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Septiembre de 2019
El débil crecimiento de China, la guerra comercial entre ese país y Estados Unidos y la
contracción de la economía alemana, entre otros factores, dan señales de que la economía
mundial se dirige a su expansión más débil desde la crisis financiera. China presenta el
crecimiento más débil de su producción industrial desde 2002. La economía de Alemania se
contrajo por el desplome de las exportaciones, y la producción de la zona euro disminuyó en el
mayor nivel en más de tres años debido al enfriamiento de la expansión general. Los mercados
de bonos de Estados Unidos y Reino Unido enviaron las advertencias más claras de una recesión
desde la crisis financiera mundial.
Tabla de Contenidos iii
Capítulo 1
Recesión Económica Mundial
Sin embargo, hay diferentes factores que hacen pensar en una recesión con
desaceleración económica, ya que se espera que la economía mundial continúe
desacelerando a corto plazo y que las tensiones comerciales entre China y Estados
Unidos aumenten más.
Claramente, no se puede esperar que Estados Unidos y China cierren un acuerdo, si llega
a pasar, antes de 2020.
Pero China y Estados Unidos están obligados a entenderse de una manera u otra,
por tanto, tienen que realizar negociaciones. Además, Trump tiene que asegurarse que la
economía se mantiene cara a las elecciones presidenciales del 2020.
Estados Unidos tiene una previsión de crecimiento del 2,1 por ciento en el
segundo trimestre del 2019 y los datos manufactureros en el país son débiles, pero los
datos de los servicios se han mantenido durante este periodo.
Se prevé que la economía de Estados Unidos crecerá en 2019 entre el 2 y el 2,5
por ciento, mientras que en 2018 casi lo hizo a un 3 por ciento. Actualmente existen
varios factores que han provocado este freno de crecimiento. En otros factores, ha sido la
desaparición de los efectos de la reforma fiscal aprobada a finales de 2017 en EEUU y la
desaceleración a nivel mundial y en el gigante asiático.
La producción en china ha aumentado a su menor ritmo en casi 2 décadas en julio.
La economía de China en 2018 creció a su menor en casi 3 décadas con un 6,6 por ciento,
y para 2019 se prevé que el crecimiento será entre el 5,5 y el 6,5 por ciento, ya que se ha
estabilizado algo con los estímulos fiscales y monetarios del gobierno.
Pareciera que las disputas comerciales entre Estados Unidos con China y Europa,
los anuncios de sanciones a Irán, etc., han debilitado la economía mundial. Esto ya lo
había advertido el FMI cuando Christine Lagarde afirmó que las perspectivas de
crecimiento global estarían por debajo del 3,5 % estimado para 2019 y 2020, siendo el
más bajo de los últimos tiempos. Debido a esta problemática se augura una recesión
económica
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En las últimas semanas, Estados Unidos, China, Japón y gran parte de Europa y
Latinoamérica sufren caídas en sus referentes económicos más poderosos, situaciones
que, en cualquier país del mundo, podrían causar problemas, según medios
especializados. En el caso de Colombia, el tema no es ajeno y ya comenzó a reflejarse en
esas cifras que, aunque son de tipología macroeconómica, siempre terminan por impactar
el bolsillo de los ciudadanos de a pie por su implicación en el diario vivir de la economía
personal, algunas posibles causas:
• Devaluación de la moneda local (peso colombiano).
• Desempleo.
• Aumento en la inflación (costo de vida).
• Desaceleración económica.
• Caída en la inversión extranjera.
• Afectaciones en las importaciones y exportaciones.
El peso colombiano es una de las monedas más desvalorizadas del mundo en lo
que lleva 2019 y, para este jueves, el dólar se ubica en 3.449 pesos (una de las cifras más
altas en la historia del país).
En cuanto a desempleo, en lo corrido del año, esta problemática aumentó
consecutivamente y, a junio, se ubicó en 9,4 %.
