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ELEMENTOS DE LA TEORÍA POLÍTICA

CAPITULO 2: DEMOCRACIA
En este capítulo Giovanni Sartori nos habla de la democracia misma, su etimología,
en que consiste, que valores y fundamente rigen de ella. Conociendo esto sabremos
realmente que se puede esperar de ella.

Etimológicamente democracia significa poder del pueblo. Probablemente,


“democracia” haya sido una de las palabras que se ha utilizado (se utiliza y se seguirá
utilizando) con mayor ambigüedad, sin ceñirse a una significación concreta. No hay
más que escuchar los discursos políticos. Y lo peor no es que se utilice
ambiguamente, sino que se hace uso del término de modo partidista y demagógico en
muchas ocasiones. Esto sí que es penoso, porque lo que sí está claro es que la
democracia es patrimonio de toda la ciudadanía.

En este capítulo nos habla también de una democracia ideal y de una real, nos dice
que con el simple hecho de que la democracia real diste de representar el espíritu de
la democracia en un sentido muy estricto, no quiere que decir que no exista
democracia. En tal caso, no hay que conformarse con la situación en la que vivimos
sino aspirar a lo ideal. Lo utopía no es un quimera sino es una especie de espejo que
nos permite apreciarnos y mejorar las condiciones políticas del actual sistema político.

También nos habla de la democracia a nivel de masas poblaciones, nos dice que en
una pequeña organización de personas la democracia es mejor manejada, que en una
masa mayor, como la de un país. La participación de cada integrante de la
organización se debe dar ya sea de manera activa o pasiva, desempeñándose en un
cargo, o en las elecciones para elegir a nuestros representantes políticos, acá es
donde entra a tallar la democracia social, este concepto según Sartori se refiere a la
igualdad de obligaciones y derechos de cada ciudadano para con la sociedad, cosa
que no se daba en el Antiguo Régimen. Si nos remontamos a tiempos pasados el
derecho de sufragio solo lo gozaba una minoría de la población total, debido a la
posición económica o producto del machismo de la sociedad. Por ejemplo en nuestro
país hubo una época donde la mujer no tenía derecho a participar en la vida política,
básicamente a no sufragar u ocupar algún cargo público eso quedo en el pasado.
Sartori también trata en este capítulo de una democracia económica, entendida por el
como la introducción de la democracia en el mundo laboral, en la organización y
gestión del trabajo. Y esto hoy en día se puede ver muy claramente, la democracia
actual básicamente se basa en eso.

Es muy importante aclarar que sin el marco político democrático, que viene hacer la
esencia de la democracia, no puede existir democracia social ni democracia
económica.

CAPITULO 5: IDEOLOGIA
Cuando el concepto de ideología se vincula a “creencia” se hace evidente que la
clase general es el “sistema de creencias” y que la ideología es sólo una subclase.

Tanto ideología como pragmatismo son estados posibles de creencia. Según Talcott
Parsons la ideología es un sistema de creencias comunes a los miembros de un
grupo,que está orientado a la integración de valores del grupo. Todo sistema de
creencias sirve para integrar a los grupos,pero por otro lado la integración de valores
de un determinado grupo puede ser, al mismo tiempo su “desintegración” con respecto
a otros grupos que se adhieren a creencias distintas.

Por otro lado, opinión y creencia son dos conceptos distintos. Lo primero demanda
de pensar, lo cual está vinculado al raciocinio y lo segundo son ideas tenidas por
verdaderas quedando libres de inspección y revisión.

Si hablamos de RACIONALISMO y EMPIROSMO nos damos cuenta que son dos


conceptos que se contraponen frecuentemente. En el racionalismo la argumentación
deductiva prevalece sobre la evidencia, es decir la doctrina prevalece sobre la
práctica, por lo tanto si la práctica falla la culpa es de la práctica mas no de la teoría.

Mientras que el empirismo se caracteriza por lo siguiente: la evidencia prevalece


sobre el argumento deductivo, es decir la práctica prevalece sobre la doctrina. Por lo
tanto si la práctica falla la culpa es dela teoría mas no de la práctica. Si hablamos de
creencias y sistemas de creencias éstas varían a lo largo de la dimensión cognitiva y
dimensión emotiva. En cuanto a la dimensión cognitiva las creencias varían en
cerradas y abiertas y en cuanto a la dimensión emotiva las creencias varían en fuertes
y débiles.

