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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL

FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS

TECNICATURA UNIVERSITARIA EN
EMERGENCIAS PREHOSPITALARIAS, RESCATE Y
TRAUMA

PROCEDIMIENTOS EN EMERGENCIAS I

Año 2016
ACCIDENTOLOGIA

INTRODUCCIÓN.

La Organización Mundial de la Salud ha categorizado como “epidemia” a los


siniestros de tránsito, porque constituyen la 10° causa de muerte en todo el mundo
y se proyecta, si no se toman medidas al respecto, como la 3° causa de mortalidad
mundial para el año 2020.

Las cifras de la OMS siguen indicando que los accidentes del tráfico diario son el
primer problema de seguridad pública entre todos los fenómenos violentos que
matan y hieren a la población del planeta; datos de 2013: 1.240.000 muertos por
accidentes viales; 800.000 muertos por suicidio; 500.000 muertos por actos
criminales; y 200.000 muertos por conflictos bélicos y catástrofes naturales.

Por eso no sorprende que la OMS recomiende que los accidentes deban ser
considerados y, por ende, tratados como una enfermedad.

Los siniestros a causa del tránsito son, en Argentina, una realidad a la que
asistimos cotidiana pero silenciosamente, tal vez, porque las muertes se producen
de a una, de a dos, o de a tres, los muertos en accidentes de tránsito no
“impactan” tanto, se los considera lejanos, creyendo que son patrimonio exclusivo
de “otros”. Difícilmente se cree que cualquiera puede sufrir uno en el momento
menos pensado.

Graves hechos de colisión entre automotores, de atropello a transeúntes por


automotores públicos o privados y trenes, embestida de vehículos de toda índole
por ferrocarriles, vuelco de automotores, colisión de automóviles con animales
sueltos o con objetos inanimados como muros, columnas o defensas metálicas,
explosión o desprendimiento de neumáticos, etc., se suceden en forma habitual en
nuestras rutas y vías de tránsito terrestres o férreas, casi como hechos ordinarios,
dejando como consecuencia personas muertas y lesionadas, discapacidades,
pérdida de vida, destrucción de bienes materiales y de la productividad.
Además, existen consecuencias ulteriores de los siniestros. Ruptura de las
familias, secuelas físicas y psicológicas a largo plazo, imposibilidad de llevar
adelante el propio proyecto de vida, enormes cantidades de fondos públicos y
privados involucrados en la atención de las lesiones, de las secuelas emocionales
y psicológicas pos-trauma y en la rehabilitación de los lesionados. Estas son las
más graves derivaciones de las que podríamos listar, pero hay muchas más.

En este contexto, Argentina ostenta uno de los índices más altos de mortalidad por
accidentes de tránsito. En la Argentina, son la 1° causa de muerte en menores de
35 años, y la 3° sobre la totalidad de los argentinos.
Total de muertos en 2015 en Argentina

(Cifras provisorias al 11/01/2016): 7.472*

(Promedio diario: 21 - Promedio mensual: 622)

* Las cifras del presente son proyección de los datos habidos hasta el presente, aplicados
al nuevo lapso, e incluyendo fallecidos en el hecho o como consecuencia de él, hasta
dentro de los 30 días posteriores, según el criterio internacional más generalizado. Las
cifras utilizadas son las últimas disponibles (oficiales, de origen policial o municipal, la
mayoría), actualizadas. Como la gran mayoría de las cifras originales sólo computan los
muertos en el momento del accidente, las mismas también han sido corregidas según
índices internacionalmente aceptados, a fin de permitir una apreciación, estudio y
comparación seria de la mortalidad en la accidentología vial argentina.
FUENTE: www.luchemos.org.ar

ACCIDENTOLOGIA: ETIMOLOGÍA Y ORÍGENES DEL VOCABLO.

La palabra “accidentología” comprende la unión de dos vocablos: accidente,


derivado del latín “ad-cado” (Ad: a, al, hacia y Cado: Cadere, caer, caída) y
“logia”, derivado del griego “logos” (discurso, estudio, tratado).

Accidentología vial es la disciplina que estudia las causas y efectos de los


accidentes de tránsito terrestre, realiza su investigación forense y propone las
medidas adecuadas para atenuarlos.

