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DIRECCION NACIONAL DE CAPACITACION Y

TECNICA DEPORTIVA

TÉCNICO DEPORTIVO – BASICO II


ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA
MÓDULO I – SEMANA 5
TEMARIO:
1. FUNDAMENTOS FISIOLÓGICOS DE LA FORMACION DE LOS HABITOS MOTORES
2. TRABAJO AEROBIO Y ANAEROBIO
3. ESTADOS FUNCIONALES EN EL ORGANISMO ANTE LA REALIZACION DE LA ACTIVIDAD FISICA
4. EL CALENTAMIENTO
5. PROCESO DE ADAPTACIÓN O ENTRADA AL TRABAJO
1.- Fundamentos fisiológicos de la formación de los hábitos motores

La formación de los hábitos motores en el deporte no juega un papel de menor importancia que el desarrollo
de las cualidades físicas. Frecuentemente los mejores resultados deportivos pertenecen no al deportista más
fuerte, más rápido, ni al que posee mayor desarrollo de la cualidad física resistencia, sino al que domine
correctamente la técnica del movimiento y logre una mayor eficacia en la aplicación de dichas cualidades.

En la ejecución de los movimientos juega un papel fundamental la actividad del Sistema Nervioso Central, la
cual garantiza la coordinación del trabajo de grandes planos musculares responsables de la realización de los
movimientos deportivos y del mantenimiento de determinadas posiciones del cuerpo.

Al nacer el hombre cuenta con un número muy limitado de movimiento de poca complejidad. Sin embargo,
la gran plasticidad del Sistema Nervioso Central garantiza una gran capacidad para el aprendizaje de nuevas
formas de movimientos condicionados por las variaciones que se presentan en el medio en que se desarrolla
el organismo. Así, es conocido que los complejos movimientos de coordinación en determinadas disciplina
deportivas se logran con mayores éxitos en edades infantiles.

De tal forma en el transcurso de la vida del hombre, se forman diferentes actos motores, los cuales llegan a
tener un alto grado de coordinación, a estos movimientos acostumbrados se le denomina hábitos motores.

BASE FISIOLÓGICAS DEL HÁBITO MOTOR

La base fisiológica de la formación de los hábitos motores la constituye la formación de los enlaces temporales
mediante la actividad reflejo condicionado. Estas formas de enlaces garantizan la creación de nuevos
movimientos y nuevas combinaciones de los adquiridos anteriormente. Por consiguiente en la formación de
los hábitos motores, los enlaces temporales tienen un componente aferente o sensorial y un componente
eferente o motor.

Durante la formación de los hábitos motores tienen un gran significado los enlaces temporales de orden
superior que se establecen durante la influencia no solo del primer sistema de señales, sino a través del
segundo sistema de señales. Así par la enseñanza de un movimiento no solo se utiliza la demostración del
mismo, sino además la explicación de su ejecución.

Durante el aprendizaje de nuevas técnicas deportivas la formación de los hábitos motores siempre tiene lugar
sobre la base de movimientos adquiridos con anterioridad. En el aprendizaje de una técnica muy compleja
habitualmente se utilizan ejercicios de preparación y el aprendizaje de elementos de la misma por separado
con vista a facilitar la creación de nuevos enlaces temporales.

De igual forma que la formación de nuevos hábitos motores pueden entorpecer la correcta formación de los
mismos.
El hábito motor representa un conjunto de acciones motoras compuestas de varios elementos o fases
relacionada en un acto motor único. En los deportes acíclicos la consecutividad de las fases del movimiento
es variable mientras que en los deportes cíclicos las mismas mantienen una repetición regular en cada ciclo
del movimiento.

El estereotipo dinámico es característico para aquellos movimientos en los cuales la consecutividad de las
fases del movimiento mantiene un orden invariable (deportes cíclicos). En otros tipos de deportes en los
cuales está presente la modificación externa del movimiento en relación con nuevas situaciones existentes
como por ejemplo en los deportes de combate y juegos deportivos, el estereotipo dinámico como forma
estable del movimiento no se forma.
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La actividad motora del hombre se caracteriza por su gran variabilidad. Una gran parte de los nuevos actos
motores adquiridos gracias a la plasticidad del sistema nervioso central tienen lugar por la vía de la
extrapolación. La extrapolación garantiza el traspaso de los hábitos y la formación de nuevas formas de
movimientos.

