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LA EDUCACIÓN FRENTE AL RUMBO ACTUAL DE LAS COMPETENCIAS

HUMANAS
Jorge Idrobo
Hay muchas personas que se preguntan si aquello de insistir en la importancia de las
competencias en la formación de los estudiantes en la actualidad es sólo una moda o
responde realmente a un enfoque estructural e innovador, producto del descubrimiento de
algún aspecto especial de la naturaleza de la sociedad actual y del perfil necesario o
deseable de los individuos que la conforman para tener un adecuado desempeño en ella.

Es posible que se le dé más importancia a las competencias en el enfoque actual de la


educación, pero una reflexión sobre la evolución y la historia del Hombre nos permitirá una
explicación muy clara de la tendencia que prevalece en las capacidades de adaptación
relativa frente al medio y el desarrollo de autonomías, cuyo fortalecimiento es, en última
instancia, lo que buscan los procesos educativos. Esta reflexión mostrará que el mejor
manejo de los conocimientos vigentes y accesibles en cada época, ha sido un factor
determinante en el control de los destinos de las sociedades y por lo tanto ha determinado
también el grupo de individuos que han presentado mejor nivel de competencias de acuerdo
con las necesidades de su medio y su momento. La evolución del manejo de información
no solamente ha acompañado sino que en muchos sentidos ha posibilitado y generado la
transformación de las condiciones materiales de existencia en rivalidad con la
modernización de los medios de producción.

Al remontarnos a las sociedades primitivas, antes del surgimiento de los lenguajes


formales, encontramos que los hombres, sin lengua, presentan un bajísimo nivel de
comunicación basado en gesticulaciones y sonidos amorfos que, como en el caso de los
animales, sólo son capaces de transmitir emociones o actitudes elementales. Las formas de
memoria, por fuera de las atribuibles al instinto, son volátiles y no pueden ser transferidas
de un individuo a otro, se reducen a experiencias personales y no generan formas de
herencia cultural, las habilidades se pierden con la desaparición de sus poseedores y las
capacidades de aprendizaje y enseñanza son casi nulas. En esta etapa del desarrollo
humano las competencias que califican al individuo con mejores expectativas de
protagonismo social son las relacionadas con la fortaleza física, muy asociada a la
circunstancia de otros mamíferos. En esta forma incipiente de sociedad se busca la
supervivencia y la necesidad de imponerse sobre los demás para tener mayor participación
en los escasos factores de bienestar del grupo.

Con el advenimiento de la lengua, un proceso que dura miles de años y que marca el
verdadero deslinde de la especie humana con las demás, la comunicación es el lazo que une
la creciente capacidad mental individual con el mundo colectivo. Surge un proceso que no
existía hasta entonces que es la transmisión externa y voluntaria de información, pues lo
que se tenía antes no era un proceso conciente de asimilación de aprendizajes sino el
ejercicio de habilidades innatas. Cuando el Hombre estructura los lenguajes la
comunicación es inmediata con su entorno, puede ejercer la capacidad de hablar y
transmitir sus pensamientos, empieza a generar una forma básica de memoria que garantiza
la preservación de sus saberes y a hacer que otros también la ejerzan. Surge lo que durante
muchos milenios sería la tradición oral, que sirvió de soporte a las culturas iniciales. En
esta época las individuos mejor calificados eran quienes mostraban mayores habilidades de
comunicación con los demás y mejores capacidades de convicción. Además de la fuerza se
requería de un líder las mejores condiciones para entender y hacerse entender de los demás.

Naturalmente hasta esta fase del desarrollo social la comunicación era muy reducida en el
tiempo y el espacio restringidos en los que se ejercía y el grado de vulnerabilidad de la
información era muy dependiente de las habilidades memorísticas de quienes la portaban.
Las múltiples formas de escritura empezaron entonces a remplazar el soporte material del
saber humano. Con ellas se garantizó un grado de fidelidad, seguridad y trasportabilidad
inmanejable para la tradición oral. En la historia aparece un oficio que remplaza al orador
como garante de la preservación de la memoria social, que es el escriba o amanuense,
persona encargada de realizar las copias de documentos. La memoria se preserva entonces
en materiales muy durables de distinta naturaleza, la cultura encuentra medios de difundirse
más rápida y eficientemente, y surge la necesidad de desarrollar para el ser humano una
nueva competencia: la de poder leer, escribir y redactar lo que se piensa o lo que piensan
los demás. La persona que escribe tiene un reconocimiento social que varía de acuerdo con
cada sociedad pero que generalmente es apreciado como signo de distinción.

