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Tema 48.

Fascismo y neofascismo: caracteres y


circunstancias en que se desarrollan

1. Introducción
2. Caractéristicas del fascismo
3. El fascismo italiano
4. El nazismo alemán
5. La expansión del fascismo
6. El Neofascismo
7. Conclusión
8. Bibliografía

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1. Introducción

Etimológicamente la palabra fascismo viene del italiano fascio, haz. Este era el símbolo
de las legiones romanas, el haz de flechas entrelazado, símbolo de la unión de fuerzas
solidariamente trabadas que Benito Mussolini tomó como emblema de su movimiento
político y que acabó por darle nombre al mismo.
El fascismo es un movimiento que se desarrolló en los años veinte y treinta del siglo
XX y que como demuestra Hobsbawm supuso un auténtico desafío a las instituciones
políticas liberales.
Resulta llamativo que mientras que en el siglo XIX predominan los movimientos en los
que se exalta la libertad individual-el liberalismo, la democracia, en el XX nacen
movimientos que subordinan individualismo y libertad a la omnipotencia del poder
estatal. Hobsbawn se pregunta ¿se trata de una regresión hacia formas políticas arcaicas
o por el contrario es fruto de la consolidación de la nueva sociedad industrial de masas?
El debate sigue abierto.
La agresividad exterior de Italia y Alemania, las dos potencias fascistas, derivaría en la
Segunda Guerra Mundial; por otro lado la obsesión racista del movimiento unida a la
eficiencia de una potencia industrial como Alemania desembocaría en el Holocausto
judío, una de los hitos más negros de la Historia Universal.
La Segunda Guerra Mundial no significó la total desaparición del ideario fascista;
historiadores encuentran afinidades con regímenes que perduraron en la Guerra Fría.
como las dictaduras ibéricas de Franco y Salazar o el régimen de los coroneles en
Grecia. Por otra parte, la las últimas décadas del siglo XX conocieron el renacer de
grupos políticos que recuperarán algunos de sus elementos como el ultranacionalismo,
la violencia o la xenofobia, algunas veces de manera más o menos explícita, otras más
disimulada.

2. Caractéristicas del fascismo

2.1. Los Orígenes

Siguiendo a Antonio Fernández podemos decir que "el fascismo es la versión


conservadora del estado totalitario". Algunas interpretaciones sobre sus orígenes han
buscado sus raíces en el siglo XIX: Bertrand Russell ha apuntado hacia el
ultranacionalismo del Risorgimento y el movimiento de la unificación italiana; Hanna
Arendt señala al imperialismo europeo: sus aspiraciones territoriales como precedente
del espacio vital, así como al racismo subyacente, popularizado por las teóricos como
Gobineau (Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, 1853).
Ritter en cambio destaca la importancia de los nuevos medios de comunicación que
aparecen en el siglo XX fundamentales para la propaganda y la movilización de las
masas; la muchedumbre, afirma Hanna Arendt, es fundamental en el fascismo.

2.2. La doctrina fascista

Se puede decir que el fascismo aparece como un movimiento ideológico que con los
medios de las revoluciones socialistas hacen una revolución de izquierdas. A este
respecto siguiendo a Paxton podemos decir que adoptan una forma que pudiera ser
descrita como revolucionaria, aunque ecléctica, de nacionalismo por medio de la
identificación de las reivindicaciones sociales con las reivindicaciones nacionales que

