Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
5
Katz, Claudio, «Bajo el imperio del capital», Escaparate Ediciones, Santiago, 12015, p. 7 y ss.
capitalismo», de 1916. Se trata de una etapa en que los Estados nacionales capitalistas
crecen económicamente en sus metrópolis, lo que incentiva el imperialismo en la forma del
colonialismo –especialmente el colonialismo inglés (Egipto, 1882; Sudáfrica, 1899-1902).
En términos económicos, las metrópolis se cierran desde el libre comercio al
proteccionismo, pero se vuelcan hacia afuera en la aventura colonial buscando la
ampliación de sus mercados –para subsanar el bajo consumo metropolitano producido por
la desigualdad capital/trabajo: aumento de la explotación, concentración de capital (tesis de
Rosa Luxemburgo)–, pero también para conquistar fuentes de recursos naturales –por cuya
disputa se generaban los conflictos entre potencias imperiales– y exportar capitales
industriales y financieros (tesis de Lenin). Este proceso de colonización económica se daba
apuntalado por un clima cultural caracterizado por el nacionalismo, el militarismo y el
racismo, todo ello articulado por un discurso colonialista que, condensado en el mito de la
superioridad europea, naturalizaba la expansión colonial en nombre de la agencia
civilizadora (evangelización, educación, mejoramiento de la raza, superación del
subdesarrollo). El colonialismo imperial es así consecuencia de la dinámica del capitalismo,
que como tal implica militarismo y armamentismo para consolidarse metropolitanamente y
territorializarse en expansiva, con los choques interimperiales que ello conlleva. Es en este
contexto que, entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, se da una ruptura de los
equilibrios imperialistas europeos –el auge de Inglaterra, el retroceso de Francia y el avance
de Alemania que contrarresta su llegada tardía al reparto del mundo con acciones militares
desenfrenadas–, produciéndose el desenlace de la primera guerra mundial entre potencias
imperiales.
Las disputas por los mercados y los abastecimientos de la periferia persisten, pero ninguna potencia
está dispuesta a poner en riesgo la continuidad del capitalismo con agresiones que fracturen el bloque
de las economías desarrolladas.7
6
Katz, opus cit., p. 33 y ss.
7
Ibídem, p. 46.
8
El imperialismo capitalista-estatal clásico implicaba más conflicto internacional (guerras mundiales entre
imperios) que formas de asociación capitalista transnacional (gestión imperialista-colectiva –“global”– de la
economía capitalista y de la guerra para territorializarla). Mientras el colonialismo geopolítico clásico
implicaba rivalidad bélica interimperial, el colonialismo geoeconómico neoliberal implica gestión colectiva
interimperial. De modo que, en síntesis, los tres factores que permiten distinguir al actual imperialismo
neoliberal del imperialismo clásico son: 1) el actual es un imperialismo colectivo en términos de gestión (tesis
de Samir Amin), pero bajo el comando de los Estados Unidos –al menos hay una preponderancia de las
guerras gestionales comunes por sobre las guerras hegemónicas de cada potencia–; 2) lo que liga esta gestión
imperial colectiva es, en el fondo, una asociación económica entre los países imperialistas; 3) las tensiones
entre las potencias imperiales ya no conducen a enfrentamientos militares entre los miembros de ese
imperialismo colectivo.
característica de la era neoliberal es la multipolaridad: han surgido Rusia y China como
polos de acumulación capitalista, insubordinados militarmente respecto de Estados Unidos,
pero interpenetrados económicamente con la superpotencia –lo que tiene un rendimiento de
subsunción de la geopolítica militar en la geoeconomía capitalista.
9
Sassen, Saskia. «Una sociología de la globalización», traducción del inglés al español por María Victoria
Rodil, Editorial Katz, Buenos Aires, 12007, p. 205 y ss.
políticas.10 Pero sucede que la guerra ha mutado, en un arco que va desde las clásicas
guerras interestatales hasta las actuales y difusas guerras gestionales transnacionales. En
tanto las guerras son producidas por la lógica de la geoeconomía, los refugiados son
migrantes que buscan un mejor horizonte económico lejos de las guerras –no habría
existido Isis sin la guerra de Irak, que a su vez se inscribe en la gramática geoeconómica de
la guerra gestional euro-norteamericana por la administración y explotación de espacios
económicos estratégicos–, así como los migrantes son refugiados en virtud de su
desplazamiento forzado por las condiciones económico-políticas de sus países de
procedencia –piénsese en Haití. Tanto los migrantes como los refugiados son figuraciones
de una vida residual cuya inclusión/exclusión está sujeta a cálculo económico y decisión
política, en un nudo inextricable.
10
Cfr. documento del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR),
«Introducción a la Protección Internacional», informe de enero de 2005, p. 9 y ss. La distinción entre
“inmigrantes” y “refugiados” hace posible, en las fronteras, discriminar jurídicamente entre aquellos a quienes
se deja entrar en virtud de obligaciones contraídas por tratados internacionales vinculantes (la figura del
refugiado) y aquellos a quienes se puede o dejar entrar o dejar fuera de acuerdo a consideraciones sobre su
calificación para integrarse a la gramática económica del país de destino y no transformarse en “carga social”
(la figura del inmigrante). La desactivación de esta distinción categorial apunta políticamente a un
posicionamiento favorable al libre tránsito transfronterizo, frente a la discriminación arbitraria que tal
distinción hace posible en las fronteras debido al carácter altamente indiscernible entre las dimensiones
políticas y económicas de la situación de quienes se desplazan en el mundo contemporáneo.
subsumida en el primero. Circulación ilimitada de capitales, circulación administrada de
poblaciones.