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TRAS LAS

HUELLAS DE
LA ATLÁNTIDA
Esta gran isla, un continente en sí misma, ha sido un mito que la
literatura y la ciencia se han empeñado en perseguir a través de
los tiempos. Seguimos el rastro que ha dejado en la historia.
SERGI VICH SÁEZ, HISTORIADOR
C
uenta Platón en dos de sus famo-
sos Diálogos que nueve mil años
atrás existió, más allá de las co-
lumnas de Hércules (el estrecho
de Gibraltar), una extensa isla
en medio del océano llamada Atlántida.
Según el filósofo ateniense, que vivió en-
tre los siglos v y iv a. C., esta tal Atlántida
fue sede de un poderoso imperio al que
se enfrentaron los atenienses y cuya so-
berbia y degeneración moral movió a los
dioses a destruirla. Tanto tiempo había
pasado y tanto había ocurrido desde en-
tonces que, a pesar de la envergadura del
PLATÓN, filósofo
cataclismo que la sumergió, los helenos griego. Afirmó que
se habían olvidado de ella. Hasta que un la Atlántida había
sido un imperio
sacerdote egipcio de Sais se lo recordó al enemigo de Atenas.
legislador ateniense Solón (ss. vii-vi a. C.)
EL LEGISLADOR
cuando este visitó su templo. ateniense Solón.
Desde la Antigüedad han existido referen- Grabado.
cias a cataclismos e inundaciones de pro- HERÓDOTO,
porciones gigantescas que asolaron total o conocido como el
parcialmente el mundo (como el diluvio padre de la historia,
mencionó en su
bíblico, o el sumerio del Poema de Gilga- obra a los atlantes.
mesh, tal vez dos versiones de un mismo
fenómeno), pero ninguna casa con lo ex-
puesto por Platón. Es verdad que algunas
aluden a la existencia, poco probable, del
poema Atlantikos, en el que Solón hablaría
del continente perdido. También que el
gran recogedor de noticias que fue Heró-
doto de Halicarnaso (s. v a. C.) mencionó
a los atarantes y atlantes como pueblos del
norte de África (aunque los relacionó con
Atlas, el legendario titán condenado a sos-
LA ATLÁNTIDA según Peter Connolly. En la pág.
tener la bóveda celeste, y no con nuestra anterior, el mítico imperio según Thomas Cole.
isla). Pero de la Atlántida platónica, antes
de que el fundador de la Academia la des-
cribiera, no se han hallado referencias. a su vez la había recibido de Drópides, y La segunda parte del relato, mucho más
Y a pesar de ello, han sido muchos los que este de Solón. Señala Critias: “Ahora bien: amplia y pormenorizada por lo que res-
durante siglos han intentado localizar los en esta isla Atlántida, unos reyes habían pecta al perdido continente, aparecía en
restos de aquel imperio. Las obras escritas formado un imperio grande y maravilloso. otro diálogo, Critias, inacabado. El objeti-
al respecto cubrirían las estanterías de Este imperio era señor de la isla entera, y vo final de este diálogo parece haber sido
varias bibliotecas sin que se haya llegado también de muchas otras islas y parte del la descripción de las características inhe-
a ninguna certeza. Así que la pregunta no continente. Por lo demás en parte vecina rentes al Estado ideal. Por este motivo, el
por obvia deja de ser necesaria: ¿existió a nosotros, poseía la Libia hasta Egipto y narrador compara dos realidades contra-
realmente la Atlántida? la Europa hasta la Tirrenia [Etruria]”. Lle- puestas: una Atenas noble, gloriosa y as-
vados por su ambición, los atlantes inten- cética y una Atlántida poderosa y mate-
La cuestión de las fuentes taron conquistar Egipto y Grecia, y fue rialista, a la cual el vicio y la ambición de
El primer relato sobre la Atlántida se esce- entonces cuando Atenas les venció. “Pero sus gobernantes llevaron a la perdición.
nifica en el Timeo, obra en la que se descri- en el tiempo subsiguiente hubo terribles En el texto platónico, la isla Atlántida
ben las teorías físicas de Platón. En él, uno temblores de tierra y cataclismos... Duran- aparecía como una tierra fértil, dotada
de los personajes, Critias, nos habla de una te un día y una noche horribles, todo nues- de toda clase de bienes naturales, entre
gran isla mayor que Libia (norte de África) tro ejército fue tragado de golpe por la los que destacaba el oricalco, un extraño
y Asia (Anatolia) juntas, cuya historia le tierra, y asimismo la isla Atlántida se abis- y desconocido metal solo inferior en va-
había llegado por medio de su abuelo, quien mó en el mar y desapareció”. lor al oro. Ríos y fuentes, algunas de

