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Cuidados de la embarazada a través del tiempo.

Los antecedentes históricos nos remontan a los aportes hechos en el antiguo testamento,
en el que la ayuda a las parturientas se presenta como una actividad exclusivamente
femenina y se nombra la presencia de la persona experta: la comadrona o parteraza.

En estos tiempos el matrimonio seguido de la maternidad definían los límites de la vida


de las mujeres, condiciones que estaban socialmente reguladas y que marcaban el
destino y por tanto su mortalidad. Respecto a lo antes dicho tenemos el ejemplo de
Roma en la cual se casaba a las muchachas a edades tempranas para que estas tuvieran
hijos, poniendo así en riesgo su vida tanto por la juventud de la mujer como por las
múltiples posibilidades de embarazos y partos a los que estaban expuestas a lo largo de
su vida.

Se tenía noción de que la estructura de la pelvis podía condicionar el parto, de la misma


manera que una posición alterada del feto, la mala salud de la mujer durante el
embarazo por la deficiente alimentación y las infecciones postparto. Para reducir los
riesgos, en la Grecia clásica se invocaba la protección de las diosas. Buscar la
protección de seres superiores que aseguren un buen parto se extendió hasta el siglo
XX, y todavía se presenta en distintas culturas. La medida más seguida por aquellas que
su condición social se lo permitió fue la de la continencia: limitar el número de hijos era
una manera de evitar la exposición a la muerte; aun así, la esterilidad fue más temida.

También están los escritos chinos, que recomendaban a la embarazada evitar comida
abundante y ejercicio excesivo. En India, se establecieron ciertas reglas sobre la
alimentación, bebidas, ejercicio, ropa y la recomendación de tener compañía de
personas allegadas.

En la edad media el embarazo venía cargado de peligros debido al desconocimiento de


todo el proceso, desde la concepción hasta el alumbramiento. Para saber algo más sobre
la concepción, se utilizaron tratados sobre obstetricia siendo los más populares los
de Hipócrates, los de Aristóteles, Sorano de Éfeso o más adelante, Avicena. A partir del
siglo XV se percibe en toda Europa un movimiento interesado en la regulación de la
actividad de las comadronas para elevar su formación. La aparición de la imprenta
facilitó la difusión de las obras destinadas a este objetivo.

Hasta el siglo XVII la asistencia al parto estuvo exclusivamente en manos de las


mujeres, aunque se encuentran algunas referencias donde se especifica que si éste se
presentaba difícil debían llamar al cirujano.

Hacia mediados del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX con la que se
introducción de nuevas representaciones respecto a la salud en general y
particularmente en la salud materna e infantil, se comenzó a buscar el descenso de las
tasas de mortalidad.

Según varios autores el descenso de mortalidad “se generalizó con anterioridad al


empleo de las sulfamidas, los antibióticos y la casi totalidad de los medios
farmacológicos que hoy consideramos eficaces para combatir las enfermedades
infecciosas”.

Los cuidados recibidos por las mujeres gestantes atravesaron muchos cambios durante
la primera mitad del siglo XX. La mayor transformación en esta época fue el pasar del
parto en la casa a realizarlo en instituciones de salud. Al ser regularizado el ejercicio
profesional por el estado, significo la exclusión de comadronas y sanadoras.
A su vez hubo transformaciones dadas por adelantos científicos que fueron
incorporados a la obstetricia como asepsia, cirugía y anestesia.
Se realizan recomendaciones relacionadas con el esfuerzo físico, la alimentación y
también el estado emocional de las futuras madres.

A lo largo del siglo XX, la medicalización de los embarazos y partos significo el


descenso de la mortalidad neonatal y materna. Pero a su vez, tuvo como consecuencia
negativa la patologizacion de estos procesos convirtiéndolos en objeto médico y
produciendo un cambio en cómo se perciben socialmente, en las modalidades de
atención, en la relación embarazada-profesional de la salud. También dio lugar a
situaciones de violencia obstétrica que incluye trato deshumanizado, abuso de
medicación, patologizacion de procesos naturales.
Además, será básicamente a favor del feto hacia donde se dirigen muchas de las
intervenciones protectoras, por ser la maternidad un estado altamente valorado. La
mujer embarazada es el móvil en quien incidir, modificar o proteger.

Actualmente continúa la medicalización, las mujeres desde el inicio de su gestación


deben utilizar los servicios médicos, realizando controles prenatales desde el primer
trimestre del embarazo y teniendo un mínimo de cinco controles. Se realizaran
exámenes clínicos, ginecológicos, antropométricos, nutricionales, medición de la altura
uterina, de la tensión arterial, exploración ecográfica, estudios complementarios de
laboratorio, detección de infecciones genitales, de transmisión vertical, y la
correspondiente vacunación. Dentro de avances significativos encontramos el screening
de enfermedades cromosómicas.
También se realiza una evaluación de riesgo que incluye características individuales,
socio-demográficas, antecedentes obstétricos, y patologías actuales y previas.

En contraposición al aumento de control de la profesión médica, con la subsiguiente


pérdida de control por parte de las mujeres embarazadas, nos encontramos con un nuevo
paradigma: la humanización de todo el proceso, con regulación legal que establece el
derecho a un trato digno, respetuoso y confidencial a la mujer y sus familias en el
momento del embarazo, el parto y el puerperio, siendo debidamente informada durante
todo el proceso; a su vez protegiendo a la mujer de la violencia obstétrica.

En conclusión, vemos como a lo largo del tiempo pasamos de en un inicio partos


naturales domésticos, en manos de mujeres comadronas, pero que por desconocimiento
de todo el proceso llevaba a altísima mortalidad materna a infantil, que a lo largo del
tiempo con avances médicos y científicos se fue reduciendo, pero a costa de la
medicalización del proceso significando una perdida para la mujer en cuanto a control y
conocimiento de la situación. Llegando a la actualidad, donde encontramos un balance
entre la intervención médica necesaria para que el embarazo y parto sea un proceso
controlado y seguro, la implementación de avances científicos beneficiosos para la salud
y disminución de mortalidad maternal e infantil, y a su vez la naturalidad del embarazo
y parto y la participación, conocimiento y empoderamiento de la mujer gestante en todo
este proceso.

Referencias

1. Mª Jesús Montes Muñoz, 2007. LAS CULTURAS DEL NACIMIENTO


Representaciones y prácticas de las mujeres gestantes,comadronas y médicos.
Universitat rovira i virgili facultat de lletres Departament d’Antropologia,
Filosofia i Treball Social. Tarragona.

Autores.

Buero Rocio Candelaria

Dittler Luisina

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