El costo de vida en Colombia y sus proyecciones van en subida. Para julio, este
índice aumentó y se ubicó en 3,7 %, superior al 3 % que tiene como meta el Banco de la
República, entidad que también subió su proyección para cierre de 2019 de 3,2 % a 3,6%.
Además, el Banco de la República redujo su proyección de crecimiento
económico para el país durante 2019 de 3,5 % a 3 %, inferior al 3,6 % que tiene como
meta el Gobierno.
En el último año, la inversión extranjera en Colombia cayó 18 % y bajó a 11.352
millones de dólares.
La Balanza Comercial, que traduce la diferencia entre las importaciones y
exportaciones que Colombia hace, se incrementó y su déficit subió, es decir, el país
compra al extranjero más de lo que vende a otras naciones.
Esta situación global se debe a que las deudas de las potencias mundiales se
afectaron porque los títulos del Tesoro (compromisos de pago. En términos coloquiales
son como una letra de cambio que firman los países por un préstamo) a dos años
superaron a los de 10 años, algo que no ocurría desde 2007, detalle que Wall Street (la
Bolsa de Nueva York y mayor mercado de valores del mundo) lo leyó como un creciente
riesgo de recesión.
El Banco de la República o Banco Emisor dio a conocer el primer informe de
2019 sobre deuda externa de Colombia, la cual llega a US$ 134.000 millones, equivalente
al 41 por ciento del PIB, lo que quiere decir que de cada cien pesos de la nueva riqueza
que produce el país, 41 pesos van destinados a pagar la deuda externa.
Guardadas las proporciones, la economía colombiana está llegando a condiciones
muy similares a las de hace veinte años cuando se presentó una profunda crisis: el
desplome del PIB en 4 por ciento, proliferación de entidades de intermediación financiera
(cerca de 200), su posterior quiebre y rescate a expensas del gobierno; el embargo de la
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inclusión, incrementar la resiliencia y abordar los factores que limiten el crecimiento del
producto potencial.
El repunte proyectado del crecimiento mundial en 2020 depende en gran
medida de varios factores: 1) que la actitud de los mercados financieros se mantenga en
general favorable; 2) que vayan desapareciendo los obstáculos temporales, especialmente
en la zona del euro; 3) que continúe la estabilización en algunas economías de mercados
emergentes que se encuentran sometidas a tensiones, como Argentina y Turquía, y 4) que
se eviten colapsos aún más pronunciados en otras, como Irán y Venezuela.
Aproximadamente el 70% del aumento del pronóstico de crecimiento mundial
para 2020 en comparación con 2019 es atribuible a la estabilización o recuperación
proyectada de las economías que experimentan a tensiones. Estos factores, a su vez,
dependen de que exista un contexto mundial de políticas propicio que garantice que la
orientación de política monetaria acomodaticia de los bancos centrales y la
intensificación de las políticas de estímulo en China no se vean limitadas por el
recrudecimiento de las tensiones comerciales o un brexit desordenado.
Considerando que el repunte proyectado del crecimiento mundial sigue
siendo precario y está sujeto a riesgos a la baja, es crucial aplicar políticas
macroeconómicas debidamente calibradas a fin de estabilizar la actividad y fortalecer las
bases de la recuperación.
A nivel multilateral, las necesidades apremiantes son, en primer lugar,
reducir las tensiones comerciales y tecnológicas y, en segundo lugar, despejar cuanto
antes la incertidumbre en torno a la modificación de acuerdos comerciales de larga data
(entre ellos los acuerdos entre el Reino Unido y la Unión Europea, y entre Canadá,
Estados Unidos y México). Específicamente, los países no deberían utilizar los aranceles
para influir en la balanza comercial bilateral.