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culminarían en un imperio, planteando una alternativa ideológica, política y cultural a
las libertades democráticas.
Aunque su influencia llega a varios países europeos sus realizaciones modélicas se
materializan en Italia y Alemania; solo los movimientos de Mussolini y de Hitler
consiguieron conquistar directamente el poder dando vida a un nuevo régimen político
fundado en el partido único, por lo que son tomados como referencia para el estudio del
fenómeno fascista. Prácticamente todos los demás fascismos fueron movimientos sin
régimen, incluso si alguno de los movimientos fascistas participo del poder con otras
fuerzas, como el de la Falange en la España de Franco que fue reducido a soporte del
régimen autoritario militar, que lo acabaría confinando a una posición subordinada y
marginal.
A pesar de su variedad, derivada de las diferentes tradiciones históricas, de situaciones
nacionales, de vicisitudes políticas y por los diferentes niveles de desarrollo económico,
de modernización y de movilización social de los distintos países podemos resaltar
algunas notas comunes:
 Omnipotencia del Estado, al que se subordina el individuo. Construyen estados
totalitarios sin separación de poderes ni oposición. "Todo en el Estado, nada
fuera del Estado", sentencia Mussolini.
 Protagonismo de las élites: una minoría debe gobernar; en contraposición a los
ideales del liberalismo, se preconiza la desigualdad de las personas y el rechazo
de la democracia. El nazismo lo lleva al extremo con su racismo obsesivo;
Ebenstein afirma al respecto:"Para el fascismo el hombre es superior a la mujer,
el soldado al civil, los miembros del partido a los que no lo son, el fuerte al
débil y la nación propia a las demás".
 Exaltación del jefe carismático; Mussolini se remonta a los estilos de la Roma
Imperial; Hitler a los mitos del Romanticismo alemán.
 El imperialismo derivado de una nacionalismo exaltado, favorecido por el
sentimiento de humillación nacido tras la derrota; la necesidad de un espacio
vital se sitúa encima del derecho internacional.
 Desconfianza en la razón, adoptando posturas antirracionalistas, exaltando el
fanatismo y la obediencia ciega al líder.

3. El fascismo italiano

"Revolución del quinto estado, afirma Salvatorelli, la pequeña burguesía encadenada


entre el capitalismo y el proletariado". Bauer señala tres procesos relacionados entre sí:

 La Guerra, que ha dejado a grandes masas de combatientes inadaptados a la


vida civil que confluyen con una joven intelectualidad desengañada del
parlamentarismo y con ansias de revancha. A este respecto el caso alemán
aparece claro, no así el italiano que se encontraba en el bando vencedor; a pesar
de ello en Italia cunde el ánimo de haber perdido la paz al no obtener las
reivindicaciones territoriales ansiadas.
 La crisis económica; "sin ella, afirma Angelo Tasca, no habría fascismo". Las
duras condiciones de la posguerra afectan a burgueses y campesinos; la
democracia parlamentaria se ve incapaz de aliviar la miseria; se suceden las
huelgas proletarias que despiertan la desconfianza y el resentimiento de la
pequeña burguesía.
 La pérrdida de beneficios de los grandes industriales, que recurren a milicias
armadas y cuerpos paramilitares para romper la resistencia obrera al igual que

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los terratenientes (los fascios). Parece claro que el fascismo es visto como arma
para sofocar el creciente empuje obrero.
Lo cierto es que la Italia de la posguerra se hallaba en una situación económica
crítica con una grave crisis inflacionista y una gran agitación social con ocupaciones
de fábricas por obreros y campesinos desilusionados por el incumplimiento de la
reforma agraria. A ello se añade una sucesión de crisis ministeriales que
desacreditan la democracia liberal. En las elecciones de 1921 los socialistas pierden
escaños y aparecen treinta diputados fascistas, entre ellos Benito Mussolini.

3.1. Mussolini y la toma del poder

Benito Mussolini, de familia humilde inicia su carrera política en el partido


socialista y dirige su periódico "Avanti" hasta ser expulsado por defender la
intervención de Italia en la guerra. Rotas sus relaciones con la izquierda, funda otro
periódico, "Il Popolo de Italia", que se convertiría en el órgano oficial del Partido
fascista.
En Marzo de 1919 funda en Milán los "fasci italiani di combattimento", grupos
paramilitares que actúan de forma violenta en las movilizaciones obreras, apoyados
disimuladamente por los Ministerios del Ejército y de la Marina. El escuadrismo fue
el sistema utilizado para ir debilitando progresivamente la autoridad del estado y
asediar a socialistas y comunistas, a la vez que eran vistos con cierta simpatía por las
clases medias por su actuación en la huelga general de agosto de 1922.
En Octubre de 1922 se reúne el Consejo del PNF (Partido Fascista) en Nápoles y
comienzan los preparativos de la Marcha sobre Roma dirigida por el general De
Bono, Caesare de Vecchi, Italo Balbo y Michelle Bianchi, símbolos de los apoyos
del fascismo: el Ejército, los propietarios rurales, los escuadristas y el sindicato
fascista. Su objetivo es presionar al rey Víctor Manuel III para que acepte que
Mussolini forme gobierno. La presión de la Confindustria (la patronal industrial) y
del ejército le llevaron a no sancionar el estado de sitio que le reclamaba el primer
ministro Facta; el 29 de Octubre el rey asigna a Mussolini la formación de un nuevo
gobierno.

