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LOS SÍMBOLOS COMO ELEMENTO IDENTITARIO DE LA RELIGIÓN: UNA

RELACIÓN DINÁMICA
SYMBOLS AS AN IDENTIFYING RELIGIOUS ELEMENT: A DYNAMIC
RELATIONSHIP

RESUMEN.
Las religiones, así como otros sistemas ideológicos, se valen de una serie de
símbolos para reforzar su mensaje y facilitar su identificación. Pero la naturaleza de los
símbolos es polisémica, es decir, pueden tener más de un significado, y multivocálica,
pueden ser interpretados de diferentes modos. Además su significado es dinámico,
pudiendo cambiar según el contexto sociocultural y temporal en que aparezca.
El uso y apropiación por parte de un ideario religioso puede cambiar la
interpretación del símbolo. Un ejemplo son dos símbolos utilizados en contextos
islámicos durante la edad media con un significado similar. Por un lado, el hexagrama o
“estrella de David”, asociado al judaísmo, pero que también tenía significado en
contextos islámicos. Por otro lado, la “mano de Fátima”. Mientras el segundo se ha
mantenido hasta la actualidad en los países islámicos, el primero ha perdido su
significado a causa de la apropiación del mismo por parte del judaísmo militante como
símbolo identitario religioso-nacional.

ABSTRACT.
Religions, as well as other ideological systems, use a battery of symbols to reinforce
their message. The nature of a symbol is polysemantic, so a symbol may have more than
one significance. The nature of a symbol is, at the same time, multivocalic, so a symbol
can be interpreted in several different ways. Furthermore, a symbol’s sense is dynamic:
it can change according to cultural and/or historical contexts.
The appropiation and the use of a symbol by religious ideological codes may
change its meaning. This issue can be made clear by comparing two symbols used in
Islamic contexts during the Middle Ages which do have a similar meaning. On the one
hand, the hexagram, better known as “The Star of David”. Even if related to Jewish
symbology, it had a special meaning in Islamic contexts. On the other hand, the so-
called “Hand of Fatima”. While this last symbol has been used in Islamic countries up
to recent times, the first symbol, “The Star of David” has lost its meaning since it has
been appropiated by Jewish religious nationalism.

PALABRAS CLAVE/ KEY WORDS: símbolo, hexagrama, hebreo, islam, David.


