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De acuerdo con Husserl, Ideas I tiene como propósito buscar el camino hacia la fenomenología

pura, que es la ciencia fundamental de la filosofía. Una ciencia nueva que se aleja de las ciencias
naturales y que se auto determina una ciencia de fenómenos. Su carácter novedoso no estriba en
el hecho de ser una ciencia de fenómenos, ciencias como la psicología o la química se ocupaban,
respectivamente, de fenómenos psicológicos y fenómenos químicos. Si bien, la fenomenología
pura, al igual que estas ciencias, se ocupa de fenómenos, lo nuevo en ella será la actitud con que
se dirigirá a ellos, la cual a su vez modificara el sentido que el término fenómeno tiene en dichas
ciencias. Los fenómenos solo pueden ser abordados de manera fenomenológica una vez que se ha
realizado dicho cambio de actitud. Por lo cual, es necesario aclarar las características propias de
dicha actitud y la diferencia que guarda con la actitud desde la que se abordan los fenómenos en
las llamadas “ciencias de realidades”, así como establecer el camino que posibilite el acceso a
ella.

El acceso, desde la actitud natural, a la actitud fenomenológica, será llevado acabo por medio de
un conjunto de reducciones fenomenológicas, que tienen como intención cancelar los
presupuestos propios de la actitud natural, y con ellos la forma en que se comprende a los
fenómenos desde dicha actitud, permitiéndonos alcanzar el terreno de los fenómenos tal como
los entiende la fenomenología, esto es, como fenómenos “purificados trascendentalmente”. Por lo
cual, antes de acceder a la actitud fenomenológica es necesario aclarar que debe entenderse por
“actitud natural”.

Aquellas ciencias que Husserl contrapondrá a la fenomenología deberán entenderse como


contenidas en el horizonte de la actitud natural. El conocimiento, dentro del contexto de esta
actitud es un conocimiento que se fundamenta en la experiencia y permanece dentro de la
experiencia. La temática propia de estas ciencias es en todos los casos “el mundo”, entendiendo
que “El mundo es el conjunto total de los objetos de la experiencia y del conocimiento empírico
posible, de los objetos que sobre la base de experiencias actuales son conocibles en un pensar
teorético justo.” 2 Por lo cual es necesario considerar que tanto las ciencias “naturales” así como
las “espirituales” deberán considerarse, en tanto versan sobre el mundo, como inscritas dentro de
la “actitud natural”. Al respecto de la actitud natural Husserl mencionara que es aquella
“posición natural, del mundo tal como se halla frente a nosotros, de la conciencia tal como se
ofrece en la experiencia psicológica” 3

En la actitud natural se tiene conciencia, de manera inmediata e intuitiva, de la existencia de un


mundo que se extiende indeterminadamente tanto en el espacio como en el tiempo. Por medio de
la sensibilidad las “cosas corpóreas” y su distribución en el espacio, se presentan como “estando
ahí”, o como independiente a quien lo percibe. Intuimos que, más allá de los imites de lo
determinado, clara u obscuramente, por nuestra conciencia, el mundo se extiende infinitamente,
como un “horizonte oscuramente consciente de realidad indeterminada”4. En cuanto al tiempo, si
bien el mundo se muestra como existiendo, primeramente, como presente, su horizonte se
extiende indefinidamente tanto hacia el pasado como hacia el futuro.

En el mundo tal como se presenta en la actitud natural no solo tienen lugar relaciones entre las
personas y los objetos, sino también relaciones entre diversos seres humanos. Los cuales son
entendidos tomándose a sí mismo como referencia, esto es, considerando que todo aquello que
es aplicable para mí debe, igualmente, aplicarse para ellos. Los diversos seres humanos deberán
entenderse como existiendo en un mismo mundo, el cual se presentara de manera distinta a cada
uno de ellos dependiendo de su posición en el mismo.

Dentro de la actitud natural la conciencia se presenta como una conciencia “volcada” al mundo, en
tanto todos sus actos se referirán al mundo, sus objetos y sujetos. Pensar, valorar, juzgar, desear,
etc. Dentro de la actitud natural, son actos que siempre se refieren al mundo, como pensamientos
sobre el mundo, valoraciones sobre el mundo.

