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POESÍA TRAS LA GUERRA CIVIL en esta ciudad de Madrid,

“CANCIÓN ÚLTIMA “ por qué mil millones de cadáveres


se pudren lentamente en el mundo.
Pintada, no vacía:
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra
pintada está mi casa
del color de las grandes podredumbre?
pasiones y desgracias. ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del
día,
Regresará del llanto las tristes azucenas letales de tus noches?
Dámaso Alonso, Hijos de la ira (1944)
adonde fue llevada
con su desierta mesa “EN EL PRINCIPIO”
con su ruidosa cama. Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
Florecerán los besos me queda la palabra.
sobre las almohadas.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
Y en torno de los cuerpos lo que era mío y resultó ser nada,
elevará la sábana si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
su intensa enredadera
nocturna, perfumada. Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
El odio se amortigua si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
detrás de la ventana.
Blas de Otero, Pido la paz y la palabra
Será la garra suave. (1955)

“LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO”


Dejadme la esperanza. Cuando ya nada se espera personalmente
exaltante,
Miguel Hernández, El hombre acecha, publicado mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
sin distribución en 1939, y,abiertamente, en 1981. fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
“INSOMNIO”
Madrid es una ciudad de más de un millón cuando se miran de frente
de cadáveres (según las últimas estadísticas). los vertiginosos ojos claros de la muerte,
A veces en la noche yo me revuelvo se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
y me incorporo en este nicho en el que hace 45
años que me pudro, Se dicen los poemas
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, que ensanchan los pulmones de cuantos,
o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la asfixiados,
luna. piden ser, piden ritmo,
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, piden ley para aquello que sienten excesivo.
ladrando como un perro enfurecido,
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos
fluyendo como la leche de la ubre caliente de una
dejan
gran vaca amarilla. decir que somos quien somos,
Y paso largas horas preguntándole a Dios, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un
preguntándole por qué se pudre lentamente mi adorno.
alma, Estamos tocando el fondo.
por qué se pudren más de un millón de cadáveres
Maldigo la poesía concebida como un lujo último día bajo el sol alucinante, calles recién
cultural por los neutrales regadas con magnolias, faros amarillentos de los
que, lavándose las manos, se desentienden y coches patrulla en el amanecer. Te esperaré a la una
evaden. y media, cuando salgas del cine -y a esta hora está
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta muerta en el Depósito aquélla cuyo cuerpo era un
mancharse. ramo de orquídeas. Herida en los tiroteos
nocturnos, acorralada en las esquinas por los
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren reflectores, abofeteada en los night-clubs, Mi
y canto respirando. verdadero y dulce amor llora en mis brazos. Una
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas última claridad, la más delgada y nítida, parece
personales, me ensancho. deslizarse de los locales cerrados: esta luz que
Me siento un ingeniero del verso y un obrero detiene a los transeúntes y les habla suavemente de
que trabaja con otros a España en sus aceros. su infancia. Músicas de otro tiempo, canción al
compás de cuyas viejas notas conocimos una noche
Tal es mi poesía: poesía-herramienta a Ava Gadner, muchacha envuelta en un
a la vez que latido de lo unánime y ciego. impermeable claro que besamos una vez en el
Tal es, arma cargada de futuro expansivo ascensor, a oscuras entre dos pisos, y tenía los ojos
con que te apunto al pecho. muy azules, y hablaba siempre en voz muy baja-se
llamaba Nelly. Cierra los ojos y escucha el canto de
No es una poesía gota a gota pensada. las sirenas en la noche plateada de anuncios
No es un bello producto. No es un fruto perfecto. luminosos. La noche tiene cálidas avenidas azules.
Es algo como el aire que todos respiramos Sombras abrazan sombras en piscinas y bares. En el
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos. oscuro cielo combatían astros cuando murió de
amor, y era como si oliera muy despacio un
Son palabras que todos repetimos sintiendo perfume.
como nuestras, y vuelan. Son más que lo
Pere Gimferrer, La muerte en Beverly Hills (1968)
mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. “RECUERDO DE UNA TARDE DE VERANO”
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
Gabriel Celaya, Cantos íberos (1955) Aquel temblor del muslo

“NO VOLVERÉ A SER JOVEN” y el diminuto encaje

Que la vida iba en serio rozado por la yema de los dedos,


uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine son el mejor recuerdo de unos días
a llevarme la vida por delante.
conocidos sin prisa, sin hacerse notar,
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos igual que amigos tímidos.
-envejecer, morir, eran tan solo
las dimensiones del teatro. Fue la tarde anterior a la tormenta,

Pero ha pasado el tiempo con truenos en el cielo.


