Drones

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Drones en la industria petrolera

Los aviones no tripulados se han convertido en una forma barata y eficiente de realizar las tareas más
complicadas y peligrosas. Esta tecnología ayuda a detectar problemas antes de que sea demasiado tarde
generando un importante ahorro de costes a las compañías y eliminando riesgos para los empleados

Pese a que el emperador francés Napoleón Bonaparte distaba mucho de vivir en la era de la información,
entendía el valor que ésta tenía. Tanto es así que ya en el siglo XVIII aseguraba que el éxito de una guerra
residía, en un noventa por ciento, en la información. Hoy más que nunca, la información se ha
convertido en un importante aliado para la humanidad que no sólo proporciona poder, sino que también
facilita determinadas labores, ahorra costes y evita riesgos. Estas son, precisamente, las tres principales
ventajas que los aviones no tripulados (o drones) ofrecen a las empresas que los utilizan. En especial, a
las empresas dedicadas a la exploración y producción petrolera.

Tanto es así que una de las primeras aplicaciones a nivel industrial que han tenido los vehículos aéreos
no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) ha sido en el sector de los hidrocarburos. Cada vez más
compañías energéticas utilizan esta tecnología a la hora de realizar los trabajos más complejos
ahorrando tiempo, dinero y evitando riesgos a sus empleados.

Los drones entraron en la industria petrolera en el año 2006, cuando la Federal Aviation Administration
(FAA) de Estados Unidos dio a la británica BP el primer permiso para utilizarlos en sus campos petroleros
de Alaska. Se trata de una zona donde la presencia humana es muy escasa y gran parte de las
infraestructuras discurren sin apenas control. Gracias a los aviones no tripulados, la compañía puede
ahora obtener información (fotografías, imágenes en 3D, mediciones volumétricas y análisis
topográficos) que permiten prevenir las averías de forma más barata y eficiente que los métodos
empleados tradicionalmente.

Mientras que los inspectores humanos tardan hasta ocho semanas en revisar la operación de
plataformas petroleras, con el uso de drones puede tardar hasta sólo cinco días.

La inspección de las plataformas petroleras es un asunto peligroso. Los trabajadores tradicionalmente se


cuelgan de un cable para registrar manualmente el desgaste y la rotura de las vigas. Las evaluaciones
incluyen chimeneas gigantescas que emiten fuego durante cierres que cuestan en algunos casos hasta un
millón de dólares diarios.
La industria ha ido comprobando cada vez más que cambiar los humanos que bajan por cuerdas por
pequeños drones equipados con cámaras térmicas y de alta definición puede ahorrar tiempo, reducir
costos y mejorar la seguridad.

Las inspecciones consisten en enviar un operador de drones y un ingeniero hasta una plataforma para
hacer volar un pequeño vehículo aéreo alrededor de ella, construir un modelo en 3D de la estructura y
levantar un mapa de cualquier anomalía.

Además del petróleo y el gas, existen muchísimas otras aplicaciones para estos inspectores aéreos.

El petróleo y el gas constituyen un desarrollo vertical grande, pero la misma tecnología se aplica a
muchos sectores: parques eólicos, solares, otras refinerías, tuberías y otra infraestructura fija, incluso en
la construcción y la agricultura.

Ataque con drones

Arabia Saudí ha dicho este martes que drones cargados con explosivos han dañado unas infraestructuras
petroleras en el centro del país. Apenas unas horas antes, los rebeldes Huthi de Yemen habían anunciado
una operación con ese tipo de aviones no tripulados contra “instalaciones vitales” del reino. El ataque,
que el ministro de Energía ha tachado de “acto terrorista cobarde”, se produce dos días después de un
sabotaje contra dos petroleros saudíes y otros dos navíos frente a las costas de Emiratos Árabes Unidos
(EAU) y en medio de una creciente tensión con Irán.

Aunque ni en el caso de los navíos ni en el de las instalaciones petroleras se han producido víctimas o
grandes daños materiales, ambos incidentes suceden en medio de una guerra psicológica entre Irán y EE
UU. Irán negó este martes cualquier relación con el sabotaje contra los barcos y el líder supremo, Ali
Jamenei, afirmó que “no habrá guerra” con EE UU, porque se “verá forzado a retirarse”. “No estamos
buscando guerra ni tampoco la están buscando ellos. Saben que no iría a su favor”, zanjó. En la última
semana, Teherán ha suspendido algunos de sus compromisos nucleares como respuesta al
reforzamiento de las sanciones norteamericanas que le impiden vender petróleo, y Washington ha
enviado un portaviones, bombarderos B-52 y una batería de misiles Patriot a la zona debido a “señales
claras de que las fuerzas iraníes y sus afiliados preparan un ataque contra las fuerzas estadounidenses”.
“Dos estaciones de bombeo del oleoducto Este-Oeste han sido atacadas por drones armados lo que ha
causado un fuego y pequeños daños. El fuego ya se ha contenido”, ha explicado el ministro de Energía
del mayor exportador de petróleo del mundo, Khalid al Falih, en un comunicado difundido por los
medios estatales

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