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UNIDAD 16

ELEMENTOS ESENCIALES DEL ACTO JURÍDICO

EL SUJETO

I.- Concepto

Tal como se ha visto en la unidad precedente, el sujeto es uno de los


elementos esenciales del acto jurídico. Es el autor del acto, persona ésta
humana o jurídica cuya actuación debe estar calificada por la capacidad.

Procederemos a distinguir conceptos tan importantes como los de parte,


representante, sucesor y tercero, ya que con relación a un acto jurídico las
personas pueden asumir cualquiera de las calidades mencionadas.
Analizaremos, a continuación, para quiénes el acto jurídico produce sus
efectos.

II.-Parte y otorgante

Parte es la persona a quien se imputan las relaciones jurídicas que el acto


celebrado tiene por objeto establecer1 o bien, es la persona que por medio del
acto a cuya formación concurre ejerce una prerrogativa jurídica propia 2 , esto
es, dispone de un derecho propio o la que hubiere emitido una declaración de
voluntad inherente a su propio proyecto 3.En virtud de ello, partes son las
personas sobre las que recaen los efectos del acto jurídico, las que reciben
sobre sí los efectos que el acto produce.

Corresponde que distingamos el concepto de parte del de otorgante ya que


éste último es la persona que materialmente realiza el acto jurídico pero no
siempre lo hace como parte . Bueno es que aclaremos que el otorgante puede
realizar el acto jurídico como representante (legal, voluntario, órgano de
persona jurídica) en cuyo caso los efectos del acto no recaen sobre él sino

1ARAUZ CASTEX, Manuel. Derecho Civil. Parte General, Ed. Empresa Técnicojurídica
Argentina.Bs.As.,1965, Tomo II, pág. 197

2LLAMBIAS, Jorge Joaquín. Tratado de Derecho Civil. Parte General. Ed. Abeledo Perrot. Bs.
As. 1984, 11° edición, Tomo II,pág. 349

3RABINOVICH BERKMAN, Ricardo. D., Derecho Civil,Parte General. Ed. Astrea de Alfredo y
Ricardo Depalma.Bs. As., 2000, pág.596.
sobre la parte a nombre de quien actuó el representante legal, mandatario u
órgano (por ej. el menor, poderdante o persona jurídica).En el caso, los testigos
del acto y el oficial público autorizante que hayan intervenido en el acto no son
parte del mismo. Contrariamente, una parte puede revestir la calidad de parte
en el acto sin haber personalmente otorgado el mismo, sin haber materialmente
participado por haber sido representada en él o por ser sucesor de una de las
partes otorgantes. Si quien otorga el acto jurídico lo hace para sí y ejerciendo
las prerrogativas de las que dispone reviste el carácter de parte y,
simultáneamente, de otorgante.

III.- Representante. Concepto y clases

Concepto: Representante es la persona que actúa en ejercicio de las


prerrogativas jurídicas de otra persona. El representante actúa por cuenta y en
nombre del representado en la celebración de uno o más actos jurídicos.

En el Código Civil velezano no había una teoría general de la representación


en la sección de hechos y actos jurídicos pero resultó suplida ya que el mismo
cuerpo legal (art. 1870) extendía las reglas del contrato de mandato a las
demás representaciones. En cambio, en el nuevo Código Civil y Comercial de
la Nación no se advierte dicha ausencia. Así, pues, el capítulo 8 en sus arts.
358 a 381 incluye en dos secciones la representación dentro del título IV.
HECHOS Y ACTOS JURIDICOS del Libro Primero.

En principio, todo acto jurídico puede ser efectuado mediante representación.


salvo aquéllos que requieren una actuación personal del sujeto ya que la ley
exige que sean otorgados por el titular del derecho ( ej:testamento, limitaciones
en el derecho de familia, sufragio).

Los actos celebrados por el representante en nombre del representado,


siempre que se encuentren comprendidos en los límites de sus facultades,
producen efectos directamente para el representado, tal como lo estatuye el
art. 359 del CCCN.

Para llegar a la comprensión de este concepto se necesitó una larga evolución


ya que en las sociedades primitivas no se comprendía cómo los efectos de un
acto celebrado por una persona podían ser adjudicados a otra. Por ello, en
Roma por ejemplo, se recurría en principio a un doble acto, pues el primero era
el celebrado por la persona que obraba en interés de otra pero cuyos efectos
recaían sobre sí misma y el segundo tenía el objetivo de trasladar dichos
efectos en cabeza del verdadero interesado.

Clases : LEGALES.VOLUNTARIOS.ORGÁNICOS. Según sea la fuente de


donde surgen las facultades para obrar en nombre de otro, la representación
puede ser legal, convencional u orgánica..

Representante legal es aquél cuyas facultades no han sido otorgadas por el


representado sino que surgen de una disposición de la ley. Hemos visto al
estudiar el atributo de capacidad que, conforme el art. 101 del C.C.C.N. los
padres son representantes legales de sus hijos por nacer y de sus hijos
menores no emancipados, a falta de ellos o si son incapaces ambos o están
privados de la responsabilidad parental lo son los tutores que se designen . Los
apoyos lo son de las personas con capacidad restringida cuando, de acuerdo a
la sentencia, necesiten representación para determinados actos y los
curadores de las personas incapaces en los términos del art. 32,último párrafo
del C.C.C.N.

Representante convencional o voluntario es aquel cuyas facultades surgen por


la propia designación del representado, como los apoderados en virtud de la
celebración del contrato de mandato.

Conforme lo prevé el art. 364 del C.C.C.N. en la representación voluntaria el


representado debe tener capacidad al momento del apoderamiento. En
cambio, para el representante es suficiente el discernimiento ya que el acto que
el mismo realiza no lo efectúa para sí sino por cuenta y nombre de su
representado.

El CCCN enumera los deberes del representante voluntario y del


representado. Entre los primeros mencionaremos, entre otros, el de obrar con
lealtad, fidelidad y reserva, realizar la gestión encomendada, el deber de
consultar e informar a su representado, conservación y custodia, no adquirir
para sí los bienes de su representado, etc. Éste último debe, en cambio,
prestar los medios necesarios para el cumplimiento de su gestión, retribuir la
gestión, si correspondiere, etc.

En caso de que alguien actúe como representante sin serlo o que se exceda en
las facultades conferidas por el representado, será responsable de los
perjuicios que haya sufrido sin culpa suya la otra parte que ha confiado en la
validez del acto.

En el caso de la representación orgánica las facultades del órgano para


representar a la persona jurídica surgen del estatuto respectivo. Por ejemplo, el
representante de una asociación civil es el presidente de la comisión directiva y
es en su estatuto donde se detallan aquéllas.

GENERALES Y ESPECIALES. Representante general es aquel que se


encuentra facultado para todos los actos jurídicos o para toda una clase de
actos en nombre de su representado. El representante especial se encuentra
facultado para uno varios actos concretos y determinados. Hay actos jurídicos
que no pueden ser efectuados por un representante que cuenta con un poder
general, por ejemplo para constituir al mandante o representado como fiador se
requiere que el mandatario o representante cuente con facultades expresas
dada la trascendencia del acto. El art. 375 del C.C.C.N. efectúa una
enumeración de actos que exigen para su celebración la existencia de dichas
facultades en el representante.

IV.-Sucesor. Concepto y clases

Concepto: Se denomina sucesor a la persona que, a título propio, reemplaza


a otra en una relación jurídica, ya sea como sujeto activo o pasivo de la misma.
El art. 3262 del C.C. Vélez Sársfield disponía que las personas a las cuales se
trasmiten los derechos de otras personas, de tal manera que en adelante
puedan ejercerlos en su propio nombre, se llaman sucesores.

