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EL SISTEMA DE LA ADENILIL CICLASA

Durante los años sesenta el doctor Sutherland y sus colaboradores llegaron a la conclusión de
que bajo la acción de algunas hormonas, como la adrenalina o el glucagon, se formaba un
compuesto en el interior de las células hepáticas que era el responsable de los efectos
producidos por las hormonas anteriormente mencionadas. Poco tiempo después, el mismo
grupo, en colaboración con otro, identificó este compuesto como el AMP cíclico y no pasaron
muchos años sin que se contara con métodos para cuantificarlo en las células; incluso se
identificó a la enzima que los sintetiza, la adenilil ciclasa, y la reacción en la que esto se lleva a
cabo. Toda una década, o quizá un poco más (de 1965 a 1975 aproximadamente), estuvo
ocupada por el estudio del AMP cíclico; se mejoraron las técnicas para cuantificarlo, se
establecieron criterios para determinar si un efecto era mediado por este segundo mensajero
o no, y se asoció la acción de muchísimas hormonas y neurotransmisores a este segundo
mensajero. De hecho, se exageró notablemente; si se revisa la bibliografía científica publicada
durante esos años, se notará que casi todos los fenómenos se atribuían a cambios en los
niveles de AMP cíclico. Era la moda. La ciencia, como todas las actividades humanas, está
sujeta a cambios. De pronto, algo surge como importante y miles de investigadores en todo el
mundo tratan de determinar la relación que este hecho tiene con el problema que están
estudiando. Es la moda, sí, pero también es un esfuerzo honesto por avanzar en el
conocimiento. A todo avance técnico o conceptual sigue una explosión de publicaciones
científicas. El tiempo y sólo el tiempo nos da su valor real. Con el AMP cíclico sucedió
exactamente esto: una explosión. Pero una explosión que en aproximadamente 20 años ha
permitido tener un conocimiento bastante detallado del sistema. El esfuerzo pionero de
Sutherland fue reconocido con el premio Nobel en Fisiología y Medicina. Desafortunadamente
Sutherland falleció poco tiempo después de recibir este reconocimiento.

Decíamos anteriormente que bajo la acción de algunas hormonas se incrementan los niveles
de AMP cíclico en las células, y que este compuesto continúa llevando el mensaje hasta que se
produce el efecto (esto se verá detalladamente más adelante). Tiempo después se observó
que algunas otras hormonas, a través de sus receptores, producen un efecto opuesto, es decir,
disminuyen los niveles de este segundo mensajero. En otras palabras, se reconoció que
muchas hormonas, neurotrasmisores o autacoides, actúan como moduladores; esto es,
aumentando o disminuyendo los niveles de AMP cíclico en el interior de la célula. Pero, ¿cómo
es que la acción de una hormona puede producir estos efectos? Al estudiar a la enzima que
genera al AMP cíclico se observó que ésta se localiza en las células de mamíferos,
preferentemente en la membrana plasmática. ¡Vamos, igual que el receptor! Se pensó
entonces que cada receptor tenía una enzima adenilil ciclasa asociada; múltiples experimentos
mostraron que la activación simultánea de varios tipos de receptores que estimulan a la
enzima no resultaba en una acumulación aditiva del segundo mensajero. Esto sugería que los
receptores capaces de activar la adenilil ciclasa comparten una poza común de la enzima, con
la cual interactúan al desplazarse en la membrana plasmática. Ahora sabemos que no se trata
de una adenilil ciclasa sino de una familia de enzimas, capaces de catalizar la formación de
AMP cíclico. Hemos aprendido que las adenilil ciclasas de la mayoría de los eucariontes son
enzimas membranales realmente grandes formadas por dos porciones similares unidas. Cada
una de estas porciones tiene seis segmentos transmembranales y una gran asa citoplásmica; es
decir, la enzima tiene doce segmentos transmembranales y dos grandes asas citoplásmicas
(además de las pequeñas asas que unen a los segmentos transmembranales). Es en esas
grandes asas donde parece residir la actividad catalítica. Vale la pena mencionar que en
algunas células, especialmente en microorganismos, existen adenilil ciclasas con un solo
segmento transmembranal e incluso algunas citoplásmicas.

