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La identificación y detección de la Violencia de Género es de vital importancia, ya que es un tema

que se desconoce en gran medida, o que no se detecta debido a su naturalización y normalización.


Es por ello que necesitamos estar formados para saber detectar las distintas manifestaciones y
formas, así como dicha normalización. Asimismo es necesario establecer criterios de prevención e
intervención. La violencia de género es la violencia misógina contra las mujeres por el hecho de ser
mujeres ubicadas en relaciones de desigualdad de género: opresión, exclusión, subordinación,
discriminación, explotación y marginación. Las mujeres son víctimas de amenazas, agresiones,
maltrato, lesiones y daños misóginos. Las modalidades de la violencia de género son: familiar, en
la comunidad, institucional y feminicida” (Comisión Especial del Feminicidio, Cámara de Diputados,
2006). Todo ello es avalado por la sociedad y se asume como “natural”, justificando el uso de la
violencia de unos sobre otras, así como el mantenimiento de sus privilegios y ventajas sociales. La
violencia de género se da en todos los niveles socioeconómicos, en todas las edades, con sus
grados y sus variantes. Pero ¿por qué hay violencia de género? En nuestras sociedades patriarcales
lo femenino es devaluado y lo masculino es sobrevaluado. Nacer mujer es nacer devaluada, por lo
que las propias mujeres sienten prejuicios contra el sexo femenino, y nacer hombre es sinónimo
de poder. Obviamente la historia personal de cada quién dará los matices. La condición femenina
desde el desideratum o mandato de género patriarcal, lastima la autoestima y la autoconciencia
de las mujeres; genera tensión, confusión, ignorancia y desconfianza en una misma. La condición
masculina desde este disideratum o mandato de género es sinónimo de poder, de violencia, de
autoridad. Todo ello acarrea ventajas y desventajas para las personas, tanto privilegios y ganancias
como daños y carencias. La identidad de género ha sido definida por Mabel Burin como “la red de
creencias, rasgos de personalidad, actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades que
diferencian a mujeres y varones”. Agrega que dicha identidad ha sido considerada desde el
imaginario social de la ideología patriarcal, sobre la base de un esencialismo del sujeto (y no desde
una construcción social de la persona), y sobre la base de la naturalización de sus condiciones de
existencia (y no desde una reproducción de los roles y estereotipos asignados cultural y
socialmente). Se entiende con esto que cada mujer y cada hombre al nacer ya están “destinados”
a cumplir con estos mandatos “naturales”, que por un lado son exigencias y por el otro se
subestiman o sobrevaloran, según sea el caso. Así la subjetividad femenina se va constituyendo a
partir de premisas contradictorias que resultan en lo que Agnes Heller denominó “esquizofrenia
femenina”. Asimismo Franca Basaglia explica que el sentido de la vida de las mujeres (como
identidad) tiene que ver con la utilidad para otros, por ser indispensables para que los otros vivan,
y esto hace que las mujeres no se autodefinan como sujetas de su propia vida, sino que la definan
en función de los y las demás; “ser para los otros” pone de manifiesto la carencia permanente en
que viven las mujeres: seres incompletos. Ahora bien, la autoestima de las mujeres como una
experiencia subjetiva, es una conciencia del Yo en el mundo, y está permeada por tal devaluación
y por tal “esquizofrenia”: nacer mujer es nacer devaluada, de acuerdo a los parámetros y
exigencias patriarcales, que incluyen la subestimación y la exclusión de lo femenino. Entonces, a
partir de tener una identidad devaluada, carenciada, una autoestima dañada por las marcas
patriarcales, y la vivencia subjetiva de no tener un lugar propio en el mundo; cada mujer, es
susceptible de vivir violencia y opresión. Se introyectan como parte de la identidad femenina: – La
dependencia vital – La posposición o autopostergación – La renuncia – La carencia – La
disponibilidad (ser ilimitadas) – Ser sustituibles – Ser reemplazables – Sin individualidad Por el
contrario, la identidad masculina entonces, se constituye sobre la valoración de lo masculino como
“la ley”, como la fuerza, la violencia, etc. La teoría de género abarca los planteamientos teóricos,
metodológicos, filosóficos, éticos y políticos para comprender las relaciones de poder que
determinan la desigualdad entre hombres y mujeres. Los grupos de reflexión de mujeres con
perspectiva de género, son una propuesta metodológica de espacios alternativos de contención y
apoyo mutuo, en donde las mujeres que participan pueden compartir sus preocupaciones,
conflictos y dificultades, así como sus logros, decisiones y aciertos, a partir de la reflexión colectiva
sobre sí mismas y sus circunstancias de vida (Rojo, Taffoya, 2003). De igual forma, los grupos de
reflexión de hombres, desde la perspectiva de género son un espacio en el que se podrá encontrar
contención y escucha, para poder elaborar cuestiones personales e ir desnaturalizando y
