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PONTIFICIO SEMINARIO

PALAFOXCIANO

Licenciatura en:
Ciencias Religiosas
Ensayo:

EL ARTE SACRO Y LOS BIENES DE ORIGEN


ECLESIÁSTICO: MEDIOS DE
EVANGELIZACIÓN

Alumno: Leonel Avilés García


Materia: El Arte, Medio de Comunicación Social y
Evangelización
2º Año de Teología, 1er Semestre
INTRODUCCIÓN

Desde el inicio de nuestras culturas, ha habido una necesidad de capturar en el arte


parte de la historia de la humanidad. Al hablar de necesidad me refiero a la trascendencia
del ser, a perpetuar las vivencias, las vicisitudes de la vida, los acontecimientos que les llevo
a sobrevivir y dejar plasmado en el tiempo la complejidad de dichas vivencias y comunicar
a las próximas generaciones el qué y el cómo de su existencia. El hombre por intuición
siempre ha tenido en su interior el deseo de querer seguir existiendo y el arte, en todo su
sentido, fue el medio privilegiado para hacerlo.

En caso de la religión judeocristiana, es Dios quien se manifiesta a su pueblo. Esta


idea de Dios, idea debe de tener esencialmente, un contenido de visiones y apariciones, es
decir, manifestaciones conocidas como hierofanías. Entendiendo esto como manifestación
de algo sagrado o divino.

Desde el acontecimiento de Cristo y el mandamiento que dio a los suyos de llevar la


Buena Nueva a todas las naciones hubo un especial empeño por transmitir el Evangelio
incluso aquellos que no compartían el lenguaje ni la cultura hebraica. Sin embargo, siempre
se encontraron diversos medios para expresar la fe de la Iglesia. Uno de esos medios ha sido
el arte.

Diferencia entre Arte Sacro y Arte Religioso


Lo primero que intentaremos hacer será diferenciar el arte religioso del arte sacro. Son
conceptos muy unidos a lo largo del tiempo, aunque tienen diferencias significativas. En el
arte religioso las obras realizadas se subordinan a la fe, a la piedad popular, al amor que se
siente por Dios.

En cambio, el arte sacro es el religioso que además tiene un destino litúrgico, es decir que
tiene que servir para el culto divino. Por eso, existen obras de una profunda inspiración
religiosa y que, sin embargo, no pueden ser destinadas para el culto y, por lo tanto, no
pueden ser consideradas propiamente como arte sacro.

Así, la composición de las imágenes religiosas no se deja a la inspiración de los artistas, sino
que deben revelar los principios básicos expresados por la Iglesia y la tradición cristiana.

Aunque el arte pertenece al pintor, el ordenamiento y la composición pertenecen a los


Padres de la Iglesia, la espiritualidad del contenido, la rectitud del símbolo y el estilo a la vez
claro y equilibrado deben de estar de acuerdo con la tradición transmitida garantizando al
mismo tiempo su inteligibilidad y su universalidad.
El arte como medio de comunicación humana

En los tiempos que vivimos no es fácil encontrar procesos adecuados y renovados


de evangelización, pero lo que es incuestionable es que el cristianismo, desde épocas muy
tempranas, ha querido integrar el arte como un elemento de primer orden con vistas al
culto, percibiendo en él una adecuada y precisa manera de expresar un lenguaje inseparable
al ser humano, que no es otro que la vinculación con lo sagrado. El lenguaje que, es
fundamentalmente interno a la propia persona, es el instrumento imprescindible para
llevar este mensaje del Evangelio. Va dirigido de manera abierta a todos los hombres, sin
crear dicotomías en él; lo que explica que, ya de manera muy temprana, la Iglesia no sólo
se preocupara por la integración del arte en su propio ser, sino que, al mismo tiempo, lo
convirtiera en tema de reflexión y de atenta sensibilidad.

El hombre, por naturaleza, es un ser social, un ser que se expresa, que vive en
relación siempre con los otros. Desde todas las épocas se ha valido del lenguaje (oral o
escrito) para comunicarse con sus semejantes, expresar ideas, pensamientos, opiniones y
sentimientos que en lo profundo muestran una particularidad de su ser y de su trascender.
Todo lenguaje se vale de signos o símbolos que solos o en conjunto son inteligibles para el
hombre y remiten a diversas ideas, realidades o hechos para la comunicación.