Symbol, hexagram, Hebrew, Islam, David.
1. LAS IDENTIDADES CULTURALES Y RELIGIOSAS Y SUS SÍMBOLOS COMO
UN COSNTRUCTO SOCIAL.
Las sociedades humanas desarrollan una densa red de conceptos e ideas que
construyen una interpretación coherente de su entorno. Esta explicación de la realidad
circundante ha de basarse en un código inteligible para los componentes de dicha
sociedad. Pero este tipo de códigos no permanecen inmutables, sino que sufren
modificaciones con el tiempo, siendo reconstruidos y reinterpretados. Lo mismo sucede
cuando abordamos la identidad con la que un grupo o una sociedad concreta se
autodefine. Son asumidos ciertos conceptos e ideas como inherentes a su naturaleza,
definiendo los límites del grupo y estableciendo un criterio para la pertenencia al
mismo, así como el papel que cada individuo ejerce en su contexto.
En este sentido podemos afirmar que en toda nación existen una serie de hitos
históricos, características “esenciales”, territorios de origen, composiciones sociales,
que se aceptan como formativas y formadoras de la identidad del grupo, del estado o de
la nación, y que son asumidas por gran parte de la población, tanto perteneciente como
ajena a la misma. Pero la mayoría de estas ideas y concepciones no se basan en una
realidad histórica demostrable, que suele ser mucho más compleja y variada, sino que
han sido seleccionados y filtrados a través de procesos sociales prolongados en el
tiempo y cuya dirección no es fácil de descubrir.
Entre todo el entramado de conceptos mencionado, pretendemos centrarnos en un
pequeño, a la vez que importante universo en cuanto al sentimiento de identidad, el de
los símbolos icónicos. Un emblema o una imagen nos ofrecen una idea inmediata que
identificamos rápidamente con un concepto si antes se ha hecho el necesario trabajo de
asociación entre ambos. Hay ejemplos en un amplio abanico de sectores de la sociedad -
las banderas nacionales, los escudos de diferentes instituciones, etc.- que nos hablan con
claridad e inmediatez de un concepto al que se han asociado previamente. En algunos
casos es evidente su origen convencional y acordado, sin embargo, en otros casos
parece asumirse una relación ancestral, si no natural, entre el símbolo y el concepto al
que hace referencia, como si ambos fueran unidos indisolublemente, identificándose
significado con significante de forma absoluta.
Éste sería el caso de los emblemas identificativos de la religión. En las sociedades
actuales existen ciertos símbolos que son asociados automáticamente con una religión y
que han venido a identificarse con ella de tal manera, que cualquier otro significado de
dicha imagen queda eclipsado, si no olvidado. Sin embargo, al profundizar algo en su
historia y sus significados, podemos observar que son el fruto de una construcción
cultural, que en algunos casos se ha producido en tiempos bastante recientes.
2. LA NATURALEZA POLIVALENTE DEL SÍMBOLO
La naturaleza de los símbolos es multisemántica, multovocálica y dinámica. Esto
significa que un mismo símbolo puede tener varios significados, dependiendo del
contexto social y temporal, es, pues, multisemántico; pero, incluso en un mismo
contexto cultural, dicho símbolo puede ser interpretado de diferente manera por
individuos o grupos con diferentes condiciones sociales, es, pues, multivocálico;
además, el significado de un mismo símbolo puede variar con el tiempo, puede
perderse, puede adquirir nuevas interpretaciones con los cambios sociales, por tanto, es
dinámico (Chevalier y Gheerbrant 2007, 23-25).
Esta idea queda reflejada en la historia de la interpretación de un emblema
mundialmente conocido hoy en día, la “estrella de David” o hexagrama. Hoy lo
asociamos automáticamente con el judaísmo, del que se ha convertido en símbolo
internacional -como la cruz del cristianismo o la luna creciente del islam-, con el estado
de Israel, de cuya bandera forma parte, y, por ende, con todo lo que culturalmente se
asocie a lo hebreo.
Pero la historia de este emblema no parece apoyar esta idea. Ha sido un símbolo
utilizado en diferentes contextos culturales, lugares y épocas. Tampoco ha tenido un
significado netamente religioso dentro del contexto hebreo hasta tiempos modernos, ya
que su significado tenía connotaciones alternativas. En este artículo repasaremos
brevemente el devenir de este símbolo en el contexto cultural hebreo y comprobaremos
su uso hasta tiempos modernos en el contexto cultural islámico. Además, compararemos
su uso y conocimiento en el islam actual con el de otro símbolo similar en su día, la
jamsa, con el que compartía significado y ámbito de difusión en la edad media. Así
podremos comprobar la relación que existe entre un símbolo y el significado del que se
le dota, relación que puede ser similar en contextos culturales diferentes, y que puede
cambiar según el momento histórico de una misma cultura.