La extrapolación tiene lugar no solamente durante la realización de nuevos actos motores, sino también
durante la modificación insignificante de la técnica de un movimiento ya acostumbrado para el hombre. El
significado del proceso de extrapolación del sistema nervioso central es mayor para aquellas disciplinas
deportivas en las cuales es necesaria una constante modificación del movimiento. Esto naturalmente es
característico en los deportes de combate y en los juegos deportivos.

FASES EN LA FORMACIÓN DE LOS HÁBITOS

En la formación del hábito motor se diferencian algunas características que pueden ser agrupadas en tres
fases. El tiempo que se dedica a la enseñanza del movimiento y al paso de una a otra fase depende en gran
medida de la maestría de lo pedagogo, de las particularidades individuales del atleta, la experiencia motora,
de la edad y del deseo o motivación que presente el mismo.

Se distinguen tres fases en la formación del hábito motor:


1- Fase de generalización
2- Fase de concentración
3- Fase de estabilización

En la primera fase es característico la irradiación de los proceso de excitación lo cual condiciona la


generalización de la reacción de respuestas y la utilización de planos musculares innecesarios que provocan
descoordinación del movimiento en cuestión.

En la segunda fase se observa un predominio de la concentración de los procesos nerviosos. Por consiguiente
se mejora la coordinación y se utilizan más racionalmente los planos musculares necesarios para garantizar el
movimiento. En esta fase se perfecciona el análisis de la información que llega por los diferentes sistemas
sensoriales y en especial por lo propio receptores del aparato motor, además los diferentes elementos del
movimiento exigen de una gran atención por parte del ejecutor.

En la fase de estabilización se produce la automatización del movimiento y la completa coordinación del


mismo. La atención en esta fase puede estar dirigida a la solución de otros elementos de mayor complejidad.
Una importante característica en esta fase es la economía del esfuerzo. Este hecho se explica por la aspiración
de una mayor coordinación de los movimientos.

La conservación de la estabilización de los hábitos motores está en dependencia de la complejidad de la


estructura del movimiento.
La falta de entrenamiento provoca la desaparición de los hábitos motores adquiridos. Se pierden los hábitos
de mayor complejidad e incluso pueden empeorarse debido a la suspensión de algunas sesiones de
entrenamiento.

RETROALIMENTACIÓN EN LA FORMACIÓN DEL HÁBITO MOTOR

Las señales de retroalimentación brindan una constante corrección del movimiento y llegan al sistema
nervioso central a través de los sistemas sensoriales. Por esta razón a estas señales aferentes se les denominan
correcciones sensoriales.

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Las correcciones sensoriales pueden ser internas y externas, las internas informan sobre el carácter del trabajo
muscular, y otros sistemas del organismo, las externas, dan la información de la actividad en el medio externo.
La retroalimentación interna durante la ejecución de un ejercicio físico nace en los sistemas sensoriales
propioceptivo, vestibular e interoceptivo, mientras que las correcciones externas tienen su origen en los
sistemas sensoriales visual, auditivo y táctil.
Un gran significado para el perfeccionamiento de la técnica del movimiento radica en la información indirecta.

LOS HÁBITOS MOTORES

El hábito motor se relaciona con la estructura de los movimientos, encierra su “dibujo” en la conciencia del
ejecutor e incorpora, además, a la coordinación del trabajo y su correspondencia con la actividad de las
funciones vegetativas, es decir, respiratorias, circulatorias y de intercambio energético.

El nivel de perfección de un hábito motor puede ser establecido por el registro de la intensidad y
simultaneidad del esfuerzo físico realizado, por la exactitud u la limpieza en la ejecución de los movimientos,
por el resultado de la acción motora y, también, por vía del análisis biomecánico y fisiológico de la
coordinación del acto motor y los procesos vegetativos.
La formación del hábito motor transita por tres etapas o estadios que se presentan de manera consecutiva.
Primero, el movimiento se realiza con inseguridad y solo de manera aproximada se corresponde con la tarea
motora planteada, acompañándose de esfuerzos musculares indiscriminados, en los que participan grupos
musculares ajenos a la acción, lo que provoca un sustancial aumento del gasto energético. Esta etapa se
caracteriza por la irradiación de la excitación en el sistema nerviosos central y, en consecuencia con ello, la
insuficiente coordinación motora conduce a la realización de movimientos innecesarios.

