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¿Cómo proteger a nuestros hijos de la violencia?

Y ahora… qué pasará con mi vida?


Samuel, es un jovencito de 17 años. Entró a la Escuela Distrital en febrero,
cuando su familia se vio en la necesidad de venirse de su tierra porque
habían sido amenazados de muerte. Inicialmente, se relacionaba con todos
y se le veía muy interesado en participar en las actividades de su clase,
pero posteriormente su comportamiento fue cambiando, cuando sus
compañeros le ponían apodos y se le burlaban por su cojera. Todo ello,
liderado por Ricardo quien ha sido siempre el alumno más indisciplinado .

Después de tres meses de iniciado el año, Samuel se tornó más agresivo y


difícilmente participaba en las clases. El viernes pasado, cuando estaban
todos los alumnos y profesores participando en el día del maestro, Ricardo
introdujo una botella de ron a la escuela y pasado un rato, comenzó su
rutina habitual de burlarse de Samuel.

Solo que en esta ocasión Samuel lo esperó al salir de la institución y lo hirió


en el rostro y el brazo izquierdo con su navaja, gritándole que esto serviría
de lección para que nadie, nunca mas se burlara de él. Ahora Ricardo se
encuentra hospitalizado y le han realizado varias intervenciones quirúrgicas
para reconstruirle la cara y Samuel sufre la dolorosa situación de estar
entre rejas.

Samuel, a diario se pregunta: ¿Ahora qué va a ser de mi vida?

Reflexionemos y compartamos:

¿Cómo resolvemos los conflictos en nuestra familia?


¿Si nuestro hijo tienen problemas con sus compañeros, cómo facilitamos un espacio
de confianza para que ellos compartan sus dificultades y temores
¿Acompañamos y dialogamos con nuestros hijos/hijas cuando ven programas de
televisión que muestran violencia? ¿Conocemos los sitios de videojuegos que
frecuenta nuestro hijo?
¿Qué opinamos sobre la presencia de armas en la casa o en el centro educativo?

Consultemos y debatamos:

Con frecuencia decimos que vivimos en un mundo violento, en un país


violento. Y que este comportamiento también se presenta en el seno de
nuestras familias. Y los medios de comunicación nos informan de
comportamientos violentos por parte de los niños y jóvenes. Y nos
preguntamos cómo se ha originado esta espiral de violencia y qué podemos
hacer para controlar esas diversas violencias. Con seguridad informarnos
bien y conocer el problema y tener una actitud conciliadora pueden ser el
principio del cambio.
¿Qué es comportamiento violento? Es utilizar la fuerza para obtener algo, sin
mirar los daños que causa en nosotros y en los otros. Es hacer valer nuestros
derechos y aspiraciones por encima de los otros sin reparar en el daño que
pueda ocasionarse. Es una conducta inadecuada que se aprende en la
familia, en el centro educativo, en la sociedad.

Hay muchos tipos de violencia: política, social, económica, afectiva,


racial, etcétera. Y existen múltiples formas de expresión de esa violencia:
el conflicto armado, la violencia intrafamiliar, la violencia sexual, la violencia
juvenil, etcétera. Tener estos conceptos claros es necesario para no creer que
cuando se habla de violencias se está haciendo referencia únicamente al
conflicto armado.

La violencia o mejor, las violencias, son fenómenos que están atravesando


fuerte y significativamente la vida nacional. Diariamente se informan en los
noticieros hechos relacionados con la violencia, se publican en los periódicos,
se oyen en las noticias de la radio, se comentan en el trabajo, en la calle, con
los amigos. Incluso, se oyen comentarios como que Colombia es el país más
violento del mundo y que los colombianos tienen un gen para la violencia.
Sentimos que la violencia hace parte de nuestra vida diaria. Y con
seguridad queremos que las cosas empiecen a cambiar.

Los jóvenes no son ajenos a esta realidad: las tres primeras causas
de muerte en adolescentes son efecto directo de la violencia. Ellos se
mueren en primera instancia por homicidios, seguidos de los accidentes y
posteriormente por el suicidio, todas estas causas de muerte son violentas.

La violencia es un medio que algunos utilizan para obtener


beneficios. Se usa para conseguir algo, es decir que existe una diferencia
de poderes, de tal modo que él o los más fuertes someten al o los más
débiles. Por eso la violencia se ejercen contra los más indefensos, como los
niños/niñas, los ancianos, las mujeres, los discapacitados, los grupos
minoritarios o los países pobres.

