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2. ¿Qué similitudes y diferencias encuentra entre las dos piezas y a qué pueden deberse? Contextualizar históricamente y
vincular con lo visto.
3. Relacionar el texto 3 con lo visto sobre el Popol Vuh. ¿A qué puede deberse esta similitud? Contextualizar y vincular con
lo visto sobre el mundo maya.
1. Lope de Vega 2. Sor Juana Inés de la Cruz
Cuando imagino de mis breves días Este que ves engaño colorido,
los muchos que el tirano amor me debe, que del arte ostentando los primores,
y en mi cabello anticipar la nieve, con falsos silogismos de colores,
más que los años, las tristezas mías, es cauteloso engaño del sentido;
veo que son sus falsas alegrías 5 este, en quien la lisonja ha pretendido
veneno que en cristal la razón bebe, excusar de los años los horrores,
por quien el apetito se le atreve, y venciendo del tiempo los rigores
vestido de mil dulces fantasías. triunfar de la vejez y del olvido,
¿Qué hierbas del olvido ha dado el gusto es un vano artificio del cuidado,
a la razón, que sin hacer su oficio 10 es una flor al viento delicada,
quiere contra razón satisfacelle? es un resguardo inútil para el hado,
Todo tras sí lo lleva el año breve Miró Celia una rosa que en el prado
de la vida mortal, burlando el brío ostentaba feliz la pompa vana
al acero valiente, al mármol frío, y con afeites de carmín y grana
que contra el tiempo su dureza atreve. bañaba alegre el rostro delicado;
Aún no ha nacido el pie cuando se mueve y dijo: -Goza, sin temor del Hado 5
camino de la muerte, donde envío el curso breve de tu edad lozana,
mi vida oscura: pobre y turbio río pues no podrá la muerte de mañana
que negro mar con altas ondas bebe. quitarte lo que hubieres hoy gozado;
Hace mucho tiempo en las tierras de los mapuche se levantó del mar una enorme serpiente y comenzó a gritar “kai, kai, kai”
cada vez más fuerte y más agudo. Esta serpiente provocó una lluvia que se transformó en tormenta, y luego en diluvio,
inundando toda la tierra.
Para salvarse los mapuche subieron a la punta de los cerros. Cuando no podían subir más oyeron una voz que venía del fondo de
la tierra que decía “treng, treng, treng”. Era la serpiente divina que venía a auxiliarlos. Así comenzó una batalla entre Kai Kai y
Treng Treng. Mientras Kai Kai chillaba más fuerte, Treng Treng hacía temblar la tierra y la levantaba más y más. Viéndose
vencida, Kai Kai se hundió en las profundidades del mar, donde no se la volvió a ver.
Desde entonces, cuando tiembla y los maremotos inundan la tierra o cuando llueve demasiado y suben las aguas de los ríos y
lagos, los mapuche oyen el grito de kai Kai. Afortunadamente, ahora Treng Treng ya está alerta, de manera que antes que kai Kai
haga daño al pueblo mapuche, la hace callar con su sonido sordo que hace crecer la tierra.
1. Analizar formal y retóricamente los poemas 1 y 2.
2. ¿Qué similitudes y diferencias encuentra entre las dos piezas y a qué pueden deberse? Contextualizar históricamente y
vincular con lo visto.
3. Relacionar el texto 3 con lo visto sobre el Popol Vuh. ¿A qué puede deberse esta similitud? Contextualizar y vincular con
lo visto sobre el mundo maya.
1. Luis de Góngora 2. Sor Juana Inés de la Cruz
Muestra sentir que la baldonen por los aplausos de su
Menos solicitó veloz saeta habilidad
destinada señal, que mordió aguda;
agonal carro por la arena muda
no coronó con más silencio meta, ¿Tan grande, ¡ay, hado!, mi delito ha sido
que por castigo de él o por tormento
que presurosa corre, que secreta no basta el que adelanta el pensamiento
a su fin nuestra edad. A quien lo duda, sino el que le previenes al oído?
fiera que sea de razón desnuda,
cada sol repetido es un cometa. Tan severo en mi contra has procedido, 5
que me persuado de tu duro intento,
¿Confiésalo Cartago y tu lo ignoras? a que sólo me diste entendimiento
Peligro corres, Licio, si porfías porque fuese mi daño más crecido.
en seguir sombras y abrazar engaños.
Dísteme aplausos para más baldones,
Mal te perdonarán a ti las horas; subir me hiciste, para penas tales; 10
las horas, que limando están los días, y aun pienso que me dieron tus traiciones
los días, que royendo están los años.
penas a mi desdicha desiguales
porque viéndote rica de tus dones
nadie tuviese lástima a mis males.
3. En el principio sólo existía un océano infinito, Nun, que contenía todos los elementos del Universo. No existían ni el Cielo ni
la Tierra, y los hombres aún no habían nacido. No había vida ni muerte. El espíritu del mundo se hallaba disperso en el caos,
hasta que tomando conciencia se llamó a sí mismo; así nació el dios Ra.
Ra estaba solo; creó de su aliento al aire, Shu, y de su saliva a la humedad, Tefnut, y los mandó a vivir al otro lado de Nun.