La excitación en el sistema nerviosos central tiende a concentrarse en los centros específicos que regulan la
acción motora y el gasto energético se reduce proporcionalmente.
Durante el primer y segundo estadios, la realización del movimiento se acompaña de un discurso interno, para
sí, es decir, se piensa en movimiento, tanto en sus partes componentes como en la totalidad, lo que quiere
decir que el segundo sistema de señales es empleado para ir trazando la ejecución del movimiento.

Cuando se alcanza la automatización del movimiento, tercera etapa del proceso de formación del hábito
motor, junto a la localización en los centros nerviosos específicos aparece el proceso inhibitorio que garantiza
que la excitación de las estructuras nerviosas sea limitada.
Resulta indispensable tener en cuenta que el inicio de la formación de un hábito motor debe ser considerado
tan condicionado como nueva sea la utilización, en su formación, de la experiencia motora anterior.

Parte de la experiencia motora anterior puede ser extrapolada, es decir, dirigida hacia la formación del nuevo
movimiento. Sin embargo, la otra parte puede constituir un serio obstáculo para la formación del hábito y,
por lo tanto, debe ser inhibida.

La carrera, por ejemplo, que incorpora una gran cantidad de movimientos automatizados se caracteriza por
presentar una técnica muy próxima al movimiento natural, que le resulta conocido al hombre desde los
primeros años de vida. En la natación el nivel de automatización es considerablemente menor ya que las
particularidades de su técnica se diferencian sustancialmente de las formas de locomoción propias del
hombre, que se aprenden mucho antes de la iniciación deportiva, ya sea mediante la educación física o a
través del entrenamiento deportivo.

También resulta menor la automatización de los ejercicios de gimnasia artística, deporte que se caracteriza
por la organización y montaje de una rutina de movimientos nuevos para cada competencia.

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Es importante tener en cuenta, además, que en la medida en que el movimiento alcanza un mayor nivel de
profundización en su automatización, más difícil será introducir correcciones o modificaciones en su
realización.
En cualquier proceso de enseñanza de un movimiento deportivo se pueden distinguir las fases de iniciación,
fijación y perfeccionamiento.

Junto a ello, una tarea motora puede ser resuelta por las más diversas combinaciones de trabajo de diferentes
grupos musculares y las más variadas alteraciones del funcionamiento vegetativo. El perfeccionamiento del
movimiento reclama la combinación de un elevado nivel de variabilidad de las funciones orgánicas con una
escalonada estabilización y movilidad de las funciones, lo que permite asegurar el resultado positivo de las
sesiones de entrenamiento y del éxito competitivo.
La dinámica del perfeccionamiento de un movimiento aislado transita por la vía de la interacción de muchos
hábitos motores en el proceso de entrenamiento, que se perfeccionan en determinado momento. Así,
durante el juego, el jugador de fútbol puede aplicar un golpe al balón que no haya entrenado anteriormente
y que constituya el resultado de la extrapolación de dos o más hábitos, partes de los cuales, en relación con
la nueva necesidad, son utilizados en una nueva combinación. Como resultado aparece un nuevo hábito
“sobre la marcha”.

La formación del hábito motor está relacionada con el correspondiente ritmo de la excitación en las diferentes
estructuras neuro-musculares que participan en la acción motora y también con la adecuada y armónica
combinación de las funciones motoras y vegetativas. Una característica muy importante, durante la
ejercitación física, es la diversidad de la tensión funcional del organismo del atleta y la heterocronicidad en la
combinación de las funciones de los diferentes sistemas.

ASEGURAMIENTO VEGETATIVO DE LA ACCIÓN MOTORA

Aun cuando la demanda de oxigeno es un elemento que acompaña la actividad física, la cantidad de éste gas
que se encuentra disponible en el organismo es muy limitada, localizándose básicamente en:

 El aire contenido en los alvéolos pulmonares.


 El transportado por la sangre, combinado con la hemoglobina.
 El unido a la mioglobina.
 El disuelto en el tejido muscular.

