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Las Víctimas en los tiempos del olvido

Para empezar debemos aclarar que se entiende por “víctima”, para lo cual
podemos decir que víctimas se refiere a la persona que individualmente o
colectivamente, haya sufrido daños, como lesiones tanto físicas como mentales,
emocionales, financiera, o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales,
como consecuencia de acciones que violen la legislación.
En la expresión “víctima” se incluye además en su caso, a los familiares o
personas a cargo que tengan relación inmediata con la víctima directa y a las
personas que hayan sufrido daños al intervenir para asistir a la víctima en peligro,
o para prevenir la victimización.

El papel de las víctimas en el sistema penal se encuentra en el olvido y en la


marginación, a la cual han sido sometidas ya que nadie quiere hacerse cargo, ni
identificarse con ellas y como si fuera poco también tienen que soportar la
indiferencia, no solo del sistema legal sino que de toda la sociedad en general ya
que no existe una solidaridad en la comunidad.

Aunque esto no siempre fue así, en un tiempo pasado las víctimas tenían un papel
principal en el proceso penal, incluso se llegó a dejar en sus manos el poder de
administrar justicia y tomar la decisión de las consecuencias que tendría la
comisión del delito pero esto tampoco era bueno ya que todo al extremo es malo y
en este caso más que justicia se realizaba una venganza privada que por
ausencia de limites ya se excedía y pasaba a niveles muy crueles, lo cual no debió
ser así porque debe haber un equilibrio entre las cosas. El hombre primitivo
presento la pena como “sacrificio a la divinidad”, se hace responsable a los objetos
inanimados, a los animales e incluso a los cadáveres.
Después de esto se dan los primeros pasos en la estructuración del poder político
y con su fortalecimiento se desliga a las víctimas del manejo de las penas, que
pasa a manos de un juez imparcial que pone a prueba los hechos y según esto
asigna la respectiva sanción. Sus antecedentes se encuentran en el Código de
Hammurabí, en la Ley de las XII tablas y en la legislación mosaica.

Ya que el poder de las víctimas perturbaba la paz social se decidió hacer un


manifiesto donde se le neutralizo el poder de las víctimas y surge ahí la pena
pública con la función esencial de ser retributiva e intimidatoria, con el paso del
tiempo surgen varias ideas para superar el abuso ejercido por quienes tiene el
poder. Aparece la dogmática penal ilustrada en este solo tiene cabida el victimario
y el Estado. Los sistemas penales se deben basar en el respeto absoluto por la
dignidad humana.
Uno de los ejemplos más claros de la marginación de las víctimas es cuando los
amparados por el poder político utilizan su poder y su inmunidad para victimizar
sociedades enteras donde aterrorizan, masacran, secuestran sin pensar en si es
un niño, mujer o anciano y así generan desplazamientos de seres humanos que
no les queda más que vivir en el abandono y la indiferencia por parte de todos
porque jamás les dan soluciones reales y fuera de eso nadie del común les brinda
ayuda sino en vez de eso los juzgan los tratan como si no fueran persona y no
tuvieran las mismas necesidad, los tratan mal sin saber por todo lo que han
pasado al perder familiares, sus hogares, su trabajo prácticamente su vida.
Esos personajes protegidos por el poder político muchas veces reconocidos por
ser “héroes” no son nada más y nada menos que los que han convertido víctimas
de sus atrocidades a miles de seres humanos que se ven en la obligación de
resignarse y así asumir sus papeles de “perdedores”.

La justicia penal moderna se ha reconocido por el olvido del otro, el punto de


partida para lograr una rehumanización es lograr una fundamentación
victimológica del sistema de administración de justica penal en el que las victimas
se hagan visibles y se interceda como debe ser por ellas, reconociendo sus
derechos.

Bibliografía
Copias – Las víctimas en el tiempo del olvido.

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