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agua caliente, brotaban por todas partes, fastuosidad asombraba al visitante. Todo Nada indica que Platón terminara el relato.
alimentando a través de una ingente red ello facilitaba el ir y venir de navíos de No solo porque nunca ha aparecido el final,
de canales la inmensa llanura agrícola toda procedencia que surtían de bienes al sino porque tampoco escribió un tercer
que se extendía más allá de la capital. principal de los diez reinos hermanos en diálogo, Hermócrates, que, con los anterio-
Si la naturaleza había sido pródiga con la que se dividía la Atlántida. res, debería haber formado una trilogía y
tal vez habría aclarado su sentido. La tesis
más frecuente es que, considerando que
PLATÓN DESCRIBE LA ATLÁNTIDA COMO UNA TIERRA había llegado a un punto muerto en su
FÉRTIL Y DOTADA DE GRANDES OBRAS DE INGENIERÍA intento de describir el Estado ideal –meta
de la trilogía–, y al constatar que las fuerzas
isla, no lo había sido menos la mano del Pero cuando el modo de gobernar de sus le empezaban a flaquear –nos encontramos
hombre. Grandes obras de ingeniería ha- monarcas se volvió despótico, Zeus consi- a un decenio de su muerte–, habría deci-
bían permitido la construcción de tres deró que había llegado el momento de dido atender otros proyectos de mayor
canales concéntricos, separados por dos intervenir, por lo que reunió a los demás enjundia. Presumiblemente Las leyes.
círculos de tierra, pero conectados entre dioses para “aplicar un castigo, para ha-
sí y con el mar, que ocupaban la laguna cerles reflexionar y llevarlos a una mayor El prestigio platónico
interior que rodeaba la acrópolis. En esta moderación”. Llegados a este punto, el La figura de Platón pesó siempre mucho
se hallaban el templo y el palacio, cuya texto se interrumpe abruptamente. en los ámbitos eruditos, y la autoridad del

