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intellectus et rei, esto es, la verdad es la adecuación entre el entendimiento y la cosa. Esa
fórmula se volvió canónica a partir de Santo Tomási, pero se remonta a Aristóteles, quien
habla de una homoíosis de las afecciones del alma y las cosasii, si no es que a Platón. La
definición no se pierde con la Modernidad, ya que nada menos que Kant la da por supuestaiii.
Tenemos, pues, una noción de verdad como adecuación, concordancia o conveniencia que se
entendimiento.
sólo llega hasta Hegel, sino que ella moldea todo su pensamiento. En otros términos, en su
de sorprender, porque Hegel es conocido por no aislar el conocimiento, sino que su teoría del
momento de la identidad de los opuestos sería nada menos que el momento de la verdad. En
¿Dónde encontramos aquello que señala la vieja definición, qué son intellectus et rei
en Hegel? Creemos que Hegel se apropia de esos dos elementos bajo muchas
diferentes momentos del sistema. Nosotros empezaremos por dar algunos ejemplos que nos
parecen especialmente importantes. Comencemos con el más obvio, pero también el primero
en el despliegue del sistema, si es que uno cree que la Fenomenología del espíritu es el
dialéctica de substancia y sujeto. Así lo declara el propio Hegel en el Prólogo, “todo depende
misma medida como sujeto.”iv De ese modo, tenemos casi textualmente la vieja definición de
la verdad, ya que se concederá que substancia equivale aquí a cosa y sujeto, a entendimiento.
Toda la vida del Espíritu descripta en la Fenomenología no es otra cosa que la sucesión de
diferentes modos en que fracasa la conveniencia entre intelecto y cosa, esto es, de substraerse
pues la primera parte de él corresponde a la ciencia del pensamiento puro, mientras que el
texto, por ejemplo, en la última sección, la del Estado, encontramos nuevamente un aspecto
que corresponde al entendimiento (la sociedad civil) y uno que corresponde a la cosa o
Nuestra tesis es aquí que, de las muchas encarnaciones que tienen intellectus et rei en
encontramos que una consideración acerca de forma y contenido aparece de inmediato. Hegel
habla de ella al deslindar la filosofía de otros campos, especialmente de la religión y de lo que
a la “cultura científica” o a las ciencias positivas en que comparten el elemento del conocer y
el pensar, que es un elemento formal y universal. Sin embargo, tiene una gran diferencia con
la filosofía, porque se trata de ciencia de lo finito, en otras palabras, las ciencias positivas
tienen por contenido objetos finitos, mientras que la filosofía tiene un contenido infinito. Este
ambas tienen un objeto racional e infinito, que no es otro que Dios. Pero la filosofía se
diferencia de la religión precisamente porque ésta carece del aspecto formal que la filosofía sí
tiene, mientras que la filosofía es pensamiento puro, la religión se mueve en el elemento más
de un objeto infinito.
religión. El contenido infinito que la filosofía comparte con la religión las preexiste a ambas y
describe a la historia de la filosofía como el contenido infinito buscando darse una forma
infinita, así “lo que impulsa hacia adelante es siempre la dialéctica interna de las formas” y
“[l]o finito no es nunca verdadero (…). Pero la idea interior se encarga de destruir estas
formas finitas; una filosofía que no presente una forma absoluta, idéntica a su contenido,
tiene necesariamente que pasar (…) porque su forma no es la verdadera.”vi Ya vimos que en
vemos entonces que la historia de la filosofía se monta sobre la definición de la verdad como
infinito. Lo que en la Fenomenología eran sujeto y substancia, en este caso son forma y
contenido. Más aún, la historia de la filosofía se monta sobre esa definición, y la meta o télos
de la historia no es otra cosa que esa identidad que Hegel menciona, o sea, la verdad. Dicho
de otro modo, la historia es el pasar y no permanecer de las formas inadecuadas o falsas, sólo
al final de la historia hay verdad. En la medida que hay historia, no hay verdad.
presenta en la historia universal o historia en sentido estricto. Así, cada edad del mundo y
también cada pueblo histórico producen una serie de figuras, todas las cuales expresan su
específica epocalidad, cada una de estas figuras no es otra cosa que el espíritu de un pueblovii.