Se ha observado que existe una relación directa entre el poco afecto recibido
en la infancia y el posterior comportamiento violento. Y que lo contrario
también es cierto: los seres humanos que han recibido buen trato en la
infancia tienden luego a resolver sus conflictos por medios pacíficos,
como el diálogo y la concertación.

Otra de las características de la violencia es que es muy efectiva


para lograr a corto plazo muchos de los objetivos que mediante ella
se quiere alcanzar, razón por la cual este comportamiento aparece a lo
largo de la historia de la humanidad. Pero esa efectividad se produce
mediante el sometimiento y la anulación de quien es subordinado; esa
persona pierde su valía personal, se lesiona su autoestima, en fin, se
menoscaba como ser humano. Y la persona violenta también se daña a sí
misma. Y a la larga, las personas violentadas van a luchar por recuperar sus
derechos.

Existen factores que pueden impulsar a un comportamiento violento: el


abandono físico y afectivo, dejar actuar a la persona sin normas, el ambiente
familiar hostil con conflictos y problemas económicos serios, las relaciones
con poca solidaridad, el alcoholismo y la drogadicción, la exposición
indiscriminada a los medios de comunicación, películas, juegos electrónicos.

La violencia es un arma de doble filo, no solo es lesiva para quien produce el


daño: el ofensor también se siente mal cuando arremete contra otros
injustamente, para entender esto, solo hay que recordar los sentimientos que
se sienten cuando se ha hecho daño a otra persona.

En el mundo de los niños y los jóvenes también se percibe la


violencia, este comportamiento se da en los grupos escolares, en parches
delictivos, en las galladas, las pandillas, las bandas, las sectas satánicas, los
grupos de sicariato, entre otras. Estos grupos de adolescentes y jóvenes se
han relacionado directamente con la violencia, en especial con la que ocurre
en las ciudades. El mayor número de víctimas de homicidio, como también
los sindicados por este delito pertenecen a estos grupos poblacionales.

Los parches con comportamientos delictivos provienen de núcleos


familiares muy deteriorados, con abandono afectivo y con problemas de
violencia; sus miembros son con frecuencia hijos de drogadictos, alcohólicos,
o personas de muy bajo nivel educativo y de escasos recursos económicos.
Los jóvenes que son miembros de estos parches suelen tener falta de afecto,
desarraigo, poco aprecio por la vida y un carácter con tendencias
autodestructivas; son desertores del sistema escolar, carecen de
oportunidades para cambiar su condición social y no tienen mayores
ilusiones en la vida. La mayor parte no aspiran a nada, no tienen en qué
ocupar productivamente su tiempo y pasan la mayor parte del día en la calle.

En estos grupos se encuentran entre otros, jóvenes drogadictos, delincuentes


o vandálicos como venganza social por la marginalidad en la que viven. Sus
valores, su ética, su moral, su lenguaje, su pensamiento, sus motivaciones,
sus actitudes y su ideal de ser humano son diferentes a los aceptados por la
sociedad. Valoran la lealtad, la palabra, cumplir con lo prometido, guardar
secretos, no ser sapo, la hombría, ser todoterreno, consumir diferentes tipos
de drogas, capacidad de burlar a la policía, etcétera. Es importante para ellos
la consecución de dinero fácil e inmediato y no tienen sentido del ahorro ni
del mañana.

Hay muchas razones por las cuales un joven ingresa a un grupo


delictivo, sea un parche, gallada, pandilla o banda: unos necesitan y
relacionan mucho el sentimiento de libertad, otros para tener algún grado de
reconocimiento social, otros quieren tomar la vida como un riesgo
permanente y, sin duda, es la carencia de verdadero afecto en la
familia el factor de riesgo más importante para el ingreso a estos
grupos apartados de la ley.

Los factores sociales que explican la aparición de los diversos tipos


de violencia en los adolescentes son múltiples: la injusticia o inequidad
en las posibilidades de acceso a los bienes materiales es uno de los factores
que influyen en la aparición de este fenómeno. La falta de vínculos afectivos,
de empleo, educación, salud, recreación y participación son constantes en las
historias de vida de los jóvenes que ejercen la violencia en su vida cotidiana.
La garantía para el acceso a estos derechos es responsabilidad del Estado y
de todos nosotros que podemos participar y presionar para corregir esta
situación injusta.