3.2. El fascismo en el poder

En 1924 el PNF cuenta con el 65 % de los escaños. En ese año el affaire Matteotti,
secretario socialista que denunció los abusos de los escuadristas y que fue asesinado,
estuvo a punto de terminar con la dictadura fascista: oposición, prensa, iglesia e
intelectuales denuncian el crimen. Los diputados de la oposición abandonan el
Parlamento (retirada del Aventino) como protesta; ya no volverán. A partir de 1925
se institucionaliza el Estado totalitario; se suprime la libertad de prensa y reunión y
comienza la represión de la oposición, creando una nueva policía (OVRA,
Organización para la Vigilancia y la Represión del Antifascismo); en 1926 los
poderes legislativos del autodenominado Duce son ampliados, convirtiéndose en un
gobernante casi absoluto, asistido por el Gran Consejo Fascista, órgano
constitucional supremo.
Se establece el sistema corporativo, que aspira a controlar todas las organizaciones
sociales bajo el principio de la colaboración de clases, cuyos principios quedan
formulados en la Carta del Lavoro (1927), que organiza las profesiones en
corporaciones verticales de patronos y obreros, superando la lucha de clases; una
simple fachada para el creciente intervencionismo del estado en la economía.

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A la fascistización de las instituciones políticas y de la economía se añade el control
de la enseñanza y la regulación del ocio infantil y juvenil encuadrándoles en
organizaciones fascistas (Balillas).
En 1929 mediante los pactos de Letrán se regulan los pactos con la Santa Sede: se
reconoce la soberanía del Papa sobre el Vaticano y se impone la enseñanza
obligatoria de la doctrina católica. Las relaciones fueron sin embargo ambiguas: si
bien había católicos abiertamente profascistas (Unione Nazionale), los "popolari"
dirigidos por Sturzo se opusieron, llegando a ser encarcelados algunos de sus
dirigentes como Gasperi y Donati.

3.3. La política económica

El Estado fascista inauguró una política fuertemente intervencionista en la


economía, a pesar de las grandes empresas como Fiat o Pirelli no dependieron en
ningún momento de las intervenciones gubernamentales.
A raíz de la crisis de 1929 se emprende un programa de autarquía y de
relanzamiento de la industria militar; en 1933 se crea el IRI (Instituto para la
Reconstrucción Industrial). Los planes de desarrollo económico se denominan con
apelativos bélicos:

 La batalla del trigo, iniciada en 1925 pretende el autoabastecimiento con el


fin de frenar la pérdida de divisas que provocaba su importación; los
resultados fueron contraproducentes: se abandonaron otros cultivos,
relegando la ganadería y la agricultura intensiva.
 La batalla de la lira intentó mantener una cotización alta para la moneda a
costa de reducir la competitividad de los productos italianos en el mercado
exterior.
 Por último, se emprenden grandes obras públicas, modernizando las
comunicaciones (autopistas, infraestructuras ferroviarias..) y una política
urbanística de arquitectura colosal, especialmente en Roma.

4. El nazismo alemán

4.1. El debate historiográfico

El partido nacionalsocialista llega al poder tras la convulsa República de Weimar;


varios aspectos siguen despertando el debate entre historiadores:

 La responsabilidad del acceso de Hitler al poder: Ritter destaca la


humillación que supuso Versalles; Snell resalta la impopularidad de la
República; Pinson el caracter transversal del movimiento al que se adhieren
millones de alemanes de todas las clases.
 El papel de ejército: Gordon Craig demuestra que el militarismo prusiano ha
sido una constante en la historia moderna alemana; Sauer demuestra las
relaciones fluidas entre el nazismo y parte del ejército.
 La adhesión de los industriales: la mayoría de los historiadores la consideran
fundamental; en general parece demostrada la afinidad entre los nazis y la
gran industria.
 El papel de Hitler: ¿el nazismo como creación personal o Hitler como
representante de un movimiento de mayor amplitud? Igual de discutido ha

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sido su antisemitismo: Bullock afirma que es una aportación de Hitler;
Vermeil cree en cambio que es una actitud oportunista del dirigente nazi.