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maestro hizo que no solo se aceptara la mar más allá de las columnas de Hércules do conocido. Fenicios y cartagineses habían
historia de la Atlántida, sino que se embe- era poco profundo a causa de la cantidad explorado las vertientes europea y africana
lleciera con datos difícilmente contrasta- de limo depositado por el hundimiento de del océano, pero sin perder de vista la cos-
bles. Así, el comentarista del Timeo Crantor la Atlántida, como señalara Platón en su ta. Pocas veces, salvo por accidente, se
de Cilicia (s. iii a. C.) dijo haber visto unas relato. Tal era la autoridad del maestro. habían adentrado en él. A pesar del paso
columnas en las que estaba escrita la his- El mito persistió durante el Imperio roma- de los siglos, los versos del poeta griego
toria de la Atlántida. Y Plutarco (c. 46-120), no, y seguía siendo objeto de estudio para Píndaro (ss. vi-v a. C.) a Terón, rey de Agri-
en su Vida de Solón, no solo aceptó la base las personas cultas de Alejandría, como gento, seguían en pleno vigor: “... así Terón
de la narración, sino que añadió el nombre
del sacerdote (Sonquis de Sais) con el que
aquel había hablado e incluso el lugar (He- TAL ERA LA AUTORIDAD DE PLATÓN QUE LOS AUTORES
liópolis). Y eso que matizó que quizá a POSTERIORES LE DAN CRÉDITO PESE A LAS DUDAS
Platón se le fue la mano al llevar la narra-
ción a límites difíciles de creer. nos cuentan Amiano Marcelino y el neo- a todos aventaja / tanto que las columnas
Es tal vez Aristóteles (s. iv a. C.), discípu- platónico Proclo (ambos del siglo iv). Este de Hércules ya toca / más allá, el camino
lo del filósofo ateniense, quien en tono mantenía que había islas más allá de Eu- es inaccesible para sabios e ignorantes /
irónico manifestó de forma más clara sus ropa cuyos habitantes recordaban la exis- No lo seguiré yo. Necio sería”.
dudas sobre la veracidad del relato sobre tencia de una gran civilización tragada por
la isla: “Aquel que la creó [Platón], la ha el mar. Era algo difícil de creer, dado que La Atlántida y América
destruido”. Y a pesar de ello, en una de sus para griegos y romanos las columnas de A pesar del retroceso del saber clásico du-
obras, Meteorológicos, menciona que el Hércules seguían siendo el límite del mun- rante la Edad Media, el Timeo fue uno de

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ATLÁNTIDA

Gurús, telepatías y videntes


LAS DESCRIPCIONES DE LA ATLÁNTIDA ENCENDIERON
LA IMAGINACIÓN DE NUMEROSOS ESOTÉRICOS
LA UCRANIANA DE PADRE
alemán Elena Petrovna Hahn, más
conocida como madame Blavatsky
(a la izqda.), hizo fortuna en la Nue-
va York del siglo XIX al dar forma a
uno de los movimientos espiritistas
con más éxito del momento: el teo-
sofismo. Blavatsky mantenía que
su inspiración le llegaba a través de
mensajes de antiguos sacerdotes y
gurús, aunque, según sus detracto-
res, los escribiera ella misma. Teñi-
das de racismo, sus enseñanzas
señalaban la existencia de siete ra-
zas primigenias, una de las cuales
sería la de los atlantes, seres dota-
dos de una gran energía psíquica y
cuyos espíritus se habían reencar-
nado en los arios de su tiempo.

MIENTRAS, EL ANTROPÓ-
SOFO austríaco (nacido en Croacia)
Rudolf Steiner (a la dcha.) no solo
aceptaba la existencia de la Atlán-
tida, sino que mantenía que sus
habitantes se comunicaban trans-
TEMPLO de Hera Lacinia, en el valle de los Templos
de la ciudad griega de Agrigento, en Sicilia. formando la energía germinativa
de las plantas y tenían la capacidad
de sintonizar con el subconsciente
los diálogos platónicos más comentados. colectivo, por lo que, de alguna ma-
Por eso permaneció viva la historia de la nera, no solo aún se hallaban pre-
Atlántida. Se mantuvo la idea de que al sentes entre nosotros, sino que de
alguna manera nos dirigían.
oeste de la península ibérica se extendía
el peligroso y mencionado mar de barro,
por lo que navegarlo no solo resultaba
OTRO MÁS, EL VIDENTE es-
arriesgado, sino improductivo. tadounidense Edgar Cayce (1877-
Sin embargo, a principios del siglo xv, si 1945), situó la Atlántida cerca de
no antes, a la Atlántida le salió una com- las islas Bimini y señaló la (fallida)
petidora, probablemente hija suya: la isla fecha en que la volveríamos a en-
Antilia, o de las Siete Ciudades, fundadas, contrar: entre 1968 y 1969.
según la leyenda, por otros tantos obispos
hispanos que habían huido de la penínsu-
la tras la invasión musulmana. Antilia, Si atendemos a lo mencionado por fray según relata el primero en Historia de las
cuyo nombre inspiraría el de las Antillas Bartolomé de las Casas y Francisco López Indias (1527). En todo caso, que el mito
modernas, constó en muchas cartas de de Gómara, Cristóbal Colón conocía bien atlante seguía vivo y coleando lo muestra
navegación y mapas, incluido el de Paolo la historia de la Atlántida, y llegó a consi- el hecho de que, en el mapa dibujado por
Toscanelli (1468), al parecer, conocido por derar que, “aun cuando aquella gran isla el jesuita alemán Athanasius Kircher en
Colón. De hecho, al presentar su proyecto estaba perdida y sumergida, quedarían 1665, entre Europa y las tierras america-
al rey Juan II de Portugal, el navegante otras, o por lo menos quedaría tierra firme, nas recién descubiertas figura ubicada
incluía la llegada a esta mítica isla. que él podría encontrar, si la buscaba”, con precisión la isla perdida.