Después hizo emerger una isla donde poder descansar; la llamó Egipto. Y como surgíó de las aguas, viviría gracias al agua; así
nació el Nilo.
Ra fue creando a las plantas y los animales a partir de Nun. Entretanto, Shu y Tefnut tuvieron dos hijos, a los que llamaron Geb
(Tierra) y Nut (Cielo). Geb y Nut se casaron; así, el cielo yacía sobre la tierra, copulando con ella. Shu, celoso, los maldijo y los
separó sosteniendo al cielo sobre su cabeza, y sujetando a la tierra con sus pies; aún así, no pudo evitar que Nun tuviera hijas, las
estrellas.
Ra había enviado a uno de sus ojos a buscar a Shu y Tefnut. Pero cuando regresó, otro ojo había ocupado su lugar. El primer ojo
comenzó a llorar, hasta que Ra lo colocó en su frente, creando así al Sol.
De las lágrimas del primer ojo nacieron los hombres y las mujeres, que habitaron en Egipto.
Y todas las mañanas, Ra recorría el cielo el cielo en una barca que flotaba sobre Nun, transportando así al Sol. Cada noche, Nut
se lo tragaba, y Ra continuaba su viaje por el Infierno; si lo atravesaba, volvía a nacer de Nut, dando origen a un nuevo día.
(Mito egipcio)
1. Analizar formal y retóricamente los poemas 1 y 2.
2. ¿Qué similitudes y diferencias encuentra entre las dos piezas y a qué pueden deberse? Contextualizar históricamente y
vincular con lo visto.
3. Relacionar el texto 3 con lo visto sobre el Popol Vuh. ¿A qué puede deberse esta similitud? Contextualizar y vincular con
lo visto sobre el mundo maya.
1. Francisco de Quevedo 2. Sor Juana Inés de la Cruz
Finjamos que soy feliz,
Poderoso caballero triste pensamiento, un rato;
es don Dinero. quizá prodréis persuadirme,
aunque yo sé lo contrario,
Madre, yo al oro me humillo:
que pues sólo en la aprehensión
él es mi amante y mi amado, dicen que estriban los daños,
pues de puro enamorado, si os imagináis dichoso
de continuo anda amarillo; no seréis tan desdichado.
que pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero, Sírvame el entendimiento
poderoso caballero etc. etc. alguna vez de descanso,
y no siempre esté el ingenio
Nace en las Indias honrado, con el provecho encontrado.
donde el mundo le acompaña,
Todo el mundo es opiniones
viene a morir en España de pareceres tan varios,
y es en Génova enterrado; que lo que el uno que es negro
y, pues quien le trae al lado el otro prueba que es blanco.
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero etc. etc. A unos sirve de atractivo
lo que otro concibe enfado;
Es galán, y es como un oro; y lo que éste por alivio,
aquél tiene por trabajo.
tiene quebrado el color;
persona de gran valor,
tan cristiano como moro; (...)
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero etc. etc.
(...)
3. El sol y la luna – Eduardo Galeano
Al primer sol, el sol de agua, se lo llevó la inundación. Todos los que en el mundo moraban se convirtieron en peces. Al segundo
sol lo devoraron los tigres.
Al tercero lo arrasó una lluvia de fuego, que incendió a las gentes.
Al cuarto sol, el sol de viento, lo borró la tempestad. Las personas se volvieron monos y por los montes se esparcieron.
Pensativos, los dioses se reunieron en Teotihuacán.
—¿Quién se ocupará de traer el alba?
El Señor de los Caracoles, famoso por su fuerza y su hermosura, dio un paso adelante.
— Yo seré el sol —dijo.
—¿Quién más?
Silencio.
Todos miraron al Pequeño Dios Purulento, el más feo y desgraciado de los dioses, y decidieron:
—Tú.
El Señor de los Caracoles y el Pequeño Dios Purulento se retiraron a los cerros que ahora son las pirámides del sol y de la luna.
Allí, en ayunas, meditaron.
Después los dioses juntaron leña, armaron una hoguera enorme y los llamaron.
El Pequeño Dios Purulento tomó impulso y se arrojó a las llamas. En seguida emergió, incandescente, en el cielo.
El Señor de los Caracoles miró la fogata con el ceño fruncido. Avanzó, retrocedió, se detuvo. Dio un par de vueltas. Como no se
decidía, tuvieron que empujarlo. Con mucha demora se alzó en el cielo. Los dioses, furiosos, lo abofetearon. Le golpearon la
cara con un conejo, una y otra vez, hasta que le mataron el brillo. Así, el arrogante Señor de los Caracoles se convirtió en la luna.
Las manchas de la luna son las cicatrices de aquel castigo.
Pero el sol resplandeciente no se movía. El gavilán de obsidiana voló hacia el Pequeño Dios Purulento:
—¿Por qué no andas?
Y respondió el despreciado, el maloliente, el jorobado, el cojo:
—Porque quiero la sangre y el reino.
Este quinto sol, el sol del movimiento, alumbró a los toltecas y alumbra a los aztecas. Tiene garras y se alimenta de corazones
humanos.