3. EL CASO DEL HEXAGRAMA COMO SÍMBOLO DE LA RELIGIÓN JUDÍA Y


EL ESTADO DE ISRAEL. SU HISTORIA
El “escudo de David”, es un emblema que en la sociedad actual se asocia en
exclusiva a la religión hebrea y a todo lo que con ella tiene relación. Ha sido
interpretado entre los sabios hebreos de diferentes maneras dándole más de un
significado. Así, se ha querido ver en sus doce lados la representación de las doce tribus
de Israel. En un sentido más espiritual se ha asociado a la redención y a los seis honores
que se deben rendir al mesías redentor, portador del espíritu del Señor. También se ha
traducido como el reflejo del orbe, los puntos cardinales, el cielo y la tierra. No menos
importante es el sentido mágico protector que se le otorga (Kashani 1998).
El símbolo del hexagrama ha sido documentado en contextos hebreos desde la
antigüedad. Se usaba esta figura con connotaciones mágicas en todo próximo oriente.
Apareció por primera vez en un contexto hebreo en un sello del s. VII a.C. Pero en
aquel momento no parece que tuviera un significado religioso concreto, sino que más
bien era utilizado como un talismán protector, combinado con otros símbolos o
palabras, nombres de ángeles o personajes bíblicos con la idea de ahuyentar peligros
como el mal de ojo o la influencia de seres sobrenaturales de naturaleza dañina (Maier y
Schäfer 1996; Wigoder 2002; Vázquez 2003, 490).
También lo encontramos durante la edad media en manuscritos, amuletos y en
algunas sinagogas, pero sin un significado específico. El término “escudo de David”
comienza a usarse entre los siglos VII y XI d.C., asociado a un alfabeto mágico popular.
En el s. XIV d.C. se identifica con el hexagrama en trabajos cabalísticos y se asocia al
candelabro o menorá, con sentido protector y de talismán, desde entonces y hasta el
XVIII d.C. ha sido usado de diversas maneras en libros, prendas de ropa u otros objetos
(Wigoder 2002).
En el caso de la península Ibérica se han hallado varios artefactos decorados con el
“escudo de David”, como los conservados en el Museo Arqueológico
Nacional. Se trata de un pinjante, elemento decorativo utilizado para
ornar las monturas, y de un colgante (Ramos 2013, 74, imagen
izquierda), que se han asociado a las comunidades hebreas
andalusíes. Aquí también ha sido interpretado como un signo de
protección contra el mal de ojo, significado extendido en la edad
media y compartido en otros ámbitos mediterráneos.
Será durante la edad media cuando lo encontremos por primera vez en su función
como emblema de una comunidad judía en Praga, en el s. XIV
d.C., cuando el rey Carlos IV permitió a los judíos usar un
estandarte propio (imagen derecha) y “el escudo de David” fue
utilizado como emblema identificativo de la comunidad judía de
la ciudad (Maier y Schäfer 1996; Wigoder 2002). Más tarde,
estandartes similares fueron usados por las comunidades judías
de Budapest en 1460 y de Praga en 1648 (Kashani 1998).
Pero no será hasta el s. XIX d.C. cuando el magen David se
convierta en un símbolo identificativo de lo hebreo y del
judaísmo. Durante este siglo, algunos pensadores hebreos eligieron esta imagen como
símbolo del judaísmo de la manera que la cruz lo era del cristianismo, convirtiéndolo en
un signo identificativo y unificador de lo judío por todo el mundo, apareciendo en
multitud de contextos (Wigoder 2002).
Siguiendo el espíritu de su tiempo, nacerá entre el s. XIX y el XX d.C., un
movimiento nacionalista hebreo, el sionismo (Sternhell 1998, 11-14). Este nacionalismo
trata de movilizar a la población acudiendo a ideas irracionales que mueven a la
emoción, tales como la tierra, la lengua, la cultura común, la sangre o las creencias. En
el caso de Israel, el elemento religioso será fundamental, no sólo por su aspecto
creencial, sino porque es intrínseco a la existencia del pueblo judío y lo asocia
directamente a una tierra, por lo que se usa para justificar no sólo la idea de nación, sino
la de derecho a los territorios de Palestina (Sternhell 1998, 54-59).
En el I Congreso Sionista en 1897 se señala la necesidad de una bandera que
represente a todo el pueblo judío. Dicha bandera reflejará los colores blanco y azul del
talith -prenda de oración judía- con un “escudo de David” en su centro. Más tarde será
adoptada por el naciente estado de Israel en 1948 (Kashani 1998).
Así, se puede afirmar que, si bien el escudo de David ha sido un símbolo conocido
desde la antigüedad entre la población hebrea de diferentes lugares del mundo, no ha
gozado de la preeminencia que hoy se le confiere, ni ha reflejado la misma idea en todas
las ocasiones. Pasó de ser un símbolo de carácter mágico y profiláctico a identificarse
con la comunidad hebrea, primero de una forma accidental, y sólo desde el s. XIX d.C.
como algo identificativo de lo hebreo.