De esto concluimos que existe:

A) ESTADO COGNITIVO ABIERTO:


.) Estado cognitivo abierto Fuerte: Los elementos son firmes pero a la vez
están abiertos a la evidencia y a la argumentación, es decir son adaptables y
cambiables.
.)Estado cognitivo abierto débil: Los elementos son flexibles (débiles), están
abiertos a evidencia y conveniencia.

B) ESTADO COGNITIVO CERRADO:


.) Estado cognitivo cerrado fuerte: Los elementos son fijos, rechazan
argumentación y la evidencia.
.) Estado cognitivo cerrado débil: Los elementos son inelásticos.

En conclusión las ideologías son sistemas de creencias hetero-coercitivos por


excelencia. Lo que equivale a decir que las ideologías son el instrumento crucial de
las élites con objeto de manipular y movilizar a las masas.
Nos preocupamos y ocupamos de las ideologías sobre todo porque nos preocupa el
poder del hombre sobre el hombre.

CAPITULO 6: LIBERALISMO
Entre los términos que designan a los sistemas o regímenes políticos el de
«liberalismo» es el más evanescente, que más se escapa a los intentos de definirlo.

En este escrito me fijaré en la palabra, pero no dejaré que la palabra me desvíe; y


mantendré que el liberalismo posee una precisa identidad histórica a redescubrir, o
desenterrar, con la ayuda de distinciones apropiadas. Ante todo, tratar conjuntamente,
indiferenciadamente, un sistema político (el liberalismo) y un sistema económico (el
librecambismo) atenta contra la evidencia histórica como contra toda claridad
analítica. Por consiguiente, es necesario distinguir con atención el liberalismo de
laissez-faire y de la economía de mercado. El liberalismo significaba rule of law
(gobierno de ley) y el Estado constitucional, y la libertad era la libertad política (la
libertad de opresión política) no el libre comercio, el libre mercado y (en los desarrollos
spencerianos) la ley de la supervivencia del más capacitado.

Por otra parte, el Estado liberal nació como expresión de la confianza frente al poder
estatal, con el fin de reducir más que aumentar el ámbito y el rol del Estado. Pero el
Estado liberal no se caracteriza por su dimensión o por la cantidad de cosas que hace;
se caracteriza por su estructura, y por ello es, un Estado constitucional. Nada impide
que el Estado liberal se convierta en un «Estado grande, pero con una condición
esencial: que a medida que deje de ser un Estado mínimo, siga siendo un Estado
constitucional. Distinguir no significa separar, sólo después de haber distinguido el
liberalismo del librecambismo se puede discutir su relación. El vínculo entre el
liberalismo y el librecambismo puede ser entendido de modo elástico. El liberalismo se
conjuga históricamente con lo que ha sido vívidamente denominado «individualismo
posesivo», la primera aseveración es la siguiente: individualismo sí, posesivismo no.

Los marxistas transcriben en la historia un concepto de propiedad privada que no


pertenece a la fábrica y al concepto de fabricarse de la historia. Desde los romanos
hasta los fines del siglo XVIII, propiedad significaba, en un conjunto indivisible, «vida,
libertad y bienes»; no significaba posesión con fines de acumulación de capital,
inversión y beneficio. Por ello en los escritos de los Niveladores –los más extremistas
entre los seguidores de Cronwell- encontramos que libertad es una función de la
propiedad. En una economía de pura subsistencia, y en tiempos de inseguridad,
endémica, indiferenciada, «poseer» significaba acrecentar las propias oportunidades
de vida; también entonces «tener» significaba «tener poder». El Estado patrimonial no
era un Estado económico: le eran necesarios recursos que eran su verdadera base de
poder. Hasta el momento en que la política no llega a domesticarse, el poder
significaba fuerza, la fuerza de las armas, la fuerza que es violencia, y no la fuerza de
la propiedad.

