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ALGUNAS CARACTERÍSTICAS EPISTEMOLÓGICAS DE LA MASS COMMUNICATION

RESEARCH

Aclaración preliminar: lo que sigue es más aplicable a las diferentes variantes de las “teorías de los
efectos”, incluido lo sostenido por Carl Hovland (foto) y sus colaboradores, que a los trabajos
realizados desde perspectivas como la funcionalista. Como señalamos en la clase, los enfoques que
se consideran habitualmente parte de la MCR no son homogéneos sino que presentan, más allá de
algunas coincidencias generales, importantes diferencias entre sí. De allí en que hayamos insistido
en la heterogeneidad de esta tradición. Creemos que hay razones de peso para considerar que el
verdadero núcleo de la MCR fue el conductismo, con su énfasis en la empiria. El funcionalismo, en
cambio, implica supuestos teóricos (no observables) que son constitutivos de esta orientación (que
una sociedad puede ser considerada análoga a un organismo biológico, que constituye un sistema
cuyos subsistemas -las diferentes “instituciones sociales”- están estrechamente interrelacionados,
que ese “sistema” u “organismo social” tiende a permanecer en “estado de equilibrio”, que cuando
ese “equilibrio” es amenazado aparecen necesariamente fuerzas tendientes a restablecerlo, etc.).
Asimismo, como les quedará claro cuando lean el texto de Homans, el conductismo está asociado
al llamado “individualismo metodológico” (que considera que la única unidad de análisis válida
para una investigación es el sujeto individual y que lo social no es más que el resultado de la suma
de comportamientos individuales), mientras que el funcionalismo está ligado al “holismo” (lo
“social” implica la aparición de un nivel emergente de fenómenos, que son sui generis, y que no
pueden reducirse a una mera suma de conductas individuales). Formulada esta advertencia,
veamos algunos rasgos epistemológicos que son típicos de la MCR:
a) El conocimiento es considerado un descubrimiento (de objetos dados y no construidos). No se
asume la diferencia entre objetos del mundo empírico, dados, y objetos de investigación,
necesariamente construidos. Como diría el filósofo norteamericano neopragmatista Richard Rorty,
se piensa a la empresa del conocimiento más como un “encontrar” que como un “hacer” (véase:
RORTY, Richard, “Relativismo: el encontrar y el hacer”, en PALTI, Elías -editor-, Giro lingüístico e
historia intelectual, UNQUI, Quilmes, 1998).
b) Son empiristas y por lo tanto privilegian claramente a la experiencia por sobre otras posibles
fuentes de conocimiento, como por ejemplo la razón. Para abonar la idea de que, sin embargo,
esta antigua discusión sobre las “fuentes del conocimiento” puede resultar fútil, puede consultarse:
POPPER, Karl, “Sobre las fuentes del conocimiento y de la ignorancia”, en Conjeturas y
refutaciones, Paidós, Buenos Aires, 1983. Además de las certeras críticas al empirismo ya vistas
en “El oficio de sociólogo”, es también de utilidad recuperar los reparos que, desde otro lugar, le
efectúa una de las figuras centrales de la Escuela de Frankfurt en: ADORNO, Theodor, “Sociología
e investigación empírica”, en ADORNO, Theodor y otros, La disputa del positivismo en la sociología
alemana, Grijalbo, Barcelona/México D.F., 1973. Como no es un texto fácil de hallar en bibliotecas
proporcionamos el link para recuperarlo: https://monoskop.org/…/Adorno-T-W-Habermas-J-
Popper-K-et-al…
c) Dado que conozco mediante los sentidos, el conocimiento consiste básicamente en observación
y registro. Ya sea que me valga del alcance natural o ampliado (microscopio, telescopio, etc.) de
los sentidos. También son instrumentos de observación un cuestionario de encuesta, una escala de
actitud o un protocolo de descripción etnográfica. En las ciencias sociales podemos hacer
observación natural sobre el terreno (“trabajo de campo”) o artificial (“experimentos” de
laboratorio). Estos últimos, por variados motivos de diversa índole, son poco frecuentes en las
disciplinas humanas y el conductismo ha sido precisamente uno de los enfoques que más se ha
valido de ellos.
d) Partiendo de la observación pueden obtenerse por inducción (modo de inferencia que va de lo
singular a lo general) ciertas leyes universales. La observación es siempre de lo particular. Pero
siguiendo el “método inductivo” es posible alcanzar leyes generales (cuando más adelante leamos
a Popper veremos cuáles han sido sus críticas a la inducción, que retoman lo que en filosofía ya
era conocido desde mucho tiempo atrás como “el problema de Hume”; asimismo, cuando veamos