4. EL HEXAGRAMA COMO SÍMBOLO USADO EN EL ISLAM


Se conoce el uso del hexagrama desde la antigüedad en contextos de oriente
próximo y de India. Su significado alude al equilibrio de diversos elementos que
representan el bien y el mal, pero también se ha utilizado como símbolo mágico
profiláctico (Vázquez 2003, 490-491). También es una figura importante en el contexto
del hermetismo, asociándola a la combinación y el equilibrio de los diferentes
elementos y sus propiedades, resultando de ello la síntesis de los opuestos y la expresión
de la unidad cósmica (Chevalier y Gheerbrant 2007, 922).
Se ha documentado su uso en diferentes periodos en contextos culturales islámicos,
en los que se ha relacionado con el profeta Sulaymān -Salomón-. Se interpretaba como
el símbolo del sello de dicho profeta, con el que podía dominar a las bestias y los seres
sobrenaturales -genios y demonios del mundo oculto-, y que le había sido entregado por
Allāh. Este rey profeta fue el introductor de la magia entre los humanos según el relato
coránico1.

1
“Siguen lo que practicaron los demonios en el reinado de Sulaymān. Pero no fue Sulaymān quien cayó
en incredulidad, sino que fueron los demonios al enseñar a los hombres la magia que le había sido
revelada a los ángeles Harūt y Marūt en Babīl….” (Corán 2, 102).
El poder que este signo dio a Salomón sobre los ŷinn, le confiere un destacado
significado protector y mágico, por lo que será uno de los más utilizados como talismán
apotropaico y profiláctico. Este poder protector ante los peligros que acechaban desde
el mundo de lo oculto hace que lo encontremos con frecuencia en talismanes, sellos,
anillos y representado en cualquier objeto o superficie que se quiera proteger (Vázquez
2003, 490).
En la península Ibérica se han hallado talismanes de plomo de época andalusí en
los que el “sello de Salomón” se conjuntaba con
fragmentos coránicos para garantizar la protección de
su portador (imagen izquierda). La aparición en la
misma pieza de suras o aleyas coránicas no deja lugar
a dudas de la profesión de fe del portador, siendo
difícil pensar que se tratara del objeto de un judío andalusí.
El hexagrama se asocia con la protección de viviendas en el caso de algunos
grafitos, como los encontrados en diferentes paredes de una casa morisca de la zona del
Albaicín de Granada o en el camino de ronda de Madīnat al-Zahrā’, cerca de la puerta
de acceso a uno de los cuartos de la guardia (Ramos 2013, 141). También aparece con
una finalidad protectora en algunas viviendas, donde se usaban placas de yeso colgadas
en las paredes para ahuyentar a los malos espíritus y al mal de ojo. En estas placas se
representan temas como la jamsa, algunas aleyas coránicas,
jaculatorias o eulogias, de fuerte sentido profiláctico. De la
zona de Murcia tenemos dos ejemplos. Uno de ellos se
puede interpretar sin lugar a dudas como una de estas placas
colgaderas, en la que se observa un “sello de Salomón”
(Ramos 2013, 281, imagen derecha) en cuyo centro habría
incrustado un espejo, elemento que también se asociaba a la
protección contra los malos espíritus.
Junto a la figura de la estrella aparecen en muchas representaciones siete
elementos, ya sean puntos, estrellas u otras formas, estos siete símbolos representan las