Si la propiedad es un concepto económico referido a una sociedad adquisitiva y a la


multiplicación industrial de la producción, entonces este no es el concepto que
mantiene el liberalismo. El liberalismo predica y defiende al individuo y lo defiende con
aquella seguridad, que le da su propiedad, que es garantía y que no tiene nada que
compartir con una visión económica de la vida. Dejando de lado la interpretación
marxista de la historia podemos también preguntarnos, si la solución liberal del
problema del poder político puede sobrevivir en un sistema económico sin mercado y
sin propiedad. En estas nuevas circunstancias, la esencia del problema ha sido
centrada en Trotsky: cuando el Estado es el único que provee de trabajo, «quien no
obedece no come», equivale a decir que la protección liberal de la libertad individual
pierde todo sostén en una economía de tipo comunista. La tesis no es que el
liberalismo no puede sobrevivir en el contexto de un capitalismo comunista porque el
liberalismo es un derivado de la economía de mercado y/o de la propiedad privada. El
hecho es que cualquier concentración de todo el poder implica que el individuo, y
cualquier libertad individual, se machacan.

La tesis es que los súbditos se convierten en ciudadanos sólo en el interior de


estructuras sociales que dispersan el poder y que permiten una variedad de poderes
intermedios y equilibradores. Los mecanismos y las estructuras de mercado pueden
muy bien gustarnos. El problema sigue siendo reemplazarlos sin perder de vista que
la infraestructura que requiere el liberalismo y el comunismo destruye, es la difusión
socio-económica del poder. Distinguir entre un sistema político y un sistema
económico no significa separarlos. La relación entre ambos ha de concebirse como
una relación que permite una vasta gama de combinaciones intermedias entre los
casos límite antes planteados como hipótesis.

Una última distinción, la que existe entre liberalismo y libertad, puede decirse que «el
elemental deseo de ser libres es la fuerza que está en el interior de todas las
libertades, viejas y nuevas». El deseo elemental de ser libres ha encontrado su
primera expresión en la noción griega de eleutheria, los romanos definían como
licentia y se proyecta fácilmente también en lo que ahora llamamos anarquía. Esta
consideración nos debe sensibilizar, frente a la diferencia que existe entre liberalismo
filosófico y teoría empírica y praxis del liberalismo por otro. La diferencia es sutil y de
escasa relevancia. Según Croce un hombre es libre incluso si está en prisión. Lo que
es cierto si se habla de de libertad moral, o de nuestra libertad interior. Pero el
problema del liberalismo es la libertad externa, es impedir que un ser humano sea
enviado a prisión. El liberalismo es la teoría y la praxis de la protección jurídica, de la
libertad individual, este es el liberalismo solo, y no al liberal-democracia o el
liberalismo democrático.

El liberalismo incluye ya un cierto número de igualdad, así como la democracia añade


por sí misma nuevas libertades. Pero los dos principios implican una lógica diferente
El liberalismo en cuanto tal requiere igual dad de derecho y leyes iguales, mientras
que desconfía de las igualdades dispensadas gratuitamente desde lo alto y de los
modos de desiguales de igualar. Por otro lado, las libertades de la democracia son
libertades de, y el espíritu democrático. El liberalismo se centra en el individuo, la
democracia en la sociedad; el liberalismo tiene un ímpetu vertical, la democracia es
difusión horizontal.

El liberalismo es sobre todo una técnica de control y de limitación del poder del
Estado, la democracia es la inserción del poder popular en el Estado. De ello se deriva
que mientras que la mayor preocupación del liberalismo es la forma del Estado, el
problema de la democracia es sobre todo el contenido de estas normas. Si
analizamos los componentes de la democracia-liberal, es posible trazar una clara
distinción entre la democracia política y la democracia social y/o económica: la
democracia política es el Estado liberal que recibe su sustancia con la introducción del
demos, las instancias sociales y económicas representan los añadidos que distinguen
a la democracia en cuanto tal. Por ejemplo, el liberalismo se ha abierto a la noción de
igualdad de oportunidades, mientras que la democracia ha cogido la advertencia de
que el poder debe ser controlado. De hecho, el liberalismo y la democracia, después
de un largo período, han llegado a dividirse en dos carreteras divergentes. Surgen
cuando los componentes de la democracia-liberal llegan a estar desequilibrados, es
decir, cuando se requiere más democracia a expensas de menos liberalismo. El
individuo libre del liberalismo tiene «voz» y tiene el poder de «alzar la voz» para pedir,
si quiere, más igualdad; mientras que los seres iguales pueden muy bien seguir
siendo no libres, al estar constreñidos al silencio e iguales en el sometimiento al
abuso. Pero si no se comprende entonces la democracia-liberal se dirige al colapso.
En este punto estamos en condiciones de examinar un problema a la vez, y en
particular de valorar el liberalismo en sí mismo, con respecto a: sus límites, su
perenne validez y su declive.