desmontando los mandatos de género que en el caso de los varones son: la autoridad, la
supremacía, la fuerza, la sabiduría, la violencia y el poder. El trabajo en grupos de reflexión no sólo
es una alternativa sino que brinda otra perspectiva a las mujeres, puesto que desencadena
procesos como la toma de conciencia de género y las redes de apoyo. La atención deja de ser
asistencial y se vuelve autogestiva, lo cual es parte importante del proceso de autoconciencia, de
auto-responsabilización y por lo tanto de un cambio subjetivo muy importante sobre lo que
significa ser mujer y la manera en como se vive. En el caso de los grupos de reflexión de hombres,
se busca que los participantes encuentren alternativas para desmontar la carga que implica tener
que asumir el poder y la fuerza, así como renunciar a los privilegios que ello implica. En los grupos
de reflexión de mujeres, se busca el empoderamiento, el cual se refiere a los procesos a través de
los cuales se obtiene un poder interno para expresar y defender los derechos. Las mujeres logran
una mayor confianza en sí mismas, un sentimiento de identidad personal, autoestima y control
sobre sus propias vidas y relaciones personales y sociales. Es un proceso mediante el cual las
relaciones desiguales de poder se transforman a favor de las mujeres, sin representar desventaja
para nadie. El nosotras permite a las mujeres adquirir conciencia de la pertenencia al género
femenino y encontrar explicaciones sobre la condición de las mujeres como algo construido
socialmente, no como algo individual, y que permea toda la vida. El nosotros para los hombres,
será asimismo un espejo en el que puedan mirarse, y se esperará que puedan compartir
sentimientos y preocupaciones, así como el logro de toma de conciencia sobre la opresión y la
violencia. Los grupos de reflexión para mujeres o para hombres tienen distintas características.
Una de ellas es que están constituidos exclusivamente por mujeres o exclusivamente por
hombres, lo cual indica que su convocatoria es en función del género sexual. Esto implica que las
mujeres o los hombres que acuden a este tipo de grupos podrán hacer conciencia de que
pertenecer a un género. Tanto en los grupos de reflexión de hombres como de mujeres, se trabaja
la autoconciencia, lo cual produce un impacto a nivel subjetivo, y como la convocatoria es en
función del género, el impacto tocará los mandatos de género para unos y para otras. Estos grupos
de reflexión tienen el propósito de indagar sobre la subjetividad de las mujeres o de los hombres,
y de dar espacio a la identificación positiva de género (en el caso de los hombres, desmontando
los pactos patriarcales, no en función de ellos); de compartir la vida personal, de nombrar y
visibilizar las condiciones de opresión como colectivo, de cuestionar lo obvio y de buscar
alternativas. Es importante resaltar que la identificación positiva que se establece dentro del
grupo, posibilita el encuentro poder poner de manifiesto a lo oculto y dar nombre a lo subjetivado.
Se pretende cuestionar lo obvio desde una perspectiva de género, para que las mujeres puedan
visualizarse como sujetas y no como objetos; y para que los hombres puedan mirarse como
privilegiados por el sistema, para poder desmontar aquello que implique oprimir y violentar a
otras y a otros. Asimismo, en los talleres con Perspectiva de Género y en los Cine-debates en los
que trabajamos con esta temática, pretendemos abrir espacios de reflexión para desnaturalizar la
violencia de género y contribuir a su detección y erradicación. 3-IE1-RPS ESTE DOCUMENTO
FORMA PARTE DEL SISTEMA DE GESTIÓN DE CALIDAD 3 / 11 OBJETIVO GENERAL Capacitar y
sensibilizar al alumnado en el tema de la Violencia de Género; su detección y algunas formas de
prevención y atención. Utilizando propias herramientas como psicólogos e incluyendo nuevos ejes
de análisis desde la Perspectiva de Género. Formar grupos de reflexión para contribuir en la
prevención de la violencia de género y el empoderamiento de las mujeres que acuden al Centro,
así como la concientización sobre el ejercicio del poder en los hombres. Favorecer la creación de
redes de apoyo. Fomentar la autoconciencia y el trabajo personal del alumnado. Llevar a cabo
talleres y cine-debates. Incluir la participación de los nuevos alumnos y alumnas como
participantes en los grupos de reflexión. OBJETIVOS ESPECÍFICOS 1.Fomentar la sensibilización de
las y los estudiantes acerca de la violencia de género. 2. Llevar a cabo la intervención adecuada en
los grupos de reflexión que se conformen, así como en los talleres y los cine-debates. 3. Realizar
una formación integral del alumnado que incluya trabajo teórico, trabajo personal y supervisión en
los grupos de reflexión. 4. Contribuir al empoderamiento de las mujeres que integren los grupos
de reflexión, favoreciendo la prevención de la violencia de género en la comunidad. 5. Contribuir a
la conciencia de los privilegios masculinos y a la sensibilización de los hombres que integren los
grupos de reflexión, así como de las personas que asistan a los talleres y cine-debates.

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