La invención de la imprenta va a sellar, poste4riormente, el reinado de la escritura.


Multiplicará en forma ilimitada la posibilidad de transmitir la información y constituirá una
poderosa herramienta para materializar las expectativas del mundo renacentista que
redescubre miradas asombrosas para el conocimiento y el desarrollo material. La
civilización occidental toma grandes ventajas sobre las de otras latitudes apoyada en gran
medida en la difusión de libros y escritos que hacen compartir en forma rápida la
información en toda Europa. Los escritores son conocidos y su pensamiento difundido en
todas las mentes cultas, la lectura se convierte en una actividad cada vez más necesaria y
las instituciones de educación se multiplican. El papel impreso es el soporte de la
civilización.

El siguiente momento en esta historia de la evolución del manejo de la información es el


que corresponde a los llamados medios masivos de comunicación, que revolucionan
definitivamente los niveles de acceso y globalizan la posibilidad de difundir y recibir
información, hacen que ésta sea inmediata, fácilmente reproducible y transportable,
completamente segura en sus niveles de fidelidad y tiene una característica fundamental
con la que aventaja a la escritura: está construida de tal manera que obedece a los procesos
naturales de asimilación de información por parte del ser humano pues se basa en mensajes
directos a los dos sentidos que se encargan de la casi totalidad de la información racional:
la vista y el oído. Los medios audiovisuales electrónicos prescinden del artificio de los
signos convencionales de la escritura y llegan directamente, sin codificación a la mente
humana, haciendo que las competencias necesarias para la adaptación a la época sean las
relacionadas con la capacidad de conocer los contenidos necesarios y convenientes, con una
gran habilidad para discriminar aquellos que sean más relevantes.

Este proceso evolutivo tiene hasta el presente su cierre con la abrumadora presencia de las
nuevas Tecnologías de Información y Comunicación, (TIC) que, especialmente con la
difusión de Internet, ponen al alcance de las personas un caudal de información impensable
hasta hace pocos años.
Cabe preguntar ¿Cuáles son las competencias que debe buscarse en los individuos del siglo
XXI inmersos en ese proceso de globalización y de transformación permanentes en el que
la información está por todas partes? ¿Hacia dónde debemos dirigir los esfuerzos de los
procesos educativos? Las respuestas son múltiples pero deben apuntar fundamentalmente a
dos aspectos:

El conocimiento no es rígido, lo que hoy es válido y cierto mañana puede estar en


entredicho o caer en obsolescencia; la vigencia del saber es muy corta, al contrario de lo
que se manejaba hace algunas décadas, por lo que se requiere estar evolucionando con el
mundo en forma permanente y desechando costumbres, conocimientos y procedimientos
que van quedando a la saga ante el surgimiento de novedades con mejores perspectivas.
Esto es seguramente muy evidente para el mundo de la tecnología pero también es cierto
para las interpretaciones de fenómenos naturales y mucho más para los espacios de
apreciación de las ciencias sociales, incluyendo los valores que se amoldan al conjunto del
proceso evolutivo del saber humano. Quien más sea permeable a los cambios, los
identifique y se adapte a ellos y los aproveche para su visión de vida y sus propósitos será
más competente.

La memoria como ejercicio de erudición, que diferenciaba hasta hace poco a las personas
más inteligentes y capaces de las menos aventajadas, ha dado paso a una competencia
diferente que es la habilidad para identificar, discriminar y acceder a la información
necesaria. Dada la descomunal dimensión actual de los referentes de información que
imposibilitan su lectura en forma completa, las personas deben ser capaces de encontrar la
que sea pertinente, conveniente, necesaria y suficiente para desempeñarse frente a una
situación determinada. Generalmente se habla de que quienes son más ágiles en el manejo
de los medios para encontrar las soluciones tienen ventaja sobre quienes manejan
conocimientos que pueden ser incompletos y desactualizados.

Los dos aspectos anteriores muestran la importancia y la urgencia de introducir a los niños
y jóvenes en el uso efectivo de las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación
como una herramienta de formación que está a la orden del día y cuya deficiencia
significará menor grado de competencia frente a ese conjunto de retos que es el mundo
actual.

A las competencias fundamentales para poder informarse y comunicarse en forma oral y


escrita se ha adicionado otra igualmente importante propia de la era electrónica: la de
manejar los medios donde se encuentra la información.

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