Los límites son fáciles de sintetizar. El liberalismo representa una solución política al
problema tan vívidamente formulado por Rousseau: los hombres nacen libres, pero
están encadenados por doquier. Tales cadenas no son solamente políticas, pero hasta
que no se rompan, las constricciones económicas siguen estando comprimidas y no
caminan sobre sus propias piernas, su preocupación es la ciudad política. El
liberalismo ha mostrado que el poder absoluto, el poder arbitrario puede ser domado.
El liberalismo es único en sus propias conquistas también desde otro punto de vista.
Como quiera que se conciba, el hecho es que el liberalismo sigue siendo la única
ingeniería de la historia que no nos ha traicionado. En su propio ámbito el liberalismo
es una teoría con praxis, un programa que «funciona», un saber capaz de realizarse.
El «liberalismo» (la palabra) ha perdido la guerra de las palabras: gran parte de lo que
hoy sobrevive del liberalismo no es reconocido como tal, con el nombre que lo
designa.

Sin embargo, una derrota en la guerra de las palabras lleva consigo una crisis de
identidad, y como consecuencia de ésta, una infausta pérdida de fuerza. Finalmente,
si la gente no sabe ya lo que dice cuando habla del liberalismo, la conclusión más
probable es que se mate al liberalismo inconscientemente o por error. Bernard Crick
tiene una frase espléndida q este respecto: «El tedio por las verdades establecidas es
el gran enemigo de los hombres libres», entonces el liberalismo no puede sino caer en
desgracia. Porque el liberalismo deriva de un larguísimo proceso de verificación
histórica, de pruebas y errores, que acaba por expresar verdades establecidas. El
ciclo del liberalismo puede también considerarse acabado sobre la base del principio
«la victoria mata». La victoria mata, en la historia, no sólo porque el hombre es un
animal que desea, y por ello siempre insatisfecho, que pierde rápidamente interés en
aquello que ya posee, no sólo porque la realidad es siempre inferior a las
expectativas, sino todavía más porque en el momento de la propia victoria un «ideal»
deja de ser tal, dejando así un vacío deontológico, el espacio y la exigencia de «otro
ideal». Y el principio según el cual la victoria mata al vencedor no es realmente algo
sin importancia en el tema de liberal-democracia, de aquel «compuesto» al que paso
antes de concluir.
Los liberales occidentales no descienden necesariamente del liberalismo: se puede
decir que muchos de los que se proclaman liberales no han comprendido ni apreciado
jamás al liberalismo en su identidad y en sus auténticas conquistas históricas. Ha
sucedido, porque la cosa y la palabra se han perdido de vista recíprocamente. En los
Estados Unidos, hoy en día, el liberalismo es típicamente «rawlsiano»; en Italia
todavía es, con frecuencia, «crociano». En resumen, andamos en orden disperso, sin
reconocer ni reconocernos, en los padres fundadores. Lo que se hace liberal
contemporáneo un animal sin identidad, incapaz de hacer verdaderamente un frente
común. Quizá el liberalismo ha de ser redescubierto del mismo modo que ha sido
descubierto históricamente.

CAPITULO 10: POLITICA


LA IDEA POLITICA

Hoy nosotros distinguimos entre lo político y lo social, entre el estado y la sociedad,


antes el pensamiento griego según Aristóteles definía al hombre no ala política porque
el hombre vive en la polis y la polis vive en él.

En realidad los dos términos eran para él un solo término; y ninguno de los dos se
resolvía en el otro por la simple razón de que «político» significaba en conjunto, las
dos cosas a la vez. De hecho, la palabra «social», no es griega sino latina, y sus
traductores y comentaristas medievales se la atribuyeron a Aristóteles

Santo Tomás de Aquino (1225-1274) quien tradujo con autoridad zoom poli-tikón por
«animal político y social», observando que «es propio de la naturaleza del hombre que
éste viva en una sociedad de muchos».

Pero no es tan simple De hecho, Egidio Romano (circa 1285) citaba a Aristóteles
diciendo que el hombre es un poluicum animal el civile. A primera vista podría parecer
que Santo Tomás explicaba el pensamiento de Aristóteles, mientras que Egidio
Romano se limitaba a utilizar un término redundante (politicum es, después de todo,
un helenismo para decir civtle). Por ello, la aparición de las palabras «social» y «civil»
merece ser introducida y explicada.