C) PROTEÍNAS G: Pero, volvamos ahora a la regulación de la actividad de la adenilil ciclasa


membranal. Martin Rodbell, investigador de los Institutos Nacionales de Salud de Estados
Unidos, y su grupo agregaron un tercer elemento al sistema de la adenilil ciclasa. Usando
preparaciones de membrana observaron que las hormonas no eran capaces de activar a la
ciclasa a menos de que se agregara GTP (guanosina trifosfata, un nucleótido de guanina) al
ensayo. Este investigador sugirió entonces que no sólo se requerían al receptor y a la adenilil
ciclasa para que se produjera la activación de dicha enzima, sino que participaba un tercer
elemento igualmente localizado en la membrana: una proteína, que acopla al receptor con la
adenilil ciclasa. Estas proteínas acopladoras han recibido el nombre de proteínas G (también
han sido llamadas proteínas N y G/F), por requerir para su funcionamiento nucleótidos de
guanina. El trabajo pionero de Rodbell fue continuado por estudios detallados que han
conducido a la purificación, reconstitución funcional, donación y determinación de la
estructura de las diversas proteínas G. Varios grupos participaron en este enorme trabajo con
un claro liderazgo del grupo del doctor Alfred G. Gilman. Rodbell y Gilman compartieron el
Premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1994.

Así como hay hormonas que activan y otras que inhiben a la ciclasa, se ha demostrado que hay
variedades de proteínas G: unas que actúan sobre la enzima en forma activadora, llamadas Gs
( "s" por stimutation = estimulación), y otras que lo hacen en forma inhibidora, llamadas Ci ("i"
por inhibición). En la figura 6 se presenta un modelo actual del sistema de la adenilil ciclasa. Se
tratará de explicar, en forma sencilla, su funcionamiento. Al acoplarse un agonista a su
receptor, este último sufre una modificación conformacional, de modo que ahora ya es capaz
de interactuar con su respectiva proteína G; si se trata de un agente que activa a la adenilil
ciclasa, su receptor se asociará con Gs; mientras que si se trata de uno que inhibe a la ciclasa,
su receptor lo hará con Ci. Esto necesariamente implica que existe un reconocimiento selectivo
en la membrana plasmática; unos receptores actúan sobre Cs y otros con Ci. La interacción del
receptor activado con la proteína G respectiva hace que ésta pase a la forma activada y a su
vez modifique, ya sea que active o inhiba, a la enzima adenilil ciclasa.

Figura 6. Representación de la modulación de la


actividad de la adenil ciclasa por hormonas (H) que
interactúan con receptores de siete dominios
transmembranales. Los receptores que activan a la
adenil ciclasa lo hacen a través de Gs y los que la
inhiben a través de Gi. Nótese que las proteínas G
están formadas por tres componentes o
subunidades. (ATP=adenosina trifosfato.)

Resumiendo el proceso: el agonista hace que el receptor se active; éste, una vez activado, hace
que la proteína G también se active, y son precisamente estas proteínas las que, en última
instancia, regulan la actividad de la adenilil ciclasa, estimulándola o inhibiéndola, según se
trate de Gs o de Gi, respectivamente. Existen varias isoformas de las proteínas Gs y Gi. No
sabemos con precisión por qué o para qué existe esta diversidad. Sin embargo, en estudios
muy elegantes, en que se ha bloqueado la expresión de alguna de las isoformas de estas
proteínas, ha sido posible ver que la acción de ciertas hormonas o neurotransmisores se
bloquea parcial o totalmente. Esto indica que esta heterogeneidad tiene significado fisiológico,
es decir, que algunos receptores "prefieren" a ciertas proteínas G respecto a otras. Aún no
entendemos completamente, pero con más investigación esto se irá aclarando en los próximos
años. Ciertamente es cuestión de afinidades relativas, pero ¿cuáles son las "parejas" de cada
receptor?

Una característica de las acciones hormonales de este tipo es que las señales se producen en
segundos y desaparecen también en forma relativamente rápida. La separación del agonista
de su receptor hace que gran parte del proceso se revierta y cese el efecto. El mismo segundo
mensajero, el AMP cíclico se transforma en AMP (no cíclico) por una enzima llamada
fosfodiesterasa, este AMP lineal no es activo en el sistema y de este modo se suspende la señal
intracelular.

Las proteínas G han sido muy estudiadas en los últimos años. Algunas toxinas bacterianas han
constituido una herramienta de gran utilidad para su estudio. Las bacterias, a través de
millones de años de experiencia, han diseñado métodos muy refinados para atacar a las
células animales.