A un nivel más fundamental, las diferencias comerciales pueden ser síntomas de
una frustración más profunda suscitada por las deficiencias del sistema de comercio
multilateral basado en reglas. Las autoridades deben abordar estas deficiencias con
espíritu de cooperación y fortalecer el sistema multilateral basado en reglas, entre otras
formas asegurando que se cumplan de manera continua las normas en vigor de la
Organización Mundial del Comercio (OMC) por medio de un sistema de resolución de
diferencias en dicha organización que funcione correctamente; resolviendo el impasse en
torno a su órgano de apelación; modernizando las normas de la OMC de modo que
abarquen ámbitos como los servicios digitales, los subsidios y la transferencia de
tecnología, y logrando avances en las negociaciones sobre nuevos ámbitos como el
comercio digital.
También es necesario reforzar la cooperación internacional en otras cuestiones
clave, como la mitigación y adaptación al cambio climático, la adopción de medidas
frente a la evasión transfronteriza de impuestos y la corrupción, y evitar que se reviertan
las reformas de la regulación financiera. Las autoridades de política económica deben
velar por que las instituciones multilaterales sigan disponiendo de recursos suficientes
para contrarrestar ajustes perturbadores de las carteras en una economía mundial
abrumada por la deuda.
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A nivel nacional, las prioridades clave comunes a todos los países son
lograr una mayor inclusión, fortalecer la capacidad de resistencia a cambios turbulentos
en los mercados financieros internacionales y abordar los obstáculos que inhiben el
crecimiento del producto potencial (lo cual para algunos países significa implementar
reformas en los mercados de productos y de trabajo para incentivar la productividad y
para otros elevar las tasas de participación en la fuerza laboral).
En lo que respecta a las economías avanzadas, en las cuales el crecimiento
de la demanda final en general es moderado, la presión inflacionaria es baja y los
indicadores de las expectativas de inflación implícitas en los precios de mercado han
caído en los últimos meses, sigue siendo apropiado aplicar una política monetaria
acomodaticia. Sin embargo, una política monetaria acomodaticia puede contribuir a
generar vulnerabilidades financieras, y en ese sentido será esencial adoptar políticas
macroprudenciales más rigurosas y mecanismos de supervisión más proactivos para
contener los excesos de los mercados financieros.
En algunos países, es necesario seguir saneando los balances de los bancos a fin
de aplacar el riesgo de interacciones negativas entre las entidades soberanas y los bancos.
La política fiscal debe equilibrar múltiples objetivos: suavizar la demanda según sea
necesario, proteger a los vulnerables, reforzar el crecimiento potencial con gasto a favor
de reformas estructurales y garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas a mediano
plazo. Si el crecimiento se debilitara más de lo previsto en el escenario de base,
dependiendo de las circunstancias de cada país, deberían adoptarse políticas
macroeconómicas más acomodaticias.
En las economías emergentes y en desarrollo, la reciente desaceleración de
la inflación ofrece a los bancos centrales la opción de aplicar una política más laxa,
especialmente en los casos en que el producto es inferior al potencial y las expectativas
de inflación están bien ancladas. La deuda ha aumentado rápidamente en muchos países.
Por lo tanto, la política fiscal debería centrarse en contener la deuda, dando prioridad al
mismo tiempo a las necesidades de gasto social y en infraestructura por encima del gasto
ordinario y los subsidios mal focalizados. Esto es especialmente importante en los países
en desarrollo de bajo ingreso, para ayudarlos a avanzar hacia el cumplimiento de los
Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Las políticas macroprudenciales deben asegurar que las reservas de capital y
liquidez sean suficientes para evitar cambios desestabilizadores en las carteras mundiales.
Sigue siendo vital reducir al mínimo los descalces de monedas y vencimientos en los
balances, en un momento en que la tónica de los mercados financieros puede virar
rápidamente hacia la aversión al riesgo, así como asegurar que estas vulnerabilidades no
entorpezcan la función esencial de amortiguación que cumplen los tipos de cambio
flexibles.
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Lista de referencias
Maestre, Raul (2019). Recesión y crisis: diferencias y qué nos viene encima. El Blog
Salmón.
https://www.elblogsalmon.com/economia/recesion-crisis-diferencias-que-nos-viene-
encima