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ARIOS Y CATÁSTROFES CÓSMICAS
EN 1950, EL PSICÓLOGO israelí AÑOS ANTES, EL AUTOR ale-
Immanuel Velikovsky publicó un libro de mán Karl Georg Zschaetzsch ya había
gran impacto: Worlds in Collision. En él su- barajado esa hipótesis, aunque bautizó el
gería que, en otros tiempos, el planeta Ve- cometa en cuestión con su propio apelli-
nus, en forma de cometa, se acercó tanto do. Lo plasmó en Atlantis, die Urheimat
a la Tierra que provocó grandes cataclis- der Arier (La Atlántida, la patria de los
mos. Estos habrían llevado, entre otras arios, 1922). En su obra describía a los
desgracias, a la destrucción de la Atlánti- atlantes como seres altos y rubios, vege-
da. La tesis se hacía eco de antiguas refe- tarianos y de ojos azules, poseedores de
rencias, como las que constan en el texto un saber inmemorial y únicos supervi-
maya conocido como Popol Vuh. vientes del cataclismo.

CASI AL MISMO TIEMPO, el inge- SU PLANTEAMIENTO CALÓ en


niero austríaco Otto Muck llegaba a pare- la mente de algunos dirigentes nacional-
cidas conclusiones en Alles über Atlantis socialistas, como Heinrich Himmler y Al-
(Todo sobre la Atlántida, 1954). Incluso fred Rosenberg, que, muy discretamente,
precisaba fecha y hora de su hundimiento enviaron a los confines árticos diversas
atendiendo a los calendarios mayas: las expediciones para hallar la ubicación de
20 h del 5 de junio de 8498 a. C. aquella primigenia patria.