Para poder acceder al terreno propio de la fenomenología será necesario modificar la actitud
natural, de acuerdo con Husserl, por medio de la “desconexión” de la “tesis general de la actitud
natural” al respecto de esta tesis menciona: “Yo encuentro constantemente ahí delante, como
algo que me hace frente, la realidad espacial y temporal una, a que pertenezco yo mismo, como
todos los demás hombres con que cabe encontrarse en ella y a ella están referidos de igual
modo.” 5por lo cual, podemos establecer que, el rasgo característico de la actitud natural es la
consideración del mundo como una existencia independiente, que esta “ahí delante”. sin
embargo, es necesario mencionar que no concebimos el mundo como existente
independientemente en virtud de un juicio, a manera de una conclusión a la que hayamos llegado
por uso de la razón, sino que ,La conciencia empírica pre racional ya supone la existencia
independiente del mundo.

Es necesario especificar el carácter propio de esta “desconexión”, la cual, al igual que los intentos
de duda universal, es posible en virtud de la “absoluta libertad” que posee el ser humano, de
dudar de cualquier cosa, incluso de aquellas que tenga certeza en virtud de pruebas que considere
plenamente aceptables. El caso de duda universal que Husserl toma como ejemplo es el realizado
por descartes en las meditaciones metafísicas, no obstante, se aleja de el en cuanto a su resultado,
en tanto la duda cartesiana terminara por negar la existencia del mundo. Como el término
empleado lo indica, la “desconexión” no puede ser entendida como como una total negación, sino
solo como la acción de poner “fuera de acción”. Husserl tomara como referencias para aclarar esta
cuestión, por una parte al sofista, que niega la existencia del mundo, así como al el escéptico, que
duda de la existencia del mundo, dos casos totalmente distintos a la “epoche” o “desconexión”
que pretende realizar Husserl, en tanto esta no supone la negación de la existencia del mundo, ni
tampoco el acto de dudar sobre su existencia, sino solo la abstención a la realización de juicios
sobre lo existente como independencia en el espacio y el tiempo.

Es por medio de la epoche que accedemos a aquella actitud propia de la fenomenología, que tras
haber cancelado la posibilidad de realizar juicios sobre existencia en términos espacio temporales,
terminara por volcar su atención hacia la esfera de la conciencia.

Para Husserl La conciencia es, por esencia conciencia de la realidad natural. Sin embargo, la
esencia de la conciencia, aquello que tiene de suyo propio no se ve afectado por la epoche
fenomenológica, e incluso, es por medio de la epoche, como privación de juicios de existencia en
términos espacio temporales, que se ase accesible la conciencia, a la manera de una “conciencia
pura”, que es a su vez aquella “región fenomenológica” a la que se buscaba acceder.

Esta “región fenomenológica” debe ser tomada, de acuerdo con Husserl, como una nueva región
del ser, susceptible de tornarse objeto de una ciencia (la fenomenología), que, en cuanto tal,
tendrá un carácter particular, o una individualidad, en referencia a otras regiones del ser
estudiadas por otras disciplinas científicas. Lo propio de esta forma de conciencia que ha quedado
como residuo fenomenológico tras la epoche, en cuanto región del ser, es la “vivencia pura”, así
como la “conciencia pura”, los “correlatos puros” y el “yo puro”.

Sin embargo, es necesario dejar en claro que la epoche no solo afectara a todo aquello que se
presenta como ajeno al sujeto, sino también al sujeto, serrando la posibilidad de concebirlo en
términos de un sujeto material desplegado espaciotemporalmente. La conciencia no debe
concebirse como un objeto estando ahí en el espacio y el tiempo, pues esto significaría regresar a
una concepción de la conciencia, sus vivencias y correlatos como hechos empíricos, visión que es
propia de la psicología. Ya en la introducción Husserl definía a la psicología como una ciencia
“empírica” que se ocupa de “sucesos reales ” los cuales, tienen lugar dentro de “sujetos reales” ,
que, de acuerdo con lo dicho, “reales” debe entenderse como existentes en el espacio y el tiempo.
En este sentido, podemos entender a la fenomenología como una ciencia que no busca referirse a
hechos, sino a esencias, que trata sobre la conciencia, sus vivencias y correlatos, no como hechos
empíricos sino como esencias, pues, tras la epoche aquello que ha quedado como residuo
fenomenológico es la “conciencia pura”, que de acuerdo con lo mencionado podría entenderse
como “esencia de la conciencia”.