Hasta ciertos límites, la correspondencia entre la demanda de oxigeno planteada por el organismo y el
suministro de este gas que puede lograse es prácticamente equilibrada, lo que propicia que la estructura
muscular desarrolle su trabajo con un predominio energético aerobio.

Cuando el organismo se encuentra en actividad física se observa un sustancial aumento de la demanda de


oxígeno, lo que se manifiesta en la elevación del consumo. La significativa modificación del consumo de
oxigeno está relacionada con un grupo de factores que se relacionan a continuación:

1. Potencia del trabajo. El incremento progresivo de la potencia del esfuerzo realizado se acompaña de más
intensidad en la tensión de la contracción muscular y de la incorporación de mayor cantidad de planos
musculares, lo que puede provocar, durante un trabajo muy intenso, que los valores de consumo de oxigeno
sean más de veinte veces superiores a los registrados en condiciones de reposo relativo.

2. Temperatura ambiental. Cuando el esfuerzo físico se desarrolla en condiciones climáticas frías, el volumen
de oxigeno utilizado es algo mayor, ya que resulta indispensable destinar una parte adicional del gas para
garantizar el mantenimiento de la temperatura corporal.
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3. Eficiencia Energética. En correspondencia con el dominio de la técnica, el tipo de actividad y,
fundamentalmente, del tipo de fibras musculares que participan en la contracción, pueden observarse
modificaciones en el volumen de oxigeno empleado para la realización del trabajo físico.

4. Nivel de Entrenamiento: Este es un elemento de fundamental importancia en las modificaciones que se


registran en el volumen de consumo de oxígeno. La mejor coordinación motora, es decir, el equilibrio
armónico entre los planos musculares que deben contraerse y los que deben estar relajados, permiten
desarrollar el esfuerzo físico con un costo de oxigeno mucho menor que el que provocaría el mismo trabajo
en una persona no entrenada.

Para asegurar el incremento del consumo de oxigeno resulta indispensable la movilización de los órganos de
la vida vegetativa encargados de garantizar su suministro.

El tiempo que emplea el organismo para cumplimentar la así denominada entrada al trabajo, depende de dos
factores principales: por una parte, del nivel de entrenamiento del atleta, que condiciona la eficiencia
movilizaría de los órganos respiratorios, cardiovasculares y de la sangre y, por otra parte, de la intensidad del
esfuerzo que se desarrolla, ya que mientras mayor sea ésta más rápidamente se cumplirá la incorporación
vegetativa a la respuesta orgánica.

Por tal razón, el máximo consumo de oxigeno se interpreta como la máxima capacidad individual de utilizar
el oxígeno, expresando la eficiencia orgánica para adaptarse a la realización de esfuerzos físicos de carácter
anaerobio. Es por ello que la determinación de este indicador, y los parámetros que de él se derivan, se emplea
para evaluar la capacidad de trabajo física.

El esfuerzo físico implica un incremento sustancial de las exigencias energéticas del organismo,
fundamentalmente en aquellas zonas que participan directamente en el trabajo, lo que genera un incremento
en la actividad oxidativa en las células, que se corresponde con las características de la contracción y la
magnitud del esfuerzo. Esta situación provoca notables modificaciones en el comportamiento de las funciones
de los subsistemas integrantes del sistema de suministro de oxígeno. Por ejemplo, durante la realización de
esfuerzos físicos se ponen de manifiesto notables cambios de la frecuencia y de la profundidad de los ciclos
respiratorios con relación a la situación de reposo relativo, los que implican modificaciones de la ventilación
pulmonar, indicador que expresa el volumen total de aire que pasa por los pulmones en la unidad de tiempo.

Por último debe tenerse en cuenta el papel que desempeña el entrenamiento sistemático sobre el
comportamiento del máximo consumo de oxígeno. Como cabe suponer, el organismo sometido a un
programa de ejercitación específicamente planificado y dirigido al mejoramiento de la capacidad de trabajo.

2.- Trabajo Aeróbico y Anaeróbico

Para cumplir dicho objetivo en el organismo se desarrollan cambios funcionales, cardiovasculares y


respiratorios, que deben entenderse como reacciones de adaptación, así como importantes procesos locales,
dirigidos a suministra al tejido en actividad la mayor cantidad de oxigeno posible.