El descubrimiento y la colonización del la fauna de ambos lados del océano, con-


Nuevo Continente fueron sucesos tan sideró que en otro tiempo había existido
grandes que comportaron un momentáneo un continente intermedio entre Europa y
paréntesis en el tema atlante. Pero no América que se sumergió, y del que las
desapareció por completo. Ahí está la no- islas Azores y Canarias serían vestigios.
vela filosófica Nueva Atlántida (1627), del Pensaba en la mítica Atlántida, cuna de
político británico Francis Bacon. En ella una primera civilización mundial que re-
se describe una isla en el Pacífico en la percutiría en todas las demás.
que los supervivientes de la Atlántida han Donnelly desarrolló su hipótesis en un
creado una sociedad feliz y autárquica destacado libro, Atlantis: The Antediluvian REBAÑO DE VACAS en las pinturas rupestres
de Tassili, Argelia. Patrimonio de la Humanidad.
gracias a la ciencia. Mientras, su lugar de World (1882), en el que la profusión de
origen, tras la retirada de las aguas, se datos geológicos, botánicos o antropoló-
había convertido en... América. gicos, a pesar de acumularse sin orden ni lo que invalida la base en que se sustenta-
Por otro lado, basándose en los Edda (ci- concierto, resultaba aparentemente incon- ba la elucubración de Donnelly) parecen
clo de leyendas escandinavas), el médico trovertible y cautivó a un numeroso públi- haber afectado a la legión de seguidores
y científico sueco Olaus Rudbeck quiso co. Para el autor, no solo el relato platóni- del congresista, pues su Atlantis sigue re-
probar en su magna obra Atlantica (1679- co era en esencia verdadero, sino también imprimiéndose en nuestros días.
1702) que Suecia había sido la cuna de otros muchos mitos y leyendas, desde el Casi al mismo tiempo, el geógrafo francés
los atlantes. Desde allí, estos habrían jardín del edén hasta la nórdica Asgard, Étienne-Félix Berlioux afirmaba que la
conquistado y civilizado el mundo anti-
guo. Sin embargo, el mérito de haber
convertido la Atlántida en un campo de
DONNELLY TIENE EL MÉRITO DE HABER SITUADO LA
discusión más o menos científico corres- DISCUSIÓN EN UN CAMPO MÁS O MENOS CIENTÍFICO
pondería a un norteamericano.
pues no hacían sino hablarnos del conti- verdadera Atlántida se hallaba bajo las
El renacer del mito nente perdido, cuya colonia más antigua arenas del Sahara frente a las islas Cana-
Saltamos a la segunda mitad del siglo xix. habría sido el Egipto faraónico. rias, que los tuaregs serían los descen-
El congresista y escritor estadounidense Ni la confirmación de la teoría de la deriva dientes de los atlantes y que su alfabeto,
Ignatius Donnelly era un hombre de bue- de los continentes (expuesta por Alfred el tifinag, sería un recuerdo de estos. El
na intención y desordenados conocimien- Wegener en 1912) ni la constatación de descubrimiento de las pinturas prehistó-
tos. Influenciado por el descubrimiento que la dorsal Mesoatlántica va creciendo ricas de Tassili, que revelaban una tierra
de la cordillera submarina dorsal Mesoat- y ensanchándose (por lo que no se trata de en otros tiempos feraz y llena de anima-
lántica y las coincidencias entre la flora y una cordillera hundida, sino en formación, les, no hizo sino reforzar esa idea, plas-

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ATLÁNTIDA

IGNATIUS DONNELLY hacia 1880. Abajo, el


etnólogo alemán Leo Frobenius, siglo XIX.

mada en una novela de gran éxito, La la avanzada tecnología que, según Platón, manifiesto una rica cultura que durante
Atlántida (1919). En ella, su autor, Pierre acompañaba a los atlantes! la Edad del Bronce había señoreado las
Benoit, inmortalizaría a Berlioux en la En todo caso, los tiempos resultaron pro- aguas del Mediterráneo oriental. Evans
figura del profesor Le Mesge. picios para el tema, y surgieron por todas bautizaría este pueblo con el nombre de
Siguiendo la senda iniciada por Donnelly, partes las más variadas hipótesis sobre su mítico rey Minos. La civilización mi-
el mitólogo escocés Lewis Spence publi- su ubicación. La calidad de los restos ar- noica había resucitado.
có en 1924 una obra de gran impacto, queológicos encontrados en Ifé en la El hallazgo de grandes construcciones,
The Problem of Atlantis, en la que mati- década de los años treinta hizo que el hermosas pinturas, tablillas escritas, culto
zaba, sin negarlas, las apreciaciones del etnólogo alemán Leo Frobenius la situa- al toro... hicieron pensar al helenista K. T.
americano. Procuró establecer una base ra en la tierra de los yoruba (Nigeria). Frost en la existencia de una relación con
geológica en la que ampararse. En su Mientras tanto, el filólogo alemán Adolf lo mencionado por Platón. Lo plasmó en
opinión, a finales de la era terciaria, una Schulten buscaba la mítica y rica Tartes- un artículo anónimo de 1909 en el que
gran masa de tierra ocupó temporalmen- sos en Andalucía, no tanto como la isla señalaba, entre otras cosas, que “Solón oyó
te el Atlántico Norte. Más adelante, esta de Platón, sino como fuente de inspira- realmente en Sais una historia que le ma-
masa se habría partido, dando lugar a ción para lo narrado en sus Diálogos. ravilló y que en realidad era auténtica,
dos islas continente: la Atlántida al este aunque mal interpretada. Era una versión
y Antilia al oeste, que milenios después La hipótesis minoica egipcia sobre la Creta minoica”.
se hundirían. Mientras tanto, sus colonos A principios del siglo xx, el descubrimien- El fallecimiento de Frost en los inicios de
habrían alumbrado dos culturas de la to por el arqueólogo británico sir Arthur la Gran Guerra hizo que su relación pa-
Edad de Piedra: la Magdaleniense y la Evans de las ruinas del palacio de Cnosos sara casi desapercibida, hasta que el ar-
Aziliense. ¡Qué poco tenían que ver con en Creta causó sensación, al poner de queólogo griego Spyridon Marinatos