El cólera es una grave enfermedad causada por una bacteria: el Vibrio cholerae. Tristemente
ha reaparecido en nuestro país y en otros de nuestro continente, donde las condiciones
higiénicas y de distribución de agua y alimentos son muy deficientes. Esta bacteria se instala en
el tubo digestivo y produce una terrible diarrea, dando por resultado una deshidratación tan
grave que, de no corregirse a tiempo, ocasiona la muerte. La bacteria no causa directamente
daño al paciente, es decir, no lo invade, simplemente produce una toxina que se encarga de
alterar el funcionamiento intestinal. Dicha toxina viaja por la luz del intestino grueso y se fija a
las células de la mucosa; lentamente penetra la membrana plasmática y una vez dentro hace lo
siguiente: con la utilización de una de las sustancias de la célula, el NAD, pega una parte de
esta molécula (la fracción ADP-ribosa) a la proteína Gs. Esto carecería de importancia si no
fuera porque la proteína queda en forma permanentemente activa, estimulando a la adenilil
ciclasa de las células intestinales. El enorme aumento en el AMP cíclico que ocasiona la toxina
al modificar a Gs, altera el funcionamiento normal de las células de la mucosa intestinal,
impidiendo que absorban los líquidos intestinales (una de las principales funciones del
intestino grueso), dando como resultado la terrible diarrea.

Sin embargo, hay otros enemigos que nos son más familiares y que tienen un modus operandi
parecido. La Escherichia coli es una de las bacterias que normalmente se encuentran en
nuestro intestino; algunas cepas, sin embargo, producen una toxina que actúa en forma similar
a la del cólera y que parece ser, en parte (ya que esta bacteria también produce otras toxinas),
responsable de los cuadros diarreicos de algunos lactantes infectados con este germen, y de la
llamada "diarrea de los turistas".

En la naturaleza, estas toxinas sólo afectan a las células de la mucosa intestinal, puesto que no
pasan al torrente circulatorio; pero se las puede administrar a células aisladas y observar los
efectos que se producen. Bajo estas condiciones, las células desquician su funcionamiento al
acumular grandes cantidades de AMP cíclico; por otro lado, los agentes, que estimulan a la
ciclasa, ya ejercen muy poco o ningún efecto adicional. Estos experimentos han ayudado a
establecer el papel acoplador de la proteína Gs. Pero, no queda ahí la ayuda que nos han
prestado las toxinas; también nos han auxiliado a identificar a las proteínas Gs en la
membrana. Utilizando membranas aisladas de células y NAD radiactivo se ha podido
demostrar cuál de todas las miles de proteínas que se encuentran en la membrana es Gs.
Como se mencionó anteriormente, la toxina rompe el NAD y une una parte de la molécula a
Gs; dado que la parte unida está radiactiva, se puede buscar a la proteína que contiene la
radiactividad y ésta es Gs.

Como puede observarse en la figura 6, las proteínas Gs y Gi están formadas por tres partes o
subunidades, como las llamamos técnicamente; éstas son: las subunidades alfa, beta y gamma.
Las toxinas bacterianas atacan a las subunidades alfa. Hace algunos años se pensaba que eran
estas subunidades alfa las únicas que tenían una acción para continuar la señal, ahora sabemos
que tanto las subunidades alfa como los complejos que forman las subunidades beta y gamma
son importantes para la acción global que se produce al activarse las proteínas G.

Hagamos un resumen de lo dicho: el receptor, una vez activado, se va a asociar con una
proteína acopladora G, la cual pasa la información a la adenilil ciclasa. Si el receptor es
activador, se unirá con Gs y ésta activará a la ciclasa, resultando en un aumento en la
producción de AMP cíclico por la célula; si por el contrario, el receptor es de tipo inhibidor, se
unirá a Gi, la cual inhibe a la ciclasa, y por tanto, la producción de AMP cíclico por la célula
disminuye.

Figura 7. Similitud entre la actividad de la adenilil ciclasa (parte


superior de la figura) por una hormona y la activación de la
fosfodiesterasa del GMP ciclíco por la luz (parte inferior de la
figura). Nótese que los receptores para la hormona y la luz
pertenecen a la familia de los siete dominios transmembranales,
que interactúan con proteínas G con tres subunidades (tranductoras
y que éstas a su vez modulan la actividad de enzimas (efectores).
Nótese también que en un caso (adenilil ciclasa la enzima es integral de la membrana, y en el
otro (fosfodiesterasa) es una enzima que se asocia a la membrana.

