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1. Introducción
1. Aunque excede los lı́mites de este trabajo, hay una relación entre Grombrowicz y Piñera que la
crı́tica reciente ha estudiado en detalle. Esta relación es importante a fin de contextualizar la
noción de ‘‘literatura sin territorio’’ a la que me refiero en este trabajo, debido a que los textos de
Piñera comparten numerosos rasgos de los que aquı́ se describen en Hernández y Gombrowicz
(la afiliación barroca, la excentricidad narrativa, la relación ambigua entre sujeto narrativo y sujeto
autobiográfico, la deformación fı́sica y su representación literaria, el vacı́o y el duelo). Sobre las
conexiones entre Gombrowicz y Piñera, véanse entre otros los textos de Reinaldo Laddaga, Pablo
Gasparini y Carlos Espinosa Domı́nguez.
2. Ası́ como Massey, Angelika Bammer nos recuerda que las experiencias de exilio y migración
del siglo XX han movilizado la ecuación ‘‘hogar’’ y ‘‘paı́s’’ de modo que se desestabilizan las
identificaciones entre lengua, espacio y cultura nacional. Estas experiencias de la diáspora han
modificado además lo que se consideraba la identificación entre ‘‘lugar’’ y ciertas construcciones
comunitarias, como la familia.
3. ‘‘Me siento en la necesidad de comunicarle a mi Familia, a mis parientes y amigos, el comienzo
de mis aventuras, que duran ya diez años en la capital argentina. No pretendo invitar a nadie a
gustar de estos viejos Fideos mı́os, de este Nabo tal vez crudo que nada en una olla de Estaño,
Magra, Mala y Vergonzosa, en el aceite de mis Pecados, de mis Vergüenzas, de esta Cebada pasada,
Oscura, revuelta con negro alforfón. ¡Ay, cuánto mejor serı́a no llevármela a la Boca para evitar
mi Condenación eterna, mi Humillación a lo largo del interminable camino de esta Vida mı́a, que
asciende una Montaña dura y fatigosa!’’ (11, sic).
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4. Sobre la piraterı́a como una actividad de constitución del espacio nacional, ver Nina Gerassi-
Navarro.
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me habı́a unido con un Puto. Y con él habı́a yo Caminado, habı́amos Cami-
nado juntos delante de todos, como si para siempre me hubiera esposado
con él’’ (49, sic). El personaje de Gonzalo a quien se refiere la cita anterior
funciona como un alter ego o el doble del narrador y, en la segunda mitad
de la novela, ambos llevan a cabo el asesinato del padre o la ‘‘patria’’ y la
instauración de una nueva tradición que denominan como la ‘‘filiatria’’.
Al comentar los elementos del exilio en la obra de Gombrowicz, Agnieszka
M. Soltysik señala que, a diferencia del escritor exiliado que busca sanar las
heridas del pasado, o del inmigrante que abraza la nueva cultura en forma
inmediata, el narrador de Gombrowicz se ubica en la brecha que separa la
cultura adoptiva de la de origen. Mediante la performance textual y genérica,
Gombrowicz reinventa una nueva identidad personal, cultural y literaria. La
novela no sólo es una parodia de ciertos modelos nacionalistas polacos y
argentinos (en la escena descrita anteriormente el ‘‘autor celebrado’’ y todos
los participantes del banquete son parodiados por ser frı́volos y excesivamen-
te preocupados por las influencias europeas), sino también la búsqueda de
nuevas formas de identidad que incluyan otras representaciones de nación y
género. El texto de Gombrowicz es una clara denuncia de las complicidades
entre la literatura nacional y ciertas imágenes de patriotismo y heroı́smo. La
performance que cierra el fallido duelo verbal entre los autores es crucial para
comprender la importancia que Gombrowicz atribuye a la destrucción de las
formas de género que articulan los discursos literarios sobre la nación, a la
vez que ubica su producción literaria en un espacio de transición que, como
el del viaje Transatlántico, fluctúa entre las grandes tradiciones continentales.
Exilio y alegorı́a se conectan intensamente en el texto de Felisberto Her-
nández. Como se analiza en la sección siguiente, Hernández propone la crea-
ción de un ‘‘collage mnemotécnico’’ por el cual explorar no sólo cuestiones
de identidad autobiográfica, sino también fundamentalmente aspectos de la
producción de su discurso literario.
Es desde la experiencia del exilio que Walter Benjamı́n concibe The Origin of
German Tragic Drama. Desde la contemporaneidad de la decadencia eu-
ropea, este libro, que sobrevivió sólo gracias a las copias privadas que con-
servaron sus amigos Gershom Scholem, T. W. Adorno, Siegfried Kracauer y
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5. ‘‘The idea is something linguistic, it is that element of the symbolic in the essence of any word.
In empirical perception, in which words have become fragmented, they possess, in addition to
their more or less hidden, symbolic aspect, an obvious, profane meaning. It is the task of the
philosopher to restore, by representation, the primacy of the symbolic character of the word,
in which the idea is given self-consciousness, and that is the opposite of all outwardly-directed
communication. Since philosophy may not presume to speak in tones of revelation, this can only
be achieved by recalling in memory the primordial form of perception. [. . .] In philosophical
contemplation, the idea is released from the heart of reality as the word, reclaiming its name-
giving rights’’ (37).