Ese carácter se adquiere por la ley o por voluntad del individuo en cuyos
derechos suceden.
El heredero, el comprador que ha adquirido el dominio de un bien, el cesionario
de un crédito son sucesores.

Denominamos "causante", "transmitente" o "autor" a la persona cuyos


derechos se trasladan a otro mientras que quien los recibe es el
"causahabiente", el "adquirente" o "sucesor" y el sustantivo que usamos para
identificar el hecho mismo del cambio de titularidad es "sucesión",
"transferencia", "transmisión". Se denomina causante porque es la causa que
opera la transmisión del derecho, autor porque hace nacer el derecho en la otra
persona con la transmisión. La denominación de causahabiente se atribuye a la
persona que tiene, que recepciona su derecho del transmitente, del
causante.Si se trata de una transmisión de derechos mortis causa nos
referimos al heredero y al legatario para identificar al causahabiente que recibe
en distinta proporción, como veremos a continuación.

Clases: La sucesión puede ser de diferentes clases según el criterio que


establezca su división. Así hay:

Sucesión a título universal y a título particular. Según la extensión del título la


sucesión puede ser universal o particular. Universal es aquélla que comprende
la totalidad del patrimonio o una parte alícuota del mismo y particular es la
que comprende uno o más bienes particulares, concretos, determinados.
Disponía el art. 3263 del Código Civil velezano que el sucesor universal es
aquél a quien pasa todo o una parte alícuota del patrimonio de una persona,
reiterando ese concepto los arts.400 y 2278 del nuevo cuerpo legal .
Continuaba dicho art. 3263 del C.C. definiendo al sucesor singular como aquél
al cual se transmite un objeto particular que sale de los bienes de otra
persona, expresándolo el mencionado art. 400 del C.C.C.N. en el sentido de
que es aquél que recibe un derecho en particular.. Así, pues, el comprador es
un sucesor a título particular del vendedor ya que sucede a éste último en la
titularidad del derecho de dominio sobre la cosa vendida que implica la
extinción de su derecho que pasa al comprador. El legatario también es un
sucesor a título particular, en este caso mortis causa, ya que recibe del
causante un bien concreto y determinado.
Cifuentes coloca a los sucesores a título particular como una categoría especial
de terceros. Llambías se expresa en el mismo sentido. Cobas y Rabinovich
prefieren considerarlos una especie de sucesor. Aráuz Castex entiende que
son terceros mientras no hayan sucedido en el derecho y, a partir de allí, se
convierten en parte con relación a los efectos transmisibles por sucesión y
siguen siendo terceros con relación a otros efectos.

Sucesión mortis causa y sucesión entre vivos. Como su nombre lo indica, la


primera se produce como consecuencia de la muerte del autor de ella mientras
que la segunda no implica la muerte sino que tiene lugar por haberse
celebrado un acto jurídico que desplaza los derechos del titular hacia otra
persona.

En la primera la trasmisión opera de pleno derecho por el solo hecho de la


muerte de su autor. En la segunda se requiere, además del acto jurídico
pertinente por el cual se transfiera el respectivo derecho con las formalidades
que se exijan en cada caso, un modo suficiente. Por ejemplo, en la
compraventa se requiere, además del contrato de compraventa, la tradición o
sea la entrega de la cosa vendida ya que, si ella no existiera, el vendedor
continuaría siendo el propietario de la misma pues no se produciría la sucesión.

Sucesión legal o voluntaria : La sucesión legal proviene de las disposiciones de


la ley, como ocurre cuando el causante no ha dejado testamento y los
herederos serán los que la ley llama a ocupar el lugar de aquél. Sucesión
voluntaria es aquélla en la que interviene la voluntad, la decisión del titular de
los derechos, por ejemplo el heredero designado en el testamento o el
comprador que ocupa el lugar del vendedor en la titularidad del bien
enajenado.

Si combinamos las dos primeras clasificaciones, podemos hablar de sucesor


universal mortis causa (típicamente el heredero), sucesor particular mortis
causa (el legatario, aquél que, por la muerte de su autor, lo sucede en la
titularidad de un bien determinado y no en la universalidad o parte alícuota de
todos como ocurre con el heredero), sucesor universal entre vivos (no existe
para algunos autores, para otros serían supuestos de la misma la quiebra , la
transferencia de un fondo de comercio), sucesor particular entre vivos (el
adquirente de un derecho real, por ej. el comprador)

V.- Tercero

En sentido amplio, tercero es la persona ajena al acto jurídico que se supone


celebrado entre las partes. Tercero respecto del acto jurídico es la persona que
no ha intervenido en su formación ni es tampoco sucesor universal de una de
las partes. Debemos, sin embargo, distinguir distintas clases de terceros. Los
hay absolutamente extraños al acto jurídico ya que nada los vincula al mismo,
denominados por los romanos como "penitus extranei", son los terceros no
interesados.

Hay otros terceros que, habiendo o no intervenido en el acto jurídico, por


alguna razón tienen interés en el mismo o en las consecuencias del mismo.
Son los llamados "terceros interesados". Así, pues, por ejemplo el acreedor que
ve disminuido el patrimonio de su deudor por las enajenaciones que éste
efectúa que dificultan el cobro de sus acreencias o que directamente producen
su insolvencia, si bien es un tercero respecto del acto jurídico por el cual su
deudor enajena los bienes, tiene un interés legítimo en el mismo que justifica el
otorgamiento de acciones que más adelante se estudiarán. Otro ejemplo es el
del escribano que actúa como autorizante en una escritura pública o los
testigos que intervienen en ella, si bien son terceros con relación al acto
jurídico celebrado por las partes ya que sólo participan en su instrumentación,
son interesados porque su actuación defectuosa es fuente de
responsabilidades.

VI.- Efecto relativo del acto jurídico

Comenzaremos a abordar ahora la cuestión acerca del carácter de los efectos


que el acto jurídico produce. Podemos preguntarnos si éste genera efectos
para todos -erga omnes o absolutos-o solamente para las partes que los
celebraron-relativos. Tradicionalmente se distingue entre los efectos absolutos
propios de los derechos reales y los efectos relativos que corresponden a los
derechos personales, obligaciones o derechos creditorios.. El acto jurídico
produce efectos que alcanzan a las partes por lo que hablamos de efecto
relativo, sin perjuicio-claro está- de su oponibilidad erga omnes en el sentido de
que nadie puede desconocer la existencia del acto o impedir las relaciones
jurídicas surgidas del mismo pero, reiteramos, los efectos del mismo alcanzan
básicamente a las partes que lo celebraron.

Sin embargo, cuando se produce el hecho de la sucesión, el sucesor toma el


lugar de quien era parte en la relación jurídica y recibe sobre sí los efectos que
hasta ese momento recaían sobre quien revestía ese carácter de parte.

El principio, pues, que afirma que los efectos de los actos jurídicos se
transmiten a los sucesores de las partes surgía de lo normado en el art. 1195
del Código Civil velezano que ahora aparece incluído expresamente en el art.
1024 del C.C.C.N. que se refiere a los contratos, a pesar de lo cual alcanza a
los actos jurídicos dado que el contrato es una clase de acto jurídico.

El mismo dispone que los efectos de los contratos se extienden activa


y pasivamente a los sucesores universales, a no ser que las
obligaciones que de él nacen sean inherentes a la persona o que la
trasmisión sea incompatible con la naturaleza de la obligación o esté
prohibida por una cláusula del contrato o de la ley.

