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Enzimas del suelo

Las enzimas en el suelo pueden ser extra o intracelulares. Las enzimas extracelulares son
necesarias.

para la descomposición de macromoléculas orgánicas, como celulosa, hemicelulosas o lignina

mientras que las enzimas intracelulares son responsables de la descomposición de moléculas más
pequeñas

como azúcares o aminoácidos. Las enzimas del suelo son predominantemente de origen
microbiano y son

estrechamente relacionado con la abundancia microbiana y la actividad terrorista. Herramientas


bioquímicas que permitieron

La medición rápida de las actividades enzimáticas del suelo puso de moda la enzimología del suelo
en el

finales de la década de 1960, y tales herramientas permanecieron ampliamente utilizadas durante


20 años. Numerosas enzimas tienen

sido probado en su idoneidad para investigaciones de suelos; la elección del método será en gran
medida

depende del ciclo geoquímico, por ejemplo, C, N, P o S bajo investigación.

Textos
El suelo es un recurso natural clave para la vida. Este hecho hace que haya sido muy estudiado desde
multitud de puntos de vista, encuadrándose dichos estudios dentro de lo que se hoy conocemos como Ciencia
del Suelo. En este contexto, el conocimiento sobre las enzimas del suelo es hoy en día una línea de
investigación de futuro para conocer su funcionalidad y sostenibilidad.
La importancia fundamental de la actividad de las enzimas del suelo radica en que el funcionamiento de ese
ecosistema no se puede entender correctamente sin la participación de los procesos enzimáticos, ya que las
enzimas determinan la pauta de gran parte de las transformaciones químicas que se producen en dicho suelo.
Burns, en 1978, realizó el primer estudio serio sobre las enzimas del suelo en el que se recoge su origen,
rango, cinética e historia, e incluye temas aún hoy en día tan actuales como la interacción de las enzimas y
diversos agroquímicos, su significado, y algunos aspectos metodológicos.
Las enzimas del suelo más estudiadas son las oxidoreductasas (deshidrogenasas, catalasas y peroxidasas) y
las hidrolasas (sobre todo fosfatasas, proteasas y ureasa). Una parte de las enzimas del suelo son
extracelulares, siendo liberadas durante el metabolismo y muerte celular. Otras son intracelulares, formando
parte de la biomasa microbiana. Por ultimo, existen las enzimas inmovilizadas que son las que pueden
mantener un nivel constante y estable de actividad enzimática en el suelo, independiente de la proliferación
microbiana y de las formas usuales de regulación de la síntesis y secreción de enzimas.
Las enzimas del suelo ofrecen información sobre su capacidad potencial para llevar a cabo reacciones
específicas, las cuales son importantes dentro del ciclo de nutrientes importantes tales como el C, N, P y S,
pudiendo aportar información clave sobre aspectos relacionados con la Calidad de los Suelos. Ciertas
enzimas muestran una gran sensibilidad frente a procesos no deseables tales como la contaminación de
suelos, su degradación e incluso su desertificación. De ahí que si bien la componente física y química del
suelo es importante para el mismo, ésta puede considerarse relativamente estable.
Sin embargo, considerando la flexibilidad del ecosistema suelo (lo definimos como un ente vivo y dinámico),
podemos pensar que cualquier cambio puede ser detectado en su inicio por su componente biológica (por
ejemplo, por las enzimas). De ahí que las enzimas del suelo (su existencia o deficiencia) pueden ser
consideradas como una «alerta» ante un posible colapso ambiental, permitiéndonos entonces reaccionar a
tiempo antes de que pueda ocurrir un daño irreversible para el mencionado suelo.

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Las enzimas del suelo


Las enzimas regulan el metabolismo y la fisiología de los organismos (macro- y micro-) del
suelo e influyen en el hábitat microbiano. Aunque las enzimas provienen siempre de
organismos vivos, cuando estos mueren, algunas resisten y conservan su actividad en el suelo
durante períodos prolongados, incluso pueden estar unidas a células muertas.

