque en
como "Threctia" y "Parmia", en los extremos tímido y atrevido, respectivamente. Los las últimas cuatro décadas v"arios investigadóres han coincidido en que se necesitan
factores de segundo orden del 16 PF, que previamente tluctuaban entre cuatro y ocho, cinco factores para explicar la mayor parte de las correlaciones entre una gran canti-
ahora se conocen como "factores globales" y se limitan a cinco, número que equipara -· dad de datos descriptivos de la personalidad, el número apropiado de facrores para
al popular modelo de cinco factores que veremos en la siguiente sección. propósitos particulares puede caracterizarse mejor como 5 ± 2. Por otro lado, cambi~n
En la quinta edición sólo se dispone de una forma del 16 PF que contiene 185 reac-. hay controversia en relación con los nombres dados a cada factor (véase, por cj~111 pl11,
tivos, que en su mayor parre se seleccionaron de las formas previas del cuestionario en Digman, 1990, p. 423; Loevinget, 1994; Paunonen, 1993 ), lo que es de cspcr:1r, tod11
función de su contenido y de la calidad de sus propiedades psicométricas. Se obtuvie- vez que los factores reflejan diferentes selecciones de inventarios, escalds, íormarns d<·
ron nuevas normas para el 16 PF en una muestra de 2 500 individuos seleccionados respuesta y muestras de las que se derivaron.
parn representar aproximadamente a la población estadounidense del censo de 1990 La forma en que se presentó el modelo de los cinco factores también generó cicrrn
cn términos de género, raza, distribución por edad y educación: Una de la~s- confusión y malos entendidos, pues implicaba que se habían "descubierto" los faccorcs
1ka~ distintivas del 16 PF es la inclusión, bajo el rubro_gi:.~e~ra..la Resolu- básicos de la personalidad mediante alguna nueva aproximación. En realidad, los fac-
< 1~n .d!!.Problemas";de 15 ~_p._c.t_iY.º.~ qt1ese .preseiitáñ.al final.9e.Ur:_ve!:'tar.i9_~~n tores corresponden al segundo nivel de una jerarqufa que resulta del análisis factorial
la <"SCJ!!\. ~¡:_l~.a,z9n!}.m\e~i~H!!!!;_ pretende haá r un~ r:n,~j;li_c;i9n.rápida.Óe. [a capacidad de los datos de tests de personalidad y escalas de valoración. Es importante advertir
mrnral. Además, i;l ~\J~StiQ!}!lllQ cuenta.ahora con.aesJndices.de.~~lk>s de respuesta que"el segundo nivel de la jera~quía, que produce factores de amplitud media, ha de-
1l1,c1\nJ~~~-~yaj1Jm:.la_~q_ui~~C.~-~~~~· l~ r~SP.!1.~.~~~~Le~.toE~~s__rJ9~J.1!teñrósaeriiilii­ mostrado ser más práctico y fácil de replicar, tanto en la evaluación cognoscitiva c;o-
vlcl110-por presentarse de una manera poco realista, como si tuviera cualidades social- mo en la afectiva, Esos factores producen puntuaciones más confiables, de ahf que la
111r111c deseaiiles·a·foaeseaQles:- · · · - · ·· -·--·- ·validez resultante sea, ·en correspondencia, ~ás alta porque agregan o combinan me-
Fn ~omparación-éo.ñfas-ediciones anteriores, en la quinta hay una mejora en la didas de los niveles inferiores de descriptores conductuales y rasgos más estrechamen-
< omistenda interna y la confiabilidad test-retest de las escalas de los 16 factores pri- te definidos. Si una batería de pruebas se elabora de acuerdo con un modelo
m~rios del 16 PF. Además, el manual técnico de la edición contiene mayor informa- jerárquico, como en las Escalas de Habilichd Diferencial que vimos en el capítulo 8, la
r16n sobre la validez que los manuales anteriores. Ahora bien, parece persistir el batería puede aplicarse con enorme ílexibilidad para adaptarse a propósitos específi-
problema de la falta de independencia factorial de las 16 escalas primarias, que ya era cos; por ejemplo, después de identificar el factor de nivel medio que mejor caracteriza
rvidcnte en las ediciones previas. Este problema se ha acentuado por el hecho de que al individuo, el análisis puede complementarse al examinar sus puntuaciones en las
n1ros investigadores que emplean las variables originales de Cattell no han logrado pruebas más detalladas del nivel inferior.
1cpcrir algo cercano a los 16 factores, sino apenas entre cuatro y siete (Digman, .1990; L. ~~~~-~:_s_t~~~.°.r~s más vinculados al mo?el? ge_.!9~.fi!lSQfag_qr~yr~p~raron
R. Goldberg, 1993). D. W. Fiske (1949) realizó los primeros intentos por repetir los fac- una. P.r~~§a q~e se ajusta a su versión del modelo. El.hw.~maci.o.deiernon¡¡lidad]'lEO,
rores primarios de Cauell y llegó a una solución de cinco. Su trabajo se cita ahora como R~~!~~élo (Revised NEO Personaliiy In11entory,9 NEO Pl-R, Costa y McCrae, 1992h)
la primera versión del modelo contemporáneo que esrudiaremos a ccmtimiacióh. proporciona en su edición actual puntuaciones para las cinco dimensiones o clominirJ1
principales de la personalidad y para 30 rasgos o faceriIS"iididonarés que identifican :1
El "model~.de los cinco factores" y por qué funciO!,P · Los trabajos actuales sobre la cada domii:iio. Costa y McCrae evita!l ~l_.~so det término "factm~'.'..~~~cslgnnr ln1
evaluacíón de lapersoruiffcfüélamcedeñgranafeñciÓn al llamado Modelo de los Cinco _l!scalas 9_c_omponentes que pueden aplicarse :rcua.t~uiéfñiVelae la jerarquía. En la 111
Factores! g_u".__~P.~ta u~ ·n~~el inusual_de consenso entre-los investigadores_Q.~~ bla 13. l se.-presentan ·tos cinco dominios principales .:::..NfuiciHcismo~(N)~ Ex1ravr1
pe!:Sonalidad d.~ 9!~<;!1::\S.trad(cioi:ies.delan:íl~~~.fu.~~rial (Costa y Widiger, 1994; Dig- sión (E), Apertura a la Experiencia (0), Agradabilidad (A) y Escrupulosidad (C) y
man, 1990; McCrae y John, 1992; Wiggins y Pincus, 1992). Al mismo tiempo, la forma sus respectivas facetas.
particular en que se presenta el modelo ha generado grandes crfticas y controversias l:_a_s.escalas del NEO Pl:R se elaboraron luego de 15 años de investigación que rn
(Block, 1995; Carlson, 1992; Goldberg, 1993; Kroger y Wood, 1993; Loevinger, 1994).8 menzó ccin una serie de estudios longitudinales· del envejecimiento eh in·ucstrns d<·
En esencia, tl.~odelo pretemkutilizaum.!lli!én j.erárquico de~!"!@fil.tPª!~.~!!_lplificar adultos·.normales y que luego se extenqió a muestras clínicas, laborales y univcrsi1 a
la enorme cantidad de dato.s.sqpf\l,:la condu~ta afectiva·aeTcis-indi~_iduos, lo que hace rias.. f.yllque se designó como medida de "rasgos.de.la.. persQnalfdá!fnoríiüil";-c6srn y
;:;;1 fácil manejaría info~ación al evaluar a individuos yal prcd~cir su comportamien- McGfae-preienden que "elYnstrumenta.~.i;.aJ~ útil en _l~.~~f!l!~ª· y Rtto.s.medios ap!i~n­
to en siruacíÓneS:dei:errñíiiadas: lüS factores son mds descriptivos que explicativos; y no d_o§_c:omo en la investigación. Entre las innovaciones metodológicas introducidns en
son más básicos que los reactivos individuales o las pnicbas de las que se derivaron. el -NEO~Pl-R está el acceso a una fó(ffi:i aÜ.ro(léscr.lptiva (forma S) y dos versiones de ·

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V~asc 1.1mbifo otros artículos que siguen a Kroger y \VooJ en 111 111l111111 1r1111111 1lr C'11rn<n1m íos del American 9
Las siglos NEO representan a Neuroricismo, Extraversión y Ap~rtura a la Experiencia, pero las ¡iatabras no se
Ps,chologin, 199), pp. 1298-1304. urilizon en el título completo del inventario.
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364 Evaluadón de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 365


1 . -
Cmdl empleó originalmente para designar los rasgos; por ejemplo, los cxrremos que El Mo~elo de los Cinco Factores .es similar aJa estructura..j~rá!f(uic..!'L9E~.i:_nida del
sdporrn la dimensión ahora conocida como Audacia Social inicialmente se conocí:.m análisis factorial ile los tests dehahj[idad que estudiamos en el capítulo 11. Aunque en
como "Threctia" y "Parmia", en los extremos tímido y atrevido, respectivamente. Los las últimas cuatro décadas v"arios investigadóres han coincidido en que se necesitan
factores de segundo orden del 16 PF, que previamente tluctuaban entre cuatro y ocho, cinco factores para explicar la mayor parte de las correlaciones entre una gran canti-
ahora se conocen como "factores globales" y se limitan a cinco, número que equipara -· dad de datos descriptivos de la personalidad, el número apropiado de facrores para
al popular modelo de cinco factores que veremos en la siguiente sección. propósitos particulares puede caracterizarse mejor como 5 ± 2. Por otro lado, cambi~n
En la quinta edición sólo se dispone de una forma del 16 PF que contiene 185 reac-. hay controversia en relación con los nombres dados a cada factor (véase, por cj~111 pl11,
tivos, que en su mayor parre se seleccionaron de las formas previas del cuestionario en Digman, 1990, p. 423; Loevinget, 1994; Paunonen, 1993 ), lo que es de cspcr:1r, tod11
función de su contenido y de la calidad de sus propiedades psicométricas. Se obtuvie- vez que los factores reflejan diferentes selecciones de inventarios, escalds, íormarns d<·
ron nuevas normas para el 16 PF en una muestra de 2 500 individuos seleccionados respuesta y muestras de las que se derivaron.
parn representar aproximadamente a la población estadounidense del censo de 1990 La forma en que se presentó el modelo de los cinco factores también generó cicrrn
cn términos de género, raza, distribución por edad y educación: Una de la~s- confusión y malos entendidos, pues implicaba que se habían "descubierto" los faccorcs
1ka~ distintivas del 16 PF es la inclusión, bajo el rubro_gi:.~e~ra..la Resolu- básicos de la personalidad mediante alguna nueva aproximación. En realidad, los fac-
< 1~n .d!!.Problemas";de 15 ~_p._c.t_iY.º.~ qt1ese .preseiitáñ.al final.9e.Ur:_ve!:'tar.i9_~~n tores corresponden al segundo nivel de una jerarqufa que resulta del análisis factorial
la <"SCJ!!\. ~¡:_l~.a,z9n!}.m\e~i~H!!!!;_ pretende haá r un~ r:n,~j;li_c;i9n.rápida.Óe. [a capacidad de los datos de tests de personalidad y escalas de valoración. Es importante advertir
mrnral. Además, i;l ~\J~StiQ!}!lllQ cuenta.ahora con.aesJndices.de.~~lk>s de respuesta que"el segundo nivel de la jera~quía, que produce factores de amplitud media, ha de-
1l1,c1\nJ~~~-~yaj1Jm:.la_~q_ui~~C.~-~~~~· l~ r~SP.!1.~.~~~~Le~.toE~~s__rJ9~J.1!teñrósaeriiilii­ mostrado ser más práctico y fácil de replicar, tanto en la evaluación cognoscitiva c;o-
vlcl110-por presentarse de una manera poco realista, como si tuviera cualidades social- mo en la afectiva, Esos factores producen puntuaciones más confiables, de ahf que la
111r111c deseaiiles·a·foaeseaQles:- · · · - · ·· -·--·- ·validez resultante sea, ·en correspondencia, ~ás alta porque agregan o combinan me-
Fn ~omparación-éo.ñfas-ediciones anteriores, en la quinta hay una mejora en la didas de los niveles inferiores de descriptores conductuales y rasgos más estrechamen-
< omistenda interna y la confiabilidad test-retest de las escalas de los 16 factores pri- te definidos. Si una batería de pruebas se elabora de acuerdo con un modelo
m~rios del 16 PF. Además, el manual técnico de la edición contiene mayor informa- jerárquico, como en las Escalas de Habilichd Diferencial que vimos en el capítulo 8, la
r16n sobre la validez que los manuales anteriores. Ahora bien, parece persistir el batería puede aplicarse con enorme ílexibilidad para adaptarse a propósitos específi-
problema de la falta de independencia factorial de las 16 escalas primarias, que ya era cos; por ejemplo, después de identificar el factor de nivel medio que mejor caracteriza
rvidcnte en las ediciones previas. Este problema se ha acentuado por el hecho de que al individuo, el análisis puede complementarse al examinar sus puntuaciones en las
n1ros investigadores que emplean las variables originales de Cattell no han logrado pruebas más detalladas del nivel inferior.
1cpcrir algo cercano a los 16 factores, sino apenas entre cuatro y siete (Digman, .1990; L. ~~~~-~:_s_t~~~.°.r~s más vinculados al mo?el? ge_.!9~.fi!lSQfag_qr~yr~p~raron
R. Goldberg, 1993). D. W. Fiske (1949) realizó los primeros intentos por repetir los fac- una. P.r~~§a q~e se ajusta a su versión del modelo. El.hw.~maci.o.deiernon¡¡lidad]'lEO,
rores primarios de Cauell y llegó a una solución de cinco. Su trabajo se cita ahora como R~~!~~élo (Revised NEO Personaliiy In11entory,9 NEO Pl-R, Costa y McCrae, 1992h)
la primera versión del modelo contemporáneo que esrudiaremos a ccmtimiacióh. proporciona en su edición actual puntuaciones para las cinco dimensiones o clominirJ1
principales de la personalidad y para 30 rasgos o faceriIS"iididonarés que identifican :1
El "model~.de los cinco factores" y por qué funciO!,P · Los trabajos actuales sobre la cada domii:iio. Costa y McCrae evita!l ~l_.~so det término "factm~'.'..~~~cslgnnr ln1
evaluacíón de lapersoruiffcfüélamcedeñgranafeñciÓn al llamado Modelo de los Cinco _l!scalas 9_c_omponentes que pueden aplicarse :rcua.t~uiéfñiVelae la jerarquía. En la 111
Factores! g_u".__~P.~ta u~ ·n~~el inusual_de consenso entre-los investigadores_Q.~~ bla 13. l se.-presentan ·tos cinco dominios principales .:::..NfuiciHcismo~(N)~ Ex1ravr1
pe!:Sonalidad d.~ 9!~<;!1::\S.trad(cioi:ies.delan:íl~~~.fu.~~rial (Costa y Widiger, 1994; Dig- sión (E), Apertura a la Experiencia (0), Agradabilidad (A) y Escrupulosidad (C) y
man, 1990; McCrae y John, 1992; Wiggins y Pincus, 1992). Al mismo tiempo, la forma sus respectivas facetas.
particular en que se presenta el modelo ha generado grandes crfticas y controversias l:_a_s.escalas del NEO Pl:R se elaboraron luego de 15 años de investigación que rn
(Block, 1995; Carlson, 1992; Goldberg, 1993; Kroger y Wood, 1993; Loevinger, 1994).8 menzó ccin una serie de estudios longitudinales· del envejecimiento eh in·ucstrns d<·
En esencia, tl.~odelo pretemkutilizaum.!lli!én j.erárquico de~!"!@fil.tPª!~.~!!_lplificar adultos·.normales y que luego se extenqió a muestras clínicas, laborales y univcrsi1 a
la enorme cantidad de dato.s.sqpf\l,:la condu~ta afectiva·aeTcis-indi~_iduos, lo que hace rias.. f.yllque se designó como medida de "rasgos.de.la.. persQnalfdá!fnoríiüil";-c6srn y
;:;;1 fácil manejaría info~ación al evaluar a individuos yal prcd~cir su comportamien- McGfae-preienden que "elYnstrumenta.~.i;.aJ~ útil en _l~.~~f!l!~ª· y Rtto.s.medios ap!i~n­
to en siruacíÓneS:dei:errñíiiadas: lüS factores son mds descriptivos que explicativos; y no d_o§_c:omo en la investigación. Entre las innovaciones metodológicas introducidns en
son más básicos que los reactivos individuales o las pnicbas de las que se derivaron. el -NEO~Pl-R está el acceso a una fó(ffi:i aÜ.ro(léscr.lptiva (forma S) y dos versiones de ·

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V~asc 1.1mbifo otros artículos que siguen a Kroger y \VooJ en 111 111l111111 1r1111111 1lr C'11rn<n1m íos del American 9
Las siglos NEO representan a Neuroricismo, Extraversión y Ap~rtura a la Experiencia, pero las ¡iatabras no se
Ps,chologin, 199), pp. 1298-1304. urilizon en el título completo del inventario.
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Inventarios outodescriptivos de la personalidad 367
366 Evaluadón de la personalidad

te homogéneos e independientes que focilita!l l?:.investigación de \a validez en campa·


ráCl6n con criteiios emp(ricos, permiten una mejor combinaci~n de las p~ruaciones
para la predíCcíOn de criterios específicos y contribuyen a la dehnición del consuu~to.
Dominios y facetas del Inventario de·Personalidad NEO La homogeneidad y ta·pureza-factoria~ son meras deseables en la elaboración de instru·
Revisado (NEO Pl·R) mentas, pero no son sustitutos de la validación empírica o de las bases teóricas firmes.

LA TEORÍA DE LA PERSONALIDAD EN EL DESARROLLO


DE LAS PRUEBAS
En genecal, las teorías de la personalidad se originan en medios clínicos, por lo que la
verificación experimental a la que han sido sometidas varía de modo considerable de
un sistema teórico a otro. Independientemente del grado al que se ha llevado a cabo di·
cha verificación objetiva, se ha elaborado una serie de tests de personalidad en el mar-
co de una u otra teoría. Como veremos en el capítulo 15, las hipótesis clínicamente
formuladas han sido particularmente importantes en la elaboración de las técnicas pro·
yectivas y, aunque en los inventarios autodescripti:vos es menos frecuente esta aproxi-
mación en la elaboración de instrumentos, disponemos de algunos ejemplos notables.