Evangelizar con el arte


EVANGELIZAR CON EL ARTE es transmitir la Fe Cristiana a través del Patrimonio
Cultural de la Iglesia: arquitectura, pintura y escultura. Porque la búsqueda de la Verdad no
es ajena al mundo del arte. Platón dijo: "La belleza pertenece al orden trascendental" y a
través de lo creado, conocemos al Creador. La fe amplía nuestra visión al contemplar un
cuadro, es como una cuarta dimensión, como decía San Basilio "Lo que las palabras dicen al
oído, el arte lo muestra en silencio”. El Patrimonio cultural de la Iglesia tiene como último
fin su dimensión evangelizadora.

"LA BELLEZA ES LA GRAN NECESIDAD DEL HOMBRE, es la raíz de la que brota el


tronco de nuestra paz y los frutos de nuestra esperanza; es también reveladora de Dios,
porque como Él, la obra bella es pura gratuidad, invita a la libertad". Ha dicho el Papa en la
recién inaugurada Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona, el pasado 7 Noviembre.
El hilo conductor es ARTE, FE Y CULTURA, porque transmitir la cultura, no es un acopio de
datos aislados, sino que se fundamenta en un eje vertebral que los une: la riqueza de la
cultura e identidad cristiana.
El catecismo de la Iglesia Católica dice: "A través de la Belleza se puede conocer a
Dios como origen y fin del universo. Porque Dios es Verdad, Bondad y Belleza y el hombre
está creado a imagen y semejanza de Dios". ( CEC….)

El arte para un cristiano es una invitación a la esperanza, virtud teologal que no


defrauda, fuente de alegría que se fundamenta en una base sólida que es Cristo.
La Iglesia además de ser depositaria de la fe, tiene una riquísima tradición de imágenes al
servicio de la transmisión de la fe, al mismo tiempo que comprendemos, conocemos,
interpretamos el patrimonio artístico de la Iglesia.
Si Dios ha entrado en la historia del hombre, es posible encontrarse con Él y para que ese
encuentro fructifique es necesario rechazar la autosuficiencia y abrirse a la humildad.

A través del arte, la Iglesia hace accesible el mensaje de Cristo a todos los pueblos,
así nacieron las Biblias de piedra, en el Románico, cuyo objetivo era la docencia: enseñar a
la mayoría de los fieles no ilustrados cual era la historia de la Salvación.
El pueblo aprendía la doctrina de la Fe a través de los muros de las Iglesias mejor que un
libro abierto, gracias a su contenido simbólico.

El papa Benedicto XVI dice en este aspecto: “Si nuestra Fe sigue viva, toda esta
herencia tampoco muere, sino que sigue presente en las Catedrales, iconos, música,
pintura, literatura, todo es un destello del espíritu de Dios”.
La belleza de las cosas visibles, creadas, nos conduce a las invisibles y a través de los ojos se
puede llegar al alma.

LOS BIENES CULTURALES DE ORIGEN ECLESIASTICO


A “bienes culturales” nos referimos a «testimonios materiales de la civilización y
constituyen la trama del entorno en el que vivimos y que nosotros mismos, día tras día,
plasmamos en la mudable evolución del tiempo» que expresan los modos de vida de los
grupos sociales y representan un patrimonio, que exige una política de conservación y
valorización.

Ahora, al hablar de “bienes culturales” de origen eclesiástico, hablamos de


“patrimonio histórico-artístico con finalidades eminentemente eclesiástico”, que alcanza
todas las obras de cualquiera arte del pasado y los testimonios históricos, p.ej.: Obras
impresas, escritas, plástica, tallados, libros y archivos. En la expresión “Bienes Culturales de
Origen Eclesiástico” el término “bienes” se utiliza porque ninguno de estos “bienes”
pertenece a la Iglesia.

Fue en el año de 1993 cuando San Juan Pablo II, con el Motu Proprio "Inde a
Pontificatus Nostri initio" nace la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia
en sustitución de la Pontificia Comisión para la Conservación del Patrimonio Artístico de la
Iglesia, creada cinco años antes en el ámbito de la Congregación para el Clero. La Comisión
para los Bienes Culturales pasó entonces a ser un organismo independiente con su propio
Presidente, manteniendo las mismas competencias: presidir la tutela del patrimonio
histórico y artístico de toda la Iglesia (obras de arte, documentos históricos, patrimonios
libreros y aquellos que se conservan en los museos, bibliotecas y archivos); colaborar en la
conservación de este patrimonio con las Iglesias particulares y los respectivos organismos
episcopales; promover una sensibilización cada vez mayor en la Iglesia sobre estos bienes,
de acuerdo con las Congregaciones para la Educación Católica y para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos.

