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Sobre leyes y teorías científicas

19 de abril de 2017

José Antonio Acevedo-Díaz


Inspector de Educación jubilado.
Huelva, España
Resumen: En este documento de trabajo
se aborda, primero, el significado distinto
de teorías y leyes de la ciencia, así como
sus estatus epistemológicos diferentes.
Segundo, se discute brevemente el carácter peculiar de las leyes de la biología en
comparación con las leyes de la física o la química.

Estatus de las teorías y leyes científicas

De manera general, las leyes científicas son declaraciones descriptivas de relaciones


entre fenómenos observables, mientras que las teorías científicas son explicaciones que
se infieren de fenómenos observables o regularidades en esos fenómenos (Abd-El-
Khalick, 2012).
Las teorías científicas son sistemas explicativos con consistencia interna, que están bien
establecidos y justificados (Abd-El-Khalick, 2012). Según Lederman, Abd-El-Khalick,
Bell y Schwartz (2002: 50):

Las teorías sirven para explicar grandes conjuntos de observaciones,


aparentemente no relacionadas, en más de un campo de investigación. Por
ejemplo, la teoría molecular cinética permite explicar fenómenos relacionados
con los cambios en los estados físicos de la materia, las velocidades de las
reacciones químicas, y otros fenómenos relacionados con el calor y su
transferencia. De mayor importancia aún es que las teorías tienen un papel
relevante en la generación de problemas de investigación y en la orientación de
investigaciones futuras. Las teorías científicas a menudo se basan en un conjunto
de supuestos o axiomas y postulan la existencia de entidades no observables. Por
tanto, las teorías no pueden probarse directamente. Solo se pueden usar pruebas
indirectas para apoyar a las teorías y establecer su validez. Los científicos hacen
predicciones concretas a partir de las teorías, y las comprueban enfrentándolas a
datos tangibles. Un acuerdo entre tales predicciones y la evidencia empírica
permite aumentar el nivel de confianza en la teoría.
Un malentendido frecuente sobre la naturaleza del conocimiento científico se refiere a la
relación entre leyes y teoría científicas. Muchas personas creen que “con más evidencia
hay una secuencia de desarrollo mediante la cual las ideas científicas recorren un
camino hacia la aceptación final como leyes maduras” (McComas, 1998: 54). En la
base de esta creencia está la idea inadecuada de que las ideas científicas se desarrollan
partiendo de hipótesis hasta las teorías y, si estas se confirman experimentalmente
varias veces por científicos diferentes, hasta constituir leyes de la ciencia. Ello sugiere,
así mismo, que las leyes son superiores a las teorías que las precedieron (McComas,
2004). Tal secuencia ignora el estatus epistemológico diferente de hipótesis, teorías y
leyes. Con pruebas que las apoyen, las hipótesis pueden convertirse en teorías o en
leyes, pero la relación entre teorías y leyes científicas no es jerárquica porque sus
finalidades son distintas y son diferentes tipos de conocimiento (Abd-El-Khalick, 2012;
Acevedo-Díaz, Vázquez-Alonso, Manassero-Mas y Acevedo-Romero, 2007).

Un ejemplo para distinguir entre leyes y teorías científicas sería el siguiente. Las leyes
de los gases ideales (leyes de Boyle-Mariotte, Charles, y Gay-Lussac) establecen
relaciones claras entre el volumen, la temperatura y la presión de los gases, pero sin
intentar explicar estas relaciones. En cambio, la teoría molecular cinética sí permite
explicarlas. En su proyecto The Story Behind the Science: Bringing Science and
Scientists to Life: https://www.storybehindthescience.org/, Clough (2011) proporciona
algunos materiales de historia de la ciencia para la enseñanza de la naturaleza de la
ciencia que abordan el asunto de las leyes y las teorías científicas. En concreto, véanse
los titulados: Data Do Not Speak: The Development of a Mechanism for Continental
Drift, The Role of Theory: Pendulum, Time Measurement, and the Shape of the Earth,
Pendulum Motion: The Value of Idealization in Science, y A Puzzle with Many Pieces:
Development of the Periodic Table. Así mismo, McComas y Kampourakis (2015)
también dan diversos ejemplos de historia de la ciencia para mostrar que las leyes y las
teorías son dos tipos de conocimiento científico distintos, y que no están
jerárquicamente relacionados.