En correspondencia con ello, cuando las necesidades energéticas planteadas por el esfuerzo físico que se
realiza, sobrepasan la capacidad de oxidación directa de substratos, el organismo está obligado a buscar
energía por vía anaerobia, pero como el mecanismo alactácido puede ser empleado por un tiempo muy breve,
resulta indispensable recurrir al mecanismo anaerobio lactácido, es decir a la glucólisis anaerobia, que en
esencia consiste en la ruptura de glucosa sin la presencia del oxígeno, lo que permite obtener ATP pero se
acompaña de formación de ácido láctico.
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Como tendencia, el organismo prefiere emplear mecanismos energéticos aerobios con el objetivo de
garantizar mayor eficiencia en la oxidación de los substratos. Sólo utiliza la energética lactácida cuando no
dispone de otra alternativa, pero siempre limitándolo al mínimo indispensable.

La relación funcional que se ha señalado entre los mecanismos energéticos aerobios y anaerobios permite
considerar que existe un momento en que se desarrolla un cambio en el predominio de una vía energética
sobre otra, es decir, el punto en que la energética anaerobia ocupa el primer lugar en el aporte de energía.
Este momento se denomina umbral de metabolismo anaerobio (UMAN) también calificado como frontera de
la resistencia.

Teniendo en cuenta lo expresado anteriormente, en el entrenamiento se aplica la determinación del UMAN


con el objetivo de establecer la zona ideal de aplicación de cargas de trabajo para provocar incrementos
sustanciales de la capacidad de trabajo. Prácticamente esto consiste en lo siguiente:
· Se determina el momento de la aparición de UMAN.
· Se establece la relación del UMAN con la frecuencia del trabajo cardiaco.
· Al valor de este último indicador se le resta veinte pulsaciones y la franja que se localiza entre las dos cifras
indica la zona aerobia-anaerobia.

Debe tenerse en cuenta que los índices que caracterizan estas funciones son usualmente empleados para dar
seguimiento al comportamiento del organismo sometido a entrenamiento sistemático y controlar la
intensidad de las cargas de trabajo, lo que motiva que el contenido que sigue, aborde sólo el comportamiento
de los indicadores antes señalados en personas entrenadas.

3.- Estados Funcionales que aparecen en el Organismo ante la realización de Actividades Físicas

La práctica de actividades físicas de manera sistemática, fundamentalmente aquellas que tiene como objetivo
la preparación del deportista para la participación en competencias, crea condiciones regulares en el
funcionamiento orgánico que se traducen en estados funcionales totalmente diferenciados, que desde el
punto de vista fisiológico encierran gran importancia, toda vez que, tanto en el orden individual como
colectivamente, influyen de manera precisa en el comportamiento del sujeto y, en muchos casos, condicionan
el rendimiento deportivo.

ESTADO DE PRE – ARRANQUE.- El resultado funcional que se identifica de esta manera aparece antes de que
se inicie la actividad física como tal y las variaciones fisiológicas que lo caracterizan tienden, como regla, a
crear una mayor eficiencia en la respuesta del organismo a la tarea motora que se debe cumplir.

¿Cuál es el mecanismo fisiológico que sustenta y genera estas modificaciones en la actividad del organismo?
Por su naturaleza funcional las reacciones que tipifican y caracterizan el estado de pre-arranque constituyen
un proceso reflejo condicionado.
La magnitud de las variaciones fisiológicas depende, básicamente, del significado de la actividad en sí misma
(competencia o entrenamiento) y de las particularidades del deportista. En este contexto es posible identificar
dos tipos de reacciones reflejo-condicionadas: las específicas y las no específicas.

Las reacciones específicas se relacionan directamente con el esfuerzo que se avecina; mientras este sea más
agotador, complejo y riguroso más intensas serán las modificaciones del estado funcional que se presentarán.
Las reacciones no específicas no dependen del carácter del esfuerzo físico que se debe realizar sino de la
importancia o significación de la competencia.

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El destacado científico ruso A. C. Puní, por medio de observaciones psicológicas, estableció tres tipos de
manifestaciones de pre arranque:
a.- Normal o de preparación competitiva.
b.- Exaltado.
c.- Apático.

