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Año: 2019
Usuario: Micaela Ortiz
Facultad de Filosofía y Letras
Carrera: Profesorado de LetrasTeoría y Crítica Literaria 2019
Documento de Cátedra: el estructuralismo –
Autor: Pablo Doti

Estructuralismo

La siguiente comunicación establece un puente con el tema visto en la clase anterior y


es la continuación del apunte acerca del Formalismo. El tema que abordaremos es el
Estructuralismo. La aclaración que les hago viene a colación porque el antecedente más
importante de este movimiento fue el Formalismo ruso. Repasemos algunos conceptos
fundamentales. Esta corriente se desarrollo en tan solo 15 años pero implicó una
profunda renovación en el ámbito de la crítica literaria. Recordemos que la intención
primigenia fue dotar de un carácter más científico a la labor crítica. Para tal fin echaron
mano de las propuestas metodológicas de la naciente Lingüística. Desarrollaron
conceptos como Fábula/trama, automatización/desautomatización, literariedad/función
estética del lenguaje y extrañamiento, entre otras.

Luego de la revolución bolchevique y con la imposición de la crítica de corte marxista


como la hegemonía en Rusia, los Formalistas se reformularon en propuestas
alternativas. Una de las más notorias, y la más importante para el tema que abordaremos,
es el Círculo lingüístico de Praga ya que ellos conformaron el Estructuralismo checo,
antecedente directo del movimiento que se desarrollaría dos décadas después. Debiendo
exiliarse, Roman Jakobson partió a Praga. Allí se relacionó con intelectuales de la época,
en especial con lingüistas y les aportó los principios fundamentales del Formalismo. Así se
abocaron a integrar los estudios de la lengua con los literarios. Camino que ya había
empezado a esbozarse con los formalistas. En el primer congreso de filólogos eslavos,
celebrado en Praga en 1929, Mukarowsky, en la ponencia Sobre la poética contemporánea
expuso la tesis de que era necesario hacer un estudio del lenguaje poético, mediante un
recorte sincrónico, detenido en analizar las perspectivas lingüísticas como la autonomía del
signo. Afirma en su escrito que la lengua poética actualiza al signo lingüístico al alterar su
significado en el uso cotidiano.

Texto resaltado: La obra poética es una estructura funcional y los diferentes elementos
no pueden estar comprendidos fuera de su relación con el conjunto. Elementos
objetivamente idénticos pueden revestir en estructuras diversas funciones
absolutamente diferentes (p39). Fin del resaltado.

Los estructuralistas checos también toman la idea de que el lenguaje literario destaca el
valor autónomo del signo lingüístico y el principio de automatización y
desautomatización por el que los textos adquieren funciones y renuevan procedimientos.
Así quedan establecidos dos campos de trabajo, por un lado, el análisis de la lengua
literaria y sus especificidades y, por el otro, el estudio de la lengua estándar y sus
particularidades. Mukarowsky parte de la función comunicativa de los textos literarios y
establece un concepto de Función estética que se relaciona con la recepción de la obra.
Es este un acercamiento fundamental hacia los aspectos extrínsecos al texto. En 1935
formula el postulado que define la función estética como una fuerza en constante
movimiento que transforma los grados de percepción de una misma obra. Ya no es una
categoría estática que sirve para analizar el texto, sino que se refleja en él y varía de
acuerdo a los contextos. Dice Mukarowsky:

“Los valores extraestéticos en el arte no son, pues, solo asunto de la obra artística
misma sino también del receptor. Naturalmente, éste aborda la obra con su propio
sistema de valores, con su propia postura frente a la realidad. ” (P. 95.)

La función poética explica como una obra artística se desarrolla dentro de un sistema de
normas que da origen a los valores artísticos que van superponiéndose y quitándose
centralidad en el transcurrir diacrónico. Esta función permite concretar y comprender la
fuerza que va adquiriendo a través de distintos contextos interpretativos. Otro concepto
que afirman los estructuralistas checos, con Mukarowsjy a la cabeza, es el de
Estructura. Entienden el concepto como un todo dinámico que no es autónomo sino
que depende, para sus cambios, de las transformaciones que los receptores tienen en
cuanto grupo social. Tales cambios se reflejan en las obras artísticas. De ahí que sean un
todo dinámico. Cabe aclarar que la consideración funcional del objeto artístico es uno
de los legados capitales del estructuralismo checo puesto que implica una nueva
concepción de la obra como una estructura en la que resultan puestas de manifiesto las
relaciones entre los componentes con el todo y viceversa.