La primera diferencia es que el sociale animal no coexiste junto al politicu, animal:


estos términos no se refieren a dos facetas del mismo hombre, sino a las
antropologías que se sustituyen la una a la otra. La segunda diferencia que iremos a
precisar ahora es que en todo el discurso desarrollado hasta ahora política y lo político
no se perciben ya verticalmente, en una proyección altimétrica que asocia la idea de
política con la idea de poder, de mando, y en último término de un Estado subordinado
a la sociedad.

LA AUTONOMÍA POLITICA

Cuando se mantiene cuatro tesis: primero que la política sea distinta; segundo, que la
política sea independiente, es decir, que siga sus propias leyes, planteándose,
literalmente, como sus propias leyes propias; tercero, que la política sea
autosuficiente, es decir, que sea autárquica en el sentido de que se baste para
explicarse a sí misma; cuarto, que la política sea una causa primera, una causa que
genera no sólo a la misma política, sino también, dada su supremacía, a todo el resto
En rigor, esta última tesis sobrepasa el concepto de autonomía, pero constituye una
posible implicación de éste. Puede también precisarse que la segunda y la tercera
tesis suelen ir juntas con frecuencia, aunque, en rigor, el concepto de autonomía debe
diferenciarse del de autarquía.

Pero decir que la política es distinta equivale a plantear una condición necesaria,
aunque no es suficiente. Sin embargo, toda la continuación del discurso está
estrechamente condicionada por este punto de partida; ¿Distinta de qué? ¿De qué
modo? ¿Y hasta qué punto?

Maquiavelo plantea a la política como distinta a la moral y a la religión. Moralidad y


religión son elementos esenciales de la política.

También declara la diversidad de la política de la moral; apunta también a una


afirmación de autonomía: la política tiene sus leyes y hay leyes que el político tiene
que aplicar.

EL DESCUBRIMIENTO DE LA SOCIEDAD

Según el texto precisar la diferencia entre Estado y sociedad.es realmente muy difícil
ya que hasta ahora no se ha encontrado la diferencia entre la estera de la política y la
esfera de la sociedad. Liberando entonces la idea de sociedad de los múltiples lazos
que la atan, la realidad social como una realidad independiente y autosuficiente

Hay que ser claros: la «sociedad» no es el demos, no es el pópulos. Como pilar


principal y operante, el demos desaparece con la «democracia». Y puesto que la
República romana no fue nuncauna democracia,el pópulosde los romanos no fue
nunca el demos de los griegos. Una vez caída laRepública, elpópulosse convierte en
una ficción jurídicaen. Por otra parte, el pensa- miento romano y el medieval no
expresaban en modo alguno una idea autónomade sociedad. La sociedad se
configuraba como una civilis societas ycomo una iuris societas. A esta mezcla el
pensamiento medieval se añadió una fuertecaracterización organicista, que volvía a
comprender la sociedad originando el mundofeudal, el mundo de los grupos y las
corporaciones.

Locke se le atribuye la formulación de la idea de sociedad. Sin embargo esta


atribución afecta la doctrina contractualista, en su conjunto, y en particular a la
distinción de los contractualistas entre pactum. subiectionisy pactumsocietatis. La idea
de sociedad no es una idea que se formula y afirma en los acontecimientos
revolucionarios. Es más bien una idea de paz que pertenece a la fase tardía
contractualista de la escuela del derecho natural. No es la revuelta contra el soberano,
sino el «contrato» con el soberano, que se estipula en nombre de un Contrayente
llamado «societario», y por esta vía, sociedad. ¿Sin embargo, no es esta sociedad
que se califica en el «contrato social» todavía, y a su vez, una ficción jurídica

La autonomía de la sociedad en sus relaciones con el Estadopresupone otra


separación la de la esfera económica. La división de lo social y K político pasa a
través de la diferenciación entre política y economía. Esta es la via principal. Hoy en
día los sociólogos en busca de antecedentes citan a Montesquieu.

Pero deberían recurrir a adán Smith, Ricardo porque ellos son los que muestran cómo
la vida asociada prospera y se desarrollacuando el Estado no interviene.

Por consiguiente, son los economistas del siglo XVIII-XIX los que dan a conocer,la
realidad social, de una sociedad que vive y se desarrolla según sus normas.

Aquí Montesquieu y Locke plantean el constitucionalismo liberal, son considerados


como precursores de modo indirecto.

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