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La Atlántida & Cía.
NUESTRA ISLA NO ESTÁ SOLA EN LA NÓMINA DE LOS CONTINENTES PERDIDOS

LA ISLA DE ANTILIA
En medio del Atlántico se habría situado
esta isla, reflejada en muchos mapas rena-
centistas. Ignatius Donnelly la creyó la mi-
tad occidental de una masa cuya mitad
oriental habría sido la Atlántida.

LA ESCURRIDIZA ATLÁNTIDA
Estuvo más allá de las columnas de Hércu-
les, según Platón, pero también se la ha si-
tuado en la propia América, en el subsuelo
del Sahara, en Nigeria, en Creta y, ya solo
como referente para un mito, en Santorini.

EL CONTINENTE MU
Desde el siglo XIX y con importantes variantes, distintos autores conside-
raron que en medio del océano Pacífico habría existido un continente al
que denominaron Mu, y del que la isla de Pascua sería el resto más visi-
ble. Según sus valedores, habría sido cuna de una civilización muy avan-
zada, cuyos archivos estarían en manos de la orden de los Rosacruces.

expuso una hipótesis a mediados del siglo la del volcán indonesio de Krakatoa de los invasores micénicos para hacerse con
pasado. La decadencia minoica que so- 1883–, seguida de un maremoto, habría el control de la isla. Esta convicción pu-
brevino a finales del xvi a. C. no estaría hundido parte de la isla originaria y ha- do reforzarse con los hallazgos encon-
directamente relacionada con la invasión bría arrasado las costas cretenses. trados a partir de 1967 en el yacimiento
de grupos micénicos procedentes de la En los años siguientes, y en colaboración de Akrotiri, en Tera. La fecha exacta de
Grecia continental, como se creía, sino con el sismólogo Angelos Galanopoulos, la erupción es aún objeto de discusión,
con una catástrofe natural de gran mag- Marinatos no solo confirmó la idea, sino dado que se produjeron varias.
nitud. El foco estaría radicado a no más que la amplió con el estudio de los per- Como de pasada, Marinatos dejó caer que
de 120 km al norte de Cnosos, exacta- niciosos efectos que las nubes de ceniza quizá los textos platónicos se basaran en
mente en la isla de Tera (la actual San- tuvieron sobre los cultivos cretenses. El lo ocurrido en Creta y Tera. Sin embargo,
torini). Allí, una enorme erupción volcá- hambre generada y la grave conmoción no quiso incidir en el tema para no conta-
nica –hoy sabemos que muy superior a social sí habrían sido aprovechadas por minar la investigación científica en curso

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ATLÁNTIDA

HIPERBÓREA
Desde finales del siglo XVIII, se consi-
deró a Hiperbórea una antigua tierra
habitada cerca del Polo Norte que se
hundió en plena era terciaria. Sus
vestigios, según los seguidores de la
teoría, podrían rastrearse en Siberia,
Groenlandia y, en especial, Islandia,
y sus habitantes, los hiperbóreos, se-
rían los ancestros de los arios.