Otro representante fue Roman Ingarden. Formado en la fenomenología adhiere, como


Mukarowsky, a la dimensión material y la dimensión estética del objeto artístico pero él
se centra en la material para estudiar la relación que establece con el lector. Ingarden es
considerado uno de los pioneros de las teorías de la recepción. Entiende a la obra literaria
como un objeto intencional y heterónomo, lo que la independiza de las
objetividades reales como de las ideales, al estar relacionada con un acto concreto de
conciencia. Nota: En la fenomenología, el mundo se percibe sólo a través de la
conciencia, excluyendo todo lo externo a las experiencias inmediatas. Por eso es la
ciencia de los fenómenos puros. Es decir que no podemos estar seguros de la existencia
de las cosas independientes de nosotres, pero sí de cómo se presentan en la conciencia.
Por ende, la conciencia juega un rol activo: no registra el mundo de manera pasiva sino
que lo constituye. Para Husserl y otros fenomenólogos, el objeto no existe sin el sujeto
humano para contemplarlo. Pone a la persona en una posición central y creadora del
universo. Un ejemplo común es si un árbol cae en un bosque y no hay testigos, es como
si no hubiera pasado. fin de la nota.

“La obra literaria, en cuanto tal, es una formación puramente intencional que tiene la
fuente de su ser en actos de conciencia creativos de su autor, y cuyo fundamento físico
está en el texto escrito o en cualquier otro medio físico de posible reproducción.” (En:
Concreción y reconstrucción P. 36)

La síntesis entre el pensamiento de Mukarowsky e Ingarden lo representa Felix


Vodicka. Le concede máxima importancia a la realidad histórica a la que se enfrenta el
texto y la repercusión que esas oposiciones tienen en la creación literaria. Vodicka
plantea una historia de la literatura que estudie la recepción y el uso concreto que se ha
hecho de las obras. En fin, para cerrar esta evocación del Círculo lingüístico de Praga,
podríamos decir que las dos aportaciones fundamentales del Estructuralismo checo a la
crítica literaria consisten en la concepción semiológica del arte y el tratamiento
funcional de la lengua poética.

El estructuralismo, como su nombre lo sugiere, se interesa por el estudio de las leyes


generales que regulan fenómenos individuales. Busca establecer normas, o mejor dicho,
estructuras que sean aplicables para caracterizar los textos literarios. Convendría decir,
desde ya, que el Estructuralismo es una confluencia de métodos lingüísticos de la más
diversa índole. Toma conceptos e ideas desde Saussure (1857 - 1913) hasta Chonsky
(1928 - ) que son encausadas por planteamientos antropológicos. Así se constituye una
gama de alternativas cuya figura más visible es Roland Barthes (1915 - 1980) ya que
define una visión estructuralista global sobre la que se asentará la Nouvelle critique. Tal
es lo que sucede en Francia.

En EEUU también se agita las aguas de la crítica literaria con los aportes de un
sobreviviente: Roman Jakobson. Exiliado allá, en 1958 expone la famosa conferencia
que significó un hito y disparador del “estructuralismo poético” (Gómez Redondo. P.
189). Retomaremos este hito más adelante. Simultáneamente estaba apareciendo la
Gramática generativo transformacional de Noam Chomsky que abriría nuevas vías de
acceso al texto literario. Nota: En 1958, Roman Jakobson es invitado a pronunciar el
discurso de clausura del congreso acerca del estilo en el lenguaje, que tuvo lugar en
Bloomington, en la Universidad de Indiana. Su ponencia lleva por título “ Lingüística y
poética. Expone allí las formulaciones desarrolladas en los campos de la información,
comunicación y cibernética, para elaborar un modelo que propone varias funciones del
lenguaje. El objetivo es relevante si percibimos su total dimensión: la delimitación
lingüística de lo poético. Fin de la nota.