y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir, Tú apareciste en el jardín, secreta,
es el único argumento de la obra.
Jaime Gil de Biedma, Poemas póstumos. (1968) vestida de otro tiempo,

“EN LAS CABINAS TELEFÓNICAS” con una extravagante manera de quererme,


En las cabinas telefónicas hay misteriosas
inscripciones dibujadas con lápiz de labios. Son las jugando a ser el viento de un armario,
últimas palabras de las dulces muchachas rubias
que con el escote ensangrentado se refugian allí la luz en seda negra
para morir. Última noche bajo el pálido neón,
y medias de cristal, “ME BASTA ASÍ”
Si yo fuese Dios
tan abrazadas
y tuviese el secreto
haría un ser exacto a ti
a tus muslos con fuerza,
lo probaría
a la manera de los panaderos cuando prueban el
con esa oscura fuerza que tuvieron
pan
es decir, con la boca
sus dueños en la vida.
y si ese sabor
fuese igual al tuyo
Bajo el color confuso de las flores salvajes,
o sea tu mismo olor
y tu manera de sonreír
inesperadamente me ofrecías
y de guardar silencio
y de estrechar mi mano
tu memoria de labios entreabiertos,
estrictamente
y de besarnos
unas ropas difíciles, y el rayo
sin hacernos daño
de eso sí estoy seguro
apenas vislumbrado de la carne,
pongo tanta atención cuando te beso
entonces
como fuego lunático,
si yo fuese Dios
podría repetirte y repetirte
como llama de almendro donde puse
siempre la misma y siempre diferente
sin cansarme jamás del juego idéntico
la mano sin dudarlo.
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada
Por el jardín, el ruido de los últimos pájaros,
ya no sé si me explico
pero quiero aclarar que
de las primeras gotas en los árboles.
si yo fuese Dios
haría lo posible por ser Ángel González
Aquel temblor del muslo
para quererte tal como te quiero
para aguardar con calma
y el diminuto encaje, de vello traspasado,
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
su resistencia elástica
la luz recién nacida con tu propia luz
y corras la cortina impalpable que separa el sueño
vencida con el paso de los años,
de la vida
resucitándome con tu palabra
vuelven a ser verdad, oleaje en el tacto,
Lázaro alegre yo
mojado todavía
arena humedecida entre las manos,
de sombras y pereza
sorprendido y absorto en la contemplación
cuando otra vez, aquí, de pensamiento,
de todo aquello que
en unión de mí mismo
me abandono en la dura solución de tus ingles
recuperas y salvas
mueves
y dejo de escribir
dejas abandonado cuando luego callas
escucho tu silencio
para llamarte.
oigo constelaciones
existes
Luis García Montero, Diario cómplice (1987) creo en ti
eres
me basta
Ángel González, Palabra sobre palabra, (1986)
contra viento y marea,
sin sombra alguna de provocación.
“EL DESAYUNO”
Es parcela pequeña, minifundio,
Me gustas cuando dices tonterías, terreno sin cercados ni aparceros
que aro, riego y abono por mí misma,
cuando metes la pata, cuando mientes, con fe, de sol a sol.
cuando te vas de compras con tu madre
Tomad el pobre o rico,
y llego tarde al cine por tu culpa. el cuestionable fruto
Me gustas más cuando es mi cumpleaños que desde ella os ofrezco,
pues sólo desde aquí
y me cubres de besos y de tartas, os consigo mirar, ayudar,
o cuando eres feliz y se te nota, entender,
poner tal vez en claro alguna cosa.
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes No me la reprochéis ni adobéis de negrura
como un reducto inmundo, segregado;
(tu risa es una ducha en el infierno), ved que no la defienden
o cuando me perdonas un olvido. ni pinchos ni alambradas
y que podéis pasar aquí conmigo
Pero aún me gustas más, tanto que casi al sol.
no puedo resistir lo que me gustas,
No me arrastréis al pozo
cuando, llena de vida, te despiertas de las verdes culebras.
y lo primero que haces es decirme: Carmen Martín Gaite, A rachas, (1976)
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

Luis Alberto de Cuenca, El hacha y la rosa, (1993)

“MI RACIÓN DE ALEGRÍA”


Defiendo la alegría,
la precaria, amenazada,
difícil alegría,
al raso, limpia, en cueros,
mi ración de alegría.

No me arrastréis al pozo
de las verdes culebras.

No os arrojo a la cara mi alegría,


os la tiendo tan sólo
como una débil luz, como una mano.

No es ningún baluarte
ni ningún ofensivo privilegio,
es mi único utensilio cotidiano,
mi tela de labor.

No tengo otra bandera


y ostenta unos colores ya un poco desteñidos;
mirad que la levanto a duras penas,

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