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Curso:10-01
Bogota D.C
Reseña del autor
Muchas de sus obras fueron censuradas y otras destruidas este hombre no solo se dedicó a
la filosofía pues construyo sus propias poemas él nunca se sintió insatisfecho con su
enseñanza que recibía y menos con sus maestros dicen, que Alberto discutía mucho con
Guillermo tanto que lo trato de arrogante el intento por unos años el mismo crear su escuela
en las localidades de melun y logro levantar su propia escuela en la colina de santa
Genoveva en parís que le dio mucho más éxito
El filósofo muere en el año 1142 en la edad de 63 años donde su cuerpo fue llevado al
paracleto donde también llevaron a Eloísa la cual había fallecido de 22 años al final los
enterraron juntos
Planteamiento filosófico
Abelardo se preocupa por llegar al conocimiento de la verdad para eso se centra en el
Siguiente principio “la investigación se emprende con el estímulo de la duda y por medio
de la investigación se llega al conocimiento de la verdad “Abelardo encuentra tres regalas
para hacer una investigación, mediante lo cual se puede llegar al conocimiento la primera
es: prescribe un análisis del significado de los términos de un texto con todos sus
implicaciones histórico, la segunda regala prescribe la comprobación de la autenticidad del
escrito tanto en el autor como en las eventuales corrupciones e interpolaciones textuales y
la tercera regla indica que el examen crítico de los textos dudosos se lleva a cabo haciendo
referencias a los textos auténticos como elemento de comparación
Curiosidades
Historia calamitatum
Sic et non
Este libro posee 24 capítulos en donde están divididos en dos pates la primera trata sobre
los vivos del alma y el pecado y la segunda trata sobre el remedio para curar las
enfermedades del pecado para después reconciliarse con dios
Vida
Abaelard und seine Schülerin Heloisa, cuadro del pintor Edmund Blair Leighton del año
1882.
A los veinte años Abelardo se trasladó a París, cuya escuela episcopal era, a la sazón, la
más famosa y la más concurrida; su jefe o cabeza era el archidiácono Guillermo de
Champeaux. Teniendo a Guillermo como profesor estudió en París
primeramente retórica, gramática y dialéctica, las disciplinas del trivium preparatorio de la
formación de la época durante los años 1098 y 1100; posteriormente
estudió aritmética, geometría, astronomía y música, que componían el quadrivium de
estudios más avanzados en el año 1108, también con Guillermo, con lo que obtuvo el título
de Magister in artibus.
Hacia 1112 se inició en la docencia en Melun, Corbeil, y más tarde en la colina de Sainte-
Geneviève, cerca de París, ciudad donde Guillermo enseñaba y donde fundaría la escuela
en la ermita de San Víctor. Abelardo consiguió que los alumnos de Guillermo lo dejaran
por él ridiculizándolo en público por su realismo ingenuo. Mientras Guillermo de
Champeaux abandonaba la enseñanza para refugiarse en San Víctor, entre 1112 y 1113
Abelardo se trasladó a Laon, ciudad situada al noreste de París. Al igual que hizo con
Guillermo, ridiculizó y rebatió a su profesor de teología, Anselmo de Laon, ganándose su
enemistad. Al igual que en el caso anterior en su autobiografía culparía de sus problemas a
la envidia y los celos.
En el año 1120, ya recuperado del trauma, marchó a Provins donde volvió a la enseñanza
consiguiendo reunir numerosos discípulos. Allí protagonizó la polémica con Roscelino,
plasmada en el De unitate et trinitate divina.
Entre 1121 y 1122 su obra y su persona fueron cuestionadas a raíz de denuncias formuladas
por Alberico y Lotulfo, alumnos de los ya fallecidos Guillermo y Anselmo de Laon, por lo
que se lo invitó a dar explicaciones ante el Concilio de Soissons. Al llegar Abelardo,
comprendió que le habían tendido una trampa y, que sus enemigos ya habían convencido al
pueblo y a los jueces de que era un hereje. Al presentarse ante los jueces no se le dejó
hablar y sin posibilidad de defenderse debió escuchar su veredicto, se vio obligado a
quemar personalmente su obra y tuvo que aceptar la prohibición de enseñar.
El Paráclito
Durante el periodo comprendido entre los años 1123–1125 y pese a las acusaciones, su
fama le permitió reunir un gran número de discípulos. Provocó nuevas polémicas, sobre
todo con san Norberto, fundador en 1120 de la orden de canónigos regulares, con la orden
de los premonstratenses y con Bernardo de Claraval, abad de Clairvaux, cercana a la
escuela del Paráclito. Bernardo, quien había fundado pocos años antes el monasterio de
Claraval, era de un rigor y severidad extremos y encabezaba una corriente de fuerte crítica a
la influencia helénica y arábiga sobre la teología cristiana. Su vehemente crítica de la
metodología y enseñanzas de Abelardo le hicieron temer justificadamente una nueva
acusación de herejía.
Su aportación en ética es también sumamente original, ya que afronta una tarea sin
precedentes. Con su peculiar libro, Abelardo pretendía, por un lado, terminar con el
moralismo preceptivo de la moral penitencial, y por otro, superar el pesimismo agustiniano.
Fiel a su método, parte de un análisis de conceptos tales como pecado o virtud para
redefinir así la ética. Es sin duda una obra que rompe con la tradición cristiana, que no
hacía más que recopilar y repetir textos. Las ocho sentencias condenadas en Sens a
instancia de Bernardo de Claraval estaban totalmente descontextualizadas.