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Museo de la Educación Gabriela Mistral

ESTEREOTIPOS DE GÉNERO EN LA ENSEÑANZA DE LA


LECTURA
Los silabarios eran y son portadores de discursos que denotan
las relaciones de poder y reproducen los arquetipos acerca de lo
femenino y lo masculino.

El Lector de Jorge, 1928

"Las niñas, criadas casi esclusivamente para ser mugeres de familia, les ha
asignado la naturaleza otras cualidades, no menos necesarias para su felicidad
en este mundo, que los deberes religiosos para su bienaventuranza en el cielo.
Castidad, modestia y aseo en sus personas, deberán ser las primeras ideas que
se les infundan en la primera enseñanza de las letras"
Silabario para el uso de las niñas, Madrid, 1843.
El enfoque de género, como perspectiva de análisis del proceso socio-
educativo de la enseñanza de la lectura, permite observar las relaciones de
poder de los contenidos y las jerarquías establecidas en base a las diferencias
sexuales.
La hegemonía de la escritura, como fundamento ideológico (Mignolo, 1994),
ha sido experimentada desde el período colonial. El ejercicio de la lectura y la
escritura ha operado como forma de dominación étnica, social y religiosa. Así,
el acceso a este tipo de conocimiento no ha sido igualitario
para hombres y mujeres.
Estas diferencias se expresan en el discurso, del cual los recursos visuales
forman parte. En los textos más antiguos vemos una primera tendencia a
la imagen del maestro representada en una figura masculina, generalmente
acompañada de un estudiante, también masculino.
A medida que pasa el tiempo, la imagen responsable de la enseñanza se
traslada hacia lo femenino, dando cuenta de la feminización del profesorado,
proceso que se ha analizado como prolongación del trabajo doméstico del
cuidado y la maternidad.

El Lector de Jorge, 1928

La responsabilidad de la enseñanza otorgada a la mujer, recae no sólo en


su figura de madre, sino también en la de hermana mayor. "Un profesor
inteligente enseñará a leer en 3 o 4 meses a los niños normales de su curso; y
en el hogar, una mamá discreta o una hermanita mayor, lo conseguirán en 1 o
2 meses, como jugando" (El Lector de Jorge, 1928).
Carrasco y Gavilán (2012), analizan parte de los silabariosmencionados,
dando cuenta de una asociación de los géneros a
determinados espacios sociales. Las mujeres representarían
diversas actividades dentro del hogar, pero disminuidas fuera de éste:
"reducidas a su rol de agentes socializadores en el ámbito público" (81).
Cabe destacar que en más de un silabario, la representación del niño y
la niña estudiantes, la posesión del libro y el ejercicio de la lectura, está
centrado por la figura masculina.
Situación diferente a la de El libro del Huaso Chileno, en donde la mujer es
quien sostiene el libro, y en Las Lecturas de Juan y Juanita, en donde existe
una tenencia compartida.
En el caso de las mujeres, los tópicos más recurrentes son: la asociación de
la niña con la muñeca, el cuidado maternal y la realización de las
actividades domésticas, principalmente vinculadas a la costura, el planchado
y el aseo.
El funcionamiento del hogar también corresponde a
un tópico de lectura presente en los silabarios para personas adultas,
destacando el fomento sobre la importancia del orden y el aseo: "el hogar del
obrero chileno dista mucho de ser atractivo, bello y confortable" (El Lector del
Obrero Chileno, 1925:113).

El libro del huaso chileno, 1939.

La representación masculina está marcada por los niños en el juego,


generalmente con una pelota, y en textos que denuestan características como
la sensibilidad, el miedo, la porfía o la flojera. Para las figuras adultas
masculinas las actividades principales corresponden a múltiples oficios, el
hombre como proveedor y el padre que juega.
La enseñanza de la urbanidad se observa en la mayoría de los textos,
presentándose el campo como un lugar donde vive la familia que se visita, las
abuelas y abuelos, un sitio al cual se va de vacaciones. Sin embargo, existen
textos donde especialmente se hace mención al mundo campesino, ya que
dentro de éste se encuentra su público objetivo. En este contexto, las tareas
vinculadas a la tierra son de varones, mientras la cocina y el cuidado de la
familia son femeninas (Carrasco y Gavilán, 2012).

El libro del huaso chileno, 1939.

En el caso del silabario para adultos Mi Tierra (1947), la lectura se centra en


la historia de Pancho, enamorado de Rosalinda. Pancho es llamado al servicio
militar donde la única forma de comunicación es a través de la escritura de
cartas que Rosalinda no puede leer, dando cuenta de la diferencia que existe
entre la alfabetización de hombres y mujeres. El desenlace refleja otro tópico
recurrente en los silabarios, la conformación de una familia, a través de la
consolidación de modelos paternales y maternales, normados por el Estado.
La revisión de material educativo más actual da cuenta de la permanencia de
ciertos estereotipos con respecto a los contenidos que serían destinados
para niñas o niños. Tal es el caso de la publicación de la Editorial Andrés
Bello Claudia y las letras y Simón y los números (1982), distinciones
elaboradas en el mundo del conocimiento sobre lo que sería "para niñas" y
"para niños".
Claudia y las letras y Simón y los números (1982)

Aún cuando las mujeres comienzan a aparecer en la escena pública no son


desprendidas de las tareas domésticas y en los oficios desempeñados ocupan
una posición diferente en relación a una figura masculina.
Los textos educativos transmiten normas y valores que buscan promover
cierto tipo de actitudes y comportamientos, donde además se definen
características psicológicas asociadas a hombres y mujeres.

Mujeres Hombres
Pasiva, menuda, amorosa, modesta, agradecida, buena amiga, Valiente, fuerte, activo, generoso, exitoso,
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