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Panorama

Dentro del panorama nacional, muy genéricamente se conoce la


“inconstitucionalidad”, es decir, todo lo que está en contra de la
Constitución, y que la decisión de qué es inconstitucional y qué no lo es,
corresponde a la “Corte de Constitucionalidad”. Sin embargo, la materia
es compleja, y surgen varias interrogantes, como: ¿Cuál es el origen de
este máximo tribunal? ¿La inconstitucionalidad es una acción o un
recurso? ¿Quién puede pedir la inconstitucionalidad? ¿Qué puede ser
declarado como inconstitucional?

Tomando en cuenta lo planteado, la Corte de Constitucionalidad surgió


con la Constitución de 1965, donde se creó un tribunal no permanente,
integrado por 12 magistrados, incluyendo al Presidente de la Corte
Suprema de Justicia, quien lo presidía, 4 magistrados de la misma y los 7
restantes por sorteo global entre magistrados de las Cortes de
Apelaciones y de lo Contencioso Administrativo. Este fue el primer
intento de un tribunal constitucional especializado en el país, y sus
funciones se reducían exclusivamente a conocer del “Recurso de
Inconstitucionalidad” y a declarar por la mayoría de 8 de sus miembros la
inconstitucionalidad de las leyes o disposiciones gubernativas de carácter
general que contenían vicio parcial o total de inconstitucionalidad.

La Constitución Política de 1985, crea la Corte de Constitucionalidad con


carácter permanente, de jurisdicción privativa, cuya función esencial es la
defensa del orden constitucional y la interpretación de la Constitución,
con énfasis en su independencia política y económica. Los Magistrados
de la Corte de Constitucionalidad duran en sus funciones cinco años, y
pueden ser reelectos. Los titulares desempeñan la Presidencia por un
año, comenzando por el de mayor edad, y siguiendo en orden
descendente de edades. En materia de Inconstitucionalidad, tiene la
función de conocer en única instancia de las impugnaciones interpuestas
contra leyes o disposiciones de carácter general, objetadas parcial o
totalmente de inconstitucionalidad; de conocer en apelación de todas las
impugnaciones contra leyes objetadas de inconstitucionalidad en casos
concretos; de emitir opinión sobre la constitucionalidad de los tratados,
convenios y proyectos de ley, a solicitud de cualquiera de los organismos
del Estado; y de emitir opinión sobre la inconstitucionalidad de las leyes
vetadas por el ejecutivo alegando inconstitucionalidad.
El principio de súperlegalidad constitucional, se puede resumir diciendo
que la Constitución representa una lex suprema vinculante tanto para
gobernados como para gobernantes, inclusive para el congresista o
diputado, que tiene limitada su esfera de acción en el sentido de que no
puede emitir leyes que estén en contradicción con la norma fundamental
del Estado. Para hacer realizable en los distintos sistemas jurídicos la
supremacía de la Constitución sobre las leyes, reglamentos o
disposiciones de carácter general que contengan vicio parcial o total de
inconstitucionalidad, se ha hecho posible la configuración de dos
sistemas judiciales de control constitucional: el sistema americano o
difuso, y el sistema europeo o concentrado. En el sistema americano o
difuso, corresponde a todos los Jueces Ordinarios la facultad para no
aplicar leyes cuanto estimen que las mismas violan la Constitución,
siendo sus sentencias declarativas, porque la ley inconstitucional no
queda anulada, sino sólo inaplicable al caso concreto que se decide, con
efectos ex tunc, o sea, retroactivo y entre las partes (inter partes). Y por
otra parte, en el sistema europeo o concentrado, existe un Tribunal
específico de control constitucional, al que le compete en forma exclusiva
la anulabilidad de las leyes inconstitucionales, sus sentencias son
constitutivas y tienen por objeto el cese o fin de la eficacia de la ley, con
efectos ex nunc, es decir, no retroactivos y con efectos frente y contra
todos (erga omnes).

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