La condición de pobreza se complica para los adolescentes cuando la


publicidad les impone modas y modelos que empiezan a ser
considerados como necesarios para alcanzar reconocimiento social.
Las distintas formas de expresión de la violencia juvenil se ven estimuladas
por las necesidades, generalmente exageradas por la publicidad, de valores y
bienes materiales que se les crean a los adolescentes, como el celular, la
ropa de moda, el dinero fácil, los viajes, y en general un estilo de vida elitista
e inalcanzable.

La facilidad legal e ilegal para el acceso y la disponibilidad de armas es


otro factor determinante en la aparición y el incremento de la violencia
juvenil.

La debilidad del sistema de justicia, con la impunidad resultante, es sin


duda otro de los factores condicionantes de la violencia juvenil. Y muchos
elementos de la sociedad han optado por tomar la justicia por cuenta propia,
creando así una espiral creciente de violencia.

El uso y abuso de drogas y en especial del alcohol, es un elemento que


promueve las respuestas violentas en los conflictos cotidianos. Otro elemento
que se ha relacionado con la aparición de la violencia juvenil es la gran
cantidad de imágenes violentas que se presentan en los distintos medios de
comunicación, que probablemente influya creando una insensibilidad o
aceptación social de la violencia generando en la mente de las
personas una especie de convivencia normal con la misma.

Existe además el factor cultural que determina la aparición de


diversos tipos de violencia en los adolescentes. Se debe recordar que
el principal grupo de socialización y transmisión de la cultura es la familia. La
más frecuente forma de expresión de la violencia en el país no es la
violencia armada, como pretenden hacer creer los medios de
comunicación, es la violencia intrafamiliar.

En las historias de vida de adolescentes y jóvenes colombianos que


se relacionan mediante la violencia aparecen la violencia y el
maltrato intrafamiliar como una constante. El maltrato físico, verbal,
emocional y sexual, el abandono material y afectivo, sobre todo por parte del
padre y la madre, la cultura autoritaria, el desafecto o el otro extremo la
sobreprotección y el apego exagerado, estos factores aparecen como
factores de riesgo para que se empiece a formar el adolescente con
actitudes y conductas violentas.

Se debe hacer énfasis en que un adolescente con comportamiento violento


es una persona con un inmenso dolor, para el que hubo condiciones sociales,
familiares o personales de marginamiento que se sumaron para producir en
él un ser que quiere rebelarse contra su actual situación.

Los jóvenes también tienen responsabilidad en la construcción de


una sociedad más justa, equitativa, incluyente y con paz. Ellos deben
fomentar nuevas formas de relacionarse, en las que se entiendan y aprueben
las diferencias; se valore el conflicto como una situación que permite a los
individuos con diferencias crecer mediante las mismas y el conflicto sea
entendido como una situación oportuna para manejarlo en forma asertiva y
pacífica y lograr las mejores soluciones para todos.

La familia y la sociedad colombiana tienen un reto de gran magnitud para


romper el círculo de violencia que está produciendo muerte, desolación y
tristeza. Se requiere una familia amorosa protectora, respetuosa de
las necesidades y derechos de los niños y adolescentes, como
también exigente de las responsabilidades y deberes de los mismos,
según sus niveles de desarrollo.

Se necesita que todos estemos convencidos de que la Violencia engendra


más violencia. Y que ante los distintos tipos de violencia todos somos parte
de la solución para construir una cultura de paz, justicia y libertad.

Comprometámonos y evaluemos:

 Reflexionemos sobre los niveles de tolerancia, respeto, aceptación y


valoración de las diferencias en la familia y en los centros educativos
 Enseñémosle a nuestros hijos que el conflicto y las diferencias, son
oportunidades de cambio y crecimiento personal y familiar cuando se
manejan a través del diálogo, la concertación y reconocimiento del otro .
 Supervisemos y estemos atentos a los mensajes y contenidos que reciben
nuestros hijos a través de los medios de comunicación, las películas, el
internet, los videojuegos para abrir espacios de reflexión y fomentar con ellos
un pensamiento crítico.
 Hagamos diálogo reflexivo en la familia sobre las violencias presentadas en
los medios de comunicación y sus consecuencias en la vida real
 Abstengámonos de estar armados y vigilemos acerca de la no tenencia de
armas tanto en la familia como en el vecindario o en centros educativos
 Reflexionemos con nuestros hijos sobre los valores que ellos y sus amigos
manejan
 Conversemos con nuestros hijos sobre las diversas formas de violencia en el
país y, en especial, acerca de las diferentes formas de violencia que él como
joven puede ser objeto por parte de otros grupos, analizando en familia los
factores que determinan la aparición de las mismas, y sus posibles
soluciones. .

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