siete2 letras o signos mágicos que se supone contienen el nombre de Allāh y que
confieren al anillo el maravilloso poder que se le atribuye. Corresponderían a las siete
letras que no aparecen en la fātiha y que son la inicial, cada una de ellas, de uno de los
cien nombres de Allāh. En diferentes tratados mágicos y en talismanes se graba un
2
No podemos olvidar la importancia del número siete para la religión islámica. En el Corán se mencionan
siete cielos (78,12), siete tierras (65,12), siete puertas de los abismos del infierno (15,44), siete versículos
de la fātiha (15,87). Durante el ḥaŷŷ se realiza el ṭawāf, consistente en dar siete vueltas a La Ka‘aba, se
lanzan siete piedras contra el diablo, entre otras acciones relacionadas con este número. Tiene un especial
sentido para los ši’ͨīes septimanos, que defienden la existencia de siete imames tras el Profeta (Chebel
1995, 384 y 415).
grupo de siete signos que se identifican con los del “sello de Salomón” y que poseen un
gran poder mágico (Labarta 1993, 0.38 y 22; Annawati 1967, 23). Nos ha llegado
alguna descripción de dicho anillo, como la de al-Ṭabarī3.
De igual manera, la figura del hexagrama aparece sobre objetos del periodo
andalusí como un símbolo protector cuya finalidad sería la de conservar las propiedades
de lo contenido en el objeto y la salud del propietario del mismo. Se trata de objetos
variados. En la pared de una tinaja de cerámica
hallada en Cieza (Ramos 2013, 341, imagen
izquierda) se observa un “sello de Salomón” pintado
en tonos rojos y amarillos. La figura se ve rodeada
por seis puntos que se asemejan a llamas de fuego
en cada una de las puntas de la estrella, mientras otro punto similar ocupa la parte
central del hexagrama. En este caso se puede interpretar que el símbolo profiláctico
tiene la intención de proteger el agua contenida en la tinaja, ya que el agua se
consideraba en la mitología islámica como un punto de especial atracción para los
genios que habitaban el mundo oculto y era un elemento esencial para la vida y la
pervivencia de la población. Otro objeto sobre el que se ha encontrado un “sello de
Salomón” es una arqueta de madera y marfil procedente de Jijona, en Alicante, sobre
cuya tapadera se grabó un dibujo en el que podemos diferenciar dicho símbolo.
La figura de Salomón es también la del buen gobernante, encarna la rectitud, la
sabiduría y la ponderación, por lo que este emblema transmite la idea de la soberanía y
el poder de la realeza por derecho divino, siendo utilizado en ocasiones por diferentes
dinastías en sus monedas u otros objetos como parte de su mensaje legitimador (Fierro
2002, 271). Algunas de estas dinastías serían la idrisí en el norte de África hacia el s. IX
d.C., la omeya de Córdoba en algunas emisiones excepcionales de dírhems de plata en
el X d.C., o la hammudí de Málaga y Ceuta, en el s. XI d.C. (Ariza 2010: 62-67).
Será con la casa alauí de Marruecos cuando el sello
de Salomón se convierta de nuevo en emblema
dinástico. Será el sultán Mawlāy Sulaymān (1792-
1822) quien hará de este incono su emblema personal y
escudo de su reino (imagen derecha). El hexagrama
seguirá siendo el escudo de Marruecos hasta 1915,
cuando será sustituido por el actual pentagrama (Ariza
2010, 80-81).