Sucesores universales. A los sucesores a título universal se transmite


íntegramente el patrimonio del causante y ocupan el lugar de parte, esto es,
se encuentran en la misma situación que ésta última. El art. 400 del nuevo
Código Civil y Comercial expresa que sucesor universal es el que recibe todo o
una parte indivisa del patrimonio de otro y sucesor singular es el que recibe un
derecho en particular. El art. 2278 de este nuevo cuerpo legal expresa que
heredero es la persona a quien se trasmite la universalidad o una parte indivisa
de la herencia. El art. 3417 del C.C. Vélez Sársfield lo expresaba disponiendo
que el heredero "continua la persona del difunto y es propietario, acreedor o
deudor de todo lo que el difunto era propietario, acreedor o deudor, con
excepción de aquellos derechos que no son transmisibles por sucesión"

El principio general afirmado en cuanto a la igualdad de situación entre las


partes y sus sucesores universales tiene sus excepciones ya que no todos los
derechos son susceptibles de transmisión. Así, pues, no lo son las obligaciones
inherentes a la persona que, al decir de Llambías, son aquellas que no pueden
concebirse independientemente de las partes que formaron el acto en atención
a la especial consideración de sus aptitudes o cualidades personales (la
obligación, por ejemplo, de pintar un retrato encargado a un artista) .Tampoco
se transmiten los derechos a los sucesores universales cuando una disposición
de la ley así lo establece: por ejemplo, los derechos derivados del usufructo no
pasan a los herederos. Podría ser también que las partes mismas pacten en
una cláusula del contrato que no se transmitan los efectos y que se extinga
dicho negocio por muerte de una de ellas. Otra excepción se configura cuando
la naturaleza misma del contrato no admite la continuación del mismo fuera de
las partes que lo formaron.

Sucesores singulares: El acto jurídico, en principio, no produce efectos


respecto de los sucesores a título particular, los cuales no son herederos.

Entre transmitente y sucesor particular se produce la sucesión en un bien


determinado y éste último es ajeno a los actos que anteriormente pueda haber
celebrado el transmitente y no lo alcanzan, pues, sus efectos.

Sin embargo, este principio no es absoluto..Se entiende que para que el


contrato anterior alcance al sucesor singular debe existir un vínculo íntimo
entre el bien y el crédito. Son las llamadas obligaciones ambulatorias o propter
rem que se trasmiten junto con la cosa y de las que resulta deudor quien sea
actualmente dueño o poseedor de esa cosa. Por ejemplo, el adquirente de un
inmueble gravado con hipoteca o con usufructo debe respetar esas cargas.
También se da esta situación en el caso de venta de un inmueble respecto del
cual existe un contrato de locación en que el adquirente, sucesor singular, debe
respetar los derechos del locatario y asimismo recibe los derechos de locador
que surgen de ese contrato, pudiendo reclamar el pago de los cánones
locativos.

Sin embargo, en cuanto al alcance de la obligación transmitida hemos de


destacar que, entre el deudor originario y el sucesor particular puede mediar
una diferencia importante ya que por ejemplo, según el art. 2500 del C.C.C.N.
el primero responde con todo su patrimonio y el segundo solamente con la
cosa trasmitida, o sea, hasta la concurrencia del valor de ésta, Así, quien ha
adquirido un inmueble con deuda de expensas comunes o de impuestos sobre
el mismo responderá hasta el monto del valor del bien transmitido y no con
otros bienes de su propiedad si el valor de dicho inmueble no alcanzara para
cubrir la deuda.

Terceros acreedores. Inoponibilidad. : Respecto de los acreedores, digamos


que los actos celebrados por su deudor no producen efectos respecto de ellos
ya que los mismos son terceros. Sin embargo, como la garantía de cobro de
sus acreencias es- justamente- el patrimonio del deudor, los actos celebrados
por éste tienen incidencia sobre el crédito ya que si han disminuído su
patrimonio o se ha insolventado el acreedor tendrá dificultades para hacerlo
efectivo, especialmente si se trata de un acreedor quirografario ya que el
privilegiado está mejor protegido También pueden los acreedores tener
dificultades para satisfacer sus acreencias en caso de que su deudor sea
negligente para exigir sus propios créditos.

La regla general es, pues, que el acreedor debe respetar los actos celebrados
por su deudor dado que le son oponibles. La oponibilidad significa justamente
lo dicho: que los terceros deben respetar las relaciones jurídicas creadas por
las partes, aun en el caso de que sean acreedores de ellas.
Sin embargo, hay algunas excepciones:
1) si el acto se efectuó en fraude de sus acreedores, éstos tienen a su
disposición la acción de declaración de inoponibilidad, antes denominada
revocatoria o pauliana, para que el acto jurídico de disposición que haya
provocado o agravado la insolvencia del deudor no les sea oponible, esto es,
para que ellos puedan obrar como si el acto no hubiere existido.. El estudio de
esta acción se incluye al tratar el vicio de fraude
.2) si el acto celebrado por el deudor es simulado cualquier acreedor puede
interponer la acción de simulación si fuera ilícita para dejarlo sin efecto, o bien,
atenerse al acto aparente.
3) Asimismo no podemos dejar de mencionar el ejercicio de la Acción
subrogatoria por parte de los acreedores.:
Sucede en ocasiones que el deudor remiso o poco diligente no se ocupa de
reclamar el cumplimiento de sus obligaciones a su propio deudor porque el
resultado no va a beneficiarlo a él sino a sus acreedores que resultan
perjudicados. Por ello y para remediar su pasividad, la ley otorga a los
acreedores la denominada acción subrogatoria u oblicua a fin de que ejerciten
los derechos de su deudor y logren aumentar el patrimonio del mismo y de esa
manera puedan satisfacer sus créditos.

El art. 1196 del C.C. de Vélez Sarsfield establecía que los acreedores podían
ejercer todos los derechos y acciones de su deudor con excepción de los que
sean inherentes a su persona. El art. 739 del nuevo Código Civil y Comercial
de la Nación reitera este concepto expresando que el acreedor de un crédito
cierto, exigible o no, puede ejercer judicialmente los derechos patrimoniales de
su deudor si éste es remiso en hacerlo y esa omisión afecta el cobro de su
acreencia.

No se trata de una acción directa,-ésta es tratada en el art. 736 del C.C.C.N. -


pues el acreedor no ejerce los derechos de su deudor a nombre propio sino
que lo hace en nombre y por cuenta del deudor subrogado y siempre en la
medida de sus derechos. Por ello, los importes logrados no ingresan al
patrimonio del acreedor que acciona sino al de su deudor, sin privilegio alguno
para aquél.

No todos los derechos son susceptibles de ejercitarse por vía de la acción


subrogatoria ya que quedan excluídos los que por su naturaleza o disposición
de la ley sólo pueden ser ejercidos por el titular, como los denominados intuitu
personae, personalísimos que tienen que ver con los derechos de familia, de la
personalidad o extrapatrimoniales. Son en cambio los derechos patrimoniales
los que pueden ejercerse a través de la acción subrogatoria. Quedan excluidos
también los que no integran la garantía de los acreedores, art. 744 del
C.C.C.N., y las meras facultades excepto que de su ejercicio pueda resultar
una mejora en la situación patrimonial del deudor.

La doctrina señala que, para ejercer la acción, deben concurrir los siguientes
requisitos: 1) que el subrogante revista la calidad de acreedor del subrogado
2) que haya inacción del subrogado en el ejercicio de un derecho que le
pertenece, abandono o inacción ésta que debe ser demostrada por el
subrogante y 3) debe existir interés legítimo por parte de quien ejerce la
acción, interés éste que dejaría de existir si el deudor ofreciera garantías
suficientes o se probara su solvencia. Por excepción, les cabe a los acreedores
una acción directa en los términos del art. 736 del C.C.C.N.