El estructuralismo lingüístico de Saussure fue, sin duda, fundamental para el nacimiento


de la corriente que estamos revisando. Las oposiciones binarias de Lengua/Habla,
Diacronía/sincronía, plano sintagmático/ plano paradigmático, significado/significante y
el más importante, tal vez, modelo/estructura. En especial parte de las influencias y
propuestas que los lingüistas del Círculo de Praga hicieron. Destacando entre ellas la
Fonología, inaugurada por Trubetzkoy, porque sentó las bases para que el
Estructuralismo fuera entendido como un método aplicable a cualquier actividad del
conocimiento humano. Pero ¿cómo definimos a una estructura? Una estructura implica
la fijación de un sistema integrado por constituyentes funcionales, que pueden
reconocerse por agrupar unidades que lo caracterizan y concretan, a la vez, los niveles
que han intervenido en su formación; este es el proceso que un análisis puede recocer y
abstraer. Nota: Ciencia nacida por los aportes de Saussure y, en especial, a partir de la
sistematización que hicieron sus discípulos de los apuntes del maestro y concretada por
el Círculo lingüístico de Praga. La Fonología vino a demostrar que el concepto de
estructura era aplicable a cualquier campo de la esfera humana. fin de la nota.

Veamos a los teóricos más significativos del Estructuralismo.

Claude Levi-Strauss es sin duda uno de los fundamentales. Se abocó a la tarea de


delimitar la mente humana a través de las diferentes formas culturales que ella ha
producido.

Desde 1941 Levi Strauss se encontraba viviendo en Nueva York. Allí había conocido a
Jakobson. Si bien aquel ya tenía constituido un método de investigación, conocer a
Jakobson le permitió acercarse a una disciplina constituida que poseía una serie de
conceptos y herramientas descriptivas capaces de ser aplicados a otras esferas de la
cultura humana. Así lo demuestra en su artículo El análisis estructural en la Lingüística
y en la Antropología donde, haciendo uso del repertorio de la Fonología, analiza las
relaciones de parentesco. Al igual que los fonemas, con su grado de significación
semántica, se comportan los grados de parentesco ya que también tienen significados.
Dice en su artículo:

“Se abren entonces nuevas perspectivas. No se trata ya de una cooperación ocasional


por la cual el lingüista y el sociólogo, trabajando cada uno en su rincón se arrojan de
tanto en tanto aquello que cada uno encuentra y que puede interesar al otro. En el
estudio de los problemas de parentesco (y sin duda también en el estudio de otros
problemas), el sociólogo se encuentra ante una situación similar a la del lingüista
fonólogo: como los fonemas, los términos de parentesco son elementos de significación;
como ellos adquieren esa significación sólo a condición de integrarse en sistemas.” (P.
32)
Demuestra así que el aprovechamiento de las oposiciones binarias y de los rasgos distintivos
se puede aplicar a otros campos distintos de la Lingüística.
Roland Barthes es otro imprescindible entre los teóricos del Estructuralismo. Una de las
características de este autor es la revisión constante a la que somete su pensamiento.
Tanto es así que ninguna de sus propuestas, por motu propia, ya que las revisa, reformula
y contradice; llega a ser escuela. Por eso es que se habla de diversos momentos en el
pensamiento de Barthes. Nosotros, chiquxs queridxs, nos vamos a situar en la primera
etapa, esa en la cual incursiona en el Estructuralismo. En esta época uno de sus temas
fundamentales es cómo deben asimilarse historia y la lengua literaria. En El grado cero
de la escritura afirma que el estilo de un escritor, manifestado en la forma de escritura,
solo puede comprenderse en la conexión sociedad creación. El texto literario es fruto de
una realidad lingüística que nunca puede ser imparcial porque lleva en sí misma un modo
de ver las cosas, de comprenderlas. En buena medida, lo que Barthes intentaba, era
desmontar semiológicamente un lenguaje ideológico y naturalizado cuyas imposturas
habían alcanzado el grado de mito mediante el uso de las técnicas estructuralistas,
puntualmente la metodología de Claude Levi Strauss.