Ante el pre arranque de preparación competitiva se observa un incremento óptimo de la excitabilidad en el


Sistema Nervioso Central, acompañado del aumento de la movilidad de los procesos corticales.

Estas variaciones, que transcurren en el Sistema Nervioso Central provocan, a su vez, cambios en el estado
funcional del aparato motor y en sistema vegetativo.
El estado de pre-arranque exaltado se caracteriza por un incremento incontrolado de la excitación en el
Sistema Nervioso Central lo que provoca, al mismo tiempo, cambios desmesurados en todas las funciones
orgánicas.

El estado de pre-arranque apático o inhibido presenta, como rasgo característico, el predominio de los
procesos de inhibición en el Sistema Nervioso Central. Las variaciones funcionales son apenas apreciables y
en la mayoría de los casos de carácter negativo.

4.- El Calentamiento

Conjunto de ejercicios preparatorios que reciben el nombre de calentamiento, con el objetivo de lograr una
movilización, lo más completa posible, de las funciones orgánicas. Esto quiere decir que los ejercicios
contemplados dentro del programa de calentamiento favorecen el proceso de adaptación inmediata que
acompaña a la actividad principal, pero no puede interpretarse esto como la movilización de las funciones
orgánicas hasta niveles óptimos, adecuados a las características del trabajo fundamental.

Esquema general de la organización del calentamiento


El calentamiento consta de dos partes íntimamente relacionadas, la primera de carácter general y la segunda
de contenido especial. La parte general permite la creación de un estado de elevada excitación del Sistema
Nervioso Central y del aparato motor, incrementa la intensidad del metabolismo y la temperatura del cuerpo
y se acompaña de la movilización de las funciones que integran el denominado sistema de suministro de
oxígeno. La parte especial persigue el aumento de la capacidad de trabajo en aquellos eslabones del aparato
motor, y de los componentes vegetativos que los aseguran y complementan, que intervienen en la actividad
fundamental.

La parte general del calentamiento puede ser prácticamente igual para todos los deportes; la parte especial
debe estar directamente relacionada con las características de la actividad principal que debe cumplir el
deportista, tanto en la actividad competitiva como en el proceso de entrenamiento.

Un calentamiento correctamente organizado permite un incremento de la excitabilidad y de la labilidad de los


centros nerviosos, lo cual crea las condiciones óptimas para el aseguramiento de las relaciones temporales
necesarias para la activación de los hábitos motores ya adquiridos en las difíciles condiciones de la actividad
deportiva.
La importancia del calentamiento es particularmente grande ante esfuerzos físicos que reclamen un
incremento significativo del consumo de oxígeno. Esto está determinado por la necesidad de incrementar la
actividad de los órganos de la respiración, del aparato cardiovascular, por la salida de sangre de los
reservorios, por la redistribución de la sangre entre los órganos que deben intervenir en la realización de la
actividad principal y los que desempeñan funciones secundarias, así como por el incremento de la
temperatura corporal.
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Diversos trabajos de investigación han demostrado que el tiempo de restablecimiento que media entre el fin
del calentamiento y el inicio de la actividad principal no debe sobrepasar los 5 minutos y como regla se
considera ideal un descanso de 3 minutos.

La calidad de trabajo a realizar durante el calentamiento debe ser estrictamente individualizada. Para evitar
la aparición de la fatiga durante el calentamiento es recomendable no recargar aquellos músculos que tendrán
que participar en el trabajo principal y propiciar la incorporación de los segmentos del organismo que
cumplirán acciones complementarias durante la actividad fundamental.

5.- Proceso de Adaptación o de Entrad al Trabajo

El incremento gradual de la capacidad de trabajo del organismo durante la realización del esfuerzo físico
principal se denomina entrada al trabajo. Esta modificación funcional está condicionada por el incremento de
la actividad de los sistemas funcionales que participan en el desarrollo del trabajo y se presentan en forma
gradual o progresiva.

Para que el proceso de entrada al trabajo se desarrolle adecuadamente tiene gran importancia el surgimiento
de un dominante biológico específico, propio de una actividad determinada, que garantice toda la
coordinación necesaria de los procesos fisiológicos que aseguran la continuidad de la actividad.

