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Tacto

tacto humano
El sentido del tacto es aquel que permite a los organismos percibir cualidades de
los objetos y medios como la presión, temperatura, áspero o suavidad, dureza. En
la piel se encuentran diferentes clases de receptores nerviosos que se encargan
de transformar los diferentes tipos de estímulos del exterior
en información susceptible para ser interpretada por el cerebro. La piel se divide
en tres capas: epidermis, que es la capa superficial, la dermis y la hipodermis que
es la capa más profunda. La epidermis está constituida por tejido epitelial y en su
estrato basal o germinativo encontramos la denominada melanina, que es el
pigmento que da color a la piel, y la dermis por tejido conjuntivo. En esta capa
encontramos los anejos cutáneos que son las glándulas sebáceas, las glándulas
sudoríparas, el pelo y las uñas y la hipodermis formada por tejido conjuntivo
adiposo. Debemos tener en cuenta que aunque principalmente el sentido del tacto
se encuentra en la piel, también lo encontramos en las terminaciones nerviosas
internas del organismo, pudiendo percibir los altos cambios de temperatura o el
dolor. Por lo que es el más importante de los cinco sentidos permitiéndonos
percibir los riesgos para nuestra salud tanto internos como externos. La parte que
gobierna el tacto en el cerebro es el lóbulo parietal.

Anatomía y fisiología del gusto[editar]


El sentido del gusto es posible gracias a los botones gustativos, también
llamados corpúsculos gustativos. En un adulto humano existen alrededor de
10 000, la mayor parte de los cuales se encuentran en la superficie de la
lengua. Cada botón gustativo tiene forma ovalada y está constituido por un
conjunto de células, entre las cuales se encuentran las células gustativas
que disponen de cilios que entran en contacto con las sustancias disueltas
en la boca por la saliva. Los botones gustativos se agrupan en estructuras
mayores llamadas papilas gustativas que son las que proporcionan a la
lengua una superficie rugosa. 2 Cuando una sustancia se disuelve en la
saliva y entran en contacto con la membrana celular de las células
gustativas, se produce la liberación de moléculas neurotransmisoras que
desencadenan impulsos nerviosos que se transmiten al cerebro
principalmente a través del nervio facial y glosofaringeo.2

Sentido de la vistaeditar
El sentido de la vista o visión es posible gracias a un órgano receptor, el ojo,
que reciben las impresiones luminosas y las transforma en señales
eléctricas que transmite al cerebro por las vías ópticas. El ojo es un órgano
par situado en la cavidad orbitaria. Está protegido por los párpados y por la
secreción de la glándula lagrimal, tiene capacidad para moverse en todas
direcciones gracias a los músculos extrínsecos del globo ocular. La
propiedad esencial que hace posible la visión es la fotosensibilidad, esta
tiene lugar en células receptoras especializada que contienen sustancias
químicas que son capaces de absorber la luz para producir un cambio
fotoquímico.
Cuando la luz penetra en el ojo, pasa a través de la córnea, la pupila y
el cristalino, para llegar a la retina, donde la energía electromagnética de la
luz se convierte en impulsos nerviosos que a través del nervio óptico son
enviados hacia el cerebro para su procesamiento por la corteza visual. En el
cerebro tiene lugar el complicado proceso de la percepción visual gracias al
cual somos capaces de percibir la forma de los objetos, identificar
distancias, detectar los colores y el movimiento. La retina es una de las
regiones más importantes del ojo y contiene unas células especializadas
llamadas conos y bastones que son sensibles a la luz.1
La lesión de cualquiera de las estructuras del sistema visual puede
causar ceguera aunque el resto no presente ninguna alteración. En
la ceguera cortical, por ejemplo, ocasionada por una lesión en la región
occipital del cerebro, se produce pérdida completa de visión aunque el ojo y
el nervio óptico no presentan ninguna anomalía.

Oído
El oído es un órgano del cuerpo humano muy sensible y avanzado. La
función del oído es transmitir los sonidos al cerebro a través de sus distintas
partes: el oído externo, el oído medio y el oído interno. Su tarea principal es,
por tanto, detectar, transmitir y convertir los sonidos en impulsos eléctricos.

es un órgano sensorial que permite percibir los sonidos, formado el sentido


de la audición,1 y en mamíferos también se encarga del equilibrio. El oído se
puede diferenciar en tres mayores secciones: oído externo, oído
medio y oído interno.2
La percepción del sonido es un fenómeno complejo que se desarrolla en
varias etapas. En primer lugar se realiza la captación de las ondas sonoras
gracias a la membrana del tímpano. En segundo lugar la señal mecánica
recogida por el tímpano debe transformarse en impulsos nerviosos, proceso
que ocurre en el oído interno. En tercer lugar los impulsos nerviosos a
través del nervio auditivo son enviados al cerebro para ser procesados en la
corteza cerebral.3
El espectro auditivo, es decir la gama de frecuencias que el oído puede
percibir, es variable dependiendo de la especie animal. El ser humano puede
detectar sonidos de entre 0 y 140 decibelios con un rango de frecuencias
comprendido entre 40 y 20 000 hercios. Las ballenas pueden percibir
infrasonidos con una frecuencia inferior a 40 hercios. Algunos animales
carnívoros como el perro son capaces de detectar ultrasonidos con una
frecuencia superior a 20 000 hercios que un humano es incapaz de oír

olfato
es el sentido encargado de detectar y procesar los olores. Se ha definido el olfato
como un sentido químico en el que actúan como estimulante las partículas
aromáticas u odoríferas desprendidas de los cuerpos volátiles, que a través del
aire inspirado entran en contacto con el epitelio olfatorio situado en la nariz. El
olfato tiene importantes funciones en los seres vivos, entre ellas evaluar el estado,
tipo y calidad nutritiva de los alimentos, detectar peligros medioambientales como
el humo o el nivel de humedad, reconocer un territorio demarcado odoríficamente
y relacionar el olor con el recuerdo de lo que representa. Se ha calculado que un
humano puede detectar más de 10 000 olores diferentes, aunque esta cifra está
sujeta a discusión y para algunos científicos el valor real sería muy superior

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