El término accidente es ampliamente usado tanto en el ámbito popular como


técnico. Cada vez que lo usamos, además de no estar denominando
correctamente al hecho en sí, estamos sugiriendo que es en vano trabajar en
prevención, dado que resulta improbable que podamos controlar las variables que
definen al término accidente, a saber: el azar, el error y el designio divino.

Según su acepción más corriente, el accidente refiere a un “suceso imprevisto,


generalmente desgraciado, que altera la marcha normal de las cosas”. Al sugerir
que se trata de un suceso inesperado, el uso de la palabra accidente obstaculiza
el estudio de la problemática, dado que un accidente no es producto del azar ni de
la fatalidad, ni tampoco intencional, en el sentido de querer conscientemente
producir un daño.
La palabra accidente también se utiliza para describir el error humano.

Esta utilización tiene como resultado la exclusión del sujeto de la secuencia que
deriva en una lesión no intencional, haciendo imposible analizar las acciones que
conducen a la conducta de riesgo.

La producción de un accidente también suele atribuirse al destino o al designio


divino. Esta creencia, al funcionar como premisa, impide la toma de conciencia de
los factores determinantes del hecho y dificulta la implementación de estrategias
para prevenir su ocurrencia.

“Utilizar una denominación errónea e inexacta para definir al trauma no


intencional, es, por lo tanto un error conceptual.”

Si se utiliza el vocablo accidente, se hace referencia a la representación que


resulta del término.
No es acertado subestimar la necesidad de reemplazar el término. Tampoco lo es
referirse a un tema sin llamarlo por su nombre.
Es sabido el arraigo que el término accidente tiene en nuestro vocabulario y
también en la construcción de nuestro imaginario social respecto de los
mecanismos que conducen a la ocurrencia de hechos traumáticos.
Este conocimiento es el que precisamente lleva a solicitar la adhesión necesaria
para no usar este concepto cuando de definir el trauma o de dar cuenta de sus
mecanismos de lesión se trate.

La necesidad de sustituir el término también está dada por el hecho de que la


palabra accidente no tiene en cuenta la producción de lesiones intencionales, ya
sean autoinflingidas o inflingidas a terceros (suicidios, homicidios y otras violencias
como el terrorismo en sus variadas formas y las guerras).
Entonces, la prevención y el control de lesiones excede al término accidente ya
que las lesiones intencionales son también posibles de prevenir mediante
estrategias de intervención adecuadas y conociendo sus aspectos
epidemiológicos.
En los últimos años, se ha avanzado en la resolución de este punto crucial, a
través del consenso respecto a la sustitución del término accidente. Este logro
coincide con el reconocimiento del término accidente como el obstáculo primordial
para trabajar en prevención. De ello se desprende la consecuente recomendación
de utilizar una terminología más adecuada que subraye la afirmación de que los
hechos no son accidentes y, por lo tanto, las lesiones no son accidentales.

CAUSAS QUE CONCURREN A LA PRODUCCIÓN DEL ACCIDENTE


DE TRÁNSITO.

En toda actividad humana concurren ineludiblemente tres (3) factores


inseparables: el medio ambiente, la máquina y el hombre.

En materia de accidentes de tránsito estos tres factores se conjugan en lo que se


conoce como “el triángulo accidentológico”, donde la base es ocupada por el
“factor humano”, el cateto de la izquierda por el “factor ambiental” y el de la
derecha por el “factor automotriz”, los lados del triángulo se encuentran unidos por
los vértices, puntos estos donde se encuentran ubicados, en el superior, la
“ingeniería”, que vincula al medio ambiente (vías de comunicación) con el
automotor; en el de la derecha la “legislación” que une las condiciones que debe
reunir el automotor para circular y el comportamiento del hombre y en el de la
izquierda, la “educación vial” mediante la cual debe instruirse al hombre para su
adecuado comportamiento en el ambiente.
INGENIERÍA

FACTOR AMBIENTAL (2%) FACTOR MECÁNICO (3%)

EDUCACIÓN VIAL LEGISLACIÓN

FACTOR HUMANO (95%)

FACTOR HUMANO.

El hombre en la actualidad, vive inmerso en un mundo donde predomina como


estilo de vida la celeridad, la angustia y el stress. Estos factores influyen sobre la
acción de conducir, principalmente inciden sobre el estado psicofísico del
individuo, particularmente en lo relativo a los tiempos de reacción.