Inventario Multiaxial Clínico de Millon. Aunque en varios aspectos sigue la


tradición del MMPI y en vista de que fue diseñado con los mismos propósitos, el In-
(Adaptado de Cosca ·y McCrac, l992b, p. 2..Copyright ICI 1992 por Psychological AssessmCl\t Re.!OutW, lnc. ventario Multiaxial Clínico de Millon·lll (Millon Clinical Mu!¡iaxial lnwntory·III, MC-
Reproducido con autorización.) MI-III, Millon, Millon y Davis, 1994 ), publicado por primera vez en 1977, introduce
innovaciones metodológicas importantes. De hecho, se emprendió su preparación con
una forma de infor.me d~l o.\lservaq9r (Forma R para hombres y Forma R para muje· el propósito deliberado de enfrentar las cr!ticaS al MMP! y emplear los avances en el
res) qÜe conÚe~~ los mismos 240 réactivos de la formas presentados en ~ercera per· diagnóstico de psicopatolog(as y la elaboración de instrumentos.
sona: La forma R brinda lá posibilidad de obtener valoraciones independientes de los El MCMI-III se funda en la postura biopsicosocial de Millon del funcionamiento
compañe-ros7có¡lyüges ·y otras p~~s~hag.Q.)p~JX\ismo_s damiriióüw_r~ílM!~~valua· . de la personalidad y la psicopatología (Millon, 1969, 1981, 1990; Millon et al. , 1996).
doñ~;:!s>:q\ifl~~rta~~§~-~!i!Jci~~.1!:.lmE,<iJJ®rn.en ~l ~o..<;!s;l .NEOP[:B.llilm,u.t~omp Su teoría incluye una matriz de estilos de personalidad derivada de la combinación de
el invent~~o ~upo~e que el ex~m\h¡iclc?..el!..h~n~st~ J está_dlsp~est.:> ª,~o-laborar, no tipos en dos dimensiones: la fuente de reforzamiento (es decir, desapegado, discor·
contiene escalás destinadas a verificar la veracidad de las respues~ Eq ambas fo~ dante, dependiente, independiente y ambivalente) y el patrón de la conducta de
se disp~¡.;~..de'ñoffiias ¡Íani"'~d~ft~.·ho~br~·v in~í~res, y la formas proporciona_nor- afrontamiento (por ejemplo, activa o pasiva). La teoría de Millon de los estilos de per-
mas para liomb/es ymujerés d~ edad universitaria. . . sonalidad sirvió como una de las bases conceptuales en la formulación original del

.El!!Lodelo de' l~ cinco facror~· de l2s "Cinco Grand~s''.l postulado por McCrae Eje II de las categorías de trastornos de personalidad del Manual Escad!stico y Diagnós-
_LCosta ha recibido una acepta9~J!.!ll0Ilne1 .ªunq_'!~. I1º _universal, _como un marco.de . tico de Trastornos Menrales-III (DSM-lll, 1980) preparado por la Asociación Psiquiá-
ref~fa útil'eñ1aexploración d1d0s rasgos de personalidad:"Iñclu.wentre los inv¡;st¡; trica Estadounidense (American Psychiatric Association), ahora en su cuarta edición
gadores dé'-t~-'orrentación (k¡. análiSis.. fácioiláreiélS'i:en· dfferencias tanto en el [lÚmero (DSM-IV, 1994). A su vez, las escalas clínicas del MCMl-III son consistentes, aunque
de los factores de nivel lntennedio que proponen como en sus definiciones (L. R: Gold- no idénticas, con el sistema de clasificación seguido en el DSM-!V. Los esfuerzos por
berg, 1993; Zuckerman, Kuhlman, Joireman, Teta y Kraft, 1993 ). No obstante, ~n. sus coordinar el inventario tanto como fuera posible con la evolución del marco de referen·
diversas versiones el modelo ha estimulado una gran cantidad de investigaciones.con cia del DSM han fomentado las revisiones frecuentes a que ha sido sometido el MCMI.
el propósito de lograr la identificación cruzada de _los factores y la in~egración de di· El MCMl-llI ccntiene 175 afirmaciones autodescriptivas a las que el examinado
versos puntos de vista, como los aspectos significativos de las personalidades n?rmal y debe r~ponder con "cierto" o "falso". El perfil de calificación incluye 24 escalas cl(ni-
patqlógica (véase, por ej~mplo; Hofstee, de Raad y Goldberg, 1992). Tambi.~~ proce· cas, cada una de las cuales se basa en 12 a 24 reactivos traslapados que a menudo apa·
de a pasos acelerados e_I trabajo relacionado en el desarrollo de instrumentos y en el· recen hasta en tres escalas diferentes, aunque con pesos distintos. Los reactivos que
perfeccionamiento de las escalas existentes (Costa y McCrae, 1994, 1995; Costa y cumple!\ todos los criterios de validación para su escala "original" reciben un peso de
Widiger, 1994; Harkness, McNulty y Ben-Porath, 1995; Hagan y Hagan, 1992). 2, mientras que los reactivos secundarios reciben un peso de l. Como puede verse en
AJ.!.~!~ar los resultado~ de esta actividad, debeíl!_~~~-~~L::' cuenta que el 3:1~l-~is la tabla 13.2, las escalas clínicas se agrupan en cuatro categorías principales: Patrones
facrorial sólo proporciona una-técnka:pllfa-Feunif.les-reae~ivos-eñ grupos relativ.am.~.:_
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Inventarios outodescriptivos de la personalidad 367
366 Evaluadón de la personalidad

te homogéneos e independientes que focilita!l l?:.investigación de \a validez en campa·


ráCl6n con criteiios emp(ricos, permiten una mejor combinaci~n de las p~ruaciones
para la predíCcíOn de criterios específicos y contribuyen a la dehnición del consuu~to.
Dominios y facetas del Inventario de·Personalidad NEO La homogeneidad y ta·pureza-factoria~ son meras deseables en la elaboración de instru·
Revisado (NEO Pl·R) mentas, pero no son sustitutos de la validación empírica o de las bases teóricas firmes.

LA TEORÍA DE LA PERSONALIDAD EN EL DESARROLLO


DE LAS PRUEBAS
En genecal, las teorías de la personalidad se originan en medios clínicos, por lo que la
verificación experimental a la que han sido sometidas varía de modo considerable de
un sistema teórico a otro. Independientemente del grado al que se ha llevado a cabo di·
cha verificación objetiva, se ha elaborado una serie de tests de personalidad en el mar-
co de una u otra teoría. Como veremos en el capítulo 15, las hipótesis clínicamente
formuladas han sido particularmente importantes en la elaboración de las técnicas pro·
yectivas y, aunque en los inventarios autodescripti:vos es menos frecuente esta aproxi-
mación en la elaboración de instrumentos, disponemos de algunos ejemplos notables.

Inventario Multiaxial Clínico de Millon. Aunque en varios aspectos sigue la


tradición del MMPI y en vista de que fue diseñado con los mismos propósitos, el In-
(Adaptado de Cosca ·y McCrac, l992b, p. 2..Copyright ICI 1992 por Psychological AssessmCl\t Re.!OutW, lnc. ventario Multiaxial Clínico de Millon·lll (Millon Clinical Mu!¡iaxial lnwntory·III, MC-
Reproducido con autorización.) MI-III, Millon, Millon y Davis, 1994 ), publicado por primera vez en 1977, introduce
innovaciones metodológicas importantes. De hecho, se emprendió su preparación con
una forma de infor.me d~l o.\lservaq9r (Forma R para hombres y Forma R para muje· el propósito deliberado de enfrentar las cr!ticaS al MMP! y emplear los avances en el
res) qÜe conÚe~~ los mismos 240 réactivos de la formas presentados en ~ercera per· diagnóstico de psicopatolog(as y la elaboración de instrumentos.
sona: La forma R brinda lá posibilidad de obtener valoraciones independientes de los El MCMI-III se funda en la postura biopsicosocial de Millon del funcionamiento
compañe-ros7có¡lyüges ·y otras p~~s~hag.Q.)p~JX\ismo_s damiriióüw_r~ílM!~~valua· . de la personalidad y la psicopatología (Millon, 1969, 1981, 1990; Millon et al. , 1996).
doñ~;:!s>:q\ifl~~rta~~§~-~!i!Jci~~.1!:.lmE,<iJJ®rn.en ~l ~o..<;!s;l .NEOP[:B.llilm,u.t~omp Su teoría incluye una matriz de estilos de personalidad derivada de la combinación de
el invent~~o ~upo~e que el ex~m\h¡iclc?..el!..h~n~st~ J está_dlsp~est.:> ª,~o-laborar, no tipos en dos dimensiones: la fuente de reforzamiento (es decir, desapegado, discor·
contiene escalás destinadas a verificar la veracidad de las respues~ Eq ambas fo~ dante, dependiente, independiente y ambivalente) y el patrón de la conducta de
se disp~¡.;~..de'ñoffiias ¡Íani"'~d~ft~.·ho~br~·v in~í~res, y la formas proporciona_nor- afrontamiento (por ejemplo, activa o pasiva). La teoría de Millon de los estilos de per-
mas para liomb/es ymujerés d~ edad universitaria. . . sonalidad sirvió como una de las bases conceptuales en la formulación original del

.El!!Lodelo de' l~ cinco facror~· de l2s "Cinco Grand~s''.l postulado por McCrae Eje II de las categorías de trastornos de personalidad del Manual Escad!stico y Diagnós-
_LCosta ha recibido una acepta9~J!.!ll0Ilne1 .ªunq_'!~. I1º _universal, _como un marco.de . tico de Trastornos Menrales-III (DSM-lll, 1980) preparado por la Asociación Psiquiá-
ref~fa útil'eñ1aexploración d1d0s rasgos de personalidad:"Iñclu.wentre los inv¡;st¡; trica Estadounidense (American Psychiatric Association), ahora en su cuarta edición
gadores dé'-t~-'orrentación (k¡. análiSis.. fácioiláreiélS'i:en· dfferencias tanto en el [lÚmero (DSM-IV, 1994). A su vez, las escalas clínicas del MCMl-III son consistentes, aunque
de los factores de nivel lntennedio que proponen como en sus definiciones (L. R: Gold- no idénticas, con el sistema de clasificación seguido en el DSM-!V. Los esfuerzos por
berg, 1993; Zuckerman, Kuhlman, Joireman, Teta y Kraft, 1993 ). No obstante, ~n. sus coordinar el inventario tanto como fuera posible con la evolución del marco de referen·
diversas versiones el modelo ha estimulado una gran cantidad de investigaciones.con cia del DSM han fomentado las revisiones frecuentes a que ha sido sometido el MCMI.
el propósito de lograr la identificación cruzada de _los factores y la in~egración de di· El MCMl-llI ccntiene 175 afirmaciones autodescriptivas a las que el examinado
versos puntos de vista, como los aspectos significativos de las personalidades n?rmal y debe r~ponder con "cierto" o "falso". El perfil de calificación incluye 24 escalas cl(ni-
patqlógica (véase, por ej~mplo; Hofstee, de Raad y Goldberg, 1992). Tambi.~~ proce· cas, cada una de las cuales se basa en 12 a 24 reactivos traslapados que a menudo apa·
de a pasos acelerados e_I trabajo relacionado en el desarrollo de instrumentos y en el· recen hasta en tres escalas diferentes, aunque con pesos distintos. Los reactivos que
perfeccionamiento de las escalas existentes (Costa y McCrae, 1994, 1995; Costa y cumple!\ todos los criterios de validación para su escala "original" reciben un peso de
Widiger, 1994; Harkness, McNulty y Ben-Porath, 1995; Hagan y Hagan, 1992). 2, mientras que los reactivos secundarios reciben un peso de l. Como puede verse en
AJ.!.~!~ar los resultado~ de esta actividad, debeíl!_~~~-~~L::' cuenta que el 3:1~l-~is la tabla 13.2, las escalas clínicas se agrupan en cuatro categorías principales: Patrones
facrorial sólo proporciona una-técnka:pllfa-Feunif.les-reae~ivos-eñ grupos relativ.am.~.:_
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368 Evaluación de la personalidad Inventarios autodescriptivos .de la personalidad 369

Clínicos Je Personalidad, Personalidad Patológica Grave, Síndrnmcs Clínicos y Sín· secciones de este capítulo. El procedimiento incluye una secuencia de tres pasos prin·
dromes Graves. Las dos primerns categorías contienen escabs diseñadas para evaluar cipales: ( 1) teórica-sustantiva (por ejemplo, escribir y seleccionar reactivos adecuados
los patrones de trastornos permanentes de personalidad del Eje ll del DSM con nive· a los constructos clínicamente relevantes), (2) interna-estructural (por ejemplo, co-
les distintos de grnvedad. las otras dos comprenden algunos de los síndromes de! Eje l rrelaciones _reactivo-escala y las frecuencias de apoyo) y (3 ) criterio externo (por
del DSM. También contiene tres índices de modificación y una verificación de valide! ejemplo, Jiterenciación de los gmpos diagnósticos de los de referencia y validaci6n
diseñada· para detectar patrones atípicos de resp\lesta y sesgos del examinado. Origi· cruzada de nuevas muestras).
nalmente, el MCMI sólo podía ser calificado por computadora, en la actualidad, ade- Los grupos de referencia empleados para el análisis de reactivos del MCMI-111 y sus
más de los servicios de calificación por correo electrónico y de los programas de predecesores no incluían muestras normales sino que estaban formados por pacil·ntc·s
cómputo para generar los perfiles e informes interpretativos, también es posible la ca· psiquiátricos no diferenciados. Es precisamente por el' uso exclusivo de mucst ras d!n1
lificación manual, aunque ésta es laboriosa por la necesidad de incorporar transforma· casen la·derivación de las normas y puntuaciones transformadas que el autor drdn1n
cienes de las puntuaciones y diversos ajustes. explícitamente que "El MCMI-III no es un instnunenco general de personalidnd qut•
Una de las innovaciones más significativas del MCMI es el uso de calificaciones es· pueda usarse con poblaciones normales o para cualquier propósito diferente a la dctc!'
tfodares denominadas Tasa Base (TB) que, en lugar de ser normalizadas, se fijan en las c.ión diagnóstica o a la evaluación clínica" (Millon et al., 1994, capítulo 5). Adem6s,
rnsas frecuentes de las características medidas. Las calilicaciones.TB de corte de las es· las puntuaciones de corte y la interpretación de perfiles de la escala se ajusran m~s a
calns MCMI se establecen de modo que reflejen los datos actuales de la rasa base de quienes muestran psicopatología en los grados medios de gravedad que a aquellos cu·
poblaciones psiquiátricas para las condiciones particulares que evalúa la escala y me· yos problemas se acercan a la normalidad o a un grado extremo de gravedad. En algu·
¡orar de ese modo el diagnóstico diferencial. Como las tasas dominantes pueden variar nos de los estudios del MCMI en los que se utiliza a sujetos normales se ha descubierto
t•n medios y poblaciones clínicas diferentes, las calificaciones TB de algunas de las es· que éstos califican más alto que los pacientes psiquiátricos, pero a niveles subclínicos,
,nbs del MCMI-III pueden ajustarse a ambientes, cronicidad y calificaciones en an· mientras que otros muestran calificaciones normales a niveles patológicos en ciertas
siedad y depresión, así como a ciertos patrones de respuesta. · escalas (por ejemplo, Histriónica y Narcisista). Tales descubrimientos confirman lo
En el desarrollo de reactivos para el MCMI se siguió la aproximación multifacética inadecuado de aplicar el inventario a personas normales e indica que, con elevado·
que caracteriza a la práctica reciente en la elaboración yºvalidación de los inventarios nes de nivel medio, las escalas pueden, incluso, medir atributos de una personalidad
de personalidad. A este respecto, el MCMI rebasa la metodología."descrita en- varias saludable (Wetzler, 1990).
Uno de los propósitos principales del MCMI es contribuir al proceso del diagnóstico
diferencial, una tarea que se complica por el hecho de que en el mismo individuo pue·
~fü•ii• den coexistir diferentes condiciones psiquiátricas. Las' revisiones y perfeccionamientos
relativamente frecuentes por los que ha pasado el MCMI .desde su primera publica·
:calas del Inventarlo Multiaxial Clínico de Millon-III ción resultan loables, pero también hacen más difícil la tarea de evaluar el grado al r¡11c
ha cumplido sus objetivos; sin embargo, se han acumulado numerosas investir,aciom•s
sobre' las versiones anteriores del instrumento y empiezan a aparecer algunas ~11hlica
ciohes relacionadas que sin dud-1 serán de utilidad para los usuarios. La invcs1i¡¡nd~11
ha hecho descubrimientos que·indican que el traslape de reactivos entre escalns p111·cl1·
disminuir su poder discriminativo, en especial cuando los examinados se enc111·n111111
inmersos en estados depresivos y de ansiedad; aunque se necesitan más datos ac1•11 .1rl1·
la eficiencia diagnóstica de las escalas de síndromes clínicos, el MCMI es 1111 im1111
mento potencialmente valioso para el diagnóstico de trastornos de personalidnd y p ;11 ,1
la evaluación de su tratamiento (Choca, Shanley y Van Denburg, 1992; Craig, 1t)I)1 ,
Goncalves, Woodward y Millon, 1994; Retzlaff, 1995; C. R. Reynolds, 1992a). 1 º
Recientemente, Millon preparó dos nuevos instrumentos que amplían sus pbnt l'll
mientes a la evaluación de la personalidad y la psicopatologfa. Uno es el lnvenrniio
Clínico para Adolescentes de Millon (Millon Adolescent Clinical lnventory, MACl, Mi·
llon, Millon y Davis, 1993), que pretende ser la herramienta a elegir para evaluar a
adolescentes de entre 13 y 19 años en medios clínicos. El MACI se formuló a partir del
10
El lnvenrnrio de Personalidad lnadapcada y Adaptada (SNAP) es una nueva medida·interesante que también
está diseñada paia evaluar la personalidad patológica. En contraste con el MCMl, el SNAP emplea escalas deri·
{Adaptado de Millon et ni., 1994, p. Z.. Cupyri~nt © 1994 po.>r l)IC"AMI lllll·N. l ~Jc · ll1·p11>I'" "''' rn11 .111torización.) vadas mediante análisis factoriales (véase, por ejemplo, Clark, McEwcn, Collard y Hickok, 1993).
11

368 Evaluación de la personalidad Inventarios autodescriptivos .de la personalidad 369

Clínicos Je Personalidad, Personalidad Patológica Grave, Síndrnmcs Clínicos y Sín· secciones de este capítulo. El procedimiento incluye una secuencia de tres pasos prin·
dromes Graves. Las dos primerns categorías contienen escabs diseñadas para evaluar cipales: ( 1) teórica-sustantiva (por ejemplo, escribir y seleccionar reactivos adecuados
los patrones de trastornos permanentes de personalidad del Eje ll del DSM con nive· a los constructos clínicamente relevantes), (2) interna-estructural (por ejemplo, co-
les distintos de grnvedad. las otras dos comprenden algunos de los síndromes de! Eje l rrelaciones _reactivo-escala y las frecuencias de apoyo) y (3 ) criterio externo (por
del DSM. También contiene tres índices de modificación y una verificación de valide! ejemplo, Jiterenciación de los gmpos diagnósticos de los de referencia y validaci6n
diseñada· para detectar patrones atípicos de resp\lesta y sesgos del examinado. Origi· cruzada de nuevas muestras).
nalmente, el MCMI sólo podía ser calificado por computadora, en la actualidad, ade- Los grupos de referencia empleados para el análisis de reactivos del MCMI-111 y sus
más de los servicios de calificación por correo electrónico y de los programas de predecesores no incluían muestras normales sino que estaban formados por pacil·ntc·s
cómputo para generar los perfiles e informes interpretativos, también es posible la ca· psiquiátricos no diferenciados. Es precisamente por el' uso exclusivo de mucst ras d!n1
lificación manual, aunque ésta es laboriosa por la necesidad de incorporar transforma· casen la·derivación de las normas y puntuaciones transformadas que el autor drdn1n
cienes de las puntuaciones y diversos ajustes. explícitamente que "El MCMI-III no es un instnunenco general de personalidnd qut•
Una de las innovaciones más significativas del MCMI es el uso de calificaciones es· pueda usarse con poblaciones normales o para cualquier propósito diferente a la dctc!'
tfodares denominadas Tasa Base (TB) que, en lugar de ser normalizadas, se fijan en las c.ión diagnóstica o a la evaluación clínica" (Millon et al., 1994, capítulo 5). Adem6s,
rnsas frecuentes de las características medidas. Las calilicaciones.TB de corte de las es· las puntuaciones de corte y la interpretación de perfiles de la escala se ajusran m~s a
calns MCMI se establecen de modo que reflejen los datos actuales de la rasa base de quienes muestran psicopatología en los grados medios de gravedad que a aquellos cu·
poblaciones psiquiátricas para las condiciones particulares que evalúa la escala y me· yos problemas se acercan a la normalidad o a un grado extremo de gravedad. En algu·
¡orar de ese modo el diagnóstico diferencial. Como las tasas dominantes pueden variar nos de los estudios del MCMI en los que se utiliza a sujetos normales se ha descubierto
t•n medios y poblaciones clínicas diferentes, las calificaciones TB de algunas de las es· que éstos califican más alto que los pacientes psiquiátricos, pero a niveles subclínicos,
,nbs del MCMI-III pueden ajustarse a ambientes, cronicidad y calificaciones en an· mientras que otros muestran calificaciones normales a niveles patológicos en ciertas
siedad y depresión, así como a ciertos patrones de respuesta. · escalas (por ejemplo, Histriónica y Narcisista). Tales descubrimientos confirman lo
En el desarrollo de reactivos para el MCMI se siguió la aproximación multifacética inadecuado de aplicar el inventario a personas normales e indica que, con elevado·
que caracteriza a la práctica reciente en la elaboración yºvalidación de los inventarios nes de nivel medio, las escalas pueden, incluso, medir atributos de una personalidad
de personalidad. A este respecto, el MCMI rebasa la metodología."descrita en- varias saludable (Wetzler, 1990).
Uno de los propósitos principales del MCMI es contribuir al proceso del diagnóstico
diferencial, una tarea que se complica por el hecho de que en el mismo individuo pue·
~fü•ii• den coexistir diferentes condiciones psiquiátricas. Las' revisiones y perfeccionamientos
relativamente frecuentes por los que ha pasado el MCMI .desde su primera publica·
:calas del Inventarlo Multiaxial Clínico de Millon-III ción resultan loables, pero también hacen más difícil la tarea de evaluar el grado al r¡11c
ha cumplido sus objetivos; sin embargo, se han acumulado numerosas investir,aciom•s
sobre' las versiones anteriores del instrumento y empiezan a aparecer algunas ~11hlica
ciohes relacionadas que sin dud-1 serán de utilidad para los usuarios. La invcs1i¡¡nd~11
ha hecho descubrimientos que·indican que el traslape de reactivos entre escalns p111·cl1·
disminuir su poder discriminativo, en especial cuando los examinados se enc111·n111111
inmersos en estados depresivos y de ansiedad; aunque se necesitan más datos ac1•11 .1rl1·
la eficiencia diagnóstica de las escalas de síndromes clínicos, el MCMI es 1111 im1111
mento potencialmente valioso para el diagnóstico de trastornos de personalidnd y p ;11 ,1
la evaluación de su tratamiento (Choca, Shanley y Van Denburg, 1992; Craig, 1t)I)1 ,
Goncalves, Woodward y Millon, 1994; Retzlaff, 1995; C. R. Reynolds, 1992a). 1 º
Recientemente, Millon preparó dos nuevos instrumentos que amplían sus pbnt l'll
mientes a la evaluación de la personalidad y la psicopatologfa. Uno es el lnvenrniio
Clínico para Adolescentes de Millon (Millon Adolescent Clinical lnventory, MACl, Mi·
llon, Millon y Davis, 1993), que pretende ser la herramienta a elegir para evaluar a
adolescentes de entre 13 y 19 años en medios clínicos. El MACI se formuló a partir del
10
El lnvenrnrio de Personalidad lnadapcada y Adaptada (SNAP) es una nueva medida·interesante que también
está diseñada paia evaluar la personalidad patológica. En contraste con el MCMl, el SNAP emplea escalas deri·
{Adaptado de Millon et ni., 1994, p. Z.. Cupyri~nt © 1994 po.>r l)IC"AMI lllll·N. l ~Jc · ll1·p11>I'" "''' rn11 .111torización.) vadas mediante análisis factoriales (véase, por ejemplo, Clark, McEwcn, Collard y Hickok, 1993).
370 Evaluación de la personalidad Inventarios autodescnptivos de la personalidad 371

