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Una percepción diferente de la realidad

El cielo está nublado y el aire frío pasando por nosotros nos hace estremecer.
Sentados en una acera de concreto pintada de amarillo, que tiene forma triangular
y que en su interior contiene un pasto duro y denso. Miramos a lo lejos y nos
fijamos en las grandes montañas que tienen árboles con un bello color verde oliva,
pero hay una parte escasa de vegetación que le da un color grisáceo y sin vida
debido a grandes rocas que se asoman allí. En la punta de aquellas montañas, se
encuentran los árboles más grandes y altos, mientras observamos se asoma el
vuelo de una solitaria ave negra escondiéndose entre las nubes grises que cubren
el cielo opaco de la tarde de hoy.

Desvíamos la mirada y la posamos de nuevo al mundo terrenal, allí regresamos a


las carpas de plástico desgastadas y un poco inestables de negocios que venden
diferentes tipos de comidas y en especial cigarrillos, puesto que los estudiantes se
estacionan en éstas para deleitarse fumando.

Es un lugar muy concurrido, debido a que los estudiantes bajan para fumar sus
hojas alucinantes naturales, marihuana, pues se puede sentir entredicho olor
desde el lugar en donde nos encontramos. También llegan todo tipo de personas,
porque detrás de estos puestos hay dos llamativos bares, que ponen la música a
todo volumen para así cautivar a sus clientes sedientos de rumba y alcohol. Aquel
sitio es un ruidoso espacio, ya que cerca hay un lugar donde van y vienen los
carros en diferentes direcciones y así mismo se pueden escuchar las bocinas de
los autos y el tedioso ruido de la ciudad y los retumbantes motores de los buses
de la universidad del Politécnico Gran Colombiano.

La música retumba en nuestros oídos, provocándonos ganas de bailar y de cantar,


generándonos diferentes sensaciones a cada uno y provocando que se genere un
ambiente un tanto ameno y alegre para distraerse de la rutina estudiantil. Todos
estos estímulos aquí, crean un lugar agitado y pese a todos esos sonidos
estrambóticos, nos percatamos que hay un perro frente a nosotros acostado
durmiendo plácidamente sin ningún miedo o preocupación, se encuentra acostado
en la calle, y podemos notar que no tiene limpio su pelaje por lo que nos lleva a
deducir que es un perro callejero, su estado se ve un poco precario, ya que está
un poco viejo y tiene diferentes heridas en su cuerpo.

Quizá dentro de este agitado espacio este pequeño amigo ha encontrado un lugar
donde descansar y sentirse acompañado por toda la cantidad de gente que hay a
su alrededor, la inocencia de un animal en medio de un entorno que es muy
agitado demuestra que el bienestar lo encontramos en cada uno de nosotros sin
importar el entorno en que nos encontremos, es una búsqueda constante de paz
interior.

Alejandra Martin

Nicolás Pinzón

Gabriela Ibagon

Santiago Rivera

Andrés Ovalle

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