El tiempo psicofísico de reacción es el lapso de tiempo comprendido entre


la visualización de la situación de riesgo y la iniciación de la acción preventiva,
representada generalmente por la realización de las maniobras de evasión y/o
frenado.

Diversos agentes exógenos contribuyen a aumentar este tiempo de reacción, por


atenuación de los reflejos motivados por diversos factores.

La celeridad para intentar realizar nuestras actividades cotidianas se traduce, en


materia vial, en un notorio incremento de las velocidades de circulación y
disminución de los límites de prudencia aumentando, consecuentemente el
número de siniestros.
La posibilidad de respuesta de un ser humano ante un determinado estímulo
depende de tres factores que actúan secuencial y sincronizadamente:

1) La percepción,

2) La resolución y

3) La acción.

El denominado “tiempo psicofísico de reacción”, para un individuo normal, es de


0,75 segundos, existiendo autores que asignan 0,50 segundos a aquellas
personas que hacen de la conducción de vehículos su profesión habitual,
extendiéndolo a 1 segundo para aquellos casos de personas poco habituadas.

Todo tiempo psicofísico de reacción superior a 1 segundo, se considera patológico.

Ejemplos de factores humanos directamente relacionados con el conductor.

 Incapacidad Psicofísica (Edad avanzada, salud comprometida).


 Fatiga del conductor o del acompañante.
 Consumo de alcohol del conductor.
 Sobreestimación de la propia experiencia o del vehículo.
 Problemas de conducta (Personalidad irritable, agresividad).
 Conducción de un vehículo en malas condiciones.
 Desconocimiento de las normas de tránsito.
 Comportamiento temerario del conductor. Imprudencia.
 Acoso Psicológico u hostilidad en el trabajo.
 Trastorno temporal o agudo de la personalidad (Ansiedad, angustia,
hipersensibilidad).
 Distracciones al conducir.
 Necesidades básicas insatisfechas.
 Conflictos interpersonales.
 Uso del celular al conducir.
 Preocupaciones económicas.
 Estrés.
 La pérdida de un ser querido.
 El nacimiento de un hijo.
 Conflictos con el/la cónyuge. (Separaciones conyugales, infidelidades)
 Falta de percepción de la exposición al riesgo, que a su vez comprende:

 Falta de noción de la velocidad.


 Falta de noción de la distancia, del tiempo de llegada, o del impacto
de colisión.
 Exceso de velocidad.
 Falta de atención al velocímetro por factores externos (demanda del
entorno).

MEDIO AMBIENTE O FACTOR AMBIENTAL.

Dentro de él se encuentran elementos que, independientes entre sí, se ven


íntimamente relacionados en materia vial.

- Las condiciones meteorológicas:

La lluvia, nieve, hielo, niebla, humo y luminosidad son algunos de los principales
constituyentes de las condiciones meteorológicas reinantes que pueden influir en
la producción del siniestro, afectando por un lado la visibilidad, la que puede verse
atenuada, disminuida e incluso anulada impidiendo percibir con suficiente tiempo y
espacio la situación de riesgo, imposibilitando consecuentemente la realización de
maniobras de evasión o frenado, mientras que por otro va a modificar el
coeficiente de adherencia o rozamiento entre el neumático y la calzada,
aumentando notoriamente las distancias de frenado.

- El camino:

El tipo de calzada, banquinas, la existencia de peralte, guardarrails, puentes,


alcantarillas, canteros, plazoletas, radio de curvas, pendientes y abovedamiento
de la vía de circulación, su estado de conservación y mantenimiento influirán
también en la circulación de los vehículos y en los siniestros que se puedan
producir.
Debe tenerse en cuenta que también influye en la adherencia del neumático, la
existencia de tierra suelta, arena o agua sobre la calzada.

FACTOR VEHICULAR.

Aspectos de primordial importancia en la producción de siniestros son derivados


de este factor, entre los que cabe mencionar el estado de uso, conservación y
operabilidad de los sistemas de frenos, dirección, suspensión, eléctrico,
neumáticos, de seguridad, etc.
El diario incremento de la cantidad de vehículos en circulación para una
infraestructura vial que no se moderniza a igual ritmo y la incidencia que la
situación económica posee sobre el mantenimiento en general de la mayoría de
los vehículos actualmente en uso, tanto en medios urbanos como rurales, influyen
también en forma directa sobre el número de accidentes que a diario se producen.
DINÁMICA O MECÁNICA DEL HECHO.