Ryan y Aikenhead (1992) encontraron que la mayoría de los estudiantes de bachillerato


canadienses interpretaban bastante mal las nociones de hipótesis, teoría y ley, así como
su papel diferente en las investigaciones científicas. Esos estudiantes creían que las
teorías suficientemente probadas se convertían en leyes, ignorando que ambas tienen un
estatus epistemológico distinto; es decir, que son tipos de conocimiento científico
diferentes. Las leyes científicas describen fenómenos naturales, mientras que las teorías
científicas los explican. Con otras palabras, las leyes son generalizaciones o patrones en
la naturaleza, mientras que las teorías son explicaciones de por qué las leyes funcionan
así (McComas, 2004).

Esta creencia inadecuada sobre teorías y leyes científicas también fue encontrada por
Vázquez y Manassero (1997) en alrededor de la mitad de los casos de un estudio
realizado en Mallorca (España). No obstante, Vázquez, Acevedo y Manassero (2006)
informaron posteriormente de la mejora significativa de este aspecto durante un curso
de formación inicial del profesorado de ciencia de Educación Secundaria.

En otro curso de formación inicial del profesorado de ciencia de Educación Secundaria,


se utilizó una narración de la controversia entre Pasteur y Liebig sobre la fermentación
para aprender algunos aspectos de naturaleza de la ciencia. Una de las cuestiones
formuladas versaba sobre las teorías científicas. Se encontró que 3 de los 8 grupos de
trabajo formados dieron respuestas, en sus informes finales, coherentes con la idea
adecuada de que “las leyes y teorías científicas son conocimientos científicos diferentes;
por tanto, ambas tienen distinto estatus epistemológico y no guardan una relación
jerárquica”. Hay que destacar que ningún grupo lo había hecho inicialmente (García-
Carmona y Acevedo, 2017).

Del mismo modo que muchos estudiantes de secundaria, profesores y ciudadanos en


general, bastantes científicos suscriben también una relación jerárquica entre teorías y
leyes científicas (Wong y Hodson, 2009). Por ejemplo, en una entrevista realizada por
estos autores, un físico experimental de partículas expresó lo siguiente:

Por lo que yo entiendo, una teoría científica se convertirá en una ley científica
cuando sea probada por un número considerable de experimentos con
exactitudes razonables. En física, Einstein publicó por primera vez la teoría de la
Relatividad Especial en 1905, pero hoy es una ley tanto como la conservación de
la energía y el impulso, como lo han demostrado muchos experimentos y
probablemente todos los días en nuestro acelerador. (Wong & Hodson, 2009:
122).

Los científicos entrevistados por Wong y Hodson (2009) reconocieron que no habían
reflexionado antes sobre el significado de términos como ley y teoría. Así mismo, estos
autores señalan que:

[...] una supuesta “comprensión inadecuada” de la terminología tan reverenciada


por algunos filósofos de la ciencia, y por muchos profesores de ciencias e
investigadores de la educación científica, no afecta a la capacidad de los
científicos para llevar a cabo la investigación. (Wong y Hodson, 2009: 122).

No comparto la posición manifestada al respecto por los autores anteriores. Primero,


aunque la comprensión inadecuada entre ley y teoría científicas no afecte a la capacidad
de los científicos para hacer buenas investigaciones, es necesario recordar que no es lo
mismo investigar en ciencias que reflexionar sobre la naturaleza de las investigaciones
científicas.

Segundo, y más importante aún, no se debe confundir la ciencia académica con la


ciencia escolar, pues son dominios bien diferentes. Considero que la distinción entre
una teoría científica y una ley científica es relevante en una educación científica
destinada a la alfabetización científica para todas las personas. En efecto, el uso
cotidiano de la noción de “teoría” hace referencia a una conjetura, una idea que es
especulativa o no ha sido probada 1, lo que se aproxima más bien a la noción de
hipótesis científica. Por el contrario, una teoría científica permite explicar y predecir
fenómenos naturales. Las teorías científicas son una guía para la investigación
científica, aunque tengan un carácter provisional o tentativo. En cambio, la noción de
“ley” sugiere un término mejor establecido y más aceptado. Así mismo, tampoco se
tiene en cuenta que las leyes científicas no son verdades absolutas 2.