Terceros propiamente dichos: Intervención. La regla general establece que


los contratos no pueden afectar ni tampoco beneficiar a terceros. Sin embargo,
también aquí hay excepciones:1) la estipulación por otro en que las partes
pueden pactar en beneficio de un tercero,art. 1027 del C.C.C.N. . Así, pues, en
el seguro de vida se establece un beneficiario ajeno al contrato respectivo. 2)
No se puede contratar a nombre de otro sin tener la representación legal o
autorización a esos efectos y, si se hiciere , el acto será de ningún valor, salvo
si el tercero lo ratificare. Además quien promete el hecho de otro obligándose
por un tercero, deberá resarcir los perjuicios resultantes si el tercero no ejecuta
el acto,art. 1025 del C.C.C.N. Aparte de los supuestos referidos, encontramos
otras situaciones que autorizan la intervención de terceros en el negocio (arts.
1026, 1029, 1030 del C.C.C.N.).

EL OBJETO.

I.-Concepto

Numerosos son los criterios utilizados por los autores para establecer una
definición del objeto del acto jurídico. Podemos mencionar la existencia de
teorías amplias, intermedias y restringidas al respecto 4. En el primer grupo una
parte de la doctrina considera que el objeto alude a las obligaciones que el
mismo genera (Josserand, Lafaille, Alterini, Ameal, López Cabana) en tanto
para otro grupo son las relaciones jurídicas, los derechos sobre los que incide
a los que denomina objeto inmediato-obligaciones-, y el mediato sería el objeto
de la prestación: la cosa o el hecho (López de Zavalía, Mazeaud) y para otro

4 BUERES, Alberto en Codigo Civil y normas complementarias. Análisis doctrinario y


jurisprudencial. Bueres. director. Elena Highton, coordinadora. Ed. Hammurabi. Bs.As, 1998.
Tomo 2B.,pág.543 y sig. efectua un exhaustivo desarrollo de las teorías implicadas en la
conceptualización del objeto.
grupo sería objeto la operación jurídica tenida en cuenta por las partes, o sea ,
el contenido integral del acuerdo (Mosset Iturraspe, Abelenda). Dentro de las
teorías intermedias se ha sostenido que objeto es la prestación en el sentido
de la conducta que debe cumplir el deudor con vistas a satisfacer el interés del
acreedor (Borda). Las teorías restringidas, en cambio, sostienen que el objeto
del acto jurídico es su materia (Videla Escalada, Gastaldi) .

Así, pues, siguiendo el último criterio enunciado podemos definir el objeto como
la materia sobre la cual recae o a la cual tiende la voluntad del sujeto. 5
Cifuentes expresa que es la entidad material o inmaterial sobre la cual recae el
interés implicado en la relación6 Es la materia o resultado del intento práctico
de las partes, según De los Mozos7.
El C.C.C.N. se refiere al objeto de los actos jurídicos en el art. 279
comprendiendo a los "hechos" y a los "bienes".

II.- Presupuestos de validez

La regla general que rige esta materia es la autonomía de la voluntad ya que


las normas que regulan el objeto establecen cuáles son los actos prohibidos ,
de lo que pueden extraerse los requisitos que debe contener este elemento del
acto jurídico, considerando siempre la libertad del sujeto para elegir el objeto
material o inmaterial de su interés.

En primer lugar digamos que el objeto debe ser idóneo, esto es, posible, lícito y
determinado o determinable. Para que ello se cumpla, el código enuncia los
requisitos del objeto estableciéndolos en forma negativa.

El art. 279 del C.C.C.N. enuncia que el objeto del acto jurídico puede ser un
hecho o un bien, término éste último que comprende a las cosas y a los
derechos. Recordemos que el art. 953 del C.C. Vélez Sársfield prescribía que
podían ser objeto los hechos y las cosas que ese cuerpo legal conceptuaba

5 LLAMBIAS, Jorge Joaquín. Tratado de Derecho Civil. Parte General..II, Abeledo Perrot,
Bs.As.,1994, 11° edición, pág.325.

6 CIFUENTES, Santos. Negocio jurídico.Ed.Astrea, Bs.As., 1994, 1° reimpresión, pág.157.

7De los Mozos, José Luis.El negocio jurídico, citado por Cobas, Manuel .Derecho Civil.Parte
General. Ed.universidad.
como los objetos materiales susceptibles de valor, con lo cual parecían quedar
fuera de la posibilidad de constituir objeto del acto los inmateriales susceptibles
de valor, por ejemplo los derechos. Sin embargo, la doctrina entendió que el
codificador usó la palabra cosas como sinónimo de bienes que comprendía las
cosas propiamente dichas y los derechos. Este concepto amplio de cosas
parecería surgir de la discutida nota al art. 2311 del C.C.anterior

La ley 17.711 equiparó la energía eléctrica al concepto de cosa al establecer


que las disposiciones referentes a ésta última eran aplicables a la energía y a
las fuerzas naturales susceptibles de apropiación.

La actual formulación del art. 279 del C.C.C.N. supera los problemas de
interpretación del art. 953 del C.C. velezano.

Requisitos respecto de los hechos:

No deben ser imposibles. Se ha discutido acerca de si esta imposibilidad ha


de ser material o jurídica. Llambías ha sostenido que la imposibilidad a que nos
referimos es de tipo jurídico por cuanto la material no tiene razón de ser ya que
constituye un exceso en las atribuciones del legislador y la invalidez en este
último caso estaría dada por la naturaleza misma de las cosas y no por la
decisión del legislador. La postura contraria sostiene que la imposibilidad debe
ser material ya que en caso contrario se estaría dentro del ámbito de la ilicitud.

Quienes se pronuncian por esta última postura entienden que se trata de una
imposibilidad material porque, si fuera de carácter jurídico, la misma estaría
incluída en los hechos prohibidos por la ley que es otro supuesto mentado por
el art. 279 del C.C.C.N. Así, un hecho imposible materialmente sería la venta
de cosas que no pueden existir o que ya no existen. Es típico el ejemplo de la
venta de un caballo que murió antes de la firma del contrato sin saberlo las
partes.

Atilio Alterini sostiene, al referirse a los requisitos de la prestación o contenido


de la obligación que la misma debe ser física y jurídicamente posible. Afirma
que hay imposibilidad física cuando no es factible de realizar materialmente, en
tanto que se trata de imposibilidad jurídica cuando el obstáculo proviene del
Derecho (imposibilidad de hipotecar un automóvil ya que el mismo es sólo
susceptible de prenda). Señala que, a diferencia de la imposibilidad jurídica, en
la ilicitud no juega un obstáculo legal sino un hecho contrario a la ley. En la
imposibilidad jurídica el hecho está impedido, en la ilicitud está sancionado. 8

La imposibilidad debe ser absoluta (no posible de realizar por persona alguna)
ya que si se tratara de imposibilidad que se refiere al deudor en particular por
alguna causa a él imputable, como su falta de aptitud, deberá, obviamente,
responder por los perjuicios irrogados.

La imposibilidad deberá ser, también, originaria (desde el momento mismo de


celebrarse el acto) y no sobreviniente (el objeto existió originariamente pero
mutó a imposible con posterioridad) ya que se tratará de un supuesto de
incumplimiento o de imposibilidad de pago según el caso. En cambio, si el
objeto es imposible desde el inicio se tratará de un supuesto de falta de objeto
que determinará la invalidez del acto.

El art. 280 del C.C.C.N. dispone que el acto jurídico sujeto a plazo o condición
suspensiva es válido, aunque el objeto haya sido inicialmente imposible, si
deviene posible antes del vencimiento del plazo o el cumplimiento de la
condición, tendiendo de esta forma a resguardar la validez del acto.

No deben ser prohibidos por las leyes. Los hechos contrarios al


ordenamiento jurídico no pueden ser objeto del acto jurídico. No podría
celebrarse, pues, un contrato de trabajo con un menor por debajo de la edad
mínima permitida por la ley. Por eso expresábamos más arriba que el objeto del
acto jurídico deber ser lícito .