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Los ‘‘recuerdos contemplativos’’ son una exploración del deseo por medio
de la memoria. En la ‘‘poca luz’’ de la memoria, el deseo se presenta no sólo
8. Es válido recordar aquı́ la distinción que lleva a cabo Silvia Molloy entre textos que son auto-
biográficos y aquellos con elementos autobiográficos. Una caracterı́stica central de los primeros es
la ‘‘autoconfrontación textual’’ o bien el ‘‘Yo soy el tema de mi libro’’ en oposición a textos que
manifiestan una preocupación por el yo pero en los que la finalidad primaria no es la autobiográ-
fica. Ver al respecto ‘‘Introducción’’.
9. Sobre la poética del espionaje, ver el capı́tulo de Molloy ‘‘Juego de recortes: ‘Cuadernos de
infancia’ de Norah Lange’’.
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10. Para Prieto la narrativa hernandiana se caracteriza por una ‘‘poética de la penumbra’’ que
ubica en la estética de la post-vanguardia. Aunque como muestra el texto de Benjamı́n, la melan-
colı́a está presente en la vanguardia europea y las experiencias del Surrealismo y la modernidad
europea, el concepto de lo ‘‘extraño’’ trabajado por Prieto resulta útil para comprender los textos
de Hernández desde las teorı́as del psicoanálisis y del marxismo.
11. ‘‘For this uncanny is in reality nothing new or alien, but something which is familiar and old-
established in the mind and which has become alienated from it only through the process of
repression’’ (241).
12. ‘‘The creative writer can also choose a setting which though less imaginary than the world of
fairy tales, does yet differ from the real world by admitting superior spiritual beings such as
daemonic spirits or ghosts of the dead. So long as they remain within their setting of poetic reality,
such figures lose any uncanniness which they might possess. The souls in Dante’s Inferno, or the
supernatural apparitions in Shakespeare’s Hamlet, Macbeth or Julius Caesar, may be gloomy and
terrible enough, but they are no more really uncanny than Homer’s jovial world of gods. We
adapt our judgment to the imaginary reality imposed on us by the writer, and regard souls, spirits
and ghosts as though their existence had the same validity as our own has in material reality. In
this case too we avoid all trace of the uncanny’’ (250).
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En los lugares donde estaban escritas las melodı́as lentas se veı́a más campo
blanco en el papel; las notas estaban sembradas en lugares caprichosos del
camino—en el centro, en los bordes o fuera de él—de pronto se llegaba a
un sitio donde habı́a un acorde y uno se detenı́a como a la sombra de un
14. De acuerdo con Corey Shouse, los componentes estilı́sticos del arte barroco le sirven al
escritor latinoamericano para desarrollar un proyecto literario vinculado a la realidad del mestizaje
y la heterogeneidad cultural del continente. De hecho, Shouse vincula el barroco y sus recursos
técnicos con lo que Rama denomina la ‘‘transculturación narrativa’’. Es justamente a nivel de lo
estilı́stico que las novelas del boom alcanzan, por ejemplo, una perspectiva transculturadora. Entre
estos recursos estilı́sticos del barroco, Shouse señala: ‘‘1. El uso de la metáfora que sincretiza varios
niveles de significado simultáneamente; 2. La mezcla de diversos estilos, géneros y momentos
históricos; 3. La densidad de la imagen barroca que estructura una armonı́a difı́cil de un mundo
aparentemente caótico y lleno de contradicciones; 4. La deformación y representación transgre-
sora de modelos clásicos o canónicos; 5. La importancia del artificio carnavalesco y la hipérbole’’
(328).
15. Al respecto, ver Porzecanski.
16. Ver Hugo J. Verani.
17. De acuerdo con Freud, lo siniestro se manifiesta además en la construcción del doble, una
creación del yo que surge como un mecanismo de autodefensa en la etapa narcisista y que luego
subsiste en la forma de una autoconciencia del yo: ‘‘The idea of the ‘doble’ does not necessarily
disappear with the passing of primary narcissism, for it can receive fresh meaning from the later
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stages of the ego’s development. A special agency is slowly formed there, which is able to stand
over against the rest of the ego, which has the function of observing and criticizing the self and of
exercising a censorship within the mind, and which we become aware of as our ‘conscience’ ’’
(253).