Valga el siguiente ejemplo para ilustrar lo que sostengo. Mediante el uso cotidiano –y
manipulador– de estos términos, los creacionistas cuestionan la teoría de la evolución
porque, según ellos, no es una ley científica sino simplemente una “teoría”.
Por último, comentaré algo sobre el origen del término leyes científicas. En su libro
Science and Religion: Some Historical Perspectives, John Hedley Brooke, un
historiador de la Universidad de Oxford especialista en las relaciones entre ciencia y
religión, hace una breve referencia a este asunto:

[…] cuando los filósofos [naturales] se referían a las leyes de la naturaleza, no


estaban siendo completamente objetivos en la elección de la metáfora. Estas
leyes eran el resultado de la intervención de una deidad inteligente. De este
modo, el filósofo René Descartes insistió en qué él estaba descubriendo las leyes
que Dios había puesto en la naturaleza. Más adelante, Newton declararía que la
regulación del sistema solar suponía la presuposición de la dominación de un ser
inteligente y poderoso […] (Brooke, 1991, el añadido entre corchetes es mío).

El concepto de un Dios creador se mantuvo en la sociedad prácticamente intacto durante


el siglo XVII hasta bien entrado el siglo XVIII, lo que condicionó a los científicos
(filósofos naturales) a la hora de exponer sus conclusiones. Por ejemplo, Newton y la
mayoría de sus coetáneos eran creyentes, por lo que sus estudios estuvieron dirigidos a
describir las leyes de la naturaleza designadas por Dios. En general, su propósito no era
explicar la naturaleza sino describirla. Avances como la ley de la gravitación universal
solo pretendía ser una descripción de una ley “escrita” por Dios, y que por tanto es
absoluta, obviando por completo la posibilidad de que más tarde pudiera demostrarse
que no fuera válida o estuviera incompleta. Sin embargo, la ciencia admite hoy que
tanto sus teorías como sus leyes pueden ser refutadas por los experimentos y que, de
acuerdo con Popper (1962, 1974), ni unas ni otras son absolutas (McComas, 1998;
Vázquez, Acevedo, Manassero y Acevedo, 2001).

Las leyes científicas en biología

¿Por qué hay tan pocas leyes científicas en biología?

Se ha señalado a menudo que las leyes científicas de la biología no son del mismo tipo
que en las demás ciencias experimentales; las reglas para su aplicación son algo
distintas de las aplicadas en física o química (McComas, 1998). Crick (1989), que
elucidó con Watson la estructura molecular y el papel genético del ADN, lo expresa con
claridad meridiana en su libro Qué loco propósito. Una visión personal del
descubrimiento científico:

[…] La física es también diferente porque sus resultados pueden ser expresados
con poderosas y profundas leyes generales que a menudo parecen contradecir la
intuición general. En biología no hay nada parecido a la relatividad especial o
general, ni a la electrodinámica cuántica o incluso a sencillas leyes de
conservación como son las de la mecánica newtoniana: la conservación de la
energía, de la cantidad de movimiento o del momento angular. La biología tiene
sus «leyes», como las de la genética mendeliana, pero a menudo no son más que
generalizaciones muy amplias con significativas excepciones. Se cree que las
leyes de la física son las mismas en cualquier parte del universo. Es improbable
que esto pueda aplicarse a la biología. No tenemos ni idea de en qué se parecerá
la biología extraterrestre (si existe) a la nuestra […] (Crick, 1989: 158).
La controversia entre los filósofos acerca de la adecuación o significado del concepto de
ley en biología es demasiado compleja para abordarla aquí, por lo que daré solo un
apunte de la contribución de Ernst Mayr al debate.

Mayr (2004) sostiene que las leyes tienen un papel bastante pequeño en la construcción
teórica en biología si se compara con la física o la química:

La razón principal de la menor importancia de las leyes en la formación de una


teoría biológica es tal vez el mayor papel que desempeñan el azar y la
aleatoriedad en los sistemas biológicos. Otras razones del pequeño papel de las
leyes son la singularidad de un gran porcentaje de fenómenos en los sistemas
vivos, así como la naturaleza histórica de los acontecimientos [que inciden en los
sistemas vivos]. (Mayr, 2004: 28; el añadido entre corchetes es mío).

Así mismo, Mayr resalta que:

[…] todos los procesos biológicos difieren fundamentalmente en un aspecto de


todos los procesos del mundo inanimado; los primeros están sujetos a una
causalidad doble. En contraste con los procesos puramente físicos, los biológicos
están controlados no solo por las leyes naturales sino también por programas
genéticos. Esta dualidad proporciona una clara demarcación entre los procesos
inanimados y vivos. (Mayr, 2004: 30).