No deben ser contrarios a la moral, a las buenas costumbres. El objeto del


acto jurídico no puede ser contrario a la moral o buenas costumbres. Esta
mención de las buenas costumbres de gran trascendencia hace al contenido
moral del acto jurídico, a la valoración ética de los hechos que conforman su
objeto

8 ALTERINI, Atilio Aníbal, en ALTERINI, Atilio Aníbal, AMEAL, Oscar José, LÓPEZ CABANA,
Roberto M. Curso de Obligaciones.. Tomo I. Ed. Abeledo Perrot,4° edición, primera
reimpresión. Bs.As., 1990, pág.53 /54.
.El ordenamiento jurídico no ampara los hechos contrarios a la moral y las
buenas costumbres. Respecto del significado de la expresión se han sostenido
dos posturas: una primera mayoritaria que afirma que la moral y buenas
costumbres es un concepto de tipo sociológico que alude a la moral media de
una sociedad en un momento determinado, concepto relativo que depende de
la aceptación general de los individuos. Según otra opinión, el concepto de
moral y buenas costumbres se basa en una moral religiosa de base católica y
no laica .Es la sostenida por Llambías quien afirma que ello surge de la nota de
Vélez Sársfield al art. 530 de su código civil en la que se afirma que en el
lenguaje del derecho se entiende por buenas costumbres el cumplimiento de
los deberes impuestos al hombre por las leyes divinas y humanas.

Este requisito ha sido denominado la regla de oro en materia de acto jurídico y


el art. 953 del C.C. de Vélez Sársfield ha permitido oxigenar de moralidad el
código civil . Es a dicha norma a la que recurrieron los jueces para anticiparse a
la incorporación de instituciones basadas en esas ideas que recién ocurrió con
el dictado de la ley 17.711, como la lesión subjetiva, la teoría de la imprevisión,
el ejercicio abusivo del derecho, la facultad de los jueces de morigerar los
intereses excesivos, etc. Ello dio origen a una abundante jurisprudencia que
permitió hacer aplicación de la equidad en las relaciones jurídicas.

Así, pues, se ha decidido que enfrenta abiertamente a la moral que pueda ser
objeto o causa fin de una obligación contractual el pago de la influencia política
partidaria o por amistad ante funcionarios administrativos o bancarios del
Estado .El convenio que establece el pago por ese servicio es nulo de nulidad
absoluta.9 Se ha sostenido también que es nula la convención que encubre
una contratación ilícita, o por lo menos inmoral, si de las probanzas surge la
firme presunción que con fuerza de certeza moral se impone, la existencia de
una simple venta de influencia. 10 Asimismo la jurisprudencia ha sancionado la
nulidad de la comisión convenida por la intermediación en contratos vinculados

9 C1a.Civ,Com.,Minas,Paz y Trib.Mendoza,12/11/1979,Ferreyra,Bartolo c/ Coop Vivienda,


Consumo y Préstamo Ltda. Personal de Agua y Energía Eléctrica. en Tobías, José Colección
de Análisis Jurisprudencial. Derecho civil, Parte General. Ed. La Ley,Bs.As.,2007,2° ed. pág.
463

10CNCIV, Sala L, 30/11/1993, Ortega, Roberto c/ Pavitec SRL en Tobías, José Colección de
análisis Jurisprudencial. Derecho civil, Parte General. Ed. La Ley,Bs.As.,2007,2° ed. pág.472
al ejercicio de la prostitución y ha recurrido a las nociones de moral y buenas
costumbres para reducir los intereses convenidos, las cláusulas penales y
sancionar el abuso del derecho. El C. C. no estableció tope para la aplicación
de intereses pero la jurisprudencia ha ido limitando los que resultaban
excesivos cuyo criterio ha ido variando según las distintas épocas. Otro tanto
sucede con la cláusula penal que es justamente eso, una cláusula del contrato
en que las partes estiman anticipadamente los perjuicios por incumplimiento del
acuerdo.

No deben ser contrarios al orden público

Difícil es dar una noción precisa del concepto de orden público. Podemos decir
que se trata de disposiciones o de instituciones de singular interés e
importancia para la subsistencia de la sociedad..Así, pues, cuando decimos
que la familia es una institución de orden público queremos poner de resalto la
relevancia de la misma en la conformación de nuestra sociedad. En
consecuencia, los hechos que forman el objeto del acto jurídico no deben ser
contrarios a dichos principios , disposiciones o instituciones.

No deben ser lesivos de los derechos ajenos o de la dignidad humana

El art. 953 del C.C. de Vélez disponía que el objeto de los actos jurídicos no
podía perjudicar los derechos de un tercero. Solía citarse como ejemplo de
esta situación el acto realizado en fraude a los acreedores que el anterior
código regulaba en los arts. 961 y sig. haciéndolo el nuevo cuerpo legal en los
arts. 338 a 342.

Conforme el art. 279 del CCCN tampoco podrán ser objeto del acto jurídico los
hechos lesivos de la dignidad humana, precepto éste de gran importancia. El
concepto de dignidad alude a un valor esencial, al decir de Ekmedjian
fundamento de los demás valores y de los derechos individuales. Es el derecho
de todo hombre a ser respetado como tal con todos los atributos de su
humanidad que sería como el derecho que tiene todo hombre a ser
considerado un fin en sí mismo y no un medio o instrumento de los demás

hombres.11

Esta última versión de la dignidad es la que, por razones histórico-culturales, se


ha afirmado en el pensamiento jurídico, sobre todo por mérito de Kant, al ser
este filósofo quien construyó “el pasaje de la dignidad como categoría ética a la
dignidad como categoría (también) jurídica”. Ante todo, es básica la tesis
fundamental de Kant, según la cual toda persona es un fin en sí misma y, de
acuerdo con su célebre fórmula, existe el imperativo de tratar a la propia
persona y a la de los demás siempre como un fin y nunca como un medio. 12

No es el único artículo del nuevo ordenamiento en hacer referencia a la


dignidad puesto que el art. 51 estatuye que la persona humana es inviolable y
tiene derecho al reconocimiento y respeto de su dignidad . El art. 1004 sobre el
objeto del contrato requiere que el mismo no sea contrario a la dignidad y el art.
1097 establece que la dignidad de la persona debe ser respetada conforme a
los criterios generales que surgen de los tratados de derechos humanos.

El Código Civil de Vélez Sársfield no contenía mención a la dignidad humana


habiendo sido el art. 8 bis de la ley de defensa del consumidor con la
modificación operada por la ley 26.361 la norma que hizo lugar a este precepto
al obligar al oferente a dispensar un trato digno al consumidor.

Esta mención de la dignidad humana como requisito del objeto del acto jurídico
permitirá la protección del contratante frente a situaciones vergonzantes,
vejatorias o discriminatorias.

Requisitos respecto de los bienes

Tampoco puede ser objeto del acto jurídico un bien que, por un motivo
especial, se haya prohibido que lo sea.

El término bienes comprende, como dijéramos más arriba, tanto los objetos
materiales-cosas- como los inmateriales.

11EKMEDJIAN, Miguel Ángel. Tratado de derecho constitucional .Ed.Depalma,Bs.As.,1993, 1°


edición,pág. 482

12 GEMMA, Gladio. Dignidad: un concepto jurídico inoportuno. Fecha de captura: 10/05/2015


http://ruc.udc.es/…/bits…/2183/12521/1/AD_17_2013_art_19.pdf
Este precepto remite a las disposiciones que establecen que algunas cosas no
pueden ser objeto de determinados actos jurídicos, como por ejemplo, las
cosas muebles no pueden ser hipotecadas o las inmuebles no pueden ser
objeto de prenda. No se trata, pues, de una prohibición general de la ley sino
respecto de determinados actos jurídicos.