EL ARQUEÓLOGO Christos G. Doumas muestra los trabajos de Akrotiri en la isla griega de Santorini, 2010.

basó. Es probable que las referencias a la


PLATÓN PODRÍA HABER civilización minoica se hallen presentes
IDEADO UN IMPERIO en su relato, por no hablar de los grandes
movimientos migratorios propiciados por
FICTICIO BASÁNDOSE EN los Pueblos del Mar en el siglo xii a. C.
DESTRUCCIONES COMO Pero quizá también figuren las mucho más
cercanas destrucciones de la isla italiana
LEMURIA
En 1864, el hecho de
LAS DE CRETA O HÉLICE de Atalante mencionada por Tucídides (ss.
que tanto en India v-iv a. C.), cuya similitud nominal resulta
como en Madagascar sumió en una obra de gran influencia, El sugestiva, o de la ciudad griega de Hélice,
hubiera lemúridos hi- fin de la Atlántida (1968), donde señala- arrasada por un terremoto y un tsunami
zo pensar al geólogo ba que las diferencias entre el relato pla- en 373 a. C. Para los elementos materiales
inglés Philip Sclater tónico y la civilización minoica, incluida podría haberse inspirado en los arsenales
en la existencia de un la cronológica, se debían a errores de de Corinto o en el templo de Artemisa en
continente, hoy per- traducción: “Mi idea es que Solón tradu- Éfeso, por citar algún posible ejemplo.
dido, en la región del jo Keftiu [Creta para los egipcios] como En cualquier caso, todo lo que hemos
Índico. La idea sería
Atlantis, la isla de los atlantes”. contado son solo hipótesis sobre un apa-
adoptada por los
sionante relato que continuará cautivan-
medios esotéricos
para hablar de una
La Atlántida hoy do a los lectores. ¿Quién sabe si algún
gran y desaparecida Más allá de hipótesis bienintencionadas futuro detective de la historia, emulando
civilización. aunque carentes de base científica, la in- al Schliemann que nos hizo real la Troya
terpretación que los medios académicos de Homero, logrará traspasar la espesa
hacen hoy del mito platónico está relacio- niebla que envuelve a la Atlántida?
nada con la situación política de la Atenas
con un relato en el que cabían las más de aquellos años. Al parecer, la pretensión
disparatadas hipótesis, desde intervencio- de Platón al redactar la fallida trilogía era PARA SABER MÁS
nes extraterrestres hasta seres de leyenda, recordar a sus compatriotas las nefastas CLÁSICO
pasando por desastres cósmicos. consecuencias traídas por su agresiva po- PLATÓN. Obras completas. Madrid: Aguilar,
Su sucesor en las excavaciones, el profesor lítica (guerras del Peloponeso, s. v a. C.) 1981.
Christos G. Doumas, mantuvo la pruden- y la necesidad de volver a los antiguos usos. ENSAYO
te decisión de Marinatos. Otros, como el Para ello habría ideado un imperio ficticio, ELLIS,Richard. En busca de la Atlántida.
profesor Nikolaos Platon, siguieron en- en el que los atenienses pudieran verse Barcelona: Grijalbo, 2000.
LUCE, J. V. El fin de la Atlántida. Barcelona:
contrando coincidencias: “La organización reflejados, hurgando en diversos aconte- Destino, 1975.
política y social de la Atlántida presenta cimientos presentes en la memoria de los VIDAL-NAQUET, Pierre. La Atlántida. Madrid:
numerosas analogías con la Creta minoi- helenos, hasta hacer de las partes un todo Akal, 2006.
ca”. El clasicista irlandés J. V. Luce lo re- nuevo. Resulta difícil precisar en cuáles se

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