Inventario de Personalidad para Adolescentes de Millon (Millon Adolescent Personalicy 1979)¡ no obstante, la combinación de ambos marcos de reierencia hace que la inter-
lnoouory, MAP[, Millon, Green y Meagher, 1982), un instrumento anterior destinado pretación de las puntuaciones resulte confusa y menos significativa de lo que podría
originalmente para emplearse lo mismo en la evaluación clínica que en la consejería vo- ser con una aproximación constantemente ipsativa o bien normativa.
cacional y académica, con escalas.que :valúan los estilos básicos de perso~~lidad, las Los datos de validez presentados en el manual del EPPS son magros, y aunque se ha
preocup~ciones expresadas y las tendencias conductuales .de los adolescentes. . P?r otro publicado un gran número de estudios de validación independientes, a menudo es di-
lado, el Indice de &tilos de Personalidad de Millon {M1Uon lndex of P~onalit:t Sr:yles, fícil interpretar sus resultados porque casi ninguno ha tenido en consideración la na-
MIPS, Millon, 1994) pretende ser una medida pe personalidad para adultos nonnales turaleza ipsativa de las puntuaciones. Con puntuaciones ipsativas, la media de las
que buscan ayuda para resolver problemas labcirales, familiares o sociales e.n ·di~e~os intercorrelaciones de las escalas independientes tiende a ser negativa, y la correlación
ambientes de consejería. El MIPS se estandarizó con muestras de adultos y umve¡-s1tar1os promedio de todas las escalas con cualquier variable externa se aproxima a cero (
y combina elementos de la teoría de personalidad de Millon con las de Freud y Jung. (Hicks, 1970). Estas limitaciones artificiales impiden el análisis apropiado de las pun-
. tuac1ones ipsativas con los procedimientos correlacionales comunes, por lo que no~
Inventario de Preferep.cias Personales de Edwards. Entre las teorías de pe~­ de sorprender que los estudios publicados de validación hayan arrojado resultados
sonalidad que han estimulado el desarrollo de instrumentos, una de las más prolíficas conflictivos y ¡ioco.concluyentes (véase, por ejemplo,.McCrae y Costa, 1992). A pe-
ha sido el sistema de necesidades manifiestas propuesto por Murray y sus colabo~do­ sar de su simplicidad yde sus rasgos notables, es necesario revisar al EPPS para ~limi­
res en la Clínica Psicológica de Harvard (Murray et al., 1938). Uno de los_primeros nar las debilidades técnicas relacionadas con la forma de los reactivos asf. ~mo la
inventarios diseñados para evaluar la fuerza de.esas necesidades fue el.lnventar\o de interpretación de las puntuaciones.
Preferencias Personales de Edwards (Edwards Personal Preferer)ce Schedule, EPPS, Ed-
wards, 1959). A partir de 15 necesidades derivadas de la lista de Murray, Edwards Forma de Investigación de la Personalidad y otros inventarios , de' J~c~son.
preparó conjuntos de reactivos cuyo contenido pare.d a a)u~tarse a cada.una de. es~s . La Forma de Investigación de la Personalidad (Personaliry Research Fonn, PRF) r~fieja
necesidades, entre las que se incluyen el Logro (hacer lo me¡or de µno mismo y real\- muchos de los avances técnicos en la elaboración de pruebas, que incluyen algunos
zar algo difícil), Deferencia (conformarse con lo que se espera de uno), E~ibición procedimientos de selección de reactivos que resultaban prácticaménte imp0sibles
(ser el centro de atencilmJ, lntracepción _(analizar los motivos y sentimientos propios antes de contar con computadoras de alta velocidad. La PRF ejemplifiq¡ elplan~ea­
y ajenos), Dominancia (influir en los demás y ser considerado como líder) y .Tenden· miento de Douglas N. Jackson al desarrollo de tests de personalidad, que comienza
cia a Consolar (ayudar a los demás cuando están en problemas). . ·con descripciones detalladas y explfcitas de los constructos que pretende medir, que
El inventario consta de 210 pares de afirmaciones en las que. los reactivos de cada constituyen la base para escribir los reactivas y definir los rasgos que los jueces tienen
una de las 15 escalas se emparejan con los reactivos de las otras 14. u En cada par, los que valorar en los estudios de validación (Jackson, 1970, 1289b).
examinados eligen una afirmación, la que mejor los caracterice. Es impo!'[ante cpnsi- Se dispone de cinco opciones diferentes de la PRF, que incluyen dos conjuntos de
derar que debido a la elección forzada, el EPPS produce puntuaciones ipsativas, es de- formas paralelas (A,B y AA,BB) con 300 y 440 reactivos, respectivamente. Las.for-
cir, la fuerza de cada necesidad no se expresa en términos absolutos, sino en relación mas más largas ofrecen puntuaciones para 22 escalas, cada una de las cuales se basa en
con la fuerza de las otraS necesidades del individuo, por lo que el marco de referencia 20 reactivos, incluyendo dos puntuaciones de validez, Infrecuencia y Deseabilidad; las
de la puntuación ipsativa es del individuo más que la muestra normativa. Como la su- formas más cortas contienen sólo 15 escalas de 20 reactivos. Una versión adicional (la
ma de todas las -puntuaciones de la.subescal~ es U:na constante para todos los examina- E), que se desarrolló más tarde mediante el uso de 'técnicas más elaboradas para el aná-
dos, si la puntuación que obtiene el sujeto.en una subescala se mueve un punto hacia lisis de reactivos, está formada por 352 de los mejores reactivos de las formas más lar-
arriba, la puntuación de otra subescala debe descender un punto. En tales copdicio- gas y proporciona puntuaciones en las 22 escalas, aunque cada una consta sólo de 16
nes, dos individuos con puntuaciones idénticas en el EPPS pueden diferir m¡¡rcada- reactivos. Además, el vocabulario de la forma E, que es actualmente la de mayor uso, es
mente en la fuerza absoluta de sus necesidades. Aunque el EPPS proporciona normas más sencillo que el de las otras formas. La puntuación de Infrecuencia, diseñada como
para la conversión de sus puntuaciones en percentiles, la naturaleza ipsativa de sus índice del descuido, los errores en la comprensión de las instrucciones y otras formas
puntuaciones puede cuestionar la pertinencia de dicha conversión. Si bien el marco ; no propositivas de respuesta, se basa en el número de r~puestas muy improbables que
de referencia ipsativo puede ser el más adecuado para las comparaciones· intraindivi- elige el examinado, digamos "Trato de dormir al. menos un poco cada noche" y "Yo
duales, como las que se requieren en la evaluación d~ los intereses y otras preferencias, hago mi propia ropa y zapatos". También se·presenta una escala de Deseabilidad, aun-
se requieren datos normativos de referencia para las comparaciones inu:rindivid.uales que este sesgo ya se había reducido considerablemente gracias a los procedimientos
que se emplean, por ejemplo, en la evaluación de la anormalidad (Fedorak Y. Coles, · empleados en el desarrollo y la selección de reactivos. El manual advierte correcta-
mente que las puntuaciones demasiado elevadas o bajas en esta escala pueden indicar
l l El MAPI se iecomienda ahora como un lnsuumento que puede usane únicamente en evaluaciones no cUnicas · no sólo actitudes atípicas del examinado (por ejemplo, un intento deliberado por
de la personalidad de adolcscciues normales. . crear una impresión favorable frente a la simulación), sino ta(Ilbién características de
12 En la siguiente sección analilarcmos esta fonna de reactivo, que representa una caractedstica im¡iotµnte del
personalidad que son importantes por derecho propio (digamos, una autoestima ele-
EPPS, como un ejemplo de la t~ica de elección forzada.
vada o un alto grado de socialización convencional frente a una baja autoestima}.
370 Evaluación de la personalidad Inventarios autodescnptivos de la personalidad 371

Inventario de Personalidad para Adolescentes de Millon (Millon Adolescent Personalicy 1979)¡ no obstante, la combinación de ambos marcos de reierencia hace que la inter-
lnoouory, MAP[, Millon, Green y Meagher, 1982), un instrumento anterior destinado pretación de las puntuaciones resulte confusa y menos significativa de lo que podría
originalmente para emplearse lo mismo en la evaluación clínica que en la consejería vo- ser con una aproximación constantemente ipsativa o bien normativa.
cacional y académica, con escalas.que :valúan los estilos básicos de perso~~lidad, las Los datos de validez presentados en el manual del EPPS son magros, y aunque se ha
preocup~ciones expresadas y las tendencias conductuales .de los adolescentes. . P?r otro publicado un gran número de estudios de validación independientes, a menudo es di-
lado, el Indice de &tilos de Personalidad de Millon {M1Uon lndex of P~onalit:t Sr:yles, fícil interpretar sus resultados porque casi ninguno ha tenido en consideración la na-
MIPS, Millon, 1994) pretende ser una medida pe personalidad para adultos nonnales turaleza ipsativa de las puntuaciones. Con puntuaciones ipsativas, la media de las
que buscan ayuda para resolver problemas labcirales, familiares o sociales e.n ·di~e~os intercorrelaciones de las escalas independientes tiende a ser negativa, y la correlación
ambientes de consejería. El MIPS se estandarizó con muestras de adultos y umve¡-s1tar1os promedio de todas las escalas con cualquier variable externa se aproxima a cero (
y combina elementos de la teoría de personalidad de Millon con las de Freud y Jung. (Hicks, 1970). Estas limitaciones artificiales impiden el análisis apropiado de las pun-
. tuac1ones ipsativas con los procedimientos correlacionales comunes, por lo que no~
Inventario de Preferep.cias Personales de Edwards. Entre las teorías de pe~­ de sorprender que los estudios publicados de validación hayan arrojado resultados
sonalidad que han estimulado el desarrollo de instrumentos, una de las más prolíficas conflictivos y ¡ioco.concluyentes (véase, por ejemplo,.McCrae y Costa, 1992). A pe-
ha sido el sistema de necesidades manifiestas propuesto por Murray y sus colabo~do­ sar de su simplicidad yde sus rasgos notables, es necesario revisar al EPPS para ~limi­
res en la Clínica Psicológica de Harvard (Murray et al., 1938). Uno de los_primeros nar las debilidades técnicas relacionadas con la forma de los reactivos asf. ~mo la
inventarios diseñados para evaluar la fuerza de.esas necesidades fue el.lnventar\o de interpretación de las puntuaciones.
Preferencias Personales de Edwards (Edwards Personal Preferer)ce Schedule, EPPS, Ed-
wards, 1959). A partir de 15 necesidades derivadas de la lista de Murray, Edwards Forma de Investigación de la Personalidad y otros inventarios , de' J~c~son.
preparó conjuntos de reactivos cuyo contenido pare.d a a)u~tarse a cada.una de. es~s . La Forma de Investigación de la Personalidad (Personaliry Research Fonn, PRF) r~fieja
necesidades, entre las que se incluyen el Logro (hacer lo me¡or de µno mismo y real\- muchos de los avances técnicos en la elaboración de pruebas, que incluyen algunos
zar algo difícil), Deferencia (conformarse con lo que se espera de uno), E~ibición procedimientos de selección de reactivos que resultaban prácticaménte imp0sibles
(ser el centro de atencilmJ, lntracepción _(analizar los motivos y sentimientos propios antes de contar con computadoras de alta velocidad. La PRF ejemplifiq¡ elplan~ea­
y ajenos), Dominancia (influir en los demás y ser considerado como líder) y .Tenden· miento de Douglas N. Jackson al desarrollo de tests de personalidad, que comienza
cia a Consolar (ayudar a los demás cuando están en problemas). . ·con descripciones detalladas y explfcitas de los constructos que pretende medir, que
El inventario consta de 210 pares de afirmaciones en las que. los reactivos de cada constituyen la base para escribir los reactivas y definir los rasgos que los jueces tienen
una de las 15 escalas se emparejan con los reactivos de las otras 14. u En cada par, los que valorar en los estudios de validación (Jackson, 1970, 1289b).
examinados eligen una afirmación, la que mejor los caracterice. Es impo!'[ante cpnsi- Se dispone de cinco opciones diferentes de la PRF, que incluyen dos conjuntos de
derar que debido a la elección forzada, el EPPS produce puntuaciones ipsativas, es de- formas paralelas (A,B y AA,BB) con 300 y 440 reactivos, respectivamente. Las.for-
cir, la fuerza de cada necesidad no se expresa en términos absolutos, sino en relación mas más largas ofrecen puntuaciones para 22 escalas, cada una de las cuales se basa en
con la fuerza de las otraS necesidades del individuo, por lo que el marco de referencia 20 reactivos, incluyendo dos puntuaciones de validez, Infrecuencia y Deseabilidad; las
de la puntuación ipsativa es del individuo más que la muestra normativa. Como la su- formas más cortas contienen sólo 15 escalas de 20 reactivos. Una versión adicional (la
ma de todas las -puntuaciones de la.subescal~ es U:na constante para todos los examina- E), que se desarrolló más tarde mediante el uso de 'técnicas más elaboradas para el aná-
dos, si la puntuación que obtiene el sujeto.en una subescala se mueve un punto hacia lisis de reactivos, está formada por 352 de los mejores reactivos de las formas más lar-
arriba, la puntuación de otra subescala debe descender un punto. En tales copdicio- gas y proporciona puntuaciones en las 22 escalas, aunque cada una consta sólo de 16
nes, dos individuos con puntuaciones idénticas en el EPPS pueden diferir m¡¡rcada- reactivos. Además, el vocabulario de la forma E, que es actualmente la de mayor uso, es
mente en la fuerza absoluta de sus necesidades. Aunque el EPPS proporciona normas más sencillo que el de las otras formas. La puntuación de Infrecuencia, diseñada como
para la conversión de sus puntuaciones en percentiles, la naturaleza ipsativa de sus índice del descuido, los errores en la comprensión de las instrucciones y otras formas
puntuaciones puede cuestionar la pertinencia de dicha conversión. Si bien el marco ; no propositivas de respuesta, se basa en el número de r~puestas muy improbables que
de referencia ipsativo puede ser el más adecuado para las comparaciones· intraindivi- elige el examinado, digamos "Trato de dormir al. menos un poco cada noche" y "Yo
duales, como las que se requieren en la evaluación d~ los intereses y otras preferencias, hago mi propia ropa y zapatos". También se·presenta una escala de Deseabilidad, aun-
se requieren datos normativos de referencia para las comparaciones inu:rindivid.uales que este sesgo ya se había reducido considerablemente gracias a los procedimientos
que se emplean, por ejemplo, en la evaluación de la anormalidad (Fedorak Y. Coles, · empleados en el desarrollo y la selección de reactivos. El manual advierte correcta-
mente que las puntuaciones demasiado elevadas o bajas en esta escala pueden indicar
l l El MAPI se iecomienda ahora como un lnsuumento que puede usane únicamente en evaluaciones no cUnicas · no sólo actitudes atípicas del examinado (por ejemplo, un intento deliberado por
de la personalidad de adolcscciues normales. . crear una impresión favorable frente a la simulación), sino ta(Ilbién características de
12 En la siguiente sección analilarcmos esta fonna de reactivo, que representa una caractedstica im¡iotµnte del
personalidad que son importantes por derecho propio (digamos, una autoestima ele-
EPPS, como un ejemplo de la t~ica de elección forzada.
vada o un alto grado de socialización convencional frente a una baja autoestima}.
372 ! Evaluadón de la personalidad Inventarios autodescn'ptivos de la personalidad J 73
lgu'al .que muchos otros insm1mentos de personalidad, la PFR to111<'1 • 0 11111 p 1111w d(' ..-~ .
..¡ .. .
·..:.· •
partida la teoría de la personalidad de Murray; Jackson utilizó hi ;unplia h1bliogr:ilía ..
-~ ~. -· factoiiales ·posterio;es corroboraron el agrupamiento de reactivos en las 20 escalas.
teórica y de investigación acumulada a lo brgo de tres décadas parn formular dcfini· ;~1 ~ Las correlaciones con escalas comparables del Inventario Psicológico de California,
ciones conductualmente orientadas y mutuamente excluyentes de 20 construcros o
rasgos qe personalidad. De ésos, 12 tienen los mismos nombres que los que aparecen
~i ~: el Estudio de Guilford 1y Zimmerman sobre el Temperamento, y el NEO-PI, entre
otros, ofrecen apoyo adicional a la identificación de los rasgos. Aunque los estudios
en el EPPS, y, para cada una de \~ 20 escalas bipolares de personalid~d. el manual
ofrece una descripción de quienes obtienen las punn1aciones más alcas y un conjunco lü: de las correlaciones entre varios instrumentos diseñados para medir las necesidades dr
Murray -como la PRF, el EPPS, el TAT (capítulo 15), y la ACL (capítulo 16) hnn
de adjetivos que definen los rasgos. En la tabla 13.3, se muestran dos ejemplos de las de- producido res1,1ltados inconsistentes, parece haber más apoyo para la validez de rn"'
finiciones de las escalas. tructo de la PRF que para algunos otros instrumentos, lo que no deberfa m ulrnr m1
Mediante procedimientos cuidadosamente controlados se generaron bancos de más prende~te al considerar la cuidadosa atención con que se formularon los rnsgm rn rl
de 100 reactivos para cada escala y para cada una se eligieron 20 reactivos de acuerdo desarrollo de dicho instrumento (Costa y McCrae, 1988; D. W. Fiske, l97J; Rt•rn11 1
con una correlación biserial alta con la puntuación de la escala total y una correlación vic y Rezmovic, 1980). Los datos sobre la validez empírica de la PRF comparnda rnn
baja con las puntuaciones en otras escalas de rasgos y con la escala de Deseabilidad. Se las valoraciones de los compañeros y las autod~scripdones también han arrojado re
eliminaron los reactivos cuya proporción flexible era excesiva; mediante un programa sultados prometedores. Un hecho notable es que se ha demostrado que la PRF puede
especial se asignaron los reactivos a las formas paralelas en términos de la correlación aplicarse él culturas diferentes, incluso a las no occidentales (Jackson, Guthrie, Astilla
hiserial con su propia escala y con la frecuencia de aprobación. Los procedimientos uti· y Elwood, 1983; Paurionen, Jackson, Trzebinski y Forsterling, 1992). En conjunto, co·
!izados en la elaboración de la forma E incluyeron, para cada reactivo, el cálculo de un mo atestigua la extensa bibliografía compilada por MacLennan (1992), la PRF es un
índice de eficiencia de acuerdo con los pesos derivados de varios parámetros estadísti· exrelente instrumento de investigación, pero aún se necesita mayor información para
cos, lo que permite ordenar los reactivos de esta escala sobre la base de su eficacia. determinar su eficacia en situaciones prácticas. 13
La ;validez de constructo de la PRF depende en gran medida de los procedimien· El Inventario de Personalidad de Jackson, Revisado Uackson PeTsonality ln11entory,
tos seguidos en el desarrollo y la selección de reactivos para cada escala. Los análisis JPI-R) se preparó después de la PRF con procedimientos de elaboración de escalas
similares aunque perfeccionadas y con una orientación más práctica (Jackson, 1976,
¡:m•111
;emplos de 1a.'definiciones de escala para la Forma
1994a). Las escalas de rasgos se tomaron de la bibliografía de la psicología social y dé
la personalidad por su relevancia para la predicción del comporta1J!iento de sujetos
normales ·en ·diversos contextos. Entre los rasgos cubiertos por las 15 escalas se en·
de Investigación de la Personalidad cuentran ansiedad, cooperación, responsabiUdad, astucia social y tolerancia. Los datos
sobre su validez se obtuvieron no sólo mediante correlaciones con las valoraciones de
Escala
Descripción del examinado Adjetivos que definen los compañeros y autodescripciones, usando el modelo de la matriz de rasgos y m ~ 1 n·
que obtiene la puntuación más alta el rasgo dos múltiples, sino también mediante estudios de grupos particulares de los cualt•s S<'
disponía de datos conductuales relevantes en contextos reales. En la reciente revisión
de este inventario, y como forma de apoyar su uso lo mismo en la conscjerfn arndr1111
ca que en medios laborales, se actualizaron las normas para los estudiantes 11111vrmt11
rios y se establecieron nuevas normas para obreros y oficinistas. Adcm ~s. se rl'alirn11 111
algunas modificaciones técnicas y cambios menores en las escalas que ahorn ~e 11·1111r11
en cinco agrupamientos de orden superior que son compatibles con las catcJtnd;i~ t1..1
Modelo de los Cinco Factores (MCF). Específicamente, las dimensiones Extrnvr1 1uln,
Confiable y Analítico del JPI-R son muy similares a las dimensiones de Extrnvt•1s1ón,
Escrupulosidad y Apertura' a la Experiencia del MCF, respectivamente. Ad1·111~,. 111
dimensión Emocional del JPl-R parece representar una combinación de Nr111 ntlclN
mo y Agradabilidad del MCF. Sin embargo, la dimensión de Oportunista· cid )Pl-ll,
q~e se derivó de las· escalas de Astucia Social y de Aceptación de Riesgos, no tiene 1111
vínculo directo con el MCF y, por consecuencia, se considera como un factor único.
Volviendo a la evaluación de la psicopatología, en la elaboración del Inventario B~
sico de Personalidad (Basic Pmonality ln11entory, BPI, Jack.son, 1989a) Jack.son empicó