El nuevo ordenamiento civil y comercial deja de lado algunos requerimientos


respecto del objeto del acto jurídico que resultaban obvios o que pueden
considerarse incluídos en su redacción actual, como la exigencia del
ordenamiento civil anterior de que los hechos no sean contrarios a la libertad
de las acciones y de la conciencia o de que las cosas deben estar dentro del
comercio para constituirse en objeto del acto jurídico.

III.- Consecuencia de su inobservancia

El art. 953 del C.C de Vélez Sársfield estableció categóricamente en su parte


final que los actos que no eran conformes a los requisitos que el mismo
establecía eran nulos como si no tuvieran objeto.

El nuevo cuerpo legal no se refiere a las consecuencias derivadas de los actos


de objeto prohibido pero no cabe duda alguna de que tal contravención acarrea
la nulidad del mismo conforme las previsiones del art. 386 del nuevo cuerpo
legal.

Dicha nulidad será absoluta cuando el objeto del acto contravenga el orden
público, la moral o las buenas costumbres y de nulidad relativa los actos a los
cuales la ley impone esta sanción sólo en protección del interés de ciertas
personas.

LA CAUSA.

I.- Concepto
La palabra causa tiene significados diferentes en derecho. Por un lado
hablamos de causa fuente y por otro hacemos referencia a la causa fin. En la
primera de las acepciones aludimos al antecedente del cual nace un derecho,
del cual nace un vínculo jurídico obligacional (art. 726 del CCCN) y es
ampliamente utilizada, pues, en el campo de las obligaciones.

Así, decimos que el contrato de compraventa es la causa (fuente) de donde


deriva la obligación del comprador de pagar el precio o del vendedor de
entregar la cosa vendida al comprador o que la obligación de indemnizar de
quien ha generado daños a otra persona tiene su causa (fuente)en su acto
ilícito.

En cambio, en la segunda acepción -causa fin- la causa es la finalidad que la


persona quiere obtener cuando celebra un acto jurídico, o sea, el motivo, el
objetivo, la razón por la cual lo hace, en definitiva es el fin inmediato que
caracteriza al acto jurídico.

Así, podemos decir que la causa fin en el mencionado contrato de


compraventa es convertirse en el propietario de la cosa vendida para el
comprador y la obtención del precio para el vendedor.

Hay una tercera acepción de causa, la llamada causa impulsiva, que alude a
la razón determinante, al fin práctico, a los motivos concretos que han decidido
a las partes a celebrar el acto jurídico. Para el comprador a que antes nos
referíamos puede haber sido causa determinante de la celebración del contrato
de compraventa por el que adquirió un departamento establecer allí su
vivienda porque está próxima a su lugar de trabajo, o instalar allí su estudio
jurídico en la zona de Tribunales.

Cabe destacar que el CCCN introduce en el concepto de causa del acto no


sólo el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido
determinante de la voluntad, sino también los motivos particulares de las partes
cuando reúnen los requisitos que, más adelante, explicitaremos.

En este desarrollo continuaremos refiriéndonos a la causa final y no a la causa


fuente que, como dijéramos, se ubica en el área de las obligaciones. La causa
fin adquiere relevancia en el ámbito de la teoría de los contratos pero aquí la
analizaremos en tanto elemento del acto jurídico.

II.- El problema en la doctrina y en la jurisprudencia

La teoría de la causa fue objeto de arduas discusiones, específicamente en


cuanto a la posibilidad de considerarla como elemento esencial del acto
jurídico. Nacida en materia de contratos fue desarrollada por Domat quien se
enfoca en la causa de las obligaciones de naturaleza contractual y se refiere
tanto a la causa de las obligaciones como a la causa de los contratos. Así, en
los contratos sinalágmáticos (los que generan obligaciones para ambas
partes), la causa de la obligación de una de las partes radicaba en la obligación
que la otra había tomado a su cargo, en los contratos reales(que se
perfeccionan con la entrega de la cosa) esa entrega de la cosa era la causa de
la obligación de restituir y en los contratos gratuitos -donación- la causa
radicaba en el "animus donandi", en el ánimo de beneficiar a la otra parte.

Mayores precisiones al respecto fueron efectuadas posteriormente por Pothier


quien distingue la causa fuente de la causa fin. Sobre la base de las
enseñanzas de Domat y de Pothier la doctrina fue elaborando una teoría de la
causa, basada siempre en causas genéricas de la voluntad de las partes ,
dejando de lado objetivos individuales concretos de los contratantes.

En 1826 un artículo publicado por el jurista belga Ernst da origen a la doctrina


anticausalista seguida por Laurent, Baudry Lacantinerie, Huc y Planiol. Este
último autor afirma que la noción de causa es inútil porque se identifica con el
objeto del contrato y tilda a la doctrina de falsa e inútil. Otros autores afirman
que la causa se confunde con el consentimiento, como en los contratos
gratuitos. En la doctrina nacional, Salvat, Spota y Llambías, por ejemplo, se
enrolan en esta posición.

Ante las críticas de los anticausalistas, los partidarios de la doctrina de la causa


se vieron compelidos a ajustar los conceptos. Importante en este sentido fue la
obra de Capitant completada por autores posteriores como Josserand , que
dan origen al neocausalismo. Así, Capitant afirmaba que la causa no se
confunde con el objeto ni tampoco con el consentimiento, ya que este último
tiene importancia en la etapa de formación del contrato y la causa se mantiene
en la etapa funcional también. Este autor es exponente de la corriente objetiva
de la causa que considera que la misma es el fin práctico del negocio, la razón
práctica fija e invariable en todos los actos de la misma especie ( en todos los
contratos de compraventa la causa para el vendedor es la obtención del precio
y la del comprador llegar a ser propietario de la cosa). La teoría neocausalista
se completa con las enseñanzas de Josserand, exponente de la corriente
subjetiva de la causa, que toma en consideración el elemento psicológico que
lleva a la persona a decidir la realización del acto. Entiende este autor que la
causa es un fin particular, concreto, variable, son los móviles.

Borda, Videla Escalada, Machado, Colmo, Lafaille son exponentes en nuestro


Derecho de la posición causalista.

Para la corriente subjetiva la causa es la razón de ser del acto, los móviles
relevantes jurídicamente que las partes tuvieron para su celebración. Insistimos
en que no se trata de los motivos particulares que decidieron a una parte a
celebrar el acto que no fueron expresados ni que surgen implícitamente. Esos
móviles particulares, contingentes, múltiples, no tienen importancia en Derecho.
Lo que sí tienen relevancia jurídica como causa subjetiva es la finalidad común
a todas las partes que las indujo a celebrar el acto.

Como enseña el maestro Brebbia, nada impide que esos móviles sean
causalizados, elevados a la categoría de causa si las partes le dieron ese
alcance o si era la razón por la que una de ellas celebraba un acto y la otra
sabía fehacientemente que, de no ser por ese motivo, el negocio no se habría
realizado y no manifestó discrepancia. Para que los motivos sean causa tienen
que ser exteriorizados y ser esenciales para ambas partes.

