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Servicio de Canto
"Dijo el Eterno a Moisés: ‘Di a Aarón y a sus hijos: Así bendeciréis a los israelitas: 'El Eterno te
bendiga y te guarde. El Eterno haga resplandecer su rostro sobre ti, y te conceda su bondad. El
Eterno te mire con amor, y te dé paz’. Y pondrán mi nombre sobre los israelitas, y yo los
bendeciré". Es muy fácil criticarnos unos a otros, pero en vez de apresurarnos a criticar y juzgar,
Dios desea que podamos bendecirnos unos a otros en la forma como instruyó a Aarón y sus hijos
que lo hicieran. Sin embargo, desea todavía más que luchemos unos por otros y oremos los unos
por los otros hasta no ver la victoria sobre nuestras batallas espirituales
Dios nos está llamando a TODOS nosotros, tanto a hombres como a MUJERES a ser reparadores de
brechas. Debemos ponernos en esas brechas, intercediendo por aquellos que nos rodean, para
que vengan al conocimiento de la verdad mientras dura el tiempo. Sí, debemos ser intercesores,
orando porque el enemigo no continúe derribando nuestros muros y destruyendo nuestras
ciudades espirituales. Sin embargo, el problema es que no podemos ser “reparadores de brechas”
en favor de otros cuando tenemos tantas brechas u hoyos en nuestras propias paredes. ¿Cómo
podemos ponernos firmemente en favor de nuestra comunidad cuando no estamos unidos como
cuerpo de creyentes?
Oración de Rodillas
“Por lo tanto, confesaos vuestras faltas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis
sanados. La oración eficaz del justo, es poderosa”.
Bienvenida e Introducción
Además, os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra, todo lo que pidan,
les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en
mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
“Se nos anima a orar por el éxito, con la seguridad divina de que nuestras oraciones serán
contestadas. La promesa [de Mat. 18:19] se hace con la condición de que se ofrezcan las
oraciones unidas de la iglesia, y en respuesta a esas oraciones, puede esperarse un poder
mayor que el que viene como respuesta a la oración privada. El poder dado será proporcional
a la unidad de los miembros y a su amor por Dios y de los unos por los otros”
Música Especial
Programa Central
UN MINUTO PARA DIOS
(Aparece una joven sentada en medio de la plataforma, con una biblia en su regazo pero muy
pensativa)
Narrador: Habían pasado cinco minutos desde que el pastor comenzara su sermón, cuando
Cristina escuchó estas palabras: “Cuán dulces son los momentos que pasamos cada día en oración
con el Señor”.
Cristina deseó preguntar: “Pero, ¿qué pasa si uno no hace exactamente eso?”.
Probablemente la mayoría de los cristianos se sienten como Cristina. Sabemos que el Señor es la
persona más importante en nuestra vida, por lo tanto, dedicar cada minuto a Dios sería no más de
lo que El merece. Lamentablemente, no hacemos eso. Hay momentos cuando la lectura clásica
requiera nuestra atención. Y Dios lo sabe. Hay ocasiones cuando “ese alguien especial” demanda
nuestro tiempo. Dios también comprende eso.
Dios no espera una atención hacia El durante “todo el día”. Pero tampoco nuestro día debiera
terminar sin haber pasado un momento siquiera con el Señor.
A menudo sentimos temor de orar. Otras cosas ocupan todo nuestro tiempo y nos atrevemos a
dar excusas por no orar.
Cristina: Dios va a estar furioso conmigo por lo que he hecho… ¡Mejor no encontrarme con El!
Narrador: Esta puede ser una de las excusas. Podemos cometer graves errores al pensar así.
Algunos jóvenes derrochan sus vidas a propósito. Otros, se arriesgan locamente por conseguir
algo que saben les hará mucho daño. Lamentarse por situaciones tales como ésta impide que los
cristianos tengan momentos personales y honestos con Dios, en oración. Sin embargo, Dios no
usa estas dificultades en contra nuestra.
Narrador: Quizá no tengas un “enredo” especifico que esté causando tu culpa. Simplemente ha
pasado demasiado tiempo desde la última vez que hablaste con el Señor, más allá de repetir
palabras en forma automática. Quizás te imaginas a Dios diciéndote: “¡Mira quién finalmente se
apareció por aquí! ¡Si esto es lo que soy para tí, olvídate!”.
Pero esa no es la forma en que Dios hace las cosas. Sé honesta con El. Cuando ores dile: “Ha
pasado mucho tiempo desde que tomé tiempo para hablar contigo Señor. Lo siento de verdad.
Quiero estar junto a ti, ayúdame a comenzar de nuevo”.
Narrador: Habla con Dios como si estuvieras hablando con un amigo. Cuéntale exactamente como
tú te sientes. Puedes decirle… “Señor ser cristiana en este tiempo, se está volviendo aburrido
¿Sabes? A veces no sé qué hacer con estos sentimientos… Dime Señor ¿qué puedo hacer?”.
Dios comprende cómo te sientes. El conoce tu experiencia. Pero debes ser honesto con Dios. Si
eres abierto con El, al expresarle tus sentimientos, podrás reconocer mejor cuáles son sus
respuestas.
“Presenta a Dios tus necesidades, tristezas, gozos, cuidados y temores. No puedes agobiarle ni
cansarle. El que tiene contados los cabellos de tu cabeza no es indiferente a las necesidades de
sus hijos”.
Narrador: Es verdad que algunas personas tienen mucho que hacer durante el día. Otros
consideran que cualquier cosa que hagan incluso ver la televisión, es algo que los mantiene
sumamente ocupados. Sin embargo, sólo tú puedes decidir si tienes o no demasiadas cosas que
hacer o solamente te imaginas que estás “muy ocupada”.
Hemos escuchado algunas excusas por qué no orar. Sin embargo sabemos que la oración es
importante e indispensable en la vida Cristiana. Entonces ¿cómo podemos comenzar a tener una
vida de oración? ¿Cuál es el mejor momento para orar?
Cristina: Quizás es hora de dejar atrás las excusas y sacar provecho de la oración… debo disfrutar
La oración por los alimentos; la oración con la familia; la oración en la escuela sabática, en el Culto
de Adoración entre otras cosas… Que no se transformen en rutina.
Narrador: Como ves, siempre puedes estar en estrecha comunión con el Señor dondequiera que
te encuentres: en el bus, en el auto, en tu clase de escuela, universidad… donde sea, tus oraciones
pueden ser sólo segundos: “Señor, ayúdame en este examen”. “Querido Jesús, ¡que linda esta
puesta del sol!”. Desarrolla el hábito de contarle a Jesús todo cuanto se relacione con tu vida en el
mismo momento que lo piensas.