4.2. Antecedentes

En cuanto a los antecedentes inmediatos parecen claros la importancia de la


ineficacia de la Republica de Weimar, la crisis económica y los disturbios sociales y
políticos. Sin embargo algunos historiadores los han visto en el nacionalismo
exaltado de cierta filosofía e historiografía alemana del XIX (Fichte, Von
Treitschke); igualmente el antisemitismo está ya presente en esas fechas (La
cuestión judía, de Duhring).
Ya avanzado el siglo XX Spengler en su Decadencia de Occidente considera a la
democracia "el peligro del siglo XX"; Moeller Van der Bruck será el inspirador de
puntos básicos del ideario nazi: conspiración judía, espacio vital, revancha,
antisemitismo, antimarxismo.

4.3. Hitler y el partido nazi

Hitler, hijo de un modesto funcionario de aduanas, comienza a formar su ideario


político en Viena. Se alista como voluntario en la I Guerra Mundial, tras la que se
traslada a Munich, donde entrará en contacto con células antirrepublicanas del
ejército; el capitán Ernst Röhm le encargará que entre en contacto con el Partido
Obrero Alemán (DAP), cuyos dirigentes, Feder y Eckart, se distinguen por su
pangermanismo y su antisemitismo.
En 1920 se publican los 25 puntos del DAP, en cuya elaboración interviene y que
incluye la revisión del Tratado de Versalles y la Unión de todos los alemanes en una
Gran Alemania (el "Lebensraum"), el antisemitismo, el antiparlamentarismo y el
antimarxismo, abogando por un "socialismo nacional" que supere la lucha de clases
a la manera de Italia. El partido pasa a llamarse NSDAP, Partido Obrero Alemán
Nacionalsocialista, del que se convertirá en lider (Füher) en 1921, imponiendo su
concepción jerárquico-autoritaria y apoyado por colaboradores como Röhm, enlace
con el ejército y forjador de las paramilitares SA (Secciones de Asalto), teóricos
como Rosenberg, Hess y héroes de la Gran Guerra como Goering y Ludendorff.
En 1923 se produce en Munich el "putsch de la cerveza", intento de golpe de Estado
que termina con él en prisión, donde escribe Mein Kampf, documento inspirador de
todo el movimiento nazi.
En 1924 sale de la cárcel y prepara el asalto al poder; reorganiza el partido,
imponiendo una férrea disciplina y transformándolo en un movimiento de masas. En
1925 creó las SS, Secciones de Protección del Füher que bajo el mando de Himmler
se convirtieron en una milicia paramilitar que desbancarán a las SA; se crean las
Juventudes Hitlerianas; los Congresos de Weimar y de Nüremberg (1926 -1927)
cohesionan al partido nazi en torno a Hitler como figura indiscutible de un partido
que parece "un estado dentro de un estado".

4.4. El acceso al poder

Los años 1924-1928 conocen cierta estabilidad (Plan Dawes, reactivación


económica, pacto de Locarno), sin embargo la crisis económica relanzará el
nazismo: de 60 000 afiliados en 1928 pasará a casi un millón en 1932. Colloti
resalta el papel en el ascenso nazi de la gran crisis del 1929 que significó la

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confirmación de la ineficacia de los gobiernos burgueses y la socialdemocracia y su
incapacidad para proteger a las clases populares; así mismo destaca la financiación
del partido por parte de la gran industria.
En las elecciones presidenciales de 1932 se presenta como candidato frente a
Hindemburg; aunque pierde, su candidatura es respaldada por más de 13 millones de
votos. En las elecciones parlamentarias de noviembre de 1932 se aprecia un ligero
declive, sin embargo Hindemburg en 1933 le nombra canciller, formando un
gobierno con solo dos ministros nazis.