3
“Pues, este anillo de cuatro caras, que había sido traído desde el paraíso, se convirtió en el sello de
Salomón. Sobre una de sus caras estaba escrito lo que sigue: ‘el imperio es de Dios’; sobre la segunda
cara estaba escrito: ‘la excelencia es de Dios’; en la tercera estaba escrito: ‘la autoridad suprema es de
Dios’; y sobre la cuarta: ‘la omnipotencia es de Dios’.” (Chebel 1995, 374).
Más allá del posible significado político de estas emisiones, lo que más nos interesa
aquí es el hecho de que el símbolo del hexagrama tiene una importante presencia en
contextos islámicos, hasta el punto de ser utilizado por dinastías gobernantes como
símbolo identificativo. Además, en la zona del Magreb ha sido un símbolo importante
hasta épocas recientes. Sólo desde el siglo XX d.C. el pentagrama ha ido sustituyendo al
hexagrama como símbolo islámico, como sucedió en la iconografía de monedas o en la
bandera de Marruecos (Rejwan 1998).

5. LA JAMSA, UN SÍMBOLO DE SIMILARES CARACTERÍSTICAS EN EL ISLAM


MEDIEVAL
Durante la edad media en Al-Andalus y el norte de África se extiende otro símbolo
cuyas propiedades profilácticas y contextos de uso son semejantes al del “sello de
Salomón”. Nos referimos a la jamsa. Si bien la jamsa o “mano de Fátima” tiene más
extensión y cantidad de hallazgos que el hexagrama, se ha utilizado como término de
comparación, ya que en ambos casos el significado, la cronología de su difusión, la
extensión geográfica y los contextos arqueológicos en los que se ha hallado son
similares.
La jamsa (imagen izquierda) es una forma de lo que se ha considerado como el
símbolo apotropaico por excelencia en muchos contextos
culturales, la mano. Órgano de poder y en posición de alto, de
apartar algo. Es el órgano de la acción por excelencia, y por
tanto símbolo de poder (Chevalier y Gheerbrant 2007, 682).
Símbolo que se representa como una mano abierta con los dedos
extendidos y que enseña su palma al que la mira. Éste signo se
usa como protección desde la antigüedad, la mano en esa posición conjura cualquier
ataque o peligro, especialmente el mal de ojo (Chebel 1995, 255; Vázquez 2003, 352).
La mano expresa la idea de actividad, de potencia y de dominio, en las lenguas
semíticas, la palabra yad significa tanto mano como potencia (Chevalier y Gheerbrant
2007, 682).
En la simbología islámica la mano cobra importancia por su relación con el cinco,
de ahí que se la denomine jamsa. En el Corán la mano se pone en relación tanto con la
soberanía (Corán, 23,88), como con la gracia o el favor (Corán 57,29) de Allāh.
También aparece como órgano de poder mágico, como en el relato sobre la mano blanca
de Moisés con la que hacía prodigios (Corán 7,104-110; 10,75-81; 17,101; 20,57-70).
Para los musulmanes, la mano es un resumen de la ley islámica, en ella hay cinco dedos
que corresponden a los cinco preceptos, con articulaciones, las falanges, que
corresponden a las modificaciones de cada dogma, y todo ello cobra sentido en la
unidad de Allāh, es decir la mano como conjunto (Rivière 1974, 126). Se ha
interpretado el origen divino de la mano extendida y del número cinco por su
correspondencia con las letras que forman el nombre de Allāh, por eso es un símbolo
tan extendido y apreciado en el mundo islámico, porque representa el nombre de la
divinidad, que es, a su vez, la fuerza mayor a la que se puede acudir en busca de
protección (Chebel 1995, 256). El número cinco es usado por sí mismo en diversas
expresiones profilácticas de las que la más famosa es jamsa fi ‘aynik, mientras se
extiende la mano hacia el posible aojador (Chebel 1995, 100).
Sobre el origen de la “mano de Fátima” corren varios relatos legendarios. En uno de
ellos los discípulos del Profeta se quejaban de la supresión de las imágenes, entonces
éste introdujo la mano en un tintero y la plasmó sobre una hoja de papel, diciendo: “éste
es un preservativo infalible contra el mal de ojo” (Rivière 1974, 126).
La imagen de la mano la podemos encontrar en muchos contextos del mundo
islámico, tanto del pasado como actuales. En las puertas del Magreb se pinta como
símbolo protector del hogar, de igual modo que nos ha llegado de época andalusí.
Abunda como amuleto de diferentes formas, en oro, plata y otros materiales, así como
en joyas. La variedad de contextos arqueológicos en los que aparece la figura de la
jamsa en el orbe islámico es enorme. Sirvan de ejemplo algunos objetos procedentes de
Al-Andalus y de características similares a los analizados para el caso del “sello de
Salomón”.
En el contexto andalusí se ha encontrado la figura de la
jamsa formando parte de amuletos o talismanes de diferentes
maneras. Es el caso del colgante encontrado en Elda,
compuesto por un collar de cuentas del que pende un colgante
con forma de mano en azabache y datado entre los siglos XIII
y XIV d.C. (Ramos 2013, 266, imagen derecha). En este caso
el propio material del objeto nos indica su finalidad protectora,
ya que este tipo de piedra negra fue muy valorado como elemento profiláctico en
tiempos medievales. Otro ejemplo de talismán con forma de jamsa es una lámina
circular de latón con esta forma incisa de forma esquemática en una de sus caras.
Proviene de Murcia y se conserva en el Museo de Santa Clara de dicha ciudad (Ramos
2013, 264). Ambas piezas pueden ser consideradas como talismanes de uso personal, es
decir serían portadas por su dueño a modo de colgante o de manera similar, con el fin de
conjurar los peligros que le pudieran acechar.
Encontramos la jamsa en elementos que se pueden interpretar como símbolos
profilácticos y apotropaicos en entornos de hábitat. Sirvan como
ejemplo algunas placas de yeso halladas en diferentes lugares de
la provincia de Murcia, muy similares a la ya mostrada con la
figura del hexagrama, pero en este caso portando una o varias
manos. También cabe interpretar en este sentido un grafito
grabado entre el vano de una ventana y el de una puerta del
castillo de Salvatierra, en Villena (Ramos 2013, 271, imagen
izquierda). Todos estos restos han sido datados entre los siglos
XII y XIV d.C.
Por último, pero no menos importante, cabe destacar la presencia de este símbolo
profiláctico en diferentes objetos de uso cotidiano. En este aspecto, abundan los
ejemplares de cerámica con su representación. Es una iconografía recurrente en piezas
que van desde el s. XII al XV d.C., especialmente en los estilos esgrafiados y
estampillados del periodo almohade y posteriores.

