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Hamilthon Mosquera Parra CC 1012405272

CARTA A LOS EFESIOS

Escrita, según los historiadores, entre el año 60 y año 62 DC es una carta de gran
valor doctrinal y administrativo para la iglesia en general; en la cual el objetivo que
se busca es fortalecer la unidad de la iglesia como cuerpo de Cristo. A la fecha en
que se escribió esta carta ya la iglesia en Éfeso estaba plenamente establecida y
las recomendaciones dadas por Pablo no son reprensiones fuertes para los
feligreses, como es el caso de la carta dirigida a los corintios, sino más bien
exhortaciones para que la iglesia siguiese su curso hacia la perfección en el
conocimiento de Cristo. Pablo, como padre espiritual de esta iglesia, avista algunos
posibles peligros en la congregación al observar el entorno de esta, y su sentir es
prevenirlos.

Siempre lo más importante en la iglesia será la doctrina, por lo cual es natural que
sea el primer tema que abordar. Pablo sabía que se avecinaban tiempos difíciles en
los que tratarías de desviarles del camino de Cristo y aún hermanos
“pertenecientes” a la iglesia tratarías de desviar a los demás del buen camino
(Hechos 20:29-30). Pablo había dejado en su lugar a un excelente ministro, Timoteo
(1 Timoteo 1:3), a quien seguramente ya había alertado en persona, sin embargo,
le dedica sus cartas pastorales luego. No podemos ignorar las mismas con el fin de
entender mejor la carta de Efesios

Era menester hacer un especial énfasis en la plenitud que tenemos en Cristo (1:3-
14) quien nos ha dado su espíritu para darnos la seguridad de su venida y no solo
eso, sino que nos ayuda a agradar a nuestro Señor, pues somos para su alabanza.
Entender su preminencia es algo de importancia para nuestra salvación (1:15-23):
suficiente hemos visto, oído y conocido de él como para poner en duda su
preminencia. Sin embargo, posiblemente algunos judíos dudaban al respecto (1
Timoteo 1:4)
Es posible que, también por parte de los judíos, muchos pretendieses que los
gentiles practicaran las obras de la ley, como pasó con los creyentes de Galacia.
Para ellos los gentiles seguían siendo menos que ellos, pero Pablo quiere que
entiendan que somos salvos por gracia y que Dios ya había puesto su mirada en
nosotros los gentiles (2:1-10). No somos menos que los judíos, sino que en Dios
todos somos iguales pues, el parámetro que Dios puso para acercarse a él era la fe
en el sacrificio que él hizo en la cruz del calvario (2:11-22) y ahora somos todos
parte de un miso cuerpo en el que no debe a ver disensiones, sino que todos
debemos estar con la mirada fija en Cristo y crecer en Él.

Pablo, a modo paternalista les habla de que su ministerio es dedicado


especialmente a los gentiles (3:1-13) y que las tribulaciones que ha pasado han sido
por amor a ellos. Todo para enfatizar aún más que para Dios son tan valiosos como
lo es el pueblo de Israel; por esta misma razón él estuvo tres años con ellos
procurando asirles a la verdad. Pablo espera que estas palabras y su testimonio les
acerquen más a conocer el infinito amor de Dios (3:14-21) y que este sea su móvil
para regir su vida en adelante.

Cuando un cristiano logra entender lo valioso que es para Dios quien, a pesar de
ser Señor de señores, decidió mirar a la tierra para salvarnos, su reacción es
aferrarse más a Dios y servirle. Por lo cual el apóstol exhorta a que cada uno,
procurando mantener la unidad del espíritu (4:1-14), desarrolle su don para la
edificación del cuerpo de Cristo. Todos los ministerios son importantes y todos
somos un solo cuerpo y es menester que unos a otros nos ayudemos en la
formación de la vida espiritual. Dios es un Dios de procesos y, en el proceso de la
santificación, la ayuda de parte del resto del cuerpo es muy necesaria. Dejar atrás
el viejo hombre es un proceso de “morir” cada día (4:17-5:5) pero el ministrar los
dones los unos a los otros nos ayudan a mirar cada vez más cerca a Dios e imitarlo
a él en mi forma de vivir. Es ahora el turno de mirar a la luz y empezar a dejar las
obras de la carne (5:6-21) porque podemos recibir reprensión de parte de Dios al
no hacerlo. Por tanto, es menester procurar crecer en la obra del Señor siempre.
Pablo también da unos parámetros en cuanto a las relaciones interpersonales. Es
bueno traer a colación que, en el modelo de familia que se tenía en la antigüedad,
la mujer estaba para servicio del varón. Por eso era importante también hacer
hincapié en el amor que debía tener el hombre hacia su esposa, entregándose por
ella como Cristo lo hizo por su Iglesia. Así mismo los hijos debían entender ahora
que no debían adaptarse al mundo, sino andar en la luz y obedecer a sus padres,
los cuales les guiaban por el camino de Dios procurando mantener siempre la
armonía de Cristo. (5:21-6:4)

Éfeso era una prospera ciudad bajo el imperio Romano cuya principal actividad
económica era el comercio. Para esta época, en parte por la influencia Romana, el
esclavismo era algo bastante común al igual que la amplia distinción de clases
sociales; por lo que probablemente mentalidad de los cristianos neófitos era la de
creer que aún en la Iglesia se hacía acepción de personas. Pero en Dios las
jerarquías terrenales no cuentan. (6:5-9)

Para finalizar, les recuerda que todo esto se logra sí y solo sí perseveramos en Dios,
porque no es un camino que se pueda recorrer por fuerza propia. Necesitamos la
armadura de Dios (6:10-20) para resistir los dardos de fuego del maligno que desea
hacernos caer como de lugar. Pero con las herramientas que Dios nos ha dado
podemos estar firmes.

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