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Apuestas desiguales y apuesta pareja

Los habitantes de Bali jamás hacen nada de un modo simple sí se las ingenian para ejecutarla de un
modo más compleja, y en ellas apuestas de pela de gallos no hay excepciones.

Como primer lugar, podemos hallar dos clases de apuestas o toh. Solo podemos encontrar una
apuesta entre los individuos principales (ton ketengah) y una decenas de apuestas dispuesta
alrededor de la arena que son de corte popular (ton kesasí).

Las apuestas que se mencionaron al principio son comúnmente elevada; por otra parte la del
segundo tipo son bajas. La primera es colectiva y comprende coaliciones de apostadores reunidos
alrededor del dueño del gallo; la segunda forma es individual, de hombre a hombre. La primera
supone un arreglo deliberado, hecho silenciosa, casi furtivamente por los miembros de la coalición
y el arbitro reunidos en el centro del reñidero como conspiradores; la segunda forma se desarrolla
a gritos, con ofertas públicas y aceptaciones públicas lanzadas por excitadas gargantas. Y lo más
curioso y, según veremos, lo más revelador es que la primera, parada es siempre, sin excepciones,
una apuesta pareja (de uno a uno), en tanto que las paradas periféricas, igualmente sin excepciones,
nunca son de esa clase. Lo que es una moneda sana en el centro resulta una moneda viciada en la
periferia.

La parada central es la puesta oficial regida por una serie de disposiciones y se hace entre los dos
dueños de los gallos en tanto que el arbitro actúa como supervisor y testigo público. Esa apuesta
que, como digo, es siempre relativamente elevada, y a veces muy elevada, no es concertada
solamente por el propietario en cuyo nombre se hace, sino que la formaliza él mismo con cuatro o
cinco, a veces siete u ocho aliados: parientes, compañeros de aldea, vecinos, amigos íntimos. Si el
dueño del animal no es una persona especialmente acomodada ni siquiera es el principal
contribuyente, aunque su contribución debe ser significativa, aunque sólo sea para mostrar que no
está envuelto en alguna trapacería.

La lucha tiene reglas muy elaboradas y detalladas que han sido transmitidas de generación en
generación y forman parte de la tradición legal y cultural de las aldeas, el árbitro de las peleas es
quien tiene que aplicarlas y su autoridad es absoluta, deben ser ciudadanos “dignos de confianza y
de discernimiento reconocido”.

Las riñas de gallo tienen un doble carácter, su parte natural muestra la rabia desenfrenada y tomado
por su lado cultural, es “forma perfeccionada”, el proceso comienza y termina en cada riña y las
personas que intervienen se relacionan a través de un flujo común de actividades sociales. Lo que
Erving Goffman llamó “reunión focalizada, “toman su forma de la situación que las suscita, del suelo
en que están situadas…es una forma, y una forma articulada.” Son una expresión de rivalidad y
estatus, formaban parte de la moral social.

En las riñas por dinero, hay diferentes modos de apuesta, pero en todas ellas, el pago se efectúa
inmediatamente después de terminar y antes de comenzar la siguiente, en parte por las
consecuencias que podría traer no hacerlo, pero sobre todo porque las apuestas conectan las riñas
con la cultura de Bali. Los sistemas de apuestas centrales y periféricas forman parte de un sistema
más amplio y su conocimiento conduce a una idea fuera de lo económico de lo que supone “la
profundidad” del juego.

El concepto de “juego profundo” de Bentham, designa un juego en el que lo que se arriesga es tanto
que, desde el punto de vista utilitario, es irracional que los hombres se lancen a semejante juego,
se plantea una situación temeraria, una reunión en la que se busca un momento agradable y se
encuentra sufrimiento más que placer, por lo que su conclusión es que se trata de algo inmoral que
debería estar prohibido legalmente.

Para los balineses no es cuestión de dinero o de algo útil, el juego en la riña de gallos es un símbolo
moral, se juega algo más que las ganancias, lo más importante son las consideraciones públicas, el
honor, el respeto, el estatus, no de una manera real puesto que no se altera realmente, sino de
forma simbólica, lo que tiene un gran significado para los balineses, en la riña exponen públicamente
su “yo” metafórico a través de su propio gallo.

Por otro lado, la riña sirve para separar a los jugadores desenfrenados, que son despreciados por
los “verdaderos galleros”, lo que a través de ella, se forma una jerarquía socio-moral, en las grandes
riñas es donde se pueden encontrar los hombres que

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