4.5. La dictadura nazi: el Tercer Reich

Desde la legalidad, en solo seis meses, entre Febrero de 1933 y agosto de 1934,
Hitler implanta su dictadura totalitaria; en Abril Göring crea la Gestapo, policia
secreta del Estado, poniendo al frente a Himmler, y promueve la creación de campos
de concentración donde en principio serán enviados miembros de los partidos
comunista y socialista.
Será Göring quien prepare el incendio del Reichstag en febrero de 1933, falsamente
atribuido a un complot comunista, y que será la excusa para suspender las garantías
constitucionales. En las elecciones de marzo consigue 288 diputados que unidos a
los 52 del Partido Populista, le permiten gobernar; en ese mismo mes la Ley de
Defensa del Pueblo y del Estado otorga el poder legislativo al ejecutivo.
Goebbels es incorporado como Ministro para la Educación del Pueblo y la
Propaganda, para controlar los medios de comunicación; la Ley de Reorganización
de la Burocracia excluye a los que no son adictos al régimen y a los no arios; la Ley
de Unificación prohíbe los partidos políticos y los sindicatos: el NSDAP se
convierte en partido único. En agosto de 1933 Hitler anuncia el nacimiento del III
Reich, Alemania abandona la Sociedad de Naciones. Las elecciones de 1934 se
convocan ya con candidatura única; en agosto de 1934 muere Hindemburg y Hitler
asocia en su persona la Cancillería y la Presidencia del Reich; el autonombramiento
es confirmado por un plebiscito con el 88% de los votos afirmativos.
La influencia del nazismo se extiende por toda la sociedad; el control del partido por
Hitler será total desde la "Noche de los cuchillos largos" en Junio de 1934, cuando
se elimina a los dirigentes de las SA, entre ellos Röhm.
Las Leyes de Nuremberg de 1935 anuncian el carácter racista del nuevo Estado; en
ellas se limitan los derechos de judíos y otras minorías, privándoles de la
nacionalidad alemana y prohibiendo los matrimonios mixtos entre "alemanes” y
“judíos”.
Con la "Noche de los cristales rotos" en noviembre de 1938 se agudiza la
persecución; 280 sinagogas son destruidas y se detiene a más de 20 000 judíos;
hasta 1944 entre 5 y 7 millones de judíos son asesinados en masa.

4.5. La política económica

Cuando Hitler ocupó la Cancillería en Alemania el paro ascendía a más de 6


millones. A pesar de su pregonado anticapitalismo, el régimen mantiene un
capitalismo más intervenido pero sin ninguna voluntad de socialización. Se estimula
la iniciativa privada y se controla directamente a las organizaciones obreras
mediante el Frente Alemán del Trabajo, sección del NSDAP. Una política de
realización de grandes obras públicas, el rearme (de los 100 000 soldados que
permite Versalles se pasa a 1 500 000 en 1936) y el aumento de la actividad de las

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industrias de guerra (el gasto militar aumenta hasta un 10% del PIB) hace
desaparecer prácticamente el desempleo.
El instrumento para controlar la inflación son los llamados "efectos MEFO"
garantizados por el Banco de Alemania, con los que se paga en los gastos
cotidianos; se produce así una circulación pseudomonetaria, a la que Neré denomina
"inflación no visible"; el aumento de las rentas salariales no son utilizadas para el
consumo, lo que provocaría el aumento de los precios sino que se mantienen altas
tasas de ahorro.
Sin embargo será el apoyo absoluto de la gran industria el que permita realizar este
programa; los procesos de Nuremberg confirmarían la alianza entre el partido y los
magnates de la industria pesada (Krupp, Thyssen, Bosch) al que llegarían a
financiar. Las medidas de expansión militar confirmarían esta identidad de intereses.
Desde 1936 la insuficiente recuperación del comercio exterior, lleva a restringir los
gastos públicos y las importaciones; Goering, Comisario del Reich para Asuntos
Económicos, opta por un política de autarquía, pero la falta de alimentos y materias
primas impiden la autosuficiencia total; la solución pasará por la conquista del
Espacio Vital; así Hitler emprenderá una campaña expansiva que desembocará en la
II Guerra Mundial.