Es por esto que, en conjunto los “Bienes Culturales de la Iglesia” comprenden:

 (Arte Sacro): Los bienes puestos al servicio de la misión de la liturgia: la


pintura, la escultura, la liturgia, la arquitectura, el mosaico y la música.
 Los bienes al servicio de la cultura y la historia eclesial: los libros contenidos
en las bibliotecas eclesiásticas, los documentos históricos conservados en los
archivos de las comunidades eclesiales.
 Los bienes producidos por medios de comunicación de masas: las obras
literarias, teatrales y cinematográficas, producidas por los medios de
comunicación social.

Estos bienes culturales responden a varios aspectos en la vida de la misma Iglesia. El primer
aspecto es:

 Están destinados a incrementa la piedad de los mismos fieles


 Su pertenencia a la autoridad de la iglesia (solo la Iglesia decide su finalidad)
 La voluntad del donante, que orienta la producción hacia fines sagrados.

Para concluir, los bienes culturales de la Iglesia, en su esencia más profunda en cuanto a su
misión y sentido, tiene la finalidad de evangelizar. ¿Cómo? Poniendo bajo la tutela de la
Iglesia su cuidado, para conservarlos y valorarlos.

Los bienes culturales de la Iglesia como medios de evangelización


y su finalidad
En cuanto a su finalidad, la iglesia cree que el arte es un bien cultural encaminado a
su misión, como lo expresó el Papa Pio XII en un mensaje radiodifusor el 8 de abril de 1952:
«uno de sus caracteres esenciales consiste en una cierta intrínseca afinidad del arte con la
religión, que hace a los artistas, de algún modo, intérpretes de la infinita perfección de Dios,
y particularmente de su belleza y armonía. La función de cada arte está, en efecto, en
quebrantar el cerco estrecho y angustioso de lo finito, y en abrir una ventana a su espíritu
anhelante como hacia el infinito»
En otras palabras quiere decir que, el arte y la liturgia van de la mano, no pueden
separarse, porque en el fondo interpretan la infinita perfección de Dios particularmente la
belleza y armonía. El arte mueve los sentimientos hacia la belleza y la liturgia hacia lo
sagrado. Esta intima unión entre el arte y la liturgia nos lleva a profundizar sobre el orden
litúrgico del arte. A comprender que hay una coherencia entre el criterio de la fe y la
oración.
Arte Litúrgico
El arte Litúrgico, en su más profunda esencia, se vincula con el genio artístico de su
autor para ponerlo al “cotidiano servicio de Dios” por medio del culto y de la piedad. Como
lo expresa la Sacrosanctum Concilium del concilio vaticano II (No. 123): “También el Arte
en nuestro tiempo tiene que poder añadir su voz a aquel admirable concierto de gloria que
los grandes hombres cantaron a la fe católica en los siglos pasados”. Y esto es verdad,
porque en la belleza de sus obras vemos figurado lo que simples palabras no pueden
expresar.
Es de mayor importancia poner en evidencia que el Arte Litúrgico cuando está fuera
de su contexto celebrativo, pierde su naturaleza; porque expresa el contexto unitario y
complejo de la Casa de Dios en cuanto a Casa del Pueblo de Dios.

CONCLUSIÓN
Para finalizar y responder la pregunta: ¿Hacia dónde van los bienes de origen
eclesiástico y cuál será su futuro? Pienso que esta pregunta no se puede contestar con cierta
objetividad, dado que los tiempos que nos tocó vivir, son tiempos con cierto grado de
incertidumbre, en cuanto al cristianismo. Es verdad que es Dios quien lleva la historia de la
humanidad, pero también es verdad que el hombre en su libertad puede abusar de la
misma, como se ha visto en tiempos pasados. Al mismo tiempo debemos admitir que, el
hombre en su libertad, puede también optar por cuidar, valorar, preservar y promover estos
mismos “bienes” que la Iglesia, con mucho amor, ha dado a la humanidad para ayudarla y
trascenderla. Sin duda, que, parte de esta opción me incluye a mí, dado que soy parte de
la misma Iglesia y de su futuro.

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