Hegel llama al contenido que se manifiesta en cada pueblo histórico ‘espíritu del pueblo’viii y
realización, sin embargo, corre por parte de la acción de la voluntad y la pasión, es decir, de
la unificación de ambo. Cosas tales como las costumbres, los mitos, el Estado, la religión, el
arte y la filosofía son figuras que intentan capturar el contenido substancial de su tiempo, o
dicho de otro modo, son los medios por los que el Espíritu se captura y se conoce a sí mismo.
Sin embargo, no son todas estas figuras igualmente adecuadas ni simultáneas. Precisamente
la filosofía es la última figura que produce una cultura, a tal punto que el surgimiento de la
filosofía en un pueblo sólo sucede cuando ese pueblo llega a su decadencia. Las diferentes
figuras que despliega un pueblo histórico en su desarrollo, unas más, otras menos, se
muestran todas unilaterales, finitas. Así, por ejemplo, la religión se mueve en el elemento
pensamiento puro, de la razón que se determina sí misma. Por eso, sólo ella es adecuada para
sentido, la filosofía tiene un lugar dominante, pues ella dice qué es su tiempo. Ahora bien,
esto sólo puede suceder porque también cancela su tiempo, la vida o gesta de un pueblo tiene
el final. Esto no vale sólo para cada pueblo histórico sino también y sobre todo para la
historia universal. La historia universal es la vida del espíritu y su realización. Esto solamente
sucede cuando encuentra su forma en la filosofía también acabada. Cada cultura, cada pueblo,
cada momento de la historia, es una nueva forma que se da el Espíritu y que también deja
particular o subjetivox. Esa no es otra que una versión apenas modificada de la definición
tratamiento a la Lógica. Ahora bien, la verdad así entendida es también el fin final de la
historia. Si cada espíritu de un pueblo es una expresión del Espíritu y es contenido que busca
expresarse, el logro supremo de cada pueblo es contemplar ese contenido. En otras palabras,
el fin de cada pueblo es llevar a la consciencia el contenido espiritual o la idea, esto es, logra
coincidencia consigo mismo, saber aquello que es, pensar su substancia. La historia avanza
entonces hacia la verdad. Pero al mismo tiempo, la verdad excluye la historia, cuando un
terminado su vida histórica. Entonces, cede su lugar a una nueva figura del espíritu, es decir,
figuras, todas las cuales buscan ser la forma adecuada para el contenido que permanece, que
permanece a través de la historia, y lo que se va sucediendo son las diferentes formas que
intentan capturar ese contenido. Este proceso tiene como motor y finalidad la verdad, y el
i
Suma Teológica I, q. 16, artículos 1 y 2.
ii
Por ejemplo, en De interpretatione, I 16a 6, el término aquí es homoiómata, las afecciones del alma
son semejanzas de las cosas.
iii
KrV B82 “La definición nominal de la verdad, a saber, que ella es la concordancia del conocimiento
con su objeto, se concede aquí y se presupone…”
iv
Hegel, G. W. F., Fenomenología del espíritu, FCE, Bs. As., 2009, p. 15 (párrafo 17).
v
Hegel, G. W. F., Lecciones sobre la historia de la filosofía I, FCE, México, 2011, pp. 57 ss.
vi
Hegel, G. W. F., Lecciones sobre la historia de la filosofía I, FCE, México, 2011, p. 40.
vii
Hegel, G. W. F., Filosofía de la historia, Claridad, Bs. As., 2008, p. 66, “la idea del espíritu aparece
en la historia mundial como una serie de formas, cada una de las cuales se manifiesta como un pueblo
de existencia real.”
viii
Hegel, G. W. F., Filosofía de la historia, Claridad, Bs. As., 2008, pp. 47-48.
ix
Ibíd.
x
Hegel, G. W. F., Filosofía de la historia, Claridad, Bs. As., 2008, p. 29.
xi
Hegel, G. W. F., Filosofía de la historia, Claridad, Bs. As., 2008, p. 60.