5. La expansión del fascismo

Como resalta Linz, una de las grandes paradojas del fascismo es que, siendo un
movimiento con un fuerte componente nacionalista que respondía a los problemas
específicos de cada sociedad, se convirtiera desde un principio en uno de los
movimientos políticos europeos más internacionalistas, con grandes afinidades entre
los líderes de los distintos países, apoyo mutuo en la lucha por el poder y que
llevaría incluso a la traición a los propios intereses nacionales en aras de la
solidaridad del movimiento.
Colloti defiende a este respecto la tesis de un fascismo internacional que comprende
a gran parte de los movimientos nacionalistas y de los regímenes autoritarios
surgidos en Europa después de la Primera Guerra Mundial; sería así una reacción
burguesa, conectada de manera estructural y funcional al sistema capitalista, y
siendo una amenaza siempre presente en el mismo.
En todo caso la expansión del fascismo afectó a muchos países europeos, llegando a
existir en algunos de ellos un régimen fascistizado, ya sea por evolución interna o
por imposición externa.
En el primer caso están España, y Rumania, cuyos fascismos, Falange Española y de
las JONS (fusionadas en 1934 por José Antonio Primo de Rivera y Ramiro
Ledesma) y la Legión de San Miguel Arcángel (fundada en 1927 por Corneliu
Codreanu), tuvieron algunos puntos en común, como la influencia cristiana (más
cultural en el falangismo, más mística en el movimiento legionario) y su subida al
poder junto a la derecha autoritaria.
En el caso español, Falange se convirtió en la fuerza política hegemónica de los
sublevados durante la Guerra Civil de 1936-1939, siendo uno de los puntales de la
dictadura franquista, que en su primer periodo, hasta 1945, adquirirá los rasgos de
un régimen propiamente fascista.
El caso portugués es también digno de mención; tras el golpe de estado de 1926,
Salazar llega al poder en 1932 estableciendo el Estado Novo (1933 - 1974), un
régimen autoritario, con cierta influencia del Fascismo italiano, con un partido único
y sindicatos estatales.

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Las dictaduras ibéricas sobrevivirían a la derrota del Eje, adaptándose a la nueva
situación internacional creada con la Guerra Fría; de manera hábil resaltaron el
carácter anticomunista de sus regímenes, a la vez que los atributos más visiblemente
fascistas eran eliminados o/y disimulados.
En cuanto a la Legión, entre 1940 y 1941 sostuvo al efímero Estado Nacional
Legionario, gobernado por el general Antonescu antes de imponer su dictadura
personal.
El fomento de los movimientos fascistas en Europa fue uno de los medios para el
objetivo hitleriano de establecer una Nueva Europa políticamente unida bajo la
dirección alemana, económicamente autárquica y opuesta tanto al capitalismo
anglosajón como al comunismo soviético (identificado con la barbarie asiática y
contra el que se utilizó el mito de la “cruzada europea contra el bolchevismo” para
estimular el movimiento de voluntarios europeos). Así se crearon así gobiernos
títeres durante la II Guerra Mundial: la Eslovaquia del Partido del Pueblo Eslovaco
de monseñor Tiso (1939-1945), la Croacia de la Ustaša de Ante Pavelić (1941-
1945), la Noruega del Nasjonal Samling del comandante Quisling (1942-1945) y la
Hungría de la Cruz Flechada de Ferenc Szálasi (1944-1945).
En Francia el fascismo tenía una clara raíz obrerista, de hecho sus principales
líderes, Jacques Doriot (Partido Popular Francés) y Marcel Déat (Asamblea
Nacional Popular), provenían de la izquierda marxista, razón por la que estaban más
cómodos colaborando con la ocupación alemana en París que con la Revolución
Nacional del Estado Francés (1940-1944), presidido por el mariscal Pétain en
Vichy, controlado por la derecha autoritaria y que hasta 1943 no se fascistizó
(Milicia Francesa de Joseph Darnand).
Además, y aunque no llegaron al poder, fueron activos colaboracionistas el
nacional-socialismo holandés de Anton Mussert, el nacionalismo flamenco de Staf
de Clercq y el Rexismo valón de Léon Degrelle en Bélgica.
Fuera de Europa, el fascismo fue muy influyente en Sudáfrica (nacionalismo
afrikaner), el mundo árabe (social-nacionalismo sirio) y, sobre todo, en
Iberoamérica (sinarquismo mexicano, urrismo peruano, nacismo chileno,
falangismo boliviano, integralismo brasileño). De hecho, la Argentina justicialista
del general Perón (1946-1955) es lo más parecido a un régimen fascista que ha
habido fuera de Europa.