En 1966 publica Crítica y verdad, obra capital del Estructuralismo ya que funciona
como manifiesto y funcionará como núcleo de los jóvenes críticos. El texto nació a
partir del ataque furibundo de Robert Picard en el ensayo Nueva crítica o nueva
impostura. Inquieto, Barthes, hacia 1963, revisa los aportes históricos de la crítica
francesa. El Marxismo de Goldman, el Existencialismo de Sartre, el Psicoanálisis de
Bachelard y el Estructuralismo de Levi Straus. Con ninguno se casa, de todos saca algo.
Y afirma que la crítica no debe buscar verdades porque eso implica prejuicios al
acercarse al texto que, en la investigación, solo buscan ser ratificados. Es decir, el
crítico está condicionado de antemano. La única realidad en la cual nuestro crítico cree
es en el lenguaje. La literatura es un lenguaje-objeto y la crítica es un lenguaje que trata
sobre ese lenguaje. Ergo, es un metalenguaje que valida al primero. Dice Barthes:
“Porque si la crítica no es más que un metalenguaje, ello equivale a decir que su tarea
no es en modo alguno la de descubrir “verdades” sino solo “valideces”. En sí, un
lenguaje no es verdadero o falso, es válido o no lo es: válido, es decir que constituye un
sistema coherente de signos” (En ¿Qué es la crítica? Pag. 304)

En 1973, en una entrevista de L'Expres, al responder a la cuestión de qué es la crítica


literaria, Barthes la definió como:

“Una actividad de desciframiento del texto y, al decirlo, pienso sobre todo en la "nueva
crítica", como se ha dado en llamarla. Ya que, en el fondo, la antigua crítica no
descifraba nada y ni siquiera se planteaba el menor problema de desciframiento. La
nueva crítica puede situarse en relación con este horizonte. Análisis de tipo marxista,
análisis de tipo psicoanalítico, temático, existencial, en los estilos más diversos y según
las diferentes vinculaciones ideológicas, el fin será siempre el misrno: tratar de captar
el verdadero sentido del texto, interrogarse sobre sus apariencias para descubrir su
estructura, su secreto, su esencia.”
Nota: En Conversaciones sobre la nueva cultura. Fin de la nota.

Si la literatura no es más que lenguaje, la importancia que la crítica universitaria daba al


mensaje quedaba clausurada. Lo importante no era saber qué dice sino entender el
sistema de signos que se ha empleado para conformar esa obra.

“Desde el momento que al fin se acepta que la obra está hecha con la escritura (y se
sacan de allí las consecuencias), cierta ciencia de la literatura es posible. Su objeto (si
es que algún día existe) no podrá ser otro que imponer a la obra un sentido, en nombre
del cual se daría el derecho de rechazar los otros sentidos.”

La crítica debe ser una ciencia de las formas, capaz de verificar las variaciones de
sentido que la obra ha suscitado, una ciencia que diera cuenta de los modos en que la
obra ha sido recibida y que, en consecuencia, iluminara facetas inéditas del pensamiento
humano.

También en Crítica y verdad Barthes propone que la labor del crítico opera de modo
similar a la del escritor ya que a partir del comentario del texto construye nuevos
significados que operan en la obra y su recepción. Es decir, genera un nuevo discurso
que conduce la lectura. Así la obra, en el paso del tiempo, se va cargando de
significados simbólicos. La crítica literaria constituye un segundo discurso que debe
desechar los sentidos de la obra para centrarse en las formas puesto que no es más que
una “metáfora” de esa obra a la que se acerca. Además hay que tener en cuenta el tercer
discurso que genera la obra que es el del lector, es decir, la lectura es un tercer discurso
que si bien no está escrito, también aporta sentidos. Aunque distintos a los del crítico,
ya que este se aboca al lenguaje y el lector al contenido.

En fin, hacia 1966 el empeño de Barthes está en articular una crítica ajena a la
dimensión de ciencia con que había sido revestida en los círculos académicos. La crítica
no es ciencia porque no quiere traducir la obra que analiza, como mucho, lo que puede
es descubrir algunos de los sentidos que surgen de su forma. Una crítica por ser solo
lenguaje no puede hablar más que del lenguaje.

Otro pensador importante es Louis Hjelmslev (1899 - 1965), quien fue fundador del Círculo
lingüístico de Copenhague. Comenzó en la Fonología y derivó en el Estructuralismo. Desde
ese marco teórico va a proponer la Glosemática. Él propone que la lengua literaria y la
lengua cotidiana no son planos distintos. Es la capacidad del lenguaje de connotar lo que
propicia tal afirmación. Veamos. Él afirma que la connotación estrecha puentes entre las dos
formas del lenguaje (literario y cotidiano) por lo que a la lengua no le cabe solo el denotar
sino rodear esas informaciones con los valores expresivos y complementarios de las
connotaciones que pueden llegar a convertirse en informaciones por sí mismas.