Es necesario aclarar el carácter propio del residuo fenomenológico, pues, en cierto sentido el “yo”
también resulta afectado por la epoche, sin embargo, “no hay desconexión capaz de borrar la
forma del cogito y el sujeto "puro" del acto: el "estar dirigido a", "estar ocupado con", "tomar
posición relativamente a", "experimentar, padecer" algo, encierra necesariamente en su esencia
esto: ser, justo, un "desde el yo", o, en un rayo de dirección inversa, "hacía el yo", y este yo es el
puro, al que no puede hacerle nada ninguna reducción” 6 .Con lo cual, puede afirmarse que, tras la
desconexión de la tesis de la actitud natural, aun podemos comprender las vivencias del “yo puro”
como vivencias “intencionales”.

El carácter intencional de la conciencia es un rasgo de gran generalidad, que operaba ya en la


actitud natural, pues, la conciencia es siempre “conciencia de algo” sea esto material o eidético,
de igual manera, podríamos pensar que existe una relación similar entre el acto de juzgar y lo
juzgado, o que imaginar se refiere siempre a algo imaginado. Sin embrago, y pese a que la
intencionalidad puede considerarse como “clara” o fácilmente comprensible en el nivel de la
actitud natural, es necesario explicar cómo debe ser entendida en el terreno fenomenológico, lo
cual supone prestar atención a un elemento distinto de la intencionalidad, pues, en la actitud
natural se considera primordialmente, por ejemplo, lo percibido, o lo juzgado, dejando de lado,
tanto la forma en que se da, ya sea, en este caso, lo juzgado o lo percibido, así como el acto mismo
de juzgar o percibir.

La intencionalidad, dentro de la esfera fenomenológica, puede entenderse como el compuesto de


la noesis y el noema. La noesis puede pensarse como el acto, o los “actos” de la conciencia, por
ejemplo, el pensar, imaginar o juzgar. A su vez, el noema se refiere a los “correlatos” de la
conciencia o aquellos “objetos” a los que se dirige el acto de la conciencia. Para explicar las
diferencias que existen entre la intencionalidad tal como se desarrolla en el plano de actitud
natural y la actitud fenomenológica, Husserl presenta un ejemplo concreto, según el cual,
“miramos con agrado en un jardín a un manzano en flor” 7. Desde la actitud natural, no tenemos
en especial consideración cuestiones como que sea el acto de percibir, o el sentir agrado por lo
percibido, ni que sea el agrado. Por otra parte, y en concordancia con la tesis general de la actitud
natural, desde esta perspectiva el árbol se presenta como existiendo, independientemente en el
espacio y en el tiempo. De igual manera, en tanto, dentro de la actitud natural el sujeto que
percibe el árbol es un ser humano existente espaciotemporalmente, debemos asumir que sus
estados anímicos son, como los trata la psicología, hechos en el mundo. Por lo cual, la relación
existente entre el sujeto y el árbol, deberá entenderse como una relación que se despliega en el
espacio y el tiempo. Dentro de la actitud fenomenológica, en la cual, en virtud de la epoche
practicada a quedado desconectado el mundo, en tanto realidad trascendente, temporal y
espacial, la relación tal como se tenía en actitud natural entre el sujeto y el árbol queda anulada,
de igual manera, no es posible ya comprender el estado anímico del sujeto como un hecho del
mundo.

No obstante dichas afectaciones realizadas por el uso de la epoche, dentro del terreno
fenomenológico aún pueden encontrarse, a manera de residuo, la relación existente entre el acto
de percibir y lo percibido, que en este caso puede entenderse como la relación de la noesis y el
noema, de igual manera, tras la reducción aún podemos encontrar la relación entre el agrado y
aquello que nos parece grato. Es en este sentido que, al menos en líneas generales, podemos
entender el carácter intencional de la razón dentro de la actitud fenomenológica, y dejar en claro
las diferencias que guarda con la comprensión de la intencionalidad tal como se desarrolla en la
actitud natural, haciendo hincapié en los aspectos que aparecerán como relevantes dentro del
contexto de cada actitud, considerando a la actitud natural, en tanto relación en el mundo,
centrada en la consideración del objeto al que se dirige la conciencia, en contraposición a la
actitud fenomenológica, que centrará su atención en la comprensión de las relaciones guardadas
entre la noesis y el noema.

Referencias:

1 . Husserl. Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica (Ideas I).
F.C.E. México.1962.

2 Ibid. (p.18)

3 Ibid. (p.9)

4 Ibid. (p.65)

5 Ibid. ( p.69)

6 Ibid. (p.189-190).

7 Ibid. (p.214)

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