Para la corriente ecléctica o mixta, es necesario lograr una síntesis de las


corrientes objetiva y subjetiva antes enunciadas, respondiendo así al para qué
y al por qué del acto jurídico. Para esta posición, tanto es causa el fin
abstracto del acto jurídico como el propósito que decidió a las partes a
celebrarlo, cuando ese propósito fue la razón determinante de la declaración de
voluntad. Es la posición dualista u objetivo-subjetiva expuesta por Videla
Escalada que se refirió a la causa como " la finalidad o razón de ser del
negocio jurídico, entendida en el doble sentido de la causa categórica de la
figura en cuestión y de los motivos psicológicos relevantes, admisibles para el
Derecho, que en la hipótesis concreta hayan impulsado a las partes a concluir
el acto" 13

La jurisprudencia en diversos fallos ha calificado de inmorales o ilícitos a


algunos contratos declarando su invalidez en un todo conforme con el entonces
vigente art. 953 del C.C. de Vélez y que, en realidad, encajan más en
supuestos de causa ilícita: reducción de honorarios excesivos por violar las
buenas costumbres y carecer de causa lícita, venta de influencia y humo en
que también se mencionó una causa ilícita,14 en algún caso relacionado con la
reducción de cláusula penal se ha sostenido la ilicitud del objeto que lo
constituye en una causa ilícita de deber15 . Se consideró, asimismo, de causa
ilícita el contrato por el cual los honorarios de un contador se calculaban en un
porcentaje del monto de los impuestos que el profesional lograba hacerle
ahorrar a la empresa.16

Importante es destacar que relacionado con la causa final se encuentra la


resolución del acto por frustración de la causa en un momento posterior a su

13VIDELA ESCALADA, Federico. La causa final en el derecho Civil Ed. Abeledo Perrot, Bs.As.
1998pág. 99

14 C.1°Civ.Com.,Minas.Paz y Trib. Mendoza 11/12/1979.Ferreyra,Bartolo F. c/ Coop. Vivienda,


Consumo y Préstamo Ltda. Personal de Agua y Energía Eléctrica .J.A. 1980-II-161en que se
afirmó que "Si el convenio del que emerge la obligación cuyo cumplimiento se pretende ,es
irreconciliable con la prohibición del art. 953 del Cód. Civil es nulo " como si no tuviera
objeto"... Para tener legítimo derecho a demandar el pago de servicios es menester que éstos
sean de la profesión o modo de vivir del que los reclama y no han de ser imposibles, ilícitos o
inmorales. si la causa es ilícita por contraria a la moral y las buenas costumbres son aplicables
los arts. 21, 502 y 953 del Cód. Civil."

15 CNCIV, Sala D,1/4/66,L.L. 24/6/66

16C.1°Civ.Com. Mercedes 30/6/63.JA 1964-II-78, citado por RIVERA, Julio César. Instituciones
de Derecho Civil. Parte General, II.- Ed .Abeledo Perrot, reimpresión. Bs.As. 1995.
formación.17 Como ejemplo podemos señalar un caso en que el locatario de un
local ubicado en un shopping reclamó el resarcimiento de daños y perjuicios a
la parte locadora basado en la frustración del fin del contrato, ante el cierre de
numerosos locales de dicho shopping lo que implicaba que no pudiera cumplir
la finalidad del contrato de locación 18

III.- La solución en el Código Civil y Comercial de la Nación

Finalmente, digamos que el concepto de causa fin objetivo- subjetiva es el que


recoge el nuevo Código Civil y Comercial en el art. 281 al entender que causa
es tanto el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido
determinante de la voluntad como así también los motivos exteriorizados
cuando-objetivamente-sean lícitos y hayan sido incorporados al acto en forma
expresa o tácitamente si son esenciales para ambas partes. Ello se encuentra
íntimamente relacionado, tal como antes lo hemos señalado, con la frustración
del contrato previsto en el art. 1090 del CCCN. El nuevo ordenamiento admite,
pues, la doctrina neocausalista sostenida por eminentes civilistas como Videla
Escalda, Borda, Brebbia, Cifuentes, López Olaciregui.

IV.-Presunción de causa

17 Famosos son los llamados "casos de la coronación" que se mencionan como antecedentes
de la teoría de la frustración del fin del contrato originados en la jurisprudencia inglesa.En
ocasión de la coronación del rey Eduardo VII se había organizado un desfile terrestre y
acuático que fue suspendido debido a la enfermedad del futuro rey.-En diversos casos los
propietarios alquilaron los balcones o ventanas sobre el río Támesis para el día y hora
señalados. Los inquilinos habían pagado una parte al contado y el resto debía ser oblado días
después, antes del desfile. En Krell vs. Henry se argumentó que aparecía ostensible la finalidad
tenida en cuenta por las partes que era ver el desfile y no otra diferente. El tribunal decidió que
habiendo resultado frustrado el contrato ambas partes quedaban liberadas de sus futuras
prestaciones, el arrendador nada debió reintegrar y el arrendatario no se vio obligado a pagar
el saldo de precio. Casos mencionados por GASTALDI, José María en: La frustración del fin
del contrato y el nuevo Código. elDial.com 19/01/2015. Fecha de captura 18/05/2015

18 CNCIV, Sala M,13/10/1997.Alerse SRL c/Carrefour Argentina S.A.L.L.1998-E-566 en que se


sostuvo que "definido en un contrato de locación de un local comercial en un shopping center
el objeto de éste-congregar en un mismo local un número adecuado de actividades
empresariales distribuyendo los diferentes ramos de comercio según una planificación para
darle al consumidor el mayor confort y el máximo estímulo para la formación de bienes, puede
concluirse que el motivo del contrato es la funcionalidad, organización y atracción ejercida
sobre el público. De tal modo ante el cierre de diversos locales comerciales y de servicios
resulta incuestionable que, si bien la prestación del contrato de locación es perfectamente
posible, ya no lo es el cumplimiento de la finalidad del contrato que para el locador es inútil y
carente de interés"
Todos los actos se presumen celebrados con causa ya que todo acto se lleva a
cabo por una razón determinada. Ello es así mientras no se pruebe lo contrario,
es decir, que la causa no existe, que la misma es errónea o simulada cuando
se expresa una causa que no es verdadera pero encubre una real ,en cuyo
caso el acto igualmente será válido si la causa oculta verdaderamente existe y
es lícita. Son éstos los supuestos constitutivos de falsa causa.

Puede suceder también que la causa sea ilícita porque contradice el


ordenamiento jurídico o el orden público, en cuyo caso generará la nulidad del
acto respectivo. Ello , que estaba regulado en el art. 500 y sig.del C.C. de
Vélez se encuentra estatuído en el art. 282 del nuevo CCCN.

Distinto es el caso arriba mencionado de frustración del fin del contrato, en


virtud de que la causa final existente en el momento de formación del contrato,
se frustra produciéndose la resolución del mismo.

V.- Actos abstractos

Se denominan así los actos jurídicos en que, existiendo causa, ésta no es


expresada formalmente. Ello no significa que carezcan de causa por lo que tal
circunstancia no incide en la validez de los mismos. Lo contrario son los actos
causales en que la causa es visible, ostensible, evidente.

Los actos abstractos son excepcionales y siempre de creación legal, como por
ejemplo, pagarés, cheques, letras de cambio en los que la falta de expresión
de causa favorece su circulación y la seguridad en el tráfico jurídico, sobre todo
en relación a los terceros ajenos al acto a quienes no se les puede oponer la
falta de causa para evitar sus efectos .Así, pues, un cheque no podrá dejar de
abonarse argumentando en el juicio ejecutivo esa circunstancia de falta de
causa, es decir, que no existe la deuda pero en un juicio posterior de
conocimiento entre las partes podrá discutirse la causa porque los terceros no
serán afectados por ello.

Este tipo de actos fueron contemplados en leyes de procedimiento pero no en


la legislación de fondo. El nuevo CCCN los contempla especialmente al
establecer en el art. 283 que la inexistencia, falsedad o ilicitud de la causa no
son discutibles en el acto abstracto mientras no se haya cumplido, excepto que
la ley lo autorice.