6. ABANDONO DEL HEXAGARMA EN CONTEXTOS ISLÁMICOS


Como se ha podido observar, los dos símbolos analizados, el “sello de Salomón” y
la jamsa, tuvieron un papel similar durante la edad media en ámbitos culturales
islámicos. En cuanto al significado de ambos, puede variar según el momento y el lugar,
pueden aparecer representando ideas diferentes a la aquí propuesta, pero parece evidente
que han tenido un sentido de protección generalizado allí donde aparecen. La diferencia
entre ambos símbolos la encontramos según nos acercamos a la edad contemporánea.
Hoy en día estas imágenes no tienen el mismo significado para nadie, ya sea en un
entorno hebreo o musulmán. Este artículo se ha centrado en los contextos islámicos,
principalmente en el norte de África. Ya desde una observación superficial podemos
vislumbrar la diferente presencia de estos símbolos en las sociedades norteafricanas
actuales. Una visita a cualquier zoco de Marruecos, Túnez o Egipto nos ofrecerá una
abundante variedad de figuras con la forma de la jamsa grabada sobre piezas de joyería,
de orfebrería, tejidos, etc. Por el contario, la figura del hexagrama es mucho más difícil
de encontrar. Mientras la jamsa es considerada hoy en día un símbolo propio de la
cultura islámica, el hexagrama se asocia con el mundo hebreo sin dudar y sin
interpretarlo de una forma alternativa. Si la jamsa mantiene una idea de símbolo
protector, especialmente contra el mal de ojo, el hexagrama es identificado como
símbolo religioso del judaísmo, no siendo reconocido ya como “sello de Salomón”.
Para comprobar la percepción que podemos encontrar hoy entre la población de un
entorno musulmán sobre estos símbolos y su significado, se diseñó una encuesta4 en la
que se preguntaba sobre el tema. Este cuestionario ha sido contestado por 30 personas
que viven o proceden de África del Norte, área en la que la iconografía objeto del
estudio estuvo presente en tiempos pasados.
El resultado de la encuesta no deja lugar a dudas a pesar de lo exiguo del
muestrario, lo que dificulta la extrapolación de dicho resultado a un nivel social amplio.
En lo que al hexagrama se refiere, la práctica totalidad de las personas encuestadas lo
identificaron como un símbolo de la religión hebraica (un 79%), además, nadie de los
encuestados, sin diferenciación por edad o nivel cultural, reconoció este símbolo como
una imagen utilizada en un contexto islámico. En este sentido, parece que se ha perdido
el significado que el “sello de Salomón” tuvo en su día para las poblaciones
musulmanas, y no hace tanto que en Marruecos se usaba aún como emblema dinástico.
En este caso, la fuerte asociación producida en el último siglo del hexagrama con la
religión hebrea y más tarde con el estado de Israel, ha eclipsado posibles
interpretaciones alternativas de dicho símbolo.
En cuanto al símbolo de la jamsa, una gran mayoría (86%) lo reconoce y le da un
significado profiláctico, de protección contra el mal de ojo. La diferencia estriba al
identificarlo con la religión islámica, mientras algunos lo hacen sin ambages, otros
comentan que no es un símbolo relacionado con el islam, pero siguen identificándolo
con contextos culturales muy relacionados con esta religión.