ll Este instrumenco ha sido revisado ampliamente en los Anuarios de Medición Mental: 7' MMY, No. 123; 6'
(Tomado de )ne bon, 1989b, pp. 7. Copyright © 1989 por D.~1~1:" N J.11 ksnn llqu,.lud<k>con aurorización.)
6. MMY No. 643; 10' MMY, No. 282; véase ta.mbién TIP-IV para una lista de referencias actualizada.
372 ! Evaluadón de la personalidad Inventarios autodescn'ptivos de la personalidad J 73
lgu'al .que muchos otros insm1mentos de personalidad, la PFR to111<'1 • 0 11111 p 1111w d(' ..-~ .
..¡ .. .
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partida la teoría de la personalidad de Murray; Jackson utilizó hi ;unplia h1bliogr:ilía ..
-~ ~. -· factoiiales ·posterio;es corroboraron el agrupamiento de reactivos en las 20 escalas.
teórica y de investigación acumulada a lo brgo de tres décadas parn formular dcfini· ;~1 ~ Las correlaciones con escalas comparables del Inventario Psicológico de California,
ciones conductualmente orientadas y mutuamente excluyentes de 20 construcros o
rasgos qe personalidad. De ésos, 12 tienen los mismos nombres que los que aparecen
~i ~: el Estudio de Guilford 1y Zimmerman sobre el Temperamento, y el NEO-PI, entre
otros, ofrecen apoyo adicional a la identificación de los rasgos. Aunque los estudios
en el EPPS, y, para cada una de \~ 20 escalas bipolares de personalid~d. el manual
ofrece una descripción de quienes obtienen las punn1aciones más alcas y un conjunco lü: de las correlaciones entre varios instrumentos diseñados para medir las necesidades dr
Murray -como la PRF, el EPPS, el TAT (capítulo 15), y la ACL (capítulo 16) hnn
de adjetivos que definen los rasgos. En la tabla 13.3, se muestran dos ejemplos de las de- producido res1,1ltados inconsistentes, parece haber más apoyo para la validez de rn"'
finiciones de las escalas. tructo de la PRF que para algunos otros instrumentos, lo que no deberfa m ulrnr m1
Mediante procedimientos cuidadosamente controlados se generaron bancos de más prende~te al considerar la cuidadosa atención con que se formularon los rnsgm rn rl
de 100 reactivos para cada escala y para cada una se eligieron 20 reactivos de acuerdo desarrollo de dicho instrumento (Costa y McCrae, 1988; D. W. Fiske, l97J; Rt•rn11 1
con una correlación biserial alta con la puntuación de la escala total y una correlación vic y Rezmovic, 1980). Los datos sobre la validez empírica de la PRF comparnda rnn
baja con las puntuaciones en otras escalas de rasgos y con la escala de Deseabilidad. Se las valoraciones de los compañeros y las autod~scripdones también han arrojado re
eliminaron los reactivos cuya proporción flexible era excesiva; mediante un programa sultados prometedores. Un hecho notable es que se ha demostrado que la PRF puede
especial se asignaron los reactivos a las formas paralelas en términos de la correlación aplicarse él culturas diferentes, incluso a las no occidentales (Jackson, Guthrie, Astilla
hiserial con su propia escala y con la frecuencia de aprobación. Los procedimientos uti· y Elwood, 1983; Paurionen, Jackson, Trzebinski y Forsterling, 1992). En conjunto, co·
!izados en la elaboración de la forma E incluyeron, para cada reactivo, el cálculo de un mo atestigua la extensa bibliografía compilada por MacLennan (1992), la PRF es un
índice de eficiencia de acuerdo con los pesos derivados de varios parámetros estadísti· exrelente instrumento de investigación, pero aún se necesita mayor información para
cos, lo que permite ordenar los reactivos de esta escala sobre la base de su eficacia. determinar su eficacia en situaciones prácticas. 13
La ;validez de constructo de la PRF depende en gran medida de los procedimien· El Inventario de Personalidad de Jackson, Revisado Uackson PeTsonality ln11entory,
tos seguidos en el desarrollo y la selección de reactivos para cada escala. Los análisis JPI-R) se preparó después de la PRF con procedimientos de elaboración de escalas
similares aunque perfeccionadas y con una orientación más práctica (Jackson, 1976,
¡:m•111
;emplos de 1a.'definiciones de escala para la Forma
1994a). Las escalas de rasgos se tomaron de la bibliografía de la psicología social y dé
la personalidad por su relevancia para la predicción del comporta1J!iento de sujetos
normales ·en ·diversos contextos. Entre los rasgos cubiertos por las 15 escalas se en·
de Investigación de la Personalidad cuentran ansiedad, cooperación, responsabiUdad, astucia social y tolerancia. Los datos
sobre su validez se obtuvieron no sólo mediante correlaciones con las valoraciones de
Escala
Descripción del examinado Adjetivos que definen los compañeros y autodescripciones, usando el modelo de la matriz de rasgos y m ~ 1 n·
que obtiene la puntuación más alta el rasgo dos múltiples, sino también mediante estudios de grupos particulares de los cualt•s S<'
disponía de datos conductuales relevantes en contextos reales. En la reciente revisión
de este inventario, y como forma de apoyar su uso lo mismo en la conscjerfn arndr1111
ca que en medios laborales, se actualizaron las normas para los estudiantes 11111vrmt11
rios y se establecieron nuevas normas para obreros y oficinistas. Adcm ~s. se rl'alirn11 111
algunas modificaciones técnicas y cambios menores en las escalas que ahorn ~e 11·1111r11
en cinco agrupamientos de orden superior que son compatibles con las catcJtnd;i~ t1..1
Modelo de los Cinco Factores (MCF). Específicamente, las dimensiones Extrnvr1 1uln,
Confiable y Analítico del JPI-R son muy similares a las dimensiones de Extrnvt•1s1ón,
Escrupulosidad y Apertura' a la Experiencia del MCF, respectivamente. Ad1·111~,. 111
dimensión Emocional del JPl-R parece representar una combinación de Nr111 ntlclN
mo y Agradabilidad del MCF. Sin embargo, la dimensión de Oportunista· cid )Pl-ll,
q~e se derivó de las· escalas de Astucia Social y de Aceptación de Riesgos, no tiene 1111
vínculo directo con el MCF y, por consecuencia, se considera como un factor único.
Volviendo a la evaluación de la psicopatología, en la elaboración del Inventario B~
sico de Personalidad (Basic Pmonality ln11entory, BPI, Jack.son, 1989a) Jack.son empicó

ll Este instrumenco ha sido revisado ampliamente en los Anuarios de Medición Mental: 7' MMY, No. 123; 6'
(Tomado de )ne bon, 1989b, pp. 7. Copyright © 1989 por D.~1~1:" N J.11 ksnn llqu,.lud<k>con aurorización.)
6. MMY No. 643; 10' MMY, No. 282; véase ta.mbién TIP-IV para una lista de referencias actualizada.
374 Evaluadón de la personalidad Inventados autodescn"ptivos de la personalidad 375

los mismos criterios que aplicó aL preparar el PRF y el JPI. El BPl, desarrollado a lo largo .. fieran a su propia conducta. O bien, lns mis.mas personas pueden presentar dos vec~s la
de 15 años, pretende recrear la eficiencia diagnóstica asociada con el MMPl mediante el prueba, ~dmero c;on las instrucciones de simular de una manera especificada y [~ego
uso de escalas que son más sustanciales en téa;ninos de contenido, pureza psicométrica y ~n condiciones comunes. Los resultados de los estudios demuestran a las claras la faci-
margen de aplicabilidad. Aunque el BPl requiere de nonnas más representativas, en es- lidad con que pueden crearse del.iberadamente las impresiones deseadas. Resulta inte-
pecial para adultos, ya ha mostrado ser prometedor para el uso clínico en el área de la resante adver_tir que e~ posible realizar con éxito incluso el falseamiento específico
delincuencia juvenil (Holden yJackson, 1992; para una revisión, véase Urbina, 1995). para. un obietivo :ocacional (Wesman, 1952). La investigación actual indica que, en
Es probable que en esta revisión de los inventarios autodescriptivos el lector haya ~articular en los inventarios autodescriptivos, la "validez de facie" i4 de un reactivo
advertido una tendencia a la combinación de diversas aproximaciones. Tal es el caso incre.m.enta su susceptibilidad al falseamiento, tanto en condiciones realistas como en
de los inventarios de Jackson y de otros instrumentos desarrollados en la última déca- c?~diciones cent.roladas de laboratório. Eqtre mayor sea la facilidad con la que los in-
da, ya que en la selección de los reactivos utilizan todas las estrategias excepto la cla- d1v1duos pueden identificar (a partir de la redacción del reactivo} el rasgo que preten-
ve empírica de criterio. Además, hasta los inv~ntarios de Minnesota, que son el de evaluarse, más a me.nudo darán la respuesta deseable (Bomstein et al., 1994). '
ejemplo más destacadÓ del uso de una clave emp~ica de criterio, contienen ahora es- La. te~dencia. a e.leg1r las respuestas socialmente deseables en los inventarios auto-
calas que se basan en el análisis de contenido y factorial. Hay evidencias <i.ue indican descnpttvos no indica por fuerza un engaño deliberado por parte de quienes respon-
que las escalas de los inventarios de personalidad formuladas mediante..alguno de los de~. A. L. Edwards (1957), el primero en investigar la variable de la deseabilidad
cuatro.métodos.principales descritos en este capítulo pueden ser todas eficac~, al me- social, la explicó principalmente como un efecto de apariencia, o la tendencia a "fal-
nos en lo que concierne a la validez convergente y predictiva (Burisch, 1986); sin em- ¡ : sear para causar una buena impresión", de la que el individuo puede no ser consciente
bargo, los procedimientos basados en el contenido y en ta teoría son más fáciles de Esta tend.encia puede indicar una falta de percepción de las propias características au~
cla~rar, de mejor uso y con mayor probabilida~ de mostrar valid~z discriminativa que : toengaño o poca disposición a enfrentar las propias limitaciones. Otros investigadores
el método de claye empírica de criterio, que a su vez es menos compatible con el res- (Crowne YMarlowe, 1964; N. Frederiksen, 1965) presentaron evidencias que indican
to. Además, existe un amplio acQerdo en el sentido de que: (a) el desarrollo de inven- que la fuerza de la respuesta de deseabilldad social se relaciona con la necesidad más
tarios debería empezar con. una definición explícita del rasgo o constructo que
pretende medirse, y (b) la estructura organizacional descrita por Campbell y Fisk~ en
su matriz de rasgqs y métodos r:núltiples (véase el capítulo 5), representa una estrategia
general qu~ tenga. el individuo de protegerse, <le evitar las críticas, de confonnidad y
de aprobación social. Por otro lado, el i~dividuo que en una autodescripción elige res-
puestas poco favorables puede estar motivado por la necesidad de recibir atención, sim-
'
óptima para el examen de la validez de constructo de los inventarios de personalidad patía o ayuda para ~nfrentar los problemas personales; por ejemplo, en los inventarios
(Angl~itn.er, John y Lohr, 1986; Hagan y Nicholson, 1988; Ozer y Reise, 1994). de personahdad, quienes buscan psicoterapia tienen más probabilidad de parecer m'ás
desad~p~ados de lo que es realmente el caso. 1
Asimismo, no puede suponerse que la investigación básica esté libre de lbs efectbs
LAS ACTITUDES DEL EXAMINADO Y LOS SESGOS DE RESPUESTA de las disposiciones de respuesta¡ por ejemplo, en el contexto de los esrudios sobre el
. .
Falseamieo to y deseabilidad social. Los inventarios autodescriptivos son espe- cambio de actitud, .lo_s investigado~es han demostrado que los resultados pueden verse
cialmente susceptibles ala posibilidad de una descripción falsa. A pesar de lo~ comen- afectados por condiciones como la percepción que tengan los participantes de lo que
tarios· iniciales que afinnan lo contrario, para la.mayor parte de sus reactivos hay una espera ~l ~xperimen~ador, su afán por comptacerlo o frus trarlo y el deseo de proteger
respuesta que puede reconocerse c:Omo socialment!: más deseable o aceptable que las su propia _i mag~~ (Silverrnan y Shulman, 1970). Algunas diferencias no sospechadas
otras. En esas pruebas,. quienes las responden pueden sentirse motivados ¡¡ "falsear' pa- en estas disposic10nes de respuesta pueden explicar en parte la imposibilidad de reite-
ra quedar bien'.', es decir, elegir respuestas que generen una impresión favorable, como rar los resultados al repetir los experimentos. ·
al solicitar empleo'o al buscar la admisión en una instirución educativa. En otras cir- . Al~nos in~estigadores (P~ulhus, 1984, 1986; Paulhus y Reid, 1991) han subraya-
cunstancias, los individuos pueden sentirse·motivados a "falsear para quedar mal", tra· . do l~ d1~~rencia entre las nociones de manejo de il"\lpresionesis y autoengaño como
tanda de aparentar un trastorno psicológico mayor al qu~ presentan, po~ ejemplo, en exp~icaci0nes de las respuestas socialmente deseables o indeseables. El manejo de im-
la evaluación de quienes están sometidos a un juicio por haber cometic!o un crimen. pr_es1ones se refiere_ a la simulación consciente que se hace con el propósito de crear al-
Las evidencias del éxito con que esas personas puede.n falsear en los inventarios de gun efe~to especifico, deseado por el que responde¡ puede considerarse como un
personalidad son copiosas (véase, por ejemplo, Jacobs y Barran, 1968; Radcliffe, 1966; contaminante de los datos autodescriptivos y como algo que tiene que ser evaluado y
Stricker, 1969; J..S. Wiggins, 1966). Una demostración común en el salón.de clases cuando sea posible, minimizado o evitado. Por otro lado, resulta mucho más complej~
consiste en pedir a grupos diferentes que asuman ciertos papeles; por ejemplo, ~ una el autoe~~año, que c_ornis~e en una forma sesgada de responder; por lo general de ma-
sección del grupo se le da. instrucciones para .que conteste cada pregunta como lo ha- nera posmva, que el individuo honestamente considera como cierta. El autoengaño se
ría un estudiante universitario feliz y bien adaptado, mientras que a otra sección se le
pide que conteste de la manera en que lo haría una.persona gravemente tra.stomada, y 14
Véase el capítulos'.
a los miembros de la última sección se les.pide que contesten en forma honesta y se re- ll En ocasiones, se empican "ma.nipulación" y "engaño a los dc!tW" en lugar de "manejo de impresionesº.
374 Evaluadón de la personalidad Inventados autodescn"ptivos de la personalidad 375