Las enzimas

Las enzimas son proteínas, o también dichos polímeros de aminoácidos, que actúan como
catalizadores orgánicos, transformando sustancias orgánicas e inorgánicas sin que
experimenten cambios. La energía necesaria para realizar una reacción química de manera
natural, la enzima, que actúa de catalizador, produce la misma reacción disminuyendo la
energía, lo cual permite que dichas reacciones químicas se produzcan a temperaturas y
presiones que no suceden de forma habitual.
Catalisis enzimática

Esta energía, o energía de activación de la reacción química, es necesaria para desestabilizar


suficientemente los enlaces químicos de un compuesto, con el objetivo de facilitar la formación
de un producto o para colocar los constituyentes químicos para que se produzcan las
reacciones.

Las enzimas se componen de aminoácidos unidos entre sí por enlaces peptídicos. Algunas
también requieren la presencia de coenzimas o cofactores para su buen funcionamiento. Se
pueden inmovilizar en los minerales del suelo o polimerizar en materia orgánica.

Los aminoácidos son moléculas dipolares, es decir, que pueden cargarse dependiendo del pH
del ambiente. El punto isoeléctrico (pI) es el pH en que el aminoácido no tiene carga o es
neutro. Si el pH del ambiente es inferior al pI, la carga general de los aminoácidos es positiva, y
a la inversa, si el pH es superior al pI, la carga es negativa.

La mayoría de aminoácidos tienen un pI de entre 5 y 6,5, aunque hay los hay con valores de pI
mucho mayores. Esto implica que en suelos neutros o moderadamente básicos, el pH es mayor
que el pI, lo que implica que las proteínas de las paredes celulares de los microorganismos
tienen una carga negativa.
Forma senzilla de describir la reacción catalizada por una enzima: el sustrato accede al sitio
activo de la enzima, la enzima modifica su forma al unirse al sustrato y los productos de la
reacción salen del sitio activo.
Se ofrecen dos ejemplos de reacciones enzimáticas: a) una enzima y un sustrato, y b) una
enzima y diversos sustratos.

Tipos de enzimas

Las reacciones biológicas consisten en seis grandes grupos según sus actividades enzimáticas:

 Oxidorreductasas: son enzimas que oxidan un sustrato, eliminando un par de electrones y los átomos
de hidrógeno acompañantes. Estos eletrones son transferidos a otros compuestos, reduciéndolos
(reacción red-ox). Algunas como urato-oxidasa, peroxidasa o monofenol monoxigenasa catalizan
catalizan la oxidacció y reducción de sustratos, siendo reacciones importantes a la hora de descomponer
desechos orgánicos del suelo.
 Transferasas: son enzimas que transfieren grupos químicos. Por ejemplo, las transaminasas transfieren
los grupos amino (NH2), las transglicosidasas transfieren grupos de azúcares o las cinasas que
transfieren grupos de fosfatos (PO43-).
 Hidrolasas: son enzimas que rompen moléculas añadiendo agua a los enlaces. Algunos ejemplos son la
glicosidasa, la peptidasa, la fosfatasa o la ureasa; en el caso de la fosfatasa, esta libera fósforo
inorgánico de compuestos de fósforo orgánico, aportando nutrientes a plantas y microbios. Otras como
la amilasa y la celulasa hidrolizan los enlaces entre los polímeros como almidón o celulosa y disponen los
azúcares a disposición de los microorganismos.
 Liasas: son enzimas que dividen las moléculas. Entre ellas, la descarboxilasa o la desaminasa.
 Isomerasas: son enzimas que reordenan los átomos de las moléculas.
 Ligasas: son enzimas que sintetizan o reparan las moléculas.

La actividad enzimática varía según el tipo de suelo, varianza que depende del grado de
adsorción de las enzimas al suelo, por lo que no todos los suelos tienen el mismo potencial de
desactivar las enzimas, ni todas las enzimas se desactivan en la misma medida. Por ejemplo, la
arcilla o el humus adsorben las enzimas limitando fuertemente su velocidad en la reacción.

Enzimas extracelulares

Las enzimas extracelulares, como la celulasa, pueden ser excretadas por los microorganismos al
ambiente para descomponer grandes polímeros, aunque las cantidades excretadas suelen ser
reducidas.
Estas enzimas extracelulares pueden ser desactivadas al ser adsorbidas por el suelo o ser
desnaturalizadas por factores físicos y químicos, y servir finalmente, puesto que es una
proteína, de sustrato de crecimiento para otros microrganismos.

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