7. CONCLUSIONES. DINAMISMO EN LOS SIGNIFICADOS DEL SÍMBOLO.


RECOSNSTRUCCIÓN CULTURAL
Los símbolos y los emblemas están presentes de múltiples formas en todas las
sociedades humanas. Son una imagen, un elemento visual que encierra un significado
profundo. A menudo creemos que este significado es intrínseco al símbolo en cuestión,
sin apercibirnos de que es más bien un constructo cultural, cuyo contenido ha sido
acordado, pero que puede modificarse al son de cambios culturales o sociales. Cada
emblema, cada símbolo, sea éste de la naturaleza que sea, ha sido utilizado en un

4
Cuestionario resumido.
Presentadas imágenes de ambos símbolos se hacen las siguientes cuestiones.
Datos del encuestado: país de nacimiento; región y país donde residió entre los 3 y los 15 años; nivel de
estudios completado; religión profesada; edad; profesión; por favor conteste a las siguientes preguntas de
forma sincera y en base a sus conocimientos
-¿Conoce el símbolo de la siguiente imagen?
-¿Si es así, que nombre recibe el símbolo?
-¿Con qué religión o contexto cultural relaciona este símbolo?
-¿Cuál es para usted el significado de este símbolo?
-¿Sabe usted si este símbolo se usa en otra religión o contexto cultural? Si es así, ¿en cuál?
momento dado por un grupo humano que lo entiende de una misma manera, y si bien es
cierto que la perdurabilidad de estos conceptos es amplia, no podemos asegurar que
permanezca sin cambios a lo largo del tiempo, o que sea reconstruido por un grupo
humano diferente con un sentido totalmente ajeno al anterior. Un símbolo tiene
significado desde el momento en que es dotado de tal por una sociedad o una cultura,
entendidas como el conjunto de seres humanos que comparten ciertas características.
Fuera de estos parámetros, el contenido puede variar totalmente. Incluso dentro de un
mismo grupo humano, la interpretación del significado de un símbolo puede variar.
Esta variabilidad del símbolo queda patente en el caso expuesto en este artículo. Un
emblema tan conocido y reconocido hoy en día como el hexagrama aparece como
símbolo en lugares y periodos muy diversos, con significados diferentes, sin embargo
hoy sólo se le otorga un significado, el emblema por antonomasia de la religión hebrea.
Aunque por ello pudiéramos pensar que éste fue siempre uno de sus significados más
importantes, no es así, ya que como signo del judaísmo sólo se comenzó a emplear
desde finales del siglo XIX, siendo anteriormente un símbolo sin un significado
religioso concreto, y más relacionado con el mundo de lo mágico.
Por el contrario, el hexagrama ha perdido su significado en áreas de cultura
islámica, en las que hasta hace un siglo lo tuvo. Un significado relacionado con lo
mágico y tangencialmente con lo religioso, al ser identificado como sello del profeta
Salomón. En estos mismos territorios se ha mantenido viva la interpretación de otro
símbolo que compartió sentido con el hexagrama en otros tiempos, la jamsa, que aún
hoy se usa como antídoto contra el mal de ojo.
Este cambio se ha producido a raíz de una serie de acontecimientos políticos, la
aparición de un movimiento nacionalista hebreo y su adopción del hexagrama como
emblema del judaísmo, la posterior creación del estado de Israel y el uso de dicho
emblema como parte de la bandera nacional, han cargado de un significado nacional-
religioso a un símbolo que no lo tenía con anterioridad. Esa misma identificación del
judaísmo y el sionismo con el magen David, ha llevado a su rechazo por parte de los
países musulmanes, tanto a nivel oficial como social, llevando a su desaparición y a su
olvido.
Así, el significado del “escudo de David” como un símbolo del judaísmo, que hoy
acepamos sin dudar, es reciente y es fruto de una construcción político-religiosa que
pretendía dotar de contenido a un estado naciente. Es un ejemplo de cómo en una
sociedad se pueden crear o construir símbolos y emblemas con una finalidad eminente,
la potenciación de una unidad colectiva, de conceptos e ideas en las que los diferentes
individuos de un grupo se vean representados y puedan seguir con facilidad, reforzando
su sensación de unidad, en este caco nacional y de fe.
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