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narrador, sino que abundan en la novela las reflexiones sobre un estilo com-
positivo. Al comentar uno de sus conciertos, el narrador señala que antes
que la ‘‘pieza clásica’’ que esperaba la audiencia, él se decide a tocar la ‘‘ ‘Se-
renata’ de Schubert en un arreglo donde la serenata aparecı́a despedazada y
uno reconocı́a los trozos tirados al descuido entre yuyos y flores artificiales’’
(90). Su estilo musical parece más bien una invitación al silencio: ‘‘Después
toqué mi Nocturno: al principio tenı́a acordes grandes, de sonidos graves,
que yo hacı́a con las manos abiertas y con la lentitud de un espiritista al
ponerlas sobre la mesa y mientras espera que lleguen los espı́ritus, y aquellos
acordes provocaban un silencio expectante; el ambiente se cubrı́a de gruesos
nubarrones sonoros y yo tenı́a la emoción del dibujante que aprieta el lápiz
y pone mucho negro’’ (90). Más aún, la estética de la deformación es eviden-
te en una de las representaciones más curiosas de la novela: la casa de las
maestras francesas, el primero de los recuerdos que evoca Tierras de la memo-
ria, que se caracteriza por una compleja estructura. El doble fondo, los dos
escritorios y las dos bibliotecas, señalan el ordenamiento del espacio que
refleja la retórica doble y laberı́ntica de la memoria.
Tierras de la memoria se inscribe dentro de la tradición vanguardista de
representar al artista, tradición que Vicky Unruh ha descrito detalladamente
en Latin American Vanguards: The Art of Contentious Encounters. Aunque se
trate de un texto posterior a lo que la crı́tica ha clasificado como la ‘‘etapa
vanguardista’’ de Felisberto Hernández,18 es casi imposible no establecer se-
mejanzas entre Tierras de la memoria y una novela como La casa de cartón
de Martı́n Adán, publicada por primera vez en 1928. La estructura fragmenta-
ria, la conjunción de los géneros de Bildungsroman y Künstlerroman, el des-
doblamiento de la figura del narrador, la intersección constante entre el
relato de la vida y el relato sobre el relato, por una parte, y el arte, por otra,
ponen la narrativa de Hernández en la lı́nea de una escritura de vanguardia
en que lo autobiográfico y lo artı́stico se entremezclan. El hecho de que la
casa de la memoria se presente como un espacio de desintegración, fragilidad
18. Verani señala que ‘‘Felisberto Hernández inicia dos veces su vida literaria y entre uno y otro
ciclo creador transcurren once años. Su prehistoria literaria data de fines de la década de los veinte
e incluye una serie de cuatro cuadernos, publicados en pleno auge del modesto vanguardismo
uruguayo: Fulano de tal (1925), Libro sin tapas (1929), La cara de Ana (1930) y La envenenada
(1931). La década de los cuarenta señala el definitivo nacimiento de Felisberto como escritor,
cuando a partir de Por los tiempos de Clemente Colling (1942) publica sus relatos más sobresalien-
tes’’ (58).
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19. En palabras de Unruh: ‘‘In La casa de cartón as I have shown, the sites of those meetings and
the boundaries that define artist and world are constantly shifting. Vacillating between aestheticist
image making and interactions with others, the artist portrayed in this work is defined neither by
name nor by autobiography. We recognize him instead by the shifting walls of his cardboard
house: the contentious and ambivalent relationship with his literary antecedents and, through the
vagaries of a critical vision, with the changing Peruvian world through which he moves’’ (113).
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De este modo, Sarduy enfatiza su interpretación del barroco como una con-
testación a la economı́a del lenguaje burgués. Más adelante señala que ‘‘[l]a
22. ‘‘In the first place, if psycho-analytic theory is correct in maintaining that every affect belon-
ging to an emotional impulse, whatever its kind, is transformed, if it is repressed, into anxiety,
then among instances of frightening things there must be one class in which the frightening
element can be shown to be something repressed which recurs’’ (241, cursivas en el original).
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tructura del yo: ‘‘A pesar de que yo jamás tolerarı́a que ella me acomodara el
cuarto, sentı́ por unos instantes que habı́a perdido la idea de mi propia inti-
midad; ahora mi cuarto no estaba acomodado ni por mı́ ni por ella; y lo que
menos podrı́a acomodar en él serı́a la idea del amor’’ (113).
Las imágenes de Hernández conducen a pensar el sistema literario desde
el mundo de las sombras y es en este punto que Tierras de la memoria com-
parte con Transatlántico una visión desencantada—y se podrı́a agregar,
alegórica—de la literatura y del rol del narrador en el relato. Resulta signifi-
cativo que esta perspectiva desde el vacı́o se lleve a cabo en dos textos en los
que el elemento autobiográfico tiene un rol fundamentalmente irónico.
Desde este punto de vista, el proyecto en ruinas de Gombrowicz y Hernández
demuestra los vulnerables contactos narrativos de lo público y lo privado, y
demuestra, por medio de la anulación de la territorialidad, los lı́mites de la
escritura. Al final de Tierras de la memoria, el narrador menciona sus dos
cuadernos de memoria: ‘‘[. . .] uno era chico y contenı́a el relato escueto y
en forma de diario;—ası́ lo habı́a ordenado nuestro jefe—; después del viaje
alguien, en nuestra institución, lo habı́a encuadernado con tapas de ‘un color
serio’, creo que sepia. El otro cuaderno era grande, ı́ntimo, escrito en dı́as
salteados, y lleno de inexplicables tonterı́as. Tenı́a tapas color tabaco muy
grasientas’’ (120). Es sin lugar a dudas este segundo cuaderno del que Her-
nández (y por qué no Gombrowicz) eligen seleccionar sus pasajes más
memorables.
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