los mismos criterios que aplicó aL preparar el PRF y el JPI. El BPl, desarrollado a lo largo .. fieran a su propia conducta. O bien, lns mis.mas personas pueden presentar dos vec~s la
de 15 años, pretende recrear la eficiencia diagnóstica asociada con el MMPl mediante el prueba, ~dmero c;on las instrucciones de simular de una manera especificada y [~ego
uso de escalas que son más sustanciales en téa;ninos de contenido, pureza psicométrica y ~n condiciones comunes. Los resultados de los estudios demuestran a las claras la faci-
margen de aplicabilidad. Aunque el BPl requiere de nonnas más representativas, en es- lidad con que pueden crearse del.iberadamente las impresiones deseadas. Resulta inte-
pecial para adultos, ya ha mostrado ser prometedor para el uso clínico en el área de la resante adver_tir que e~ posible realizar con éxito incluso el falseamiento específico
delincuencia juvenil (Holden yJackson, 1992; para una revisión, véase Urbina, 1995). para. un obietivo :ocacional (Wesman, 1952). La investigación actual indica que, en
Es probable que en esta revisión de los inventarios autodescriptivos el lector haya ~articular en los inventarios autodescriptivos, la "validez de facie" i4 de un reactivo
advertido una tendencia a la combinación de diversas aproximaciones. Tal es el caso incre.m.enta su susceptibilidad al falseamiento, tanto en condiciones realistas como en
de los inventarios de Jackson y de otros instrumentos desarrollados en la última déca- c?~diciones cent.roladas de laboratório. Eqtre mayor sea la facilidad con la que los in-
da, ya que en la selección de los reactivos utilizan todas las estrategias excepto la cla- d1v1duos pueden identificar (a partir de la redacción del reactivo} el rasgo que preten-
ve empírica de criterio. Además, hasta los inv~ntarios de Minnesota, que son el de evaluarse, más a me.nudo darán la respuesta deseable (Bomstein et al., 1994). '
ejemplo más destacadÓ del uso de una clave emp~ica de criterio, contienen ahora es- La. te~dencia. a e.leg1r las respuestas socialmente deseables en los inventarios auto-
calas que se basan en el análisis de contenido y factorial. Hay evidencias <i.ue indican descnpttvos no indica por fuerza un engaño deliberado por parte de quienes respon-
que las escalas de los inventarios de personalidad formuladas mediante..alguno de los de~. A. L. Edwards (1957), el primero en investigar la variable de la deseabilidad
cuatro.métodos.principales descritos en este capítulo pueden ser todas eficac~, al me- social, la explicó principalmente como un efecto de apariencia, o la tendencia a "fal-
nos en lo que concierne a la validez convergente y predictiva (Burisch, 1986); sin em- ¡ : sear para causar una buena impresión", de la que el individuo puede no ser consciente
bargo, los procedimientos basados en el contenido y en ta teoría son más fáciles de Esta tend.encia puede indicar una falta de percepción de las propias características au~
cla~rar, de mejor uso y con mayor probabilida~ de mostrar valid~z discriminativa que : toengaño o poca disposición a enfrentar las propias limitaciones. Otros investigadores
el método de claye empírica de criterio, que a su vez es menos compatible con el res- (Crowne YMarlowe, 1964; N. Frederiksen, 1965) presentaron evidencias que indican
to. Además, existe un amplio acQerdo en el sentido de que: (a) el desarrollo de inven- que la fuerza de la respuesta de deseabilldad social se relaciona con la necesidad más
tarios debería empezar con. una definición explícita del rasgo o constructo que
pretende medirse, y (b) la estructura organizacional descrita por Campbell y Fisk~ en
su matriz de rasgqs y métodos r:núltiples (véase el capítulo 5), representa una estrategia
general qu~ tenga. el individuo de protegerse, <le evitar las críticas, de confonnidad y
de aprobación social. Por otro lado, el i~dividuo que en una autodescripción elige res-
puestas poco favorables puede estar motivado por la necesidad de recibir atención, sim-
'
óptima para el examen de la validez de constructo de los inventarios de personalidad patía o ayuda para ~nfrentar los problemas personales; por ejemplo, en los inventarios
(Angl~itn.er, John y Lohr, 1986; Hagan y Nicholson, 1988; Ozer y Reise, 1994). de personahdad, quienes buscan psicoterapia tienen más probabilidad de parecer m'ás
desad~p~ados de lo que es realmente el caso. 1
Asimismo, no puede suponerse que la investigación básica esté libre de lbs efectbs
LAS ACTITUDES DEL EXAMINADO Y LOS SESGOS DE RESPUESTA de las disposiciones de respuesta¡ por ejemplo, en el contexto de los esrudios sobre el
. .
Falseamieo to y deseabilidad social. Los inventarios autodescriptivos son espe- cambio de actitud, .lo_s investigado~es han demostrado que los resultados pueden verse
cialmente susceptibles ala posibilidad de una descripción falsa. A pesar de lo~ comen- afectados por condiciones como la percepción que tengan los participantes de lo que
tarios· iniciales que afinnan lo contrario, para la.mayor parte de sus reactivos hay una espera ~l ~xperimen~ador, su afán por comptacerlo o frus trarlo y el deseo de proteger
respuesta que puede reconocerse c:Omo socialment!: más deseable o aceptable que las su propia _i mag~~ (Silverrnan y Shulman, 1970). Algunas diferencias no sospechadas
otras. En esas pruebas,. quienes las responden pueden sentirse motivados ¡¡ "falsear' pa- en estas disposic10nes de respuesta pueden explicar en parte la imposibilidad de reite-
ra quedar bien'.', es decir, elegir respuestas que generen una impresión favorable, como rar los resultados al repetir los experimentos. ·
al solicitar empleo'o al buscar la admisión en una instirución educativa. En otras cir- . Al~nos in~estigadores (P~ulhus, 1984, 1986; Paulhus y Reid, 1991) han subraya-
cunstancias, los individuos pueden sentirse·motivados a "falsear para quedar mal", tra· . do l~ d1~~rencia entre las nociones de manejo de il"\lpresionesis y autoengaño como
tanda de aparentar un trastorno psicológico mayor al qu~ presentan, po~ ejemplo, en exp~icaci0nes de las respuestas socialmente deseables o indeseables. El manejo de im-
la evaluación de quienes están sometidos a un juicio por haber cometic!o un crimen. pr_es1ones se refiere_ a la simulación consciente que se hace con el propósito de crear al-
Las evidencias del éxito con que esas personas puede.n falsear en los inventarios de gun efe~to especifico, deseado por el que responde¡ puede considerarse como un
personalidad son copiosas (véase, por ejemplo, Jacobs y Barran, 1968; Radcliffe, 1966; contaminante de los datos autodescriptivos y como algo que tiene que ser evaluado y
Stricker, 1969; J..S. Wiggins, 1966). Una demostración común en el salón.de clases cuando sea posible, minimizado o evitado. Por otro lado, resulta mucho más complej~
consiste en pedir a grupos diferentes que asuman ciertos papeles; por ejemplo, ~ una el autoe~~año, que c_ornis~e en una forma sesgada de responder; por lo general de ma-
sección del grupo se le da. instrucciones para .que conteste cada pregunta como lo ha- nera posmva, que el individuo honestamente considera como cierta. El autoengaño se
ría un estudiante universitario feliz y bien adaptado, mientras que a otra sección se le
pide que conteste de la manera en que lo haría una.persona gravemente tra.stomada, y 14
Véase el capítulos'.
a los miembros de la última sección se les.pide que contesten en forma honesta y se re- ll En ocasiones, se empican "ma.nipulación" y "engaño a los dc!tW" en lugar de "manejo de impresionesº.
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376 Evaluación de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad J 77

vincula con otros conceptos rdacionados con el yo, como la autoima¡:m y la m1tncsti tivo tiene la ventaja de producir puntuaciones normativas más que ipsativas, por lo
ma, y con la idea psicoanalítica de mecanismos de defensa. Es una variable digna de que no impone limitaciones artificiales sobre las correlaciones de las diferentes esca-
estudio por derecho propio como posible indicador de un buen ajuste, hnsrn cieno las. El indicador de Tipos de Myers-Briggs, que analizaremos en el capítulo 16, ofrece
punto, y predictiva Je otros criterios independientes; por ejemplo, se ha advertido que un ejemplo de esa técnica.
algunas escalas autodescriptivas pueden arrojar resultados que muestran una "sa lud El uso de la técnica de elección forzada para controlar la deseabilidad social requic·
mental ilusoria" en negadores defensivos que se esfuerzan por mantener la creencia en re dos cipos de información sobre cada alternativa de respuesta, su deseabilidad socinl
su propio ajuste (véase, por ejemplo, Shedler, Mayman y Manis, 1993). Por lo tanto, o "índice de preferencia" y su validez O·"fndice discriminativo". Este último puede ck·
lo relación entre el autoengaño y el ajuste no es simple ni directa, y, para mayor com- terminarse sobre la base de cualquier criterio específico que el inventario pn·1t•nd11
plicación, parece que ciertas características lingüísticas de los reactivos interactúan predecir, como el aprovechamiento académico o el éxit0 en cierto empico; n111u¡1 w
con las variables del individuo para producir respuestas sesgadas (Helfrich, 1986). también puede basarse en la carga factorial de los reactivos o en su relcvancin tc1~1 lrn
Se han empleado diversos procedimientos én el esfuerzo por enfrentar en los inven- para diferentes rasgos. La deseabilidad social puede encontrarse al hacer que un r;n 1po
rnrios de personalidad el problema del falseamiento y de las predisposiciones de res- representativo valo~e los reactivos para esta variable o al averiguar la frecuencia con
puesta. La formulación de reactivos relativamente "sutiles" o socialmente neutros que son aprobados en las autodescripciones. Se ha demostrado que existe una correla-
puede reducir la operación de esos factores en algunos inventarios¡ sin embargo, como ción muy alta entre la frecuencia de elección y la deseabilidad social juzgada (Edwards,
Jackson (1971) señalaba, la validez de esos reactivos para la dimensión considerada 1957); en otras palabras, la autodescripeión promedio de una población concuerda con
suele ser poca. Si los examinados están convencidos de que les conviene responder ho- la descripción que en promedi0 hace de una personalidad deseable.
n~stamente, las instrucciones del insrrumento y el establecimiento de rapport deberían · Aunque los reactivos de ele!=ción forzada pueden reducir la influencia de la deseabi-
mncivarlos para responder de manera franca, y en muchas situaciones así ocurre¡ empe- lidad social, no debe suponerse' que la eliminen por completo. Cuando los reactivos del
ro, en otras el método es ineficaz y quizá no tenga mucho efecto sobre la predisposición EPPS se presentan en un formato de elección libre, las puntuaciones correlacionan
de las respuestas a la deseabilidad social de las que el individuo no está consciente. muy alto con las obtenidas en el formato de elección forzada de la misma prueba
Otra aproximación a la evaluación de respuestas socialmente deseables y de otras (Lanyon, 1966). Más aún, la deseabilidad social juzgada de reactivos particulares.no
formas de manejo de impresiones consiste en establecer escalas especiales que puedan es constante para todos los propósitos, sino que puede diferir para distintas ocupacio-
incluirse en un inventario o aplicarse por separado en una batería de pruebas. Una de nes. Así, una prueba de elección forzada en la que se igualó la deseabilidad social gene-
las primeras fue la escala de deseabilidad social de Edwards (1957), que se desarrolló se· ral de sus reactivos puede incluir falseamiento cuando se aplica a quienes solicitan un
lcccionando reactivos en función del acuerdo de los jueces sobre sus valores muy .altos o empleo, a quienes pretenden ingresar a escuelas profesionales y a otros grupos con una
bajos de deseabilidad social. Otras, como la e~calá de Buena Impresión del CPI y la es- orientación específica. Desde otro ángulo, se ha encontrado que cuando los reactivos se
cala SO de J. S. Wiggins (1959), seleccionaron los reactivos según las d.iferencias ~n las emparejan sobre la base del promedio de los juicios grupales sobre la deseabilidad soci:1I
frecuencias de apoyo que recibían de individuos que respondían en condiciones de "fal- .. general pueden estar muy lejos de ser igualados para individuos (N. Wiggins, 1966).
sear para quedar bien" y otros que respondían en condiciones normales. El tercer méto- En conclusión, parece que la técnica de elección forzada no ha demomndo sc1 rnn
do lo ejemplifica la escala de Mentiras del MMPI, que contiene reactivos escritos con el eficaz como se esperaba para controlar el falseamiento o la tendencin a la dest·nhilldnd
propósito de que sean contestados en la dirección socialmente deseable sólo por los exa- social. Al mismo tiempo, el formato de reactivos de elección fo rznda, en p:111 lrnli11
minados que muestran. un sesgo positivo irreal. Se han elaborado otras medidas con el cuando produce puntuaciones ipsativas, genera otras dificultades técnicns y cl1m11111
propósito específico de detecrar el falseamiento y las respuestas descuidadas o al azar, co- info~ación acerca de la.fortaleza absoluta de las características individunlr~ q11r p11r
mo la escala F del MMPI. 16 El uso de reactivos de elección forzada es otro procedimien- den ser de gran importancia para algunas situaciones de evaluación.
to que se orienta no a la detección; sino más bien a la prevención de la simul~ción.
Disposiciones y estilos de respuesta. La tendencia a elegir altemativn~ de· 1<·,
La técnica de elección forzada. En esencia; la técnica de elección forzada re- puesta en función de la deseabilidad social es sólo una de las diversas predispo~it ionr'
quiere que el examinado elija entre dos términos o frases descriptivas que parecen ser identificadas en las respuestas a los inventarios autodescriptivos (Lanyon y Gn1~ 1,
lgualmente aceptables pero que difieren en su validez. Las parejas de frases pueden ser o tein, 1982, pp. 158-169). Aunque la voluminosa bibliografía sobre la operación clc· l.1~
ho deseables, aunque los reactivos de elección forzada también pueden contener tres, predisposiciones de respuesta en los inventarios de personalidad data de la década dr
~uatro o cinco términos, en cuyo caso los individuos deben indicar qué frase es la que los cincuenta, investigadores anteriores observaron su influencia sobre los cest de hnhi
lnás y cuál la que menos los caracteriza..Otra vari'ante requiere que se haga una elec- lidad y los de persomtlidad (véase Block•.1965, capítulo 2). Una de las predisposiciones
Ción entre dos respuestas contrastantes en el mismo rasgo, que se califican en una sola de respuesta que atrajo inicialmente la a,cención fue la aquiescencia, o la tendencia a
escala. Aunque se emplea poco en los'invenr::irios de pcrsona lid~J. esta fonna de r~ac- responder "cierto" o "sí". La aquiescencia se consideraba una variable continua: en un
extremo de la escala se encuentran los que de continuo responden afirmativamente y
16 V~IJ>e Berty, Wetter y Baer (1995) para una revisión cuidadosode los m;1L11 11:11;1 l.i 1'v.1l11.ició11 del fob~.1miento. en el otro los que acostumbran responder· de manera negativa (Couch y Keniston,
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376 Evaluación de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad J 77

vincula con otros conceptos rdacionados con el yo, como la autoima¡:m y la m1tncsti tivo tiene la ventaja de producir puntuaciones normativas más que ipsativas, por lo
ma, y con la idea psicoanalítica de mecanismos de defensa. Es una variable digna de que no impone limitaciones artificiales sobre las correlaciones de las diferentes esca-
estudio por derecho propio como posible indicador de un buen ajuste, hnsrn cieno las. El indicador de Tipos de Myers-Briggs, que analizaremos en el capítulo 16, ofrece
punto, y predictiva Je otros criterios independientes; por ejemplo, se ha advertido que un ejemplo de esa técnica.
algunas escalas autodescriptivas pueden arrojar resultados que muestran una "sa lud El uso de la técnica de elección forzada para controlar la deseabilidad social requic·
mental ilusoria" en negadores defensivos que se esfuerzan por mantener la creencia en re dos cipos de información sobre cada alternativa de respuesta, su deseabilidad socinl
su propio ajuste (véase, por ejemplo, Shedler, Mayman y Manis, 1993). Por lo tanto, o "índice de preferencia" y su validez O·"fndice discriminativo". Este último puede ck·
lo relación entre el autoengaño y el ajuste no es simple ni directa, y, para mayor com- terminarse sobre la base de cualquier criterio específico que el inventario pn·1t•nd11
plicación, parece que ciertas características lingüísticas de los reactivos interactúan predecir, como el aprovechamiento académico o el éxit0 en cierto empico; n111u¡1 w
con las variables del individuo para producir respuestas sesgadas (Helfrich, 1986). también puede basarse en la carga factorial de los reactivos o en su relcvancin tc1~1 lrn
Se han empleado diversos procedimientos én el esfuerzo por enfrentar en los inven- para diferentes rasgos. La deseabilidad social puede encontrarse al hacer que un r;n 1po
rnrios de personalidad el problema del falseamiento y de las predisposiciones de res- representativo valo~e los reactivos para esta variable o al averiguar la frecuencia con
puesta. La formulación de reactivos relativamente "sutiles" o socialmente neutros que son aprobados en las autodescripciones. Se ha demostrado que existe una correla-
puede reducir la operación de esos factores en algunos inventarios¡ sin embargo, como ción muy alta entre la frecuencia de elección y la deseabilidad social juzgada (Edwards,
Jackson (1971) señalaba, la validez de esos reactivos para la dimensión considerada 1957); en otras palabras, la autodescripeión promedio de una población concuerda con
suele ser poca. Si los examinados están convencidos de que les conviene responder ho- la descripción que en promedi0 hace de una personalidad deseable.
n~stamente, las instrucciones del insrrumento y el establecimiento de rapport deberían · Aunque los reactivos de ele!=ción forzada pueden reducir la influencia de la deseabi-
mncivarlos para responder de manera franca, y en muchas situaciones así ocurre¡ empe- lidad social, no debe suponerse' que la eliminen por completo. Cuando los reactivos del
ro, en otras el método es ineficaz y quizá no tenga mucho efecto sobre la predisposición EPPS se presentan en un formato de elección libre, las puntuaciones correlacionan
de las respuestas a la deseabilidad social de las que el individuo no está consciente. muy alto con las obtenidas en el formato de elección forzada de la misma prueba
Otra aproximación a la evaluación de respuestas socialmente deseables y de otras (Lanyon, 1966). Más aún, la deseabilidad social juzgada de reactivos particulares.no
formas de manejo de impresiones consiste en establecer escalas especiales que puedan es constante para todos los propósitos, sino que puede diferir para distintas ocupacio-
incluirse en un inventario o aplicarse por separado en una batería de pruebas. Una de nes. Así, una prueba de elección forzada en la que se igualó la deseabilidad social gene-
las primeras fue la escala de deseabilidad social de Edwards (1957), que se desarrolló se· ral de sus reactivos puede incluir falseamiento cuando se aplica a quienes solicitan un
lcccionando reactivos en función del acuerdo de los jueces sobre sus valores muy .altos o empleo, a quienes pretenden ingresar a escuelas profesionales y a otros grupos con una
bajos de deseabilidad social. Otras, como la e~calá de Buena Impresión del CPI y la es- orientación específica. Desde otro ángulo, se ha encontrado que cuando los reactivos se
cala SO de J. S. Wiggins (1959), seleccionaron los reactivos según las d.iferencias ~n las emparejan sobre la base del promedio de los juicios grupales sobre la deseabilidad soci:1I
frecuencias de apoyo que recibían de individuos que respondían en condiciones de "fal- .. general pueden estar muy lejos de ser igualados para individuos (N. Wiggins, 1966).
sear para quedar bien" y otros que respondían en condiciones normales. El tercer méto- En conclusión, parece que la técnica de elección forzada no ha demomndo sc1 rnn
do lo ejemplifica la escala de Mentiras del MMPI, que contiene reactivos escritos con el eficaz como se esperaba para controlar el falseamiento o la tendencin a la dest·nhilldnd
propósito de que sean contestados en la dirección socialmente deseable sólo por los exa- social. Al mismo tiempo, el formato de reactivos de elección fo rznda, en p:111 lrnli11
minados que muestran. un sesgo positivo irreal. Se han elaborado otras medidas con el cuando produce puntuaciones ipsativas, genera otras dificultades técnicns y cl1m11111
propósito específico de detecrar el falseamiento y las respuestas descuidadas o al azar, co- info~ación acerca de la.fortaleza absoluta de las características individunlr~ q11r p11r
mo la escala F del MMPI. 16 El uso de reactivos de elección forzada es otro procedimien- den ser de gran importancia para algunas situaciones de evaluación.
to que se orienta no a la detección; sino más bien a la prevención de la simul~ción.
Disposiciones y estilos de respuesta. La tendencia a elegir altemativn~ de· 1<·,
La técnica de elección forzada. En esencia; la técnica de elección forzada re- puesta en función de la deseabilidad social es sólo una de las diversas predispo~it ionr'
quiere que el examinado elija entre dos términos o frases descriptivas que parecen ser identificadas en las respuestas a los inventarios autodescriptivos (Lanyon y Gn1~ 1,
lgualmente aceptables pero que difieren en su validez. Las parejas de frases pueden ser o tein, 1982, pp. 158-169). Aunque la voluminosa bibliografía sobre la operación clc· l.1~
ho deseables, aunque los reactivos de elección forzada también pueden contener tres, predisposiciones de respuesta en los inventarios de personalidad data de la década dr
~uatro o cinco términos, en cuyo caso los individuos deben indicar qué frase es la que los cincuenta, investigadores anteriores observaron su influencia sobre los cest de hnhi
lnás y cuál la que menos los caracteriza..Otra vari'ante requiere que se haga una elec- lidad y los de persomtlidad (véase Block•.1965, capítulo 2). Una de las predisposiciones
Ción entre dos respuestas contrastantes en el mismo rasgo, que se califican en una sola de respuesta que atrajo inicialmente la a,cención fue la aquiescencia, o la tendencia a
escala. Aunque se emplea poco en los'invenr::irios de pcrsona lid~J. esta fonna de r~ac- responder "cierto" o "sí". La aquiescencia se consideraba una variable continua: en un
extremo de la escala se encuentran los que de continuo responden afirmativamente y
16 V~IJ>e Berty, Wetter y Baer (1995) para una revisión cuidadosode los m;1L11 11:11;1 l.i 1'v.1l11.ició11 del fob~.1miento. en el otro los que acostumbran responder· de manera negativa (Couch y Keniston,
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378 Evaluación de la personalidad Inventarios outodescriptivos de la personalidad 379