Mayr sostiene también que las teorías biológicas están basadas sobre todo en conceptos
(por ejemplo, selección, especiación, adaptación, población, ecosistema, etc.), en la
delimitación de su significado y en el establecimiento de relaciones entre los mismos.
De este modo, establece una diferencia esencial entre las teorías biológicas y las físicas:
“[…] una de las diferencias más fundamentales […] es que las teorías de la biología se
basan generalmente en conceptos, mientras que en las ciencias físicas se basan en leyes
naturales.” (Mayr, 2004: 30).

Así mismo, Dhar y Giuliani (2010) sostienen que las leyes en biología se construyen de
manera diferente a las leyes de la física o de la química; mientras que en biología se
parte de las observaciones a la abstracción (o imaginación), sucede a menudo al revés
en física y en química.

En el ámbito de la educación científica, también se ha tratado la cuestión de si una ley


en biología tiene el mismo significado que una ley en física o en química. Por ejemplo,
Dagher (2014: 210) ha señalado que: “A diferencia de la física, que incluye un gran
número de leyes a priori, la biología tiene menos referencias a leyes caracterizadas de
empíricas por los filósofos de la ciencia.” . Y McComas (2015: 489) apostilla:

Una diferencia importante entre el funcionamiento de las leyes en biología y en


otras ciencias se refiere a la expectativa de generalización. Quien espere que una
“ley” en biología se pueda aplicar el 100% de las veces se decepcionará con
frecuencia […] A pesar de que las leyes en química y física se acercan mucho
más al 100% de la aplicabilidad aún podemos tener leyes en las ciencias de la
vida, teniendo en cuenta que una ley biológica y una ley física son algo
diferentes. […] Como biólogo, diría que estos casos especiales hacen que la
ciencia de la biología sea más interesante, más integrada y más dinámica de lo
que algunos llaman las “ciencias duras”.

Referencias

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science: Enduring conflations and critical issues in research on nature of science in
science education. International Journal of Science Education, 34(3), 353-374.
Acevedo, J. A., Vázquez, A., Manassero, M. A. y Acevedo, P. (2007a). Consensos
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Brooke, J. H. (1991). Science and Religion: Some Historical Perspectives. Cambridge,
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Clough, M. P. (2011). The Story Behind the Science: Bringing Science and Scientists to
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Dagher, Z. R. (2014). The Relevance of History of Biology to Teaching and Learning in
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Philosophical perspectives and educational implications. In M. Matthews (Ed.),
International handbook of research in history and philosophy for science and
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Dhar, P. & Giuliani, A. (2010). Laws of biology: Why so few? Systems and Synthetic
Biology, 4, 7-13.
García-Carmona, A. y Acevedo-Díaz, J. A. (2017). Understanding the nature of science
through a critical and reflective analysis of the controversy between Pasteur and Liebig
on fermentation. Science & Education, DOI: 10.1007/s11191-017-9876-4
Lederman, N. G., Abd-El-Khalick, F., Bell, R. L. & Schwartz, R. S. (2002). Views of
nature of science questionnaire: Towards valid and meaningful assessment of learners’
conceptions of nature of science. Journal of Research in Science Teaching, 39(6), 497-
521.
Mayr, E. (2004). What Makes Biology Unique? Considerations on the autonomy of a
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McComas, W. F. (1998). The principal elements of the nature of science: Dispelling the
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Wong, S. L. & Hodson, D. (2009). From the horse’s mouth: What scientists say about
scientific investigation and scientific knowledge. Science Education, 93(1), 109-130.

José Antonio Acevedo-Díaz


Inspector de Educación jubilado. Huelva, España
e-mail: ja.acevedodiaz@gmail.com

Notas

(1) Según la versión en línea del DRAE, la primera acepción de “teoría” es


“Conocimiento especulativo considerado con independencia de toda aplicación” :
http://dle.rae.es/?id=ZVMWXKy

(2) Según la versión en línea del DRAE, la primera acepción de “ley” es “Regla fija a la
que está sometido un fenómeno de la naturaleza” : http://dle.rae.es/?id=NDJCjq8

(3) Para una discusión más amplia desde el punto de vista de la educación científica,
véase Dagher y Erduran (2014).

Nota: La Comunidad de Educadores para la Cultura Científica es una iniciativa de


adhesión libre y gratuita de la OEI a través de IBERCIENCIA. Abiera en julio de
2009, desde 2012 funciona con el decidido apoyo de la Consejería de Economía y
Conocimiento de la Junta de Andalucía

URL: http://www.oei.es/historico/divulgacioncientifica/?Sobre‐leyes‐y‐teorias‐cientificas  

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