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Según esto, entonces el imán debería caer por lo menos a una velocidad similar
que el resto del objetos sin tener un efecto de frene, pero en el roce y la
interacción constante durante la caída se induce un campo magnético variable
que atraviesa el conductor y este a su vez responde con unas corrientes en
remolino que producen un campo magnético en sentido contrario al inducido.
Estas corrientes son conocidas como corrientes parásitas o corrientes de
Foucault (Puede apreciar el efecto en la imagen del principio) y están
fundamentadas en las Leyes de Faraday y Ampere. Estas corrientes dependen
de varios parámetros como el campo magnético inducido y su variación, la
conductividad del material, y el espesor del mismo. Así, un campo magnético
que varía más rápido, generará unas corrientes de Foucault mayores, al igual
que un imán muy potente, o si también si el campo es generado sobre un buen
conductor como el caso del aluminio, en todos estos casos, el campo de
oposición será mayor. Las corrientes disipan la energía en forma de calor, y es
por esa pérdida de energía que se produce una fuerza de oposición o de frenado
sobre el imán que está cayendo sobre el plano inclinado. Además, también es
posible ver que el movimiento sobre ciertos imanes no es del todo uniforme y se
mueven según las corrientes inducidas sobre el conductor.