1960). En lo que respecta a !'a elaboración de inventarios de personalidad, escas pre- de la aucodescripción mediante escalas y reactivos especiales resulten contraprodu·
disposiciones implican que el número de reactivos ·en que una respuesta de "sí" o centes, puesto que pueden reducir la validez de las escalas, en especial en el caso de
"cierco" tiene una valoración positiva debe ser igual aJ número de reactivos en los que las muestras normales en comparación con las pacológicas. Los autores proponen el
la respuesta de "no" o "falso" recibe 1tal valoración. Es~e equilibrio se consigue median- uso de las habilidades clínicas ramo para garantizar la cooperación del paciente ca·
te la selección adecuada de los reactivos o su reformulación, como se hizo en la PRF y mo para interpretar los resultados, así como la inclusión de valoraciones de personas
como ahora se hace con casi co~os los·nuevos inventarios.17 · informadas siempre que exisca razón para sospechar de una grave distorsión (véase,
Otra predisposición de respuesta es la desviación o tendencia a dar respuestas in· por ejemplo, Costa y McCrae, 1992a).
usuales o poco comunes. Berg (1967) propuso esta hipótesis y demostró su operación El resco de los clínicos, en particular los que participan en la evaluación de psicopa·
con contenidos no verbales en un instrumento desarrollado especialmente que re- tologías, en su mayoría continúa empleando las llamadas escalas de "validez", aunque (
quiere expresar la preferencia por ciercas figuras geométricas. Las escalas compuestas tiene claro que pueden reflejar esülos y características de personalidad ..De hecho, algu·
por reactivos que quizá obtengan respuesta en una dirección por casi todos. los exami· nos de los instrumentos más recientes y técnicamente más avanzados para la evalua-
nados, como la escala de Infrecuencia de la PRF de Jackson, pretenden identificar esos ción de la psicopatología, como el BPI de Jackson o el PAI de Morey, utilizan una clave
patrones desviados de respuesta. Con todo, el propio Jackson señaló que esas escalas equilibrada de reactivos y escalas especiales para detectar disposiciones de respuesta in·
generalmente carecen de relevancia concepnial para los criterios externos, por lo que validantes. También existe una nueva variedad de esas escalas, ejemplificadas por las
plantean un problema, en especial en contextos como los laborales, en los que se con· escalas INVAR e INVER del MMPl-2 y del MMPI-A, que hacen uso de pares de reac·
sidera imponante la peninencia de los reactivos del.cuestionario. Es por ello-que al re- tivos especialmente seleccionados cuyo contenido es similar u opuesto para detectar
visar el JPLse ehininó la escala de Infrecuencia (Jackson, 1994a). La 'tendencia a . respuestas inconsistentes o contradictorias. Por la forma en que están constituidas, es
utilizar opciones extremas en una escala de valoración (por ejemplo, elegir uno o sie· poco probable que las escalas INVAR e INYER, que son similares a la escala de Des-
te en una escala·de siete puntos) también se ha ident,ilicado como.un PQSible sesgo de cuido de Greene (1978) para el MMPI original, se confundan con la varianza de un
respuesta (Paulhus, 1991). ·. rasgo válido de personalidad (Ozer y Reise, 1994).
La investigación sobre las. predisposiciones de respuesta como la deseabilidad SO• En cualquier caso, el argumento sobre las predisposiciones y estilos de respuesta ha
cial, la aquiescencia y la desviación ha pasado por diversa:¡ etapas. Al' principio se· con- estimulado la investigación y producido ciemos de publicaciones. !gua\ qµe muchas
sideraban una fuente de varianza de error o irrelevancia que debla eliminarse de las controversias científicas, su efecto neto ha consistido en aumentar nuestra compren-
puntuaciones de las pruebas; lu'ego, llegaron. a considerarse coino indicadores de carac- sión de los problemas metodológicos y, por ende, mejorar la elaboración de los inven-
terísticas de personalidad más amplias y duraderas que por derecho propio eran dignas . carios de personalidad y su uso en ambientes aplicados y de investigación.
de medición (Jackson y Messick, 1958, 1962; J.. S. Wiggins; 1962). En esta etapa, era
común que se les describiera como estilos de respuesta y que a su alrededor se acumula- .RASGOS, ESTADOS, PERSONAS YSITUACI.ONES
ra una gran cantidad de datos empíricos, aunque a la postre esos datos fuernn cuesdo·
nados desde diversas direcciones (Block, 1965; Heilbrun, 1964; Rorer; 1965). Por Interacción entre personas y situaciones. A finales de los sesenta y durante
ejemplo, ·Block (1965) presentó sólidas evidencias a favor de una interpretaddn los setenta alcanzó su punto más álgido una larga controversia sobre la generalización
orientad¡¡ al contenido de los dos principales factores que generalinente.se encuentra de los rasgos psicológicos contra la especificidad situaciona\ del comportamiento. Al·
que pueden explicar la rriayor parte de la varianza común de las escalas del MMPI, cu- gunos adelantos ocurridos en los sesenta concentraron la atención en algunas "con·
yos exponentes de las predisposiciones y estilos de respuesta se han interpretado como cluecas·de interés" apenas definidas, distanciadas de los rasgos ampliamente definidos
deseabilidad social y aquiescencia; con más generalidad. En el área de las habilidades, iluscran el tema !os programas de
La controversia sobre las predisposiciones de respuesta y del contenido en compa· instrucción individualizada y las evaluaciones referidas a dominio (capítulo 3), as( co·
ración con el es~ilo en la evaluaeión de la personalidad no ha terminado de resolver· mo el diagnóstico y tratamiento de los problemas de aprendizaje (capítulo 17). En el
se (Edwards, 1990; Hagan y Nicholson, 1988; Jackson y Paunonen,..1980). LB La campo de la personalidad, el mayor impulso hacia la especificidad conductual en la
mayoría de los investigadores.y autores de pruebas concuerda en que es probable que evaluación provino de las teorías cognoscitiva social y del apre.ndizaje social, que son
las puntuaciones de los inventarios de personalidad reflejen una combinación de auto· el cimiento de la modificación de conducta y la terapia conduccual (Bandura, 1969,
engaño,. manejo de impresiones y una autoimagen realista, y en que el peso de cada 1986; Goldfried y Kent, 1972; Mischel, 1968, 1969, 1973). Las críticas se dirigían sb·
uno de estos componentes ha de variar con el individuo y la ocasión; sin embargo, al- · bre todo·contra la visión inicial de los rasgos como entidades causales subyacentes que
gunos consideran posible que las tentativas por mejorar la confiabilidad de los datos eran fijas e inmodificables, crítica que ya se anticipaba en la investigación inicial y en
los primeros trabajos de varios psicólogos en relación con todos los rasgos, cogriosci·
17
Hclmcs y Reddon ( 1993) también señalaron que, si una escala es bipolar y su clave de reactivos no esc:I balan·
tivos y rio cognoscitivos (véase el capítulo 11 ), y aunque algunos psicólogos habían
ceada, disminuye sustancialmente la cantidad de información que traJ1Smiten las puntuaciones bajas. asumido esta concepción extrema de los rasgos, durante el apogeo del argumento de
18
V~ también otros a.rtíc4los '1.Ue siguen a Edwards en la misma sección de ComentariOI del American Ps¡cho· la especificidad sicuacional era difícil encontrar a alguien que se identificara como
logilt, 1990, pp. 289-295. "teórico de los rasgos" (Jackson y Paunonen, 1980).
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1960). En lo que respecta a !'a elaboración de inventarios de personalidad, escas pre- de la aucodescripción mediante escalas y reactivos especiales resulten contraprodu·
disposiciones implican que el número de reactivos ·en que una respuesta de "sí" o centes, puesto que pueden reducir la validez de las escalas, en especial en el caso de
"cierco" tiene una valoración positiva debe ser igual aJ número de reactivos en los que las muestras normales en comparación con las pacológicas. Los autores proponen el
la respuesta de "no" o "falso" recibe 1tal valoración. Es~e equilibrio se consigue median- uso de las habilidades clínicas ramo para garantizar la cooperación del paciente ca·
te la selección adecuada de los reactivos o su reformulación, como se hizo en la PRF y mo para interpretar los resultados, así como la inclusión de valoraciones de personas
como ahora se hace con casi co~os los·nuevos inventarios.17 · informadas siempre que exisca razón para sospechar de una grave distorsión (véase,
Otra predisposición de respuesta es la desviación o tendencia a dar respuestas in· por ejemplo, Costa y McCrae, 1992a).
usuales o poco comunes. Berg (1967) propuso esta hipótesis y demostró su operación El resco de los clínicos, en particular los que participan en la evaluación de psicopa·
con contenidos no verbales en un instrumento desarrollado especialmente que re- tologías, en su mayoría continúa empleando las llamadas escalas de "validez", aunque (
quiere expresar la preferencia por ciercas figuras geométricas. Las escalas compuestas tiene claro que pueden reflejar esülos y características de personalidad ..De hecho, algu·
por reactivos que quizá obtengan respuesta en una dirección por casi todos. los exami· nos de los instrumentos más recientes y técnicamente más avanzados para la evalua-
nados, como la escala de Infrecuencia de la PRF de Jackson, pretenden identificar esos ción de la psicopatología, como el BPI de Jackson o el PAI de Morey, utilizan una clave
patrones desviados de respuesta. Con todo, el propio Jackson señaló que esas escalas equilibrada de reactivos y escalas especiales para detectar disposiciones de respuesta in·
generalmente carecen de relevancia concepnial para los criterios externos, por lo que validantes. También existe una nueva variedad de esas escalas, ejemplificadas por las
plantean un problema, en especial en contextos como los laborales, en los que se con· escalas INVAR e INVER del MMPl-2 y del MMPI-A, que hacen uso de pares de reac·
sidera imponante la peninencia de los reactivos del.cuestionario. Es por ello-que al re- tivos especialmente seleccionados cuyo contenido es similar u opuesto para detectar
visar el JPLse ehininó la escala de Infrecuencia (Jackson, 1994a). La 'tendencia a . respuestas inconsistentes o contradictorias. Por la forma en que están constituidas, es
utilizar opciones extremas en una escala de valoración (por ejemplo, elegir uno o sie· poco probable que las escalas INVAR e INYER, que son similares a la escala de Des-
te en una escala·de siete puntos) también se ha ident,ilicado como.un PQSible sesgo de cuido de Greene (1978) para el MMPI original, se confundan con la varianza de un
respuesta (Paulhus, 1991). ·. rasgo válido de personalidad (Ozer y Reise, 1994).
La investigación sobre las. predisposiciones de respuesta como la deseabilidad SO• En cualquier caso, el argumento sobre las predisposiciones y estilos de respuesta ha
cial, la aquiescencia y la desviación ha pasado por diversa:¡ etapas. Al' principio se· con- estimulado la investigación y producido ciemos de publicaciones. !gua\ qµe muchas
sideraban una fuente de varianza de error o irrelevancia que debla eliminarse de las controversias científicas, su efecto neto ha consistido en aumentar nuestra compren-
puntuaciones de las pruebas; lu'ego, llegaron. a considerarse coino indicadores de carac- sión de los problemas metodológicos y, por ende, mejorar la elaboración de los inven-
terísticas de personalidad más amplias y duraderas que por derecho propio eran dignas . carios de personalidad y su uso en ambientes aplicados y de investigación.
de medición (Jackson y Messick, 1958, 1962; J.. S. Wiggins; 1962). En esta etapa, era
común que se les describiera como estilos de respuesta y que a su alrededor se acumula- .RASGOS, ESTADOS, PERSONAS YSITUACI.ONES
ra una gran cantidad de datos empíricos, aunque a la postre esos datos fuernn cuesdo·
nados desde diversas direcciones (Block, 1965; Heilbrun, 1964; Rorer; 1965). Por Interacción entre personas y situaciones. A finales de los sesenta y durante
ejemplo, ·Block (1965) presentó sólidas evidencias a favor de una interpretaddn los setenta alcanzó su punto más álgido una larga controversia sobre la generalización
orientad¡¡ al contenido de los dos principales factores que generalinente.se encuentra de los rasgos psicológicos contra la especificidad situaciona\ del comportamiento. Al·
que pueden explicar la rriayor parte de la varianza común de las escalas del MMPI, cu- gunos adelantos ocurridos en los sesenta concentraron la atención en algunas "con·
yos exponentes de las predisposiciones y estilos de respuesta se han interpretado como cluecas·de interés" apenas definidas, distanciadas de los rasgos ampliamente definidos
deseabilidad social y aquiescencia; con más generalidad. En el área de las habilidades, iluscran el tema !os programas de
La controversia sobre las predisposiciones de respuesta y del contenido en compa· instrucción individualizada y las evaluaciones referidas a dominio (capítulo 3), as( co·
ración con el es~ilo en la evaluaeión de la personalidad no ha terminado de resolver· mo el diagnóstico y tratamiento de los problemas de aprendizaje (capítulo 17). En el
se (Edwards, 1990; Hagan y Nicholson, 1988; Jackson y Paunonen,..1980). LB La campo de la personalidad, el mayor impulso hacia la especificidad conductual en la
mayoría de los investigadores.y autores de pruebas concuerda en que es probable que evaluación provino de las teorías cognoscitiva social y del apre.ndizaje social, que son
las puntuaciones de los inventarios de personalidad reflejen una combinación de auto· el cimiento de la modificación de conducta y la terapia conduccual (Bandura, 1969,
engaño,. manejo de impresiones y una autoimagen realista, y en que el peso de cada 1986; Goldfried y Kent, 1972; Mischel, 1968, 1969, 1973). Las críticas se dirigían sb·
uno de estos componentes ha de variar con el individuo y la ocasión; sin embargo, al- · bre todo·contra la visión inicial de los rasgos como entidades causales subyacentes que
gunos consideran posible que las tentativas por mejorar la confiabilidad de los datos eran fijas e inmodificables, crítica que ya se anticipaba en la investigación inicial y en
los primeros trabajos de varios psicólogos en relación con todos los rasgos, cogriosci·
17
Hclmcs y Reddon ( 1993) también señalaron que, si una escala es bipolar y su clave de reactivos no esc:I balan·
tivos y rio cognoscitivos (véase el capítulo 11 ), y aunque algunos psicólogos habían
ceada, disminuye sustancialmente la cantidad de información que traJ1Smiten las puntuaciones bajas. asumido esta concepción extrema de los rasgos, durante el apogeo del argumento de
18
V~ también otros a.rtíc4los '1.Ue siguen a Edwards en la misma sección de ComentariOI del American Ps¡cho· la especificidad sicuacional era difícil encontrar a alguien que se identificara como
logilt, 1990, pp. 289-295. "teórico de los rasgos" (Jackson y Paunonen, 1980).
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380 Evaluación de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 381

'•1
En particular, la especiticidad sicuacional es mucho m•ls caractt•1rs1ini d~ los r~s¡;1)s puntos dignos de interés. La conducta muestra una considerable estabilidad temporal
de personalidad que de las habilidades¡ iior ejemplo, una persona puede ser muy socia- .,
·.::
cuando se mide de manera confiable, es decir, al sumar observaciones repetidas hechas
ble y comunicativa en la oficina; pero tímida y reservada en las reuniones sociales; o de ·preferencia por varios observadores que están informados respecto al individuo al
un escudiante que hace trampa en los exámenes puede ser esÚupulosamcmc honesto que se evalúa. Cuando se estudian muestras aleatorias de personas y situaciones, las di-
en cuestiones monetarias. Mischel (1968) y D. Peterson (1968) reunieron numerosas ferencias individuales contribuyen más que las situacionales a la varianza roca! de la
evidencias empíricas de que los individuos muestran una considerable especifici- conducta. La interacción entre personas y situaciones contribuye tanto o un poco más
dad situacional en muchas dimensiones no inteleccuales, como agresión, conformidad que las diferencias individuales. Para identificar los rasgos de personalidad es neccsn-
social, dependencia, rigidez, honestidad y actitudes hacia la autoridad. La mayor con- rio_que , al evaluar al individuo en diversas situaciones, se utilicen dimensiones públi
sistencia ttansituacional de las funciones cognoscitivas en comparación con las no camente observables y conductas que sean relevantes a las dimensiones en cucsri611 y
cognoscitivas puede explicarse en parte por el hecho de que los antecedentes de las se agreguen los resultados (Epstein, 1980; Kenrick y Funder, 1988). A pesar del 1clall
reacciones del individuo muestran mayor estandarización en el dominio intelectual vo consenso alcanzado en muchas de estas cuestiones y de lo que ya se ha aprendido,
que en el de la personalidad (Anastasi, 1958, capículo 11; 1970, 1983a)¡ por ejemplo, persisten aún muchas interrogantes y han surgido otras en ambos lados del dcbare res·
mientras que el programa escolar contribuye al desarrollo de habilidades cognoscitivas pecto a personas y situaciones (véase, por ejemplo, Funder, 1991 ).
de gran aplicación en las áreas verbal y numérica, el desarrollo de la personalidad ocu-
rre en condiciones mucho menos uniformes. Más aún, en el área de la personalidad la La persona. El grado de especificidad coriductual entre situaciones varía con la
misma respuesta puede conducir a consecuencias sociales que son positivamente refor- gente, y los individuos difieren en el grado al que modifican su conducta para enfrentar
z:mtes en una situación y negativamente en otra, por lo que el individuo puede apren- las exigencias de cada situación. A este respecto, la inconsistencia moderada indica
der a responder de maneras muy distintas en diferentes contextos. Tales desigualdades una flexibilidad eficaz ·adaptativa mientras que la consistencia excesiva sería indicador
rn las experiencias, lo mismo en individuos que en situaciones y culturas, puede dar de una rigidez inadaptada. Más aún, las sicuaciones particulares en las que la conducta
l11r,ar :¡ una mayor ambigüedad en.los reactivos presentados en los tests de personalidad es consistente pueden variar con las pel'Sonas. La consistencia entre situaciones está
que en los que se incluyen en los instrumentos.cognoscitivos, ·de modo que la misma influida por la forma en que los individuos las perciben y categorizan lo que a su vez
respuesta a determinada pregunta en un inventario de personalidad.(que puede formu- depende de sus metas, mocivos y sentimientos así como de su experiencia en situacio-
l:usc como una "situación") puede tener un significado diferente con cada persona. nes similares.20 '
' Debe advertirse que la cuestión de la relación entre rasgos y situaciones también se Las diferencias individuales en la consistencia son de gran interés para los psicólo-
vincula a la conocida controversia entre herencia y ambiente (D. C. Rowe, 1987). Es gos, ya que en la medida en que se les pueda evaluar confiablemente es posible emplear-
p'robable que las influencias hereditarias se manifiesten mediante rasgos individuales las como variable moderadora en la predicción del comportamiento. Además, desde el
relativamente duraderos que pueden incluir un rasgo de adaptabilidad a las exigencias punto de vista psicométrico, las diferencias en el individuo y entre individuos en b
situacionales. Las influencias ambientales pueden contribuir a la varianza (o la espe- consistencia se consideran cruciales para ·moderar la validez y la confiabilidad de roda
cificidad) situacional as( como a la estabilidad del rasgo debido a que el entorno del medición psicológica. Por lo tanto, no resultan sorprendentes los esfi1erzos por eswhlr
individuo puede mostrar una mayor constancia a lo largo del tiempo y las situacio- cer los medios de evaluar tales diferencias. Uno de éstos se basa en las valoraciones q111·
nes. Nuestra comprensión de las relaciones entre herencia y ambiente y entre rasgos la gente se asigna en diversos rasgos¡ en este caso, las puntuaciones se dcrivnn dr In va
y situaciones mejorará de seguro con el uso de diseños experimentales apropiados que rianza de cada persona. La varianza baja entre reactivos de la escala rcpresenrn In e11al1
hagan uso de repetidas mediciones longitudinales y cransituacionales. dad de la peculiaridad del rasgo, que de hecho ha sido asociada a coeficientes el~vado•i d1·
Es indudable que tanto los debates teóricos como la investigadón sobre la interac- ... validez (Amelang y Borkenau, 1986; Baumeister y Tice, 1988). Una aproximación d1
?:
ción entre sujeto y ~ituación han enriquecido nuestra comprensión de las muchas con- ferente la representa la idea de Lanning (1991) de "escalabilidad", definida mm(\ 1·1
diciones que determinan el comportamiento individual,,a la vez que han contribuido ~.
grado al que, según la evaluación de una autodescripción, el Slljeto mantiene l'n111· ~1
al desarrollo de diseños de investigación más elaborados. Al mismo tiempo, se ha gene- tuaciones un ordenamiento normativo de los reactivos conductuales.
.·.. '
.
rado un consenso entre quienes respaldan diversas posturas respecto a que las explica- ~;
Una propuesta interesante que asocia los conceptos de interacción entre pc1sonn y
ciones de rasgos y sitúaciones pueden coexistir y que, de hecho, la conducta está situación con la deseabilidad social, en términos del proceso que fundamenta los 1c:u
determinada por la interacción de variables situacionales y de rasgos. Tal acercamiento tivos a las preguntas de los cuestionarios de personalidad, es la "teoría del umhrnl" de·
resultó particularmente claro en una serie de debates cuidadosos y equilibrados sobre el respuesta postulada por Jackson {véase, por ejemplo, Helin~s y Jackson, 1989; Jackson,
problema publicados entre los años setenta y los ochenta,19 de los que surgieron varios 1986b). El modelo se basa en la premisa de que los reactivos del inventario representan
un microcosmos de conducta en el mundo real y aplica los métodos de la teoría de res-
19
Amclang y Borkcnau (1986), Bem y Fundcr (1978), Endlcr y M nc1u111011 ( 1'176), f.11111·li1 ( 1979, l980), Eps·
tein VO'Bricn ( 1985), Hognn, O.Soto y Solano ( 1977), Kcnrlck y h 111dri ( 1'1811), Ml<rhcl ( 1977. 1979) y Mis· 20Esm concepción de la coruistencia conductual proviene de la aproximación ideognífica a la evaluación de la
chcl V Pcake (1982). Véase también Ana.<tasi (1983b) p.1m nnn mnphnl,,, 1'111 personalidad formulada, entre otros, por Allport (1937) y G. A._ Kdly (1963).
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380 Evaluación de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 381