LA FORMA

I.- Concepto

Comenzaremos a abordar este elemento del acto jurídico refiriéndonos al


concepto de forma en sus dos acepciones. En sentido amplio hablamos de
forma aludiendo al elemento externo de la voluntad. Todas las manifestaciones
tienen forma ya que de alguna manera se llevan a cabo. Desde ese punto de
vista forma es conducta, es acción que se patentiza en el mundo exterior, es la
manera en que la voluntad del sujeto trasciende al exterior: hablar, escribir,
firmar, realizar gestos inequívocos, etc. Es la forma regulada en los arts. 913 y
siguientes del C.C. Vélez Sársfield y en los arts. 262 y siguientes del C.C.C.N.
Es lo que algunos autores denominan forma esencial(Llambías, Rivera)

En sentido estricto hay forma cuando la ley (o la voluntad de las partes) impone
una modalidad particular, que puede ser más o menos rigurosa, para que el
acto jurídico produzca los efectos buscados. Es la llamada forma impuesta o
forma legal que consiste en solemnidades o formalidades que se constituyen
en garantías que la ley busca establecer para proteger a los ciudadanos en los
actos que estima trascendentes. Ejemplo de ello, es la exigencia de que los
cónyuges manifiesten su voluntad de contraer matrimonio ante el oficial público
del registro civil .

El C.C. de Vélez la mencionaba en el art. 973 y la relacionaba con exigencias


tales como la escritura, la presencia de testigos o el otorgamiento del acto por
ante un oficial público. Es a esta segunda acepción a la que se referían los
arts. 915 y 916 de dicho cuerpo legal.

El principio general adoptado en el C.C. de Vélez Sársfield fue el de la libertad


de formas cuyo art. 974 estatuía que, cuando no hubiere una forma impuesta
por la ley, los individuos podían usar las formas que juzgaran convenientes.
Dicho principio general se reitera en el nuevo CCCN en el art. 284 el que
agrega que las partes pueden convenir una forma más exigente que la
requerida por la ley(por ejemplo, pueden convenir celebrar un contrato de
locación por escritura pública aunque ello no es exigido por la ley). Forma y
prueba son conceptos vinculados, como veremos en el punto siguiente. Es
bueno destacar que las partes pueden convenir mayores exigencias que las
que surgen de la ley en cuanto a la forma pero no ocurre lo mismo con relación
a la prueba ya que allí está comprometido el orden público.

II.- Su vinculación con la prueba

Forma y prueba son conceptos diferentes pero que están evidentemente


interconectados. La forma, como dijéramos, es el elemento del acto que
exterioriza la voluntad de las partes. En cambio la prueba alude a un conjunto
de recursos a través de los cuales puede acreditarse el hecho de haberse
efectuado el acto jurídico y su contenido.

Un acto jurídico podría celebrarse verbalmente si no se exige otra forma, en


cuyo caso será válido, pero tendremos problemas en cuanto a la prueba si se
tratara de un acto en que deba probarse por escrito. Podría suceder también
que podamos probar mediante algún tipo de instrumento la existencia de un
acto pero que el mismo no sea válido por no cumplir con la forma impuesta por
la ley.

Si bien son conceptos diferentes, pueden llegar a confundirse en el caso en


que la norma legal exija, por ejemplo, la instrumentación por escrito para la
validez del acto ya que podemos preguntarnos si la ley establece esa exigencia
como forma o si la exige para demostrar la existencia de dicho acto. En ese
supuesto, la forma hace a la validez del acto instrumentado y también sirve de
prueba .

Tanto en el C.C. de Vélez como en el CCCN existen normas que regulan la


forma y la prueba. Así, como lo hacía el C.C. derogado, mencionamos los arts.
que en el nuevo cuerpo legal estatuyen sobre el valor probatorio de los
instrumentos públicos ( 296 del CCCN) y de los instrumentos privados (arts.
314 , 317 del CCCN)

III.- Clasificación de los actos según su forma

Según su forma los actos jurídicos se clasifican en formales y no formales.


Aclaramos que esta clasificación toma en cuenta la forma en el sentido de
formalidad impuesta por la ley y no como modo de expresión de la voluntad o
forma esencial ya que en esa acepción no puede haber acto que carezca de
ella pues de algún modo la voluntad del sujeto trasciende al exterior.

Así, pues y en el sentido señalado, los actos formales son los que tienen una
forma impuesta por la ley para su validez o para su prueba. Son la excepción
al principio general de la libertad de formas. Actos no formales, entonces, son
aquellos de forma libre en que las partes pueden elegir la que crean
conveniente (mandato, depósito, transporte,etc.).

A su vez, dentro de los actos formales podemos distinguir:

a) aquellos en que la formalidad está exigida a los fines probatorios (art. 1020
del CCCN) los que no pueden ser probados exclusivamente por testigos(1019
CCCN), salvo los supuestos previstos en el art. 1020 mencionado. Son los
actos formales ad probationem

b) aquellos en que la formalidad es exigida por la ley para producir los efectos
a que están destinados pero cuya inobservancia no es sancionada con la
nulidad del acto. Son la mayoría de los actos que deben otorgarse en escritura
pública o por escrito. Hay una formalidad exigida y se establece que el acto
que no cumpla con la misma no queda concluído como tal pero queda
concluído como acto en que las partes se han obligado a cumplir con la
formalidad exigida (art. 1185 CC Vélez y 285CCCN). Son los denominados
actos formales no solemnes o actos de formalidad relativa porque, si bien no
producen los efectos propios de los mismos, producen otro diferente cual es
habilitar a las partes a exigir judicialmente el cumplimiento de la forma
incumplida. Es el caso, por ejemplo, del contrato de compraventa documentado
en instrumento privado (boleto de compraventa) que no produce el efecto de
transmitir el dominio al comprador pero lo habilita a demandar el otorgamiento
de la escritura respectiva o el caso del instrumento público que por
incumplimiento de las formalidades vale como instrumento privado si reúne sus
exigencias La jurisprudencia había derivado esta consecuencia de la
interpretación del mentado art. 1185 del C.C. de Vélez entendiendo la doctrina
que constituía lo que denominaba "conversión del acto jurídico" . En el
nuevo CCCN este fenómeno está contemplado en el art. 1018. En este nuevo
cuerpo legal no se reiteran otros artículos del código de Vélez que limitaban la
posibilidad de conversión..

c) por último, mencionaremos aquellos actos que el legislador considera de


absoluta trascendencia para las partes o terceros en que la formalidad es
exigida bajo pena de nulidad. Si la forma es incumplida el acto es inválido y no
se da la conversión del acto jurídico, esto es, no se puede exigir que se cumpla
con la forma omitida. El acto no puede producir sus efectos propios. Es el caso
del matrimonio no celebrado ante el oficial público del registro civil o de la
donación de inmuebles que no fue instrumentada en escritura pública. Son los
actos denominados formales solemnes o de formalidad absoluta.

Esta clasificación ya había sido aceptada por nuestra jurisprudencia .19

IV.- La forma como requisito de validez del acto. Consecuencia de su


omisión

La forma legal o forma impuesta como la hemos conceptuado es requisito de


validez del acto jurídico pero la consecuencia de su omisión depende del tipo
de acto que se hubiere otorgado. Si la ley exige una forma determinada como
requisito de validez con carácter absoluto, su incumplimiento provoca la nulidad
del acto.

Tratándose de un acto de formalidad relativa, tal como lo explicáramos más


arriba, el incumplimiento de la forma no genera la nulidad del acto aunque el

19 CNCIV, en pleno, 24/2/86 "Rivera de Vignati, María F.M. s/ suc."LL 1986-B-155


mismo no produce sus efectos propios y las partes quedan habilitadas para
exigir su cumplimiento.,

Si , en cambio, lo que se incumple es la forma exigida a los fines de prueba ello


no produce la nulidad del acto pero se corre el riesgo de no poder demostrar su
existencia y contenido.

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