Se llama así a la determinación en la forma en que éste se produjo, con la


consecuente asignación de los roles correspondientes a cada uno de los móviles
intervinientes y de los factores que actuaron en condición de elemento
desencadenante del evento, con lo que se está en condiciones de decidir a quien
juzga, la prueba necesaria para la determinación de las responsabilidades
respectivas.
En este aspecto es necesario basarse en una adecuada y oportuna inspección
ocular del lugar del hecho y en un minucioso estudio de los daños y
deformaciones plásticas que afectan a los vehículos intervinientes, como así
también en la determinación del estado de funcionamiento y conservación de los
distintos sistemas componentes de los móviles en cuestión.

DEFINICIÓN DE SEGURIDAD VIAL.

La seguridad (del latín securitas) se refiere a aquello que está exento de peligro,
daño o riesgo.
El concepto de seguridad vial, por lo tanto, supone la prevención de accidentes de
tráfico con el objetivo de proteger la vida de las personas.

La seguridad vial puede dividirse en primera (o activa), secundaria (o pasiva) y


terciaria.
La seguridad primaria es la asistencia al conductor para evitar posibles accidentes
(por ejemplo, las luces de freno y de giro). La secundaria busca minimizar las
consecuencias de un accidente al momento en éste que ocurre (el airbag, el
cinturón de seguridad).
Por último, la seguridad terciaria intenta minimizar las consecuencias después de
que ocurre el accidente (como el corte del suministro de combustible para evitar
incendios).

Los especialistas reconocen diversos factores que atentan contra la seguridad vial,
como el exceso de confianza a la hora de conducir, la comodidad que brindan los
vehículos actuales (que permiten alcanzar grandes velocidades casi sin que el
conductor lo note) y el consumo de alcohol.
En el caso de los peatones, se recomienda que siempre crucen las calles en las
esquinas y que nunca bajen de la vereda hasta el momento de cruzar, entre otros
consejos que contribuyen a aumentar la seguridad.
La seguridad vial también está determinada por las señales de tránsito y el respeto
que conductores y peatones tienen hacia ellas. Estas señales actúan como guía
en la vía pública y marcan ciertas conductas que se deben adoptar (como frenar o
tener especial precaución).
Está comprobado que, de los tres componentes que interactúan en el sistema del
tránsito (el ser humano, el vehículo y el ambiente), es el ser humano el causante
principal de los siniestros de tránsito.
Por eso, la educación se constituye en uno de los pilares de acción pública para la
seguridad vial y la prevención de accidentes.
Pero también las intervenciones en infraestructura, servicios y control se tornan
ineludibles al momento de pensar en un abordaje integral de la seguridad vial

Se busca articular la planificación de las intervenciones urbanas, tanto en obras


públicas como en sistemas de regulación de la circulación del transporte, con la
identificación de las zonas críticas y de las conductas riesgosas en cuanto a
seguridad vial.

EDUCACIÓN VIAL.

Se identifica como el proceso de enseñanza-aprendizaje (cognitivo, afectivo y


social) para generar una cultura de la seguridad vial sustentada en el valor de la
vida y la integridad humana en la vía pública.

Apunta a favorecer el conocimiento de las normas que regulan el tránsito así como
aquellas que tiendan a promover conductas y hábitos positivos del
comportamiento vial.
A través de ella se busca desarrollar los conocimientos, actitudes y
comportamientos seguros, responsables y solidarios en la vía pública.

Un objetivo principal de la educación vial debe ser motivar, en los educandos, la


conciencia de ser una parte activa y responsable del sistema de tránsito, y
posibilitarles, a través del proceso de enseñanza-aprendizaje:

o conocer y comprender la características del mismo y las reglas que


lo ordenan;
o comprender los riesgos del sistema (posibilidades de accidentes) y la
forma de evitarlos;
o para desarrollar, como participantes del tránsito, actitudes,
conductas, y hábitos seguros, responsables y solidarios para el
cuidado y respeto de la propia vida y la de los demás, en el espacio
compartido de la vía pública.

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