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Johann Georg Locher era un astrónomo alemán del siglo XVII que ha pasado a la

historia como un despistado y fanático partidario de la desacreditada teoría


geocéntrica del Sistema Solar; un defensor a ultranza de la interpretación del
astrónomo clásico Ptolomeo que encajaba a la perfección con las enseñanzas
religiosas de la época. Como tal el alemán criticó las interpretaciones
copernicanas de Galileo, que a su vez ridiculizó sus ideas en su clásica obra
‘Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo’; como consecuencia Locher pasó
a la historia como un reaccionario apegado al pensamiento escolástico y religioso
en contra de la cosmología avanzada y moderna de Galileo: un ejemplo más de teorías
acientíficas superadas por la fría luz de la ciencia basada en datos, un cuento
moral sobre la superioridad de la razón sobre la fe. Pero la interpretación es
falsa, y sesgada, y nos permite sacar interesantes conclusiones sobre cómo avanza
la ciencia en realidad.

Las objeciones de Locher a las interpretaciones de Galileo no sólo eran respetuosas


con el trabajo del italiano y con sus observaciones, sino que estaban basadas en
datos científicos: la teoría copernicana no permitía explicar algunos fenómenos
observados en la época. Uno era el diferente tamaño aparente de las estrellas que
implicaban conceptos impensables como soles mucho mayores que el nuestro situados a
distancias inimaginablemente grandes. Pero también las detalladas observaciones de
las lunas de Júpiter encajaban a la perfección en los epiciclos ptolemaicos; Locher
fue tan lejos como para admitir que era posible que algunos de los planetas (como
Venus) orbitasen alrededor del sol, que a su vez rotaría alrededor de una Tierra
inmóvil. Con los datos y observaciones de la época las críticas del alemán eran
perfectamente justificadas, como demuestra la académica saña con las que las
despachó Galileo, sin citar siguiera al crítico por su nombre.

Hoy mitificamos la historia de Galileo como una avance basado en datos desplazando
una teoría cimentada en textos religiosos, y sabemos que Locher estaba equivocado.
Pero lo cierto es que entonces los datos que apuntalaban a Copérnico podían ser
interpretados de varias formas, y que algunos fenómenos no se podían explicar; el
aparente distinto tamaño de las estrellas resultó ser una ilusión óptica, y las
distancias que separan estrellas y planetas son en verdad enormes. La cuestión es
que la aceptación de la teoría heliocéntrica no fue un simple reemplazo de una idea
errónea gracias al poder de datos superiores: racionalmente Locher tenía razón en
sus críticas. A menudo las nuevas teorías carecen del poder de explicar todo lo que
las viejas teorías que reemplazan eran capaces de explicar.

Al final los científicos son seres humanos, y como todos nosotros desarrollan apego
por sus teorías y tienen intereses más allá de la pura contemplación objetiva del
cosmos como carreras profesionales y vidas privadas. El reemplazo de una teoría por
otra conlleva avances y retrocesos profesionales, reputaciones que suben y que
bajan, ganadores y perdedores; por eso a menudo no es un proceso limpio y elegante.
Las nuevas teorías a veces conllevan un cierto componente de fe, en el sentido de
que son apoyadas incluso cuando aún no son capaces de explicar todos los datos; y
las viejas teorías a veces se defienden con la ferocidad y falta de compasión de
quienes tienen mucho que perder. En el reemplazo de una teoría por otra no sólo
cuentan los datos: también las escuelas y los egos. Una de las mejores
características de la ciencia como empeño común es precisamente que las personas y
las carreras pueden retrasar, pero nunca evitar la adopción de nuevas ideas cuando
éstas explican mejor la realidad, incluso cuando en su etapa de inmadurez resultan
frágiles. El avance del conocimiento no es una sucesión de heroicas luchas entre
paladines armados de datos y fieros dragones de la ignorancia, sino algo mucho más
complejo y en el fondo humano.

Sobre el autor: José Cervera (@Retiario) es periodista especializado en ciencia y


tecnología y da clases de periodismo digital.

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