Esta explicación es una gran simplificación de lo que sucede en la célula, ya que, aunque de
hecho Gs y Gi interactúan con la adenilil ciclasa, no significa que sea lo único que se lleve a
cabo en la realidad. Hace algunos años se pensaba en sistemas totalmente lineales en la
comunicación celular; esto es, un receptor activa una proteína G que modula a un efector
membranal como la adenilil ciclasa. Hoy sabemos que esto sólo es parcialmente cierto. Si
pensamos en un receptor, éste puede interactuar con varios tipos de proteínas G y éstas a su
vez modular la actividad de diversos efectores, como la misma adenilil ciclasa, fosfolipasas,
canales iónicos, etc. Es claro que ahora ya no debemos pensar en señalamientos lineales en la
transducción, sino en el encendido de redes de transducción. Por lo tanto la acción de una
hormona en una célula determinada depende del tipo de receptores, el tipo de proteínas G y
el tipo de efectores que expresa. Desde luego hay parámetros generales que se aplican a
muchísimos tipos celulares, pero en realidad hay que estudiar a cada uno de ellos, y como ya
hemos visto, esto puede variar según las condiciones fisiológicas o experimentales.

Fosfolipasa c: es una familia de enzimas intracelulares y de membrana en


organismos eucariotas que participa en los procesos de transducción de señales.1 Todas
las fosfolipasas C pertenecen a la familia de las hidrolasas, es decir, actúan rompiendo enlaces
diester fosfóricos utilizando agua.

Las fosfolipasas C participan en el metabolismo de los fosfatidilinositol bifosfato (PIP2) y las


vías calcio-dependientes de la señalización celular relacionados con lípidos. Hasta ahora, la
superfamilia consiste en 6 subfamilias con un total de 13 lisozimas individuales que difieren una
de la otra en su modo de activación, sus niveles de expresión, su regulación catalítica, su
localización celular, su afinitidad de unión a la membrana y su distribución en los tejidos. Todas
son capaces de hidrolizar al (PIP2) en dos moléculas segundo mensajero de gran importancia,
que terminan alterando las respuestas celulares a la proliferación, diferenciación
celular, apoptosis, remodelaje del citoesqueleto, tráfico vesicular, canales iónicos,
funciones endocrinas y neurotransmisión.

La fosfoinositida fosfolipasa C cataliza la reacción química entre el 1-fosfatidil-1D-mio-inositol


4,5-bifosfato (PIP2) y el agua:

::
Los dos productos de la reacción son el inositol 1,4,5-trifosfato (IP3) y el diacilglicerol (DAG).
Todos los miembros de esta familia pueden catalizar la hidrólisis de IP 2, un fosfatidilinositol, en
la cara interna de la membrana celular y producir como consecuencia insoitol trifosfato y DAG.
Tanto el IP3 como el DAG tienen funciones individuales, participando en el movimiento
de calcio dentro del citosol y estimulando la fosforilación de las cadenas ligeras de miosina,
respectivamente.
Secuencia

1-fosfatidil-1D-mio-inositol 4,5-bifosfato, el sustrato de la fosfolipasa C.

La reacción de hidrólisis catalizada por la PLC del IP2 ocurre en dos pasos
secuenciales. El primer paso de la reacción es una fosfotransferencia en la que
ocurre un ataque intramolecular ente el grupo hidroxilo de la posición 2' del anillo
inositol y el grupo fosfato produciendo un IP3 cíclico intermediario y el DAG. Ocurre
luego el segundo paso que es una fosfodiesterasa, en la que el intermediario cíclico
permanece en el sitio activo de la enzima con suficiente tiempo para sea atacado por una
molécula de H2O produciendo un IP3 final, acíclico. Esta reacción difiere de las PLC
bacterianas en que estas últimas producen solo compuestos cíclicos.

Regulación
Este proceso catalítico de la fosfolipasa C es altamente regulada por medio de
una fosforilación reversible y por la unión de proteínas reguladoras.234

Ubicación celular
La fosfolipasa C es una enzima de la membrana celular, donde su sustrato, el PIP2, está
presente. El anclaje a la membrana es mediada principalmente por sus dominios fijadores
de lípidos, como lo son el dominio PH, el dominio C2, etc. Estas regiones en la enzima
tienen afinidad por los varios componentes de los fosfolípidos de la membrana plasmática.
Se ha descubierto en recientes investigaciones que la PLC puede también existir en otras
regiones sub-celulares, como lo son el citoplasma y el núcleo celular. No está aún del todo
claro por que razón estas enzimas se ubican en estos compartimentos celulares, en
particular en el núcleo.

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