Representación gráfica del proceso de adaptación inmediata o entrada al trabajo


I.- Descanso posterior al calentamiento.
II.- Entrada al trabajo del aparato motor.
III.- Entrada al trabajo de los órganos de la vida vegetativa.
IV.- Tiempo en minutos.
V.- Demanda del organismo para enfrentar la actividad

ESTADO ESTABLE

Pueden definirse dos tipos de estado estable: el real o verdadero y el falso o aparente. El primero surge cuando
el trabajo que se realiza es de potencia moderada; el segundo, cuando el trabajo es de gran potencia.
El estado estable real se caracteriza por una elevada coordinación de las funciones vegetativas y motoras. En
el medio interno el organismo no presenta modificaciones significativas y muchos de los elementos químicos
encargados de suministrar la energía se resintetizan totalmente durante el propio cumplimiento del trabajo.
Para que el estado estable real se manifieste, durante la realización de un trabajo muy prolongado, es
imprescindible la movilización de todos los sistemas del organismo de manera tal que el suministro de oxígeno
alcance las magnitudes necesarias para la actividad en cuestión y se mantengan en ese nivel.

El trabajo realizado en condiciones de estado estable aparente requiere de una gran tensión de las funciones
motoras y de todos los sistemas que las aseguran.
La estabilización de los procesos fisiológicos que se presentan ante la repetición de un trabajo (por ejemplo,
durante el recorrido repetido de segmentos de distancias en las sesiones de entrenamiento) también es, en
alguna medida, un estado estable. En estos casos la frecuencia cardiaca, la ventilación pulmonar, el consumo
de oxígeno y otros índices fisiológicos crecen inicialmente con la realización de cada repetición;
posteriormente finaliza la etapa de entrada al trabajo y las siguientes repeticiones del trabajo se efectúan con
una constancia relativa del nivel de las funciones.

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PUNTO MUERTO Y SEGUNDO AIRE

Estas alteraciones están condicionadas por la falta de correspondencia entre la actividad intensa del aparato
motor y las posibilidades funcionales del sistema vegetativo, debido a lo cual se altera el metabolismo y se
producen grandes modificaciones en el medio interno del organismo.
Cuando se realizan trabajos de potencia moderada, que se caracterizan por la aparición del estado estable,
también puede surgir falta de correspondencia entre la actividad del aparato motor y de los órganos internos.
Sin embargo, en estos casos, la falta de correspondencia se pone de manifiesto de una manera menos
marcada y, debido a ello, puede ser superada la situación y restablecerse la capacidad de trabajo.
Esta disminución temporal de la capacidad de trabajo se denomina PUNTO MUERTO y el estado que surge
después que esta ha sido superada es conocido como segundo aire.

El punto muerto y el segundo aire son estados que aparecen cuando se realizan trabajos de gran potencia o
de potencia moderada.

El tiempo necesario para su surgimiento, la duración y el grado de manifestación del punto muerto depende
de muchos factores, pero son elementos fundamentales el nivel de entrenamiento del deportista y la potencia
del trabajo que se realiza.

El calentamiento disminuye la intensidad del punto muerto y permite un surgimiento más rápido del segundo
aire. La superación del punto muerto exige una considerable fuerza de voluntad, por ello, durante el
entrenamiento, el deportista debe acostumbrarse a sentir las sensaciones desagradables que aparecen al
faltarle el oxígeno y acumularse sustancias finales del metabolismo en el organismo.

La superación del punto muerto puede lograrse mediante la disminución de la potencia de trabajo, sin
embargo esto no es recomendable hacerlo en condiciones de competencia ni propio durante el
entrenamiento, ya que el objetivo de este es, precisamente, lograr la adaptación del hombre a una actividad
física intensa que, necesariamente, genera cambios considerables en el medio interno.

EL ESTADO DE FATIGA

Durante la actividad física puede surgir el estado de fatiga, que se caracteriza por presentar complejas
variaciones en las diversas funciones del organismo. El grado de manifestación de estas variaciones,
incluyendo la sensación de cansancio, será mayor mientras más intenso y extenso sea el trabajo realizado.