'•1
En particular, la especiticidad sicuacional es mucho m•ls caractt•1rs1ini d~ los r~s¡;1)s puntos dignos de interés. La conducta muestra una considerable estabilidad temporal
de personalidad que de las habilidades¡ iior ejemplo, una persona puede ser muy socia- .,
·.::
cuando se mide de manera confiable, es decir, al sumar observaciones repetidas hechas
ble y comunicativa en la oficina; pero tímida y reservada en las reuniones sociales; o de ·preferencia por varios observadores que están informados respecto al individuo al
un escudiante que hace trampa en los exámenes puede ser esÚupulosamcmc honesto que se evalúa. Cuando se estudian muestras aleatorias de personas y situaciones, las di-
en cuestiones monetarias. Mischel (1968) y D. Peterson (1968) reunieron numerosas ferencias individuales contribuyen más que las situacionales a la varianza roca! de la
evidencias empíricas de que los individuos muestran una considerable especifici- conducta. La interacción entre personas y situaciones contribuye tanto o un poco más
dad situacional en muchas dimensiones no inteleccuales, como agresión, conformidad que las diferencias individuales. Para identificar los rasgos de personalidad es neccsn-
social, dependencia, rigidez, honestidad y actitudes hacia la autoridad. La mayor con- rio_que , al evaluar al individuo en diversas situaciones, se utilicen dimensiones públi
sistencia ttansituacional de las funciones cognoscitivas en comparación con las no camente observables y conductas que sean relevantes a las dimensiones en cucsri611 y
cognoscitivas puede explicarse en parte por el hecho de que los antecedentes de las se agreguen los resultados (Epstein, 1980; Kenrick y Funder, 1988). A pesar del 1clall
reacciones del individuo muestran mayor estandarización en el dominio intelectual vo consenso alcanzado en muchas de estas cuestiones y de lo que ya se ha aprendido,
que en el de la personalidad (Anastasi, 1958, capículo 11; 1970, 1983a)¡ por ejemplo, persisten aún muchas interrogantes y han surgido otras en ambos lados del dcbare res·
mientras que el programa escolar contribuye al desarrollo de habilidades cognoscitivas pecto a personas y situaciones (véase, por ejemplo, Funder, 1991 ).
de gran aplicación en las áreas verbal y numérica, el desarrollo de la personalidad ocu-
rre en condiciones mucho menos uniformes. Más aún, en el área de la personalidad la La persona. El grado de especificidad coriductual entre situaciones varía con la
misma respuesta puede conducir a consecuencias sociales que son positivamente refor- gente, y los individuos difieren en el grado al que modifican su conducta para enfrentar
z:mtes en una situación y negativamente en otra, por lo que el individuo puede apren- las exigencias de cada situación. A este respecto, la inconsistencia moderada indica
der a responder de maneras muy distintas en diferentes contextos. Tales desigualdades una flexibilidad eficaz ·adaptativa mientras que la consistencia excesiva sería indicador
rn las experiencias, lo mismo en individuos que en situaciones y culturas, puede dar de una rigidez inadaptada. Más aún, las sicuaciones particulares en las que la conducta
l11r,ar :¡ una mayor ambigüedad en.los reactivos presentados en los tests de personalidad es consistente pueden variar con las pel'Sonas. La consistencia entre situaciones está
que en los que se incluyen en los instrumentos.cognoscitivos, ·de modo que la misma influida por la forma en que los individuos las perciben y categorizan lo que a su vez
respuesta a determinada pregunta en un inventario de personalidad.(que puede formu- depende de sus metas, mocivos y sentimientos así como de su experiencia en situacio-
l:usc como una "situación") puede tener un significado diferente con cada persona. nes similares.20 '
' Debe advertirse que la cuestión de la relación entre rasgos y situaciones también se Las diferencias individuales en la consistencia son de gran interés para los psicólo-
vincula a la conocida controversia entre herencia y ambiente (D. C. Rowe, 1987). Es gos, ya que en la medida en que se les pueda evaluar confiablemente es posible emplear-
p'robable que las influencias hereditarias se manifiesten mediante rasgos individuales las como variable moderadora en la predicción del comportamiento. Además, desde el
relativamente duraderos que pueden incluir un rasgo de adaptabilidad a las exigencias punto de vista psicométrico, las diferencias en el individuo y entre individuos en b
situacionales. Las influencias ambientales pueden contribuir a la varianza (o la espe- consistencia se consideran cruciales para ·moderar la validez y la confiabilidad de roda
cificidad) situacional as( como a la estabilidad del rasgo debido a que el entorno del medición psicológica. Por lo tanto, no resultan sorprendentes los esfi1erzos por eswhlr
individuo puede mostrar una mayor constancia a lo largo del tiempo y las situacio- cer los medios de evaluar tales diferencias. Uno de éstos se basa en las valoraciones q111·
nes. Nuestra comprensión de las relaciones entre herencia y ambiente y entre rasgos la gente se asigna en diversos rasgos¡ en este caso, las puntuaciones se dcrivnn dr In va
y situaciones mejorará de seguro con el uso de diseños experimentales apropiados que rianza de cada persona. La varianza baja entre reactivos de la escala rcpresenrn In e11al1
hagan uso de repetidas mediciones longitudinales y cransituacionales. dad de la peculiaridad del rasgo, que de hecho ha sido asociada a coeficientes el~vado•i d1·
Es indudable que tanto los debates teóricos como la investigadón sobre la interac- ... validez (Amelang y Borkenau, 1986; Baumeister y Tice, 1988). Una aproximación d1
?:
ción entre sujeto y ~ituación han enriquecido nuestra comprensión de las muchas con- ferente la representa la idea de Lanning (1991) de "escalabilidad", definida mm(\ 1·1
diciones que determinan el comportamiento individual,,a la vez que han contribuido ~.
grado al que, según la evaluación de una autodescripción, el Slljeto mantiene l'n111· ~1
al desarrollo de diseños de investigación más elaborados. Al mismo tiempo, se ha gene- tuaciones un ordenamiento normativo de los reactivos conductuales.
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rado un consenso entre quienes respaldan diversas posturas respecto a que las explica- ~;
Una propuesta interesante que asocia los conceptos de interacción entre pc1sonn y
ciones de rasgos y sitúaciones pueden coexistir y que, de hecho, la conducta está situación con la deseabilidad social, en términos del proceso que fundamenta los 1c:u
determinada por la interacción de variables situacionales y de rasgos. Tal acercamiento tivos a las preguntas de los cuestionarios de personalidad, es la "teoría del umhrnl" de·
resultó particularmente claro en una serie de debates cuidadosos y equilibrados sobre el respuesta postulada por Jackson {véase, por ejemplo, Helin~s y Jackson, 1989; Jackson,
problema publicados entre los años setenta y los ochenta,19 de los que surgieron varios 1986b). El modelo se basa en la premisa de que los reactivos del inventario representan
un microcosmos de conducta en el mundo real y aplica los métodos de la teoría de res-
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Amclang y Borkcnau (1986), Bem y Fundcr (1978), Endlcr y M nc1u111011 ( 1'176), f.11111·li1 ( 1979, l980), Eps·
tein VO'Bricn ( 1985), Hognn, O.Soto y Solano ( 1977), Kcnrlck y h 111dri ( 1'1811), Ml<rhcl ( 1977. 1979) y Mis· 20Esm concepción de la coruistencia conductual proviene de la aproximación ideognífica a la evaluación de la
chcl V Pcake (1982). Véase también Ana.<tasi (1983b) p.1m nnn mnphnl,,, 1'111 personalidad formulada, entre otros, por Allport (1937) y G. A._ Kdly (1963).
382 Evaluación de la personalidad loventarios autode~criptivos de la personalidad 383

puesta al ítem o al contenido de las escalas de personalidad (véase capítulo 7). Jackson consecuencia, a<lemás de los esfuerws por tra<lucir y ad~pcar los instrumentos ~nglo­
propone que, así como es posible utilizar las respuestas de muchos individuos a un solo americanos tradicionales para poblaciones Jiferentes, ahora se elaboran algunos tests
reactivo para derivar una curva característica del reactivo, también es posible usar las de personalidad diseñados para evaluar dimensiones específicas en grupos culturales y
respuestas de un mismo sujeto a m~éhos reactivos para granear una curva característica subculturales (véase, por ejemplo, Dana, 1993; Lon11er y Berry, 1986); sin embargo,
dd sujeto, que nos permitiría predecir la probabilidad de que un individuo apoye los aunque ciertos' reactivos e inventarios cal vez no puedan traducirse a otras culturas,
reactivos tomando como base la relevancia que la dimensión de la deseabilidad social existen 'razones para creer que el modelo jerárquico de rasgos puede ser de utilidad para
tenga para él, su umbral o predisposición a responder positivamente a los reactivos en integrar los descubrimientos transculturales. Es decir que, en tanto se comience con la
términos de la deseabilidad social y la propia deseabilidad de los reactivos. medición de las conductas identificadas como significativas en cada cultura con los
r instrumentos adecuados a cada una, puede ser posible identificar algunos constructos
La situación. Las situaciones también difieren en las restricciones conductualys psicológicos de nivel superior que puedan ser universales o al menos muy generaliza·
que imponen, de modo que podemos predecir con un alto nivel de con6anza que en bles a diversas culturas (Anastasi, 1992c; Díaz-Guerrero y Díaz-Loving, 1990).
una biblioteca los lectores permanecerán en sifencio y que los conductores se deten-
drán ante la luz roja. De igual modo, es· probable que, cualquiera que sea la estructura Rasgos y situaciones. Los inventarios autodescripcivos para evaluar la ansiedad
de sus rasgos, las personas naden en la playa y lean en la biblioteca (aunque algunos anee las pruebas ilustran el hecho de que rasgos y situaciones no constituyen fonnas in-
individuos pueden leer mientras estári en la playa o soñar con la playa mientras están compatibles de categorizar la conducta (l. O. Sarason, 1980). Un ejemplo es el In ver\~
en la biblioteca). Una forma de comprender mejor las limitaciones que las situaciones cario de Ansiedad (Tese Anxie11lnveniory, 21 TA!) preparado por Spielberger y sus co-
imponen sobre el comportamiento consiste en estudiar las características de diversos laboradores (Spielberger et al., 1980). Este instrumento es en esencia la medida de uri
ambientes conductuales. El trabajo de Roger Barker sobre la psicología eco\ógica, re- rasgo que se define .en términos .de una clase de situaciones centradas en pruebas·y
cientemente actualizado, ofrece un prometedor conjlinto de herramientas para clasificar exámenes. Quie¡:ies obtienen una calificación elevada en el instrumento suelen perci-.
los medios conductuales y para describir diversas facetas del entorno (Schoggen, 1989). bir las situaciones evaluativas como amenazadoras. El inventario comprende 20 afiiJ
Las diferencias transculturales pueden considerarse·como una instancia especial y maciones que describen las reacciones antes, durante y después de pruebas y exáme~
más penetrante de variabilidad situacional. Como tal ofrecen una oporruni~ad ·única nes, en las que se pide a los examinados que indiquen cómo se sienten generalnien~.
para estudiar la consistencia e inconsistencia en la conducta de los individuos. Con ,,,~ marcando la frecuencia con que experimentan cada reacción (cas¡ nunca, en ocasio-
ty;
n~
tal fin, las aproximaciones a la evaluadón transcultural que estudiamos en les capftu· nes, a menudo o casi siempre). Algunos ejemplos característicos son: "Me paralizO.en
los 9 y 12 en el contexto de la medición de la habilidad pueden usarse también para ' ,,~ los exámenes importantes" y "Cuando presento un examen, me siento inquietp· ~ (
investigar otros rasgos psicológicos. . .
;
~ perturbado''. El TA! produce una puntuación total sobre la predisposición a sentir.
Los tests de personalidad muestran grandes diferencias cuando se aplican a culturas ~ ansiedad en situaciones de prueba, as( como subpuntuaciones en dos componentésf
i
distintas, por lo que cualquier explicación de las diferencias culturales y subG:ulturales ~
~.
identificados mediante el análisis factorial: preocupación y emocionalidad. En est~ t
requiere de un conocimiento ·específico de las condiciones y circunstancias prevale- ' contexto, la preocupación se define como una "inquietud cognoscitiva por las c:On$~;
cuendas del frac:iso" y la emocionalidad como "reacciones del sistema nervioso áufo:: t
cientes en cada grupo. Esto ha sido reconocido en la evaluación de la psicopatologfa en
¡;.'
'
grupos·de culturas diferentes en los Estados Unidos (Malgady, Rogler y. Constantino, ~
nomo que son provocadas por el estrés evaluativo" (Spielberger et al., 1980, p: 1):••·;,~:
1987; Paniagua, 1994); por ejemplo, las diferencias grupales en instrumentos como el · El Perfil de Ansiedad Situacional (Oetting y Oeffenbacher, 1980)22 proporcib'ná
MMPI pueden reflejar las diferencias en la interpretación de las instruccion:es o de un mayor grado de especificación situaciona\. En este instrumento, los exa¡ninadtls
reactivos·espedficos. Las diferencias culturales en la·conducta que se considera social- >. valoran sus reacciones sobre reactivos que cubren senÚmientos de ansiedad e int~rff
mente deseable puede a su vez influir en las puntuaciones¡ en algunos grupos las eleva-
.,!:" renda de pensamiento. Ambas puntuaciones se obtienen para cada una de seis sltuli-,
das puntuaciones en las escalas que evalúan: la depresión pueden ser resultado de ' '.: ciones de prueba en las que se dan instrucciones a los examinados para que··:.$f
fuertes tradiciones de autodesaprobación ·y modestia; en otros, las altas.puntuaciones imaginen en circunstancias que van de "pruebas de opción múltiple" y "pruebas' no
pueden indicar· la presencia de problemas emocionales genuinos que surgen de prácti· anunciadas" a "dar una conferencia". · · ·:
cas de crianza infantil, conflictos con los papeles sociales, frustraciones de grupos.mi- Debido quizá a lo común de la ansiedad ante las pruebas y a la relativa facilida4 pi-
noritarios y otras diferencias culturales. · · ra realizar investigaciones en los medios académicos, la investigación y teorizacióii 56:.
El tema de la evaluación de la personalidad en culturas distintas va.II\ás allá de la bre el tema continúan con el mismo vigor en los Estados Unidos y en otros paises l ')I,
posibilidad de transportar las pruebas; tiene que ver con la posibilidad de trasladar los
sistemas conceptuales, como rasgos y jerarquías de rasgos, qu~ se aplican a la conducta 11 La forma que se entrega al examinado lleva el tCtulo "Test Attitude lnventory" (Jnvrntario dt Aclicuda antt ia,;
(Guthrie, Jackson, Astilla.y Elwood, 1983). Además, como se qescubrió inic¡almen- !'rMtbas) y as( aparece en la novena edición del MMY y en el Tlp.[V, ··'·" .'
22 El Perfil de Ansiedad ante las Pruebas ya no está di.sponiblc; 1in embargo, si el lector utá interaado en el¡¡¡,¡;
te en la evaluación de la habilidad de dominio, cada vez es mayor el reconocimiento
tnimento para propósitos de invwigación, puede obtener una licencia para reprOducitlo con l6lo CKribit a.EU.
de que algunas dimensiot\es importantes de la personalidad no son universales. En gene Octting, Dcpartmcnt of P•ychology, Colollldo Statc Univer>ity, Fon Collins, CO 80523. ..· ¡i;.;
382 Evaluación de la personalidad loventarios autode~criptivos de la personalidad 383

