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LA PRUEBA ILÍCITA EN EL PROCESO PENAL.

La Primera Sala de nuestra SCJN ha establecido que la nulidad o invalidez de una prueba
se encuentra relacionada con el cumplimiento de las reglas que rigen la materia
probatoria (validez formal o legal), o con su respeto a los derechos fundamentales
(validez material o no arbitrariedad).

Así, respecto del cumplimiento de las reglas de la materia probatoria, una prueba sólo
será considerada válida formalmente cuando su ofrecimiento, admisión y eventual
desahogo se realicen en cumplimiento con el marco jurídico aplicable.

Por otro lado, una prueba será considerada válida materialmente cuando, siendo legal, se
obtenga en forma compatible con los derechos fundamentales de las personas
involucradas en el proceso o litigio en cuestión. El incumplimiento de este segundo
requisito ha dado lugar a lo que se conoce como regla de exclusión de la prueba ilícita
directa o indirecta.

Así, con base en los estándares constitucionales establecidos por la Suprema Corte de
Justicia, se concluye que la exclusión de la prueba ilícita aplica tanto a la prueba
obtenida como resultado directo de una violación constitucional, como a la prueba
indirectamente derivada de dicha violación. En sentido similar, la Corte Interamericana
de Derechos Humanos ha considerado que las pruebas obtenidas en violación a los
derechos humanos de las personas deben considerarse inadmisibles.

En el amparo directo 9/2008, la Primera Sala sentó criterios relacionados con la


exclusión de la prueba obtenida de forma ilícita. Al respecto, cabe destacar lo siguiente:
“(…) el derecho a un debido proceso, enmarcado en la garantía de legalidad que se
encuentra protegida por nuestro artículo 14 constitucional, mismo que, a juicio de esta
Suprema Corte de Justicia de la Nación, también comprende el derecho consistente en
no ser juzgado a partir de las pruebas cuya obtención se encuentra al margen de las
exigencias constitucionales y legales.

Así, el artículo 14 constitucional establece que las personas no pueden ser privadas de
sus propiedades, posesiones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales
en el que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento. Lo anterior
significa que sólo si el debido proceso ha sido respetado procede imponer a una persona,
la sanción legalmente establecida.

La nulidad de la prueba ilícita es un derecho sustantivo que le asiste al inculpado


durante todo el proceso y cuya protección puede hacer valer frente a los tribunales
alegando como fundamento: i) el artículo 14 constitucional, al establecer como condición
de validez de una sentencia penal, el respeto a las formalidades esenciales del
procedimiento, ii) el derecho de que los jueces se conduzcan con imparcialidad, en
términos del artículo 17 constitucional y iii) el derecho a una defensa adecuada que
asiste a todo inculpado de acuerdo con el artículo 20, fracción IX de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos.

En efecto, si se pretende el respeto al derecho de ser juzgado por tribunales imparciales


y el derecho a una defensa adecuada, es claro que una prueba cuya obtención ha sido
irregular (ya sea por contravenir el orden constitucional o el legal), no puede sino ser
considerada inválida. De otra forma, es claro que el inculpado estaría en condición de
desventaja para hacer valer su defensa. “
Como consecuencia de lo anterior se emitió la siguiente tesis aislada: “PRUEBA ILÍCITA.
EL DERECHO A UN DEBIDO PROCESO COMPRENDE EL DERECHO A NO SER JUZGADO A
PARTIR DE PRUEBAS OBTENIDAS AL MARGEN DE LAS EXIGENCIAS CONSTITUCIONALES
Y LEGALES.”

De conformidad con dicho precedente, en el orden constitucional mexicano no existe


justificación para que la responsabilidad penal de una persona, sobre todo de manera
plena, se encuentre sustentada en pruebas adquiridas de manera contraria a derecho,
puesto que, de esa forma, se vulneran los derechos humanos al debido proceso, la
legalidad, la presunción de inocencia y la debida defensa que tiene todo inculpado en un
procedimiento de ese tipo.

En ese sentido, no sólo se ha sujetado la ilicitud de una prueba a que cumpla con los
estándares legales para su formación, sino que dicha noción se extiende a todos los
casos en donde el medio de convicción se obtiene eludiendo
normas constitucionales, dado que, en esa medida, se torna irremediable la ilegalidad de
las pruebas que se obtienen directa o indirectamente por la comisión de violaciones a
derechos fundamentales. Al respecto, cabe destacar la siguiente tesis de jurisprudencia:
“PRUEBAS EN EL PROCEDIMIENTO PENAL. SUPUESTOS EN QUE DEBE NULIFICARSE SU
EFICACIA”.

Ahora bien, por lo que respecta a su valor dentro del proceso penal, debe afirmarse,
categóricamente, que una prueba obtenida con violación a derechos fundamentales,
carece de total validez y la misma debe ser excluida y apartada de la mente del juzgador
al momento de sustentar su resolución, ya que no se puede sustentar la culpabilidad de
una persona con base en material probatorio ilícito. Este ejercicio de exclusión no es
absoluto y está sujeto a los parámetros que, de forma enunciativa, la Primera Sala de la
SCJN ha establecido en la tesis de rubro “PRUEBA ILÍCITA. LÍMITES DE SU EXCLUSIÓN”,
criterio con el que se supera la tendencia aplicativa de la teoría "del fruto del arbol
envenenado". Así existen límites sobre hasta cuándo se sigue la ilicitud de las pruebas
de conformidad con la cadena de eventos de la violación inicial que harían posible que
no se excluyera la prueba. Dichos supuestos son los siguientes:

a) si la contaminación de la prueba se atenúa;


b) si hay una fuente independiente para la prueba; y
c) si la prueba hubiera sido descubierta inevitablemente.

Y es con base a estos parámetros que se tiene que valorar cuando una prueba ilícita,
debe o no ser excluida.

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