Este estado tiene un carácter temporal y desaparece al cabo de cierto tiempo, después de finalizado el trabajo.
Las manifestaciones externas de la fatiga son muy variadas y dependen del tipo de ejercicios realizados, de
las particularidades del medio en que se desarrolla la actividad física y de las características del deportista.

Con el propósito de conservar la capacidad de trabajo de las estructuras ejecutoras periféricas, el sistema
nervioso puede cambiar la forma de coordinación de su actividad: sustituir el trabajo de algunos elementos
musculares por otros, disminuir la profundidad de los movimientos respiratorios, etc.

La disminución de la actividad de los músculos esqueléticos, del corazón, etc., siempre ocurre cuando aún
existe una reserva de sustancias energéticas de posible utilización. Ocurre así como manifestación de la
capacidad defensiva del organismo, ya que una reducción brusca, tanto parcial como total de los
componentes, puede provocar el debilitamiento y en cierto casos, hasta la muerte de las células del
organismo. Estas reservas son empleadas por el hombre en situaciones extremas, por ejemplo, en las
aceleraciones finales.

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Los estados emocionales pueden modificar sustancialmente la influencia del Sistema Nervioso Central sobre
los órganos y tejidos. Las emociones positivas incrementan la influencia del sistema simpático; las emociones
negativas disminuyen dicha influencia y reducen la capacidad de trabajo.

LA RECUPERACIÓN

La realización de actividades físicas, como regla, está acompañada por una disminución temporal de la
capacidad de trabajo; después de finalizar el esfuerzo, durante el proceso de recuperación, las reservas
energéticas se restablecen y diversas funciones se estimulan. Todo ello no solo garantiza la recuperación de
la capacidad de trabajo sino que facilita su incremento temporal.

El aumento de la capacidad de trabajo no depende solo de que, en el proceso de entrenamiento, se


planifiquen adecuadamente el volumen y la intensidad de las cargas, sino también de la duración de los
intervalos de descanso entre las sesiones de ejercitación. En relación con esto, al planificar los ejercicios de
cada unidad de entrenamiento, es preciso tomar en consideración las particularidades de los procesos
degenerativos.

La alteración del balance entre éstas reacciones se manifiesta con mayor intensidad durante el trabajo,
mientras mayor sea su potencia y menos preparado se encuentre el organismo para enfrentarlo.
En el período que el organismo dedica a la recuperación son más intensos los procesos de asimilación, lo que
garantiza la reposición de las reservas energéticas invertidas durante el trabajo. Inicialmente estas reservas
se restablecen hasta el nivel inicial, luego alcanzan, durante cierto tiempo, su valor superior y seguidamente
vuelve a disminuir.

La recuperación, como proceso, se desarrolla en dos etapas; una, la primera, calificada como temprana, que
ocurre inmediatamente después de finalizada la actividad y otras, la segunda, denominada tardía, que puede
extenderse varios días y ocurre como cuando se aplican grandes cargas.

Forma habitual de representar gráficamente el proceso de recuperación


I.- Disminución progresiva del nivel de la capacidad de trabajo.
A.- Nivel inicial de la capacidad de trabajo.
B.- Fin del trabajo e inicio de la recuperación.
C.- Estabilización de la capacidad de trabajo.
II.- Fase de capacidad de trabajo disminuida.
III.- Fase de capacidad de trabajo aumentada.

La duración de las diversas fases de recuperación depende de las particularidades del trabajo realizado
(potencia, duración, estructura de movimientos, etc.) y del grado de entrenamiento del deportista. La
reiteración de las cargas es conveniente que sea ubicada en la fase de capacidad de trabajo aumentada,
aprovechando que, en esas condiciones, el organismo puede asimilar más fácilmente las cargas de trabajo y
su nivel de entrenamiento se incrementa con mayor dificultad, no obstante, en una serie de casos, las cargas
deben aplicarse antes de que aparezca esta fase.

Los intervalos de descanso prolongados entren cargas, disminuyen la efectividad del entrenamiento, ya que
la actividad física se realiza en condiciones de capacidad de trabajo disminuida.
Al terminar los intervalos óptimos de descanso es indispensable tener en cuenta la intensidad de los procesos
de recuperación. El índice más preciso en este sentido es el de la capacidad de trabajo, es decir, el volumen
de trabajo que puede ser realizado por el hombre en determinadas condiciones.

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