Propone una nueva caracterización del signo lingüístico: el significante se convierte en


el Plano de la Expresión (E) y el significado en el Plano del Contenido (C). A ambos les
cabe una Forma (f) y una Sustancia (S). Demuestra así la relación inseparable que existe
entre el plano de la expresión y el plano del contenido, por la forma que los une. Afirma
que si las connotaciones constituyen un registro de la Lengua y si son solidarias con
cualquier forma del lenguaje denotativo, las dos formas de lenguaje – denotativo y
connotativo – se relacionan entre sí. De hecho, la connotación tiene como expresión a la
vez la forma y el contenido del signo denotativo. Luego, para estudiar la lengua no se
debe abordar solo desde una perspectiva denotativa porque se dejarían de lado
posibilidades de contenido. Así, la lengua literaria no puede ser separada de la lengua
cotidiana. Vale señalar que con estas afirmaciones se abren las puertas al nacimiento de
la pragmática.

Quien vuelve a aparecer por estos lares, amigues, es el crack de Roman Jakobson y su
teoría de la función estética de la lengua. Si bien el concepto había servido para disparar
gran parte de los estudios estructurales del lenguaje, según hemos estado estudiando,
todavía era necesario insertar el concepto en una teoría más amplia. En especial luego
de las propuestas de Hjelmslev en contra de la oposición binaria Lengua
poética/lengua coloquial. Fue así que incardinó la noción de Función poética en una
teoría más amplia de la comunicación lingüística, a fin de distinguir el mensaje de arte
verbal de otra suerte de conductas verbales. Así, traza los seis factores que intervienen
en la comunicación verbal asociados cada uno, además, a una precisa función según el
clásico esquema de la comunicación:

Gráfico: circuito de comunicación verbal.

Referencial: Contexto

Emotiva: Destinador

Poética: Mensaje

Conativa: Destinatario

Fática: Canal

Metalinguística: Código
Lo importante no es la cantidad de funciones que Jakobson establece sino que el orden
que guardan entre ellas porque la estructura verbal del mensaje depende de la función
que predomine. La función poética, no obstante, es la más importante, ya que tiene la
capacidad de proyectar el principio de equivalencia del eje de selección al eje de
combinación. El contexto de esta propuesta es Nueva York, 1958, cuando Jakobson
estaba trabajando con Levi Strauss y fue invitado a pronunciar el discurso de clausura
del Congreso acerca del Estilo en el Lenguaje, que tuvo lugar en Bloomington, en la
Universidad de Indiana. Su ponencia se tituló Lingüística y poética.

La Narratología es conocida como la segunda corriente estructuralista de Francia. Los


estructuralistas dedicaron varios estudios a determinar y caracterizar las composiciones
prosísticas. Uno de sus representantes más importantes es Jean Genette, y Roland
Barthes. Cabe aclarar que la narratología aporta herramientas de análisis valiosas, pero
insuficientes para considerar una obra en su totalidad.

A modo de cierre, se puede agregar que el desplazamiento de un estudio de la literatura


a un sistema literario, si bien podría redundar en una investigación más amplia, no
alcanza con solo entender el sistema, también hay que cuestionar, cambiar, luchar
simbólicamente por las interpretaciones. En el fondo, si hablamos de literatura, siempre
hay una instancia de interpretación, y eso supone un sujeto con intenciones y
socialmente determinado. Por otra parte, el repertorio de elementos analizables en una
obra, están históricamente determinados por las condiciones de
producción/interpretación. Lo que el estructuralismo define como relevante para el
análisis no es natural.

BIBLIOGRAFÍA

Barthes, Roland. “Introducción al análisis estructural del relato. En: CUESTA ABAD,

José Manuel; JIMÉNEZ HEFERNAN, Julián (2005) Teorías literarias del siglo XX. Una

antología. Madrid, Akal., pp. 164-182.

Eagleton, Terry (1988) Una introducción a la teoría literaria. México, FCE.

Gómez Redondo, Fernando (2008). Manual de crítica literaria contemporánea.

Madrid, Castalia.

Selden, Raman (1989). La teoría literaria contemporánea. Barcelona, Ariel.

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