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Sifones, Diseño y Aplicacion
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MENDOZA
Por supuesto, también los administrados están en su derecho de exigir a los gestores de lo
público que efectúen sus cometidos de acuerdo con las directrices y principios que haya
establecido la colectividad, y que se les explique a aquellos cómo los están ejecutando.
No cabe hablar, sin embargo, de la RSG como un conjunto construido por la intersección de
ambas posiciones, sino de una suma en la que se integran las dos y, como ideal, sería de
esperar que la RSG asumida por los encargados de la administración pública englobara la RSG
prevista por la sociedad civil, de la que sería un subconjunto.
Por supuesto, también los administrados están en su derecho de exigir a los gestores de lo
público que efectúen sus cometidos de acuerdo con las directrices y principios que haya
establecido la colectividad, y que se les explique a aquellos cómo los están ejecutando.
No cabe hablar, sin embargo, de la RSG como un conjunto construído por la intersección de
ambas posiciones, sino de una suma en la que se integran las dos y, como ideal, sería de
esperar que la RSG asumida por los encargados de la administración pública englobara la RSG
prevista por la sociedad civil, de la que sería un subconjunto.
El límite amplio a la RSG estaría definido por los valores éticos de la sociedad en su conjunto,
entre los que cabría considerar, sin ánimo exhaustivo, una amalgama de libertades y
principios: la tolerancia ideológica, la libertad de expresión enfocada a la construcción de una
teoría mejor, la igualdad original de oportunidades para disponer de los recursos comunes, el
respeto a la propiedad y a la libertad personal para elegir la proipa forma de vida (sin
perjudicar a terceros, por supuesto), la solidaridad colectiva ante la desgracia sobrevenida y
la disponibilidad para disfrute responsable de los auxilios sociales, el acceso abierto a la
formación e información básicas orientada a permitir, además de la realización individual, la
mejora de la capacidad colectiva, etc.
Los límites estrictos de la RSG vienen señalados -en la parte de lo infranqueable-, en cada
sociedad, por el Código Penal. Se trata de aquellos artículos por los que se sancionan
determinadas conductas de los gestores públicos.
Esta dicotomía conduce a inmensas paradojas en nuestra aldea global. Existen países en los
que se puede condenar a un dirigente por haber tenido una relación extramatrimonial con
una becaria, elevándolo a la picota del ridículo y despojándolo de su representación, y otros
en los que el enriquecimiento de los que ostentan el poder, de forma directa o indirecta,
concentrando una parte sustancial de las rentas del país, es visto con generosa sumisión.
Sería de desear que se avanzara en una RSG común y, para empezar, que los gobiernos
publicaran sus avances en ese campo comprometedor para los que se desmandan. Por
ejemplo, ayudaría conocer cuáles son las propiedades y bienes de los gestores públicos, y
seguir la evolución de sus carreras una vez que dejen sus cargos.
Pero nos ayudaría aún más estar seguros, de una vez por todas, que la RSG de nuestro país -
de cada país- no tiene conflictos con las RSCs de las empresas y, específicamente, las de los
grandes grupos empresariales.
Y si los tienen, se resuelvan siempre a favor de la RSG, en la que los beneficiarios somos todos.
Siendo deseable que, en cumplimiento de la RSG, se dedique más atención a los que más lo
necesitan y están haciendo cuanto les es posible para solucionar sus carencias, de las que no
podrían ser censurados.
I. BIBLIOGRAFÍA
AUTORIDAD NACIONAL DE AGUA.