6. El Neofascismo

En las décadas posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial la extrema derecha


europea se hallaba en una posición de clara marginalidad política y social; los
éxitos electorales obtenidos por formaciones políticas que se insertaban en dicha
tradición política eran siempre puntuales y efímeros, una circunstancia que no hacía
sino reforzar la creencia en que ya no era posible para la extrema derecha situarse de
forma estable en el centro del escenario político europeo
De este periodo podemos destacar al Movimiento Social Italiano, fundado en 1946 y
que evolucionaría desde el fascismo radical a posturas más moderadas lo que le dio
unos buenos resultados electorales en los años setenta; el Partido Socialista del
Reich Alemán, fundado por el coronel Reich, que acabaría siendo prohibido; o el
Frente Nacional de Le Pen en Francia, surgido en un contexto de conflictividad
creado por la crisis de Argelia y las revueltas de mayo del 68.

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6.1. La Nueva Derecha
A partir de la década de los ochenta diferentes partidos políticos emplazados en la
extrema derecha del espectro político obtuvieron representación parlamentaria.
Formaciones como el Frente Nacional francés, el Vlaams Belang flamenco o el
Partido de la Libertad austriaco, entre otras, se han convertido en actores políticos
de primer nivel en sus respectivos países lejos ya ser un fenómeno puntual y
pasajero. La extensión y estabilidad del fenómeno, junto con las importantes
similitudes en lo que respecta al ideario y estilo político de las diferentes
formaciones, han hecho que se hable de la emergencia de una nueva familia de
partidos, que ha sido calificada alternativamente como una nueva extrema derecha,
como representantes del neopopulismo o como una derecha radical populista.
En su tránsito desde la marginalidad al centro del escenario político la extrema
derecha ha cambiado sus estrategias; así las nuevas formaciones de extrema derecha
no establecen una conexión directa y explicita con el fascismo de entreguerras:

 No centra su discurso en el racismo biológico y jerárquico característico de


la extrema derecha tradicional, sino que ha adoptado el discurso del nuevo
racismo culturalista, así el antisemitismo ha perdido la centralidad que tuvo
y ha sido sustituido por un creciente uso de la figura del musulmán como
elemento que amenaza el futuro de Europa y de sus respectivas comunidades
nacionales.
 Aceptan y participan en los sistemas parlamentarios liberales, abandonando
la violencia como método de acción política; ya no disponen de milicias
armadas como las que caracterizaban a los movimientos fascistas de
entreguerras. No defienden la identificación total ente Partido y Estado.

A juicio de Griffin, el peligro de estas formaciones para la convivencia democrática


no se encuentra en la posibilidad que quieran o puedan anular las libertades
constitucionales y suprimir el sistema de democracia representativa, sino en que el
sistema acepte y adopte sus propuestas discriminatorias y excluyentes.
El proyecto político de la nueva extrema derecha puede ser comprendido, por tanto,
como el intento de desarrollar un liberalismo etnocrático esto es, una agenda política
de exclusión que respeta los procedimientos formales de la democracia pero que
rompe con el ideal democrático de igualdad radical entre los individuos. Si bien la
nueva extrema derecha no tiene la suficiente fuerza como para implementar este
ideario político por si sola, si que puede difundirlo y tratar de establecer coaliciones
políticas, formales o informales, que desarrollen su agenda de exclusión.

7. Bibliografía

Fernández, Antonio: Historia Universal Contemporánea. Vicens Vives. Barcelona


(2011)
Hobsbawn, Eric. Historia del siglo XX. Crítica. Barcelona.(1995)
Griffin, R. Modernismo y fascismo: la sensación de comienzo bajo Mussolini y Hitler.
Madrid: Ediciones Akal.(2010)
Linz, j. J., Gilbert, j. R. M., & Miley, T. J. Fascismo: perspectivas históricas y
comparadas. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.(2008)
Paxton, Robert. Anatomía del fascismo. Península. Barcelona.(2005)
Rodríguez Jiménez, José Luis y Fernández García, Antonio. Fascismo, neofascismo y
extrema derecha. Arco Libros. Madrid (2005).

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