puesta al ítem o al contenido de las escalas de personalidad (véase capítulo 7). Jackson consecuencia, a<lemás de los esfuerws por tra<lucir y ad~pcar los instrumentos ~nglo­
propone que, así como es posible utilizar las respuestas de muchos individuos a un solo americanos tradicionales para poblaciones Jiferentes, ahora se elaboran algunos tests
reactivo para derivar una curva característica del reactivo, también es posible usar las de personalidad diseñados para evaluar dimensiones específicas en grupos culturales y
respuestas de un mismo sujeto a m~éhos reactivos para granear una curva característica subculturales (véase, por ejemplo, Dana, 1993; Lon11er y Berry, 1986); sin embargo,
dd sujeto, que nos permitiría predecir la probabilidad de que un individuo apoye los aunque ciertos' reactivos e inventarios cal vez no puedan traducirse a otras culturas,
reactivos tomando como base la relevancia que la dimensión de la deseabilidad social existen 'razones para creer que el modelo jerárquico de rasgos puede ser de utilidad para
tenga para él, su umbral o predisposición a responder positivamente a los reactivos en integrar los descubrimientos transculturales. Es decir que, en tanto se comience con la
términos de la deseabilidad social y la propia deseabilidad de los reactivos. medición de las conductas identificadas como significativas en cada cultura con los
r instrumentos adecuados a cada una, puede ser posible identificar algunos constructos
La situación. Las situaciones también difieren en las restricciones conductualys psicológicos de nivel superior que puedan ser universales o al menos muy generaliza·
que imponen, de modo que podemos predecir con un alto nivel de con6anza que en bles a diversas culturas (Anastasi, 1992c; Díaz-Guerrero y Díaz-Loving, 1990).
una biblioteca los lectores permanecerán en sifencio y que los conductores se deten-
drán ante la luz roja. De igual modo, es· probable que, cualquiera que sea la estructura Rasgos y situaciones. Los inventarios autodescripcivos para evaluar la ansiedad
de sus rasgos, las personas naden en la playa y lean en la biblioteca (aunque algunos anee las pruebas ilustran el hecho de que rasgos y situaciones no constituyen fonnas in-
individuos pueden leer mientras estári en la playa o soñar con la playa mientras están compatibles de categorizar la conducta (l. O. Sarason, 1980). Un ejemplo es el In ver\~
en la biblioteca). Una forma de comprender mejor las limitaciones que las situaciones cario de Ansiedad (Tese Anxie11lnveniory, 21 TA!) preparado por Spielberger y sus co-
imponen sobre el comportamiento consiste en estudiar las características de diversos laboradores (Spielberger et al., 1980). Este instrumento es en esencia la medida de uri
ambientes conductuales. El trabajo de Roger Barker sobre la psicología eco\ógica, re- rasgo que se define .en términos .de una clase de situaciones centradas en pruebas·y
cientemente actualizado, ofrece un prometedor conjlinto de herramientas para clasificar exámenes. Quie¡:ies obtienen una calificación elevada en el instrumento suelen perci-.
los medios conductuales y para describir diversas facetas del entorno (Schoggen, 1989). bir las situaciones evaluativas como amenazadoras. El inventario comprende 20 afiiJ
Las diferencias transculturales pueden considerarse·como una instancia especial y maciones que describen las reacciones antes, durante y después de pruebas y exáme~
más penetrante de variabilidad situacional. Como tal ofrecen una oporruni~ad ·única nes, en las que se pide a los examinados que indiquen cómo se sienten generalnien~.
para estudiar la consistencia e inconsistencia en la conducta de los individuos. Con ,,,~ marcando la frecuencia con que experimentan cada reacción (cas¡ nunca, en ocasio-
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tal fin, las aproximaciones a la evaluadón transcultural que estudiamos en les capftu· nes, a menudo o casi siempre). Algunos ejemplos característicos son: "Me paralizO.en
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investigar otros rasgos psicológicos. . .
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~ perturbado''. El TA! produce una puntuación total sobre la predisposición a sentir.
Los tests de personalidad muestran grandes diferencias cuando se aplican a culturas ~ ansiedad en situaciones de prueba, as( como subpuntuaciones en dos componentésf
i
distintas, por lo que cualquier explicación de las diferencias culturales y subG:ulturales ~
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identificados mediante el análisis factorial: preocupación y emocionalidad. En est~ t
requiere de un conocimiento ·específico de las condiciones y circunstancias prevale- ' contexto, la preocupación se define como una "inquietud cognoscitiva por las c:On$~;
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cientes en cada grupo. Esto ha sido reconocido en la evaluación de la psicopatologfa en
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grupos·de culturas diferentes en los Estados Unidos (Malgady, Rogler y. Constantino, ~
nomo que son provocadas por el estrés evaluativo" (Spielberger et al., 1980, p: 1):••·;,~:
1987; Paniagua, 1994); por ejemplo, las diferencias grupales en instrumentos como el · El Perfil de Ansiedad Situacional (Oetting y Oeffenbacher, 1980)22 proporcib'ná
MMPI pueden reflejar las diferencias en la interpretación de las instruccion:es o de un mayor grado de especificación situaciona\. En este instrumento, los exa¡ninadtls
reactivos·espedficos. Las diferencias culturales en la·conducta que se considera social- >. valoran sus reacciones sobre reactivos que cubren senÚmientos de ansiedad e int~rff
mente deseable puede a su vez influir en las puntuaciones¡ en algunos grupos las eleva-
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das puntuaciones en las escalas que evalúan: la depresión pueden ser resultado de ' '.: ciones de prueba en las que se dan instrucciones a los examinados para que··:.$f
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pueden indicar· la presencia de problemas emocionales genuinos que surgen de prácti· anunciadas" a "dar una conferencia". · · ·:
cas de crianza infantil, conflictos con los papeles sociales, frustraciones de grupos.mi- Debido quizá a lo común de la ansiedad ante las pruebas y a la relativa facilida4 pi-
noritarios y otras diferencias culturales. · · ra realizar investigaciones en los medios académicos, la investigación y teorizacióii 56:.
El tema de la evaluación de la personalidad en culturas distintas va.II\ás allá de la bre el tema continúan con el mismo vigor en los Estados Unidos y en otros paises l ')I,
posibilidad de transportar las pruebas; tiene que ver con la posibilidad de trasladar los
sistemas conceptuales, como rasgos y jerarquías de rasgos, qu~ se aplican a la conducta 11 La forma que se entrega al examinado lleva el tCtulo "Test Attitude lnventory" (Jnvrntario dt Aclicuda antt ia,;
(Guthrie, Jackson, Astilla.y Elwood, 1983). Además, como se qescubrió inic¡almen- !'rMtbas) y as( aparece en la novena edición del MMY y en el Tlp.[V, ··'·" .'
22 El Perfil de Ansiedad ante las Pruebas ya no está di.sponiblc; 1in embargo, si el lector utá interaado en el¡¡¡,¡;
te en la evaluación de la habilidad de dominio, cada vez es mayor el reconocimiento
tnimento para propósitos de invwigación, puede obtener una licencia para reprOducitlo con l6lo CKribit a.EU.
de que algunas dimensiot\es importantes de la personalidad no son universales. En gene Octting, Dcpartmcnt of P•ychology, Colollldo Statc Univer>ity, Fon Collins, CO 80523. ..· ¡i;.;
384 Eva/uadón de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 385

(Hagrvet y Johnsen, 1992). En cualquier caso, el constrm:ro l1frccc un hucn modelo ESTADO ACTUAL DE LOS IN_VENTARIOS DE P~RSONALIDAD
de la fonna en que los rasgos y los conceptos situacionales pueden ser de milid:id para
Además de los problemas comu~es que enfrentan todos los instrumentos de evalua-
caregori?ar la conducta, especialmi:nte en el área de la personalidad. Dependiendo del
ción psicológica, el desarrollo y uso de los inventarios de personalidad se ha visto aco-
propósito del instrumento, los constructos de rasgos pueden definirse con diferentes
grados de amplin1d o restricción y asociarse a categorías específicas de situaciones. sado por dificultades especiales. El problema del manejo de impresiones es mucho m:ís
agudo en la medición de la personalidad que en la evaluación de la aptitud; además, los
Rasgos y e~tados. Otra forma de conceptuar el dominio de conducta evaluada cambios temporales son mayores en la conducta medida por los tests de personalidad
Ror los tests de personalidad comprende la diferenciación entre rasgos y estados. El ,. que la que miden los de habilidad. Esto complica la determinación de la confiahi l1
l'nventario de Estados y Rasgos de Ansiedad (Scace-Trait An:dety lnventory, STA!), 1-. dad del instrumento, ya que es posible que las fluctuaciones temporales alearorias s1·
formulado por Spielberger y sus colaboradores (Spie lberger, 1985; Spielberger et al., ..... confundan con los cambios conductuales más generales y sistemáticos. 1ncluso en pl'
(983 ), ejemplifica mejor esta diferenciación. En la elaboración del instrumento, se riadas relativamente corros, no puede suponerse que las variaTiones en las rcspucsws
detinió el estado de ansiedad (E-Ansiedad) corno una condición emocional transito- se restrinjan al instrumento y no caractericen el área de cond~cta no probada que se
ria caracterizada por sentimientos subfetivos de tensión y preocupación. Estos estados _ considera. Un problema relacionado tiene que ver con el hecho de que la especifici-
varían en intensidad y fluctúan con el tiempo. El estado de ansiedad se mide c_on 20 dad situacional de las respuestas es mayor en el dominio no cognoscitivo que en el
afinnaciones descriptivas a las que el individuo responde, haciendo referencia a cómo que sí lo es.
se siente en ese momento {por ejemplo, "Me siento tranquilo", "Estoy nerviosa"). Las La década de los noventa ha presenciado el resurgimiento de la investigación que
respuestas se registran con la indicación de la intensidad del sentimiento (en absolu- enfrenta las complejidades de la evaluación de la personalidad y busca soluciones in-
to, algo, moderadamente, mucho). novadoras a estos añejos problemas. El periodo se caracteriza- por importantes avances
El rasgo de ansiedad (R-Ansiedad) se refiere a la predisposición relativamente esta- te9ricos y me~odológicos. 23 Las primeras críticas a la medición de la personalidad in-
ble a la ansiedad, es decir, la tendencia del individuo a responder a situaciones que dudablemente tuvieron un efecto saludable y en parre estimularon los subsecuentes
percibe como amenazadoras con una elevada intensidad del estado de ansiedad. Se da desarrollos en esta área de la psicometría¡ sin embargo, debemos tomar precauciones
instrucciones a los individuos para que indiquen cómo se sienten generalmeme, mar- contra el ~iesgo de que en el celo por erradicar el pensamiento engañoso también se
cando la frecuencia en cada una de las 20 afirmaciones (casi nunca, en ocasiones, a pierdan conceptos adecuados y ~riles¡ por ejemplo, Ja propuesta que surge ocasional-
menudo, casi siempre). Algunos ejemplos de esas afinnadones son "me inclino a to- mente de que los conceptos de rasgos y de la evaluación diagnóstica de la personali-
rnar mal las cosas" y "soy una persona estable". Los individuos con un alto rasgo de an-
dad deben ser descartados indican una definición innecesariamente restringida de
siedad suelen mostrar elevaciones en el estado de ansiedad más a menudo que las
ambos términos ..El diagnóstico no supone por fuerza que se pongan etiquetas a las
personas en las que el rasgo es bajo porque reaccionan a una gama mayor de situacio-
personas, el uso de laúategorías psiquiátricas tradicionales o'la aplicadón del modelo
nes corno si fueran amenazadoras o peligrosas¡ además, son especialmente sensibles a
médico de "enfermedad". La evaluación diagnóstica debería emplearse como un auxi -
las situaciones personales que suponen cierta amenaza. para su autoestima, como la
evaluación del desempeño o la experiencia de fracaso¡ sin embargo, que el estado de liar en la descripción y comprensión del individuo, la identificación de sus problemas
ansiedad aumente o no en determinada situación depende del grado al que el indivi- y la toma de decisiones apropiada. De modo similar, los rasgos se refieren a las cntcgo
duo perciba la siruación como amenazadora o peligrosa sobre la base de su experien- rías en que la conducta debe clasificarse si queremos tratar con ella, sea en el contexto
cia. El STA! y su versión para menores, el Inventario de Estados y Rasgos de Ansiedad científico o en cualquier otro. La amplitud óptima de las categorías ha de variar de
para Niños (State-Trait Anxiety lnventory far Children, STAIC) ha sido traducido a 43 acuerdo con el propósito de la evaluación. El modelo jerárquico de rasgos que pre-
idiomas y dialectos y ha acumulado una bibliografía de más de 6 000 estudios {Spiel- sentarnos en-el capítulo 11 puede utilizarse igualmente bien en la descripción de In
berger, 1989; Spielberger y Sydeman, 1994). _ conducta no cognoscitiva. En detenninadas circunstancias, serán mejores los rasgos
La diferenciación entre estado y rasgo fue aplicada por Spielberger y sus colaborado- relativamente amplios, pero en otras, será necesario evaluar comportamientos estre-
res en otro inventario desarrollado subsecuentemente, el Inventario de Estados y Rasgos chos y específicamente definidos.
de Expresión de la Ira (State-Trait Anger-Expression ln\Jentory, STAXI; Spielberger, 1988;
Spielberger, Jl)hnson, Russell, Crane, Jacobs y Worden, 1985). El STAXI comprende 44
reactivos que representan los dominios de experiencia y expresión <le la ira. El dominio
23 El trabajo de Broughton, que aplica el concepto del prototipo y la técnica de escalamiento multidimensional a
de la experiencia de la ira es evaluado por dos escalas que son paralelas a las del STA!: el
estado de ira (E-Ira) y el rasgo de ira (R-lra). Este t'.t ltimo tiene a su vez dos subescalas, la evaluación de la personalidad, ejemplifica algunos de los desarrollos más interesantes y de rápida evolución
·metodológica en el campo (Broughton, 1990; Broughton, Boyes y Mitchell, 1993). Desde un punto de vista tcó·
cada una compuesta por cuatro reactivos: temperamento de irn y reacción de ira. La rico, el modelo circunflejo ha proporcionado un marco de referencia integrador para diver.;as tradiciones del área
frecuencia de la expresión de la ira es evaluada con eres escalas de ocho reactivos: ira de la conducta incerprnonal (véase, por ejemplo, Hofstec et al., 1992; ]. S. Wiggins, 1996; Wiggins y Pincus,
interna, ira externa y control de la ira. En la undécima ed ición dd MMY pueden encon- 1992). Además, cada vez es mayor el análisis y exploración de las múltiples relaciones entre los dominios de la
personalidad y lo inteligencia (véase el capítulo 16).
rrnrse las revisiones que Biskin (1992) y Retzlaíf ( l 992) hi1 it•1 nn 1ll' csrc instrumento.
384 Eva/uadón de la personalidad Inventarios autodescriptivos de la personalidad 385

(Hagrvet y Johnsen, 1992). En cualquier caso, el constrm:ro l1frccc un hucn modelo ESTADO ACTUAL DE LOS IN_VENTARIOS DE P~RSONALIDAD
de la fonna en que los rasgos y los conceptos situacionales pueden ser de milid:id para
Además de los problemas comu~es que enfrentan todos los instrumentos de evalua-
caregori?ar la conducta, especialmi:nte en el área de la personalidad. Dependiendo del
ción psicológica, el desarrollo y uso de los inventarios de personalidad se ha visto aco-
propósito del instrumento, los constructos de rasgos pueden definirse con diferentes
grados de amplin1d o restricción y asociarse a categorías específicas de situaciones. sado por dificultades especiales. El problema del manejo de impresiones es mucho m:ís
agudo en la medición de la personalidad que en la evaluación de la aptitud; además, los
Rasgos y e~tados. Otra forma de conceptuar el dominio de conducta evaluada cambios temporales son mayores en la conducta medida por los tests de personalidad
Ror los tests de personalidad comprende la diferenciación entre rasgos y estados. El ,. que la que miden los de habilidad. Esto complica la determinación de la confiahi l1
l'nventario de Estados y Rasgos de Ansiedad (Scace-Trait An:dety lnventory, STA!), 1-. dad del instrumento, ya que es posible que las fluctuaciones temporales alearorias s1·
formulado por Spielberger y sus colaboradores (Spie lberger, 1985; Spielberger et al., ..... confundan con los cambios conductuales más generales y sistemáticos. 1ncluso en pl'
(983 ), ejemplifica mejor esta diferenciación. En la elaboración del instrumento, se riadas relativamente corros, no puede suponerse que las variaTiones en las rcspucsws
detinió el estado de ansiedad (E-Ansiedad) corno una condición emocional transito- se restrinjan al instrumento y no caractericen el área de cond~cta no probada que se
ria caracterizada por sentimientos subfetivos de tensión y preocupación. Estos estados _ considera. Un problema relacionado tiene que ver con el hecho de que la especifici-
varían en intensidad y fluctúan con el tiempo. El estado de ansiedad se mide c_on 20 dad situacional de las respuestas es mayor en el dominio no cognoscitivo que en el
afinnaciones descriptivas a las que el individuo responde, haciendo referencia a cómo que sí lo es.
se siente en ese momento {por ejemplo, "Me siento tranquilo", "Estoy nerviosa"). Las La década de los noventa ha presenciado el resurgimiento de la investigación que
respuestas se registran con la indicación de la intensidad del sentimiento (en absolu- enfrenta las complejidades de la evaluación de la personalidad y busca soluciones in-
to, algo, moderadamente, mucho). novadoras a estos añejos problemas. El periodo se caracteriza- por importantes avances
El rasgo de ansiedad (R-Ansiedad) se refiere a la predisposición relativamente esta- te9ricos y me~odológicos. 23 Las primeras críticas a la medición de la personalidad in-
ble a la ansiedad, es decir, la tendencia del individuo a responder a situaciones que dudablemente tuvieron un efecto saludable y en parre estimularon los subsecuentes
percibe como amenazadoras con una elevada intensidad del estado de ansiedad. Se da desarrollos en esta área de la psicometría¡ sin embargo, debemos tomar precauciones
instrucciones a los individuos para que indiquen cómo se sienten generalmeme, mar- contra el ~iesgo de que en el celo por erradicar el pensamiento engañoso también se
cando la frecuencia en cada una de las 20 afirmaciones (casi nunca, en ocasiones, a pierdan conceptos adecuados y ~riles¡ por ejemplo, Ja propuesta que surge ocasional-
menudo, casi siempre). Algunos ejemplos de esas afinnadones son "me inclino a to- mente de que los conceptos de rasgos y de la evaluación diagnóstica de la personali-
rnar mal las cosas" y "soy una persona estable". Los individuos con un alto rasgo de an-
dad deben ser descartados indican una definición innecesariamente restringida de
siedad suelen mostrar elevaciones en el estado de ansiedad más a menudo que las
ambos términos ..El diagnóstico no supone por fuerza que se pongan etiquetas a las
personas en las que el rasgo es bajo porque reaccionan a una gama mayor de situacio-
personas, el uso de laúategorías psiquiátricas tradicionales o'la aplicadón del modelo
nes corno si fueran amenazadoras o peligrosas¡ además, son especialmente sensibles a
médico de "enfermedad". La evaluación diagnóstica debería emplearse como un auxi -
las situaciones personales que suponen cierta amenaza. para su autoestima, como la
evaluación del desempeño o la experiencia de fracaso¡ sin embargo, que el estado de liar en la descripción y comprensión del individuo, la identificación de sus problemas
ansiedad aumente o no en determinada situación depende del grado al que el indivi- y la toma de decisiones apropiada. De modo similar, los rasgos se refieren a las cntcgo
duo perciba la siruación como amenazadora o peligrosa sobre la base de su experien- rías en que la conducta debe clasificarse si queremos tratar con ella, sea en el contexto
cia. El STA! y su versión para menores, el Inventario de Estados y Rasgos de Ansiedad científico o en cualquier otro. La amplitud óptima de las categorías ha de variar de
para Niños (State-Trait Anxiety lnventory far Children, STAIC) ha sido traducido a 43 acuerdo con el propósito de la evaluación. El modelo jerárquico de rasgos que pre-
idiomas y dialectos y ha acumulado una bibliografía de más de 6 000 estudios {Spiel- sentarnos en-el capítulo 11 puede utilizarse igualmente bien en la descripción de In
berger, 1989; Spielberger y Sydeman, 1994). _ conducta no cognoscitiva. En detenninadas circunstancias, serán mejores los rasgos
La diferenciación entre estado y rasgo fue aplicada por Spielberger y sus colaborado- relativamente amplios, pero en otras, será necesario evaluar comportamientos estre-
res en otro inventario desarrollado subsecuentemente, el Inventario de Estados y Rasgos chos y específicamente definidos.
de Expresión de la Ira (State-Trait Anger-Expression ln\Jentory, STAXI; Spielberger, 1988;
Spielberger, Jl)hnson, Russell, Crane, Jacobs y Worden, 1985). El STAXI comprende 44
reactivos que representan los dominios de experiencia y expresión <le la ira. El dominio
23 El trabajo de Broughton, que aplica el concepto del prototipo y la técnica de escalamiento multidimensional a
de la experiencia de la ira es evaluado por dos escalas que son paralelas a las del STA!: el
estado de ira (E-Ira) y el rasgo de ira (R-lra). Este t'.t ltimo tiene a su vez dos subescalas, la evaluación de la personalidad, ejemplifica algunos de los desarrollos más interesantes y de rápida evolución
·metodológica en el campo (Broughton, 1990; Broughton, Boyes y Mitchell, 1993). Desde un punto de vista tcó·
cada una compuesta por cuatro reactivos: temperamento de irn y reacción de ira. La rico, el modelo circunflejo ha proporcionado un marco de referencia integrador para diver.;as tradiciones del área
frecuencia de la expresión de la ira es evaluada con eres escalas de ocho reactivos: ira de la conducta incerprnonal (véase, por ejemplo, Hofstec et al., 1992; ]. S. Wiggins, 1996; Wiggins y Pincus,
interna, ira externa y control de la ira. En la undécima ed ición dd MMY pueden encon- 1992). Además, cada vez es mayor el análisis y exploración de las múltiples relaciones entre los dominios de la
personalidad y lo inteligencia (véase el capítulo 16).
rrnrse las revisiones que Biskin (1992) y Retzlaíf ( l 992) hi1 it•1 nn 1ll' csrc instrumento.

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