“El razonamiento sociológico” de Passeron, tendremos oportunidad de detenernos en sus críticas a
los planteos “nomológicos”, es decir, los que no solo consideran necesario sino también factible
que la investigación culmine en la formulación de una “ley general” en la que puedan subsumirse
todos los casos específicos).
e) Lo no basado en la experiencia es considerado “teórico”. Es decir, “teoría” es para quienes
adhieren a esta posición todo lo no directamente observable. Piensan que de lo especulativo
siempre hay que desconfiar y que lo “teórico” debe ser el punto de llegada pero nunca el punto de
partida de una investigación (una vez más, la futura lectura de Popper nos ilustrará sobre la
imposibilidad de que el proceso de producción de conocimientos empiece por una observación que
esté realmente libre de toda expectativa, de toda hipótesis orientativa, en suma, de todo
presupuesto teórico).
f) Énfasis en la contrastación empírica. La validación, la prueba, debe fundarse en la experiencia,
que es el tribunal último de la verdad.
g) El papel de la ciencia es “explicar” más que “comprender” (la diferencia entre una y otra será
especificada cuando encaremos la lectura del texto de Von Wright incluido en la bibliografía
obligatoria de la cuarta unidad). De lo que se trata fundamentalmente es de encontrar la causa o
las causas de los fenómenos bajo estudio. En ciertos trabajos pertenecientes a la MCR hay a veces
implícito cierto monocausalismo (la pretendida “explicación” se alcanzaría cuando se haya logrado
determinar cuál es en el caso bajo análisis lo que Aristóteles llamaba su “causa eficiente”).
h) De lo que en fundamental se trata cuando investigamos es de hallar relaciones causales
aislando variables. Una “variable” es un aspecto de la realidad susceptible de asumir distintos
valores. Discriminar en un fenómeno bajo indagación cuáles son las variables en juego y qué
diferentes valores pueden corresponderles es crucial para esta perspectiva que está obsesionada
por cuantificar (“registrar” los “datos” y poder luego sintetizarlos en cifras que por su parte
habiliten un análisis estadístico de los resultados). Esta concepción es la que los lleva a fragmentar
el objeto (a descomponerlo en “variables”, lo cual puede conducirlos a pasarse por alto, como han
visto que resaltan los autores de “El oficio de sociólogo”, el carácter relacional que es propio de
muchos fenómenos sociales) y los conduce a considerar legítimo el parcelamiento disciplinario
(esto le incumbe a la psicología, estos a la sociología, estos a la antropología, etc.).
i) Hay una adopción plena de un patrón de cientificidad propio de las ciencias naturales. En ese
sentido, el conductismo constituyó uno de los intentos más extremos dentro de las disciplinas
humanas de constituir, como alentaba el gran impulsor del positivismo, Aguste Comte, una “física
social” (en “El razonamiento sociológico” hallaremos las objeciones más severas a esta posición
que para Passeron es víctima de lo que denomina “ilusión naturalista”, “nomológica”,
“experimentalista” o “cientificista”).
j) La MCR es tributaria de metáforas (que no son simples ornamentos retóricos sino recursos
heurísticos para la producción de conocimiento) como la de la “mesa de billar”, inspirada en la
concepción mecanicista del mundo que se derivó de la física newtoniana. Según esta analogía, en
el cosmos hay partículas que chocan y que producen fenómenos encadenados de acción y
reacción. Lo social, por su parte, es concebido como un campo de fuerzas que en principio parecen
erráticas pero que en definitiva están dominadas por relaciones de causalidad. El funcionalismo, en
cambio, adoptará la metáfora del “organismo”, que tiene implicaciones muy diferentes (sobre la
importancia y los sentidos de las múltiples metáforas empleadas en los estudios de comunicación,
puede consultarse: SFEZ, Lucien, Crítica de la comunicación, Amorrortu, Buenos Aires, 1988).
k) Interviene una noción implícita de la comunicación como un proceso de transmisión de
información (lo cual implica, como diría Eliseo Verón, que se da por descontada una “circulación
lineal del sentido”). Pero la comunicación también podría entenderse, por ejemplo, como un
espacio de producción y de lucha por las significaciones. Al culminar el tratamiento de las dos
primeras unidades del programa quedará claro que las concepciones expresas o tácitas de la
comunicación presentes en los trabajos de Hovland, en tanto representante de la MCR, o de
Morley, en tanto integrante de los Cultural Studies, son claramente diferentes.

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