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El dinero y yo.

Cuento
autobiográfico.-

Por:Lorena Lazo L.-

Desde mi más tierna niñez me agradaba juntar cachureos. Pero no cualquier cachureo.
Según los sicólogos que me veían cuando estaba chica,esa era una reacción propia de
una persona con retraso mental. Pero,ahora ya se me pasó esa cuestión y mi
cachureo-,es decir,lo que junto actualmente-,no son cosas sin valor ni de desecho.
Sino el medio más codiciado por todos los seres humanos: El dinero.

Capítulo II

Mi relación con la plata es la más normal del mundo. Porque sé,sin filosofar
mucho,que el massari un día se acaba. Es como la vida que,si no se sabe utilizar-,con
una amistad buena o con un amor que dure hasta la muerte-,acaba hastiando al ser
humano,el amante y/o el amado. Por aquélla razón,no me hubieran gustado los
pololeos largos. Me aburrirían los hombres que,por ejemplo,esgrimen su amor como
una fuente de derechos. Para mí,que sólo he sabido de amistad-,y nunca de amor-,es
mejor. Porque puedo volar más alto con una amistad,que con un amor. Para mi
modesta apreciación,el amor y todo eso,es una cadena de plomo con pátina de oro. No
me gusta-,y creo que a nadie-,llevar al cogote un dogal. En relación con el dinero,pasa
lo mismo. Mientras más cerca esté del dinero,más temor voy a tener que alguien me lo
saque. Para eso existe el banco. En el cual,el banquero trabaja con él,pero al momento
de los quiubos,me ponen mis intereses y reajustes. Hay gente que no tiene idea de que
la vejez es un fantasma que acecha siempre. Y para el cual necesita uno estar
preparado. No sólo la vejez,sino que todo lo que la acompaña. La enfermedad y la
soledad. Me parece altamente patético estar comprando la compañía. Así como la
salud. La vejez la hemos de pasar todos. Seamos siempre dichosos de tener una vejez
sana-,es decir,con algo de sanidad y poco de enfermedad-,pues esos dones son
rarísimos. lo mismo que si hemos nacido con discapacidad. No le echemos la culpa a
nada ni a nadie. No nacimos así por gusto,sino que por nuestra condición. El asunto
del dinero,yo lo junto,porque me lo gano. No trabajando con mis manos,sino que con
mi cabeza. Al no tener mi motricidad fina muy buena que diga,desarrollé la función
de la mente. Para eso me pusieron a tomar bastante Piritinol. Para hacer funcionar
bien la mente. Por esa razón,es que tengo una relación bastante fluida con el dinero.
Sé cuánto y cuándo me pagan. Y si tengo que dar,doy. No soy de esas personas que
lloran por un miserable pedazo de papel moneda,sino que al contrario. Para que la
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suerte me trate bien,doy harto y sin chistar. Y la Providencia me lo devuelve con
creces. En las más variadas formas. Un saludo agradable de un desconocido o alguna
sonrisa. O el movimiento de la cola de mi perrita. Son cosas aquéllas que no las paga
nada. Ni el más abultado cheque o una montaña de oro. El dinero sirve para poco,en
realidad. Porque lo mejor de la vida es gratis.

Capítulo III

Desde el 30 de diciembre de 1987,es que deposito en una cuenta que me abrió mi


mamá para que tuviera en que ocuparme. Con esa plata, es que tengo mis cosas. Con
mi buena administración,además. No presto mi plata,porque lo que se va no vuelve. Si
lo que quieren es dinero-,sobre todo el mío-,lo conseguirán cuando esté en una urna.
O pidiéndolo prestado a un banco. Antes no,porque me sirve como un ejercicio para la
mente. No me metalizo tampoco,porque no me gusta. Soy de carne y hueso,no una
alcancía. Tengo un poco de ingenuidad-,rasgo de la seudo-oligofrenia que me
pusieron lso sicólogos-,pero debajo de eso,una conducta de militar para mis gastos.
Dura como el pedernal para administrar mi pecunio. Si no fuera de ese modo,no
tendría ni pizca de monaqueli. Tendría un rotundo 0 en mi libreta. Porque no me
pueden sacar dinero,me tratan mal. No les hago caso;hablan de pura envidia porque
no me han podido sacar los morlacos. Luego,la apertura de la cuenta. En el tiempo en
que la saqué,era caja auxiliar el Banco de aquí. Luego,cambió el asunto y se volvió
oficina. Con una muy modesta luca que me regaló mi mamá. Ahora tengo más de
cuatro millones de pesos. Con mucho cuidado,los junto y los guardo. Para un
particular,que no tiene profesión y no trabaja,está bien. Me dieron una libreta roja,que
todavía la tengo. Ahí depositaba,mientras se llenaba la alcancía de monedas de cien
pesos. Hay que saber administrarse. Les cae como patada en la guata de envidia a la
gente que es de mi sangre que yo tenga lo que ellos no tienen. Piensan en que
uno,cuando se muera,les va a legar el dinero que tanto le ha costado juntar. No tengo
porqué preocuparme de eso,porque todavía tengo mucho que vivir. Ha dado para
muchos relatos y novelas ese asunto. Y películas. Muchas películas. La ambición
humana es muy dolorosa. ¿Por qué? La codicia del ser humano,que cree que el otro no
se sabe manejar con el dinero. Y siendo que,el que se ofrece a llevar la cartera de
otro,o es para controlarle su pecunio o,lisa y llanamente.robarle.

FIN

Paine,Febrero de 2012.

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